Partida Rol por web

El vehículo se detuvo a la altura del Video REDUX. Harlam pagó de más al conductor y se bajó antes de que el taxista pudiera si quiera darle las gracias. A decir verdad, tampoco hizo falta.

El ejecutivo se encontró en una calle tétrica y vacía. Se detuvo junto a la viejísima y en absoluto prometedora fachada cuyas ventanas gemelas estaban espejadas desde el interior por un grueso revestimiento de polvo. Sobre ellas, distinguió las letras en tubo de neón apagado: Video, y luego la palabra REDUX. La puerta que separaba las ventanas había sido reforzada con una lámina de metal corrugado en la que sobresalían a intervalos pernos de sujeción oxidados y enlazados entre sí con flojos alambres de púas galvanizados.

Harlam se colocó frente a esa puerta y pulsó un interruptor. El timbre no sonó. Estaba sin vida igual que el neón. Optó por aporrear el metal con la base de su puño. Varios minutos después una pequeña rejilla rectangular se deslizó en la puerta. Desde la seguridad de la mirilla unos ojos fememinos lo escrutaron.

—Está cerrado.

La rejilla volvió a cerrarse.

Vuelvo a aporrear la puerta. Y grito sin temor de que alguien pueda escucharme:

-Maldita sea, mujer. Abre esta puerta de  una vez. Vengo como cliente, y voy a darte dos opciones. Atenderme y ganarte algo de creed o hacer que me marche y vuelva más tarde con compañía que hará que realmente tengas que cerrar este negocio por mucho tiempo. ¿Entiendes eso?

Tras las amenazas del ejecutivo se hizo el silencio. La puerta permaneció cerrada y la mujer del otro lada no dijo nada. Pero la rejilla no tardó en abrirse de nuevo. Al parecer Harlam había pronunciado la palabra mágica. Una palabra que era capaz de abrir prácticamente cualquier puerta. Cred.

—Dime que es lo que quieres y cuanto estás dispuesto a pagar por ello.

El ojo de Cable asomaba otra vez por la rendija metálica. Escrutaba de arriba a abajo el potencial de su nuevo "cliente".

sonrío a la mujer del otro lado.

-me alegra saber que hablamos el mismo idioma - digo mostrando mi blanca dentadura. Me han asegurado que puedes ponerme en contacto con alguien por un canal absolutamente discreto. Tengo que hacer llegar un mensaje a alguien de forma absolutamente confidencial. Pagaré lo que me pidas, siempre que no me tomes por idiota. Los jóvenes soléis tratarnos a los viejos como imbéciles, pero no juegues conmigo y nos llevaremos bien tú y yo. ¿Entonces, querida, puedo pasar?

La rejilla se cerró por segunda vez. Un indicador led cambió de rojo a verde y la puerta metálica se abrió. El ejecutivo se encontró al otro lado con una jóven que vestía de manera horrorosa. Lo exageradamente colorido de su traje pseudo-vintage hizo que casi le dolieran los ojos. Ella hizo un gesto con la cabeza y el ejecutivo la siguió hacia el interior.

Se adentraron en una amalgama de paredes de poliespán pintadas con olor a viejo y humedad. Trenzas de cableado zurcaban el techo y había montañas de basura por todas partes. Después llegaron a una estancia luminosa de paredes de plástico blanco.

—El precio depende del destinatario. No es lo mismo enviar un mensaje encriptado a la abuela del vecino que al puto Dimitri Ilyanin —su aspecto parecía haber salido de un ensayo fallido de arte psicodélico—. En cualquier caso, la tarifa mínima es un cred.

Entre un ojo amoratado y un labio partido Harlam vió un pómulo hinchado. A la dueña de aquel apestoso agujero le habían dado una buena paliza en los últimos días.

- querida señorita, viendo el estado de su rostro entiendo sus reticencias a abrirme la puerta hace unos minutos. Disculpe mis malos modos, suelo ser un hombre muy educado. Pero todos perdemos las formas alguna vez, ¿no es verdad? 

Intento adoptar una expresión preocupada, como la de un padre o un abuelo preocupado. 

- Quizá sea meterme donde no me llaman, pero no me gusta ver a una chica que se esfuerza por ganarse la vida, con un trabajo arriesgado como el suyo, ser maltratada de esa forma. Señalo sus heridas. Puede que en lugar de cred necesites un poco de ayuda. Te propongo que me eches una mano con mi mensaje y a cambio yo te presentaré a alguien adecuado para ajustar cuentas con quien te haya hecho eso. El respeto, querida niña, es algo que hay que ganarse y mantener. 

- lo que necesito de ti es mandar un mensaje anónimo a una agente del gobierno. Quiero que le llegue pero que no sea posible rastrear su origen. Alguien de confianza me ha dicho que no será un gran problema para ti. Tienes muy buenas referencias. Si no quieres mi ayuda puedes quedarte sólo con el cred. Aunque me gustaría poder ser de ayuda, la verdad. No es que tenga muchas oportunidades de ayudar a nadie últimamente. Me recuerdas a mi hija- miento.

La miro una vez más intentando caerle bien. - Mi nombre es Harlam, por cierto. 

La muchacha se deslizó hacia una de las esquinas de la habitación. Un pequeño rincón, dos lámparas led, una mesa plegable y una silla, todo viejo y bañado de polvo. Sobre la mesa, instrumental de algún tipo, bajo fundas de plástico negro.

—¿Primero me amenazas y ahora te pones en plan paternal? —rió.

Se acercó a la mesa y levantó una de las fundas.

—Capullos del gobierno —dijo—. Esos cabrones querían algo que yo no tenía. Hasta que no quedaron convencidos no dejaron de golpearme. No sé como crees que vas a poderme ayudar con ese tema. Por muy pez gordo que seas, la pecera en la que te bañas es de ellos.

Bajo la funda asomó una consola de aspecto anónimo y a medio terminar. Una especie de prototipo de fábrica.

—Nombre del destinatario y mensaje —pidió. Después la expresión de su cara se torció. Lo hizo cuando Harlam le dijo para quien iba el mensaje.

—Dos cred —fijó la tarifa. Era algo más elevado de lo habitual, pero Harlam comprendió el motivo.

Sonrío ante su comentario sarcástico, pero le respondo.

-cuando te amenacé sólo pretendía llamar tu atención. Digamos que no me gusta la gente que trata de conseguir las cosas a golpes. Yo soy un hombre de negocios, y no un mafioso como los muchos que hay por esta ciudad. Entiendo que puedas no querer ayuda, pero morder una mano tendida nunca es la opción más inteligente. Y esta bañera en la que nadamos los dos tiene más agujeros de los que imaginas. 

Le doy unos instantes por si cambia de opinión y se muestra algo más receptiva a colaborar antes de darle el nombre del agente del gobierno y el mensaje que quiero que le llegue.

Cable no tenía intención de confiar en el primer tipo que llamaba a su puerta. No después del infierno que había pasado en los últimos días. No dijo nada. Se limitó a teclear un par de comandos en el terminal y esperó a que el ejecutivo le diera de una maldita vez el nombre del destinatario y el contenido del mensaje que debía enviar...

No se puede ganar siempre, pienso para mí mismo. Chasqueo la lengua entre los dientes y le digo:

- Bueno, sea como quieras. Pero si cambias de opinión mi puerta estará abierta. Ahora tu trabajo: Misha Korsakov. Y el mensaje: Sé que anda tras un conocido común. Puedo ayudarle. El señor Kopernik y sus actividades tampoco me resultan gratas. ¿podemos ayudarnos mutuamente? responda por este canal y disculpe mi anonimato por motivos de seguridad personal.

- Sólo eso. Si hay respuesta haga que me llegue y habrá más cred para ti. ¿Ok?

—Lo tendré en cuenta —respondió al ofrecimiento. Era mentira. Harlam sabía que no había conseguido ganarse la confianza de la chica. Entonces ella se sentó. Lo hizo en una silla de plástico plegable que arrastró hasta la mesa.

—Veamos —dijo—. Misha Korsakov, Misha Korsakov... ¿Dónde estás maldito Misha Korsakov?... —musitaba en voz baja, como si de una especie de mantra se tratara. Tras los anteojos digitales de sus ojos su cerebro ya se había hundido en el mar de información que proyectaba la pantalla del terminal. Harlam esperó un buen rato.

—Aquí estás, al fin... —dijo al tiempo que comenzó a teclear en la representación de la consola, haciendo volar sus dedos sobre el teclado. Era buena en lo suyo.

—Hecho —se giró hacia Harlam. Ella había cumplido. Ahora le tocaba al ejecutivo.

—Beep

Un pitido entrometido se escuchó tras ella. Un sonido emitido por la terminal que hizo a cable dar un respingo retractil sobre la silla. —¡Joder! —exclamó al comprobar la pantalla—. ¿Cómo cojones lo ha hecho?...

Después volvió a girarse hacia el ejecutivo— ¿Quíen cojones es Misha Korsakov?. Acaba de contestar.

Harlam, mira la pantalla y lee el mensaje. Cuando lo hagas dime: ¿Qué ha respondido Korsakov?.

Mis ojos grandes y claros reflejan la luz de la pantalla interpretando los caracteres que muestra. Mis cejas se elevan con sorpresa. Cierro los ojos y aprieto ambas sienes con mis pulgares intentado calibrar mi próximo movimiento.

Korakov me propone encontrarnos en una entrevista virtual. Pero temo que sea una trampa. La pantalla muestra el siguiente texto:

- Si está dispuesto a colaborar con la legislación vigente interpreto su ofrecimiento como un acto de buena voluntad que tendré en cuenta cuando hablemos a pesar de la forma en que lo ha solicitado. Le concedo 5 minutos a partir de este instante. Enlace con el entorno virtual anónimo que adjunto. Su tiempo corre.

Miro a la chica que se hace llamar cable. Le digo: ¿puedes mandarme a esa reunión virtual de forma segura? Espero su respuesta para tomar la decisión. Estoy dudando que acceder a la reunión sea una buena idea mientras la miro fijamente. Si no me garantiza que no me van a freír el cerebro por conectarme a ese sitio al que me invita korsakov... no voy a jugarme el tipo.

^{Reunión virtual con Misha Korsakov. Espacio seguro en el Digizonte.}

La chica confirmó la seguridad del encuentro y procedió. Después de la conexión Harlam abrió los ojos y parpadeó. La transmisión fue acompañada de algunos gráficos virtuales, crudos pero eficaces, y de subsónicos sonidos que hicieron zumbar la cabeza del ejecutivo. Desde el otro lado de la sala blanca y vacía, la imagen virtual de Misha Korsakov le miró con simpatía.

—Dígame señor Harlam: ¿Qué tiene para mi?. Y ya que estamos, ¿qué quiere a cambio? —fue directo al grano—. ¿Quiere que revoque la multa impuesta en el Annika? —bromeó. Sabía perfectamente que el ejecutivo quería otra cosa.

- En primer lugar quiero que me disculpe por aquella treta que intenté con usted aquel día que nos conocimos. No sabía nada de usted y yo sólo pretendía ayudar a alguien que me tenía muy engañado. Alguien que he descubierto que no es de fiar, sino todo lo contrario.

- no voy a volver a subestimarlo, agente Korsakov. Así que voy a ir al grano y ser absolutamente claro con usted en este asunto. ¿usted persigue al señor Kopernik por su posible relación con las simestim o como quiera que se llame esa tecnología con la que él trafica con emociones simuladas, no es así? No tengo muy claro por qué eso es un problema para usted, pero entiendo que es el motivo de que ande tras este tipo. Corríjame si me equivoco...

- La gente a quienes represento está interesada en esa tecnología, pero no tendrían objeción en usarla en consenso y acuerdo con las directrices oportunas para no causar molestias a nuestro eficaz gobierno. Yo lo que quiero es que el señor kopernik deje de ser un obstáculo para dar un uso digno y controlado a esa tecnología. Quizá yo pueda hacer algo para que eso ocurra. Si es así no dude en decirme qué puedo hacer por ayudarlo. Mi gente no busca problemas con el gobierno, eso se lo aseguro.

-¿cree que sería posible esta colaboración entre nosotros, agente Korsakov?

—El uso y comercialización de experiencias simestim es un delito duramente penado. Imagino que la corporación para la que trabaja y por ende, usted mismo, son conocedores de este dato. Eso hace que me pregunte como pretende Cryotech sacar provecho de este negocio sin incurrir en la legalidad.

La proyectada imagen del agente gubernamental escrutó la reacción de la propia imagen del ejecutivo antes de continuar.

—No obstante agradeceré, tanto yo como mi departamento, cualquier ayuda que pueda facilitarnos a fin de acabar con la lacra de este infame negocio. Entienda que, hasta que la ley vigente no cambie, simestim no es un negocio que su corporación pueda absorber sin incurrir en la ilegalidad.

Korsakov no hizo alusión alguna a su propia motivación para acabar con el negocio de Kopernik, pero el ejecutivo pudo intuir que tras el loable telón del cumplimiento de la ley, debía esconderse alguna otra razón de índole personal.

La videollamada entrante fue bloqueada por el firewall del espacio virtual en el que se encontraba Harlam. No obstante, el contenido fue filtrado por el programa a modo de mensaje y la información llegó directamente al cerebro del ejecutivo.

—He hecho lo que me ha pedido. Ha sido un éxito.

El mensaje era de Dimitri.

- Admiro su integridad, agente Korsakov -le digo con finalidad de adulación-. Cryotech pretende estudiar la tecnología simestim con la finalidad de encontrar un modelo de negocio acorde a la legalidad. Como puede imaginar contamos con un departamento jurídico que asesora a la junta directiva para operar cumpliendo estrictamente con la legalidad vigente. No somos una de esas bandass mafiosas intentado arrebatar un mercado ilegal a otra banda... somos un eslabón importante en esta sociedad, mantendremos esa tecnología bajo control y no en manos de desapresivos como los hombres de los bajos fondos que parecen explotarla ahora. Como ese tal Kopernik y sus amigos yakuza.

- Esas bandas están causando el caos por hacerse con el control de esa tecnología. Creo que incluso hay tiroteos y altercados en este momento (añado al ver el mensaje de Dimitri). Puedo conseguirle pruebas de los delitos que allí se realizan con esta máquina, incluso podría conseguirle testigos de ello. A cambio sólo le pido que me deje examinar temporalmente el equipo que pudiera requisar allí dentro. Una vez nuestros técnicos lo examinen será restituido a su departamento hasta la última tuerca.

- Creo que la ciudad se encuentra revuelta con otro tema tecnológico más serio, algo gubernamental de lo que seguro está informado. Creo que es un prolema más serio que este asunto de las simestim. Déjeme que le consiga esas pruebas y así podrá concentrarse en ese tema más importante. Déjeme ayudarle a hacer lo correcto, ¿puedo entender que tenemos este acuerdo?

Le sonrío con la esperanza de haberlo llevado a mi terreno.

—Veo que sabe escoger bien las palabras, señor Harlam —dijo la proyección del agente—. Ya veremos si también es hábil consiguiendo esas pruebas que comenta. Cuando las tenga, vuelva a contactar conmigo a través de este mismo canal. Entonces volveremos a hablar sobre los términos de nuestro posible acuerdo.

La conexión se cerró súbitamente y el avatar digital del ejecutivo fue escupido fuera del Digizonte. No pudo replicar ni tampoco despedirse de manera formal. Harlam volvió a recuperar la consciencia de su cuerpo físico y se encontró a si mismo nuevamente en la precaria trastienda del Video Redux.