Partida Rol por web

Él va dejando bollería, fruta, hay café, agua, zumos, tostadas sin haceros caso alguno.

En la mesa todo lo que una persona podría querer desayunar. *

Rapunzel y Ariel, entráis juntas en el salón, encontráis a Bella, Aladdin (con Abú) y Jasmin hablando alegremente con sus desayunos, Anastasia con los brazos en cruz, de pie. A Simba con la ropa empapada de pies a cabeza, la camiseta blanca pegada, descalzo.

En una mesa, apartados, están Grey y Blancanieves.

(Voy descalza)

Entro en el salón toqueteando mi falda. Mejor dicho me asomo tímidamente, con la espalda algo encorvada, como si quisiera desaparecer. Dejo a Ariel entrar, ella es más bonita y seguro que llama más la atención que yo, así no me mirará nadie a mí. ¿Me he hecho bien la trenza? ¡Cuánta gente! Ainsh… me miro la falda, la verdad es que no son colores a los que esté acostumbrada pero me gustó tanto encontrarla, está repleta de hojas de otoño que caen al suelo, como yo caí al suelo ayer. Sonrío con alegría.

No quiero volver a ser la muchacha de la torre y para eso tengo que empezar a cambiar mi aspecto también. Y… bueno, ya, me yergo sobre mi espalda, suspiro, y camino hacia la mesa con cierta inseguridad.

- ¡Hola! Buenos días, qué bueno parece todo – le digo al hombre que está poniendo las cosas en la mesa - muchísisisisisimas gracias por cocinar para nosotros, seguro que está todo tan rico… Me encanta, muchas gracias, de corazón.

Sonrío amablemente, hace muchos años que no cocina nadie para mí, desde que tuve edad para llegar a la mesa madre prefería que me cocinara yo. Así estará todo a tu gusto, decía. Cuántas veces me corté porque apenas veía las cosas ¡Y me quemé! ¿Por qué nos cocinará él? ¡Qué bonito corazón! Sonrío con nostalgia un instante, no me doy cuenta, al estar sola mis pensamientos me solían inundar con frecuencia y no pasaba nada, ahora es… diferente, tengo que estar más en el suelo y menos en las nubes. Río.

¡Comida! cojo un plato pequeño ¡Fresas! ¡Y mango! ¡Oh, dios mío! ¡Cerecitas! ¡Peras! ¡Plátanos! Me voy poniendo contenta y olvidando al resto pero cuando me giro con el plato lleno de colores, pletórica de ilusión, y una taza de café que m evendrá genial porque no he dormido nada. Ups, he cogido mucha comida. ¡¡UPS!! Entonces me doy cuenta, la terrible realidad inminente ¿Dónde voy? Miro las dos mesas dubitativa.

En una está el chico que me ignoró por completo cuando les hablaba, acompañado por Blanca, no quiero molestar más. Seguramente hablé demasiado anoche. Rapunzel tienes que controlar mejor tus pensamientos. Decir lo primero que se te viene a la mente ¡No está bien!

En la otra hay un grupo con Bella y Jas, veo al monito y río divertida ¡Qué bonito! Quisiera acercarme a ellos, veo al chico que me habló antes, ahora no está desnudo pero va todo mojado... no puedo evitar mirarlo durante un instante, me produce mucha curiosidad la seguridad que desprende.

Pero la verdad es que prefiero sentarme sola en alguna parte. Me siento un poco aturullada con tanta gente, acostumbrada a estar siempre sola creo que no llevaré bien una conversación en grupo ¿de qué hablo? yo no sé desenvolverme como ellos. Además me marcharé enseguida, quiero ver todo lo que este lugar puede ofrecer.

Ha sido muy complicado vestirme sin la ayuda de cámara y sin criada, de hecho creo que tengo media cremallera desabrochada. Pero bueno miro a mi alrededor y cuando veo al asesino de vestidos de novia empapado, pienso que a lo mejor tiene un problema con la ropa en general. 

Hago una reverencia al entrar tal y como me enseñó Grimsby y saludo. 

Buenos días a todos y todas y espero que tuvieran dulces sueños. 

Acto seguido me siento al lado de mi compañera de habitación y los veo. ¡POR FIN! ¿Cómo los llaman? ah si! tenedores. Y Me pongo a desenredarme el pelo. Ay dios que alegría, no tenía ninguno en el cuarto y pensaba que no habría en este mundo. Si lo sé Grimsby me dijo que había algún otro utensilio que iba bien para eso pero es que son taaaaan maravillosos. Que en mi cuarto siempre me escondía unos veinte. 

De hecho le tiendo uno a la rubia @Rapunzel y le susurro. ¿No probó esto en su larga cabellera?

Le sonrío amablemente mientras observo la comida. ¿Por dónde empezar?

Toda aquella confianza ciega en si mismo que parecía irradiar del joven de Agrabah pareció desmoronarse como un castillo de naipes en cuanto Jasmín cruzó por la puerta de la estancia.

Las negras pupilas de Aladdin empezaron a temblar de un lado para otro de forma nerviosa, como si se encontrase acorralado en un callejón por la guardia de palacio y estuviese tratando desesperadamente de buscar una salida.

La cara de pasmado que adoptó ante la entrada de la princesa de Agrabah  fue cambiada a la fuerza en cuanto Al se dio varios manotazos en el lateral de la cabeza. "¡Espabila, Aladdin!"

Cuando Jasmín se sentó a su lado e hizo caso a Abú, este no demostró demasiado entusiasmo con su presencia, muy al contrario escenificó una suerte de imitación de la joven.

-¡Abú!-le reprendió furioso Aladdín, haciendo que el mono se indignase aún más y empezase a corretear al rededor de la mesa.

-Eh... ah...Sí que se ha quedado buen día...-respondió torpemente al saludo de Jasmín, si bien se repuso de su lamentable estado tras una profunda aspiración de aire, que pareció calmarlo un poco.

-Princesa Jasmín... lo cierto es que...-titubeó unos instantes. Quizá aquel no era el mejor lugar ni el mejor momento para tratar aquello con ella.- Lo cierto es que me gustaría poder hablar con usted...-si bien sus ojos se habían mostrado tan nerviosos como él, durante aquellas palabras se mantuvieron fijos en los de ella. 

Tras largo un rato meditando, y en el que parecía que flotaba, que mis ojos iluminaban la sala y tal, decido dejar de intentarlo

-Pues nop. Parece que El Príncipe Oscuro no responde- musito

Con todo, me descuelgo y capa, y de forma cuidadosa y algo caballeresca, empiezo a pasarla con cuidado por la piel de Simba, secandole un poco de lo empapado que está.
Voy con cuidado, y en parte...me parece hasta curioso: Si es un gatito, normalmente las madres les lamian para dejarlos húmedos. Ahora es una amiga quien le pasa una capa, para dejarlo seco.

-Tenemos que adaptarnos, ya lo ve, mi señor. Es el ciclo de la vida. Pero no todo lo que nos encontremos tiene por que ser desagradable. Por ejemplo...- entonces me fijo en un cuenco con arándanos, y otro con nata. Y le voy dando de probar los arándanos dulces, uno a uno. Cualquiera sabe que poquito a poco, saben muchisimo mejor que tratar de empacharte a bocados
- Hay formas de disfrutar la vida, su alteza, de comprender el mundo y a uno mismo, y que sólo podemos hacerlo en esta forma ¿No le parece interesante probarlo, al menos?

Casi se me escapa una mirada pícara a Aladdin, del palo de "Venga, hazle tu esto a Yasmin, a ver quien de los dos mola más"

Las palabras de Nieves el día anterior eran lo que necesitaba para llenarme de ánimos. Dormir en un lugar tan cálido y suavecito hizo que madrugar fuera algo imposible. Entré al gran comedor alucinando con su tamaño.
-Dios esto es enorme- me era imposible prestar atención al resto con tantos pasteles, dulces, tostadas, etc. Lo primero que hice fue sostener el tazón más grande de leche que había en la mesa y me lo bebí casi de un jalón quedando en mi rostro un bigote de leche.

-Buenos días a todos- tomé un platito y empecé a llenarlo de todo tipo de cosas deliciosas para comer y me senté en el primer hueco disponible.

Miro a Ariel divertida, y me echo a reír cuando se peina con el tenedor.
- La verdad es que no lo he probado nunca ¡A ver!
Cojo el tenedor, y se me queda enredado en el pelo.
- ¡Ains! - lo quito a duras penas, aunque me cuesta - luego te enseño mi peine, ésto no es nada práctico ¡Ya verás! ¡Te peino yo! ¡Y te hago una trenza!
Miro esa cosa que Flynn llevaba en la alforja y frunzo el ceño un instante.
- Eso no va ahí - le quitó la corona y cojo su brazo para ponérsela de brazalete, pero se cae - yo creo que va aquí - sonrío orgullosa.

Cualquiera que mire hacia donde estamos Ariel y yo, nos verá charlar entre risas, a mí peinándome con el tenedor, como hace ella. Luego le quito la corona de la cabeza y se la pongo de brazalete.

Al final sí que encontró el comedor, más que nada porque él no fue el único en llegar más tarde. Las sábanas se le habían pegado por culpa de trasnochar, algo que el cazador llevaba bastante mal pues era de acostarse temprano y levantarse al amanecer. Juró que eso solo lo volvería hacer en momentos puntuales, aun así creyó que mereció la pena.  

En el momento que puso el pie en el comedor, se impresionó por la enorme sala, y la apariencia del techo que mostraba el cielo en aquellos momentos. Soltó un silbido para mostrar su impacto y se detuvo antes de adentrarse por uno de los huecos entre mesa y mesa. Se dedicó a buscar a la rubita por ahí, era esencial para continuar con el plan, y si estaba al lado de la persona que había decidido evitar pues… habría que hacer sacrificios.

Si llegaba a encontrarla no dudaría en acercarse, saludarla con una de sus encantadoras sonrisa y sentarse a su lado. Tenía hambre, se comería cinco o seis huevos aunque fuesen crudos.

Él va dejando bollería, fruta, hay café, agua, zumos, tostadas sin haceros caso alguno.

En la mesa todo lo que una persona podría querer desayunar. *

Ruby y Gastón, entráis juntos en el salón, encontráis a Bella, Aladdin (con Abú) y Jasmin hablando alegremente con sus desayunos, Anastasia con los brazos en cruz, de pie. A Simba con la ropa empapada de pies a cabeza, la camiseta blanca pegada, descalzo.

En una mesa, apartados, están Grey y Blancanieves.

En otra están Rapunzel y Ariel, las dos peinándose con un tenedor, Rapunzel le ha quitado la corona a Ariel de la cabeza y se la ha puesto de brazalete.

Grey levantó la mirada lentamente de su plato, aunque ya casi había terminado de comer, el Lobo se sorprendió de que alguien osase interrumpirle mientras comía.

Relamiéndose para quitarse la grasa de los labios, el Lobo estrechó los ojos para estudiar a la princesa. La humana era hermosa hasta casi quitar la respiración, pero no pareció tener miedo de acercarse hasta él. Era algo insólito en una mujer. ¿Es que acaso no sabía quién era? ¿Qué podía hacerle? La competencia por la comida era feroz entre los lobos. Sabía que era una princesa porque no la había visto en la hermandad de Villanos.

Grey se limpió las manos y la boca con una servilleta, sin dejar de mirar con suspicacia a la humana de piel blanca.

El Lobo se levantó lentamente sin perder el contacto visual. - No tiene nada que agradecerme... -

Le intrigaba que aquella muchacha no tuviese miedo. 

Se acercó a ella, la cogió de la cintura evitando que se retirase de la proximidad de su cuerpo, una cercanía mucho más incómoda de lo que el protocolo entre humanos dictaminaría y cogió un mechón de su cabello negro como el ala de un cuervo. Grey acercó su rostro a su cuello y aspiró con profundidad el aroma de su pelo. La nariz del Lobo casi rozó la piel de su cuello.

Era un aroma embriagador, mezcla de frutos salvajes, pino y algo que Grey no pudo identificar pero que ineludiblemente le transportaba a su niñez.

No. No la había conocido

Se separó lentamente de la princesa sin importar que el acercamiento la hubiese incomodado de alguna manera y ladeó la cabeza. - Es su primer año en este lugar. 

Grey cogió un pedazo pan para el camino. Allí había demasiada gente y sabía bien que habían muchas cosas por hacer. - Hace bien en desconfiar, princesa. Aunque en teoría este lugar es seguro, uno debe ser precavido y no confiar en la seguridad.

El Lobo se giró para encontrarse de nuevo con Blancanieves. La estudió un poco, como si quisiera decir algo más, pero finalmente bajó la cabeza y decidió marcharse del salón.

El Lobo intercambia unas incómodas palabras con Blancanieves y luego se levanta. Parece decirle algo al oído, y se marcha del salón con algo de comida en la mano para el camino.

Pues si la verdad es que el chisme este queda mejor en la mano que en la cabeza  pero estoy totalmente en contra de su opinion sobre el tenedor, es el mejor instrumento del mundo, vale para todo, para cazar, para comer para peinarse, para todo. Sutilmente voy escondiendo unos cuantos en los refajos del vestido. 

Me fijo en la comida y espero a ver como se sirve ella para hacer exactamente lo mismo. Todo es tan poco salado aquí en la tierra... y no me gustan las bebidas. Yo no bebía nada en el mar, solo bebíamos agua. Igual que lo del agua dulce, no puedo entenderlo, si no sabe a nada. 

¿Qué es esto? y esto otro? Voy señalando los distintos platos e intento quedarme con los nombres que me da. Cuando viene el cocinero/sirviente/Louis lo que sea, le pido la sal, es un bote transparente, uy que pequeño, necesitaré más. Este también me lo coloco en los refajos y hecho sal al agua para bebérmela. Por fin, casi como en casa. 

Bueno, Rapunzel, ¿y quién es tu enamorado? las medias tintas es de calamares, ahí directa. 

La localiza rápido aunque le desconcierta gravemente verla peinándose los cabellos con un tenedor. Piensa que no tienen pinta de estar muy bien de la cabeza pero era la mejor opción. No pensaba compartir mesa con la traidora, tampoco con aquel tipo solitario y exhibicionista.

- Hola, hermosuras. - sonrío con encanto a Rapunzel, especialmente. Seguidamente se sirvió un gran vaso de zumo de naranja, cogió un par de tostadas y una manzana. Esa no estaría contaminada de las manazas de aquella rata callejera.

- ¿Qué hacéis? - preguntó luego de dar un par de bocados a la tostada.

La primera noche que debió pasar en el bosque escondida, los lobos dieron con ella, debió huir en medio de la oscuridad, solo obedeciendo a sus sentidos y quedando enredada entre las zarzamoras, mientras los lobos daban con ella, en ese momento supuso que era su fin y creyó que hasta era mejor que ser asesinada por su madrastra. Entregada, apretó los dientes cuando el lobo dio con ella y le pidió que la dejara... que solo quería huir de casa, el alfa aulló y los demás lobos se apartaron, dejándolos solos, solos dos lobos jalaron de las ramas de la zarzamora y Blanca pudo salir. Se miraron a los ojos por unos segundos y Blancanieves inclinó su cabeza, sin poder decir nada más, los sabuesos de los soldados también seguían su rastro. Ese fue el primer encuentro con lobos en donde realmente estuvo en peligro y no es que no les tema, los respeta y siempre intentaba que los enanos no los cazaran, algo que costaba cuando robaban las gallinas pero ella les decía que era por el invierno que se acercaban y que debían comer también. Quizás por eso se había acercado a Grey, más bien tímida por hablarle al joven que temerosa de su naturaleza, hasta claro, fuese su presa. 

Sin embargo cuando el lobo se le acercó y la jaló de la cintura, apegándola a su cuerpo, la princesa levantó sus manos y las puso en su pecho, presionando ligeramente con la punta de los dedos su pectoral. Su corazón dio un vuelco pues era la primera vez que un hombre la tomaba así, por mucho que el primero fuese un lobo, para ella era humano, en apariencia al menos, así que ese natural temor que un depredador produce y el brincó que dieron sus emociones y sensaciones la hizo quedar en blanco mientras olisqueaba su cabello, su piel. Un escozor de molestia y placer se mezclaron en su cuerpo inexperto, desbordando su pecho que presionó contra su escote. El cuerpo no engaña y el de Nieves fue un poema, hasta claro, recuperar la gobernanza de sus propias sensaciones. Sus ojos se entornaron pero sus labios permanecían rojos y sus pupilas dilatadas pero aún así rescataría su honor y orgullo.

— agradezco su consejo, Herr Grey... pero procure mantener la distancia... no es correcto esos acercamientos a menos que yo lo permita — agrega, apretando los labios, claros si se el lobo lo pedía ¿lo dejaría? Despejó esas ideas propiciadas por sus sensaciones primerizas que no impidieron que su claridad metal hiciera gala, así que arregló su vestido y le sonrió, volviendo a su expresión cálida — tome algo caliente para bajar el desayuno, nos vemos luego — tan correcta, si, lo era, educada, aunque su mirada revelaba que había mucho más que esos modales casi remilgados, su aroma a bosque lo revelaba.

— eso me recuerda, quizás luego me pueda acompañar al bosque, necesito saber que hierbas hay en él, ahora sí, lo dejo, buenos días y muchas gracias por el consejo y lo de ayer, Herr Grey — inclina su cabeza para volver donde estaba el resto de las personas.

El lobo la había agarrado de la cintura más bien, y le dijo algo, Blancanieves de había apartado aunque no seguida, arreglando su vestido, y tras decir algo más seria, luego volvió a sonreír e inclinar su cabeza, dándole la espalda al lobo y caminado de vuelta a donde estaba la comida, dándose cuenta de @Ruby y saludándola y haciéndole un gesto de si comían juntas. 

Simba: Hola Bel. 

El que se había autodenominado león había malinterpretado el atropellamiento de Bella al presentarse, y esta no pudo reprimir una sonrisa tímida.

-Bella -apuntó como corrección.

Simba: No soy humano. Esto es solo temporal, espero. Porque no puedo interpretar durante cinco años el papel de alguien que no soy. Con esto no puedo cazar ni a una rata. Anoche intenté rugir frente a Gastón, el mejor cazador de toda Francia. Pero no pude. 

La joven trató de restarle importancia a la bravuconería de Gastón, ya que le conocía demasiado bien, pero decidió asentir con comprensión.

Simba: ¿Qué estás leyendo? 

-Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen -respondió, mostrándole la cubierta del libro y sonriendo como si le estuviera presentando a un buen amigo-. 

Simba: Yo… provengo de… la Roca del Clan, mi padre Mufasa era el antiguo Rey…

Bella frunció el ceño, tratando de hacer memoria. ¿Había leído algún cuento sobre leones? No le sonaba, sólo alguna enciclopedia. 

Si su padre había sido el rey, aquello significaba que Simba era príncipe. No, Simba había hablado en pasado. Simba era el rey. El rey león. 

Rey león...

-¿El Rey Lear, de Shakespeare? -Masculló, para sí misma, mientras miraba de nuevo hacia su libro. 

No, no podía ser el Rey Lear, allí las protagonistas eran las hijas del rey. Y Simba... bueno, saltaba a la vista que no era una mujer.

Las dos jóvenes con pelazo irrumpieron en la estancia, a cada cual más risueña, interrumpiendo así la línea de sus pensamientos. Las siguió con la mirada hasta que se sentaron. Empezaba a haber mucho movimiento en las mesas, y la joven, desacostumbrada a tanta compañía, decidió levantarse.

-Nos veremos en clase -se despidió de sus compañeros de mesa, sosteniendo el libro entre las manos.

Se dirigió hacia la puerta, dejando pasar primero al solitario con la chaqueta de cuero, evitando chocar con él, y después abrió las páginas del libro para sumergirse en ellas de cabeza.

Tras intercambiar algunas palabras con sus compañeros de mesa, Bella se levantó y se despidió de ellos, sosteniendo un libro enre las manos. 

-Nos veremos en clase.

Acto seguido, sin levantar la vista del suelo, se dirigió hacia la puerta, dejando pasar primero al solitario con la chaqueta de cuero, evitando chocar con él, y después abrió las páginas del libro para sumergirse en ellas de cabeza.

La mujer de pálida piel le explicó que aquel trozo de tela servía para secarse. Los dedos tibios de Blanca se deslizaron por el rostro del león secando su frente y barba y no pudo evitar soltar una risa por lo bajo por las cosquillas que le hacía. La estampa le recordó a la pequeña Mara, la hija del capitán Radcliffe.

–Asante sana, significa muchas gracias en suajili. De donde vengo hay personas tan oscuras de piel como Djinn. Estoy seguro que los rayos del sol tuvieron que ver. Mi tierra es tan soleada que quemaría tu piel si no te protegieras. – el olor del pañuelo se quedó impregnado en su nariz por unos segundos, olía como ella a hierbas aromáticas, aceites esenciales quizás. No había reparado en lo que Blanca le dijo sobre su salud hasta ese momento. -Tienes razón, con este nuevo cuerpo debo aprender como es por dentro el humano y que hábitos son saludables para conservarse fuerte. – desconocía que era el té, pero supuso que se trataba de algún tipo de brebaje como los que preparaba Rafiki con raíces y otras plantas de la sabana, y ayudaba a los animales enfermos del reino con lo que él llamaba "males de sangre" que no eran otra cosa que infecciones y heridas varias. Frunció el ceño cuando después de secarle ella le seguía extendiendo el pañuelo. Antes de alargar la mano y cogerlo quiso asegurarse. -¿Seguro que no tiene ningún valor sentimental para ti? – la noche anterior había aceptado el obsequio de la sirena y no quería cometer el mismo error. Los regalos en su mundo se simplificaban a situaciones más concretas y no a objetos físicos que llevar encima.

-Acepto tu ayuda. – le dijo Simba, confiado en que podía guiarle con sus conocimientos y las lecturas que necesitase para entender mejor el mundo de los humanos. – Pero solo si no te supone un problema. - vió el color del amanecer en sus mejillas, lo había visto en Ariel y Rapunzel pero desconocía que traducción tenía ese efecto en todos los casos. No tenía claro que significaba el color rojo en la piel de esas mujeres. Se quedó dándole vueltas a lo que había dicho, ella también había interpretado un papel y cuidaba de unos “enanos”, no supo que clase de criaturas eran, pero habría tiempo para hablar con Blanca sobre su historia.