Partida Rol por web

Al ver lo que ha pasado con su querida Elizabeth la cara de Andrew se llena de furia y frenético ataca con la silla a la última chica apuntando a un lado de la cabeza, la joven sale despedida por el impacto y se golpea de una manera bestial la sien contra la esquina de una mesa, quedando tendida en el suelo, inmóvil al principio pero luego se retuerce entre convulsiones.

-¡LIIIIZ!-grita Andrew mientras corre hacia la pelirroja que está en el suelo y la abraza semincorporándola con una delicadeza y un cariño tremendo sin importarle que se pone perdido de la sangre que mana de las heridas en el pecho y el costado.-¡Te quiero mi pelirroja! No te me vayas, por favor, por favor, por favor he visto que pasaremos la vida juntos, que nos haremos mejores al estar el uno con el otro, no te me vayas.-

Se dejó abrazar por Andrew, débil por la pérdida de sangre. Se sentía tan bien en sus brazos que por un momento olvidó que la cosa no había acabado ni por asomo. Lo apartó suavemente para asomar la cabeza que había escondido en su pecho y observar a la jefecilla del grupo de arpías. La había visto salir corriendo y ser interceptada de reojo, pero hasta ahora no vio claramente que la tenían cogida y con la nariz rota.

- Mira... ¿quién es ese? - preguntó a Andrew, esperando que actuaran sus poderes y pudieran saber si era alguien de fiar o sólo un aliado momentáneo.

La arpía empezó a chillar de repente, invocando a saber a quién. Sus gritos le ponían los pelos de punta, no soportaba la voz de las pijas histéricas porque se les ha roto una uña, y ésta estaba llevando sus cuerdas vocales al límite. Se puso de pie trabajosamente, apoyándose en Andrew todo lo que pudo, y cuchillo en mano se acercó a ella.

- ¡Cállate de una puta vez, nadie te va a ayudar! - gritó mientras clavaba su cuchillo en el primer sitio que pilló.

Peter, que tiene a la chica chillando en sus brazos e invocando a nadie sabe quien nota que las paredes empiezan a helarse, que el ambiente se hace más frío...

¡Pero de pronto aparece la pelirroja con su amigo sirviendo de apoyo y empuñando un cuchillo ensangrentado que lleva lo clava en un lateral de un pecho de la joven apresada, sajando bestialmente y partiéndolo en dos a la altura del pezón, la herida no es más grande porque no puede cortar más -AGgggggg- grita la joven cuando sangre, carne y grasa caen del corte en el pecho destrozado, junto con un modesto implante de silicona.

Salpicaduras de sangre manchan la cara de Peter...

Y mientras cuchillo que tenía destinado a la garganta de Elizabeth ha pasado a manos de ésta última y está cortando una de su partes más preciadas la invocación se detiene y el aire empieza a volver a la normalidad...

-Mi belleza... me habéis destgguido- dice vuestra enemiga mientras suelta el cuchillo que cae al suelo clavandose por la afilada punta y se agarra su pecho con ambas manos sin poder detener la gran hemorragia que mana a chorro manchando su ropa de diseño...

Y a continuación Peter la deja caer y se queda en el suelo retorciéndose de dolor.

Dejo caer a la mujer al suelo mientras se desangra y la miro con cierta repulsión.

- Ya decía yo que esas tetas no eran normales.

Dejo espacio para que Elizabeth haga lo que quiera, al fin y al cabo esta no es mi pelea y no tengo ni idea de dónde han salido. Mientras tanto, me doy la vuelta para buscar un trapo o una servilleta en alguna mesa cercana e intento limpiarme las manchas como puedo.

- Esta camisa era de las caras, ¿sabes? - digo mientras sonrío a Elizabeth.

Una vez hecho lo que puedo con la sangre, me acerco a ellos.

- Oye, ese corte parece algo feo, deberíamos pedirle a tu abuela que te lleve al hospital. ¿Quién demonios era esta gente? - Luego me doy cuenta de que juego con ventaja y añado - Por cierto, mi nombre es Peter. - Y le tiendo la mano a la pelirroja. - Tú debes ser Elizabeth y si no estoy muy equivocado, él es Andrew.

Apartó los pies para no mancharse con los restos de aquella cosa. Estaba llena de sangre, pero la masa viscosa y siliconada le daba demasiado asco como para llevarla luego todo el día en los zapatos. Mientras la tía lloriqueaba y hablaba sobre su ¿belleza? ella no pudo evitarlo y le metió un corte en todo el cuello. Estaba harta de ella, y era lo que parecía más rápido para acabar el lío ese donde se habían metido aún no sabía cómo.

Mientras miraba a la tía agonizar, el chico empezó a hablar de su camisa en un tono bastante jocoso. No había tenido la oportunidad de observarlo bien y ahora se lo quedó mirando un poco incrédula: ella estaba de un humor de perros y él parecía estar hasta entretenido con la situación. Pero lo que más le descolocó es que le hablase de su abuela. Frunció el ceño mientras le daba la mano a ese tal Peter.

- Entonces, ¿eres tú el motivo por el que hemos venido a Londres? - preguntó con tono un poco cansado - Espero que seas interesante y haya merecido salir de la cama esta mañana... Porque hasta ahora ha sido un día de mierda. - dijo mientras miraba los restos humanos que quedaban y su propia herida. - ¿Está mi abuela cerca? Igual no es mala idea lo del hospital...

Se quedó con la boca medio abierta, como si fuera a hacer una infinidad de preguntas al chico misterioso. Pero tras unos segundos la cerró y empezó a desfilar por la puerta.

- Lo primero es lo primero... Luego ya te interrogaré...

Pongo mi sonrisa más encantadora y la pose de "aquí estoy yo, nenas" habitual.

- Soy un motivo interesante para salir de la cama e incluso para volv... - dejo la frase a medias al fijarme en Andrew. - Pero creo que tu abuela venía por mi tío. Y ha tenido que conformarse conmigo.

Cambio la postura para intentar que el novio de Elizabeth no intente matarme antes de salir de la cafetería y miro por la ventana.

- Tu abuela estaba aparcando, no debería tardar en llegar, aunque quizá prefieras que la esperemos fuera. Este lugar empieza a ser desagradable.

Me tapo la nariz y hago un gesto con la mano como si apestase, a ver si de paso espanto un poco el mal rollo que debe haber en el ambiente. Un día te perderá la boca, Peter. Y te la partirán.

Segundos después la abuela aparece en la puerta.

-Dios mío Liz...-dice asustadísima-¿Que te ha pasado?- y abraza con cuidado a su nieta y a Andrew que la sostiene.

-Vamos al coche, están pasando cosas horribles... y me temo que aún pasarán más... Andrew, ponte en el asiento de adelante y por favor Peter, trata de utilizar ese curso de primeros auxilios que os dan a todos los vigilantes en mi nieta.-

-Sí, cariño-dice con cara triste-me temo que no podemos ir a un hospital...-

Por su parte la responsable de tanta carnicería se desangra en el suelo entre estertores en un charco enorme de sangre, Elizabeth casi le ha hecho un favor porque su sufrimiento es mucho más corto.

A pesar del cansancio y el dolor no pudo evitar abrir mucho los ojos y poner cara de semi-horror al escuchar el comentario del tal Peter. Miró a Andrew interrogativamente, intentando averiguar si había escuchado lo mismo que ella. Tal vez la pérdida de sangre le estaba jugando una mala pasada y el tío no era tan vacilón como parecía...

- Eh... sí, mi abuela, sí. Fuera mejor... ¿Y quién es tu tío? - preguntó intentando cambiar de tema mientras salían de aquel sitio.

Mamgu apareció justo entonces, tan oportuna como un mago de la Tierra Media. Unos segundos más y sus neuronas hiperactivas y faltas de riego habrían colapsado. Se abrazó a ella como una niña pequeña, aunque la apartó rápido para empezar a desfilar hacia el coche. Al contrario de lo que había pensado, no sólo no la estaba tranquilizando sino que la estaba asustando aún más. Aunque no lo reconocería jamás delante de ella. Ni de Andrew. Y aun menos delante del chico nuevo.

- ¡¿Qué está pasando?!- exclamó sin poder aguantar más - ¡Eso fue aún más surrealista que la excursión! - dijo mientras miraba a Andrew buscando su apoyo - ¡Ha sido una carnicería! ¿Por qué no podemos ir a un hospital? ¿Y cómo va a saber él cómo curarme? - preguntó desesperada.

Sin embargo, se puso en el asiento de atrás, obediente, mientras hablaba sin levantar excesivamente la voz. Miró a Peter cuando éste se le puso al lado, con desconfianza.

- Ojito con lo que tocas... - dijo mientras se observaba sus propias heridas, una de ellas justo encima de un pecho, y calibra el destrozo que le han hecho - Oh, mierda... se acabaron los escotes por un tiempo...

Os montáis en el viejo utilitario de tu abuela y ésta acelera mirando a todos los lados con aire preocupado. Andrew asiente a todo lo que dices pero te das cuenta que está tan preocupado por tí que no sabe que decir.

-No podemos ir a un hospital, cariño porque ahí te encontrarán, tengo que sacarte del país cuanto antes...- Ves como toma una de las principales arterias

Acompaño a Andrew y las mujeres Keks al coche.

- Mi tío era - remarco el era - Christopher Nichols. No sé si habrás oído hablar de él, era vigilante, uno muy bueno.

Ayudo a Elizabeth a sentarse en el asiento de atrás con cierto cuidado. Miro alrededor buscando algo que pueda utilizar a modo de vendaje. Primero pienso en la ropa de la chica, luego recuerdo que su novio va sentado delante y quiero mantener mis pelotas en su sitio. Luego pienso en mi camisa, total, ya está echa una ruina, así que arranco las mangas con un fuerte tirón y las rajo para sacar algunas vendas.

- Tranquila - hago una pausa para pensar mis siguientes palabras. Esto te gustará. No, mejor no. Tengo unas manos muy hábiles. No, quizá tampoco sea lo más adecuado. Relájate, no te dolerá. Buff, peor todavía. - Estudié para convertirme en un vigilante también.

Y dicho eso, con mucho cuidado intentando no tocar partes sensibles ni mirar donde no debo, sacando toda la profesionalidad enterrada de la que soy capaz, me pongo a vendar y limpiar las heridas.

- Abuela, ¿no tiene algo que me pueda servir de más?

Os montáis en el viejo utilitario de tu abuela y ésta acelera mirando a todos los lados con aire preocupado. Andrew asiente a todo lo que dice su novia pero os dais cuenta que está tan preocupado por ella que no sabe que decir.

Con un cuidado exquisito y una gran habilidad Peter desinfecta y venda las heridas de Elizabeth, como si fuera un buen cirujano militar en mitad de la guerra, es obvio que le han entrenado para ello. Y con el pequeño botiquín que la abuela de Liz saca del salpicadero hace maravillas.

-No podemos ir a un hospital, cariño, porque allí te encontrarían, tengo que sacarte del país cuanto antes...- Ves como toma una de las principales arterias... en dirección a Salisbury.

-Tenéis que estar preparados para pelear en cualquier momento, vuestros enemigos pueden dominar las mentes de las personas débiles y obligarlas a cumplir su voluntad..-

-Ahora por el camino trataré de contaros lo que he podido descubrir que está ocurriendo...-

Empezó a encontrarse un poco mejor, así que dedicó una sonrisa tranquilizadora a Andrew, que tenía la cara más pálida de lo que debería.

- No te preocupes, cielo... Sólo me duele cuando respiro... Cof, cof, cof! - dijo fingiendo un ataque de tos tísico de la manera más teatrera posible. Luego puso su mejor cara, por si no había quedado claro que le dolía cada vez menos - En serio, estoy bien.

Sin embargo no le acababa de hacer gracia la situación. Torció un poco el morro al oir que Peter era algo parecido a un vigilante, no había leído cosas buenas de ellos. Aún así aceptó su ayuda, pero agradeciéndolo sólo con un escueto "gracias". Y la actitud de su abuela tampoco era muy tranquilizadora...

- ¿Qué quieres decir con "sacarme" del país? ¡Empieza a hablar, mamgú! - dijo apoyándose en el asiento de delante - ¿Por qué? Y tú vendrás conmigo, espero - afirmó más que preguntó.

Recordó todo lo que había pasado en la cafetería y las mil cosas que le quería preguntar, además de la visión de Andrew. A su abuela se le daba bien el hacerse la misteriosa y ella era extremadamente impaciente. Así que decidió que si no hablaba, bien lo podía hacer ella. Suponía que el chaval nuevo sería de confianza, hasta el momento su abuela no se había equivocado al juzgar a nadie, así que podía hablar delante de él sin problemas. O eso esperaba.

- Andrew te tiene que contar la última visión que tuvo - lo cogió del brazo, como animándolo a que hablara - Era inquietante, y lo peor... lo peor es que creo que yo también la vi en la cafetería, cuando estuvieron a punto de acabar conmigo. Era yo... pero en plan zorra del infierno. Bueno, ya me entiendes... - dijo como disculpándose ante la mirada reprobadora de su abuela, a veces se olvidaba de que a ella le gustaba pensar que le educaba también sus modales.