Partida Rol por web

El grupo se despierta por las voces que da Nehifile, aún de noche, parece que conversa con un visitante que se acerca despacio hacia el fuego del campamento. Podría ser un humano con ropas sencillas y desgastadas. Mientras avanza desde uno de los escarabajos, guarda una daga ensangrentada al lado de una espada corta que lleva colgada del cinto.

La luz rojiza de la hoguera parece brillar de manera especial en sus ojos, que se muestras rojos como el fuego.

No esperaba ver viajeros capaces de acampar al lado de un montón de comida. Debeis de ser afortunados si ninguna bestia ha venido a deboraros.

Sigue acercandose lentamente hacia el grupo sin realizar ningún movimiento hostil

Me gustaría poder sentarme con vosotros y tener una buena conversación, hace mucho que no estoy en la civilización.

Nehifile estaba dando cuenta de las provisiones, al parecer para un tentempie de madrugada. No había mucha selección, pero agarró algo de las raciones de hierro que portaba y le lanzó algo al visitante. 

Toma, come, pareces hambriento... Pero siéntate, hombre, no te quedes de pie. Me llamo Nehifile y estos son... - Entonces se percató de que los demás se habían desperado. - ...bueno, que se presenten ellos. Ya son mayorcitos. Y Tú? Tienes nombre? No esperó más y dio un buen y ruidoso bocado. Grhum... quidles aglua? Le ofreció el odre. 

No pienso decirte mi nombre, para que te enteres...

...me llamo Atalulfo. En ese momento, intentaba desatar la mochila con una sola mano.

- Las bestias que nos han atacado son  estas que ahora yacen sin vida. - Dijo Alé tratando de intimidar al desconocido por si pensaba atacarlos de alguna manera.- Pero toma asiento y come algo como dice mi amiga. Dices que hace mucho no pisas un lugar civilizado, ¿de dónde vienes pues? ¿Qué haces merodeando nuestro campamento pro la noche? Podríamos haberte hecho daño de no ser gente de bien.- Miró a Atalulfo que trataba de abrir la mochila. Con cara de resignación y cargada de paciencia le ayudó a desatarla. ¿Dónde estaban los ayudantes para cuando se les necesitaba?- Deberías descansar. Pídeselo a el chico. ¡Oye tú!- Se dirigió al chico de los animales.-¿No ves que necesita ayuda? Estáte más pendiente a partir de ahora.

Vine aqui porque el olor a comida me atrajo. Además, veo que estos insectos os han causado bastantes problemas. Comenta mientras fija sus rojos ojos en el muñon ensangrentado de Atalulfo.

Se acerca al resto del grupo y se sienta a comer lo ofrecido por Nehifile.

Por fin algo de buena comida, hacía tiempo que no comia algo que no fuese tostado al fuego o crudo. Contadme como va la ciudad de Aglate, ¿sigue Muenir haciendo de las suyas o ya se han cansado de él?

Iba bien el combate pero el último de los bichos era más duro y se nos resistió un poco. Al parecer les gustan los brazos y las piernas. - Pegó otro bocado.

Mhbuenir? Grhmh... Glub... No sé quien es. Llevamos poco tiempo en la ciudad. Queremos hacernos ciudadanos. Qué haces tú por aquí? Tuviste que huir de Áglate? No te preocupes, no somos de la justicia. Jijiji. Puedes contarnos lo que quieras. Estamos de paso. Queremos rescatar a mi hermana. La tienen presa en una mina o algo así. Conoces estas tierras? 

¿Poco tiempo? eso si que es una sorpresa. Después del gran resplandor no apareció nadie más.

Yo por desgracia tuve que huir de Aglate. Hay cosas en las alcantarillas que es mejor no saber. Conmigo... bueno, probaron cosas y cuando conseguí mi oportunidad sali por patas.

¿De donde quieres rescatar a tu hermana?

Demasiadas preguntas. La bruja mira seria al desconocido. Dinos quien eres si no quieres que te expulsemos de nuestra compañía.

Thessaly no se fiaba del desconocido y no se esforzaba en ocultarlo.

Alé esta vez estaba de acuerdo con la rudeza de Thessaly. Si el hombre se creía que podía ir por ahí con nocturnidad y alevosía y ponerse a comer de su mesa dando escuetas explicaciones iba listo. Quizá consiguiera la Bruja con su rudeza lo que la Sacerdotisa no había conseguido por las buenas. Clavó su clara mirada en el hombre, a la espera de respuestas más extensas.

Nehifile estaba a punto de contarle todo el plan cuando intervino Thessaly. Le había costado espabilarse, pero lo había logrado y dejado patente con su suave intervención. 

Eh, que es nuestro invitado, joder. No le tratemos como una puta mierda... A ver, chico, mis compañeras desconfían por la tontería de que no has dicho tu nombre ni qué haces por aquí exactamente. Ya ves, yo no soy tan "así" como ellas, pero sería tan fácil hablar un poco de ti, que no vale la pena ni discutir. Anda, dinos, cómo te llamabas? Empieza por eso. Ya verás como luego te caen bien... Incluso la pelirroja. Jijiji. 

Soy Ánore dice mirando fijamente con sus ojos rojizos a Thessaly. y soy un superviviente. Repudiado de todos los bienvestidos de Aglate que no quería que les contagiara con mi inmundicia, así que llevo meses vagando por este bosque. ¿Satisfecha?
 

La pelirroja a mi me cae fatal, dijo Atalulfo, claramente entusiasmado con la turgencia y blancura de sus carnes, y tú me caes peor todavía, hehehehe, le dio la mano, amigablemente.

Estoy seguro de que no eres capaz de ayudarnos a encontrar un camino para atacar por sorpresa a los Kobolds.

Satisfecha. Cualquier repudiado por esa estúpida ley de la ciudad es bienvenido. Le pasa bebida al extraño. No sé si estarás interesado pero podrías viajar con nosotros. No vamos de viaje si no a rescatar a su hermana. Señala a Nehifile Si llevas meses vagando por los bosques los conocerás bien y podrías guiarnos hasta las minas. Nosotros, sinceramente, estamos algo perdido.

Eso es muy interesante, si que se donde se encuentran esos kobold y os podría guiar, pero claro, ¿que saco yo de esto?

Hace una pausa mientras saborea la bebida que le han ofrecido.

Llevo mucho tiempo solo vagando por estos lugares, no tengo un lugar al que pueda llamar hogar, todo lo que tenía me lo arrebataron cuando me echaron como un despojo ¿que me ofreceis?

Todavía quieres vivir en medio del campo, Ánore? No querrías ser ciudadano? Además de rescatar a mi amada hermana, estamos aquí para averiguar cosas de esos coboldos. Seguro que tú sabes cosas como guaridas, movimientos, número de trompas, o puedes ayudar a averiguar esas mierdas. Te ganarías la ciudadanía por ayudarnos y unas cien monedas de oro por cada información. Con eso podrías hasta vivir bien y dejar de ser mirado por encima del hombro por los estirados de la ciudad. Qué te parece, compare? 

Ya se había acabado la ración y su estómago dejaba de gruñir ansioso. 

¿Qué? ¿Te mola? ¿Vienes con nosotros? Intentaba rascarse el culo, y, de hecho, retorcía el cuerpo, hasta que se dio cuenta, por enésima vez, que estaba haciéndolo con su fantasmal mano izquierda, la que ya no tenía.

Entonces, para consolarse, comenzó a pensar en una historia de terror en la que aparecieran espectros de miembros amputados. Cuando comenzó a imaginar miembros diferentes a manos, pies o cabezas, comenzó de verdad a tener miedito. Mira que si...

La arruga permanente se había instalado en el ceño de Alétheia, La Pitonisa del Débil. Todos parecían contentos con aquella nueva y desconocida incorporación al grupo, pero ella no. Nada que salía de la más negra oscuridad podía traer nada bueno y ella lo sabía muy bien. Sin embargo se resignó a la voluntad de la mayoría. Después de todo, ella era la Esclarecedora de los Misterios, La Inquisidora. Si el Débil así lo deseaba, aquel mequetrefe de Anore no podría hacer nada por ocultarse o fingir. Quedaría indefenso y desnudo ante la vidriosa pero penetrante mirada de su Salvador.

- Muy bien.- Dijo apretando los labios hasta que formaron una línea muy fina.- Todo vuestro.- Les dijo a Thessaly y Nehifile. - Yo me voy a dormir pues debo descansar.-Qué se queden ellas haciendo la guardia si tanto les gusta. Se fue a dormir medio refunfuñando. En su Visión había visionado el éxito de la misión y , en ninguna parte, estaba aquel entrometido. Pero claro, tampoco le faltaba un brazo al gigante verde. En su trayecto observó al semiogro, inundándole un enorme sentimiento de piedad.- Déjame que te ayude Atalulfo. ¿Donde te pica?¿Aquí?- Con la paciencia de una madre le rascó allá donde le picaba. ¿Cómo alguien podía tener las nalgas tan duras?¡Eran como dos enormes rocas! Las de Alé,eran más como dos enormes cojines. Además, cuando las tocaban, se bamboleaba en un movimiento casi perpetuo, hasta que decidían detenerse.- Ehm...debes descansar...has pedido mucha sangre. Perderás el color si no regeneras la vida que has derramado. - Cuando finalmente llegó a su catre junto al fuego, descubrió que se le había ido el cabreo y que conciliaba el sueño pensando en pedruscos, rocas y cantos rodados.