Partida Rol por web

—¿La primera vez que lo escuchas? —repitió sorprendido—. Joder Kopernik, ¿es que ahora vives en una cueva, o que?. Te digo muy en serio amigo; tienes que salir más a menudo del Annika.

Joder... —sacudió la cabeza meneándola a ambos lados. No terminaba de creerse que su interlocutor no conociera el proyecto de Ilyanin. Todo el mundo sabía de que iba aquella locura. ¿En qué puta madriguera se había escondido su antiguo "empleado" durante los últimos meses?.

Cuando Kopernik se dio los golpecitos en la sien Igor asintió.

—En eso conincido —dijo—. El problema es que si Ilyanin consigue lo que se propone, puedes decir adiós a tus queridísimas experiencias simestim...

Mientras terminaban de cenar, la conversación continuó en una resumida explicación de en que consistía el Proyecto Inmortalidad. Igor explicó a Kopernik la intencion de Dimitri Ilyanin de digitalizar la mente humana y trasplantarla a cuerpos vacíos y relató como, teóricamente en su comienzo, esa tecnología tendría un precio prohibitivo y estaría solo al alcance de unos pocos privilegiados. No obstante, antes de lo que nadie pudiera preveer, su precio caería en picado y acabaría siendo no sólo asequible para todo el mundo, sino de uso obligatorio. Kopernik escuchaba con atención y no terminaba de entender: ¿Qué sentido tenía invertir millones de cred en un proyecto de tal magnitud para luego dejar que su valor cayera en picado?.

—Van a reemplazar nuestros neurochips —esas palabras sonaron sombrías en la boca de Igor. Fueron como un presagio repentino y funesto de malos tiempos.

—¿Entiendes lo que eso significa? —Kopernik permaneció mudo.

—El nuevo neurochip no será compatible con las actuales experiencias simestim, así que tu querido Annika se irá a tomar por culo —chasqueó los dedos cuando dijo esto último—. Y ojalá ese fuera el mayor de nuestros problemas, porque cuando ese neurochip acabe siendo implantado de manera masiva en la sociedad, nos van a tener bien cogidos por las pelotas...

Kopernik asentía de tanto en tanto mientras escuchaba. Realmente lo hacía por inercia, pues casi le sonaba a pura ciencia ficción toda esa mierda fatalista que le estaba soltando Igor.

—Lo que necesito saber es: ¿tú de que lado vas a estár?.

—Del mío por supuesto... —dijo KoperniK en respuesta mientras se rascaba la barba. No le hacía mucha gracia que su mercado se fuese a la mierda tan pronto. Con el tiempo probablemente podría adaptarse y manipular esas nuevas memorias que permitían la inmortalidad... Sin embargo, o recuperaba parte de su inversión o estaba muerto en vida.

—Eso implica que tenemos que destruir esa información.

Miró entonces en derredor para asegurarse de que nadie que no quería, estuviera prestando atención a la conversación:

—Entiendo que con volar esa máquina sería suficiente, es la única copia del asunto por lo que estás diciendo... Podríamos tratar de localizarla, entonces mando a mi chica al encuentro que decidamos de antemano. Podríamos volarlo todo y culpar a una de esas nuevas facciones de niñatos que no respetan nada.

Se permitió entonces una sonrisa y recuperó su posición para a continuación tomar su vaso.

—Por los viejos tiempos, donde había respeto y orden.

—Exacto —respondió. Las palabras de Kopernik le trajeron viejos recuerdos y no pudo reprimir una sonrisa teñida de melancolía.

Cuando el mnemólogo habló sobre hacer volar por los aires el Proyecto Inmortalidad, Igor también miró a ambos lados. Aquel era un tema serio y peligroso. Algo de lo que no se podía hablar a la ligera si uno no quería acabar pudriendose en una celda de dos por dos.

El viejo se rascó impulsivamente la parte posterior del cuello en un intento de deshacerse del picor producido por las miradas imaginarias que se le clavaban en la nuca. Igor era un completo paranóico. Suerte que Kopernik ya lo conocía bastante bien...

La actitud de su antiguo jefe puso alerta a KoperniK y su instinto de supervivencia reptiliano se activó.

Alguien no te quita ojo Kopernik. Se trata de un tipo de aspecto raro que no encaja ahí.

Desde luego no ha venido a probar la carne de cangrejo. Puedes apostar tu negocio que ese tío está aquí por ti.

Cuando se ve descubierto deja un billete bajo el cenicero de la mesa y se dispone a largarse.

¿Qué haces?.

—Igor, ayúdame... he visto a un tipo —se despidió como única explicación al tiempo que se levantaba bruscamente tirando en el proceso el taburete plegable que había utilizado para sentarse.

Empezó el Mnemólogo a caminar con paso apresurado para no delatarse demasiado pronto como perseguidor. Aquel punto por el que el friki parecía haberse metido era el que tenía más gente de todo el mercado, de hecho, había huido introduciéndose aún más en el tinglado en lugar de optar salir de éste.

KoperniK apartó a dos personas que parecían reacias a dejarle pasar y avanzó varios metros sin perderle de vista, pensando en aquella estrategia la realidad es que así sería fácil confundirse entre la multitud. Lo bueno de aquello era que lo tenía difícil para correr si cambiaba de opinión, lo malo... Es que en cualquier momento uno de esos pobres diablos que le cerrasen el paso podía ser un compañero suyo.

Decidió jugársela apretando el paso y sorteando rápidamente a las personas y empujando con suavidad cuando no parecían por la labor de apartarse. El tipo parecía que había venido solo.

El tipo extraño se alejó entre la multitud y Kopernik lo siguió. El mnemólogo avanzó a trompicones entre la gente apartando a unos y otros con la fuerza de sus codos hasta que se topó con un cuerpo extremadamente duro. Algo mecánico. Alzó la vista y se encontró con el cristal rojo de las lentes de un aparato del orden público. El visor del androide estaba fijo en él.

—Por favor, mantenga la distancia. Primer aviso —dijo la voz metálica en un tono plano.

Kopernik se sorprendió. Por norma general, los aparatos policiales estaban destinados a mantener la seguridad de la élite en sus torres. No era imposible, pero si bastante improbable, encontrarlos patruyando el piso cero. Maldijo su suerte y acató el aviso separándose unos pasos del androide. Después, sus ojos buscaron de nuevo a la presa. Allí estaba. La encontró intentando perderse entre los rápidos borrones de la multitud de la calle. Kopernik corrío tras él...

Alcanzas al tipo. ¿Ahora qué?.

No olvides que por la zona está ese androide gubernamental que te has topado durante la persecución.

¿Qué haces?.

—Joder... Putas latas —protestó para sus adentros mientras buscaba una ruta alternativa.

Llevó unos pocos minutos cuando acabó por darle alcance. Dedicó entonces un rápido vistazo en derredor y le propinó varios empujones dirigiéndolo a un callejón lateral esperando quedarse escondido de otras posibles latas que estuvieran por la zona, entonces usó su antebrazo para atraparle por el cuello:

—¿Qué quieres hijo puta? ¿No te has dado cuenta de que no es de día para que tenga que tener una puta sombra? ¡Dime quién coño eres maldito cabrón si no quieres que te deje seco aquí mismo!

—Ey, ey, cálmate tío —aun tenía el brazo del mnemólogo alrededor del cuello como si de un improvisado collar se tratara. El tipo raro habló sin forcejear. Ni si quiera se molestó en ahcerlo. Por un instante a Kopernik incluso le pareció inofensivo—. Te confundí con otra persona, por eso te estaba mirando tanto, nada más. —su cuerpo comenzó a tensarse.

—Ahora, si no te importa, ¿me quitas las putas manos de encima? —su tono también se tensó. Adoptó la onda de una frecuencia sombría. Una sórdida voz que parecía nacer desde el interior una mente perturbada. En ese preciso instante Kopernik supo que aquel tipo de inofensivo no tenía absolutamente nada. Miró de soslayo sobre su hombro con la esperanza de ver a Igor apareciendo por la boca del callejón pero esa imagen nunca ocurrió. ¿Dónde cojones estaba su antiguo jefe?...

—¡Los cojones! —gritó—.  No te soltaré, dime por qué me seguías y esta vez...

Se detuvo al sentir cómo de golpe el que creía como su víctima se estaba zafando sin problemas. Entonces retrocedió temiendo una cuchillada por abajo y buscó su propio arma en ese momento.

Era el ahora o nunca...

El tipo soltó un áspero gruñido, torció los hombros y se zafó con sorprendente facilidad del agarre de Kopernik —¡Que te jodan, capullo!—. espetó mirándolo furibundo.

—¡Estás pirado tío! —bramó. Y justo en el momento en que vió la clara intención del Mnemólogo de sacar algo oculto de entre sus ropas, la figura del androide policial se recortó al comienzo del callejón. Los gritos lo habían alertado.

—¡Está armado!, ¡está armado! —acusó.

—Alto —aquella voz metálica se escuchó de nuevo, pero esta vez sonó dolorosamente amplificada activada por el protocolo de detención. Lo siguiente que vió Kopernik fue luz roja que surgió desde algún punto de la cabeza del androide. Un barrido de haces laser que escanearon la totalidad de su cuerpo en cuestión de segundos.

—Identifíquese y vacíe sus bolsillos —pedir la identificación era una formalidad. Para cuando el P10 habló por segunda vez ya había cotejado el rostro de Kopernik en la base de datos policíal y tenía de él toda la información pertinente. Lo siguiente era comprobar si el sujeto disponía de permiso de armas y si la pistola que llevaba encima estaba registrada a su nombre.

¿Tienes permiso de armas?. ¿El revolver aullante está registrado a tu nombre?.

Sobra decir que el tipo raro aprovecha la confusión para largarse de rositas. Otra vez será...

—¡Mierda puta! —blasfemó KoperniK mientras mostraba su arma a la máquina cogiéndola con dos dedos para mostrarse como alguien indefenso—. Ese tipo estaba intentando atacarme, me estaba defendiendo. 

De pronto se fijó en que aquella maldita tostadora no tenía interés en la verdad y se dispuso a identificarse rápidamente:

—¡Soy Piotr Kaminski! —contestó en voz alta y clara, había oído rumores de aparatos descacharrados que habían acabado tiroteando a sus víctimas y todo se había cerrado con un "se resistió a la autoridad".

—Tengo licencia de armas, esto es Rusia¹ —explicó mientras le tendía el arma a la máquina que se aproximaba con cautela y sin bajar la guardia—. Por favor, tenga cuidado, es una reliquia familiar.

El aparato policial no tocó en ningún momento la pistola que le tendió Kopernik. Igual que había hecho con el dueño del arma momentos antes, le bastó un simple y rápido escanéo para contrastar los datos. Al parecer todo estaba en regla. No había habido violencia y el mnemólogo no había llegado a desenfundar la pistola. Tras unas palabras de advertencia, el P10 se dió media vuelta y continuó con su programada ruta de patruya.

—¿De que cojones iba esto? —preguntó. Había esperado a que el follón pasara antes de aparecer. Igor se cuidaba y mucho. No iba a dejar que la mierda de Kopernik le salpicara por mucho aprecio que le tuviera. Ese era el motivo por el que había llegado a la edad de jubilarse en un mundo como aquel.

—¿Estás metido en problemas?. Cuéntale al viejo Igor que ocurre, que igual puedo echarte un cable.

Dió una palmada en el hombro de Kopernik y ambos caminaron hacia la zona del mercadillo dejando atrás el callejón.

—Cuando solucionemos lo tuyo te contaré con detalle por qué es tan importante ese aparato que todo el jodido mundo está buscando...

—Un maldito cabrón estaba espiándonos en la conversación. Logré darle alcance pero ese desgraciado casi me pega una cuchillada y por culpa de esa puta lata logró escáparseme —explicó mientras repasaba los recientes acontecimientos de las últimas noches.

—Igor... Las cosas no son como antes y parece que estamos siendo muy viejos. Esta noche se me acercó un funcionario corrupto para preguntar por el simestín. Y luego un maldito coporativo, supongo que ese cabrón tenía algo que ver con esos dos... ¿Si nos aliamos, podrías ayudarme a tener ciertas garantías para mi local? Los malditos amarillos sólo piden protección pero ya ves cómo están las cosas.

La lengua y el paladar del viejo chocaron para emitir un sonoro y húmedo chasquido: —Mal asunto, hijo —dijo tras escuchar las palabras de Kopernik.

—Que el gobierno meta las narices en las simestim es cosa mala...

Se lo pensó, pero no demasiado. Sopesó la conveniencia de interceder por Kopernik y el Annika y finalmente tuvo que aceptar. No podía negarse. Para Igor seguir teniendo al mnemólogo cogido por los huevos era un placer que no podía rechazar.

—Tendrás esas garantías —aseguró—. Tu simplemente dime que necesitas cuando lo necesites. Deja el resto en mis manos. Eso si, por esta me vas a deber una bien gorda...

El brazo que tendió Igor hacia Kopernik fue acompañado por la sonrisa del vendedor de seguros que está a punto de cerrar una venta fraudulenta. El mnemólogo sabía que si estrechaba aquella arrugada mano, se alargaría considerablemente la hipoteca de las deudas que aun tenía con su antigüo jefe...

Dime Kop; ¿estrechas la mano del viejo Igor?.

Se mordió KoperniK el pulgar mientras sopesó brevemente la oferta, diablos... Prefería estar solo pero mejor casado con el diablo que muerto.

—Espero no tener que necesitar tu ayuda. Por el momento... Voy mañana intentaré hablar con mi la chica del Annika a ver si logro estrechar el cerco con nuestro objetivo. En cuanto sepa algo más que os pueda interesar, os daré aviso. Hasta entonces... ¿Puedo hacer algo por ti? —preguntó ofreciéndose y dando así por terminada la conversación.

—No se si estás bien informado de lo que realmente está ocurriendo, así que será mejor que me escuches con atención...

Juntos andaron sin rumbo aparente bajo la mortecina y amarilla luz que arrojaba sobre ellos los dispositivos de alumbrado público. Para unos ojos inexpertos eran como un par de viejos amigos que acababan de reencontrarse después de mucho tiempo y conversaban acerca de cualquier vanalidad. Doblaron una esquina y se detuvieron frente a la ennegrecida fachada de una casa cuyas ventanas habían sido selladas hacía décadas con láminas de acero acanalado. Aquel era un barrio chungo y marginal. Uno de tantos del piso cero.

—El aparato que buscamos no contiene la información del Proyecto Inmortalidad. Es justamente lo contrario. Contiene un virus informático creado para corromper la sede de Vitatec y destruir todos los archivos de Ilyanin. El aparato está diseñado para ser el catalizador perfecto; una I.A. completamente liberada capaz de aprender de si misma y de su entorno. Está provista de una interfaz prácticamente irrastreable que, entre otras cosas, le da una conectividad al Velo de nivel superior. Puede saltarse cualquier firewall conocido. Sólo hay que introducirla dentro del complejo de Vitatec, conectarla al ordenador central y dejar que haga su magia —dijo aquello como si fuera pan comido. Kopernik lo miraba con incredulidad. Creyó que le estaba contando el guión de alguna peli mala de ciencia ficción.

—Esta maravilla fue creada en un laboratorio Yakuza por Shinjiro Araki, un jodido genio de la robótica china. Lamentablemente para nosotros, una tipa entró en el laboratorio, se cargó al chino y robó el prototipo. Adoptó al aparato y lo rebautizó como Sestra. Paseaba con ella por las calles de Moscú como si fuera su mascota. ¿Te lo puedes creer?. Claro que no tenía ni puta idea de la importancia de lo que contenía el aparato.

Hizo una pequeña pausa para que Kopernik asimilara todo aquello.

—La asesina se llamaba Viktoriya Danilova —prosiguió—. Quizá la conozcas o te suene su nombre. De vez en cuando hacía algún trabajito de poca monta para Natasha Odonov. Curraba en un antro llamado Katyusha.

Igor sacó un paquete de cigarrillos del bolsillo de la chaqueta. Extrajo uno y lo encendió. Kopernik pensaba que había dejado aquel vicio, pero evidentemente estaba equivocado.

—En fin... —dijo. Una primera bocanada de humo escapó através de los dientes amarillentos de su boca—. Resumiendo: Viktoriya Danilova ya está criando malvas. De eso se encargó Sergei Vólkov, pero antes que pudiera echarle el guante al aparato Sestra, un sintético llamado Petrushka apareció y se lo levantó en sus putas narices —no pudo reprimir esbozar una sonrisa al decir aquello—. El sintético es otro aparato, uno gubernamental. Este está diseñado para capturar a Sestra, llevarla a Vitatec y, una vez allí, destruirla. Afortunadamente, antes de llegar a Vitatec Sestra y Petrushka se detuvieron en el Video Redux: Una especie locutorio seguro. Algo clandestino. No se que cojones ocurrió allí pero el hecho es que Sestra escapó. Ese es el último lugar dónde fue vista. De Petrushka tampoco se mucho más. Supongo que volvió a Vitatec...

Se encogió de hombros.

—Y así están las cosas... todo el mundo quiere ese jodido aparato y nadie sabe dónde cojones está. Quien lo encuentre primero tendrá la sartén bien cogida por el mango, ¿entiendes?.

Una imagen se proyectó repentinamente tras la retina del mnemólogo. Llegó sin avisar. Igor había enviado diréctamente hasta allí la digitalización del rostro de los aparatos.

—Natasha Odonov se ha posicionado del lado de Ilyanin. No se a que acuerdo ha llegado con ellos pero, si cree que el gobierno cumplirá su parte es aun más ingenua de lo que pensaba. Acabaremos lobotomizados como todos, te lo aseguro —tiró el cigarrillo y lo aplastó con la punta de la bota—. Ojalá estuviera su padre al frente del Konglomerat. En su época estas mierdas no ocurrían...