Partida Rol por web

"No nos dejes caer en la tentación y líbranos de todo mal"

Oración del Padre Nuestro

Las casas rurales y los terrenos campestres empiezan a aparecer, no es fácil navegar entre esas rutas suburbiales, pero afortunadamente no tardan demasiado para empezar a ver números acordes. Un suspiro de alivio, mientras el taxista sonríe de vez en cuando y los guía hacia el destino.

En mente de todos quedan varios interrogantes. Pero ha sido un mutismo el que los ha acompañado. Cada uno con su propia idea de la mansión de los Santos, con sus profecías y predicciones, e incluso con aquellas piezas que no terminan de encajar en el rompecabezas al que se enfrentan, tantos datos, tantos hechos, tan pocas relaciones... y ellos en medio de un ciclón interminable de intrigas. Pero parecen confiar en la voluntad de sus superiores, algunos parecen guardar bajo la manga un as... otros, solo rezan internamente, para que aquello no sea un estrepitoso fracaso que les implique limpiar pisos en el cielo durante un siglo o dos...

Entonces, el auto se detiene, y allí esta, la mansión de los santos, un letrero dorado confirma que han llegado al lugar. Las rejas negras de la puerta son imponentes e impecables, sin un rastro de suciedad o de ceder ante el embate implacable del sol Texano. Al fondo, es posible ver una enorme casa de paredes blancas y techo oscuro... dos pisos, elegante y de estatus, algunas personas paseando por allí, pero demasiado pocas para lo que podrían imaginar sería un evento como el Gran Día. Aunque aún es temprano.

Llama la atención de los cuatro, dos sujetos frente a cada columna que sostiene el portón, ataviados de saco y corbata, camisa blanca, traje negro, uno usa una bufanda que le tapa medio rostro y unas gafas oscuras, apenas tiene cabello, el otro, más normal, rubio y caucásico, camina hacia el taxi y habla.

-Buenos días señores- dice, usa lentes oscuros también, pone ambas manos sobre el marco de la ventana del conductor, inclinándose, pero sin sonreír -¿Puedo colaborarles en algo?. pregunta de forma mecánica, mientras el cristal de sus lentes impide entrever en que se fija cuando mira al interior del auto.

Compruebo la dirección y bajo del taxi para observar a los dos inesperados guardias de seguridad, el resto no sé, pero por mí, jamás hubiera imaginado que en el susodicho evento pudieran requerirse tales medidas de seguridad, me daba rabia tener que ser yo quien tomara la palabra, no porque fuera algo que me costara, sino porque siempre que abría la boca cuando el resto no lo hacían parecía recibir el desconento general

Hola buenos días, somos allegados de la iglesia de los Santos de los días del Juicio Final, debíamos venir en grupo con el resto, pero el autocar nos quedaba demasiado lejos y parecía no íbamos a llegar por lo que cogimos un taxi para estar aquí bien temprano, y... vaya, parece que hemos llegado pronto

Aquí es donde se celebrará el suicidio colectivo, o el enorme sacrificio, vale, hoy con toda probabilidad es el día señalado, este el lugar, y ahora falta saber... ¿Qué podemos hacer nosotros para evitarlo? Observo al tipo sin pelo tapado con una bufanda, en pleno Julio.... huele a demonio que tira para atrás, y al cerrar la puerta del taxi me dan ganas de sujetar la puerta con ambas manos y voltear el auto sobre él, sin embargo necesitamos llegar un poco más lejos, necesito entrar, necesito encontrar al demonio inductor de todo esto, sería tan útil poder ver a los susodichos demonios con tanta claridad como vemos la verja.

Ewald está avisado de nuestra ubicación y nuestras sospechas, y debo moverme rápido. Observo a mis compañeros con la esperanza de ser seguida, y mientras trato de escrutar los pensamientos de ambos guardias avanzo hasta unos metros de la verja a la espera de que se me permita el paso

A pesar de todo a Zadkiel se le hizo corto el viaje.

El pequeño paseo hasta el edificio de la secta y la espera a un taxi lo mantuvieron en tensión, provocándole una sensación de ralentización del tiempo inaguantable, hábida cuenta de lo que estaba a punto de suceder si no lograban evitarlo. Sin embargo, el viaje dentro del vehículo no le resultó molesto del todo e incluso le pareció corto a pesar de que la situación no había cambiado en absoluto.

Al llegar al lugar, miró el enorme edificio en el que las cosas se iban a calentar en poco tiempo pensando:

Es tal y como se suponía que tenía que ser... bueno, allá vamos.

No había contado con los guardias, claro, o mejor dicho había contado con ellos pero en el fondo esperaba que el momento de enfrentarlos no llegara a producirse. Sin embargo, Eva reaccionó rápido a la pregunta, dando así comienzo con la actuación. Zadkiel, que salió del coche al mismo tiempo que ella, la dejó hacer, mientras el aprovechaba para echar un buen vistazo a la casa e intentar memorizar posible rutas de escape en caso de haberlas, por si las cosas se torcían para ellos.

El viaje en taxi fue ameno y silencioso. Se notaba la tensión en el aire, aunque espero que el taxista no lo notase con la música sonando.
Al llegar abro los ojos observando el supuesto lugar donde todo ocurriría. Sí, ya sé que se denominaba Mansión pero... no me esperaba algo así, pienso observando el imponente y bien cuidado edificio. Un par de hombres nos cortan el paso hacia la verja, parecen encargados de la seguridad del edificio  el resto de su terreno vallado. Eva y Zadkiel salen los primeros y oigo, gracias a que este último deja la puerta del taxi abierta, cómo Eva se las apaña correctamente con los dos tipos.

Yo hurgo en los bolsillos de mis pantalones vaqueros y pago al taxista antes de salir al aire libre de nuevo...
- Muchas gracias, aquí tiene. Quédese con las vueltas. - digo al taxista entregándole varios billetes y algunas monedas según el precio solicitado con una sonrisa.

Salgo del autocar con cierto miedo ante la perspectiva de que huelan nuestro miedo, de que nos impidan pasar y... ¿entonces? Si no nos dejan pasar, ¿qué haremos? me pregunto mirando la escena una vez estoy fuera.

 Escucho en silencio esperando la respuesta de aquel al que se le esta hablando. En mi mente veia esa puerta como un lugar que nos traeria problemas. No pude evitar sentir miedo y a la vez frustración. Aprete mi puño con fuerza de recordar todos nuestros fallos, solo quisiera que esta vez, por fín, las cosas nos salieran bien...

Esos sueños, esas pesadillas no quisiera que se repitieran, vivir en la tierra es más complicado de lo que se piensa, es muy complejo... sí solo las cosas salieran de la manera correcta... si solo no me enfureciera con migo misma por esta gestión tan patética...

Hago una sonrisa fingida mientras Eva habla al hombre de la puerta. Solo espero que nos deje pasar...

La mansión, desde donde se ve, es una casa de dos pisos y seguramente un ático, con una enorme entrada frontal, a la que llegaba el serpenteante camino principal. Las ventanas están todas con cortinas blancas, y son de un tamaño considerable, y el portón de entrada, tiene dos columnas que llegan hasta el segundo piso. La pintura de la residencia, es de un blanco brillante, que con el sol, parece emanar su propia luz blanquecina. La propiedad de la Mansión de los Santos, parece extenderse por su jardín trasero, en donde se ven más personas, vestidas de un rojo perceptible.

El guardia asiente -Si, si... cuáles son sus nombres?- (asumo que los dan), una vez respondida la pregunta, el hombre se retira y se comunica por radio, luego se acerca y asiente. -Sigan, les recibirán en la entrada principal... - dijo y asiente. En ese instante, la reja de entrada empieza a abrirse sola, y de no ser casi medio día, y no emitir sino el zumbido que emitía al abrirse, seguro que la situación se habría podido calificar de tétrica.

El guardia de bufanda y lentes, da dos pasos hacia atrás, como alejándose, y se queda en su posición, el otro extiende el brazo, indicándoles que pueden continuar.

-Solo ustedes, nadie que no sea de la secta puede continuar- dice con voz suave, pero imperativa.

El sonido de la reja, la voz del hombre, nada influye en mi, que solo mantengo la vista al frente, pensando en el demonio que tan amistosamente debe sonreír bajo la bufanda ante un apetitoso bocado que supuestamente pronto se sacrificará para su gozo. Doy unos pasos hasta quedar justo a la altura de la entrada, sin llegar a poner un pie dentro, mi mano derecha aprieta el bolso tratando de darme confianza, tratando de ordenarme, tratando de trazar un plan, o siquiera un objetivo a corto plazo.

No quiero entrar y dejar a mis espaldas un demonio, desearía dejar el camino limpio tras de mí. Pero no, no debo pensar así, no me serviría de nada terminar con él y revelarme ahora, debo pensar más allá, debo ser más astuta.

Inflando mi pecho echo a caminar con la vista fija en la casa, deseando que, sea quien sea salga ya a recibirnos, deseando que una idea, una luz, que Dios Todopoderoso deje en paz el tablero de la Oca y nos eche un cable. Deseando que Ewald haga algun caso a la llamada, deseando que esto salga bien, porque si no... lo iba a tener muy crudo.

Zadkiel se mordió el labio inferior disimuladamente mientras cruzaba el portón, dejando atrás el taxi y a su conductor.

A medida que caminaba miraba a uno y otro lado, intentando memorizar con exactitud todos los elementos que quedaban a la vista, cualquier cosa podía convertires en algo de vital importancia en caso de que las cosas se salieran de madre.

Y mucho me temo, pensó que se van a salir de madre. Solo espero que mi jefe ande vigilando desde ahí arriba y que el don que me concedió pueda ayudarnos si Ewald no llega a tiempo. Aquí se va a liar una muy gorda, y los malditos demonios no van a dar cuartel.

En el fondo, el ángel se sentía como un cordero camino del matadero. Se estaban metiendo en la boca del lobo sin un plan definido, solo la esperanza de una buena improvisación en cuanto hubiera que actuar, y si Alexandra y su grupo, teniendo más experiencia que ellos y las cosas más planificadas habían caido con tanta facilidad, aquello que estaban haciendo era como poco una estupidez.

Bueno, las mejores cosas siempre salen de planes estúpidos. Pensó para sí intentando darse ánimos.

Caminando hacia el lugar no puedo evitar sentime nerviosa.  Esta putrida suerte! Ojala mejore, en realidad es extraño, curioso el señalamiento obvio de que solo los de la secta pueden entrar ¿que estarn ocultando?. Ojala Guy pudiera ayudarme, esta situación es cada vez más desesperada. Miro al cielo. "Orientame"

Entro el último una vez que los hombres nos abren la puerta que chirría como lo hacían ayer mis huesos y músculos bajo la apariencia del bueno de Arnold.
Al parecer, por lo que dice uno de esos hombres imponentes, nuestros nombres están en una lista que portan y que deben usar para saber quiénes pueden o no pueden entrar, tal como sé que hacen en los locales más privados de algunas ciudades. Si con lo que pasó ayer nadie ha avisado de que nos borrasen de dicha lista... ¿es eso bueno... o malo? pienso mientras camino tras mis compañeros.
El silencio llena el ambiente mientras seguimos avanzando por miedo a levantar alguna sospecha en aquellos hombres, lo cual no nos conviene en absoluto.

Cuando nos hemos alejado lo suficiente de los hombres de la entrada y teniendo la Mansión a unos cuantos pasos de distancia aún, abro la boca e intento hablar lo más bajito posible pero lo suficientemente alto como para ser oído por el resto de mis alados compañeros:
- ¿Y ahora qué? ¿Entramos ya en la casa como nos han indicado esos hombres? Se ve que hemos llegado los primeros, así que al menos en eso sí tenemos ventaja... - digo sin dejar de caminar.

Arrugo los morros y observo a la silenciosa comitiva, finalmente resoplo y me doy la vuelta

Odian escucharme, odian recibir órdenes, no sé como dirigirme a ellos, así que mejor será decir las cosas rápido, que ellos mismos filtren lo que deseen hacer o escuchar, que ellos mismos decidan, a partir de sus pensamientos, de su conciencia, de su razocinio, que el hemisferio derecho de su cerebro pueda trabajar las ideas que yo les voy a proponer.

Nuestro primer objetivo es evitar este probable suicidio colectivo, no sé si habeis visto al demonio de la entrada, pues seguramente hayan más, no sé cuantos, pero enfrentarnos con ellos de buenas a primeras no servirá de nada. Evitar esto será muy sencillo, a ultima instancia, Watson puede quemar la casa y ganar así algunos días hasta que vuelva a celebrarse todo.

Debemos encontrar al cabecilla de todo esto, que dudo sea el mismo que el auténtico patriarca de la Secta, pero sí puede estar a su sombra, también será útil dar con el propietario de la casa, pues él ya estará aquí y será quien mejor nos dé la información.

Tendremos que separarnos con tal de conseguir más información

Recordad que, Alexandra fué descubierta, debemos averigüar como la descubrieron, y evitar ser descubiertos. No desconfieis ni levanteis sospechas, pero procurad no quedaros a solas allá donde nadie os ve, recordad que hasta Satanás llevó un día la blanca sotana celestial.

Miro hacia la casa, y veo algunas personas esperandonos, así que con una sonrisa, a la espera de obtener todo lo que busco, así de buenas a primeras como si me estuvieran esperando para decirme todo lo que deseo, me dirijo a ellos, pasando el bolso de frente mío a tras de mí con tal de poder abrir bien los brazos en un cálido saludo a mi llegada hasta ellos

Saber quien es el lider es fácil si se sabe quien es el que mueve las olas. Digo muy bajo mirando se medio lado a Eva. Lo dificil es que el barco no se unda, la corrupción del demonio esta por todas partes.

Ángel de la Guarda, protégeme del temor, Alivia mi miedo.

Dame fuerzas para enfrentarme a lo desconocido y a lo conocido,

Que haya luz donde haya sombras

Que haya paz donde hay temor

Que haya valor donde hay miedo.

Dame OH Ángel Custodio, la fuerza de mil leones para enfrentarme al lobo del mal.

Dame luz para alumbrar el camino del bien.

De repente, podéis observar como una figura se acerca, con paso lento. Es un hombre de avanzada edad, cosa que ya no podría extrañarles, usando una túnica roja, que en sus manos, lleva algunas prendas del mismo color dobladas.

Su cabello es completamente blanquecino, se mueve con rapidez aunque mantiene la parsimonia de la edad consigo. Sus cabellos son algo desordenados, pero tienen una forma suave, sus ojos, pequeños y huidizos, están coronados por cortas pero abultadas pestañas plateadas, y las arrugas parecen perderse en su tono caucásico. Su bigote canoso, parece curvarse, dándole una apariencia de sonrisa permanente, y por lo que se puede detallar, destila una lozanía inusual para alguien de su edad.

-Hermana Dorothy, Hermano Walton, Hermana Constance, Hermano Arnold- dice mientras se va a cercando, y deja ver su dentadura blanca, que se pierde en medio del tono de su vello facial. El hombre llega hasta donde están ustedes. -Soy el hermano Amadeus, no me conocéis- dijo mientras sonríe e inclina la cabeza como un saludo reverencial -Veo que habéis llegado para prepararos y ayudarnos a preparar todo, me han pedido que os traiga esto- dice mientras estira las manos, y se pueden ver, que son 4 prendas las que traía el anciano, 4 túnicas rojas de un color rojo que parece confundirse con un suave violeta, con bordes azules y blancos, completamente limpios.

-¡No perdamos tiempo, acompañadme!- dice mientras espera a que todos se pongan los correspondientes atavíos para comenzar a caminar hacia la casa.

Cogiendo su túnica con dos dedos de cada mano, como si estuviera mojada y temiendo mancharse, Zadkiel miró lo que le daban con algo de repulsión, pero no se negó a ponérselo por encima de la ropa y mientras lo hacía, le habló al hombre.

-Caro que si´ señó, tamoh ansiosoh po´ lo que va a ocurrí hoy. Queriamóh tá cuanto anté payudá en lo que seaaa.

La mirada de Arnold le dijo que su compañero pensaba igual que él y que tras lo del día anterior meterse allí era de lo más arriesgado, pero ya no quedaba tiempo y tocaba improvisar. Miró de soslayo a Dorothy, y cuando el hombre que los había recibido no lo miraba, asintió con la cabeza para darle a entender su conformidad ante lo que había sugerido.

La cosa está difícil, pero no tenemos muchas más opciones. Veamos cómo avanzan los acontecimientos. Pensó con no poca preocupación ante lo que se les avecinaba.

Asiento ante las palabras de mis compañeras femeninas antes de percatarme en que un hombre de avanzada edad y pelo cano se acerca hacia nosotros sonriente, con una alegría en el cuerpo innata y sorprendente para alguien ya mayor.
Nos saluda con energía y se presenta como el Hermano Amadeus. Más me vale no olvidar los nombres a partir de ahora por si me fallan los recuerdos de Arnold... pienso mientras me repito el nombre del señor repetidas veces. Nos tiende unas túnicas rojas como la que lleva él y, aunque al principio algo reticente, tras oír las buenas y perfectas palabras de Walton me dispongo a colocármelo sobre mis tejanos y camisa limpios.

Veamos en qué termina esto... Novalis, protégenos aunque solo sea por la amistad que nos une... recé pensando en mi mentor.

Hola hermano Amadeus, acabamos de llegar, habíamos venido antes p-pa-para...

Sujeto con ambas manos la túnica, extendida, alfombrando mi abrazo y por dentro me carcajeo, esto era ya el acabose

Me la coloco con cuidado de no dejar ni una sola arruga, no fuera a ser que rompiera algun tipo de protocolo ancestral, aunque el viejo precisamente no la llevaba recién planchada, sino más bien parecia que hubiera estado toda la noche con ella puesta esperando el momento.

¿ Ayudar a preparar el acto? Tal vez encontráramos algo de información en el lugar donde lo estuvieran preparando, pero no podíamos perder el tiempo los cuatro enviados, ya habíamos perdido suficiente gastando nuestro esfuerzo en conjunto, el trabajo en equipo está bien cuando se ponen ideas en común, pero no se pueden poner perspectivas en común cuando todos miran la misma foto, debíamos separarnos, ahora sí que el tiempo iba con cronómetro, y aunque unas horas no fuera nadie para un ente como Evangelia, que habia vivido más de quince siglos, estas iban a ser cruciales, y valia la pena esforzarse al máximo.

Bien vayamos a la casa

Camino a la altura del hermano Amadeus, dejando a mis compañeros  a la espalda, mirando de reojo de vez en cuando, tal si quisieran tramar algo puedan lejos de la atención de alguien que me recuerda a un moscardón de esos que solo se quitan de una manera... y solo Zadkiel puede reconocer la cara de Evangelia al tratar, una vez más, allanar una situación que seguro acortará una corta paciencia jamás labrada en tan larga existencia

Me pongo la túnica sobre mis topas cómo el resto de mis compañeros.

Hermano Amadeus, gracias por sus atenciones.

Me llaman la atención  el color rojo sangre de la túnica. No se, porque pero hasta los colores tienen significado. Sin embargo, ¿cómo es que sabian que ibamos a llegar?... Algo dentro de mi se nota muy sospechoso..¿quién se lo ha pedido?, y ¿cuales son esos preparativos?...

Levemente no puedo dejar de pensar en esa curiosa situación, ¿cómo sabían que vendriamos? repite mi mente una y otra vez.

Respiro ondo tratando de no sentirme nerviosa.

El hermano Amadeus empieza a caminar, guiándolos, la emoción es visible en su rostro, parece un niño pequeño que estuviese esperando el inicio de su fiesta de cumpleaños. Cuando todos finalmente están uniformados con las respectivas túnicas, le siguen observando, la casa cada vez se acerca más, y desperdigados, cada alguna distancia, pero bastante lejos uno de otros, ocasionales "hombres de negro" como los que custodian la entrada. También, hay un puñado de miembros de la secta, reconocibles por las vestimentas rojas que todos portan.

-Nuestro hermano pastor Louis habla muy bien de usted hermana Dorothy, y nos empezábamos a preocupar de que no llegara... ya que como usted se ofreció junto con sus colaboradores a preparar todo antes de que lleguen el resto de nuestros hermanos- dijo con una enorme sonrisa. -Nuestro gran hermano pastor y guía estará feliz de que todo salga bien- dijo mientras sonreía y hablaba con un tono soñador, cargado de ilusión y esperanza.

Observan entonces, como dos miembros de la secta, salen de la casa, no los reconocen especialmente por nada, pero usan esas túnicas rojas, y cargan cada uno, varias sillas que parece van a llevar hacia atrás de la casa.

-Vamos hermana Dorothy, debe darse prisa, para organizar todo- dice y señala a la casa, yendo él siempre delante, con su enorme sonrisa.