Partida Rol por web

El "distrito de los foraneos" así es como se llama el lugar donde os encontráis, las caravanas extranjeras entran por el "camino del comerciante" hacia el distrito en el cual se realiza el comercio con otras ciudades. El lugar esta atestado, todos los comerciantes bocean sus mercancías e intentan atraer a posibles clientes.

Bajo un estandarte, en el cual se representa a un drik¹ negro sobre un sol dorado con un fondo verde oliva, os colocan. El lugar consta de una tienda de comercio en la cual el mercader se protege de los rayos del sol mientras espera a un comprador valido, se encuentra sentado en frente de una mesa.

Las caras de vuestro alrededor son desconocidas, estáis cansados y hambrientos², unos enormes grilletes de pelo de gigante os inmovilizan muñecas y tobillos³. Varias personas pasan, todos ellos acompañados por asistentes y protectores os examinan como la carne que sois, os manosean y os observan con miradas inquisitivas y curiosas. Da la sensación que os violan con sus miradas. Os custodian algunos esclavistas que se preocupan de que no intentéis alguna estúpida acción.

Al cabo de un rato un hombre se para delante del grupo

Umm. ¿Que tenemos aquí?... Saludables... Jóvenes...

Se  sitúa enfrente de la joven humana¹. Esta flanqueado con dos guardias que se apresuran en poner sus manos en la empuñadura de sus armas

Y bella. 

Su mirada desnuda a la joven.

El recién llegado muestra una suficiencia insultante mientras nos examina con ojo experto de la misma manera que se hace con el ganado.¿Que te hace mejor que yo?.?Agacho la mirada de mala gana para que no lea en mis ojos el deseo de saltar y estrangularlo con mis manos desnudas.Contente imbécil puede que alguno sea capaz de leer tu mente. Continuo mirando fijamente mis pies desnudos abstrayéndome completamente de las palabras del petimetre enjoyado. Cuando de pronto una gran sonrisa se dibuja en mi cara al imaginármelo en la arena frente a mi.

Mis ojos seguían perdidos en algún punto del otro lado de la calle, de vez en cuando pasaban sombras por delante, pero que sencillamente no era capaz de ver.

Y no lo era, porque mi mente aun recorría incansablemente, una y otra vez, el porqué había llegado a ser un esclavo en venta.

Se preguntaba donde se había equivocado, cuando había ofendido a sus patrones, cuando, en su más que humilde vida, había obrado fuera del código, y fuera de los parámetros que su casa necesitaba.

Y tras mucho cavilar, siempre llegaba a la misma conclusión. Nunca. Nunca había realizado acción u omisión que entendiera que lo pusiera en la tesitura de tener que ser traicionado.

Su corazón clamaría venganza, si no fuera, porque aun no se había recuperado del golpe. Ahora los grilletes, el hambre y el cansancio eran sus compañeros de viaje. Tendría que adaptarse, sobrevivir… buscar una forma de salir de esa situación, o al menos, estar lo mejor posible dentro de ella.

Así rezaban sus pensamientos cuando una voz lo saco de su estado de concentración. Era un hombre, por sus pintas, no era rico, pero si tenía dinero, debía de pertenecer a un grupo económico importante. Una casa de comercio, o quizás trabajaba para algún templario.

El caso es que era un hombre, que sabia distinguir la mercancía, cosa que era útil. Pero sin duda, su lascivia era un punto que se podía explotar.

Se encuentra frente a la mejor mercancía de todo Athas.

Normalmente los esclavos no negociaban, pero no iba a dejar pasar la oportunidad de inflar el orgullo de aquel hombre, y pasar a algún lugar, en el que al menos, les dieran de comer.

Tiene frente a usted a los hombres más duros en batalla, y los más listos, y sin duda, a la belleza virgen más pura de esta parte del mundo.

Estoy seguro que para alguien tan poderoso, comprar un grupo de bien avenidos esclavos no le resultara difícil, somos un conjunto espectacular.

Y una vez nos tenga en vuestra casa….

No termino la frase, quería que el órgano genital de aquel hombre se inflamara con promesas de noches y días de sexo. A él no le importaba si fornicaba con la hembra, total, era humana, pero suponía, que hasta ella estaría agradecida si conseguían salir de aquella situación.

También quería que comprara a todo el grupo, aunque sus intenciones no eran ni nobles, ni desinteresadas. Un grupo, normalmente hacia que las habilidades de algunas sobresalieran por encima de las de otros.

El mismo sobresalía, hablando directamente con el hombre que bien podía estar comprándolos en breves minutos. Y de no interesarle todo el grupo, bien podía querer llevárselo junto con la hembra.

Y era una oportunidad que no dejaría escapar, aunque se temía, que tarde o temprano llegaría un latigazo, o algún golpe…. Tendría que aguantarlo con estoicismo, y puede que el trabajo estuviera hecho.

Tras varios días sin ver el sol, casi sin comida y con el agua justa para sobrevivir, a Jaseela por fin la habían sacado a la venta, sus ojos tardaron en acostumbrarse a la luz cegadora, pero su piel sintió el agradable contacto del implacable sol de Athas.
A su alrededor todo era bullicio, gente pasando de un lado a otro, mirándola, unos lascivamente, otros como sino valiera nada y pocos muy pocos ni la miraban. Cerca suyo, varios varones, desconocidos, más esclavos.
Su mirada era fría y su gesto serio, mientras su cabeza no dejaba de funcionar. Como era posible que la hubiera pasado esto? No lo conseguía entender, hace unos días era ella, con sus mejores galas quien había recorrido el mercado, buscando hembras jóvenes. Ahora se veía en la situación contraria, de buenas a primeras, casi sin esperarselo, pero sabía que jugaba a un juego al cual podía podía perder. Y parece ser que perdió, no sabía quien había sido, pero estaba claro que la traición había sido el arma usada. Pero ahora eso daba igual, más tarde cuando consiguiera salir de esta situación buscaría al culpable y le haría sufrir las consecuencias de sus actos.
La mente de Jaseela flotaba, mientras un hombre, otro más se acercaba, parecía más curioso y más acaudalado, su pose siguió recta como una vara y su mirada más fría aún. De repente algún loco de la fila comenzó ha hablar, mientras los ojos del hombre se posaban en ella y la devoraban. Que dice ese loco, sino se calla acabaran matándolo... Tras unos segundos, comprendió lo que pretendía.
Su cuerpo cambió de posición todo lo que se lo permitían los grilletes, su actitud fue más provocadora de manera muy sutil, sus ojos antes fríos, miraron al hombre como si fueran ascuas a punto de encenderse y por último de sus sensuales labios surgió una ligera sonrisa.

El mercader se acerca, con aptitud lisonjera, al potencial comprador.

¡Oooh!, señor, no haga caso a esa rata elfica, pese a su buen porte su lengua solo sabe hablar argucias. ¡Guardas, acallad al largo!.

Raudamente un guarda agarra al elfo mientras otro le amordaza¹ con fuerza. Tal es la fuerza del forcejeo que el elfo sangra ligeramente por su nariz al intentar resistirse.

Por favor caballero permitame ofrecerle bellotas en miel y agua refrescante. Alguien de su posición merece hacer tratos mercantiles con clase.

Los dos mercaderes se dirigen a la pequeña tienda y empiezan a realizar sus negocios.

Después de un rato en la mesa, los comerciantes se levantan. El mercader os señala con una sonrisa en la cara y con sus ojos brillando como el oro. 

Ya tenéis nuevo dueño.... Y te va ha encantar rubita. ¡Guardias preparad a los esclavos!, salen mañana al alba llevadlos al capitán Weom en el "Camino del Comercio".

El hombre que os adquirió se retira con su escolta tranquilamente.

Dadle al elfo y a la fulana su última buena comida, gracias a él y a la zorrita de pelo dorado se han llevado todo el lote. no necesitaremos volver a trabajar en un mes entero.

Os meten en un corral. Cinco esclavos vendidos en el acto, desconocedores de su futuro...

Las caras que se reflejan en vuestros semejantes os son desconocidas, pero sin duda, serán más que familiares a partir de ahora.

La guardia vuelve, os sirve una comida insulsa acompañada con un poco de agua maloliente¹. Sin embargo el elfo y la humana reciben unas viandas mucho más apetecibles². Los guardias revisan los grilletes de muñecas y tobillos, y finalmente remueven la mordaza del elfo.

Cuando los guardias se habían marchado, y ya nadie que no fuera un esclavo los miraba, el joven elfo se froto las heridas que le habían causado al apalizarlo en la calle.

No le importaban, aunque si le dolían, porque al final, habían merecido la pena.

Bueno, sin duda, ese zalamero no tiene ojos en la cara, ha sido muy fácil de engañar. Al menos, estamos a un paso de estar un poco mejor sirviendo a Weom, o quien coño sirva ese come mierda.

Estaba satisfecho, y tras comer su comida, se dio cuenta, de que a los demás les habían dado mierda. La misma mierda que comían las ratas. Estuvo tentando de compartir su comida, pero al final, como una rata grande y voraz, se metió entre pecho y espalda toda la comida que le habían dado para él.

Ya había compartido su buena fortuna al conseguir que los compraran a todos, y aunque la mujer tenía también parte de su merito al comportarse como una zorra, en vez de cómo una virgen remilgada, el caso es que había sido el que había ofrecido un grupo sin igual de esclavos.

No sabía aun, si los demás estarían contentos o no, o si realmente su suerte cambiaria los suficiente para escapar y buscar venganza, o mejor aún, buscar otras fuentes de ingreso, en algún lugar donde no lo buscaran.

Pero supuso que más tarde o más temprano se enteraría de que opinaban el resto…

Sorak aun estaba aun un poco indispuesto debido al esceso de calor, y la caminata no habia ayudado a ello. A pesar de ser un Mul y haber sido criado para ello, los recuerdos de su pasado no hacian mas que recordarle que era un objeto de comercio comun. Como lo habia sido a lo largo de su vida, y eso que esta no habia sido muy larga, pero nunca se habia salido de la rutnia de compra-venta y luchas. Excepto la vez que intentaron huir, pero no se llego muy lejos y el castigo aun perdura en su cuerpo, sobre todo en la espalda, con las marcas y señales que le habian dejado.

A pesar de ello, ahora habia vuelto a ser una mercancia y a pesar de todo, noaspiraba a mucho mas. Recogiendo la comida que le habian dado para el, comio en silencio y observando todo aquello que iva acontenciendo.

Observo, en completo silencio, y aún agotada por el asfixiante calor esterior, al resto de individuos que se encuentran conmigo en el corral, mientras hago buena cuenta de la poco apetitosa comida que nos han servido.

- Daría lo que fuera por tener entre mis manos el cuenco que tienen el elfo y la humana. - pienso, ignorando por completo la posibilidad de que alguno de los presentes pueda leer mi mente.

Después, tras haber acabado mi comida, y mientras dejo a un lado mi plato, digo:

- Supongo que, ahora, el señorito elfo querrá que le agradezcamos lo que ha hecho. -

Elfo no abuses de tu suerte y terminate tu comida antes de que alguien te quite tu escudilla.Replico sin levantar la mirada de la bazofia que nos han servido a la mayoría .Lamo el fondo de la escudilla para aprovechar hasta el ultimo resto de comida,¿Quien sabe cuando volverán a darnos de comer?.Me recuesto en el suelo  para ahorrar fuerzas  y buscando huiR del calor?

El elfo levanto la vista mientras acaba de comer.

Que una ramera semielfa le hablara, incluso siendo un esclavo, le parecía desagradable, pero eran los modales del hombre los que hicieron que pusiera los ojos en blanco.

Si quieres venir a comerte mi comida, ven, si quieres matarme mátame. Pero ahora mismo estamos mejor, aquí a la sombra, mal comidos, estamos mejor que secándonos al sol.

Luego lanzo una mirada furibunda a la semielfa.

Y si, deberías de dar las gracias, por seguir respirando.

Luego pensó un poco, y no pensaba llevarse el todo el merito, si querían quejarse, que lo hicieran. Pero que se quejaran con ganas.

Además, la suerte, realmente, es que la joven humana haya ayudado a seducir a ese asno que nos ha comprado. Porque para ser sinceros, ahora mismo nosotros cuatro tendríamos que estar siendo comprados para dar de comer a un mekillot. Y lo sabéis.

Pero si preferís los latigazos, la falta de comida, asquerosa, en vez de gritos y ordenes, y quizás, comida desechada, que no sea asquerosa. Pues no os privéis de gritar a los carceleros y hacer valer vuestros derechos.

Tras aquel arranque de verborrea, vuelve a sumirse en el último trozo de comida, y se olvida un rato de sus desagradecidos compañeros esclavos.

Si quisiera tu comida no veo como ibas a impedírmelo elfooo.Digo arrastrando la ultima palabra.Por suerte para ti  he sido esclavo casi toda mi vida y conozco las normas: no robar a los compañeros  y no molestar a los compañeros si no quieres amanecer con el cuello roto o rajado.Entreabro los ojos para mirar fijamente al elfo.¿Lo has comprendido?.Bastante dura es esta vida sin que venga nadie a complicarla mas asi que relajate  y no me hagas malgastar  saliva.

Una vez en el corral, Jaseela se refugió a la sombra lo mejor que pudo, el calor estaba haciendo estragos en ella, y se encontraba axfisiada y agotada. Al contrario que en la muestra de esclavos, se mostro esquiva e intento pasar desapercibida entre el resto del lote de esclavos. Cuando llego la comida, se abalanzó sobre ella y la devoro sin pensar ni siquiera por un instante en si debería haberla compartido, al fin y al cabo era gracias a ella que habían sido vendidos y su situación aunque precaria, sería mucho mejor.

Tendre que ingeniarmelas para lidiar con el amo, esta claro que la provocación realizada tendra sus consecuencias, aunque si juego bien mis cartas...

Jaseela, miraba a sus compañeros fijamente desde su posición, había sido nombrada, pero aún no veía la necesidad de participar en tan obtusa discusión. Ese es el problema de todos los esclavos, si discurrieran un poco más, tal vez pudieran unirse y luchar contra sus dueños, podrían asi por lo menos tener una oportunidad. Pero prefieren pelearse por las migajas.

Jaseela levanto la voz, esta era dulce y suave. Ahora no es momento de atribuirse meritos elfo, seguramente tengas razón y nuestro destino sea mejor, pero eso aún no lo sabemos. Creo que lo mejor sera descansar lo mejor que podamos, no sabemos donde tiene la residencia el amo, puede que tengamos que partir en caravana y eso agotara nuestras fuerzas.

Tomo aliento, pensó unos segundos lo que tenía que decir y con la misma suave voz de quien no ha roto un plato nunca. Ahora bien dejar de pelearos, abrir bien los ojos y esperemos tener una oportunidad.

Humano idiota. Te he dicho que si la querías, solo tenias que venir a buscarla, igual que mi vida. Crees que matarme te va a hacer estar más cómodo, o comer mejor. Pues tómalo.

Lo miro serio.

Pero te digo una cosa, y grábatela para siempre, en esa cabeza de esclavo. Nadie me intimida, y menos tu. Si pretendes asustarme con la posibilidad de la muerte, búscate otra cosa. Porque morir, y ser esclavo, es prácticamente lo mismo.

Luego, como si la cosa acabara allí, y como si que le recordaran que era elfo, no le preocupara lo mas mínimo, le dedico una sonrisa al humano.

Luego, volvió su mirada a la conciliadora mujer humana, sin duda, mucho más inteligente que los sacos de testosterona y músculos que tenía el humano y el mul, y que cualquier semielfo de Athas.

Se arrebujo contra una pared, que más que fría, estaba caldeada, pero que le ofrecía un contraste fresco en comparación con el lugar donde había estado sentado solo minutos antes.

La humana tenía razón en una cosa, no sabía a dónde iban. Pero no podría ser peor que aquel corral. Y al menos, tenía la oportunidad de cambiar su suerte, y de jugar a escapar de aquella traición y de aquella esclavitud que le habían impuesto.

No tengo intención intimidarte elfo, en la arena no  se pierde el tiempo en eso.Aquí se mata sin mas ,sin estados de animo, sin rencor .Enjuago con el dorso de la mano  una gota de sudor que me resbala por la mejilla .Y si, soy un esclavo, como tu lo eres ahora ,la diferencia es que  yo lo llevo siendo mucho tiempo y  se lo que puedo esperar.¿Queréis escapar?.Buena suerte y tened cuidado , aunque huyáis el desierto es temible;sed,calor, y peligro bajo cada piedra.Y si conseguís  superar todo eso  todavía tenéis que evitar a los carroñeros del desierto,los elfos.

Callo durante segundos antes de continuar.Una vez fui libre, al menos durante  poco tiempo,pero mi libertad solo duro hasta que se cruzaron en mi camino esos carroñeros.

La tarde deja paso al anochecer, el cansancio y el sueño se apodera de los esclavos.

La noche empieza a refrescar y cuando menos os lo esperáis el calor de una antorcha os reconforta, seguido inmediatamente por...

¡Arriba ratas!, ¡nos movemos!.

Cinco guardias entran y revisan los grilletes. Una vez hecha la comprobación os azuzan y os conducen al patio de caravanas. 

Os trasladaron a una caravana tirada por dos grandes bestias reptilianas¹. El carro con enormes ruedas de piedra, es lo mas parecido una fortaleza rodante. Los guardias armados os dirigen en fila con grilletes en manos y piernas. 
En la entrada encontráis a dos humanos: Uno muy bien vestido, rasgos cuidados y barba^2, y otro coincide con el mercader que os adquirió varias horas antes, con una mirada altiva, nariz ganchuda y con ropas de viaje. Ambos hablan sobre el viaje.

El interior de la caravana es muy caluroso, la madera cruje al dilatarse. Uno a uno sois atados por el cuello con un collar de cuero que a su vez queda unido con una cuerda de pelo de gigante a una argolla de resistente hueso situada en la pared del habitaculo. La estancia parecen las bodegas del carro, posee un retrete de madera en su centro, exactamente a la distancia que pueden llegar vuestras cadenas. No existe ventilación alguna, y una vez cerrada la pesada puerta la luz brilla pore su ausencia. Pasan las horas en silencio…