Partida Rol por web

Intercepto al rey Midas cuando caminaba. Tenía que contarle muchas cosas al anciano. De ello dependía la supervivencia de ambos.

-Majestad, me permitís unos segundos. Hay algo de lo que debo hablar con vos. Es muy urgente.- Digo mirandole fijamente a los ojos.- No os podeis imaginar lo dificil que es encontrarse con una leyenda viva como vos. De verdad, necesito hablar urgentemente con vos, majestad.

El Príncipe apretó la mandíbula al mencionar Midas la pérdida de su prima y Su Alteza Real a punto estuvo de soltar la correa del Cazador, pero no era momento, no el día de sus nupcias.

Y ahí llegó el Genio.

Cretino deslenguado de color azulado...

Y con la letra de la canción del esquizofrénico se le demudó el color del semblante. ¿Tan evidente era? Miró hacia Cenicienta y descubrió que Caperucita no estaba con ella. Buscó a la prima de su señora por la sala de baile consternado y no la encontró... pero sí a Alicia. ¿Dónde se encontraba Pepito Grillo? ¿Y el Gato con Botas? Debía hablar con ellos y averiguar qué habían sacado en claro de su conversación con la muchacha. Si no estaba conforme tendría que hablar él.

Se encaminó hacia la salida a los pasillos mascullando para sus adentros mientras el Cazador  volvía a sus tinieblas y su Alteza Real miraba el listado de cosas que hacer desesperándose.

En la entrada del pasillo, escucho a Midas venir hacia mi. Qué alivio, necesito al viejo, ya estaba tardando demasiado. Respiro hondo esperando que llegue a mi lado, pero no lo hace. Me doy la vuelta y observo cómo Garfio lo intercepta a pocos metros de mi.

-Majestad, me permitís unos segundos. Hay algo de lo que debo hablar con vos. Es muy urgente.- Digo mirandole fijamente a los ojos.- No os podeis imaginar lo dificil que es encontrarse con una leyenda viva como vos. De verdad, necesito hablar urgentemente con vos, majestad.

Niego con la cabeza observando a ambos hombres. Que estorbo, justo ahora tiene que interrumpirnos. Vuelvo sobre mis pasos con un aire de impaciencia y me coloco al lado de Midas.

-Capitán, sea lo que sea, puede esperar, os agradezco el interés, pero necesito al Rey y he solicitado su presencia antes que usted. Así pues, si me hace el favor, agradecería esperara unos minutos, es muy importante-.

Maldito Garfio, y maldito Midas, hacerme esperar... Si hubiera venido conmigo en un principio no nos entretendrían con tonterías.

-La dama tiene razón, Capitán, estaré con vos después -dijo siguiendo a Blancanieves- Dadlo por seguro

Tras El breve intercambio de palabras, rogando para que el muñeco no haya abandonado el pasillo, me encamino hacia allí a la par de Midas.

Al parecer, los invitados no estaban por aquel entonces de humor para canciones. Primero Caperucita y después Blancanieves, seguida por aquel monarca que parecía su sombra, fueron abandonando la estancia haciendo oídos sordos a la invitación del genio.

Sin otra cosa que hacer miro al genio, mas tarde al principe, y no puedo evitar sonreir. Es un ser divertido, eso es seguro... pero ¿que mas cosas puede hacer? Lo mas facil es preguntar y lo mas facil es que el responda con cierto grado de intimidad. Me acerco a el y le digo en voz baja.

-Escuchad Genio, os propongo una adivinanza para los dias de invierno.

En esta tarde tan fría,

yo te ofrezco mi estufa.

No tiene pilas ni cables, 

pero igualmente se enchufa.

Cenicienta no se había opuesto a la petición de su Caperu mientras permaneciera alejada de Príncipe, le daba igual. Esta muchachita tiene las manos muy largas pensaba la cándida doncella de su prima, demasiado lujuriosa para su gusto. Si Príncipe ni siquiera había hecho referencia a su deseo de ponerse el salto de cama para él. Cenicienta casi gruñió.
-Ve, querida, pero si te cruzas con Bestia, por favor, vuelve en seguida.-Le rogó mientras permanecía junto a Garfio y justo cuando iba responderle, Midas llamó su atención. 

Cenicienta se dio la vuelta y se quedó mirando a la sala de invitados, de nuevo, en soledad. Pero el genio llegó y eso, no le gustó. Dichosa canción pensó. Pero un leve tirón de su faldón, llamó su atención. Y al mirar hacia abajo, se topó con dos de sus amigos, los ratones, vestidos para la ocasión.
-Cenicienta, Cenicienta. -Empezaron a cantar ambos-Pronto , pronto, Cenicienta. Lava y plancha. Trae la ropa. Barre y limpia la terraza.-Tres ratoncitas se unieron a ellos dos para  hacer los coros.- La traen a las carreras. Y cuando más no puede, cuando casi está ya muerta. Alguien grita: ¡¡DATE PRISA, CENICIENTAAAAAAA!!-Gritaron los cinco a la vez.
-¡Oh, amiguitos míos!-Exclamó Cenicienta sonriendo ampliamente mientras se inclinaba para recoger a los cinco en las palmas de su mano.-Eso ya no será así, ahora soy una princesa y muy pronto, reina. 
-¡A medianoche!-Dijo uno, orgulloso de si mismo.
-Así es, Gus Gus. A medianoche.-Murmuró mientras acariciaba a su pequeño amiguito con su dedo índice en la cabeza, sin dejar de sonreír.-Id a la mesa del convite he pedido bolas de queso, expresamente para vosotros.-Los cinco se echaron a corretear por el vestido de Cenicienta para bajar al suelo y echarse a la mesa donde darse un buen atracón.

Cenicienta se quedó frente a la ventana, todavía abierta por la que se colaba la brisa cálida de la noche. Y allí, sola como estaba, no pudo evitar mirar a Príncipe para echarse a cantar.
-Que tengo aquí que lindo es, es un tesoro que descubrí, es muy simple decir que no hay más que pedir, ¿qué es lo que ves a tú alrededor? Tanta abundancia, tanto esplendor, te hace pensar que yo no necesito más.-Hizo una leve pausa mientras las cortinas se movían tras ella.- Regalitos así tengo miles. -Dijo mirando su anillo de compromiso. -Pero yo en verdad quiero MMMÁAASSSSS, yo quiero ver algo especial. Quiero saber más, mucho más. ¿Por qué abrían de impedirme ir a jugAARRRRRR?  Cuando me IRRREEEÉ, quiero explorar sin importarme cuando VOLVEEEERRRRR. -Miró a Príncipe sonriendo, cogió aire y finalizó la canción mientras las cortinas parecían luchar detrás de ella por acariciar su piel- Quiero formar.... par-te-de ÉEEEEEELLLLLLLLLL.

La adivinanza de Garfio hizo que el genio cambiara su tonalidad del azul al púrpura.

- Modere su lengua Capitán, hay damas en la sala.

Cuando los ratoncillos amigos de Cenicienta empezaron a corretear por la sala, el genio dio un chillido histérico y se precipitó sobre los brazos de Garfio:

- ¡Una plaga de ratones! ¡Que alguien avise al capitán de la guardia! ¡El palacio ha sido invadido!

Alcanzando el pomo de la puerta que daba al pasillo, la voz de Cenicienta, su dulce prometida volvió a atraparle como el canto fatal de una sirena haciéndole voltearse, tan hermosa y etérea... y el Cazador volvió a gruñir. ¿Qué narices le pasaba? Iba acabar rompiéndole a mordiscos el vestido y sería la mar de indecoroso. Menos mal que Su Alteza Real estaba ahí para tirar de la correa apropiadamente y los genes principescos estaban ahí para salvarle de sus propios instintos.

O eso confiaba.

-Canto para ofrendarte todo mi corazóoon, yo estoy enamorado-Su Alteza Real entornó los ojos con una expresión dificil de descifrar pero el Príncipe lo ignoró para seguir cantando- de tu belleza de tu candoooor. Aaamor hecho ternura, aaamor hecho pasión, aaamor hecho dulzura... te ofrece miiii corazóoon-se puso una mano en el pecho caballeroso y, tomando uno de los lirios de los jarrones que decoraban la sala, lo besó y se acercó a su señora ofreciéndoselo- ¿permite mi dama que le regale un lirio que palidece ante la más mera mención de su rostro?-rodeó con un brazo su cintura y la besó en la sien con suavidad, aspirando el dulce aroma del perfume de Cenicienta- ¿permitís que vuestro siervo se ocupe de hablar con Pepito Grillo, mi señora?

El Genio gritaba cosas sobre los ratoncitos amigos de su señora, y, pese a que había intentado explicar en numerosas ocasiones que las ratas, así como las palomas, los ciervos y los conejos, además de otras criaturillas del campo no eran bienvenidas a la mesa, no había podido disuadir a la novia de que les excluyera de su boda.

Una paloma blanca apareció por la ventana, se posó en los dedos de Ceni, besó sus labios y después entregó ese beso a Príncipe de su pico, tímidamente. Tomó el lirio entre sus dedos, al momento que la paloma blanca volvía a desaparecer por la ventana. Y los ratoncillos se quedaron mirando a la radiante pareja mientras suspiraban de amor.

-¡AL BAILAR!-Gritó uno de ellos.
-¡Al bailar, al bailar, al bailar! ¡Si, al bailar!-Empezaron a cantar ambos rantoncillos.
-En el baile una doncella te encantó.-Cantó uno.
-¡Te encantó!-Exclamó otro
-Pero ella a medianoche se escapó.-Cantó el primero
-¡Se escapó!-Exclamó el otro
-Se llamaba Bellicienta que ahora como esposa quieres.-Cantó el primero
-¿No lo ves? ¿NO LO VES?-Canto otro
-¡Al bailar, al bailar, al bailar! ¡Si, al bailar! ¡¡¡Sólo ella fue tu estrella al bailaaarrrrrr!!!-Cantaron ambos a la vez

Cenicienta sonrió ampliamente mientras observaba a los ratoncitos al cantar. Tomó la mejilla de Príncipe para que le mirase y dulcemente posó sus labios en los suyos.
-Y a medianoche...-musitó apartando su cara de la suya lentamente-...acabará una parte de nuestra vida y comenzará una nueva.-Apartó su mano de su mejilla y sonrió.-Ve, querido. No olvides que... te amo.

El Príncipe iba con su sonrisa profident de pamplinas enamorado cuando su adorada Cenicienta le dio su bendición para apartarse de su lado.

-No os quedéis sola, mi señora-tomó la mano de Cenicienta y besó su palma con suavidad, pero con un gesto íntimo. Miró hacia los ratones y confió, interiormente, en que ellos la vigilaran por si acaso. 

Soltó con suavidad y cierto pesar a Cenicienta para cruzar la sala de invitados de nuevo para salir al pasillo maldiciendo a Grillo y a Botas. ¿Si Alicia había vuelto por qué no lo habían hecho ellos?

-Bah- Con un gesto de aburrimiento, me dirijo al balcon a tomar aire. Esta boda estaba demostrando ser un inmenso aburrimiento. Flores y canciones... Por una vez tenía ganas de terminar el trabajo asignado y poder irse tranquilamente a navegar.

Despues de mirar el espectaculo que tenia Cenicienta y el Principe, con su musica y baile, busque a Alicia, me acerque a ella...

Mi amor, tenemos que hablar, estan ocurriendo cosas y necesito preguntarte algunas cosas y decirte otras, podemos ir a un lugar mas tranquilo...

La charla que habia oido en la Salita de Té me tenia muy curioso y preocupado, era posible que no solo el tramara algo esta noche, si no que ella y aque ser, segun los planes, Blanco sabia mas de lo que podia contarme, pero si le preguntaba seria demasiado directo y de seguro saldria huyendo, asi que debo contar con la ayuda de alguien y confio en Alicia...

DONG - DONG - DONG -DONG

El reloj de la sala dio las cuatro campanadas ¿Es que aquella máquina había enloquecido? Por mucho que Cenicienta, el Príncipe y aquel genio se esforzaran en tratar de aparentar normalidad, allí estaban ocurriendo cosas muy extrañas. La dama de honor devorada por una bestia, invitados que no habían sido invitados, intrigas por los pasillos, y ahora esta misteriosa cuenta atrás. 

¿En qué iría a parar todo aquello? El temor se apoderó de los invitados. Nadie deseaba permanecer a solas a merced del asesino desconocido que se ocultaba entre ellos. ¿Nadie? El capitán Garfio, un intrépido bucanero que no conocía el miedo, se apartaba del grupo para dirigirse a solas al balcón de palacio. ¿Qué estaría tramando aquel viejo lobo de mar?

Por otra parte, el Príncipe empezaba a mostrar síntomas de preocupación. Extrañado por la tardanza del consejero real y del capitán de la guarda, decide dejar un momento sola a su prometida para investigar lo que está ocurriendo en la otra ala del palacio.

Alicia balanceaba su cuerpo adelante y atrás sentada en una de las esquinas de la sala de invitados. Perecía como si el haber presenciado el crimen y el posterior interrogatorio la hubieran traumatizado. Sin embargo, cuando Hansel se acercó, le dedicó una amplia sonrisa.

- Oh, sí, Hansel. Sácame de aquí. Te lo suplico -imploró con voz llorosa mientras una lágrima bañaba su mejilla- Tienes que perdonarme, Hansel.  Yo no quería abandonarte. Fue Magdalena la que me dijo que me fuera, que siguiera al conejo blanco. Todo esto ha ocurrido por su culpa. Yo te quería, Hansel, te sigo queriendo...

Poco después de haber salido al balcón, Garfio vuelve a pasar por la sala para dirigirse a los pasillos. La actitud del capitán deambulando de un lado para otro os parece bastante sospechosa.