Partida Rol por web

—El mar provee… —repitió Agnetha con un resoplido—. Habrían de preguntarse entonces quién es quien provee al mar —comentó desviando un momento su mirada a su hábito mientras lo alisaba con las manos.

Gente sencilla… La gente sencilla solía ser la que de forma más natural aceptaba la religión siempre y cuando esta formara parte de el entramado de sus vidas. Allí sin embargo más pareciera que no hubieran sido evangelizados de verdad nunca, lo que por otra parte Agnetha había escuchado lamentar alguna vez a sor Marja en relación a muchos puntos de Escandinavia. Pues ahora estaba por comprobar que al parecer no le faltaba razón. Aún así había una parroquia y algún parroquiano tendría, o al menos eso esperaba, aunque no fueran tantos como la taberna.

"Orval", anotó mentalmente la monja al escuchar el nombre de aquel pobre diablo que acababa de quedarse traspuesto mientras volvía a observarlo y suspirar.

—¿También eran cuestiones sobre religión lo llevó a la discusión con el vicario? —trató de indagar siguiendo al máximo el hilo de sus propias palabras y lo que tal vez aquella chica podía esperar que preocupara a una monja.

Niles consideró apropiada la cuestión efectuada por sor Löfgren y enfatizó la importancia de responderla con precisión con una afilada y entrecerrada mirada vacía dirigida a Justine que parecía advertir de que su alma inmortal estaba siendo objeto de cuidadoso escrutinio.

Era evidente que en aquel paraje la vida valía poco y cualquier discusión podía tornarse en una cuestión a vida o muerte, pero asesinar a un hombre por su celo religioso cuando era más que evidente que la isla estaba dejada de la mano de Dios le parecía a Niles... quite overkill.

-¿Admite una pregunta personal, jovencita? Antes ha referido con precisas pinceladas su relación con Oscar Uddgren, pero nada ha dicho de esa actitud posesiva de la jefa... ¿Por qué ese celo protector por parte de la "Madre superiora"?-. Evitó adrede usar el nombre propio de la bruja Arenque.

Something smells like a rotten fish here... Pensó el siempre atento Niles.

Sonrió a su maridito provisional cuando este le pellizcó la mejilla y ella bajó la mano disimuladamente y el apretó la pierna en advertencia, o a lo mejor le gustaba el peligro al detective, nunca se sabía.

La mujer escuchó atentamente las palabras de la muchacha y pudo imaginarse que la discusión había tomado tintes desafortunados para el vicario parroquial. El comentario sobre el viejo Orvall le resultó curioso y lo guardó en uno de los cajones del secreter de su mente para investigar más tarde, porque era evidente que en aquel momento la vía estaba cerrada.

Prestó atención a los alrededores y a las preguntas muy pertinentes de sus compañeros pero la verdad es que el cansancio le estaba ganando el cuerpo y pronto se veía con ganas de dormir. Comenzó a comer las vituallas que les habían traído con parsimonia.

Desde luego las extrañas y confusas declaraciones del borracho Orvall os parecen bastante coherentes a pesar de su demencia temporal debido al uso en exceso del alcohol.

—¿También eran cuestiones sobre religión lo llevó a la discusión con el vicario?

 —En parte sí, en parte no. El Vicario y el Barón Amundsson no se llevaban del todo bien. Eso fue algo así como a primera vista. Un choque de culturas. La gente sencilla que cree en el mar y la gente que cree que debe forzar a los demás a creer en lo que él diga. Sabíamos que la "misión" del Vicario nunca llegaría a buen puerto, pero de aí a encontrarlo muerto....—

¿Por qué ese celo protector por parte de la "Madre superiora"?

—Supongo que en parte es porque se puede ver reflejada en mi de cuándo era joven, o supongo que simplemente no hay demasiadas muchachas de mi edad que se atrevan a llevar la taberna mientras tienen que soportar los improperios de los marineros borrachos o escasos de afecto. No todas valen para este trabajo y Abela lo sabe, y por eso protege. Es muy recelosa cuándo alguien se sobrepasa.— Espeta Justine mientras mira fijamente a Agnetha. —Respeto su decisión hermana, pero no la comparto. Aún así confieso que admiro su determinación. —

—Ahora terminen de comer, y descansen. Entiendo que han venido desde un lugar muy lejano por lo que estarán cansados.— Justine marcha durante unos minutos para terminar de atender a los demás clientes y al cabo de un rato vuelve. Deja 2 pesadas llaves de hierro forjado con un cartelito colgando que sugiere un 4 y en la otra un 5. —Sus habitaciones están listas. Pueden entrar  salir cuándo quieran. No pierdan la llave por favor. Y si tienen algún problema pueden acudir a mi o a Abela en persona. Les ayudarémos como podamos.—

Notas algo extraño. Una presencia. Un pequeño resquemor. Frío y de repente toda la sala está a oscuras. El arenque que te estás comiendo, pese a saber que está perfectamente cocinado y a haberle dado varios bocados y disfrutado de su sabor, comienza a moverse. Se gira, y contorsiona. Intenta dar bocanadas angustiosas de un aire que jamás llegará por sus branquias. El aleteo de su cosa empieza a dar golpes espasmódicos y violentos que llegan a sacarlo del plato, salpicando toda la mesa de salsa, entrañas, vísceras y guarnición.

—La....Luna....Nuevaa—

El pescado te mira fijamente y con un sonido rasposo, de alguna forma te habla.
Mirar por la ventana revela que miles sino millones de cangrejos crean una extraña marcha militar con el coque de sus patitas de crustáceo contra las rocas. El sonido se va volviendo atronador a medida que se acercan. De nuevo el Arenque te repite la misma sarta de palabras.

—La....Luna....Nuevaa—

Tan pronto como el frenesí acústico resuena en tu cabeza, todo pasa tan fugazmente cómo ha iniciado. Nadie parece consciente de lo ocurrido y siguen hablando sobre el significado de las palabras de Orvall y de lo que puede saber Justine.

Una vez la muchacha se hubo marchado, Agnetha se quedó de nuevo observando a la concurrencia aunque su mirada andaba un tanto perdida. Mientras, al fin se atrevía a llevar un tenedor a la boca. Todo aquel lugar, pensó, tenía una atmósfera como densa —más allá de lo esperable por el hedor al pescado, claro está, es decir, una atmósfera de "otro" tipo. Le dio la sensación de que estuvieran en un teatro, presenciando una especie de representación de una vida más o menos ordinaria, mientras más allá, adentrado en lo invisible, se movieran sombras que todavía no eran capaces de percibir pero que de alguna forma acechaban. Tal vez aquel tal Orvall, sumido más allá de la consciencia, se encontrara ahora en su presencia. Y quién sabe si soñaría con lo que al parecer les esperaba la próxima luna nueva… Como fuera, la imaginación de sor Agnetha podía decirse que estaba más que excitada. Que Justine describiera la misión evangelizadora del vicario como "forzar a los demás a creer lo que uno diga" —como si además eso fuera posible—, la había enervado también, pero más allá de recorrerla un sentimiento desagradable en forma de calor que subió hasta sus mejillas, tuvo el tino de dejarla marchar y no soliviantar a la que parecía una buena fuente de información y a la que posiblemente tuvieran que recurrir en algún otro momento.

Suspiró viendo al beodo sentado tan cerca, y se preguntó si de verdad había caído en la inconsciencia o lo aparentaba para quedar cerca y poder oír lo que decían. Bebió un trago de agua y por debajo de la mesa le dio un pequeño puntapié a Lady Lovisa, señaló a Orvall con un ligero movimiento de los ojos y luego se señaló su propia oreja. Tal vez estaba siendo demasiado precavida, pero quería demostrar a Niles y al resto de la sociedad que si hacía falta bien podría tener madera de espía.

—Pobre párroco, ese tal Uddgren —suspiró con preocupación poco fingida—. No parece un hombre muy comprendido aquí, tal vez le vendría bien una charla con buenos cristianos y pudiera ayudarle a calmar esos ímpetus que no le traerán nada bueno.

Los tres salis a buscar a Uddgren. De alguna forma os parece que el hombre no está mentalmente cuerdo del todo, pero ¿ quién lo está?. El mar ahora mismo esta calmado y el bullicio parece haber cesado al menos un 70%. Todavía quedan pescadores remendando sus redes y algunas mujeres se dedican a fregar y a adecentar el muelle de atraque. Aqui todos trabajan y rinden por igual. Esta comunidad marítima sin duda sabe arreglarselas bien. El olor a pescado sigue siendo intenso, pero ya no es tan molesto. Es posible que despues de llevar aqui unas horas os hayáis acostumbrado, o que simplemente el olor se retira con la marea por sesiones. La noche está empezando a caer pero con la luz actual todavía se puede ver un hermosos horizonte frente al rao océano que tenéis delante de vosotros. Un atardecer de ensueño, de los que se escriben en las novelas románticas. Sin duda es uno de los mayores atractivos que tiene este siitio. Y la gente local lo contempla a menudo y tienen la suerte de tener a mano todos los días.

Esperando al fondo del muelle, en el mismo lugar en que os habéis bajado del ferry está una figura que os resulta familiar. Apoyado sobre un poste, y con aspecto de magullado, se coge con su brazo derecho la zona del estómago. Es posible que el humor de Pete y Pace sea algo grotesco y le hayan dado una buena tunda. O quizás se haya vuelto a pelear con alguien por su tendencia a hablar de "DIOS" demasiado a menudo a oidos que no quieren saber nada de él. Sea como sea, ahí esta. Sólo. Dolorido.

-Señoras, mi sentido olfativo alerta de la presencia de un individuo con halitosis en las proximidades. Podría tratarse del clérigo que buscamos. Permanezcan atentas-, advirtió Niles mientras avanzaba en compañía de la hermana Agnetha y la cazadora y killer-lady, Lovisa Swedenborg.

Niles de repente rio para sus adentros, no pudiendo disimularlo.

-Qué irónico que la inesperada intolerancia al arenque del amo le haya dejado postrado en la posada. Solamente espero que esa vieja arpía de Abela Amundssen no lo sacrifique al Diablo en mi ausencia-, dijo plenamente consciente de que sus palabras escandalizarían a la monja al tiempo que divertían a la lady.

Los ojos de Agnetha se pasearon por el horizonte. La actividad en el puerto en ese momento, apenas la resaca de un largo día de trabajo, transmitía una paz perfectamente acompasada a la visión de la aquella magnífica puesta de sol. La monja se atrevió incluso a inspirar con profundidad queriendo captar el olor del salitre y la brisa más allá del olor del pescado que, aunque presente, parecía estar dando una pequeña tregua a sus castigadas narices.

Viendo la estampa espectacular de la partida del sol pensó cómo era posible que alguien, quien fuera, no se maravillara de la obra de arte que el mundo era y por tanto se preguntara por el Artista. Pero la voz del mayordomo la sacó de sus meditaciones. Nada más alertó de la posible presencia del párroco, Agnetha abarcó la escena de nuevo con ojos suspicaces. Era notable cómo su mirada parecía cambiar cuando su vista pasaba del mundo a los que lo habitaban.

—Vaya… No anda usted errado, Mr. Templeton —concedió a Niles sorprendida de nuevo para la agudeza de aquel hombre—. Ahí mismo tenemos al sacerdote.

»No gaste chanzas usted con el diablo —reprendió después al mayordomo con cierto aire sombrío—. Ciertamente suele aprovechar los momentos de debilidad y me temo que Lord Darwin no sea el único que corra peligro aquí... —Agnetha se persignó de nuevo y mientras volvía a mirar alrededor, una especie de energía animal brillo momentáneamente en sus negras pupilas.

Dicho esto, la muchacha aligeró el paso para llegar cuanto antes junto a Udggren. Parecía que aquellos dos salvajes habían estado divirtiéndose a su costa.

—Padre… ¿Está usted bien? —inquirió mientras hacía un repaso de su triste figura de la cabeza a los pies—. Tiene que disculparnos. Nos debemos a la averiguación de lo que ocurrió aquí y para eso necesitamos disfrutar de cierto… Anonimato —alzó las cejas y asintió levemente en un gesto que buscaba su comprensión. Uddgren no parecía una persona equilibrada en absoluto, pero esperó que entendiera al menos aquello—. Tiene usted que contarnos muchas cosas, pero mejor que sea en un lugar que nos procure algo de intimidad.

En Capítulos anteriores...

@Magneta: —Padre… ¿Está usted bien? —

Niles rio por lo bajo ante el interrogante lanzado por Agnetha.

-Encuentro su empleo de la retórica fascinante, señorita O'Haaaaareeeee-, deslizó con sarcástica admiración en un susurro mostrando un afilado colmillo británico.

Ni la sal que arrastraba el mar con su oleaje eclipsaba el aroma de la sangre para la fina pituitaria del chambelán.

-Mr. Uddgren, le recomiendo encarecidamente que deje a la señorita Mildred atender sus heridas-. Era su forma de decir que se dispusiese a recibir la unción de enfermos. Goddammit! ¡La hermana le había vendado la diestra con tal celo protector que estaba poniendo en riesgo su circulación sanguínea!

Niles carraspeó mientras se rascaba su mano derecha con disimulo. Me refiero a su mano en perfecto estado de descomposición.

-Es obvio que no ha sido tratado con decoro por esos dos interfectos. Parece que somos su única esperanza para resolver el misterio que rodea a la defunción de su buen amigo, Mr. Hedqvist-, añadió el mayordomo a la intervención de la religiosa, por incidir en el dato, sin duda objetivo, de que el Team Uddgren estaba ahora mismo en horas bajas en cuanto a efectivos con los que afrontar la particular guerra fría que mantenía con el Team Amundssen en aquella maldita isla.

Niles no tenía inconveniente en la aproximación edulcorada y prudente de sor Agnetha, pero quería dejar claro al clérigo que no era momento de andarse con rodeos sobre la cuestión. Además, ironías aparte, su amo estaba abandonado a su suerte junto a un inodoro cuyas cualidades higiénicas eran, en el mejor de los casos, improbables. Y sería una terrible mácula para su currículum perder a un amo por disentería, de eso estaba seguro.

Se rió entre dientes sin poder ocultarlo ante la especulación sobre el destino final del detective Wergeland, aunque muy en el fondo sintió pena por él: estaba segura de que dentro de la silenciosa competencia de egos que mantenían esta ventaja para la cazadora le resultaría imperdonable a su currícula mental.

Iba a hacer un chiste aduciendo que si fuera tan fácil invocar al diablo el mundo estaría ya condenado pero luego prefirió pasar de ese comentario a uno más productivo -Ciertamente, no estamos a salvo en este lugar por más bello que sea este atardecer -se tomó unos segundos para contemplarlo y mientras caminaban hacia el párroco le describió el paisaje al mayordomo en voz susurrante mientras le aferraba el brazo:

-Hay en la quietud crepitante de las olas la promesa de una belleza incorruptible, el sonido del viento trae el canto de las gaviotas que como plegarias se elevan contra el horizonte sonrosado. Es la paz antes de la tormenta la que se desgrana en el dorado arco que muere en las aguas profundas, promesa de la noche. Atesoremos en la caricia postrera de este astro la luz que necesitaremos para iluminar la oscuridad.

Al llegar al cura dejó que los dos inquisidores lo abordaran mientras ella permanecía detrás tapando la situación a los ojos curiosos, si es que había tales.

—Yo...yo...está bien. Entiendo su decisión de pasar inadvertidos. Vayamos a mi habitación.—

Probablemente se podría haber llegado antes a pie, pero esperáis a que el ferry llegue para llevaros al otro lado de la isla. El trayecto por parte de Uddgren es un completo silencio. El hombre parece estar inmerso en sus pensamientos. Algunos de ellos parecen atormentarle en exceso.

Una vez allí....

La cabaña en la que se aloja Uddgren es pequeña y apenas tiene decoración más allá de un crucifijo y una biblia bastante malograda.La cama parece llevar días sin hacerse y el ambiente está algo cebado. Uddgren abre la única ventana y enciende el candil para arrojar algo de luz al lúgubre lugar.

—Bien, déjenme contarles lo sucedido desde el principio. Lamento que no haya espacio para que todos se pongan comodos. Por favor usen la silla y la cama para sentarse.
Todo comenzó hace un mes. Mi compañero de fe, el Vicario Hedqvist fue hayado muerto en las orillas de la playa cercana. Yo personalmente había tenido contacto con él una semana antes de que su cuerpo fuera encontrado.Pertenecemos los dos...ahora solamente yo a una derivación evangélica de la fe, cuestionada por muchos pero estricta y reconfortante. Es la derivación del gran evangelista Henric Schartau.  La de Schartau es una doctrina cristiana conservadora muy estricta que se está abriendo paso rápidamente por Suecia en la actualidad.
Carl Eric me dijo en nuestra última reunión que vendría aquí a traer la palabra de Dios a este lugar depravado y lleno de pecadores. Lo conozco de sobra pues yo crecí en un lugar cercano. Esto antes no era así. Esto antes era solamente un lugar de pescadores que iban y venían. No entiendo como puede ser que de la noche a la mañana todos los peces del océano hayan venido a para aquí. Entiendo que es posible que mediante técnicas que desconozco se pueda comprender el comportamiento animal, pero la suerte que los Amundsson han recibido durante todos estos años....no creo que sea normal.—

Uddgren toma un respiro para ver vuestras reacciones y coger algo de aire, mientras intenta mantener la compostura.

—El lugar a veces está tan abarrotado que podrías pasar desde la costa hasta la isla simplemente de barco en barco. Eso no es normal. Con el dinero viene la codicia, con la codicia viene el pecado y Dios no lo quiera...Justine está en mitad de todo esto y no es consciente de lo que esta ocurriendo.
Carl Eric vino aquí a predicar y ahora esta muerto. Por todos es sabido que nuestra presencia aquí no es bien recibida, pero estoy dispuesto a aguantar los golpes si tan solo pudiera sacar a Justine de aquí, o si pudiera al menos convertir a la fe a alguno de esos herejes impíos adoradores del Arenque. Y no me refiero al pescado. Me refiero al Barón Arenque. De alguna forma se las ha apañado para acabar con Carl Eric y seguir como si nada. Él y su "madrina" Abela desafiaron abiertamente las enseñanzas de nuestro señor cada vez que se ha venido a intentar convencer a la gente de que la vida bajo la protección del señor es mucho más llevadera y enriquecida. Estoy convencido de que El Barón Arenque junto a Abela y sus hijos Pete, Pace y Paul han tenido algo que ver y están pretendiendo que no mientras el cadaver de mi amigo aún no ha recibido sepultura. Sin duda estoy convencido de que han realizado algún tipo de....sortilegio para convertir este lugar, antes normal y con apenas pesca en el oasis marítimo en el que se ha convertido. Por eso les he pedido que vinieran. Hace muchos años, cuando yo era mucho más joven, tuve la suerte de coincidir con una de sus camaradas, Linnea Elfeklint, que tuvo la amabilidad de dejarme ayudar en un caso con ciertos toques paranormales que a día de hoy, sigo sin comprender.

Requiero de su ayuda, a sabiendas de que esto pueda parecer un simple asunto pasional o un simple crimen. Pero créanme, estoy seguro de que no es así.—

A Agnetha le pareció percibir cierto cambio en el ánimo del sacerdote. Fuera por encontrarse en casa, fuera por estar alejado de aquella taberna y sus habitantes, se le notaba ahora apurado y nervioso y sin embargo mucho más centrado. Agnetha se sentó en la silla que les había ofrecido —le incomodaba profundamente solo imaginar que se sentaba en la cama de algún hombre, más aún estando deshecha. La monja lo miraba atenta tratando de no perderse una palabra o el tono de ninguna palabra. Volvió a darle lástima aquel hombre y pensó si no haría bien en salir de allí cuanto antes, a pesar de sus deberes pastorales.

—¿Tiene alguna idea de en qué estuvo ocupado el vicario desde que lo vio usted por última vez hasta que lo encontraron muerto? —inquirió tratando de llenar los huecos —muchos— que aún tenían respeto al asunto. Al poco, Agnetha volvió a intervenir.

»Justine nos ha dicho que Hedqvist tuvo una discusión que casi acaba en tragedia con Abela y el barón Arenque, ¿sabe usted por qué discutieron? O que esa misma noche oyó voces de nuevo de alguna otra discusión, ¿sabe usted si volvieron a enfrentrarse?

Echó en falta la presencia de Wegerland allí, al fin y al cabo él era investigador profesional. Le habría gustado comprobar en esos gestos tan ufanos suyos si las preguntas que hacía le parecían pertinentes.

La mujer dio un repaso somero a la habitación y trató de disimular una expresión de asco, permaneció de pie junto a la ventana, le agradaba la brisa del mar y la despejaba. Por algún motivo el hecho de que el sacerdote se sintiera contenido en "su terreno" no le extrañaba, lo examinó de pies a cabeza.

-Si tuviera una fe sólida no temería por Justine, antes bien oraría por ella y la dejaría en manos de Dios -lanzó con total altivez, si bien sus creencias estaban tambaleando desde la muerte de su prometido eso no quitaba que se le borraran de la mente años y años de sermones y el aire de exasperación que exudaba el cura por instantes le repelía. Cambiando de tono repentinamente hizo sus preguntas luego de Sor Agnetha -¿Quién examinó el cuerpo luego de la muerte y dónde se encuentra en este momento? ¿Por que no se le ha dado sepultura? -quiso saber.

Antes de la intervención del errático y atormentado Uddgren, Niles tuvo que reconocerse a sí mismo sorprendido por el arrebato literario de Lady Swedenborg, alias Lady Darwin en aquella isla perdida de la mano de God.

Tentado estuvo de aplaudir a dos manos el recital y decirle eso que tan de moda estaba en Spain, Land of Rogues: "¡CHOUREURAAAAAAAAAA!". Eran gente que luchaban contra bestias astadas de unos cuatrocientos o quinientos kilos, negras como el tizón, armados únicamente con una capa y un estoque algo doblado -These Spanish people... Always for the love of the Low Cost-. Un espectáculo sangriento pero muy popular, según tenía entendido el buen Niles, que siempre había sentido cierta fascinación por asistir a tales eventos.

Como decía, tentado estuvo del halago... Pero no lo hizo, no obstante. No quería darle alas a la aristócrata, que vista su capacidad para la descripción paisajística y/o/u onírica era capaz de animarse y detallarle el contorno de las escamas de los condenados arenques que plagaban aquel paraje inhóspito. (*)

Tras las palabras de Uddgren, sor Agnetha asaeteó al clérigo a preguntas como buena inquisidora que era, seguida de un par de latigazos verbales propinados por Lady Darwin, que no perdía oportunidad de lucir su exquisito dominio del sarcasmo. ¡Qué celo interrogador el de aquellas dos féminas!

Niles arqueó una ceja, guardando cauto silencio. Como la disentería se llevase a su amo por la cavidad para el dragado de residuos sólidos, aquella investigación podría mantenerse perfectamente por las acertadas interrogantes de la agente O'Haaaaare y Lady Darwin.

¡Qué pensamiento tan inquietante para el chambelán del proclamado mejor detective de Suecia!

-A veces, un toque femenino da un prisma de nuevas perspectivas a una investigación... Indeed-, pensó para sí, muy satisfecho del espectáculo de ver a aquellas dos féminas dirigir el interrogatorio con tanto brío y precisión, cavilando en la nueva humillación al que sometería a su joven amo al reencontrarse con él.

-Si tuviera una fe sólida no temería por Justine, antes bien oraría por ella y la dejaría en manos de Dios

—No es mi fe lo que me preocupa señorita, es este sitio. Parece haber sido tentado por el mal. Parace querer desviarse de las sagradas escrituras por el simple hecho de que les parece divertido pornenos a prueba. Estoy seguro de que Justine es más que capaz de cuidarse sola, pero es mi deber como su amigo, y como hombre de fe, el intentar defenderla—

¿Quién examinó el cuerpo luego de la muerte y dónde se encuentra en este momento? ¿Por que no se le ha dado sepultura?

—Eso me temo que no lo se. El juez de instrucción del archipielago. No puedo decirle su nombre pues no lo se. Solamente se que mi amigo está muerto, y que a su juicio fue una acción de suicidio. Y yo estoy cnvencido de que Carl Eric nunca hubiera hecho tal cosa. —

—¿Tiene alguna idea de en qué estuvo ocupado el vicario desde que lo vio usted por última vez hasta que lo encontraron muerto?

—Tal y como les dije en la carta, la última vez que vi a Carl Eric puso rumbo hacia este lugar, alrededor d euna semana antes de encontrarlo muerto. Su intención era la de traer la palabra de Dios a este lugar impío.—

Justine nos ha dicho que Hedqvist tuvo una discusión que casi acaba en tragedia con Abela y el barón Arenque, ¿sabe usted por qué discutieron? O que esa misma noche oyó voces de nuevo de alguna otra discusión, ¿sabe usted si volvieron a enfrentrarse?

—Los propietarios, los Amundsson son gente de un carácter muy hosco, no me extrañaría en absoluto que hubiera sido con alguno de ellos lo que forzara la discusión. Cualquier de los tres hermanos, retorcidos ellos, podrían haber llevado a cabo lo que mucho me temo que hicieron. Seguro que el Barón les mandó hacerlo, o la misma Abela. Pero no tengo pruebas. ¿Dicen que por la noche hubo má pelea? Desconozco eso, recuerden que yo he llegado aqui hace no demasiado, y mi presencia, al igual que la de Carl Eric, no es bien recibida.—

-Según tuve conocimiento antes de iniciar nuestro viaje, usted aseveró en su carta que en este misterio había un elemento... sobrenatural-, intervino el chambelán británico tras una larga inspiración. -¿Qué le lleva a realizar tal afirmación?-.

Niles mantenía sus largos brazos ocultos bajo la oscura levita, lo que le atribuía un porte similar al de un buitre o, quizás, un enterrador.

-Sin cuestionar la pericia de la persona que haya examinado el cadáver, puede determinarse con razonable precisión si una persona se ha quitado la vida por sí misma o... Si ha gozado de asistencia en el acto del muere. Considero de la más alta prioridad examinar el cadáver, si es que aún existe; puesto que, si las habladurías son ciertas, en esta isla podría existir ya arraigada una cierta costumbre a encubrir la naturaleza del crimen. Y ya conocen el dicho: la práctica hace al maestro.-.

En la mente del mayordomo, acostumbrada a divagar en el delito en largas conversaciones con su joven amo, empezaba a gestarse otra posibilidad que no quiso comentar en ese preciso instante. Y es que Niles consideraba que, en efecto, Hedqvist bien podría haberse suicidado. En tal caso... ¿Qué le habría impulsado a quitarse la vida?

-¿Dónde podemos encontrar a ese juez cuyo nombre desconoce? Y por cierto, ¿Dónde se alojaba Hedqvist en la isla?-.

—Estoy de acuerdo con usted padre, Justine debería salir de aquí —aseveró interviniendo en aquella especie de disputa con Uddgren en que Lady Lovisa y ella parecían pensar lo mismo—. Y creo que hay un modo de que lo haga. Ella quiere hacerlo, marcharse. Y tal vez pueda usted ayudarla económicamente o al menos ponerla en contacto con alguien que pueda hospedarla o darle trabajo en la ciudad. Dele una opción así y tal vez le escuche —comentó Agnetha revolviéndose un poco en la silla. Si de verdad la preocupaba la muchacha y su alma, y no solo "intentar defenderla", debería de verdad renunciar a tenerla cerca.

Escuchó atentamente el tema del cadáver y se pregunto si Wegerland tendría los conocimientos apropiados como para poder saber algo así. Niles parecía bastante seguro de que aquello no sería demasiado difícil y se preguntó si aquel hombre no tendría alguna cualidad especial que le hiciera saber por el olor de un cuerpo si el susodicho se había quitado la vida. Sabía que aquello sonaba absurdo, pero se podría decir que el mayordomo la tenía algo impresionada y no dejaba de sorprenderla.

Niles había preguntado por el componente sobrenatural del caso a ojos de Uddgren. Ella miró de nuevo al párroco y aunque tal vez no supiera nada —como parecía haber sido el caso de Justine—, como lugareño podría haber escuchado algo alguna vez.

—¿Conoce usted algún tipo de leyenda local relacionada con la luna nueva y el mar? —inquirió—. Un… Cliente de la taberna, un tal Orvall, nos hizo una especie de amenaza al respecto antes de caer en la inconsciencia —apuntó arrugando la nariz solo de recordar el olor de pescado unido al del ron. Después se inquietó: ¿cuánto faltaba para la luna nueva?

-Según tuve conocimiento antes de iniciar nuestro viaje, usted aseveró en su carta que en este misterio había un elemento... sobrenatural-, intervino el chambelán británico tras una larga inspiración. -¿Qué le lleva a realizar tal afirmación?-.

—Desde luego, y mantengo mi afirmación. El tipo de suerte que rodea a esta familia....el hecho de que los arenques parezcan venir como por arte de magia a este lugar concreto cuándo antes era un lugar prácticamente desierto es algo que hace sospechar. Ningún tipo de acción humana podría hacer cambiar el comportamiento de un ser como los peces. Mucho menos cuándo se sabe, por las cartas marítimas, que las corrientes no son favorecedoras de que vengan a aquí por alguna razón. Es simplemente extraño, por eso lo considero sobrenatural. Súmenle a la situación actual la extraña muerte de mi amigo Carl Eric. Puedo asegurarles que ese hombre jamás hubiera cometido un acto tan cobarde como el del suicidio. Y aunque no tengo pruebas, estoy seguro de que los Amundsson tienen algo que ver en este asunto. —

—¿Conoce usted algún tipo de leyenda local relacionada con la luna nueva y el mar? —inquirió—. Un… Cliente de la taberna, un tal Orvar, nos hizo una especie de amenaza al respecto antes de caer en la inconsciencia

—Miren, Orvar es aquí algo así como una leyenda. Es una de esas personas que es pescador por naturaleza y siempre consigue sacar algo. Es un veterano y conoce el mar como la palma de su mano. Al menos eso es lo que me han dicho el resto de pescadores. Pero Orvar también es un borracho. Su punto débil es la botella, y créanme cuando les digo que siempre que he visto a ese hombre ha sido con algo de licor en la boca. Es un viejo ajado por la edad y el salitre, y dudo mucho que haya lavado ese viejo suéter de algodón que siempre lleva. Se que vive en una cabaña en isla cementerio, el sólo. No le gustan mucho las visitas, y la vez que fui a verle para averiguar algo de información sobre mi amigo Carl Eric, estaba durmiendo la borrachera.

Sobre esa luna nueva que mencionan, me temo que es la primera vez que oigo algo semejante.—

-¿Dónde podemos encontrar a ese juez cuyo nombre desconoce? Y por cierto, ¿Dónde se alojaba Hedqvist en la isla?-.

—Ese hombre es responsable me temo de más jurisdicción, como ellos llaman, de territorio y por lo que tengo entendido reside en una ciudad al menos 50 o 70 kilómetros tierra adentro en Munkedal. Respecto al alojamiento de Carl Eric, estan ustedes en él ahora mismo.  Lo que ven es excepto el estado de la cama, lo que había el día en que yo llegué aqui.—

—Estoy de acuerdo con usted padre, Justine debería salir de aquí. Y creo que hay un modo de que lo haga. Ella quiere hacerlo, marcharse. Y tal vez pueda usted ayudarla económicamente o al menos ponerla en contacto con alguien que pueda hospedarla o darle trabajo en la ciudad. Dele una opción así y tal vez le escuche

—Es posible que haya enfocado mal el asunto. Pensaré detenidamente la forma en la que puedo ayudar. Gracias hermana.—