Partida Rol por web

-¿Y me lo vas a hacer ahora? -rió Izzy, dejando que Laurie la besara a pesar de que la estaba empapando. Acarició su espalda con ternura y acabó cogiéndole el culo con picardía.

Laurie rió mientras atrapaba los labios de Izzy entre sus dientes y le susurró que sí mientras una mano se deslizaba por debajo de la camiseta con disimulo. Tampoco estaban tan lejos del resto.

-¡LAURIE!

Una mano tiró de su brazo con violencia apartándola escasos metros del artefacto y sacándola de aquel breve estado de shock. Sí, se estaba volviendo demasiado temeraria, pero todavía no era su hora de morir. Tenía algo pendiente, después de eso podían volarla en mil pedacitos si querían.

Vio a Rhys tirarse casi en plancha detrás del sofá después de soltarla.

¿Laurie? ¿Dónde estaba Laurie? Junto al rio, en el verde, con la humedad, los besos, la paz... Ahora sólo había ruido y pólvora, y polvo y esquirlas de yeso que saltaban en todas direcciones. Izzy notaba a alguien encima, pero no era ella, no era ella. Laurie era polvo.

Abrió los ojos y se arrodilló tras el sofá. Estaba en mitad de una trifulca. Estaba matando hombres. Eso era.

La explosión hizo añicos gran parte del recibidor y prendió fuego a las chaquetas que había colgadas junto a la puerta, la puerta y algún que otro mueble. La visión de Izzy se distorsionó completamente por la enorme fuente de calor que había al frente, y las figuras de sus oponentes se desvanecieron tras aquella cortina humeante. Rhys soltó una maldición y se levantó.

-Vete por la parte de atrás -señaló la puerta del fondo mientras se acercaba a una ventana y la abría, colocando el arma en el alfeizar-. Os voy a volar la cabeza cuando salgáis, mamones...

Izzy no protesto: la idea le parecía genial, y no es que tuviese pensado morir. Aún.

Agachándose y disparando fuego de cobertura a su espalda, la nómada corrió hacia donde Rhys le indicaba.

La puerta daba a un pasillo. Pasillo en el cual sólo había una puerta abierta, lo quele hizo pensar que por ahí había salido la otra chica. Entró corriendo y se encontró un dormitorio cuya decoración no le dio tiempo a mirar. Había una ventana abierta que daba a la salida de incendios. Se podía llegar facilmente con un salto.

-¿Qué ha sido eso? -preguntó una voz nerviosa- ¿Dónde está mi tío?

En la escalera, más abajo, estaba la rubia sosteniendo una pistola que bajó al ver a Izzy. Llevaba una mochila y de su muñeca colgaba un cable que estaba conectado a un portátil que había apoyado en el suelo.

-¡Corre! ¡Coge el juguete y corre! -Izzy dio un salto hacia la escalera y se sujetó a ella con habilidad. Pasó al otro lado y, empuñando aún su pistola, bajó las escaleras de tres en tres sin que le preocupase demasiado que la chica la siguiera.

Natalie cerró el ordenador y lo metió en la mochila mientras bajaba por las escaleras detrás de Izzy, sujetándose de vez en cuando a la barandilla al perder el equilibrio. Cuando la nómada llegó al suelo sólo había dos caminos, la calle de la que se escucharon varios disparos y la parte posterior del edificio. La rubia no se lo pensó dos veces y corrió en dirección contraria a los disparos. Se giró un momento para gritarle:

-¡Ven, por aquí! Tengo la moto aparcada en la parte de atrás.

-Yo tengo la moto al otro lado. Ni sueñes con que la voy a dejar -dijo ella-. Llévame a la vuelta de la esquina.

Izzy se montó de paquete en la moto de Natalie cuando llegaron hasta ella. La última vez que lo había hecho, debía de tener trece años. Sin una moto propia, en el clan no se era más que un niño.

Natalie sacó la llave de su moto de un compartimento oculto que tenía en el antebrazo y llevó a Izzy hasta la esquina que había indicado dando una vuelta a la manzana. Conducía sorprendentemente bien ara sus pintas de niña pija. Aparcó no muy lejos, justo cuando las sirenas empezaban a sonar. A lo lejos se veía el edificio donde habían estado minutos antes, y las llamas comenzaban a salir del cuarto piso. Varios civiles pasaron corriendo a su lado huyendo de los disparos que ya habían cesado. Entre que Izzy montaba, Natalie miró con preocupación hacia el fondo, tratando de divisar al otro hombre, pero este no apareció.

Entonces aparecieron los primeros coches de policía en el otro lado de la calle.

-¡Mierda! ¡Vamos, vamos, vamos! -gritó poniendo en marcha de nuevo su moto.

Izzy encendió el motor de la moto y arrancó, subiendo los pies enseguida y ganando velocidad rápidamente. Conducir delante de la policía no era ninguna novedad: sabía bien cómo quitárselos de encima. Tan bien que la única vez que la habían cogido había sido cosa de un chivatazo.

Quinn, maldita zorra.

-¡Sigueme! -gritó Izzy, acelerando y poniéndose delante de Natalie.

La chica no se lo pensó mucho a la hora de darle esquinazo a la policía. Siguió a Izzy de cerca (demasiado de cerca, ya que una de las veces al virar casi se chocaron). El viento le daba en la cara y la adrenalina le recorría las venas como hacía tiempo que no le pasaba. Su vida se había convertido en algo demasiado autómata y repetitivo como para que una experiencia así no le sentase bien.

Uno de los coches las siguió por un par de calles, pero el tráfico le dificultó la persecución y las motos se movían con mucha más ligereza. En cuestión de minutos los perdieron de vista y pudieron reducir la velocidad para que ninguna patrulla urbana les parase con intención de multarlas. Aun así siguieron rozando el límite hasta que Izzy decidió parar en un bar, lejos de la zona.

Sintiéndose más exultante que en mucho tiempo, Izzy se permitió gozar de la experiencia de sortear el tráfico a toda velocidad para dar esquinazo a la policía. No le costó mucho dejarlos atrás, pero aún así, el corazón le bombeaba con fuerza. Aquella era una de las pocas cosas que hacía que le gustase vivir. La adrenalina llenaba su cuerpo de una sensación parecida a la del flechazo que sufrió por Laurie. Era un pobre sustituto, pero aún recordaba lo que era ser una mujer libre y sin preocupaciones por la I-10 a toda pastilla.

Pararon en un bar. Izzy dejó su moto aparcada y le dio un golpecito en el manillar a modo de caricia. Entró sin hacer mucho caso de la gente, se sentó en una mesa apartada y esperó a que Natalie hiciese lo mismo. Cuando la camarera se acercara, pensaba pedir un par de birras.

-Ahora dime dónde está Quinn -dijo, en un tono mucho más amable y humano del que habría utilizado de no ser por la carrera frenética.

Cuando Natalie se quitó el casco parecía realmente aterrada. En cuestión de medio minuto se le borró la expresión de susto, pero aun así miraba a todos los lados con poco disimulo. No se la veía muy ducha en eso de salir por patas.

Se sentó frente a Izzy y pidió un tequila aparte de la cerbeza. Miró a Izzy con cierta incomodidad y torció el morro.

-No lo sé. ¿Me vas a explicar tú de dónde coño te has sacado esa escolta? -dijo alzando las cejas, seria-. Han quemado nuestra casa, y reza para que a Rhys no le haya pasado nada.

-¿Escolta? Esos no eran mi escolta, no tengo ni idea de dónde han salido... -Izzy dio un trago largo a su cerveza y torció el gesto al sentir el gas recorriéndole la garganta-. Tampoco sé quiénes sois y francamente, no me importa. Lo que quiero es saber dónde coño está Quinn.

-No lo sé, Laurie -sentenció-. Esos venían a por ti, no a por nosotros. Nosotros estamos metidos en pelea de bandas, no contra sicarios que vienen a tu casa, así que tú me dirás a quién le interesa menos saber de quién.

Natalie se tomó el tequila de un trago y puso una mueca de desagrado hasta que se le pasó. Después de carraspear para pasar el ardor miró de nuevo a Izzy.

-Yo quería ayudarte a dar conla tipa esa, pero se me han quitado las ganas, no vaya a ser que la próxima me vuelen la cabeza.

-No, no, no... -Izzy dio un golpe con la botella en la mesa y sacó la pistola. Encañonó a Natalie por debajo de la mesa y trató de dominar la ira-. Ni sueñes que vas a dejarme tirada, no después de lo que he tardado en llegar hasta aquí. Vas a decirme dónde está Quinn o te juro por todos los Santos que no será necesario que venga ningún sicario a volarte la cabeza. No quiero hacerlo, pero lo haré si es necesario. ¿Te has enterado?

Natalie se quedó blanca como la pared cuando Izzy sacó el arma. Cerró los ojos y levantó las manos lentamente pidiendo calma. Le temblaban ligeramente, y cuando volvió a mirarla sus ojos se habían vuelto cristalinos.

-Oye… que no lo sé, te lo juro… -Debajo del maquillaje y las pintas tecno se mostró una chica completamente aterrada que, desde luego, haría lo que le pidiese con tal de no disparar el arma-. No tengo ni idea de cómo funcionan estas cosas, sólo estaba… fanfarroneando… Q-que me da igual lo que hayas hecho, pero no dispares, por favor... Te ayudaré, o... lo que sea -murmuró.

-Quien me dio el nombre de Rhys me dijo que sabíais dónde estaba Quinn -dijo bajando la pistola. Se apiadaba de la chica; obviamente no sabía nada, pero cuando se ponían así de idiotas era necesario intimidarlos-. Ella es la única a la que quiero matar: me da igual lo que me pase después, por mí como si me tiro de un puente. Por eso no me voy a detener ante nada o nadie, y que me persigan unos sicarios me es indiferente si antes consigo acabar con esa puta. Así que vas a conectarte a la red o a lo que quiera que sea y me vas a decir lo que he venido a saber.