Partida Rol por web

La dirección que el señor Wright había facilitado a sus invitados estaba en Nueva Jersey, concretamente correspondía a una de las mansiones que se situaban en la periferia del estado, orientada en su zona norte, bastante cerca de Nueva York. Obviamente por el aspecto del hogar y la situación geográfica, se podía decir que los Wright fabricaban oro por la noche.

El coche que os trae a la propiedad, ya fuera por medio de un taxi o vehículo de uso particular, queda a determinada distancia de la puerta. Un camino de baldosas salva la diferencia de espacio entre los aparcamientos y aquel hogar, atravesando los jardines. El lugar era amplio, tanto que incluso se podría jugar un partido de baseball por las largas distancias sin obstáculos de la entrada, estaba claro que al dueño de la casa le gustaba tener una buena percepción de quiénes llegaban de visita.

Era un día precioso, con cálida temperatura y el sol asomando en lo más alto, dotando de calidez a los que se exponían a su contacto. Hubiera sido ideal hacer un almuerzo en la zona externa, pero no había ningún indicio de que aquello fuera a producirse.

Había un mayordomo en la puerta, un hombre que esperaba de manera paciente la llegada de los invitados y que con mucha educación abre la puerta de la mansión y les muestra dónde está el salón, el lugar donde podían acomodarse hasta que llegase el anfitrión.

La entrada del edificio es grandiosa, con moldes de escayola en los techos y columnas, así como una baldosas de mármol completamente brillantes. La lámpara del lugar tintinea sus cristales cuando una ráfaga de aire se filtra por la puerta. A la izquierda se dispone unas escaleras de acceso al piso superior, previa a éstas hay una puerta cerrada. Al fondo hay otra entrada, pero ésta dirige a otros jardines distintos a los que habéis cruzado. A vosotros os dirigen por la puerta de la derecha.

Una vez entráis a la estancia encontráis el salón, un lugar de aspecto clásico, totalmente sobrio y aséptico, nada de modernismos. Un lugar ideal para tomar asiento y charlar, dejando espacio entre los asistentes a la reunión, estaba claro que no era un lugar de índole familiar, donde la cercanía primase.

- Señores.... Si son tan amables de acomodarse, el señor Wright estará con ustedes en un breve lapso de tiempo... - hablaba casi tan bien como un señor, y es que aquel mayordomo estaba instruido -... Permítanme sus abrigos... 

Tras recoger las prendas que le hubieseis entregado, se retiró por la puerta con el sigilo característico de un gato.

Llegamos a la mansión, porque no podía catalogarse con otro nombre, del señor Wright a la hora convenida. Según me estuvo contando Miracle, en estos eventos la puntualidad se observaba mucho, y no convenía llegar tarde. No porque nadie se ofendiese, nada más lejos de la realidad, si no porque por protocolo había que esperar a que todos los invitados estuviesen presentes para dar comienzo a la reunión.

Miracle me ayudó a elegir un atuendo. No tenía trajes, y no tuvimos tiempo de ir a comprar ninguno. Incluso fuimos al Soho, donde conocía una tienda pequeñita que los alquilaban, pero estaba cerrada y el teléfono de contacto no respondía. Así que me eligió un pantalón vaquero negro, totalmente negro, que asemejaba al de un traje y una camisa blanca impecable. Al menos daba el pego. Me recogí el pelo en una trenza que me hacía parecer un nórdico de otra época.

Miracle, en cambio, iba asombrosamente bella. Pero es que tenía esa cualidad. Cualquier trapo que se pusiera le caía bien. Incluso un chandal pasado de moda. Otras personas parecerían que venían de vender droga, ella en cambio... 

Pues se puso tan solo una gasa con unas vueltas dadas de manera especial, que le hacían asemejar a un vestido de corte griego. El pelo recogido hacía un lado haciéndole unas amplias ondas. Completaba su vestimenta unos zapatos de tacón más altos de lo que probablemente marcara la etiqueta.

Y así llegamos. Consideramos que los "niños" no debían venir, y así lo hicimos. Aunque no me extrañaría que Lily finalmente apareciese.

El mayordomo nos recibió con un muy educado "buenos días". Nos miró, de manera profesional, sin notarse, aprobando a Miracle pero no a mi... me miró con cierto... mmm... desencanto y me habló - señor Lomenzo, la fiesta es de media etiqueta, si me lo permite, en el vestidor tenemos chaquetas y corbatas. Dígame su talla y acompañeme, por favor.

La cara del hombre me sonaba. No sabría decir de que, pues en este tipo de trabajos prácticamente no se salía de la vivienda. Quizás en sus ratos libres tocara la armónica en algún club... algo de eso debía de haber, pues estaba casi seguro de que lo había visto antes.

Una vez "medio etiquetado", joder, la chaqueta me caía perfecta... y Miracle me miraba un tanto extraña, extraña  y divertida... la muy zorra, jaja... jamás me había visto con estas pintas... pasamos al comedor, donde ya se encontraban algunos rostros conocidos de anoche.

Sonreí con satisfacción, pese a haber bebido tanto, a ninguno se nos notaba en absoluto. Era reconfortante comprobar que había quien aguantaba bien la bebida hoy en día. Al menos lo pasaríamos bien.

Nos sentamos al lado del señor Kabulski, el cual presenté a Miracle.

Miracle se sorprendió al día siguiente por las informaciones que Matt le dio sobre la noche anterior, sobre todo por el hecho de tener que aceptar ir a un almuerzo a la mansión de los Wright. Allí todos vestían de manera exquisita y no ir adecentado, determinaba en cierta medida quedar mal socialmente, pero aunque no lo dijo abiertamente, a la mujer le importaba más bien poco no gustar, era algo que dejó claro hacía tiempo.

Tuvo que llamar a una amiga para que se quedara con los niños, Ted no puso problema alguno, era un verdadero dulce, pero Lily..., bueno, ella siempre ponía inconvenientes a toda decisión que su madre tomaba, parecía que disfrutaba llevándole la contraria.

Cogieron un taxi para llegar a la mansión de los anfitriones, un lugar tranquilo para comenzar una conversación sobre la noche anterior -... Me ha dicho Lily esta mañana que ayer bebiste mucho... - ¿era un reproche? -...¿por qué tardaste tanto en llegar?... - estaba claro de que la niña no le había contado todo y lo dicho podía estar completamente manipulado... ¿Sería Lily capaz de arruinar la relación entre ambos?...

La charla comenzaba suave, Miracle parecía incluso insegura por iniciarla, una suerte llegar a la mansión y romper la tensión entre ambos por el comentario del mayordomo, el cual "disfrazó" por completo a Lomenzo, haciendo que aparentase ser alguien de mucho éxito, y es que un traje podía literalmente, dar una imagen muy elevada de su portador.

La pareja llegó al salón de la mansión Wright y tras saludar a los presentes, se sentaron cerca de Kabulski, saludando Miracle al detective, presentándose con la mejor de sus sonrisas y una buena educación.

- Encantada de conocerle, soy Miracle... - dijo la fémina tendiendo la mano, parecía una persona sencilla, directa, sincera, al menos esa sensación daba.

Crawler llegó a la mansión en la moto que tantas millas le habían acompañado en sus viajes ya que, por norma, prefería tenerla guardada en el garaje de su casa y coger el transporte público para moverse por las atestadas calles de la ciudad. Aparcó en la zona indicada y, tras bajarse, se retiró el casco y guardó este en el baúl de esta.

Tras aquello, una vez apartado de la moto, se acercó al taxi de Charlotte y la saludó con una sonrisa. La joven podía percatarse que el hombre llevaba una gabardina ligera y que a saber que había decidido usar para asistir a la comida familiar, pero peculiarmente, tras retirarse esta y colgarsela de un brazo, mostró un traje de corte burdeos, con un pañuelo dorado en el bolsillo de la solapa y una camisa blanca con corbata de lineas sencillas y color claro.

Una imagen, cuanto menos, inesperada en alguien a quien veía todos los días portando vaqueros o chandal. Tras ofrecerle el brazo le susurró por lo bajo.

-Espero no hacer el ridículo con este traje... me lo recomendaron en LS Men’s y por suerte era de mi talla... -le dice tras darle un beso en la mejilla tal vez demasiado cerca de la comisura de los labios, algo que más que intencionado fue por el nerviosismo de la situación, provocando que el corazón le latiera con fuerza. Aun no habían tenido una cita en condiciones y ya iba a conocer a su familia.

Tras aquello observó al mayordomo y siguió sus indicaciones, entregándole el abrigo.

-Muchas gracias caballero -le dice con una sonrisa- ¿Donde deberíamos sentarnos Charlotte? -le pregunta, un poco confuso de donde deberían de sentarse siguiendo la etiqueta social de la familia, aprovechando mientras para observar por encima el lugar y enarcar una ceja- Vaya casa... limpiarla tiene que ser un infierno -le comenta por lo bajo, sonriendo, intentando bromear.

Una vez que pudo detenerse a mirar a la gente allí presente saludó brevemente a Lomenzo y al resto cuyos rostros le resultaran familiares, pero a pesar de intentar resultar agradable intentaba mantenerse al margen, en un segundo plano, teniendo toda su atención puesta en Charlotte. Se podría decir que para Crawler, por la forma en la que hablaba y la miraba, solo existían dos cosas en este mundo que le importaran, la primera su trabajo, la otra Charlotte, y no tenían porque ser precisamente en ese orden.

-¿Algún consejo que quieras darme antes de que lleguen los demás? -le pregunta, esperando que le diga algo, alguna pista tal vez, de que hacer llegado el caso.

Charlotte había llegado pronto a casa de sus abuelos, quería ir a charlar con ellos antes de que se presenciase allí Crawler y le interrogasen como si de un fugitivo se tratara, y es que con su familia nunca se sabía qué podía esperar. Tras dar los besos de rigor y tomar una taza de café, se dirigió hacia el aparcamiento a pesar de los comentarios negativos de su abuela "Una mujer debe saber hacerse de rogar y no ir a buscar a su prometido... Por eso sigues soltera"... 

Aún con el comentario hiriente rondándole la cabeza la mujer logró sacar su mejor sonrisa cuando vio llegar a Jacob en su moto, quedando completamente impactada por el aspecto tan elegante y varonil que desprendía, se estaba poniendo nerviosa.

- ¿Ridículo?... Estás genial..., madre mía, Jacob, qué distinto te ves a como sueles vestir... - le dijo sin maldad alguna, quizás siendo demasiado nítida -... y por cierto no sabía que tenías moto..., hubieras participado en la carrera de ayer... - comenta con sorna, evidentemente no lo hubiera consentido si llegara a proponerlo.

El beso del hombre fue correspondido de igual manera, quedando las miradas prendadas durante un instante, bullía la complicidad. Ella estaba nerviosa, y la manera de templarse era avanzar hacia el hogar, no sin antes coger la mano de quien ya era oficialmente su pareja, y curioso, todo eso sin ni siquiera haberse besado antes.

- No hay un sitio estipulado a la hora de sentarse, aunque es cierto que a mis abuelos les agrada situarse en el sillón del fondo, el presidencial... Aunque si te sentaras allí no te levantarían, por supuesto..., yo creo que deberíamos acomodarnos en el sofá más cercano a la puerta por si tienes aún ganas de huir..., el de la izquierda mismo... si te parece bien... Y sobre lo de limpiar, descuida, no verás a mi abuela coger una bayeta..., tiene bastantes mujeres de servicio que se encargan de ello... No obstante a mi me gustan las casas más.... - se mordió el labio buscando un término adecuado -... más hogareñas.... más..., íntimas... - finaliza antes de dar un consejo -...Jacob, simplemente sé tú mismo... pero si puedes..., muérdete la lengua cuando veas que mis abuelos se alteran..., a veces son algo... especiales... - suspira -... no a veces..., siempre....

Malcolm llegó sólo a la mansión en un taxi bastante destartalado. Había esperado un poco hasta encontrarse con uno realmente echo polvo para la ocasión, ya que imaginaba que aquella gente estirada le desagradaría ver una imagen así. Había quedado encontrarse con Lexi allí mismo, en parte por no hacerle ir en una birria de taxi y en parte por que iba demasiado pillado de tiempo para poder recogerla. Había ingerido gran cantidad de alcohol la noche anterior, tanta que su plan de investigar a los presentes se le pasó completamente y había optado por dormir hasta media hora antes de la cita.
El aspecto del detective no tenía nada que ver con el de la noche anterior, puesto que su elegante traje se había quedado en su apartamento y en su lugar vestía una camisa blanca descolorada y arrugada y unos pantalones marrones desgastados.*

Cuando se encontró con el resto de invitados, Malcolm los saludó con un ligero movimiento de cabeza sin atreverse a decir nada con la voz de ultratumba que tenía en ese momento. También imaginaba que todavía, a pesar de haberse pegado una buena ducha y haberse puesto una buena colonia, olería al alcohol de la noche anterior. Al mirar al mayordomo, no pudo reprimir sonreír pensando que no le sorprendía nada que esa gente tuviera a negros como personal de la casa Qué raro que no tengan una plantación de algodón.

La casa era realmente imponente, eso tenía que admitirlo, aunque a Malcolm siempre le había parecido que las mansiones eran muy poco acogedoras. El prefería un piso mediano dónde fuese más fácil encontrarse con los seres queridos, en caso de vivir con ellos, y donde también pudiese tener un poco de privacidad.
Cuando se sentó, la mujer que acompañaba a Matt Lomenzo se presentó educadamente - Malcolm Kabulski respondió el detective esforzándose en sonar normal a la vez que estrechaba su mano.
No tenía el cuerpo para iniciar una conversación con nadie, y lo único que quería era un poco de agua y una aspirina por lo que se levantó del asiento y buscó la cocina. Mientras paseaba por la casa, Malcolm buscó con la mirada a su compañera por si ya había llegado a la fiesta.

Vaya, estaba realmente sorprendido, la noche anterior nos pasamos con la bebida, sin duda... pero no esperaba que causara tales estragos en alguno de los que compartieron mesa.

Kabulski, ¿qué? ¿una mala noche? - traté de sonar simpático... normalmente lo conseguía, pero apenas conocía al detective y desconocía como se tomaría las bromas.

Éste lanzó una excusa cuando Miracle se presentó y se levantó... ¿buscar las cocinas? ¿una aspirina con agua? 

Querida... ¿te importa que acompañe a nuestro amigo? - susurré a Miracle mientras me levantaba y me acercaba a Malcom, dispuesto a acompañarlo en su búsqueda.

¡Ey! Has sido un poco descortés... ¿no? - dije, guiñándole el ojo - Tranquilo... todo ok... - añadí, mientras le sonreía afable - la aspirina con un café te sentará mejor... mejor si puede ser un expreso, con café de verdad, no la mierda que te suelen poner aquí en nuestro querido país... ¿te importa si te acompaño? No me gusta demasiado tanto formalismo - dije, señalando con el pulgar hacia atrás, donde habíamos dejado el salón con parte de los invitados.

Malcolm esperó hasta que el coche en peor estado de Nueva York pasó a recogerle, de hecho era hasta extraño de que pudiera pasar el servicio técnico anual. Era un vehículo con múltiples abolladuras y que probablemente no tuviera la licencia en activo, pero allí estaba el conductor con el transporte, irónicamente para desplazar a un agente de la ley.

Cuando llegó a la mansión entró en la casa de los Wright y tras saludar a los que allí estaban reunidos, se retiró en busca y captura de una pastilla y porqué no, curiosear el hogar. Lomenzo decidió acompañarle y ambos llegaron hasta el hall de entrada. Fue entonces cuando Lexi entró y miró a Malcolm con desconcierto. Ella vestía elegante, sencilla y sobre todo práctica, no portaba tacones, si debía correr lo haría sin problemas. Era lo que tenía hacer una misión en casa de alguien de quien no esperaba bondad.

- ¿Qué diablos te ha pasado, Kabulski?.... Mírate, estás hecho un asco... Y apestas a destilería... - le dice la muchacha recomponiendo un poco su camisa. Ella había dormido poco y algo bebió, así que tampoco es que luciera mucho mejor, pero la diferencia entre ambos era obvia -.. ¿Investigaste sobre esta gente?... Yo un poco..., Harold  Wright es el dueño de Exelon Corporation y principal accionista...medio país debe darle las gracias por tener luz en sus hogares... Y viendo su casa está claro de que dinero no le falta..., no entiendo el porqué celebra actividades ilegales... No me entra en la cabeza...

- ¿Deseaban algo los señores?...- pregunta el mayordomo tras aparecer de manera repentina justo de la puerta de enfrente del salón, portaba una bandeja en las manos de fino cristal tallado que por el aspecto debía valer una fortuna -...les traigo un vino dulce de importación para abrir el apetito. Si por favor me acompañan al salón....

La joven Ámber entró casi como un vendaval al salón de casa de su abuelo, sonriendo con una actitud encantadora. Lo sorprendente fue que se acercase al mayordomo y le diese un fuerte beso en la mejilla, un gesto que no pasaría quizás desapercibido teniendo en cuenta quien era ella, la nieta de uno de los magnates más ricos de toda América.

- Te echaba de menos Geoffrey... - comenta la joven antes de coger una copa de vino y de que el mayordomo con presteza se la retirase.

La mirada del mayordomo destilaba afecto por la joven que acababa de presenciarse, era algo evidente. Le retiró la copa de entre las manos con habilidad, la devolvió a la bandeja y ofreció las copas a cada uno de los presentes sin una expresión definida en el rostro. Solo quedaba aceptar o rechazar el ofrecimiento.

De camino a la cocina, Lomenzo alcanzó a Malcolm y pareció recriminarle un poco la falta de modales con su chica, pero después del guiño del ojo y de las siguientes palabras que dirigió al detective, parecía que estaba más bien tomándole el pelo. Parecía que él melenas le había leído la mente a Kabulski, ya que le aconsejó que tomara la aspirina que tanto ansiaba con café en vez de con agua.

Cita:

-Ningún problema.Dijo Malcolm con esa voz ronca que estaba seguro que le acompañaría todo el día.
Antes de que pudiera decirle que, efectivamente, había pasado una mala noche, su compañera apareció por la puerta. A pesar de que ella también había dormido pocos bebido algo, su aspecto era mil veces mejor que el de Kabulski, y estaba seguro de que cualquiera diría que la joven había dormido sus buenas ocho horas de rigor Supongo que el maquillaje le ayudará a parecer más descansada. Debería probarlo algún día para que Lee no me diga nada.
Lexi le echó la bronca por su aspecto nada más verle. Si le hubiera importado lo que el resto de personas pensasen sobre él, habría abroncado a Lexi por criticarle delante de un casi desconocido, pero entre que le importaba una mierda y la jaqueca prefirió contestarla con burla -No es nada nuevo. Ya te acostumbrarás.
Parecía que su compañera había hecho los deberes, pero él en cambio se pasó por el bar de Lucius después de despedirse de su compañera para continuar con la fiesta por su cuenta.

Cita:

La gente con tanta pasta no arriesgaría tan a la ligera su fortuna y posición social por realizar carreras ilegales en mitad de la ciudad, sobre todo cuando podrían organizarlas de forma legal, por lo que algo muy importante sacarían de ellas, ¿Pero qué? -Hay que seguir investigándoles y descubrir que consiguen con las carreras. No creo que ganen tanta pasta con ellas para arriesgarse a que les pillen. Le dijo apartándose de Matt un poco para no pudiese escucharles.
Malcolm se dio cuenta de que nunca llegaría a la cocina, ya que a cada paso aparecía alguien para hablar con él u ofrecerle algo, como en esta ocasión que Geoffrey hizo acto de presencia con un vino dulce. En otra ocasión el detective le habría quitado una de las copas en un santiamén, pero en ese momento lo único que deseaba por encima de cualquier tipo de alcohol era una aspirina -Guárdeme la mía, ahora lo que quisiera es una aspirina con una taza de café. Dijo sin olvidar el consejo de Matt. -¿Podría decirme dónde está la cocina?

El mayordomo subió una ceja, no era una petición muy común que un invitado quisiera ir a las cocinas.

- No es necesario que vaya a la cocina para ello, señor, yo mismo le traeré el café y la aspirina.... - situó su copa de vino dulce delante del hombre, para que pudiera degustar su contenido cuando deseara.

Tras haber acercado a cada comensal su copa, ya fuera porque la cogieran en mano o depositándola sobre una superficie cercana precisamente en las mesitas auxiliares que estaban dispuestas para esos servicios, el mayordomo hizo una reverencia un tanto clásica y fuera de lugar en los tiempos que corrían, para retirarse a servir al detective.

- Hay cosas a las que no sé si me acostumbraré... - le respondió Taylor a su compañero -...o quizás debas cambiar tú de hábitos... - comenta con cierto grado de discreción, pero ver aquel aspecto tan deplorable le preocupaba -...Bebiste demasiado anoche, quizás debas...., reducir lo que tomes hoy..., te necesito con todos los sentidos en activo...- le pide la mujer, era una extralimitación a su relación laboral, pero ciertamente no estar en condiciones podía afectar a la efectividad del caso.

- Ámber..., tu abuelo ¿a qué se dedica exactamente?... Tiene una casa impresionante, y apuesto que las facturas deben ser acordes al edificio... - comenta a la joven muchacha, para Malcolm estaba claro que tanteaba a quien consideraba el "elemento más débil" de los Wrigt, quizás a través de ella pudiera extraer información.

La joven tras sonreír al mayordomo que se retiraba hacia la cocina atendió a las palabras de la bonita detective, no teniendo reparos en decirle quien era su abuelo, tratando el tema con normalidad -... Él es el director ejecutivo de Exelon Corporation, supongo que saben que es la mayor empresa de electricidad en Estados Unidos... Mi abuelo la creó de la nada, es algo que seguro les cuenta, le encanta hacerlo... - comenta ella con una sonrisa -... Opera aquí en Nueva Jersey desde el 2005, aunque su sede original fue en Chicago... - mira la casa de sus abuelos -...Mi familia no ha sido de procedencia rica, se han hecho a sí mismos... Espero que esta casa pueda durar generaciones, es muy emblemática para mi familia, aquí realizamos todas nuestras reuniones familiares....

Estaba claro que no nos dejarían deambular por la casa... el clásico misterio que envuelve a la clase adinerada, que ellos mismos se encargaban de ampliar todo lo posible.

Sonreí cuando Kabulski hizo un nuevo intento de seguir su camino, pese al buen quehacer de Geoffrey, que lo detuvo con unos modales exquisitos, sin duda fruto de muchos años de experiencia. Probablemente Kabulski (y yo mismo) no fuésemos los primeros curiosos.

Así pues hice lo único que se me ocurrió. Tomé una copa de vino mientras le susurraba al mayordomo - ey, Jeff, ¿servirán cerveza en la comida? ¡Dios! da igual... este vino es excelente - dije, interrumpiendome a mi mismo tras probar el espléndido brebaje con que nos obsequió Geoffrey.

Amber apareció, y la saludé con un gesto, ya iba sumándose gente a la fiesta, esperaba que hubiera más como ella en la familia. Después la compañera del detective, que no tuvo ni siquiera el detalle de saludar... por lo que le di un nuevo sorbo a mi copa mientras la miraba fíjamente a los ojos... nada, no se daba por aludida...

Venga Malcolm... sabes que nunca llegarás a las cocinas, salvo que montes un espectáculo... - dije al detective a modo de despedida, encaminando mis pasos nuevamente hacia el salón comedor...

- ¿Para qué queréis ir a las cocinas? - pregunta la joven muchacha con curiosidad, y es que el músico no había sido particularmente discreto -... Me alegra que le guste ese vino..., lo llaman Pedro Ximenez, es de origen español y suele tomarse antes de las comidas, mis abuelos suelen pedirlo de importación..., a veces también ofrecen un vinho verde que es portugués, mucho más ácido... Si quieren pueden venir a la cocina y probarlo, ya que tantas ganas tienen de verla... - dice la joven con naturalidad, sin comprender qué diantres deseaban ver de la cocina.

Alcé mi copa ante el comentario de la bella Amber... si, tenía cierto tono burdeos, y dejaba un reguero en la copa que denotaba cierta densidad del caldo... buen paladar... Pedruo Sh... Ch... Xsimenes... - traté de imitar el nombre que dijo, aunque me fue imposible. No eran los idiomas uno de mis fuertes, sabía hablar inglés normal e inglés con palabrotas...

Sonreí a la chica antes de añadir - lo cierto es que no tengo ningún interés en verlas, sin ser descortés, por supuesto. Tengo a mi chica sola en la mesa y prefiero acompañarla, seguro que hay lugar después del almuerzo para que nos hagas un tour... ven, ¿te sientas con nosotros? - dije, ofreciendole el brazo... y es que, puesto el traje, intentaba comportarme como había visto algunas veces en las películas, aunque me sentía ridículo, y por la mirada que Amber me dedicó, ella tampoco parecía muy de convencionalismos.

A Malcolm le gustaba hacer las cosas por sí mismo, y no quería molestar al mayordomo con sus necesidades, pero Geoffrey no estaba dispuesto a dejar que el detective se moviera del salón de invitados. Resignado, Malcolm cogió el vaso de vino dulce, para después de la aspirina, y agradeció a Geoffrey que fuera a buscarle una aspirina -Gracias Geoffrey. Se quedaría sin cotillear, aunque estaba seguro de que si aquella familia escondía algo en la casa, estaría a buen recaudo.
- Los viejos hábitos difícilmente mueren Dijo a su compañera parafraseando a Mick Jagger. Pero aunque no le gustaba que le echasen la bronca, Lexi tenía razón, así que dejó la copa de vino donde pudo y se recodó que tenía que trabajar.
Ámber parecía muy dispuesta a hablar, así que podrían sacar información de ella si median bien las palabras. Era bueno saberlo, aunque por el momento no le preguntaría nada más ya que no quería que la joven sospechase de sus intenciones.
Matt tenía razón con lo que le susurró, que no llegaría a las cocinas si no montaba un pollo, pero no valía la pena hacerlo para ver solamente la despensa -Otro día será Le dijo quitándole hierro al asunto.
Cuando Ámber les invitó a visitar las cocinas con ella, Malcolm se sintió tan estúpido por todo lo que se estaba liando por una aspirina, y un poco de cotilleo, que no pudo evitar reírse - No te preocupes Ámber, simplemente quería verla por que seguro que será más grande que mi casa. Quizá con esa mentira la gente dejaría de sospechar y así no estaría tan vigilado durante la comida.