Partida Rol por web

Rachel no pudo abrir la puerta cerrada y nadie parecio escuchar vuestros gritos de ayuda, estabais solos, encerrados en un ala del fuerte como ratas de laboratorio en una laberinto.

Mientras, lo mas parecido que teniais a un medico, comenzo a examinar a Amuro en el suelo del pasillo.

Al menos consiguio que no se mordiera la lengua. Cuando el ataque ceso, la mujer quedo igual que una muñeca de trato. Su brazo derecho estaba amoratado y las venas inchadas iban desde el lugar de los pinchazos hasta cerca del corazon. Las venas de su cuello tambien estaban inchadas y azules, alguna incluso ascendia por su cara.

No tenias duda de que la mujer habia recibido la cepa mas inestable de todas pero alguna mutancion de la joven estaba haciendola reaccionar de un modo muy virulento. Tocaste su frente, tenia la temperatura muy alta, su organismo luchaba contra el suero del supersoldado. No se podia hacer nada, tratar de controlarle la fiebre y esperar a ver quien ganaba esa batalla.

Entendiste de pronto que la mutacion de la joven estaba en estado latente y al tener que enfrentarse al suero habia despertado. ¿habia sido casual o estaban usandola para ver los efectos que tendria en personas como ella?

Negué con la cabeza... Indignada y preocupada. 

- Lo lamento, señor. Parece que estamos atrapados. Nadie contesta a mis gritos, y la puerta está cerrada. - Me mantuve en silencio un segundo mientras miraba a la chica japonesa con algo de alivio, parecía haber mejorado - Esto es una puta ratonera.

Estaba convencida de que todo era una prueba, pero no me gustaba un pelo, yo no era ningún puto experimento de psicología.

Mirando al resto eché cuentas y supuse que podrían ser el resto de la unidad de la que me había hablado el Capitán... pero parecía que los problemas comenzaban antes que la propia misión.

Eché una rápida carrera hacia el patio de entrenamiento para buscar algún arma o algo que nos pudiera ser útil:

- Ahora vuelvo. - dije sin más al resto.

No iba a dejar que un desconocido se ocupase de la situación le gustasen o no los japos. Él era el soldado al mando y ella era su responsabilidad y no la de otros. Sintiéndose arropado por esa idea se dirigió de nuevo a Hoover.

-Cuida de ella y no la dejes sola, con nadie -apostilló mirando al que se había identificado como doctor, luego salió detrás del tipo que había ido a buscar ayuda.

El patio de entranamiento constaba de una larga pista de obstaculos. Tenia la extension total equivalente a dos campos de futbol y estaba rodeada por los solidos muros. Desde lo alto eran visibles hombres armados que vigilaban vuestros movimientos.

Et no abrió la boca, vio el panorama y decidió hacer algo.

Se acercó a la puerta cerrada con llave y comenzó a darle patadas intentando romper o echar abajo la puerta, en el caso de no conseguirlo quizás escucharan los tremendos golpes que estaba dando y les abrieran para ver que era todo aquel jaleo.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             

Abran la maldita puerta.

Repetía mientras golpeaba la puerta con todas sus fuerzas, penso que si aquello era algún tipo de prueba no tenía ninguna gracia.

Alcé las manos y la dejé en gesto de rendición para que los guardias no lo tomaran como una amenaza... me coloqué cerca de algún sitio que me pudiese ofrecer cobertura disimuladamente y hablé elevando la voz todo lo que pude para que me oyeran:

- ¡Ey, vosotros! - grité mirando directamente a los guardias más cercanos. - Tenemos una emergencia médica ahí abajo. Mandad ayuda. -

Dudaba de si preguntar por un superior... la situación era muy extraña. Suponía que aún estaba en territorio amigo, pero todo tenía pinta de ser una prisión, alguna especie extraña de juego psicológico por parte de sus superiores...

Anthony cogió a la chica en brazos y la llevo hasta su celda, allí la depositó en su cama.

Hemos de hacerle bajar la temperatura sea como sea. Cogió uno de los recipientes que había en la habitación y lo llenó de agua, luego rasgó una de las sábanas para hacer trapos y los empapó en agua. 

Anthony se acercó a la chica y uno a uno sumergió los trozos de tela y los fue depositando en muñecas, frente, cuello y tobillos. Alternativamente los iba cambiando a la espera que hiciera efecto. 

¿Tú blanquito, eres rápido? -preguntó el hombre de color aprentando las mandíbulas- no se que coño le pasa a la mujer pero necesitamos ayuda médica y empiezo a pensar que esto no es más que otro jodido ejercicio... Yo los entretendré, tu sal de esta mierda de campo de ejercicio y ves a buscar ayuda.

- De acuerdo. - contesté al afroamericano. Miré alrededor y me preparé para entrar en acción

No sabía que hacer por esa pobre chica. No se me daba bien bajar la temperatura a nada... y mis conocimientos de medicina eran ínfimos, pero no podía quedarme allí parada sin hacer nada. Empecé a bailar un pie sobre otro, mientras sentía que era incapaz de permanecer quieta más rato.

Finalmente, en un deje de desesperación y deseando poder ser útil, miré al supuesto doctor.

- ¿Cómo puedo ayudar? - Le dije mirando a sus ojos con firmeza.

Ayúdame a mantener los trapos húmedos, la fiebre los seca en seguida

Uno de los soldados os miro y hablo en susurros con el resto.

- Volver dentro, os mandamos una unidad medica.- dijo esperando que eso no fuera una treta vuestra para escapar, algo tenso pero visteis que, efectivamente, algunos soldados se movian de su posicion para pedir ayuda.

Calculaste que la sangre de la chica estaba por encima del nivel critico, no lo soportaria mucho y el agua no lograba hacer gran cosa.

Anthony tenía un rostro apesadumbrado, la situación no era nada halagüeña. La chica se estaba muriendo. 

Su temperatura ha llegado  a un punto crítico o la bajamos o se muere. ¿ Se os ocurre alguna manera de bajarle la temperatura ?

Malditos cabrones, hablan de nazis y ellos se comportan igual que ellos. Voy a echar esa puta puerta abajo y buscar las medicinas que necesito

Intenté ayudarle a mantener los trapos fríos, mientras veía que no parecía servir de nada. Miré a los demás, esperando que alguno pudiera hacer algo. 

- Lo lamento... No tengo ninguna gran idea... - Dije en voz baja, enrabietada de nuevo por no poder ser de más ayuda.

Miré al hombre negro... - Estás al mando, eres el oficial. ¿Volvemos con el resto, señor? -

La situación no me gustaba el pelo, pero parecía que aquellos tipos que estaban conmigo se encontraban en la misma situación que el otro soldado y yo...

Así que hasta que recibiese nuevas órdenes estábamos juntos en esto. Esperé las indicaciones del negro... se me hacía raro que un hombre de color estuviera al mando, pero yo no discutía órdenes. Aún estaba intentando determinar si estábamos en una situación de peligro o no. ¿Era posible que estuviéramos prisioneros del enemigo? De ser así... ¿por qué no me acordaba de cómo había sucedido? Todo era bastante confuso, necesitaba respuestas.

Una vez comprobó que algunos de los tiradores se retiraban -esperaba que a buscar ayuda y avisar al servicio médico-, negó con la cabeza, aquello no iba bien.

Pero por el momento no podían hacer nada.

-No soy oficial, solo un cabo. Volvamos con los demás a ver como está... la señorita.