Partida Rol por web

—Stonecrest es una colina que está a unas dieciocho, diecinueve millas de aquí. Ahí viven unos desharrapados que no hacen otra cosa que estorbar.

- Y si la gente dice cosas y encontraron a Bowen tras esas circunstancias atropellado... ¿por qué la policía no lo investigó? - pregunto pensando en la reacción más lógica. Con calma doy un trago más largo del whisky y acabo el primer vaso. 

Entonces le echo una mirada al segundo que nos ha puesto el barman hace unos segundos aún sin pedirlo. No sé si sacaremos algo en claro del hombre, pero al menos un trago gratis es un trago gratis.

—Oh, sí que lo investigó, de forma concienzuda, y la conclusión fue precisamente esa. Pero bueno, la gente murmura. ¿Por qué no viene al pueblo desde aquello? ¿Sentimiento de culpabilidad?

Al escuchar el comentario, llegáis a la conclusión de que la simpleza de pueblerinos como Kern no tiene límite.

- Creo sinceramente que Freygan no viene por temor a las habladurías. El qué dirán es un arma muy poderosa. Escuche... - digo a Kern mientras acerco mi cabeza a la suya para susurrar en tono de confidencialidad. - ¿Es alguno de ellos Johnson? - pregunto indicando con un leve movimiento a los parroquianos sentados en la mesa.

Creo que Collins y Marlowe entenderán que no estaría de más preguntar al propio Johnson. Si él encontró el cadáver quizá se pueda sacar algo en claro.

-No sé si deberíamos, señor Kellemport. Tampoco debemos pecar de curiosos, ya sabe, no estamos aquí para ésto...-digo, aunque lo cierto es que simplemente interpreto un papel. 

"Ésto empieza a oler mal, y si somos sutiles, quizá podamos sacar unas cuantas cosas en limpio sin mancharnos demasiado las manos..."

—No, no, Johnson desde aquello tampoco viene por aquí. Bowen y él eran compañeros, tramperos, uña y carne. Cuando Johnson se encontró a su amigo destrozado por el camión perdió el ánimo por la caza. Más bien el ánimo por todo. Ahora dedica su vida a Dios y a predicar sobre..., bueno, algún día volverá a ser el de siempre. Espero. Todos le queremos, sólo necesita descansar.

- ¿Dedica su vida a Dios? - pregunto con curiosidad. - ¿Hay alguna iglesia aquí en el pueblo? -

La verdad es que si el tal Johnson predica algunas cosas raras, dudo que Kern nos lo vaya a decir. Pero quizá sea más fácil si hablamos con Johnson en persona, y si es un hombre de Dios estará en la casa del Señor.

—Sí, por supuesto, pero el párroco ya no deja a Johnson hablar, pone nerviosas a las señoras. Y como siga así le va a dejar sin trabajo, jaja. De todas formas, procuren no husmear en esos asuntos, son cosas de Greenwood, y sólo a los de aquí conciernen. Eso sí, si hablan con Freygan y averiguan algo..., bueno me gustaría saber más.

-Descuide amigo, si nos enteramos de algo, no dude de que le haremos llegar la información. Aunque no creo. Probablemente el trabajo nos tenga ocupados la mayor parte del día...

Algo me decía que ésa fuente de información se había agotado, o estaba cerca de hacerlo. Allí poco más podrían sacar, pero al menos habían obtenido otro posible lugar donde investigar. 

Definitivamente no podemos sacar mucho más en claro, pero algo de información sí que hemos conseguido.

Apuro mi whisky sin prisa y espero a que Collins y Marlowe acaben sus bebidas para regresar al Reposo de Amanda...

-Bueno, muchas gracias por las bebidas amigo. ¿Cuanto le debo por la segunda ronda?-pregunto, tras acabar mi bebida y asegurarme de que el señor Marlowe también ha dado buena cuenta de la suya. 

—Vamos a ver, el whisky son veinticinco centavos y la cerveza veinte, tengan buenas noches, amigos.

—No, no, pare, ésta la pago yo.

Tras pagar, Marlowe se estira un poco.

—La verdad es que toda esta charla me ha abierto el apetito. Veremos qué cena nos ofrece el hotel.

-Muy bien-digo, y justo cuando iba a sacar la cartera, el señor Marlowe se me adelanta-de acuerdo, pero tendré que invitarle la próxima vez que volvamos. Tenga una buena noche usted también, señor Kern. 

— Uff! No son cristianos!! Vaya gentuza!!

Pongo mi mejor cara de escandalizado y de repugnancia.

— Vaya! lamento escuchar esas cosas, pero tampoco son esas las historias que me interesan en mi investigación académica particular. ¿No tienen por aquí historias... mmm... sobrenaturales por ejemplo? Más falsas que un dolar de madera, por supuesto, pero del estilo de fantasmas de gente fallecida en accidentes de tráfico... casas encantadas, esa cosas!

No quiero agobiarla ni presionarla por lo que me ofrezco a ayudarle a poner la mesa para la cena, mientras ella prepara la comida.

— Seguro que tiene Ud. historias de esas. Le parece que le ayude a poner las mesas del comedor mientras Ud. prepara la cena y me cuenta esas historias? Fui pinche de cocina hace mucho tiempo!

—Caramba, señor Danoff, qué atento es usted. Su mujer estará orgullosa de tener un marido tan apuesto y generoso. Acompáñeme.

La mujer te lleva a la cocina y se pone a preparar la cena. Parece que tiene alimentos de primera calidad, sobre todo carnes, empieza a preparar un estofado.

—Si quiere historias raritas y sin sentido, mi abuela contaba la del capitán Fitz-Hugh, durante la guerra de 1812. Decía que el oficial tomó un pueblo de Maine y él y sus hombres tuvieron que escampar debido a que los lugareños tenían extraños poderes. Provocaban dolor con la mente, cantaban en lenguas extrañas y tenían como dios a un ser exterminador que estuvo a punto de matarlos a todos. No sé qué relación tenía el oficial con mi familia, pero mi abuela conservaba incluso su diario, donde relataba toda la historia. Por supuesto una patochada de un alcohólico. ¿Cómo se llamaba el pueblo? ¿Farfil? ¿Faril? ¿Farenfield? No recuerdo bien.

No me gusta nada lo que estoy oyendo, apuro nervioso mi infusión. Esto se suponía que iba a ser una tranquila investigación de salón y ya empezamos con gente extraña adorando a dioses aún más raros. Deseando que la desaparición del hermano del cura no tenga nada que ver con ello me acerco a echar una mano a Olmer, entrando en la cocina.

- Señorita, no se crea que los profesores de zoología somos menos galantes. Aquí estoy para ayudarla en lo que crea conveniente... comento mientras esquivo cacerolas y cucharones colgados que debido a mi altura amenazan con golpear mi cabeza.