Partida Rol por web

—Dalo por hecho —dijo desde el otro lado de la transmisión. Entonces sus ojos parecieron centrarse en algún punto indeterminado más allá de la comunicación y la expresión de su cara cambió—. Me han visto. Corto transmisión.

Tras la comunicación con Dimitri Ella se activó y dió paso a la información que Harlam acababa de solicitar. Su voz comenzó a arrojar detalles sobre la vida de Ilyanin: Su año de nacimiento, el colegio y la universidad en la que estudió, la edad a la que se graduó, y los datos de su ridículamente extenso currículum. El ejecutivo se vió obligado a cortar esta última e interminable parte para no dormirse durante el proceso de escucha. Acto seguido, la asistente virtual pasó a lo que a Harlam le pareció realmente intersante.

—Proyecto Inmortalidad del Doctor Dimitri Ilyanin:

He estado acostado sobre mi enorme cama de sábanas de satén mirando el techo mientras en mis retinas pasaba la información que la voz de Ella me iba leyendo a gran velocidad con esa voz artificial que sólo escucho en mi cabeza. Por fin cierro los ojos. ¿qué tiene que ver ese desgraciado de Kopernik con el proyecto inmortalidad? ¿Si la compañía se hiciese con el simestim podría construir conciencias artificiales a base de las experiencias de otros individuos para crear nuevos seres conscientes dotados de recuerdos que no fuesen técnicamente máquinas?Ese sería un negocio maravilloso... compre una persona a la medida de sus necesidades...diseñe a sus herederos... cambie sus recuerdos... asegure su memoria. Pero ¿por qué el gobierno apoyaría un proyecto así? Quizá este fuese el motivo por el que gurú me había encomendado hacerme con la máquina del Annika. Pero tantas suposiciones me están dando dolor de cabeza.

El tipo del gobierno en el Annika era una pieza que no encaja. Empieza a ser esa nota disonante capaz de arruinar un gran concierto. No hay mucho hilo del que tirar, pero no pierdo nada por intentarlo.

-Ella, accede a mis grabaciones del día e intenta identificar al agente del gobierno que conocimos en el Annika. Lo que encuentres muéstramelo. Y después, busca información en los datos del ministerio de trabajo, o como se llame ahora... los datos que haya sobre la plantilla de ese garito. Tengo que buscar una manzana podrida en ese cesto, la necesitaremos.

No puedo dejar de pensar en ese aparato... ¿por qué meter esa información en un lugar tan vulnerable? quizá no fuese tan vulnerable, no imagino a un genio como Ylyanin haciendo algo tan estúpido sin un motivo.. - me trago un par de pastillas para la jaqueca que tomo de la mesilla junto a la cama y las engullo como un sapo, sin agua- ¿por qué las mafias iban a querer algo así? meterse con el gobierno no es buena idea, llamar la atención siempre es mala idea para esa gentuza...

Espero que Dimitri aparezca. He agitado el árbol. Ahora esperaré a ver si cae algún fruto. El tema de Kutnetsova parece que sigue su curso, Sergei hará su parte. Comiezo a juguetear con la trajeta del pirado antitecnología que conocí allí arriba. La miro, no puedo dormir.

Ella, pide un transporte, voy a a hacerle una visita mi nuevo e interesante fanático amigo. Sería de mala educación no aceptar una invitación tan formal como ésta. Comienzo a vestirme y me dispongo a salir para ir a la dirección impresa en el papel.

^{Iglesia del Ayer. Calle Voznesenskiy Pereulok. Centro de Moscú.}

El edificio gótico victoriano resultaba algo extraño en el conjunto arquitectónico de la nueva Moscú. En la época soviética la iglesia anglicana de San Andrés se utilizó como un estudio musical debido a su buena acústica. Después, la reina Isabel segunda, pidió al presidente ruso que devolviera el edificio a la comunidad inglesa expatriada de Moscú.

Harlam se mantuvo de pie contemplando el pórtico. Hacía frío y le dolían los huesos. A su edad le costaba un gran esfuerzo permanecer de pie así fuera solo un rato, pero aún así se quedó absorto por un instante. Echó un vistazo en derredor y pensó en lo poco que había cambiado aquella estructura durante los últimos siglos. El interior, por el contrario, si que había cambiado. Ya no había rastro alguno de imágenes religiosas salvo la silueta de la cruz que se formaba en el muro posterior. A través de la abertura entraba la luz solar que llegaba mortecina a través de las múltiples capas de polución que envolvía la ciudad.

La silueta de Oleg 'Rasputín' Igorevic avanzó hacia Harlam proyectándose al contraluz de la abertura posterior.

—Me alegra verle —le recibió con una amplia sonrisa y le tendió la mano—. No pensé que vendría tan pronto.

Le sonrío mientras estrecho su mano. La sostengo unos instantes más de lo necesario para estrecharla normalmente, como si pretendiese robarle algo de su calor mientras sostengo su mirada.

- cuando tenga mi edad se dará cuenta de cuan valioso es el tiempo. Nunca es demasiado pronto a mi años, porque siempre dudas de que mañana pueda ser demasiado tarde.

Suelto su mano y recupero un poco la compostura antes de continuar.

- he pensado que quizá su iglesia tenga algo parecido al secreto de confesión...¿es así?¿tiene tiempo para escuchar acerca de las disquisiciones de un anciano como yo? quizá no sea tarde para reclutar una nueva oveja para su rebaño, quizá no sea tarde para que yo encuentre por fin un pastor.

Finjo una mirada desvalida, intentando conmover a este hombre... Pero le lanzo una pregunta directa esperando que responda sin dobles sentidos como los que he usado hasta este momento. Serio, le pregunto:

-Me gustaría saber qué dice su doctrina acerca de una posible inmortalidad al alcance de los hombres. 

—Va al grano, señor Harlam. Eso me gusta —respondió Igorevic—. Acompáñeme —dijo. Y tendió su brazo hacia el ejecutivo para que este lo usara como punto de apoyo. Juntos caminaron entre los viejos bancos de madera de la iglesia y atravesaron el modesto portón lateral que daba paso a una zona exterior. Un espacio ajardinado dónde numerosas flores y hortalizas crecían desde el interior de grandes maceteros de barro.

Igorevic se remangó la túnica hasta la altura del codo e introdujo el brazo en el interior de una de esas macetas. Invitó a Harlam a hacer lo mismo y, por un momento, el ejecutivo dudo. Cuando por fin se decidió a imitar a su anfitrión y su mano se hundió en la tierra notó la fría humedad, pero al mismo tiempo el contacto granuloso le confirió sensaciones casi placenteras. Había pasado demasiado tiempo revoloteando por el mundo híbrido, ocupado con las tareas programadas que un gurú corporativo holográfico le imponía mientras escuchaba los susurros de una asistente virtual en su oído. En aquel instante, sentir algo tan tangible con sus manos era todo un cambio.

—Sabe señor Harlam... sembrar la tierra y cultivar el alma son cosas muy parecidas —extrajo el brazo y su otra mano sacudió despacio los restos de tierra que se habían adherido a su piel—. Igual que cada individuo, cada cultivo necesita unos nutrientes que coge del suelo —explicó—. Si siempre plantamos lo mismo en el mismo lugar, las necesidades serán también las mismas y la tierra se agotará.

—Lo que yo o mi doctrina digamos a cerca de la inmortalidad debería serle irrelevante. Lo verdaderamente importante ahora mismo es; ¿qué piensa usted de ello?. 

Oleg 'Rasputín' Igorevic era hábil con las palabras. De eso no había ninguna duda. La metáfora con que había devuelto al ejecutivo su propia pregunta era testimonio de ello. Harlam dudó si la imagen de hombre iluminado que proyectaba el tipo que tenía delante era real o simplemente era un charlatán más...

Aunque me ha parecido una argucia sibilina para evitar mi pregunta le sonrío plácidamente. Sacudo la tierra de mis manos frotándolas una contra la otra sin demasiada energía.

- soy viejo, Oleg ¿puedo tutearle señor Igorevic? Continúo sin esperar su respuesta- para los viejos, la idea de la inmortalidad es como la flor para una abeja. Algo tan tentador que es muy difícil no revolotear una y otra vez a su alrededor. Pero debe entender que la vejez no es algo agradable. Es como esta tierra tuya, Oleg,  ni siquiera ella puede nutrir una planta eternamente, cada vez sostendrá cosechas más débiles hasta que un día simplemente sea un puñado de polvo estéril. Pensé que la doctrina que predicas se opondría a algo tan antinatural como es la inmortalidad de nuestra especie. Yo no puedo dejar de anhelar evitar mi desaparición, coloco una mano sobre mi frente, pero mi siento, coloco la misma mano en mi pecho a la altura del corazón, que me agoto y que se acerca el momento natural de cerrar el círculo.

Clavo mi mirada azulada, casi gris, en sus pupilas, midiendo el efecto de mis palabras en él.

-¿Qué harías tú si supieses cómo evitar que la humanidad alcance la inmortalidad?¿te considerarías digno de juzgar si es algo que debas evitar? los hombres estamos hechos para morir, nacemos con un único hecho programado en nuestro futuro incierto, la muerte. Temo que si los hombres logramos un día evitar ese destino, dejaremos de ser humanos. La muerte nos humaniza, Oleg, he venido aquí pensando que si te pidiese ayuda para evitar que un futuro de hombres que no mueren, me ayudarías. ¿lo harías? La inmortalidad de mano de la tecnología no nos hará seres más libres, nos hará esclavos de nuestras propias máquinas hasta finalmente convertirnos en una de ellas. Creo que prefiero desaparecer antes de convertirme en un holograma como el que me da órdenes en mi oficina... - vuelvo a sonreír con clara amargura.

La parte de mi mente que se comunica con Ella parece estar en otro lugar, maquinando.

- Ella, ¿puedes mandar un mensaje al agente Korsakov sin que pueda saber quién o desde donde se lo envías?

—Soy una I.A. vinculada a CryoTech. Existe la posibilidad de que tal mensaje pueda ser rastreado y ese es un riesgo que, en beneficio de la corporación, no puedo asumir.

A veces Harlam olvidaba que su "secretaria" virtual era un privilegio otorgado por la corporación y que, por encima de todo, velaba por sus intereses. Cuando Ella hablaba así, la vieja memoria del ejecutivo volvía a poner cada cosa en el lugar que correspondía. A veces, incluso, se arrepentía de las cosas que le pedía, pues no dudaba que el log de datos de la I.A. fuera analizado periódicamente a modo de control.

—Podemos tutearnos, claro —respondió. No interrumpió al ejecutivo en ningún momento. Escuchó con suma atención las palabras del anciano que parecía haber venido hasta su iglesia para desahogarse y luego habló:

—Te ayudaría —sonaba sincero. Tampoco tenía motivos para mentir acerca de aquello. —El ser humano no merece la inmortalidad. Sólo hay que mirar alrededor para darse cuenta—. Extendió ambos brazos y miró hacia el cielo de Moscú. El enfermizo color de plomo era tan uniforme que prácticamente era imposible saber si el cielo estaba despejado o era una gigantesca nube de polución gris lo que se cernía sobre la ciudad.

—Fuera de los dos grandes territorios nuestro planeta es inhabitable —soltó un bufido de indignación—. Si eso lo hemos conseguido teniendo fecha de caducidad, ¿a dónde nos llevaría la inmortalidad?.

Harlam no respondió. Sabía que aquella pregunta no requería respuesta alguna.

—Imagino que ha venido a verme con una proposición en mente...

- Ella, responde a esta pregunta, ¿quien podría realizar esa tarea para la corporación sin poner en riesgo a la misma? 

Ella no deja de ser una IA, por fortuna la corporación no era dirigida por ellas, a veces su utilidad debía sufrirse teniendo que usar la retórica para no violar ninguno de sus principios y conseguir lo que uno necesitaba. Reformulo mi pregunta a ver si consigo que me de una repuesta útil. Si no lo consigo preguntaré a alguien de carne y hueso. A fin de cuentas lo que necesito es un servicio para satisfacer las demandas de la corporación... maldita máquina estúpida.....

- tú me invitaste. Pensé al conocerte que quizás tu fe me ayudase en mis cavilaciones morales. Hago en ocasiones cosas de las que no me siento orgulloso... ¿sabes de qué hablo? hay un lugar, una máquina... un sitio muy especial. Pero no sé si estoy abusando de tu paciencia. Quizá esto no te interesa y debiese marcharme. Debes ser alguien ocupado. Pensé que me entenderías, discúlpame si me he equivocado.

Sopeso la reacción ante mis palabras, espero descubrir en sus facciones algo que me indique si mis insinuaciones pueden llevarme a alguna parte.

—Avenida Petrovka Ulitsa número veinticinco. El local se llama Video REDUX. El verdadero negocio tras la tapadera es un locutorio seguro. Está regentado por una mujer que se hace llamar Cable.

Rasputín posó suavemente la palma de su mano sobre el hombro del anciano —No te disculpes. Es difícil no caer ante la tentación de la tecnología. Incluso yo, en algunas ocaciones, me he dejado llevar por el canto de sirena de los circuitos eléctricos y he navegado a la deriva por el mar digital siguiendo la luz del neón de un faro de mentiras.

El líder de la Iglesia del Ayer guió a Harlam y juntos caminaron con paso tranquilo hasta un banco de madera.

—¿Has oído hablar de las experiencias Simestim? —preguntó tras sentarse—. Hasta no hace mucho, estaba enganchado a ese tipo de... experiencias —confesó.

—Era como una droga para mi. ¿Puedes creerlo? —frunció los labios y movió la cabeza de un lado a otro avergonzado—. Háblame de esa máquina. De ese lugar especial...

Finjo sorpresa cuando hace referencia a las simestim. Pero quiero saber más de eso, de lo que pueda decirme del Annika y de su dueño, porque yo no abandono nunca mi presa. Soy un fiel perro a la voz de su amo, mi corporación.

- Apenas puedo creerlo, esa máquina es justo la que se ha cruzado en mi camino. Ese lugar, el Annika, su regente... el hombre que lo dirije me permitió probar su máquina. Eso ha despertado en mí una pulsión por experimentar las posibilidades que esa máquina puede ofrecerme... muy por encima de lo que he sentido hasta ahora. Me debato ante la idea de sucumbir a la extorsión de ese hombre... Kopernik. ¿como saliste tú de esta espiral en que me encuentro? ¿cómo venciste a ese hombre y la tenación que supone su máquina?

—¿Me permite un consejo? —Inconscientemente volvió a tutear al ejecutivo. Le era difícil no mostrar esa deferencia ante alguien que le sacaba tal diferencia de edad. A Harlam la pregunta le sonó a frase hecha. No dijo nada.

—Aléjese de esas experiencias. No vuelva a consumirlas. Son la peor drogra que jamás se ha inventado —Lo cual era mucho decir tras la invención y legalización del trank. Mientras hablabla gesticulaba enérgicamente con ambas manos. Harlam comprobó que el tema de las simestim alteraba su estado de calma y tranquilidad natural.

—Le seré sincero —dijo, y repentinamente se puso en pie—. No creo que haya conseguido desengancharme del todo, y creo que nunca lo haré hasta que... —decía aquello mientras caminaba sin rumbo aparente, pisando nervioso sobre las losas de piedra del patio exterior.

—...hasta que consiga cerrar ese maldito antro de tentación y perversión.

- quizá sea justo eso lo que deba ocurrir. Que ese lugar desaparezca. Sin embargo - muestro pesar en mi voz-  creo que el hombre que lo regenta está protegido por mafias, delincuentes y quizá incluso miembros corruptos del gobierno. Es probable que incluso haya usado su máquina para manipular la voluntad otros buenos hombres como tú.

Me levanto como el ha hecho y le sostengo la mirada.

- puedes contar con mi ayuda si la necesitas. ¿sabes algo de ese lugar que pueda ser útil para cerrarlo para siempre? - froto mi frente con ambas manos como si me costase recordar- Hay un hombre... alguien del gobierno llamado Misha Korsakov. Se ocupa de delitos cibernéticos o algo así. Creo que pretende justo eso, cerrar ese lugar.

Guardo unos instantes de silencio para que pueda ir asimilando mis insinuaciones.

- No creo que me haga mucho caso a mí. Pero a tí, un miembro prominente de nuestra ciudad, un líder espiritual, creo que te escucharía. No debemos dejar esa máquina en manos del hombre que la posee actualmente, no. Ese hombre la usa para destruir la vida y la voluntad de otros hombres. Es nuestro deber impedir que lo haga más veces. Impedir que repita lo que te ha hecho a ti, Oleg.

Lo que no le digo es que la máquina debe pasar a mis manos, porque por ahora, no necesito convencerlo de eso. Cada batalla en su momento. Ahora lo que necesito es que me cuente todo lo que sabe y que yo pueda usar. Lo miro disimulando mi ansiedad por lo que pueda decirme para cumplir mi objetivo.

Kopernik es un tío peligroso —dijo—. Como sabe tiene una estrecha relación con el Konglomerat y, además, su local está en territorio de la Yakuza. Los japoneses lo protegen a cambio de cred y vaya usted a saber que más.

—Dudo que el gobierno también esté de su lado. Creo eso ya sería demasiado. Así que supongo que nuestra mejor baza sería tirar del hilo de ese tal Korsakov —se encogió de hombros—. Deje a un lado la falsa modestia señor Harlam. Usted también goza de una privilegiada posición dentro de CryoTech y su nombre es bien conocido. Su testimonio unido al mío deberían tener suficiente peso para comenzar a mover la maquinaria gubernamental.

Calló durante un rato. Su expresión preocupada y reflexiva dió a entender que estaba sopesando el contenido de las palabras que acababa de decir.

—Pero le seré sincero, señor Harlam, en este preciso momento no me muero de ganas por ponerme a sacudir ese avispero...

Esta vez soy yo quien coloco una mano sobre su hombro y con una ligera palmadita que acompaña mis palabras le digo:

-tranquilo, Oleg. No es necesario que te inmiscuyas en este asunto si no es el momento adecuado. Yo me ocuparé de esto, me conformo con saber que estás de mi lado si necesito tu ayuda. Saber que también es tu problema es suficiente. Me sorprende un poco que sepas quien es el amo al que sirvo, pero no pienses que eso tiene que ser así siempre... aún hay cosas por encima de la corporación - miento. - Aún queda algo de conciencia dentro de este ejecutivo. -Sonrío.

-Espero que si alguien viene por aquí en mi nombre, le eches una mano. Eso es todo. Ahora te dejo con tus ocupaciones. Ha sido un grato placer esta charla entre nosotros. Espero volver a charlar pronto, me ha servido para aclarar las ideas. Es un mundo ruidoso ese de ahí afuera, pero este lugar es un refugio de tranquilidad. Creo que no tardaré en volver... amigo.

Me retiro dedicándole un gesto de despedida. Cuando por fin estoy fuera del edificio le digo a ella:

-Ella, pide un transporte discreto. Tenemos que ir a Video REDUX... tengo cosas que hacer allí.

—Ha sido un placer —Igorevic se despidió con un sincero apretón de manos.

Ella confirmó. El taxi llegaría en cuestión de minutos.