Partida Rol por web

El chico siguió mansamente a Jacob hasta la sala de control. Al entrar en ella el agente del FBI se encontró una nueva sorpresa: Feelgood estaba ahora conectado a la máquina y una nueva pantalla lo mostraba en el interior de Victoriana. Estaba detenido en medio de un camino embarrado, de noche, frente a lo que parecía ser una posada. El doctor, con un aspecto adecuado a la época, parecía estar observando un movimiento en el escaparate de la posada pero, de soslayo, estar atento al camino.

Davila, que parecía estar ahora al mando, revisaba la escena con la mirada mientras consultaba su holotablet de forma frenética. Los demás técnicos parecían ocupados revisando estadísticas y mensajes.

- No, joder... ¡no! - espetó el agente del FBI al ver a Feelgood conectado aquella máquina del demonio. - ¿De quién ha sido la idea de que entrase Feelgood a Victoriana?

El detective se desprendió de sus gafas a la vez que frotaba el puente de su nariz en un gesto de concentración.

- He hablado con Zimmer - dijo dirigiéndose a Dávila. - Supongo que estáis llevando a cabo lo mismo que él me ha pedido: que saquemos a esos... tres... de la simulación y que apaguemos los terminales de la planta -3. Pero Feelgood no era el mejor candidato para ello. Por lo pronto creo que es importante desactivar el inhibidor de señal de esta estación para que podamos llamar al exterior. ¿Cómo podemos hacerlo?

- ¡Él es el que mejor conoce la ubicación de los lugares de la simulación! ¡Fueron obra suya! Conoce cada edificio, calle, sótano... fue su arquitecto. No creo que nadie lo pueda hacer mejor y debemos evitar que vayan hacia la torre del faro. No sabemos que puede haber allí pero nosotros no hemos puesto esa pista. Algo... algo raro, muy malo esta pasando.

El tipo estaba muy nervioso. Quedaba patente que la situación estaba totalmente descontrolada.

- El inhibidor está en la terraza. Los sistemas de seguridad están en la sala inferior pero las comunicaciones parecen estar bloqueadas. Sólo tenemos acceso a los terminales de la capa superior y a la consola de emergencia. Hay varios técnicos intentando desbloquear el código pero llevará tiempo. ¿Por qué no han bajado Zimmer y Mizarelli? Con su acceso de superusuario podrían desconectar a Demiurgo y parar toda esta locura.

Se oyó un ¡blam! en uno de los altavoces. Varios de los presentes se giraron para ver la pantalla donde los dos visitantes iniciales habían quedado encerrados en los túneles secretos bajo la mansión.

- ¡Joder! ¡Que alguien me de un mapa de esos túneles! ¿Qué puñetas son?

Uno de los técnicos pulsó unos controles y en otra pantalla apareció un laberinto de túneles.

- Son túneles de contrabando.- informó el hombre - Sus especificaciones son del proyecto en su versión inicial. Pensamos que podría darle un sabor... de aventura a la cosa. Pero Feelgood los desechó en la versión final porque decía que parecían una atracción de feria barata. Mizarelli estuvo de acuerdo con él.

- No deberían estar ahí.- dijo una de sus compañeras - Se desecharon hace meses. No figuraban en el sistema de arranque esta mañana. Yo misma chequeé los nodos de espacio.

- El sistema nos deja manejar todos los modos de cámara.- añadió otro - Tenemos acceso a cualquier ubicación de la simulación. Eso nos permitiría dar con las anomalías. Lo malo es que sólo podemos activar cuatro cámaras de cada vez con los recursos libres que quedan de memoria.

- Enfoca la bodega. ¿Quién puñetas ha cerrado la puerta? - inquirió Davila.

El científico obedeció la orden y una cámara flotante mostró un ángulo completo de la bodega. Un individuo alto y fuerte, con pinta de leñador, profusa barba negra y camisa raída se apartaba ahora de una pared sobre la que había una estantería de vinos. El hombre miró alrededor. Sus ojos acuosos y sus movimientos torpes sugerían que estaba bajo los efectos del alcohol o algún otro tipo de droga. Tensando sus músculos empezó a tirar de una de las cajas para situarla delante de la vinoteca. Parecía dispuesto a taponar la entrada con las cajas que ocupaban aquel espacio, que eran muchas. Si lograba hacerlo antes de que los otros abrieran la puerta secreta no podrían volver a entrar.

- Es Richard Paulson. IA nº 038. Estaba registrado para la simulación prevista para hoy. - informó otro técnico.

Aquella sensación de ser un mero espectador en toda aquella debacle no parecía que fuese a menguar. Al menos no de manera inminente. Jacob se sentía inútil. En todo aquel entramado tecnológico se sentía un completo estorbo y sin embargo le hervía la sangre el hecho de que nadie pareciese hacer nada ante aquel descontrol. Una supuesta IA había tomado el control ya no de la simulación sino de todo el complejo y, al margen de las preguntas que suscitaban todas aquellos supuestos fallos imprevisibles encadenados, nadie hacía otra cosa que apretar teclas y dirigir sus voces al cielo.

- Mizarelli y Zimmer están encerrados arriba. El Demiurgo ha bloqueado las puertas. Los operarios de seguridad están intentando forzar la puerta para que puedan salir y hacerse cargo de la situación con sus permisos de superusuario. Les he pedido sus credenciales pero me dicen que el sistema funciona con marcadores biométricos con lo que tienen que ser ellos quienes a la fuerza desbloqueen este lío. Me han pedido que contacte con Lockhard pero los teléfonos están sin cobertura... el inhibidor de señal está funcionando a tal efecto.

El agente suspiro hondo intentando coger carrerilla para decir con cierta determinación lo que iba a decir a continuación. Sabía que Dávila no lo iba a asumir bien pero esperaba que entendiera la gravedad de la situación.

- Dávila... necesito mi teléfono y mi arma. Voy a subir a la terraza para anular esa antena y poder llamar al exterior. Entiende que es una situación desesperada.

Davila lo miró sorprendido.

- Comprendo lo del teléfono¹ pero ¿el arma? - dudó un momento - Está bien: si así se siente más tranquilo puede recogerla de la taquilla.- el hombre tecleó un código en su terminal - Eso al menos funciona. Ya está desbloqueada. Pero no entiendo que quiere hacer con ella. Las defensas perimetrales del exterior de la base son torretas a prueba de balas. Antes de que pudiera dañarlas probablemente acabarían con usted. Aunque el problema lo tenemos aquí dentro. En la terraza hay una defensa antiaerea para prevenir asaltos pero no podría actuar contra nosotros.

Jacob intuía que aquel sitio tendría sistemas de seguridad anti intrusión pero ¿una defensa antiarea? ¿quién puñetas consigue licencia para instalar una pieza de artillería antiaerea en la terraza de un edificio civil?

- ¿Defensa antiaérea? - espetó realmente abrumado. - Veamos... mi plan era salir a la terraza y literalmente desvencijar la antena que hace de inhibidor... ¿y me dice que lo más probable es que me cosan a tiros mientras lo hago? Esto es demencial.

Jacob realmente no tenía muy claro por dónde empezar y sin embargo caminaba de un lado a otro como si el mero movimiento le pudiera ayudar a pensar mejor. O a tomar las decisiones correctas.

- Vale... vale... veamos. El tema del arma, en confianza Dávila... no las tengo todas conmigo con que detrás de ese Demiurgo haya alguien de carne y hueso que está manejando los hilos. Probablemente os suena tremendamente ignorante por mi parte y sin embargo estoy acostumbrado a que sean las personas las que secuestran y delinquen... no las máquinas. Sí... si me preguntas si con mi arma me siento más protegido la respuesta es sí. Y te agradezco que seas comprensivo con la situación. Ahora voy a por ella. Por otro lado, ¿existe la posibilidad de acceder a esa antena de la terraza sin salir y que vuestras defensas me dejen como un colador? Quiero decir... si pudo acceder desde dentro al sistema eléctrico que alimenta esa antena puedo desenchufarla, cortar el cable o de algún modo inutilizarla. Volveríamos a tener comunicaciones. 

- No, no...- dijo Davila - Quizás me he expresado mal pero me refiero a que precisamente las defensas antiaeras de la terraza no suponen un peligro para nosotros porque no se pueden dirigir al tejado ¡no tendría sentido!

Se detuvo un momento para mirar la pantalla en la que Feelgood hablaba con la muchacha:

- ¿Qué puñetas está diciendo la IA 7097? ¿Qué dice de su padre? - revisó el terminal - Su padre murió en un accidente en las rocas cercanas al muelle cuando buscaba algo... ¡quiero el historial del IA 7096! ¿Estáis diciéndome que unas IAs han matado a otra? ¿Eso puede suceder en esta fase del proyecto?

Una de las chicas negó con la cabeza:

- No.- le contestó al científico - Pero mire esto.

Otra de las cámaras enfocó al exterior de la posada donde dos individuos de mala catadura llevaban a un enorme mastín amarrado con una cadena. Ambos llevaban escopetas y parecían ebrios. Más que eso. La cámara se aproximó y parecían sedientos de sangre, embrutecidos.

- Joder.- dijo Davila ignorando a Szorowski - ¿Esos son las IAs 9382 y 8743? Joder... quiero una muestra de su estado mental actual. ¿Qué mierda se creen que están haciendo?

- Están cazando señor.- dijo la mujer - Cazando a los visitantes.

Jacob echó un vistazo a los monitores y sintió una gran rabia por dentro. Deseaba pertrecharse de un par de AK47 y entrar a sangre y fuego en aquella simulación para demostrar que, al más puro estilo de aquella vieja película de los ochenta, los programas jamás podrían superar a los usuarios. Pero no... por muy necesario que fuese sacar a los que el demiurgo había secuestrado más lo era hacerse con el control de las instalaciones y, por ende, de la simulación. Y para ello necesitaban a Lockhard.

- Bien... me alegro que los antiaéreos no me vayan a freír. Allá que voy... ¿necesito saber algo? ¿Algún código para abrir las puertas? ¿O también están bajo control de esa endiablada máquina?

Dávila parecía estar a sus propios problemas y no parecían ni pocos ni pequeños por lo que Szorowski prefirió dirigirse de inmediato a recuperar su arma de su taquilla y encaminarse a la terraza.

- Da igual... ya lo averiguaré.

Mientras salía de la sala a Jacob le quedaba el consuelo de que, al menos, los visitantes del interior de Victoriana se iban a encontrar entre ellos. Esperaba que el doctor Feelgood pudiera alertar a los otros y así ganar algo de tiempo.

Deshizo su camino hasta la taquilla para recuperar su arma. No tenía demasiado claro si le sería útil contra la maquina que parecía gobernar ahora aquel edificio pero siempre era mejor tener un arma y no necesitarla que necesitarla y no tenerla. Así que pertrechada con ella pensó en cual sería la mejor ruta hacia el tejado.

Jacob revisó que el arma estuviese cargada y preparada para poder ser usada en cualquier momento y la enfundó en su sobaquera por debajo de la chaqueta. En verdad, al margen del asunto de la IA descontrolada, el agente del FBI seguía en sus trece con la teoría de que había alguien detrás de todo aquello. Alguien humano... Y precisamente por eso el hecho de tener un arma le hacía sentirse menos vulnerable. Menos a merced de un programa informático. Y no es que Jacob Szorowski fuese un hombre de acción... nada más lejos de la realidad. Al final no era más que un universitario que había hecho carrera en el FBI pero que distaba mucho del rol de agente. Su trabajo como analista le había alejado frecuentemente de la acción cuando esta le sobrevino con el caso Brotzman.

Con paso ágil se encaminó de nuevo a los ascensores, pulsó el botón de llamada y esperó a que uno se abriese. Pero cuando finalmente las puertas automáticas se separaron cambió de opinión. ¿Y si la IA podía, de algún modo, "oír" sus planes? ¿Frustrarlos no sería tan sencillo como detener el ascensor en mitad de dos plantas y bloquear las puertas? O, peor aún, despeñarlo... Jacob desconocía cuántos pisos podría tener por delante pero no le importó y decidió encaminarse por las escaleras casi a la carrera.

Encontró una puerta que conducía a las escaleras de emergencia y comenzó el ascenso. En algún lugar de la planta superior escuchó las voces de los guardias de seguridad que, seguramente, intentaban abrir la puerta tras la cual estaban encerrados Zimmer y Mizarelli. ¿Cómo habían llegado a esa situación tan absurda de forma tan rápida?

Sin embargo a él nada le impidió alcanzar la terraza una planta más arriba. Abrió la puerta y salió al exterior. Le sorprendió lo encapotado que estaba el día, amenazando con llover, y las ráfgas de viento que por suerte cuando bajaron en helicóptero no les habían molestado.

Revisó la terraza y se dio cuenta de que unas torretas que durante la llegada había pensado que eran sistemas de conexión satélite seguramente ocultaban los efectivos antiareos. No dejó de pensar en ello: civiles con sistemas antiaereos instalados. Esa gente no se andaba con chiquitas para proteger sus secretos.

Pero él estaba buscando otra cosa: las antenas inhibidoras. Para su desgracia constató que lo que probablemente sería parte del sistema inhibidor estaba al final de una larga pasarela mecánica azotada por el viento. Si quería cargárselo tendría que cruzarla. Se asomó a la terraza para constatar los cino pisos de altura. En un día normal le daría vértigo deslizarse por la pasarela de meta, pero viendo como el viento hacía crujir la aparentemente débil estructura la cosa empeoraba aún más.

- Vale... esto al menos no es cosa de una IA enloquecida. - comentó el agente como una mala broma solo para sí. La verdad es que el clima no acompañaba. Cuando habían llegado en el helicóptero nada auguraba que se iba a formar aquel vendaval en la isla en la que se encontraban. Claro que esto era igualmente aplicable al resto de circunstancias que rodeaban toda aquella jornada.

Jacob se guardó la pistola en la chaqueta y comenzó a acercarse a la cornisa que habría de cruzar. El viento hacía que el hecho de cruzar fuese en extremo peligroso pero el beneficio potencial bien merecía la pena. Tenían que avisar a quien quiera que pudiese parar todo aquello y las comunicaciones con el exterior eran la vía más rápida. Con aquel viento muy probablemente el oleaje haría muy dificultoso que una embarcación ligera (en caso de tenerla) pudiese llegar a tierra rápidamente y dar el aviso. 

El agente parapetó sus ojos para observar el objetivo. No quería hacer el viaje en balde y que cuando llegase necesitase algún tipo de llaves para abrir el cajón de los relees*. Una vez hecha la comprobación comenzó a deslizarse por la pasarela.

Despacio. Muy despacio.

La primera ráfaga de viento cogió totalmente desprevenido a Jacob. Se dio cuenta, casi con incredulidad, que estaba en el aire sin que sus pies tocasen nada. Sólo los reflejos nacidos de la desesperación lograron que se aferrase en el último momento al andamiaje de la antena. Se aupó como pudo para seguir agarrado hacia el borde. Hubo otro momento de mareo al darse cuenta de la altura que pudo acabar en desastre, pero la voluntad de Jacob lo mantuvo aferrado.

Al llegar al final de la estructura contempló el sistema de inhibición. ¡Al demonio! Un golpe seco con la culata de su pistola hizo que saltasen chispazos y parte de los circuitos integrados saltaron hacia el vacío. Siguió golpeando hasta asegurarse de que todo estaba bien roto y dejaba de funcionar. Era poco sutil, desde luego, pero efectivo.

El retroceso hasta la cornisa le llevó otra eternidad.

Pero cuando se desplomó apoyándose contra la barandilla de metal y vio como el móvil daba la señal de cobertura decidió que todo aquel infierno había valido la pena. O al menos eso esperaba...

El teléfono de Jacob de iluminó mostrando el icono de la cobertura en una imagen de extraordinaria hermosura dadas las circunstancias. En cuanto éste estuvo operativo el primer impulso del agente fue el de llamar a su oficina del FBI. Necesitaba que viniesen las autoridades cuanto antes para hacerse cargo de aquellas instalaciones. Desconocía hasta qué punto los irresponsables directores de todo aquello se habían excedido en su experimento o, más aún, en el equipamiento de que disponían allí. Desconocía incluso si todo aquello era legal o simplemente se dedicaban a surfear la ley con fajos de billetes como tabla. Pero Jacob necesitaba imperiosamente a todo el maldito departamento desvencijando aquel edificio pieza a pieza.

Fue entonces cuando cayó en la cuenta. El edificio... el propio edificio era el verdadero enemigo. Apenas habían sonado dos tonos en la línea, nadie había descolgado aún al otro lado, cuando Jacob canceló la llamada. ¿Cómo iban a llegar allí sus compañeros del FBI? En helicóptero, por supuesto. Eso activaría las defensas antiaéreas del edificio y mandaría al fondo del mar a los agentes en menos de treinta segundos. Como si de un viejo proverbio bíblico se tratase, Jacob decidió que la única opción era vencer a la ballena desde dentro. Incluso dudó de la conveniencia de llamar a Lockhart... solo esperaba que éste pudiese desactivar la simulación desde un terminal remoto. De ser obligatoria su presencia en la isla tendrían los mismo problemas con los sistemas de defensa del edificio. De cualquier modo, para llamar a Lockhart y ver cuál habría de ser el siguiente paso habría de bajar a Control y hablar con Dávila.

Y eso era exactamente lo que iba a hacer... tal vez él le indicase cómo anular las defensas antiaéreas.

Resistiendo su primer impulso Jacob marcó el número de Lockart. Por suerte durante el informe previo de misión el FBI había dado todos los datos de los implicados y el agente, sistemático como siempre, los había introducido en su terminal.

- Lockart al habla. ¿Quién llama? - preguntó al otro lado la voz conocida del jefe de negocio de la empresa.

Aquella voz que hasta hacía apenas unas horas era la de un desconocido, de pronto, se le antojó al agente como una de las más maravillosas que podría escuchar en aquellas circunstancias. Tanto así que realmente sonrió cuando aquellas sencillas palabras salieron del altavoz de su móvil.

- Señor Lockart... soy el agente especial del FBI Jacob Szorowski. Nos conocimos hace algunas horas con motivo de la puesta en marcha del sistema Victoriana. Debo decirle que el sistema está completamente fuera de control. Hay varios usuarios atrapados dentro de la simulación... según parece la IA se ha apoderado tanto del sistema como de las instalaciones en las que me encuentro. Es más... Zimmer y Mizarelli están encerrados y algo que los técnicos denominan "el demiurgo" ha bloqueado las puertas. Le necesitamos aquí con urgencia... a menos, claro está, que pueda hacerse con el control del sistema de forma remota. Según el propio Zimmer, usted es el único con credenciales de seguridad para poder "desactivar" a la IA. La situación es realmente extrema.

La voz de Jacob sonó a toda velocidad. Esperaba no abrumar en exceso al ejecutivo pero, por descontado, quería que éste entendiera hasta qué punto la situación era grave. También esperaba que, efectivamente, pudiese resolver la situación sin tener que personarse allí... las torretas antiaéreas bien podrían acabar con cualquier transporte que se acercase y, a buen seguro que la IA evitaría que nuevos invitados pudiesen frustrar sus planes, fueran cuales fueran.

Pero lo que Jacob Szorowski esperaba más que cualquier otra cosa era que su sospecha sobre la existencia de un humano tras la IA fuera infundada. O que, en el peor de los casos, ese humano no fuese Adam Lockart..

El hombre aguardó a que Jacob terminase su explicación. Incluso se mantuvo unos segundos en silencio haciendo que el agente del FBI temiese haber perdido la comunicación.

- De la vuelta de inmediato.- dijo dirigiéndose posiblemente hacia el piloto del helicóptero en el que había marchado.

Se oyó una respuesta de trasfondo y una reafirmación de la orden. Luego se dirigió a Szorowski:

- No entiendo mucho de IAs pero me parece extraño que una máquina haya decidido seguir el guión de una mala película de serie B y rebelarse contra sus amos. Es evidente que hemos sufrido algún tipo de sabotaje. Escuche: usted es agente del FBI. Haga su trabajo. Averigue quien es el cabrón que ha montado todo este tinglado para desprestigiarnos y arréstelo. Pondría en mi lista particular de sospechosos a Samuel Bronson, pero a ese le despedimos hace un par de meses y dudo que pudiera dejar un troyano latente sin que nadie lo detectase... salvo que tuviera un cómplice. Maldita sea. Esa zorra frígida de Natalia Fisher. ¡Ha tenido que ser ella! Tenía un lío con Bronson. Ya me pareció raro que se tomase tan bien su despido. ¡Están compinchados! Voy a joderles la vida hasta la tercera generación. Malditas ratas: han esperado a que el consejo estuviera reunido para hacer su jugada.

El tipo parecía fuera de sí pero al menos venía de vuelta. No había mencionado siquiera la posibilidad de activar el protocolo de seguridad de forma remota.

La reacción de Lockhart dejó más tranquilo al agente Szorowski. En verdad parecía genuina y, el hecho de que apuntase a un saboteador humano, alguien con cara y ojos y no un ente formado por ceros y unos, le despejó casi por completo la duda acerca de si sería él el causante de aquel desastre.

- Lo comprobaré... Samuel Bronson y Natalia Fisher. - repitió para asegurarse de que había entendido bien hacia dónde apuntaban las acusaciones. - Por lo pronto, si decide venir tenga en cuenta que toda la estación está fuera de control. Las defensas antiaéreas están activadas así que extreme la precaución. Por contra, si decide acceder al sistema de forma remota, por favor, la proridad es sacar a los testers de la simulación. Según Dávila, uno de sus operarios, si no lo hacemos correctamente, estos podrían sufrir daños neurológicos graves si el programa informático les daña. Es más, si puede otorgar permisos a Dávila creo que él podrá resolverlo desde dentro. De momento me fío de él.

Una pausa rubricó de nuevo la cascada de información.

- Bien... de cualquier modo tenemos que actuar rápido. Avisaré al FBI para que se persone aquí y desmantele este lugar. Mientras tanto intentaré desactivar los sistemas de defensa para que puedan acceder a las instalaciones.

El anzuelo estaba una vez más echado. Si Lockhart se oponía a que avisase a las autoridades las alarmas del agente volverían a activarse.

- Dudo que el FBI pueda personarse aquí de forma rápida.- dijo Lockart - Nuestra isla está fuera de su jurisdicción.

¿Qué decía aquel individuo? Aunque la isla estaba muy alejada de la costa Szorowki estaba seguro de que estaría todavía en aguas estadounidenses. Como si el otro hubiera leído su pensamiento continuó:

- Se firmaron unos tratados que dotan a nuestra isla de una especie de nacionalidad propia. Es muy complicado para explicar ahora. Digamos que los EEUU tienen intereses importantes en nuestra investigación y se les han garantizado una serie de exclusividades a cambio de ciertas ventajas legales.

¿Ventajas legales? ¿Qué tipo de promesas habían hecho para conseguir una excepción de toda la legalidad del país? ¿Y quién puñetas tenía la potestad para garantizar aquello? No es que las alarmas se activasen, para Szorowski ahora mismo sonaban de forma ensordecedora. Si el tipo mentía para disuadirlo era algo peligroso, pero es que si lo que decía era verdad ¿en qué estaban ahora metidos? ¿por qué nadie le había puesto al tanto al salir de Quantico?