Partida Rol por web

¿Rambo negro? Pensó con sorpresa Zadkiel ante la forma que tuvo Ruthiel de llamarlo, pero no replicó, bastantes problemas tenían ya como para preocuparse por algo así.

Viendo que el ángel había tomado las riendas del asunto, y sabiendo que tenía mucha más experiencia que ellos, siguió sus órdenes sin titubear pese a lo que le fastidiaran las maneras de Ruthiel.

Colocándose a su lado, se aseguró uno de los fusiles al hombro con firmeza para que no lo molestara mientras encañonara con el otro, y caminó aferrando con seguridad el otro arma, con una cosa así, no hacía mucha falta apuntar, tan sólo había que apretar el gatillo, y la gente frente al cañón se moriría. El problema iba a ser no dar a ninguno de sus compañeros en el proceso.

Zadkiel tragó saliva esperando lo mejor y dejó que Eddgard se encargara de la puerta, pero viendo que esta se le resistía preguntó en un susurro para que no le oyeran desde dentro:

-¿Ayudo con la cerradura? Y meneó el cañón del arma dando a entender lo que quería decirles.

Eddgar golpea la puerta repetidas veces, y cada golpe resuena en mi cabeza en un enorme eco, lentamente me alejo unos pasos de ellos sujetándome una sien con la mano derecha, cada nuevo golpe parece que impacte en mi cabeza

El picaporte, usad el picaporte lameruzos

Ruthiel resopla, Zadkiel se impacienta, y Eddgar no deja en muy buen lugar al escuadrón apadrinado por Novalis, tras la puerta, el ser que está llevando a cabo el sacrificio se irrita por los golpes insistentes.... y Eva tan solo puede retroceder, alejándose de los tremendos y violentos golpes que Eddgar propina a la pobre puerta

Lo observo, respirando agitada. Tenia ganas de llorar. Sentir sus manos sobre mi cuerpo había sido algo totalmente desagradable y bochornoso. Me sentía una puta cualquiera a la que obligaban a una situación que no quería llevar a cabo.

Escucho el golpe de la puerta, imaginaba que serian sus compañeros. Dudaba que algo pudiera ayudarme en esta situación, pero una leve esperanza se mostraba frente a mi. Si gritaba estaba segura que me mataría, pero después de todo lo haría de todos modos. Necesitaba tener suerte para sacarle el cuchillo o por lo menos alejarlo lo suficiente de mi como para darme tiempo a intentar liberarme nuevamente.

Ruthiel bufa -vamos a perder todo el día en esto! espero que no vayáis a liarla- dice mientras empuja a Eddgar un poco y se para serio -Rambo, mala-cara, cuando abra esa puerta, es vuestro turno... y luego será el de mi hacha- dice y da un pequeño impulso, para luego plantar su pie sobre la perilla de la puerta, tras los dos golpes de Eddgar, esta cedió con facilidad -¡¡¡Queridaaaa, estoy en casa!!!- dijo sardónico Ruthiel tomando su hacha con las dos manos pero dejando entrar primero a los refuerzos.

La escena adentró era extraña y un tanto repugnante, por como estaban las cosas. El cuarto era una sala de espera muy similar a la que acababan de destrozar en la lucha contra los zombies, solo que la disposición de los ocupantes genera un escalofrío en los observadores. Hay una pintura al fondo, también, y hacia su derecha un poste metálico al que una chica está atrapada por unas esposas en su mano derecha. La chica tiene su Jean puesto y su sostén cae hacia adelante, revelando su anatomía apenas, su rostro está en una contorsión de asco y miedo, mientras a unos pasos de él un hombre (aún vestido con una camisa y un pantalón de tela) observa hacia la puerta y pone un gesto de sorpresa, en su mano lleva una daga. De inmediato sus compañeros reconocen, la chica atrapada y a medio desnudar es Anastacia, la cuarta de los ángeles y el hombre del cuchillo y la expresión de disgusto es el Pastor Michael, él mismo con el que se fuese al entrar hace unos minutos y con el que le dejaron ir.

-Pero que...?- alcanza a decir el infausto ante el asedio sorpresa del grupo de salvadores angelicales, liderados por... vaya ironía, el mismo Ruthiel.

El pastor Michael no está muy lejos de ti, parece sorprendido por aquella interrupción, aunque ha gritado algo. Afuera se oyen algunos cuchicheos, como si hubiera más de una persona. De repente el semblante de tu atacante cambia y de una seguridad cargada de lujuria y deseo por tu cuerpo, pasa a un temor latente en sus ojos.

¡PUM!

Un segundo golpe pero la puerta no cede, se mantiene en su sitio. -No puede ser... si deberían haberse hecho cargo de...- musita con la mirada fija hacia la puerta, separa la daga un momento, sin quitarte el brazo del cuello, apuntando hacia la puerta y cuando parece que va a decir algo, esta se abre con gran fuerza, mientras la madera alrededor de la perilla emite un crujido rompiéndose, y la figura de un hombre corpulento, con rastas y un bigote descuidado hace su aparición, su aspecto rudo e intimidante, se trata de Ruthiel, el mismo al que estaban buscando el día anterior, el mismo al que propinaste una bofetada.

-¡¡¡Queridaaaa, estoy en casa!!!-

Dice teatralmente. -Pero que...?- alcanza a decir el pastor, antes de que dos rostros familiares hagan su aparición, el primero es Eddgar y el segundo, como salido de una película de acción, es Zadkiel, tiene dos rifles, uno en cada brazo, y su camiseta está llena de agujeros, su rostro es una contorsión extraña de cansancio y emoción, pero viene como la caballería al rescate.

Ruthiel bufa -vamos a perder todo el día en esto! espero que no vayáis a liarla- dice mientras empuja a Eddgar un poco y se para serio -Rambo, mala-cara, cuando abra esa puerta, es vuestro turno... y luego será el de mi hacha- dice y da un pequeño impulso, para luego plantar su pie sobre la perilla de la puerta, tras los dos golpes de Eddgar, esta cedió con facilidad -¡¡¡Queridaaaa, estoy en casa!!!- dijo sardónico Ruthiel dejando entrar a los otros.

Mientras vigilas el pasillo, te debes mover un poco de la acción, de repente, las cosas están como para sonar la alarma. Al otro extremo, de donde salieron, el hombre armado que estaba detrás del que daba las órdenes se levanta y los busca, parece observarlos del otro lado (y con una moto aparcada en el pasillo, no es que haya sido muy difícil), y camina hacia donde te encuentras con pasos largos y algo torpes, para tu impresión. Y para empeorar, por la entrada se acercan varios "hombres de negro" más, con sus armas, y no precisamente a efectuar labores de carpintería sobre la puerta derribada...

Finalmente mis esfuerzos por abrir la puerta a golpes no parecen dar frutos y a la tercera va la vencida... solo que la tercera no soy yo quien se lanza de lleno a abrir la dichosa puerta. Ni que fuera de hierro... pienso frustradísimo tras lo ocurrido.

Pero en cuanto me planto dentro de la habitación y en un instante puedo ver todo lo que hay que ver allá dentro se me olvida todo, frustraciones, heridas, dolor, prisas... y la situación en la que se encuentra nuestra compañera Anastacia hace que me salga la vena protectora y sin pensarlo dos veces alzo la mano derecha arma en mano y apunto sin miramientos a la cabeza del Pastor.

Los observo totalmente sorprendida. Jamas hubiese esperado algo así. ¿Que demonios ocurría? Pero al parecer al Pastor no le agradaba que estuviesen ellos aquí. Edgar y Zadkiel... ¡Por todos los santos! ¿Ese era Zadkiel? ¿Había entrado en una dimensión paralela y no lo había notado? Lo que mas me sorprendía era ver allí a Ruthiel... ¿Por que estaba allí? ¿Ayudándonos? Tal vez venia a cobrarse por el cachetazo que le di cuando lo conocimos.

Todavía tenia la mano de Michael en mi cuello. Pero por lo menos había alejado la daga, aunque esposada como estaba no podía hacer mucho mas que intentar alejarme de el. Reacciono ante la situación, dándome cuenta que estoy semi desnuda. Llevo la mano libre para cubrir mis pechos. Después de todo, la niña tenia vergüenza aunque fuese el quien la hubiese desvestido, y a pesar de que no era mi cuerpo también me causaba vergüenza aquello. No podía articular palabra, me sentía totalmente desorientada. No comprendía que ocurría Estaba totalmente bloqueada.

Zadkiel entró en la habitación junto a Ruthiel y Eddgar, pero no se sorprendió al ver de frente la escena que se les presentaba, al fín y al cabo no había esperado menos de los enviados del enemigo.

Sin decir nada, apuntó hacia el hombre con el cuchillo en mano, y apretó el gatillo sin pensar en el mañana, dispuesto a terminar con aquello de una vez por todas, no iba a perder el tiempo con discursos, ni intentando hacer una gran entrada, lo primero era el trabajo y a ello se iba a ceñir, ya llegarína las explicaciones más tarde, si es que había alguna, claro.

Con una coordinación sorprendente, el grupo de ángeles entra como un equipo de asalto sobre la habitación, dispuesto a llevarse por delante a todo lo que estuviese allí, Eddgar se adelanta con ímpetu protector, con una fortaleza y un valor que le restan después de ser el que ha salido mejor librado de aquella irrupción a la Mansión de los Santos. Salta por sobre el sofá y con un golpe certero en el estómago, viniendo desde abajo, logra encajarle sus nudillos al maldito Pastor Michael, mientras la única respuesta coherente de este es una ausencia de aire y algunas gotas de sangre que salen sobre el suelo, la daga cae al suelo mientras parece que Eddgar se siente a gusto.

El refuerzo viene desde atrás, pero con dos armas, parece incómodo, Zadkiel intenta dar lo mejor de si y aprieta los gatillos con total descuido, que cuando las armas empiezan a rugir y a escupir plomo endemoniadamente, siente como sus heridas le impiden mantener la estabilidad y finalmente comprende aquel dicho humano que dice que el que mucho abarca, poco aprieta. En el cuarto vuelan los proyectiles a diestra y siniestra, contra la pared del fondo, con total indiferencia y desconocimiento de amigos y enemigos, y el instinto de autoconservación lleva a que todos se tiren a buen resguardo al suelo, cae Eddgar de primero, cubriéndose la cabeza, Anastacia se agazapa, mientras su mano baja tan rápido como se deslizan las esposas por el tubo y el Pastor Michael cae de rodillas y se cubre la cabeza. La pintura que estaba atrás es la mayor víctima, y ahora, agujereada, se desprende de la pared y cae al piso.

-Pero que haces Rambo! vais a matarlos a todos!- dice Ruthiel mientras toma del hombro al moreno para que se detenga. Hacha al hombro, el alto al fuego, camina hacia donde están los tres -Anda, espero que me hayas dejado algo copón- gruñe el ángel encaminándose hacia la pared -muy inteligente de tu parte...- le recrimina fuertemente.

La tranquilidad se rompe en pedazos, como la puerta que hace unos minutos echaste abajo antes de recibir el plomo, mientras la seguridad se dispone a preparar ángeles al vapor, un estruendo que te trae muy malos recuerdos te hace girarte rápidamente. Es el sonido de las atronadores fusiles, Zadkiel entra por lo grande en la fiesta, como si estuviese contra un ejército de demonios, y quizás lo estuviese...

De repente, empiezas a sentirte diferente, aquella calma y tranquilidad empieza a abandonar tu cuerpo y los instintos propios de ti regresan tranquilamente, la influencia del arcángel superior de Eddgar se disipa dejándote con algo de malestar, como si tuvieses una migraña (o una resaca, entrando en términos que un ángel como tu no entendería). De cualquier modo, se acaba el pacifismo y al parecer, la situación no pasa a tener mejor semblante.

Cuando escucho el resonar de las balas por la habitación mi instinto hace que me tire al suelo tras sonreír por el golpe que le he endiñado al Pastor. Desde mi posición en el suelo y con el Pastor aún pegado a mi no sé si acercarme a tratar de liberar a Anastacia de aquella barra y las esposas o arremeter de nuevo contra el Pastor aprovechando la confusión creada por Zadkiel y sus armas de fuego, pues de todos modos no parece tener nada a mano que pueda ayudarle a liberar esas esposas que mantienen a la jovencita atada al poste.

Es posible que las llaves de las esposas estén por el lugar o las lleve encima Michael... pienso antes de intentar lanzarle otro nuevo puñetazo tratando de fijar en ello mi siguiente objetivo.

Doy un pisotón en el suelo y lanzo un puño agitado al aire - ¡¡ Verás cuando te coja !!

JorL !! - Exclamo cuando veo venir a los hombres, cojo la moto y la levanto un par de dedos..... pero pienso que esto podría ser más violento que ser tiroteados, por lo que, cambiando, cojo la puerta derribada asomándome un momento a una habitación que se ha convertido en un hervidero de plomo y sangre - Emmm disculpad, permiso, me llevo esto eh

Por cierto, cuando termineis aquí, ahí atrás os esperan más

Al salir de debajo del marco de la puerta ya arrojo la puerta con toda la bestiabrutalidad que puedo, como si ahí delante estuviera el propio Novalis, esperando que la puerta derribe a los hombres, o les cercene la cabeza, o les arranque las piernas o lo que quiera que satán les tenga reservado para sus corrompidas almas.

Viendo al Pastor Michael en el suelo, Zadkiel comprendió que acababan de conseguir la ventaja de la sorpresa y que había que aprovechar aquello.

Eddgard parecía apañarse y Anastacia seguía cautiva, de modo que sopesó las opciones, y como no le parecía adecuado atacar al hombre que se encontraba aparentemente indefenso en el suelo, corrió hacía su compañera, con la intención de liberarla y darle una de sus armas.

Necesitaremos todo el apoyo posible ahora que toda la mansión se nos va a echar encima. Pensó mientras se lanzaba hacía Anastacia. Liberemos primero a nuestra compañera, y luego... bueno, luego ya se verá lo que hace nuestro amigo el pastor cuando se vea en el punto de mira de dos armas de fuego y del hacha de Ruthiel.

-Tranquila compañera. Le dijo a Anastacia al llegar a su lado. Ya han llegado los refuerzos.

Zadkiel desató a su compañera, y le pasó el arma que llevaba colgada al hombro.

-Y ahora encargémonos de ese pastor con olor a azufre... ¡EH TÚ! ¡COMO TE LEVANTES DE DÓNDE ESTÁS TE HAGO VEINTE OMBLIGOS MÁS EN EL CUERPO! Le gritó al Pastro Michael.

Toda la acción de la habitación es tan acelerada que cuando quiero darme cuenta de que he oído la voz de Eva que permanecía en el pasillo sé que ha pasado al menos un minuto o dos desde que sucedió en realidad.
Sabedor de que fuera al parecer había más demonios o guardias de seguridad endemoniados o muertos vivientes como los de hace un rato, y viéndome sin ningún arma salvo mis propios puños, arremeto de nuevo contra el Pastor Michael antes de decidirme por salir fuera o quedarme dentro... o hacerme con alguna de las armas que llevan mis compañeros.

- ¡Maldito seas! ¡Pagarás por lo que le hayas hecho a Anastacia! - grito a la vez que golpeo el vientre del Pastor con fuerza queriendo no pensar en qué puede haber hecho o pretendido hacer con nuestra compañera metida en el cuerpo de esa adolescente.

Este equipo con renovadas energías, hace su acto de ataque, y en medio del desorden (y de una creciente motivación que ha salido, a saber de donde!) efectúa una entrada ruidosa, no hay heridos, solo muchos agujeros, muchos gritos, y nada de acciones, pero eso era lo de menos...

Ruthiel toma el hacha con sus dos manos, mientras murmura con su voz gruesa y burlona -Sois unos expertos en liarla...- dice. Pero poca atención tienen sus palabras, ya que Zadkiel salta para tratar de proteger a su compañera, arma en mano, profiere su amenaza (aunque ya ha demostrado que su puntería y su manejo de las armas de fuego es simplemente desastroso). Intenta tomar a Anastacia, medio desnuda y pálida, pero nota que la mano derecha de ella está unida a la barra por medio de unas esposas, y que no será tan sencillo como pensaba.

Eddgar, quien se levanta ahora, parece no querer entrar a discusiones, y toma por el cuello al pastor, dispuesto a regalarle un golpe, pero antes de que pueda hacer nada, ve como los ojos del sujeto se abren grandemente, y escupe algo de sangre.

Limpiamente, el hacha de Ruthiel lo ha cortado por la mitad de un movimiento, quedando apenas la mitad de su cuerpo sostenido por Eddgar, mientras sus piernas caen al suelo, en una forma desagradable y permitiendo ver hasta los huesos y músculos que le mantenían unido a su otra parte, justo para empezar a deshacerse en un líquido humeante y apestoso. La otra mitad parece sumida en un estado de infinito dolor, mientras sus ojos se hacen blancos, y empieza a desvanecerse en una suerte de ebullición sulfurosa, no hay sangre, no hay agonía larga, solo un cuerpo que empieza a desvanecerse frente a los ojos de los ángeles...

Es aquí cuando entra Eva, quien da la voz de alarma, y como si fuese cosa de todos los días, da un jalón sobre la puerta, para desprenderla de sus goznes con fuerza, y usarla de alguna forma a manera de escudo. Se lo toma en serio, nadie puede negarlo.

Para cuando ella sale al pasillo con la puerta como arma, del cuerpo del pastor queda apenas la ropa y un ligero hedor demoníaco que no iba a durar demasiado, incluso la sangre del mismo termina por evaporarse rápidamente, dejando al subordinado de Novalis sin poder darle un último golpe. Pero la fiesta quizás no se había acabado y en el rostro de Ruthiel había testimonio de ello.

-Lo bueno de este trabajo, es que no tienes que limpiar luego- dice con una sonrisa de satisfacción -A que esperáis? que todavía tenemos que partirle el culo a unos cuantos más!!- y pone su hacha al hombro, con el éxtasis de la batalla, como si se tratara de un antiguo guerrero vikingo, dispuesto a morir en el campo por ir al Valhala esa misma noche.

-Bueno, parece que aquí hay alguien a quien no le volverá a doler la cabeza durante un buen tiempo. Dijo Zadkiel con sorna, refiriéndose al Pastor Michael, y luego devolvió la mirada a las esposas que mantenían a Anastacia atrapada. Vale, veamos lo que aguanta esto.

Zadkiel apoyó el cañón del arma en la sujección de las esposas, de tal manera que el disparo fuera dirigido hacia fuera, opuestamente al cuerpo de Anastacia y se preparó para apretar el gatillo.

-Sólo un momento Ruthiel... No podemos presentarnos a medias delante de nuestros jefes. Aparta un poco la cabeza chica, no quiero dejar sordo el cuerpo de esta mortal. Le dijo a su compañera.