Partida Rol por web

 Peter Pan sonrió. No iba a soltar su presa tan fácilmente. Y mucho menos para que ese filibustero fuera a influir al capitán de la guardia con sus absurdas teorías. Sobrevolando a quince centímetros del suelo, se acercó a la conversación entre gato y el capitán.

 - ¿Como osáis amenazarme e iros, dejándome con la palabra en la boca? Amenazas, amenazas y más amenazas. Yo no os tengo ningún miedo. Es más, me encantaría resolver nuestro conflicto.- miró a Gato y le sonrío como si fuera la primera vez que lo veía - ¿por que no vamos los tres a una sala apartada dónde poder hablar con calma? Sin duda tengo preguntas que hacerle a Garfio y estaría bien disponer de un testigo como vos para las respuestas que tenga que dar. O no dar....

Autosuficiente y arrogante en su adolescencia, se cruzó de brazos, apuntando al techo con su naricilla respingona llena de pecas, esperando que Garfio suplicara clemencia y el Gato se mostrara ávido de interés y atención por él.

De repente todo el mundo se acercaba a hablar con el capitán de la guardia, aquello estaba pasando a un plano demasiado absurdo, y el gato se estaba empazando a cansar.

-Que querrá este caballero?

-Está bien Garfio, ese es tu nombre no? Tengo que custodiar a pepito grillo mientras se realiza el interrogatorio, si quieres podemos quedarnos los dos en el pasillo y hablar. Además ahí es donde está el cadaver asi que tendré opciones de examinarlo más de cerca, que a este paso no van a quedar ni los huesos.

El pasillo era un buen lugar, todas las habitaciones estaban a mano, no tendría que alejarse demasiado, pero este joven...

-Joven, no puedes hacer lo que te plazca, relájate de Garfio por el momento, en lo que hablamos.

-Bien, salgamos, veniís Pepito?

Asiento sereno por fuera, feliz por dentro. El entrometido a recibido su merecido, al menos una parte de la que le espera. Sin poder evitarlo sonrio levemente ante la cara que pondrá el mocoso, aunque en verdad debe ser mucho mas anciano que yo.

-Sois muy amable señor. Si me lo permitís, este joven tratará de espiar, no puede evitarlo. Parece haber encontrado en mi una gran fuente de diversion. No se contentará con molestar, andará toqueteando, molestando e interrumpiendo. No digo que sea culpa suya, simplemente que a pasado demasiado tiempo asalvajado. Creedme- digo levantando el garfio con resignación.- lo sé de sobra.

- ¿S-s-s-sabía usted, Capitán, que un gato es más peligroso que un cococrococodrilo? S-sí, porque mientras que el cocodrilo enseña sus dientes y muestra sus garras, el minino ronronea mientras trama un plan mejor. C-c-cuidado, no incrimine al Rey porque acabará en la cárcel pero los crímenes no dejarán de ocurrir. R-r-recuerde que yo le confesé su atrocidad pero jamás le dije que lo hiciera con sus p-p-propias manos. Le encerrarán pero sus vasallos seguirán sus órdenes aunque el más grande de los grandes se encuentre entre rejas. Y-y-yo se lo advertí. Hay que cortar el tema de raíz a-antes de que nos rebanen a todos - le advertí a Garfio.

 Aquello lo había ofendido, del todo.

 - Muy bien, señor, como gusteis, señor.- dijo con claro rentintín - Pero permitidme que os recuerde quien estuvo a vuestro lado cuando intentasteis detener a la bestia y quien desenvainó su acero contra vos. Sin embargo, preferís reuniros con este "caballero" mientras decís que yo estoy "molestando". Muy bien, señor, pero esperaba más del capitán de la guardia.

  Sin mas, Peter Pan se alejó volando hacia el techo de la habitación.

 Estaba dolido y enfurruñado. Sin embargo, no podía desatender sus "otras" tareas.

- S-su bella dama parece no recordarle muy bien su Majestad. P-pre-pr-pegúntele por su sobrino, que hasta las pecas de su cuerpo recordará. Oh... - suspiré terriblemente - El amor no genera más que dudas y las dudas no más que tormento y el tormento no más que tristeza que se transforma en furia que trae más desconcierto y todo se manifiesta en mí.

Agaché mis orejas y caminé a paso lento.

- Proclamaría larga vida a mi rey pero mi rey en el fondo está muerto, por muy presente que se halle. L-la familia deja de ser f-f-fa-familia cuando sus cuchillos cortan y sus manos arrebatan lo más qu-querido, aún sin que-quererlo. La tristeza le mata m-m-mi lord.

Mis pasos se difuminaron.

-Yo no digo que estés molestando, digo que esta rencilla vuestra particular no puede dejar nada bueno a los invitados. Cuanto antes lo zanjeis, sin desenvainar, mejor para todos. Y no creas que olvido quien se puso de parte de quien, para nada, yo nunca olvido una afrenta, pero hay otros temas más importantes que tratar. Disculpadme si os he ofendido en algún sentido.

Ve alejarse al joven y le despide con una reverencia.

-Que temperamento, que pasión, si es bueno con la espada y aprende a controlarse, será un espadachín a tener muy en cuenta

Cenicienta estaba extenuada. Buscó una silla donde posar su real trasero, acomodó el almidonado vestido y retocó su peinado, sobretodo un rebelde mechón que caía sobre sus ojos. Posó sus manos callosas sobre su regazo, y ladeó sus piernas mientras cruzaba los tobillos, y todo esto con la espalda recta y una actitud pulcra, casi perfecta. ¿Qué digo casi? ¡Perfecta! ¡Perfectísima!

Llevó las manos a sus mejillas que comenzó a pellizcar para dar color. Se quedó observando el ambiente y posó su mirada en la hermosa Blancanieves. Esa joven si necesitaba pellizcar con gusto sus mofletes pensó la doncella de aspecto virginal, parece enferma de tanta palidez. Un paseo bajo los cálidos rayos solares, no matan a nadie. Digo yo.

Siguió escrutando con su mirada cada cara en la sala. Sentía que había alguien extraño que no debería estar ahí pero cuando su ojos se posaron sobre su prometido sintió presión en su pecho. Aunque sólo estaba a unos pasos, parecía que un abismo les separaba y así, siempre se sentía cuando no estaban juntos, pegados como lapas. Se levantó como un rayo de la silla. Se subió sobre esta sin dejar de mirar a su príncipe, sonriendo risueña. Y así, comenzó a cantar.
-Sueño un beso de verdadero amor. Que me envuelva en todo su calor-Cantó amorosamente esperando la respuesta de su amado príncipe.

Mientras me movía al parecer sin rumbo me interceptó Gretel. "Disculpe señor, ¿me concede un momento?" me dijo, y aunque mi intención era otra decidí cambiar de parecer. Venía sola, y a saber si podrían darse las mismas circunstancias más adelante. Me giré y la miré de arriba a abajo. — ¿Señor? no recuerdo la última vez que se dirigieron a mi de ese modo. —dije en voz baja, casi como un susurro, aunque Gretel pudo haberlo escuchado si prestaba la atención suficiente.— ¿Qué es lo que quieres? —tal vez el tono empleado —algo rudo— no fue el correcto, pero hacía mucho tiempo ya que había perdido mis modales.

Antes de que pudiera responderme, el Príncipe Azul apareció a nuestro lado, dándome sus condolencias. Asentí en señal de agradecimiento. — Nadie merece una muerte así. Te ruego que me informes sobre cualquier novedad respecto a su asesinato. —le dije dolido, aunque tenía el presentimiento de que no lo haría. No confiaba en mi; ni él ni probablemente nadie en aquel castillo. Esperaba que me dejase a solas con Gretel; yo también tenía unas preguntas para ella, preguntas privadas.

Mire al Grillo con desprecio...No es mi amiga, es mi prometida...Le respondi con voz seca, busque en los ojos de Alicia algo de calma, me ponia de mal humor que estos "nobles" creyeran que son superiores, entonces el principito hablo, lo escuche mientras le miraba a los ojos...Estupido sangre azul, ahora quieres poner orden y dartelas de monarca ejemplar, cuando tus guardias no han cumplido su labor como corresponde...

Como diga Señorito...Hice una reverencia, que claramente era ironica...Solo espero que las medidas de seguridad que tomara con mi prometida no sean las mismas que tomo con Bella, estoy seguro que no le agradaria verla muerta y a mi enfadado, Su Alteza...

Mire nuevamente a los ojos a Alicia...Con cuidado mi amor, estare aqui esperando, solo por que son tus deseos, pero espero que Su Alteza sea capaz de comprender mi preocupación...Era claro el tono de ironia cuando le llamaba su alteza...

Alicia se alejos y Blanco volvio a hablarme...Odio cuando habla con acertijos...

Despues de eso, Pinocho me hablo...No, no la he visto, tu has visto como que esa arribi---digo la doncella?...Si quieres puedes mantenerte cerca, voy por mi hermana...

Me acerque a mi hermana y le tome por el hombro...Gretel, querida... la abrace y le di un suave beso en los labios, luego le sonrei de forma picara...No confies en nadie y mantente cerca de mi...¿comprendes?

Roja acompañó a su prima a que se sentara, sin dejar de darle vueltas a lo que acababa de decir, no cuadraba, estaba claro... pero no sabía bien qué era lo que no cuadraba, así que no dejaba de darle vueltas.

Entonces su prima se puso moñas y se levantó a cantar no sé qué de un beso... se le ha ido la pinza... pesó la joven Caperucita... otra vez...

Buscó con la mirada al Príncipe, tsk, cada vez que lo veía enfundado en su pulcro uniforme y con el cabello y rostro relucientes por el sudor, le daba un no sé qué, que qué sé yo. Desvió la mirada a la Bestia... tal vez era cierto que no era consciente de lo que había hecho, pero también era cierto que si había sido en un ataque de rabia, no se debería haber calmado todavía, ni siquiera estaría allí... si hubiera sido capaz de matar a su amada en un arrebato... seguramente habría huído cegado por la culpa y habría muerto en el bosque solo y desconsolado... No... él no era... estaba segura. Pero entonces... ¿Quién había matado a Bella?

Miró alrededor... había niños, aunque uno fuera de madera... había preciosas damas, animales parlantes... fieros piratas y extraños monarcas... desde luego el más sospechoso después del prometido de la fallecida era el fiero pirata, pero... no parecía capaz de tal atrocidad, como mucho saquear algunas monedas de pobres desgraciados que dejasen de vigilar sus pertenencias... no... no parecía tampoco ser él, o al menos hacían falta más pruebas...

Así que mientras su prima esperaba a su príncipe trató de averiguar algo más...

Por aquel entonces la reunión ya estaba madura para que empezaran a aflorar oscuros secretos y se tramaran las primeras conspiraciones. Hensel cedió unos minutos a su prometida bajo las amenazas de pasar una larga temporada en las mazmorras y la joven, todavía no recuperada de su conmoción, se retiró llevando a Pepito Grillo sobre su hombro.  Unos pasos por detrás, el capitán de la guardia la seguía acompañado del rufián de Garfio que parecía interesado en tratar algo a solas con el gato espadachín.

Poco minutos después, los tacones de la altiva Blancanieves comenzaron a repiquetear por la sala anunciando que se alejaba por uno de los pasillos de palacio seguida del el rey maldito por su avaricia. 

Tan pronto como Blancanieves y el rey Midas doblaron la esquina del pasillo, aquel niño embutido en unas mallas verdes los siguió por el pasillo dando algunos saltos acrobáticos y sin que sus pies apenas rozaran las baldosas.

Perseguí al Rey Midas en su paseo con Blancanieves. Todavía no quería manifestarme así que me mantuve discreto y les seguí el paso. Era consciente de que a veces los mejores secretos llegaban de forma inesperada y de bocas inimaginables. También tenía que vigilar a Garfio pero esperaba que mi toque de atención le hubiera servido para medir sus palabras, sellar sus incriminaciones y pensar en otra cosa.

Sabía que Bestia me estaba esperando, pero aún no era la hora, el reloj no me lo marcaba.

La mitad de los invitados abandonaron la sala y, sin embargo, aquel leve pero inconfundible tufillo a lobo aun seguía allí. En medio de todo aquel grupo de personas, Caperucita no podía percibir exactamente de quién podía proceder: necesitaba olerlos más de cerca. Pero de una cosa estaba segura: su prima Cenicienta, a la tenía entre sus brazos acariciando sus cabellos y oliendo su fragancia, estaba fuera de sospecha. 

Estaba casi segura que lo que habia escuchado era su asombro por haberle llamado señor pero ¿Por que no habria de hacerlo? las apariencias engañaban y bien que yo lo sabia por mi trabajo.

Sonrei ante su groseria

-Bueno, necesito hablar con vos, es sorprendente que nadie lo ha hecho antes teniendo en cuenta lo cercano que eras a bella..- baje la mirada un instante- ¿salimos al pasillo?-

Justo en ese momento apareció mi hermano y recibí su abrazo con amor, habia pasado mucho tiempo del ultimo

-Gracias hermano, pero todo ha cambiado mucho en los ultimos tiempos, se cuidar de mi misma y ten por seguro que sabre a quien juntarme y a quien no, Pero vos debéis tener los ojos bien abiertos, este lugar no es seguro, recordarlo.Vamos a dar una vuelta el señor Bestia y yo , en seguida volvemos-

Y con eso camine decidida hacia los pasillos saliendo del salon tan cargado ya.

Parecía que a pesar de las evidentes pruebas incriminatorias, en aquel momento tan solo Cenicienta y el jefe de la guardia defendían la culpabilidad de Bestia. El príncipe maldito había sembrado por el momento las dudas sobre su culpabilidad y, libre de vigilancia, siguió por los pasillos de palacio aquella niña rubia con aspecto de fiera guerrera que sin saber nadie muy bien por qué se había presentado en la boda con un imponente espadón a su espalda.

La melodiosa voz de Cenicienta envolvió al Príncipe haciendo se olvidara de todo lo que le rodeara, de todo lo que había pasado.

Se había activado el radar de Su Alteza Real y sólo existía su prometida.

Esas cosas pasaban a veces cuando uno estaba condenado a su existencia principesca atada a las canciones en los momentos más extraños... y a veces incluso se podían montar duetos.

Avanzó hasta su señora y la levantó con un tirón suave de la mano envolviendo su cintura con uno de los brazos para estrecharla contra él.

-Con un beso te desposaré-entonó mientras Su Alteza Real interior se arrancaba las mallas hasta las narices de ir envasado al vacío.- y por siempre yo te amaré...

La orquesta había cambiado la canción adecuándose a la canción de la real pareja que giraba en un baile sencillo por la sala de invitados.

Por un momento ellos recuperaron la tranquilidad, pretendiendo que esta normalidad se extendiera al resto de sus invitados.