Partida Rol por web

Asintió ante las palabras de María mientras le hacía una seña a Alek.

_ Si quiere yo le enseño dónde está... venga conmigo... Y usted soldado... Más vale que se piense pronto donde quiere descansar su culo esta noche... No quiero sorpresas, ni carreritas en mitad de la noche...

Alek no dijo nada, solo se frotó las manos como para calentarselas y siguió a la mujer. Si alguien le conociera realmente bien, notaria que en sus ojos habia un brillo raro... casi como si fuera de buen humor. Claro que nadie le conocia tanto y seguia con esa cara ceñuda y fea de siempre.

-Si tienen un rincon donde tirar mis huesos seré feliz. Hasta sonreiria si fuera una cama- ¿Hacia cuanto que no dormia en una cama? Casi tanto como no degustaba una cerveza fria o miraba un partido de baseball*...-. Pero antes esta el placer.... ¿Donde esta ese generador que no quiere cooperar?

El Sargento se quedó mirando por la ventana, ajeno a lo que sucedía allí dentro.

Tenía una misión, y tenía que cumplirla.

Esperaría al alba para marcharse de allí con el sol, cogería un coche, e iría a ese pueblo a buscar munición y armas, y explosivos.

Y después, tendría una cara a cara con los que se llevaron a sus compañeros.

Alek lo había logrado, el generador volvía a funcionar, lo cual implicaba electricidad... Eso os daba un nuevo mundo de posibilidades dentro de aquel lugar.

Os fuisteis a dormir, bastante alegres. María y Luis se encargaron de hacer turnos de guardia aquella noche, toda precaución es poca en estos tiempos que corren.

Al amanecer, el Sargento parecía ya cien por cien decidido a irse...

- Bueno, soldados... - Dijo el Sargento. - ... me retiro. Que Dios os Proteja. -

Y diciendo esto, cogió sus cosas y se dirigió a la puerta.

- ¿Queréis decirme algo antes de irme? ¿Me podéis recordar la dirección en la que está ese pueblo con la armería? Si nos volvemos a ver, es decir, si no estoy muerto por allí, os invitaré a unas cervezas. -

Alek logró poner esa porqueria otra vez en marcha, se limpió las manos con sus pantalones y asintió satisfecho. Luego, una vez que le indicaron donde dormir, se acostó con esa sensacion tan calida que tenia cada vez que volvia a casa despues de un duro trabajo. Obviamente ahora era un simple remedo de ese orgullo por sus conocimientos, pero como las cosas se habian complicado tanto, ese pequeño sentimiento era bienvenido...

Al otro dia, el Sargento se habia levantado preparado para su loca mision. Alek lo miró con el ceño arrugado, hizo un ruido con la boca de disgusto y se le acercó.

-Creo que eres un puto loco, que vas a morir de una forma estupida por seguir unos ideales de mierda... pero tienes enormes pelotas y espero que le metas una granada en el culo a esos jodidos hijos de puta- asintió todavia serio y se alejó de alli. En esas rudas y raras palabras, Alek habia dicho "Suerte, me caes bien"

_ Carne de cañón... _ comentó simplemente observando desde detrás de la barra, observando distraídamente como Clementine se comía una barrita de cereales con ganas. _ Cierre al salir soldado... Nos vemos en el infierno...

El sargento abandonó el lugar y un silencio sepulcral pareció apoderarse de todo. Cada uno estaba sumido en sus propios pensamientos...

Pasaron las horas y cada uno estaba a sus cosas. Incluso la pequeña Clementine parecía mas tranquila.

Y de pronto, se escuchó un ruido... Un ruido en la lejanía, como de pisadas... Poco a poco el sonido se fue acrecentando, cada vez mas fuerte, cada vez mas cerca...

Levantó la mirada de la vieja revista que hojeaba justo en el instante en que las pisadas comenzaban a oírse muy cerca del bar. Tragó saliva sintiendo que se le secaba la garganta y clavó la mirada en la puerta paralizada por un miedo irracional. Sus dedos se crisparon sobre la revista mientras miraba a su alrededor buscando a sus compañeros para ver sus reacciones y si pensaban lo mismo que ella. No pudo articular palabra, sólo sentía el latido de su propio corazón atronando en su pecho.

El sargento se fué. Alek no sentia que le extrañaba, pues él no extrañaba a nadie... bueno, quizas a alguien que le haya sorprendido siendo util. Se pasó el resto de ese dia juntando material para continuar con sus arreglos, estaba seguro que podria lograr ahorrar electricidad y por consiguiente ahorrar combustible. Estaba bastante ocupado, hasta que sintió ese sonido lejano. Suspiró gruñendo.

-Maldito malnacido. ¿No puedes darme un puto respiro verdad?- pensó mirando con rabia hacia el techo. Sacó su arma y caminando lentamente se acercó a la ventana, tragó saliva y echó una mirada hacia afuera, sin asomarse mucho...

El terror inundó a Melisa mientras Alek intentaba mantener la calma y averiguar que estaba pasando. Y en ese momento, la luz se fue y todo se volvió oscuro. Fuera se escuchaban gruñidos cada vez mas fuertes y el miedo parecía envolverlo todo...

Tuvo que apretar los dientes con fuerza para no soltar un grito de puro terror. Sentía un sudor frío recorrerle la espalda y observó como Alek se acercaba a la ventana con su arma. Sin embargo, no es que eso la aliviara precisamente.

_ A... Alek... _tartamudeó a duras penas, apostada tras la barra del bar_ ... ¿Qué ocurre ahí fuera? ¿ Qu... qué está pasando? 

Buscó con la mirada a la pequeña Clementine, preocupada por la posibilidad de lo que pudiera pasarle a la niña.

La luz se fué dejando un fantasmogorico brillo bailando sobre los ojos de Alek. Miró de costado por la ventana, sabedor que de esa forma veria mejor que mirando directamente. Pero los gruñidos le avisaron que lo que habia por ahí no era algo con lo que quisiera encontrarse.

-Puto jodido Dios, no puedes verme feliz, siempre tienes que hacer algo que me joda la vida- pensaba freneticamente intentando idear un plan. Su arma era inutil si no veia a que dispararle... eso le hizo pensar en algo-. Alguien debió cortar la luz. Los zombi no pudieron hacerlo... ¿O si?

Escuchó la voz de la joven... Melissa... o eso creia. Se notaba algo asustada. Esperaba que no empezara a gemir como una maldita sirena, si eso pasaba se veria obligado a callarla de un golpe. No era de caballeros, pero por suerte Alek no era un caballero.

-Cierra la puta boca- murmuró lo mas bajo que pudo acercandose hacia ella. Por suerte recordaba bastante bien las mesas y demas cosas que habia por allí, asi que con suerte no se tropezaria con nada... o eso esperaba. No sabia cuantos enemigos habia, tampoco el porque estaban alli, pero no pensaba quedarse alli esperando a ser comido. Tendrian que salir por la parte de atras o atrincherarse en algun lugar.

Alek no podía ver bien lo que pasaba afuera, pero algo le quedo claro con lo que podía vislumbrar y con sus propias cabalas. No se trataba solo de zombies, al menos habría un humano junto a los no muertos. ¿Un humano amigo de zombies? ¿Como es eso posible?

Y cuando Alek y Melissa estuvieron juntos, intentando este que la muchacha no se pusiese mas nerviosa, la puerta se abrió de golpe...

Una extraña mujer entró en la estancia, caminando tranquilamente. No había rastro de los compañeros de Melissa pero pudisteis ver a Clementine acurrucada en un rincón, muerta de miedo.

Cálmense todos, no tiene porque haber heridos - Dos zombies se mantenían al lado de la mujer, como si esperasen ordenes. Era ciertamente espeluznante. La oscuridad lo envolvía todo y la mujer aún no conocía vuestra ubicación - Sabemos que están ahí. Soy la Agente Y del equipo especial de operaciones Z. Soy una amiga. Entregense y todo irá bien.

Te deslizas silencioso, por entre las calles de la ciudad. La quietud lo envuelve todo. No te encuentras a ningún humano, eso no es raro, pero tampoco a ningún zombie, y eso si es mas extraño.

Cuando llegas a la armería, descubres que esta ha sido saqueada por completo. Entras a través de la cristalera rota para tan solo descubrir que allí no queda ya nada útil....

Tanto estropicio y sin embargo, ningún zombie...

Un ruido detrás tuyo hace que te sobresaltes.