Partida Rol por web

Cuando el Hermano Cole se puso en contacto y nos contó lo que estaba viendo, estaba claro que en breves nos pondríamos el resto de la escuadra en camino. Pero como el Justicar había apuntado, primero debíamos abatir a los tres mastines que estaban ante nosotros.

- Preparado para terminar con esta abominación. Apuntando al centro. 

En cuanto Zorael indica que también está preparado, el Justicar inmediatamente abre una comunicación con la pareja del interior:

-No puedo evaluar la situación. Actuad bajo vuestro propio criterio. Fuera todo listo para abrir fuego en cuanto escuchemos movimiento en el interior. El Emperador Protege.

Después, repite esas últimas palabras, sólo en vuestra frecuencia:

- El Emperador Protege.

Tras vuestra comunicación, el Justicar os responde:

-No puedo evaluar la situación. Actuad bajo vuestro propio criterio. Fuera todo listo para abrir fuego en cuanto escuchemos movimiento en el interior. El Emperador Protege.

De seguido, es Korvin el que os habla por el intercomunicador:

-Pronto habrá movimiento. Manteneos a la espera.

Decidís manteneros a la espera, quietos, observando desde vuestras balconadas qué es lo que hacen el tecnohereje y los humanoides de rojas túnicas. Mientras el primero parece ser el capataz del grupo, los otros cuatro continúan con su tarea de derribar la estatua del emperador. Así, con movimientos rápidos y rítmicos, como los propios de una máquina, sus martillos golpean uno tras otro diversas zonas de la estatua hasta que ésta finalmente se quiebra y seguidamente se desmorona.

Sin embargo, lejos que de su interior saliera algo, todo lo que cae al suelo son rocas, rocas, más rocas, y polvo, mucho polvo. Tampoco parece haber nada entre los cascotes que interese al miembro del Mechanicus, cuya reacción es avanzar hacia el muro pasando cuidadosamente sobre los cascotes para inspeccionar una pequeña cavidad, no más grande que una mano humana, y tampoco profunda, que ha quedado visible en el muro metálico al desaparecer la estatua que lo mantenía oculto.

Pero tampoco hace nada, simplemente se acerca para revisar, después mira el metálico objeto que tiene en la mano, y se da la vuelta, parece que con intención de abandonar esa posición...

El Marine del Caos que parecía haber oído a Korvin ha decidido continuar su ronda, posiblemente pensando que lo que ha escuchado no ha sido nada. Para cuando la estatua ha caído, se encuentra a unos 20 metros de vuestra posición, a medias entre el portón principal y la localización del tecnohereje.

El Marine del Caos que hacía su ronda por debajo de Cole ha continuado con su marcha. Para cuando la estatua ha caído, se encuentra a unos 20 metros de vuestra posición, a medias entre el portón principal y la localización del tecnohereje.

Al parecer el objeto que buscaban ya lo tienen en las manos. Al menos no han encontrado ninguna otra cosa y si no entramos en acción es posible que perdamos toda oportunidad de entrar en acción. Hay que aprovechar toda ventaja que tenemos, miro a Korvin y asiento con la cabeza. Más para corroborar, porque no se si ve cómo hago el gesto.

-¡Korvin, ha de ser ahora! -Me comunico con él para asegurar que actuamos juntos.

Si por un casual el tecnohereje quedara inconsciente, lo cogería, usándolo como escudo humano mientras corro hacia la salida, porque supongo que el teleport nonservirá si llevo a alguien cargado. Di no queda inconsciente y el objeto se le cae, me teleporto y lo cojo, siguiendo el plan original.

No no no, cole no....

-Mierda.- mascullo al escuchar su disparo.

Que estupidez, hemos perdido el factor sorpresa por...nada. Ese objeto metálico no parece ser más que una placa de datos, o algo parecido, no lo que realmente necesiten. Quizá fuese la última oportunidad de usar el plan de la cristalera pero es muy posible que no logremos nada.

Es ese leve instante de duda lo que me hace fallar mis disparos. Nunca ha sido mi fuerte disparar con el bolter, queda más que claro.

Genial, Korvin. Genial.

Una vez preparados, y en vista de que el herético parece querer abandonar su posición, ambos disparáis vuestras armas prácticamente al unísono, con intención de hacer caer la maltratada vidriera en una clara acción que pretende generar desconcierto y confusión.

Sin embargo, mientras que el proyectil disparado por Cole impacta en una de las cadenas, rompiéndola, la ráfaga de Korvin no es lo suficientemente precisa y las balas no consiguen dañar el sistema de sujección, lo que ocasiona que, salvo pequeños cristales, el vitral no caiga y quede colgando de uno de sus ganchos, balanceándose de lado a lado por pura inercia.

-¡Por el amor del Emperador!

Korvin había fallado y la vidriera se había quedado colgado de una de sus cadenas. No había mucho tiempo para pensar, sólo actuar. Y había que hacerlo rápido... Podía disparar a la cadena, pero necesitaba bajar al ritmo que bajaba la vidriera... Sólo se me ocurría una cosa que hacer...

Me teleporto a la vidriera esperando que con mi peso caiga. Si no... Espadazo a la cadena.

Teniendo que improvisar, Cole hace uso del teletransportador personal desapareciendo momentáneamente de su posición y apareciendo en medio de la cristalera, con sus pesadas botas rompiendo el colorido cristal y haciendo que pequeños fragmentos caigan, como una llovizna brillante, sobre las cabezas de los incrédulos de la planta inferior.

Debido al peso extra, no sólo del Astartes sino también de tener que sujetar toda la vidriera desde un único punto de enganche, la cadena cede y la cristalera cae al vacío con Cole en su interior agarrado como buenamente puede al metálico esqueleto del ventanal.

Sin poder hacer más que reaccionar de forma apresurada, pues la situación les ha pillado completamente por sorpresa, el cuarteto de humanoides mecánicos se echa las manos a la cabeza, mientras que el tecnohereje, en vista de que la cristalera se le venía encima, trata de esquivarla en vano y todo el armazón metálico le cae encima tirándole al suelo y haciendo que, casualidades, el objeto metálico resbale unos metros hacia delante suyo. No parece herido, y su brazo mecánico no tardará en ayudarle a levantarse.

Una voz, cuyo extraño e infernal timbre es idéntico al causado por los cristales al caer y romperse contra el suelo, te susurra:

- Gracias... je je je...

Es una voz que no reconoces, pero que estás seguro de que te hablaba a tí...

Mientras Cole está sobre el armazón de la vidriera y seguidamente cae sobre el tecnohereje, lo que Korvin ve no son cristales cayendo, sino gotas de sangre que después se esparcen por el suelo hasta formar un gran charco...

Nada más caer encima de la vidriera esta se viene abajo. Me sorprende la velocidad a la que cede y no puedo evitar llevarme un buen golpe que me deja sin aliento dirante un segundo. Pero lo que más me preocupa es la voz que he escuchado, esa voz que se asemeja a la rotura estridente del cristal. Que me de las gracias algo así nunca puede ser bueno, pero no puedo caer en la desesperación, si de verdad esto les ayudara a algo, lo hubieran hecho ya. Simolemente está jugando conmigo.

Ruedo hacia un lado al mover el montante de la vidriera caída. Caigo cogiendo aire para respirar tras la caida, que ha sido más potente de lo que imaginaba. No me esperaba que cediera tan pronto, pues ha sido prácticamente poner el pie y caer, con lo que no he sido capaz de caer de pie... Giro la cabeza a tiempo de ver levantarse al tecnohereje y se que tengo que reaccionar en cuanto antes. Puede que lo que tuviera en las manos no fuera en sí el objeto, pero ese arco con muescas puede arrojarnos algo de luz a todo esto, además de fijar la atención del tecnohereje en mi. Más de lo que puede estar ahora.

Me teleporto de pie a recoger el objeto y miro al tecnohereje, se que ahora todo depende de lo que puede llegar a pasar y mi reacción ante el más que el posible ataque herético. Así que sólo me queda provocarles y esperar a que piquen.

-¡No tenéis ninguna posibilidad contra los heraldos del Emperador!

Me preparo para lo qie pueda llegar a pasar. Me guardaré el objeto y les apuntaré con el bolter del brazo a sabiendas que no me va a dar tiempo a disparar antes de recibir los ataques enemigos. Pero es lo que toca, y es lo que me queda por hacer. Si me da tiempo, cuando escuche los disparos enemigos me teleportaré al exterior de la catedral. De camino a donde están mis hermanos fuera, para que los heréticos sepan hacia donde tienen que salir pero no puedan llegar a dispararme. (Siempre y cuando sea posible).

Estábamos frente a una espera tensa, en cuanto los hermanos que formaban la escuadra de choque empezaran a moverse, todos tendríamos que actuar como una máquina bien engrasada y terminar con los mastines que teníamos enfrente. 

- El Emperador protege. 

Apunto hacia la demoniaca figura que me e asignado y espero a que empiece el ataque, cuanto mas tardásemos en terminar con estos seres, mas tardaríamos en apoyar a nuestros compañeros. - Sed rápidos y eficaces, hemos de terminar con esas abominables criaturas y no dejar tiempo a la huida del hereje.

Finalmente, tras pasar en posición unos minutos desde la última comunicación, y sin tener más noticias de la pareja del interior de la basílica, se oye una ráfaga de disparos proveniente del interior del edificio; una sola.

Los mastines se sobresaltan, dejando a un lado los destrozados restos del cadáver que estaban disfrutando, y se giran hacia el interior de la basílica mientras olfatean el aire...

- ¡Disparad! -Ordena el Justicar-. ¡Que no sobrevivan!