Partida Rol por web

La daga se hunde por debajo de las costillas del aparecido, un golpe rápido y firme. La mancha de sangre se extiende con lentitud por sus ropajes mientras el mismo líquido carmesí se desliza por el filo curvo de mi arma mientras esta ya se encuentra fuera del cuerpo de su víctima.

El mero hecho de haber atacado sin conocer realmente la verdadera historia de lo que estaba sucediendo me hace dudar un instante; pero él había atacado a un noble vástago que parecía seguir con rectitud su camino, quizás no merecía morir y aun así, ahora, ya estaba sentenciado.

«Merhamet», pienso mientras preparo mi siguiente ataque el cual su única finalidad es terminar con el horrible sufrimiento que le espera.

-Mi señora -murmuro en dirección a Mahé-, sí, aquí están sucediendo cosas muy importantes. Pero ya saben lo que dicen... que Dios los seleccione.

Lo lamento mucho (no) por la Príncipe, lo lamento mucho (no) por sus caballeros. Pero aquí estamos de visita, esto no nos incumbe. Podemos volver a Navarra, a mi hogar. Donde la gente es mucho más sencilla y no está tan pendiente de asesinar a otros para llegar al trono. Bueno, no tanto.

Mientras algunos cainitas claman al cielo para tratar de destruirse entre ellos, y otras, sorprendentemente, optan por dar conversación a los rebeldes, empujo a mi sire hacia la puerta. ¿Para qué vamos a molestar a los guerreros? A los buenos sólo vamos a crearles un obstáculo, y a los malos... bueno, ¿sabes lo difícil que es clavar y desclavar una espada? Qué pereza. No, no, mejor nosotras nos vamos y aquí Paz y después Gloria.

Yo ya morí una vez, no tengo ganas de repetirlo de nuevo.

Sin embargo, por si la Príncipe sobreviviese y me estuviese viendo (importante matiz), agito el brazo en dirección a los traidores, con rabia e impotencia.

-¡Malditos seáis! -Exclamo de forma indeterminada. Por si la Príncipe no sobreviviese, y sus atacantes sí.

despues de pensarlo mucho, creo que la accion a usar de Maëlys seria la de tratar de dialogar con Firminus, puede que usando presencia para ver si suelta prenda

Castillo de Fougères, País de Rennes, 24 de diciembre de 1264

—Cerca de la medianoche—

La repentina aparición de Firminius, que parecía que flotaba sobre el suelo con la ayuda de un par de tentáculos de oscuridad, había cambiado de forma dramática la situación.

—¿Acaso importa ahora? —el lasombra extendió sus propios brazos, y el estallido que lo acompañó sus múltiples tentáculos adicionales saltaron en todas direcciones. Dos tentáculos se lanzaron a por Edwin du Saint Brieuc pretendiendo frenándolo en el acto, otros se dirigieron contra Sybilla, Maëlys y Elaine que estaban delante de él. Sybilla se vio atrapada por uno de los tentáculos, pero las otras dos vampiresas zafaron la presa. Un número indeterminado de tentáculos quedaron al acecho en la oscuridad, esperando reaccionar a cualquier contingencia que surgiera.

Con Margawse inmovilizada, Treveur sacó los colmillos y empezó a consumir la sangre de la Príncipe con la impunidad que le daba la protección del lasombra Firminius. De repente, algo que no era percibido por la mayoría fue visto por el lasombra.

—Me temo que le veo, señor Lundson —la mirada oscura de Firminius mandó contra al gangrel dos de sus tentáculos prestos a apresarle. Los dos tentáculos se enroscaron en las piernas y brazos del vampiro que, hasta ese momento, había permanecido invisible al ojo de la mayoría. Mas Ingvar demostró su enorme potencia física liberándose en el acto de la presa de los zarcillos sombríos de Firminius, ahora su camino estaba cerrado por estos dos tentáculos que danzaban delante de él prestos a poner en apuros al gangrel.

Dominic, que no había recibido el ataque tentacular del lasombra, empezó a conjurar algo en silencio. Detrás de la línea de Sybilla, Maëlys y Elaine. Por su lado, Leyre había logrado alcanzar una de las puertas sin vigilancia, la abrió dispuesta a colarse por ella tras su maldición lanzada al aire. Acompañada de Mahé, lo que encontró la toreador al otro lado, fue una oscuridad densa y alquitranada de la que ni siquiera se atravesaba luz alguna.

Tratando de imitar a Ingvar en su liberación, Edwin trató de librarse de la presa de los tentáculos. Si bien se liberó de uno, el otro lo mantenía firmemente agarrado. El caballero errante seguía peleando contra sus sombríos captores. En ese momento, el lasombra que teníais por aliado, Artur, decidió que él mismo también podía jugar las cartas de Firminius. Usándose de la misma oscuridad que alimentaba la magia de su homólogo traidor, cinco tentáculos de oscuridad emergieron tras la línea defensiva preparada por Firminius. Cuatro de ellos se lanzaron a apresar a Treveur, y otro solitario se dirigió directamente contra la estaca que paralizaba a Margawse. Desafortunadamente, el tentáculo de Firminius que restaba libre, se encaró al que trataba de liberar a la Príncipe. El golpe fue duro, pero pareció que no causó daño, aun así frenó las intenciones de Artur.

—Que empiece la pelea de verdad entonces —declaró Dullahan, que se acercó a Bohort que se había librado del aparecido al que se enfrentaba. Lo señaló con la espada helada, y soltó un corte directo a la cabeza del malkavian, pero el siempre sonriente vampiro esquivó el golpe in extremis bajando el cuerpo con velocidad sobrenatural.

Mientras los dos ghoules manipulados por Artur se despellejaban mutuamente y otro estaba en el trance provocado por Bohort. El ghoul enfrentado a Bastian trató de volver a golpearle con el hacha, fallando una vez más ante la figura sobrenaturalmente rápida del toreador, el que se había quedado desarmado frente a Selin y Aethelstan trató de emprender una retirada, aunque viendo lo que se le venía encima no parecía tener demasiadas opciones. Lothaire, tras armar a Aethelstan y a Bohort, hizo lo mismo con Bastian. Mediante sus poderes taumaturgicos, arrancó de las manos del adversario de Bastian el hacha dándosela a este. También pudo hacerse con el hacha restante en manos de los ghoules, pero esta se quedó flotando junto a Bohort, que parecía que iba a apoyarle en su enfrentamiento contra Dullahan.

Con la ventaja ahora, Bastian, descargó un hachazo contra el aparecido Jakkelsen que, literalmente, lo abrió de arriba a abajo eviscerando al desgraciado. La sangre regó a Bastian que lanzó un grito de júbilo salvaje, extendió su hacha contra los gangrel de la puerta, que aun no habían actuado, retándolos a acercarse.

—¡Protege a la Príncipe, Selin! —mandó Aethelstan —. Podemos contener a nuestros rivales aquí.

Antes de que Selin reaccionara, o no, a la orden del Maestre, la assamita sesgó la vida del Jakkelsen cortando la garganta del aparecido con precisión quirúgica. Mientras se desplomaba, el ventrue asintió satisfecho y cargó contra Dullahan apoyando a Bohort contra el cabecilla del ataque. La habilidad del veterano caballero quedó demostrada cuando, a pesar de manejar un arma no habitual para él, descerrajó el hachazo contra el cuerpo de Dullahan. El cabecilla atajó buena parte del golpe, pero la fuerza sobrenatural de Aethelstan logró atravesar la defensa dando un brutal golpe que debería haber partido un hombre por la mitad. Pero la hacha chocó contra la escarcha que cubría el cuerpo de Dullahan, la cabeza del arma se congeló y partió en mil pedazos sin hacer ningún daño a Dullahan.

—Buen intento, vampiro. Pero vas a tener que hacer más que eso para dañarme —elogió Dullahan con una sonrisa confiada.

Bohort entonces impuso su cuerpo entre su superior y Dullahan, el malkavian no perdía la sonrisa, pero sus palabras estaban henchidas de gravedad.

—Retiráos, mi señor. Este es un adversario que no podemos vencer ahora —conminó Bohort tirando el hacha a un lado, despreciándola —. Os ganaré tiempo.

En ese momento, la mirada del sonriente Bohort cambió tomando un matiz inusual y siniestro. Su sonrisa se ensanchó más allá de los límites de lo posible. En ese momento todo el salón pareció temblar, aunque solo fuera en vuestra mente, por un instante la misma realidad pareció convertirse en algo irreal e insustancial. Pero esa sensación se aglutinó en la figura de Bohort, que movió ligeramente la cabeza.

—¿Por qué te niegas a sonreír en este valle de lágrimas? ¡Alegra esa cara! ¡Ya estamos muertos!

Todos escuchasteis como la oscuridad se llenaba de carcajadas demenciales, risas de locos y dementes, una cacofonía de humor macabro que solo parecía coger el chiste la misma oscuridad. A vosotros no os afectó, pero los gangrel detrás de Dullahan empezaron a reír histéricos, y el propio Dullahan dio un paso atrás, él no reía, pero de algún modo aquella puesta en escena le había afectado. Bohort estaba en pie, firme, con los brazos extendidos y riendo a coro con las risas fantasmagóricas de la noche que parecía invocar.

Sybilla apenas tenía fuerza, pero la suficiente como para aflojar la presa del tentáculo que la frenaba. Pero en ese instante se encontraba inmovilizada, forcejeando con la extensión sombría de Firminius. Maëlys se encontraba en pié, parecía que Firminius no iba a razonar con ella, y debía decidir como actuar a continuación ahora que tenía un tentáculo frente a ella. Elaine trataba de superar a su propio tentáculo y acercarse a Margawse, pero ahora no tenía éxito en su empresa.

Los acontecimientos seguían estallando en el salón del trono de la duquesa a medida que los dos bandos tomaban posiciones. Dullahan contra los caballeros que defendían la puerta, Firminus contra los cortesanos de la duquesa, Treveur contra la propia gobernante... Y Leyre y su sire contra su propia valentía, probablemente.

Pero entonces, un actor más entró en juego, aunque sin llegar a completar sus intenciones. A una señal de Firminus, dos de los látigos de oscuridad que había convocado se lanzaron sobre una zona hasta ese momento vacía… Y como si la propia oscuridad fuese capaz de consumir el poder que lo había estado ocultando, la silueta de Ingvar se hizo finalmente visible para todos los presentes. Sin embargo, los zarcillos de oscuridad se mostraron insuficientes para retener su fuerza, y con un brusco tirón el Gangrel se libró de ellos.

Lo cierto es que el normando ofrecía una imagen diferente a la de unos instantes atrás, antes de que comenzara el ataque. Su postura, ligeramente encorvado, recordaba mucho a la de un depredador a punto de saltar sobre su presa, y las largas y afiladas garras de hueso que habían surgido de sus manos no hacían sino aumentar ese efecto.

A pesar de la situación, Ingvar seguía sonriendo. Pero ya no se trataba de la sonrisa irónica que tanto gustaba esgrimir al protegido de Raynier, sino de una sonrisa afilada, primigenia, casi cruel. Una sonrisa que parecía emanar todas las viscerales emociones de la caza y el combate.

-Tienes buena vista, Firminus. -Contestó a las palabras del lasombra con una voz tan ronca y profunda que casi parecía un gruñido, mientras tanteaba a los apéndices de oscuridad de bailaban frente a él, como si tratara de evaluar la amenaza que representaban mientras se preparaba para actuar. -Pero mal ojo para escoger bando.

Alzo el brazo de forma horizontal para evitar que Mahé penetre en la sala de completa oscuridad. No sé si alguien está utilizando los poderes de la sangre para crear este misterioso efecto, o es que algún criado incompetente olvidó encender la chimenea. En cualquier caso, no voy a arriesgarme a entrar a ciegas a un lugar que, por lo que sé, podría estar repleto de traidores y gente con más ganas de clavarme una espada que las que tengo yo de recibirla.

Así pues, miro rápidamente a mi alrededor, y cerrando los ojos para evitar el pavor todo lo posible, corro hacia un aplique de metal de la pared para coger una de las antorchas que iluminan la estancia. Sin embargo, las luces se extinguen antes de que mi mano pueda rozar la madera de la base, con lo que mi elaboradísimo plan para escapar ilesas acaba en nada. 

Frustrada, cojo a Mahé del brazo de nuevo y la arrastro hacia otra puerta, con la esperanza de que la siguiente no guarde una sombra fantasmagórica detrás. Espero que podamos esquivar la batalla más fácilmente amparadas en las tinieblas.

Gasto otros tres puntos de mi reserva de sangre (reserva actual tras gasto 9, destreza actual 5) en curar mi herida permanente, pasando a estar magullado.

Si cuando llega mi turno Treveur sigue tratando de devorar a la príncipe... Todos los tentáculos (que previamente habían apresado a Treveur el traidor) aprietan al toreador y lo empujan, apartándolo de la princesa y causándole 15 niveles de daño contundente. ¿Todos? No, todos no, un tentáculo intenta sortear a su hermano para quitar la estaca que atraviesa el corazón de la príncipe. En lo que se refiere a mi acción miro a Dullahan y juego la baza fundamental: le ordeno huir usando para ello mis poderes de dominación y aprovechando que al haber quedado paralizado es más vulnerable y no puede apartar la vista. (Desconozco dificultad, por mi nivel en mi camino resto uno a dicha dificultad. Ponderando lo visto, tiro como si la dificultad fuera 7 que, quien sabe). En todo caso son:

1. Si la FV es 10, 1 éxito.
2. Si la FV es 9 u 8, 2 éxitos.
3. Si la FV es 7 o menos, 4 éxitos
4. Si la FV fuera 3 o menos, 5 éxitos, pero es algo que dudo.

Era un combate terrible. Aunque sin duda no podía detenerse. Artur pensó, un breve instante, en las implicaciones de todo aquello. ¿Qué pasaría ahora, les sonriera o no la victoria? ¿qué ocurriría? Tampoco era algo que importara demasiado. El futuro, cuando la sangre se agolpa y el hambre acecha, cuando es la hora de garra, arma y colmillo, queda siempre demasiado lejos.

Artur no mantenía ahora preocupación alguna en ninguno de los presentes. Lo esencial era aprovechar las oportunidades tácticas. Los ghoules habían sido eliminados de la ecuación. Treveur tenía sus tentáculos rodeándolo, y ahora, mientras intentaba consumir a la príncipe, Artur invocó todo su poder para, primero, apresarlo, y luego apartarlo de allí mientras lo estrujaba. Uno de sus tentáculos de oscuridad, que trataba de liberar la estaca que atravesaba el corazón de la príncipe, se vio interrumpido por el homólogo del monseñor. Intentó apartarse para cimbrear en el aire, y nuevamente, lanzarse contra la estaca para apartarla.

¿Y qué hacía mientras tanto el propio Artur? Primero había usado su sangre para mejorar su destreza y, ahora, la usó para sanar de esa vieja herida que le zahería cada despertar. El ataque de Bonhart le había dado una oportunidad, y debía aprovecharla. Miró al paralizado Dullahan y alzó la voz, clavando su mirada en los ojos de aquel extraño ser.

- ¿Cómo osáis venir a este lugar y dirigir este ataque? Huid de este lugar, sin deteneros hasta que llegue el alba.

Dudaba que la orden durase tanto tiempo... pero cada segundo, cada minuto, que pudieran ganar, era una posibilidad más de victoria. Si es que su poder lograba afectarlo, claro.

Castillo de Fougères, País de Rennes, 24 de diciembre de 1264

—Cerca de la medianoche—

Primera campanada de la medianoche

—¡Traidor! —gritó Sybilla mientras se zafaba de los tentáculos de Firminius, el cual extendía los brazos con los ojos engullidos en una oscuridad absoluta, y más de esos tentáculos umbríos emergieron de los rincones oscuros de la sala que se lanzaron contra vosotros. Tres de ellos se arrojaron contra Dominic que trataron de atrapar al capadocio e impedir que acabara la invocación que estuviera realizando, estos derribaron al cainita interrumpiendo lo que fuera que estuviera haciendo.

Segunda campanada de la medianoche

—No puedo dejar que invoque a los guardianes del castillo, monsieur Dominic. Lo lamento —dijo Firminius mientras extendía los tentáculos contra Ingvar y un número indeterminado de ellos quedaron en las sombras acechando. Pero el precioso tiempo ganado por Bohort,  unida a vuestra obstinación por defenderos del ataque sorpresa, dieron sus frutos.

Treveur había logrado beber un poco de la vitae de Margawse, pero los tentáculos de Artur cumplieron su trabajo, arrancaron al traidor del mortal abrazo de la Príncipe de Bretaña. Treveur rugía frenético, con los colmillos fuera y los ojos saliendo de sus órbitas tratando de volver a alcanzar a su víctima. Pero la presa de las extensiones oscuras de Artur lograban frenarle. Firminius cerró filas alrededor de la posición de Margawse, aunque destinó muchos para protegerle de cualquier ataque. Tuvo tiempo de dirigir una mirada torva y tranquila a Ingvar.

—Atrevida es la ignorante, monsieur Ingvar. Pero esta noche ya ha acabado la puesta en escena.. —anunció como lo que podía ser premonitorio.

Tercera campanada de la medianoche

El tiempo ganado por Bohort había terminado, Dullahan miró al malkavian con fascinación y respeto. Antes llegó la mirada imperativa de Artur, pero esta chocó contra una voluntad alienígena que la dominación de lasombra no pudo vencer.

—Un intento infructuoso, vampiro. Tu voluntad es polvo.. —dijo Dullahan mirando a Artur, dio un paso esgrimiendo su espada de hielo contra Bohort —. Respeto tu intento por retenerme, hijo de la Dama del Lago. Muere con tu honor.

Dullahan movió en molinete la espada que esgrimía con una maestría sobrenatural, la sonrisa de Bohort no lo abandonó ni siquiera en ese momento. El malkavian, consciente de lo que iba a suceder, asintió con resignación.

Cuarta campanada de la medianoche

—Así empieza la hora de las brujas..

Dullahan decapitó a Bohort, fue un corte tan limpio y rápido como solo un arma sobrenatural podía hacerlo. La escarcha que vomitaba la hoja se propagó por el cuello cortado y la cabeza cortada del malkavian se congeló en el acto cuyo cuerpo se desplomaba inerte. Aethelsan rugió furioso incapaz de concebir lo que había contemplado

—¡Maldito bastardo! ¡Bohort! —gritó el ventrue a punto de lanzarse contra Dullahan para vengar a su compañero asesinado.

Quinta campanada de la medianoche

Tratando de alejarse del combate, Leyre y Mahé cambiaron de puerta. Pero debían atravesar toda la escaramuza, puesto que la puerta se encontraba en el lado opuesto del salón. La Sire de Leyre, en ese momento, tomó la decisión de dirigirse hacia la oscuridad del salón presa del pavor que tan férreamente Leyre se negaba a demostrar. Pero antes de alejarse de la oscuridad de la puerta abierta, algo emergió de ella atravesando completamente a Mahé por el estómago. Un grito de dolor se extendió por el salón, era una lanza de punta escarchada. Mahé miró a su chiquilla desamparada, perdida y confusa.. extendió la mano hacia Leyre.

—Yo.. lo.. siento.. —gimió lastimosa. Pero antes de que pudiera tocarla, lo que fuera que hubiera atravesado a Mahé, la arrastró hacia la oscuridad siendo engullida por sus fauces negras.

Sexta campanada de la medianoche

Mientras los tentáculos de Firminius aun ofrecían resistencia los intentos de los de Artur, cuya mayoría se encontraban reteniendo a Treveur. Ingvar se encontraba retenido por varios de ellos, destrozándolos con relativa facilidad con sus garras. Fue suficiente, una veloz Selin superó la barrera ofrecida por Firminius colándose por el hueco abierto por el gangrel. La assamita alcanzó la estaca que inmovilizaba a Margawse, tiró de ella liberando a la Príncipe de la dramática y humillante paralización que le había causado el ataque a traición de Treveur.

Margawse abrió los ojos de par en par, con una furia líquida comparable, si me permiten los lectores, al del mismísimo Dios del Antiguo Testamento.

Séptima campanada de la medianoche

Entonces.. Margawse, impuso su Voluntad.

Castillo de Fougères, País de Rennes, 25 de diciembre de 1264

—Medianoche—

Octava campanada de la medianoche

—Este burdo intento de golpe acaba aquí —sentenció la Príncipe, dirigió una sutil mirada a Selin con un asentimiento ligero, pero la furibunda mirada de Margawse abarcó todo el salón y casi atravesaba la mismísima oscuridad.

—Acaba aquí.

Un aura creciente y asfixiante emergió de la propia Margawse, la Príncipe se convirtió en un foco de adoración y temor que fluyó como una ola a cada rincón del propio castillo. La Majestad de la Duquesa de Bretaña, de la Príncipe, de la Señora de los Toreador bretones, se mostró en su absoluto poder. Todos, sin excepción, os sentisteis eclipsados ante aquella demostración de poder absoluto.

Todos menos Dullahan, que miró directamente a la Príncipe sin, aparentemente, inquietarse. No dijo nada, retrocedió soltando un gruñido y en un parpadeo simplemente desapareció. Firminius, que parecía haberse anticipado a la manifestación de Margawse, se volvió sombra instantes antes y se fundió en la roca para desaparecer junto a todos sus tentáculos. Treveur se sintió superado por la Majestad de Margawse, y se arrodilló llorando de terror consciente de que lo que significaba aquello.

Castillo de Fougères, País de Rennes, 25 de diciembre de 1264

—Medianoche—

Novena campanada de la medianoche

¿Había hecho bien? ¿habían sido sus acciones las más idóneas para el combate que acababa de ocurrir? Artur lamentó los fallecimientos, pero mucho más el no haber sido capaz de anticipar las traiciones. Había tratado de imponer su voluntad a ese ser, pero había fracasado. ¿Era por tanto un vampiro de mayor generación que la suya? ¿o tal vez un tipo de ser cuya antigüedad de alguna manera se asimilaba a esas generaciones más poderosas? Lo había intentado. Lo había intentado todo, de hecho.

Sintió lástima por Leyre. Se preguntó cómo se sentiría él si eso mismo le hubiera ocurrido a su sire. Supuso que para la afilada e incisiva toreador este momento sería el final de algo, y el principio de algo.

Y ese algo no será bueno. Pensó, para sí.

De todas formas todos esos pensamientos y planteamientos quedaron en un segundo plano. Notó la voluntad brutal de la reina y no se opuso a ella. Sabía lo que estaba pasando y se arrodilló, de buen grado.

Era la reina. Habían salvado a la reina. Ahora iba a empezar el tercer acto.