Partida Rol por web

Tan absorto había estado Aladdín con la entrada de la princesa de Agrabah que pasó absolutamente por alto la marcha de Bella y para cuando quiso despedirse ya fue tarde. Sin duda había sido una descortesía por su parte, pero ya habría tiempo para remediar eso.

Lo más importante era que aparentemente la princesa no estaba enfadada con él y aún más, ¡quería que la llamase por su nombre!¡Ni en el mejor de los casos se habría imaginado una situación como aquella!

-Por supuesto, Jas... a mí puedes llamarme Al-dijo apartando la mirada tras sonrojarse lijeramente.

Luego llegó el Genio y le envió una para nada disimulada miradita cómplice que desembocó en un para nada disimulado codazo a las costillas del Genio acompañada de una forzada sonrisa mascullando un -Gracias, genio...-susurrado entre dientes.

Con el Genio también tenía una conversación privada pendiente que pensaba afrontar tras haber hablado con Jasmin. Parecía que las charlas trascendentes se le iban acumulando... y pensar que pocos días antes sus únicas charlas eran con un mono...

Precísamente ese mono parecía haberse calmado, puesto que se encaramó a Aladdín y lanzándose desde su cabeza volvió a atacar al plato lleno de fruta, acaparándola pa sí y defendiéndola como si fuese el tesoro del Sha.

La llegada  a la mesa del Genio precedió a la de aquella chica de alborotados cabellos de bronce(@Merida), quien tomó asiento junto a ellos y saludó alegremente.

-¡Buenos días!-respondío con el mismo entusiasmo-¡Lo cierto es que dudo que alguien pueda dormir mal en uno de esos lechos! ¡Jamás había estado tan cómodo! Por cierto, Yo soy Aladdíon, y este de aquí es Abu-añadió al mono que seguía devorando la fruta del plato.

-¡Abu y yo hemos ido a parar a la hermadad de héroes!-respondió a Jasmín con tono que mezclaba entusiasmo con sorpresa.

-El lugar es increible. ¡Tenemos todo tipo de lujos! Todo está cubierto por techo, habitaciones con puertas, ¡Una chimenea! sillones...-la exaltación con la que enumeraba todo aquello no era sinó un claro reflejo de sus miserables orígenes.

— agradezco su consejo, Herr Grey... pero procure mantener la distancia... no es correcto esos acercamientos a menos que yo lo permita —

El Lobo hizo caso omiso de las palabras de la princesa. Los remilgos y las tesituras morales de la etiqueta entre humanos le parecían confusas e innecesarias. Ni siquiera le había lamido. Además, el cuerpo y los ojos decían cosas mucho más sinceras que las palabras.

— eso me recuerda, quizás luego me pueda acompañar al bosque, necesito saber que hierbas hay en él, ahora sí, lo dejo, buenos días y muchas gracias por el consejo y lo de ayer, Herr Grey — 

 El Lobo se dio media vuelta para mirar extrañado a Blancanieves al escuchar su oferta aunque siguió caminando de espaldas. Esbozó una sonrisa.

— Puede ser interesante... — dijo en un susurro antes de abandonar la sala en busca de su objetivo.

Simba no entendía de moda ni estilo. Aquellos vestidos con los que habían aparecido las mujeres en el comedor no le parecían ni bien ni mal, lo que si le gustaba era el color de los tejidos, el contraste con la piel blanca de las chicas. La sabana era colorida y toda esa paleta de colores le recordaba un poco a casa.

La ropa que había aparecido en su armario era pasable a la vista, sencilla y sin adornos, iba con su personalidad. Había visto algo más elegante en la caja que olía árbol, parecido a los trajes que vestían los mandamases de la aldea. ¡Pero él nunca se pondría eso porque no era un caballero ni un príncipe! Lo que si le había quedado claro al león era que no podía volver a salir de la ducha sin secarse. – Tú preocúpate de tu mosquete, Zampón. – dijo guiñándole un ojo a Gastón cuando estaba en pleno ataque comiéndose la tostada. Aladdín le había bautizado con ese apodo y Simba ya sabía por donde buscarle las cosquillas. – Un cazador no es nada sin su arma. ¿Te la han escondido?– le dijo, recordando que todos los cazadores blancos que había visto eran cobardes y usaban armas de fuego escondiéndose tras la seguridad de la pólvora y la bala.

Volvió la vista a Rapunzel y la encontró mirándole fijamente como un pequeño babuino. - ¿Tengo monos en la cara desparasitándome? – le preguntó sin ser consciente del atractivo que tuviera el disfraz para cada una de las hembras de la especie. Se le olvidaba que a ojos de otras humanos él podía ser lo que una leona bien puesta para unos leones.

Ya se iba prácticamente aprendiendo algo más, como que la corona se ponía sobre la cabeza, cuando escuchó a la joven preguntar algo a Ariel sobre las piedras brillantes. Simba se frenó a si mismo prestando toda la atención. - ¿Dices que eso no son estrellas como las que hay en el techo? – señaló con el dedo índice hacia la ilusión mágica del comedor. ¿Diamantes, gemas? – la rubia intentó explicárselo, pero Simba tenía que verlo de cerca y pedirle explicaciones a Ariel. O más bien explotar como un cachorro. Porque eso es lo que hizo.

Los dedos de la mano derecha se le curvaron como zarpas y agarró el retal de la mano de Rapunzel, arañando ligeramente su palma suave, con esas uñas no podía hacerle daño. ¿Coser? ¿Qué era eso? Daba igual. - ¿Me mentiste? – se giró enfadado hacia la sirena. – ¿Mientes como las serpientes y los animales carroñeros de la sabana? - en unos segundos se le nubló la mente y actuó solo movido por el orgullo y la rabia. Comenzó a arrancar las piedras preciosas una por una y las lanzó al suelo con fuerza. Quizás alguien resbalase, como fuese, Simba volvía a meter la pata, esta vez pisoteando la voluntad de ayuda de Rapunzel, y dificultando que el vestido de novia de Ariel se arreglase.

- Kleiner, ¿tiene algún significado? me gusta el apodo pero me da curiosidad el saber que significa. La verdad creo que nunca dormí mejor en mi vida, la cama era como estar en un montón de nubes esponjosas y aunque los ronquidos de Merida se parecían a los de un oso, eso no fue problema. Una vez me dormí  ya no escuché nada. Ni se como logré despertarme.

Volví a llenar mi gran tazón de leche, pero esta vez le puse una barrita café de algo que olía muy dulce (chocolate) el resultado parecía ser un acto de magia pura. Cuando lo probé juro que mis ojos se iluminaron. Nunca me había enamorado pero de seguro así se sentía. Estaba yo disfrutando del extasis mismo cuando Green (Robin Hood) entró en el comedor  y se sentó junto a nosotras exponiendonos sus dudas.

- No lo sé Green...- mis ojos recorrieron la comida con  nostalgia.- mientras más tiempo paso aquí más siento que podría ser real lo que nos cuentan. Por supuesto que tu y yo somos personas vivas, reales, pero no me cuesta tanto trabajo creer que estamos atrapados en una historia... al menos yo siempre me sentí atrapada, como si no pudiera ir más allá de mi pequeño mundo por más que lo intentara. Y aquí no se está tan mal, aunque también quisiera saber que pasó con mi abuelita.

Puse suavemente mi mano sobre la de Robin mirándolo preocupada, ya que si el tenía razón podía ser muy peligroso intentar huir, pero si se equivocaba quizás nos echaran de esta cosa llamada universidad y ya no podría disfrutar de todos los placeres que había experimentado hasta ahora.

- No crees que antes de intentar irnos tendríamos que ir a buscar los supuestos libros que cuentan nuestra historia, ¿Solo para confirmar que no estamos cometiendo un error?

Él va dejando bollería, fruta, hay café, agua, zumos, tostadas sin haceros caso alguno.

En la mesa todo lo que una persona podría querer desayunar. *

Megara y Scar entran y encuentran a Aladdin (con Abú) y Jasmin hablando alegremente con sus desayunos. Anastasia y Djin también están con ellos, el genio preguntando un montón de cosas a Anastasia, Mérida se acaba de sentar con ellos.

En otra mesa Blancanieves, Robin y Ruby.

En otra mesa están Rapunzel y Ariel. Se les ha unido Gastón y Simba de pie frente a ellos.

Cuando entro en el comedor, paseo la mirada, fijándome en cada detalle de la espaciosa sala. Veo varios grupos de personas con los que podría sentarme, pero finalmente decido acercarme al de Jasmín, dado que con ella es con la única persona con la que realmente he hablado algo más.

Mis pasos son pausados, y voy contoneando mis caderas, como es mi costumbre, aparento seguridad, pero en Tebas todos saben que no me caracterizo por ser una persona con grandes amigos, de hecho... todo lo contrario. Cuando llego hacia mis compañeros, dudo sobre cómo saludar y presentarme ante aquellos que no conozco, pero pongo mi mejor cara, y digo lo primero que se me viene a la cabeza.

- Buenos días. - Sonrío e inconscientemente miro a Jasmín, cuando lo hago, mi sonrisa se amplía. Mis ojos también se posan en la chica de rizos pelirrojos (Mérida), aunque no acierto a recordar su nombre sé que estamos en la misma hermandad. - Soy Megara, pero podéis llamarme Meg. ¿Os... importaría que me sentase con vosotros? - Hago un barrido con la mirada, esperando su contestación. Oh, dios, si las Musas me viesen, estarían llorando de la risa.

¿Qué había que pedirlo? Sin duda, Gastón estaba acostumbrado que le pusieran todo por delante cuando se iba a la taberna donde él era el rey. Conocían de memoria sus gustos gastronómicos, suspiró con nostalgia. — Bien… — dijo a regañadientes. — Eh, huevos revueltos por aquí, solo con tostadas no se llega a nada — y después de la petición mordisqueó la brillante manzana roja que había cogido con anterioridad.

Se fijó en el trozo de vestido, parecía estar cubierto con piedras preciosas y que aquel grandullón y barbudo se lo había roto. Observó mientras seguía comiendo la manzana como Rapunzel se ofrecía a arreglarlo.

— A veces solo me basto con mis manos — sujetó la manzana con sus poderosos dientes para mostrar sus enormes y fuertes manos al león. No iba a mostrar ni por asomo ni una pizca de intimidación, eso era lo malo de Gastón, que no le temía a nada.

Y la cosa se estaba poniendo más intensa, aquel león parecía haberse levantado con el pie izquierdo dándole aquellas respuestas a las damas, l peor llegó cuando arañó la palma de la mano de la rubia, SU rubita, la necesitaba para llevar a cabo su plan.

— ¡¿Qué acabas de hacer?! — se levantó, alzando la voz. — ¡Creo que te has equivocado de fraternidad atreviéndote a arañar a una dama! ¡Eres un maldito villano! — gritó aquello último enfrentándose a él, colocándose cara a cara y dándole un ligero empujón para alejarlo de Rapunzel.

Mucho mejor con la sal, estaba claro tendría que acostumbrarme con el tiempo a tomarlo como lo hacían los humanos o... mejor meterme el salero entre los múltiples pliegues del vestido. ¡Si! eso haría. 

¿Huevos? ¿Huevos de qué? Entiéndeme no es lo mismo comer los de caballitos de mar que los de esturión, a la familia real nos los ofrecen en ofrenda, como hacen tantos...  pero en mi opinión te diré que los de caballito son un poco indigestos nada más levantarte. ¿Qué criaturas ponen huevos en la tierra?

Pero Gastón la ignoró para seguir hablando de el mismo. Corona... claro eso pensaba yo, si papá tiene una parecida. Repuse contestando a Rapunzel. 

Gastón... Así sin más, de todos los que había visto hasta ahora era el único que se parecía un poco a Eric. ¿serían familia? ¿Conoce al príncipe Eric? y respondiéndole le diré que soy la séptima hija del rey Tritón de Atlántica y la prometida del príncipe Eric. guiñé un ojo a Rapunzel estrechando su mano entre las mías No soy reina aún, hasta que no me case con Eric.  y suspiré mirando ilusionada al techo.

Pero en ese momento, el señor de las tierras de los hombres casi desnudos se puso a rugir. Frente a algo que le dijo la rubia, a lo mejor mi error había sido ese y le tenía que hablar así marcando mucho las sílabas. 

¿Mentirosa yo? Es posible. ¿qué había animales en la sábana? Lo primero se dice Sábana, con acento en la primera A, segundo nadie me había dicho que había animales en la cama. ¿Hay animales carroñeros en mi cama? 

En ese instante vi la sangre. Había dos tipos de animales en el mar, los que seguíamos el ritmo de las corrientes y los que se dedicaban a amedrentar a los demás como Flotsam y Jetsam o un tiburón. El brillo del mini-tridente de la mesa llamó mi atención y entonces supe lo que tenía que hacer. 

Me costó un poco reaccionar porque yo era así y el primo de Eric se puso en medio. Si, primo suyo tenia que ser no había duda alguna. Pero se había entre él y Rapunzel protegiéndola con su musculoso cuerpo, seguro que él era su enamorado.

Fijé mi mirada en el felino-humanizado y le lancé el primer mini tridente que ví a la mano, esa con la que había herido a mi compañera de dormitorio, clavándoselo, y después saqué otro para defenderme. 

Atrévase, si quiere, mi papá se enterará de esto y estoy deseando probar la carne de león terrestre. 

Dame una tirada de Resistencia, dificultad 6 para absorción de daño. "Solo para el director".

Las puertas del comedor se abrieron de par en par con un fuerte estruendo, en medio del arco de la entrada estaba Hércules que hizo una mueca al darse cuenta que tal vez había usado demasiada fuerza, que difícil era cambiar las viejas costumbres.
Mientras cruzaba el comedor buscando un sitio donde sentarse levantaba la mano disculpándose con los alumnos por el portazo. Hércules se sentó en el primer asiento que encontró y agacho la cabeza, rojo como un tomate por la estrepitosa entrada.
Miró hacia los lados y vio la mesa llena de platos, y como por arte de magia su estomago empezó a rugir, había empezado el día de una forma un poco estrepitosa, pero aun había día por delante y si uno quería tener un buen día tenia que desayunar como era debido, con proteínas y hidratos de carbono, así que sin esperar un segundo más se sirvió una docena de huevos, cereales y fruta. Hércules empezó a devorar su desayuno mientras echaba un vistazo al comedor buscando alguna cara conocida.

Las puertas del comedor se abrieron de par en par con un fuerte estruendo, en medio del arco de la entrada estaba Hércules que hizo una mueca al darse cuenta que tal vez había usado demasiada fuerza, que difícil era cambiar las viejas costumbres.

Mientras cruzaba el comedor buscando un sitio donde sentarse levantaba la mano disculpándose con los alumnos por el portazo. Hércules se sentó en el primer asiento que encontró y agacho la cabeza, rojo como un tomate por la estrepitosa entrada.

Él va dejando bollería, fruta, hay café, agua, zumos, tostadas sin haceros caso alguno.

En la mesa todo lo que una persona podría querer desayunar. *

Encuentran a Aladdin (con Abú) y Jasmin hablando alegremente con sus desayunos. Anastasia y Djin también están con ellos, el genio preguntando un montón de cosas a Anastasia, Mérida y Megara acaban de empezar a desayunar.

En otra mesa Blancanieves, Robin y Ruby.

En la última Rapunzel y Ariel, está Gastón con ellas y Simba de pie frente a ellos.

- Ooouch... - digo exhalando el aire ante el codazo de Aladdin; tal vez había usado una estrategia de lenguaje corporal demasiado complicada, así que comienzo a ver como el amo y la princesa Jasmin empiezan a hablar y lanzarse miradas con sonrisas de tortolitos.

Cojo un bol de cereales y asisto a su intercambio de impresiones.

Luego se unen otras dos nuevas princesas.
Me levanto con la velocidad de un rayo azul metalizado y les abro el asiento para que puedan sentarse cómodamente y en un lugar donde puedan ver con claridad tanto los platos como el resto de comensales.

- Señorita Mérida, desconozco totalmente vuestra leyenda pero vuestro cabello en fuego es asombroso. Me alegro que hayáis descansado, seguro que estáis ansiosa por saber de qué irán vuestra clases. Creo que hablo en nombre de todos los miembros de Agrabah (digo señalando con respeto a la princesa Jasmin y al amo) cuando os digo que estáis entre amigos. ¿Sois princesa de qué reino?

Luego alzo una ceja y miro a Anastasia - Ella es Anastasia, la debéis conocer de vuestra hermandad, es una princesa del honorable reino de las "damas de cuero ceñido".

Luego se presenta Megara y me acerco para sentarla al lado de Mérida - Un placer conocerla, señorita Megara - digo cogiendo su mano y besando el dorso de su mano arrebatado por tal belleza clásica - vos no parecéis una princesa, más bien parecéis una diosa de Grecia. ¿Sois la hermana pequeña de Afrodita?

A continuación cierro los ojos, sacó un disfraz de metre y coloco (con varios brazos aparecidos de la nada), una miriada de dulces variados en un plato - Dejenme recomendarles estas, son las mejores delicias del chef Remy. Las llamamos en mi pueblo "Le petit mort"

Cuando el hombretón muerde la manzana por alguna extraña razón deseo ser esa manzana. Observo sus labios y quedo por un instante atrapada en ellos. Vale, deja de mirarlo. Le sonrío a Simba con amabilidad sin entender lo que dice de los monitos... cuando de repente, enfadado me coge la tela arañando mi mano y empieza a tirar las gemas. Ni siquiera he escuchado lo que decía, solo el dolor del arañazo.

Primero el escozor.

Luego la confusión en mi mente.

Al final la vergüenza de no saber qué he hecho mal para merecer ésto.

Me levanto pálida cuando veo la sangre en la palma de mi mano. Gastón y Ariel también la ven.

Frunzo el ceño. Si no he hecho nada. Nadie le ha hecho nada para que se comporte como Febo. Víctor Hugo describió muy bien a ese tipo de hombres. Veo a Gastón empujarlo, interponerse protegiéndome.

Y cómo cuando veía desde mi torre a las águilas cuando cazaban, todo cae en picado y se desmorona ante mis ojos; estábamos riendo, charlando animadamente, felices, y ha llegado él buscando pelear. No comprendo nada.

El hombretón me defiende, ni se lo piensa. Su poderosa voz grita en todo el salón.

Miro a Simba... Me ha hecho daño sin más. Aprieto el puño con rabia. La sangre gotea de mi mano. Estas son las personas de las que hablaba siempre Madre, por culpa de este tipo de rufianes yo he vivido encerrada en mi torre dieciocho malditos años. No permitiré que haga daño a nadie.

Para cuándo veo el tenedor de Ariel volar por los aires (no sé aún si se lo clava o no) y la escucho gritar yo ya estoy de pie sobre la mesa, sujetando mechones de mi pelo.

Con suma facilidad y rapidez enrollo el cuerpo del león. Desde los tobillos hasta los hombros (http://images4.fanpop.com/image/photos/19600000/I-...) no puede moverse, así que cae al suelo. Fue muy fácil herirme, pero no será fácil volver a hacerlo. No harás daño a nadie más.

Yo no soy débil y no te tendré miedo, León, o Mono, no sé qué eres pero eres peligroso, todos se defienden de ti.

Bajo de un salto con el pelo que me queda, que aún es mucho, cogiendo un plato de la mesa. Mi pelo me deja junto a él. Apretando fuerte la presa murmuro con el ceño fruncido.

- Los rufianes y matones no me dan miedo ¿Te tranquilizas un poco y nos cuentas a todos por qué me has hecho ésto? - la palma de mi mano, extendida gotea sangre sobre él. - ¿Tienes problemas para controlar tu ira o eres así de lerdo siempre? Eres un peligro.

Madre, mira como me defiendo ¡mírame! No puede moverse.

Ruby era como un bálsamo de calidez, quizás por eso Blancanieves la llamaba de esa forma. 

— significa pequeña— le responde con cariño, — y también dormí bastante bien, la cama es muy agradable y siento que estoy en casa... es extraño, pero no me molesta aunque extraño a los enanos y los animales del bosque, por eso... — estaba hablando cuando se les acerca Robin, ella se gira hacia él y lo saluda con una pequeña inclinación de su cabeza, pero sus palabras y su ánimo le hicieron levantar una ceja para luego observar a Ruby, ella había lucido inquieta por las ideas del hombre. 

— y aunque quisiera huir... ¿a dónde sería?... — pregunta, con un gesto más serio que el que usaba, pero sin caer en una postura recriminadora o de algún tipo — ni usted conoce el reino de donde vengo... no sé si Ruby nos conoce... creo que eso de escapar debería estar mejor planeado, claro si insiste en estas ideas — suspira, y junta sus manos delante de ella — además... — lo queda mirando — Inglaterra está bastante lejos de donde yo vivo... — pasó su dedo índice por su mentón — y definitivamente Ricardo Corazón de León no era su rey... lo fue más bien, hacia mucho tiempo — lo queda mirando por unos segundos — pero puedo estar equivocada mis estudios se enfocaban más en los animales y la herbología la verdad... y creo que Bella parece haber leído bastante, quizás ella sabe y pueda ayudarlo, porque antes de escapar y acusar de brujas a otras personas, debería descartar otras posibilidades, yo he visto la magia... y lo que hizo Fräulein Ella, no estaba ni cerca de lo que he visto — ahora sonaba mucho más seria, no le gustaba que perturbara a Ruby con sus ideas, aunque ella aún se sentía inquieta por todo aquello, pero habían nombres que le eran conocidos como Hércules, y dudaba que Simba pudiera estar tan loco como para inventarse eso de ser un León.

— así que estoy contigo, Ruby, mejor averigüémos que pasa, también siempre he creído que sigo un sino dictado y quiero encontrar las energías y las herramientas para luchar contra quien está en el trono de mi reino, sola no puedo, ni siquiera con un ejercito podría, pero si aquí encuentro la forma de derrocarla... lo haré, no tengo nada que perder — aprieta sus puños, revelando por primera vez sus verdaderas intensiones. 

— así que mejor comamos tranquilos, ¿les parece? — ahí volvió a ser muy dulce y amable, juntando sus manos delante de ella, y luego sirviéndose un poco más de te. — todo está delicioso y es agradable que te sirvan de tanto en tanto —se sonrojó un poco, cogiendo algo de fruta. 

Repasó mentalmente las palabras de Mufasa el día que le rescató del cementerio de elefantes, “Ser valiente no significa buscarse problemas”, lo intentó pero el orgullo calentaba su sangre y no le permitía pensar con la claridad de un león adulto y no un cachorro. Honrar el espíritu del león que le había engendrado no era fácil para un animal desubicado en ese lugar, cargado de nuevas amenazas confusas y desconocidas.

Primero fue Gastón el que tomó la defensiva empujando ligeramente a Simba para que se alejase de Rapunzel. El león le miró de frente congelando la expresión en su rostro. La sorpresa de que diese la cara por alguien le hizo pensar que tal vez esos dos humanos eran pareja. Eso si tenía sentido para Simba en lenguaje leonidas, que el macho defendiese a su hembra de otro macho.

Reaccionó volviendo a la posición inicial que desató el accidente con la mano de Rapunzel, y del cual él no fue consciente por no controlar aún su fuerza. Simba tensó sus manos y en curva los dedos, adquiriendo la forma de garra que para él era la conocida, adelantó su cuerpo y se dispuso a empujar no delicadamente, sino fuerte.

– Los leones no pelean como hombres. – le advirtió mostrando sus colmillos. Quizás Gastón lo supiese, Simba se cebaría con la cara y el cuello, olvidando otras partes del cuerpo del cazador, esa fijación según se aprovechase podía darle ventaja al otro. Sin embargo algo ocurrió y el cazador pasó a un segundo plano.

Desconocía que clase de criatura era la sirena, solo tenía la referencia de que era un ser acuático capaz de respirar bajo el agua. ¿Qué peligro suponía alguien como ella? otros animales ocultaban una apariencia distinta a la que mostraban. Quizás más fuerte. Dos estímulos amenazantes, entre Gastón, un humano y la otra criatura, Simba se decantó por Ariel ahí y ahora. - Yo tampoco he probado la carne de sirena, prefiero los animales que pisan la tierra. ¿Pero sabes qué? No me quedaré sin ver como eres por dentro cuando te... - respondió a la amenaza de la sirenita, sin temer quien fuese su padre cuando ésta clavó el minitridente en su carne. - … ¿Pero que haces? ¡Aún estoy vivo y de una pieza! - ¡quería comerle ya!

Debido al tenedor que le clavó Ariel, la amenaza de Simba no se completó, y menos mal porque ella se hubiese horrorizado. Apenas sangró por el tenedor, un rasguño superficial, pero el león lo tomó como un daño directo, se arrancó las garras de esas púas de acero, caminando directo hacia el peligro que ella representaba. La iba a empujar. Iba a hacerle daño con toda su fuerza y si se levantaba continuaría peleando con ella. No sabía contra que o quien se estaba enfrentando al desconocer la naturaleza de la sirena pero no le importaba. Ella le había atacado.

De repente, todo se torció aún más, y el ego herido del león acabó atrapado dentro de una jaula blanda y con aroma a flores. La otra humana lo enredó con su melena solar, el león de 90 kg cayó al suelo encajando un golpe difícil por como había sido "capturado", amortiguando la caída por la posición de la cabeza. Dolía, claro que dolía. Luchaba con todas sus fuerzas contra la venda de pelo revolviéndose no como león, sino serpiente, pero era inútil.

"Huelo tu sangre, podría olerla aunque no me acercases al rostro tu cólera por haberte tratado así. No me importa, en este momento no. Tu dolor no me importa. Solo quiero que me sueltes."

Rapunzel le recriminó, habló rápido, furiosa y contundente como un aguerrido luchador que no estaba dispuesto a dar un paso atrás y no temía defenderse del golpe que recibiese luego de su enemigo. ¿Pero acaso ella creía que Simba podía escucharla? Pues no. Su cuerpo ardía de ira y su mente no estaba mucho mejor.

- ¡Suéltame humana, sácame tu pelo de encima o te lo arrancaré con mis garras!- exigió volviendo a mostrar sus colmillos, amenazando con morderla si ella se acercaba lo suficiente. No concedió un centímetro a sus explicaciones.