Partida Rol por web

Jeremiah antes de subir al avión pilotado por Stark y su "copiloto" se había quedado un momento apartado mientras el resto subía para que el General Hoover le hablase en privado. La conversación se limitó a escuchar lo que fuese que tuviese a bien a ordenarle el general, cuadrarse y subir al avión con el resto de sus compañeros.

No habló con nadie desde el momento en que subió al aparato pero su rostro parecía estar empapado en sudor e iba dirigiendo miradas a la joven Hamuro.

Jeremiah se sabía que no era un santo, Dios sabía que había pecado antes de alistarse y que había quitado una decena de vidas en aquella maldita guerra pero aquello que le pedía el general era demasiado. No podía plantearse el arrojar a aquella pobre muchacha a los que ellos mismos le habían frito el cerebro por una orden de un jodido general que no tendría los cojones de hacerlo él mismo.

Se encogió de hombros mientras miraba a la Japo, prefería que le colgasen por insubordinación que arder en el infierno por ser un asesino de niñas. Suspiró con un poco de suerte lograrían matarle durante la misión y se habrían acabado sus problemas.

Taylor suspiró.

-Una vez más unos tipos duros de roer - pensó para sí mismo. Seguro que están tan acostumbrados a actuar de forma independiente y confiar en sus propias habilidades que dificilmente podrán trabajar en equipo. Como decía el señor Stark en el laboratorio, un equipo debía ser como el engranaje de un reloj: cada una de las piezas es importante de por sí y sabe cumplir perfectamente su función, pero si no trabajan juntas lo único que se hace es dejar escapar el tiempo. En fin, qué podría saber él, después de todo se suponía que sólo era un técnico en comunicaciones. Ni tan siquiera sabía por qué le habían metido en todo aquel embrollo.

El soldado se sacó del bolsillo un crucigrama y un carboncillo y se dispuso a completarlo mientras se predisponía a aguantar otra vez las locuras que haría el señor Stark durante el vuelo, como bien era su costumbre.

El resto de tiempo me mantuve en un sepulcral silencio, no necesitaba hablar ni tan solo cuando el General Hoveer nos explico los detalles de la misión, no eran necesarias más preguntas los demás ya habían resuelto las pocas dudas que tenia. El resto del tiempo me mantuve un poco apartado sumido en mis propios pensamientos había algo en todo aquello que no nos habían contado y que se me escapaba.
Subí al avión me senté sin más, como decía mi abuelo “si no tienes nada que decir es mejor estar callado”.
El avión despego y yo seguía dándoles vueltas a la cabeza ¿Qué era aquel líquido que le inyectaron aquella joven? ¿De qué lesiones cerebrales hablaban? Aparentemente estaba bien. ¿Qué le había dicho el General al cabo Brown y porque este tenía tan mala cara al subir al avión? ¿por qué tanta prisa en aquella misión con gente que no estaba mínimamente preparados para ello?

Hanna no podia estarse quieta, el avion por dentro era divertido, se movia, habia ruidos de motores y cosas de colores que curiosear.

En ningun momento no perdia su caja de vista, su espada estaba dentro. Despues de dos bandazos y casi terminar en el suelo se acerco de nuevo al tipo negro mirandole con cara de cachorrito.

Dijo algo en japones que sono a peticion pero nadie la entendio, asi que repitio.- ¿Me abre la caja, señor? Por favor... Ryu necesita respirar, el necesita estar conmigo... por favor.

La copiloto sintio un tiron, como si el propio avion quisiera ir para abajo. Obligo a la palanca a mantenerse pero su inexperiencia costo una sacudida que todos notaron.
Stark decidio volver a poner las manos donde debia... aunque no los ojos, pegados a la anatomia de su copiloto.
- No esta nada mal... ¿Su primera vez?.- pregunto apuntando segundas intenciones.- Sabe, señorita, estaba pensando que tiene actitudes y no me importaria darle unas clases privadas.

Mientras, el resto de pasajeros se sostenia como podia, con los pequeños bandazos que por inesperados les hacian perder el equilibrio.
La joven Japonesa se mantuvo junto al soldado de ebano, su presencia le hacia sentirse segura pero no quitaba la vista de la caja donde habia visto que se encontraba su espada... entre otras armas de lo mejorcito que el ejercito podia darles.
A sus espaldas vieron que los paracaidas no eran del ejercito, sino que mostraban el logo de industrias Stark.
El vuelo iba a ser largo...
En la cabina se escucharon murmullos y alguna risa ocasional, mientras detras el doctor trataba de precisar la gravedad de la lesion de Amuro con una sencillas pruebas de comprension que habria pasado un mono... pero no Hanna. Su mente seguia flotando en una sobredosis de suero.

Nege con la cabeza. La lesion de la muchacha no mejoraba con el tiempo como el general habia predicho. Podia necesitar mas tiempo, meses, años... podia no mejorar nunca y se dirigian a Berlin con ella.
- Es como si su cerebro hubiera retrocedido 15 años y no muestra sintomas de recuperacion.- susurro dejando que su voz solo llegara a los mas cercanos.
 

Me levante del asiento donde me habia acomodado, siempre sujetando mi cara emisora de radio.No me gustaban las alturas, menos volar, pero mi deber lo demandaba. La mision, la mas importante jamas dada a un chico de Kansas, se veia amenazada por aquella chica. Ella no tenia la culpa pero tampoco podiamos dejar que la echara a perder.
- No puede venir con nosotros asi.- comente diciendo poco mas que lo evidente.

Detras se escucho un poco de revuelo, una conversacion en susurros. Stark no le dio importancia, solo susurro.

- ¿que le parece una cita cuando vuelva? Algo sencillo, una cena en el palax y despues puedo alquilar un cine para proyectar su pelicula favorita....

Brown se levantó como impulsado por un muelle. Se colocó entre los dos pelotas de Stark que ahora parecían decidir sobre el futuro de la muchacha y esta. Miró instintivamente a la puerta del aparato. Aunque estaban en el aire Brown palideció visiblemente.

Parecía que le costase hablar a dos hombres negros pero giró la cara y miró a la chica. Luego se encaró a los dos. Ustedes dos ya han hecho suficiente. Les recomendaría que... que dejen tranquila a la chica y ocupen sus malditos asientos. Ya... ella ya NO les necesita. Vuelvan a sus jodidos asientos.

Por como le temblaban los puños parecía decidido a lanzarles del juguete de Stark en marcha.

La conversacion de cabina se vio interrumpida por la voz del soldado negro.

Taylor levanto la voz y replico, atreviendose a ello solo por no estar solo y pensar que contaria con el resguardo de Castello.- Señor, su lealtad es admirable pero entienda que otros estamos mas cualificados para pensar. La gente de su raza es geneticamente inferior en este aspecto y deberia entender que la muchacha esta muy cerca ser considerada una retrasada, dadas las circustancias. Deberiamos considerar la opcion de hacer algo con ella ya que no podemos, por su seguridad o la nuestra, llevarla con nosotros.

Entiendo que está usted muy cerca de salir por esa puerta Taylor si no cierra la puta boca y se sientan los dos. Cerró los puños dispuesto a demostrar sus aseveraciones por la fuerza. Quizá no soy tan listo como usted pero si se acercan a la chica les romperé la espalda. Seguro que eso lo entendemos todos.

Miró al resto atento a si alguien intentaba hacer algo contra el o la chica.

Putos blancos.

La cosa parecía calentarse entre el cabo Brown, el médico y el científico. El asunto no me incumbía así que de momento me mantuve al margen, mis órdenes eran claras, y cuanta menos gente hubiera más fácil me sería cumplirlas... si el cabo Brown decidía arrojar por la escotilla del avión a esos dos... yo no se lo impediría.

Por otro lado la chica afectada por las vacunas parecía una niña... casi indefensa. Me extrañaba que la hubieran mandado a la misión, a ella y a la niña pija... que seguía jugando a ser piloto con el millonario.

No tenía buena pinta pero intenté no pensar en ello y volví a echar un ojo a las armas de la parte de atrás, buscando con la mirada los preciados rifles de francotirador.

Los gritos del Cabo Brown me hicieron salir de mis pensamientos y centrarme en lo que allí estaba pasando. Me levante de mi asiento y di unos pasos hasta ponerme al lado del cabo Brown, mientras señalaba con un dedo los galones de una de mis hombreras.
Sr. Taylor ve estos galones, soy el oficial de mayor graduación en este avión. Eso significa que yo soy el responsable de los que llevan uniforme y como tal no voy a consentir ninguna falta de respeto sea cual sea su color de piel, en cuanto a la chica esta bajo nuestra protección y si tiene usted alguna duda sobre su cualificación para el desarrollo de esta misión, estaré encantado de trasmitírselas al General Hoover junto a un informe detallado de su comportamiento y comentarios.
Así que hágame el favor de cerrar la boca y péguese a ese asiento o yo mismo seré el que se lo patee su culo “genéticamente superior”.

Me gire hacia Brown.

Cálmese nadie pondrá un dedo encima de la chica, parece que le ha cogido un cierto afecto, será mejor que se haga cargo de ella y no se preocupe, yo mismo sacare de este avión de una patada el que intente hacer algo.

Ajena completamente a las discursiones de atrás, sonreí de nuevo al señor Stark, inclinandome con le peto militar ligeramente desabrochado, permitiendo mostrar un reluciente escote. Una sonrisa pícara apareció en mi cara.

- No se imagina señor Stark lo que su propuesta me complace. Estoy deseando tener esa cena... No olvide fresas con nata para el postre... Siempre me han encantado las fresas con nata. - Me mordí ligeramente el labio. - Es una lástima que tengamos que esperar a que vuelva...

Pestañeé mostrando cara de tristeza, sin apartar la vista del señor Stark.

Señor.

Asintió con la cabeza y reconoció al hasta aquel momento lo dicho por el teniente que se había mantenido al margen hasta el aquel último momento.

Luego calló, tenía la frente empapada de sudor y pocas o ninguna ganas de hablar más con nadie. Ensayó una sonrisa hacia la japo, esperó que aquello fuera suficiente para calmarla. Solo quería un poco de silencio mientras pudiera.

De pronto los hombres parecieron enfrentarse y Hanna sintio algun tipo de amenaza sobre ella.

Levanto la mano y golpeo la madera de la caja con decision y un golpe seco, contundente. Un golpe de artes marciales que hizo astillas la tapa y le permio sacar su querida espada. Con ella cerca se sintio mas segura. Tenerla entre las manos era una sensacion agradable y familiar. Se la ciño a la cadera, poniendo la mano sobre la empuñadura, esperando no tener que ser la primera en desenfundar.

Brown miró sorprendido a la muchacha. A pesar de la sorpresa sonrió, quizá aquello haría que la dejaran en paz. Luego se giró hacia ella. Ya... Ya está señorita Amuro ya la tiene en las manos... Ahora cálmese y relajese y... Y no desenfunde eso. ¿De acuerdo señorita Amura? -Le preguntó mirándola fijamente, al menos con los niños de su hermana y los perros funcionaba cuando les hablaba de aquel modo.

¿No la estan viendo es peligrosa?