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Vampiro: Edad Oscura V20 - Bretaña nocturna [+18]

[Recuerdos X.1] Una sangre especial - Sybilla - FINALIZADA

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30/12/2017, 00:38
Guiscard du Guingamp

Castillo de Concoret, País de Rennes, primavera de 1210

Aquella primavera tu padre había querido lucir su espléndida hija ante la aristocracia local, y es que en la región de Concoret esa clase de fiestas escaseaban, pero cuando las habían eran el acontecimiento del año. Tu padre había puesto muchos esfuerzos en atraer la nobleza regional para que acudiera a su castro con moderado éxito, y es que los rumores acerca de tu exótica belleza habían llegado lejos en los mentideros bretones.

La buena música de los trovadores, que acariciaban las notas con sus versos, poblaban el ambiente festivo cercana a la medianoche. Era una noche fresca de primavera, la naturaleza había florecido y tu padre se afanaba a presentar a su primogénita ante la sociedad bretona, una hija de la que estaba orgulloso en grado sumo. Fue entonces cuando la bebida empezaba a desfallecer a la mayoría de los posibles pretendientes, pues no nos engañemos, el objetivo final de tu progenitor era ese, que uno de ellos en particular atrajo tu atención. Una atención que había sido correspondida en numerosas miradas, pero cuyo dueño aun no se había atrevido a convertir en algo más. Hasta que lo hizo.

Creo que no hemos tenido la oportunidad de presentarnos como es debido, mademoiselle d'Aislinge —sonrió perlado, gentil, con una copa de vino en la mano —. Me llamo Guiscard du Guingamp, consejero del conde de Saint-Brieuc, ¿me permitís un tiempo para invertirlo solo en vos?

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30/12/2017, 01:21
Sybilla

La joven Sybilla había gozado sin lugar a dudas de ingentes cantidades de atención por parte de unos y de otros. Por parte de quienes sentían curiosidad, y de quienes portaban ambiciones, algunas más pretenciosas que otras. 

Había buscado en más de una ocasión refugio en la expresión de su padre, queriendo actuar del modo correcto, contestando con cortesía y modestia a cada uno de los comentarios destinados hacia su persona, encontrando algún que otro halago agradable y quizá algún comentario excesivamente incisivo, agradeciendo cada detalle que los invitados del señor d'Aislinge mostraban en deferencia hacia ella, bailando con unos, con otros, al principio con nerviosismo y mal disimulado entusiasmo, y al final con cierto grado de extenuación, que trató de disimular excusándose en un par de ocasiones, evadiendo unas últimas propuestas, antes de que el alcohol comenzase a hacer estragos entre sus invitados y, sentada cerca del hogar de aquel gran salón, pudiese disfrutar de una relativa paz.

Observaba distraída la danza de las llamas, y las conversaciones que poco a poco iban desgranándose y muriendo, fuese ella partícipe o no, cuando se percató de que aquel caballero que había llamado su atención desde el principio de la noche, habiéndola sabido mantener hasta casi obligarla a buscarlo con la mirada, se acercaba finalmente a ella, provocándole un sonrojo difícil de disimular. 

Monsieur du Guingamp.-repitió, como si de hecho paladease aquellas sílabas, antes de sonreír con timidez y mirar alrededor, sin encontrar la mirada atenta de su padre, entretenido en una extensa diatriba sobre conflictos bélicos y comercio, posada sobre ella- Supongo que sería un acto egoísta por mi parte no ofreceros ese... Pequeño lapso de tiempo.-dijo, ofreciéndole entonces el dorso de su mano, en un gesto ciertamente cortés. 

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30/12/2017, 01:38
Guiscard du Guingamp

Guiscard tomó aquel dorso de la mano, lo besó delicadamente sin dejar de mirarte a los ojos, el esbozo de una sonrisa asomó por los bordes de la mano.

Cada instante de ese tiempo será un regalo de eternidad para mi entonces, mi señora —respondió mientras se incorporaba, ofreció caminar tranquilos por el lugar de la fiesta, pero sin abandonar la lumbre de la misma —. ¿Habéis disfrutado del entretenimiento? Vuestro padre ha organizado una fiesta muy prometedora, no pensé que fuera de la capital supieran como disfrutar del ocio, he quedado gratamente sorprendido y se lo he comunicado a vuestro padre.

Hizo una pausa, se mojó los labios en la copa.

Pero no me cabe duda, que si vuestro padre ha dispuesto un firmamento, es porque posee la estrella más brillante del mismo —elogió con una sonrisa mientras te contemplaba —. Había escuchado historias de vuestra belleza, pero palidecen cuando uno se encuentra con la luna cara a cara.

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30/12/2017, 01:47
Sybilla

Notó el tacto cálido de sus labios sobre el dorso de su mano, sintiendo cómo la piel se le erizaba al contemplar cómo hacía aquello sin dejar de mirarla, y finalmente se levantó, cuan larga era, revelando su figura espigada y esbelta, tomando su brazo al mismo tiempo que lo miraba disimuladamente y se percataba de que sus sospechas eran ciertas.

Era más alto que ella, y a su lado, era libre de caminar con gracia. Podía mirarlo de frente, sin tener que agachar la mirada. Aunque en ese momento, lo cierto era que no sabía si debía hacerlo. La inexperiencia en aquellas lides quedaba expuesta en sus gestos comedidos, a pesar de gráciles. En aquel rubor que se pronunciaba al escuchar los halagos del consejero- Mi padre debe haber quedado encantado. Estaba súmamente preocupado, haciendo toda clase de cábalas sobre el posible éxito de un evento como éste. -confesó- Me alegra que la velada os haya dejado satisfecho. Y que os complazca mi presencia. Aunque me temo que quizá el vino os lleva a contemplarme con unos ojos más bondadosos, pues la luna, esta noche, es algo excepcional. 

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30/12/2017, 02:05
Guiscard du Guingamp

Guiscard sonrió galante mientras te llevaba del brazo, sus pasos eran sólidos, pero tranquilos, irradiaba fortaleza. Te miró de soslayo con un gesto que divagaba entre la arrogancia y la confianza.

Jamás dejo que el alcohol enturbie mi visión de lo sublime, pero vuestra modestia ensalza mi opinión sobre vos. Os ruego que aquí, conmigo, no renunciéis a lo que Dios, sabiamente, os ha dado —con un gesto calculadamente improvisado, te acercó un tanto a él para que pudieras sentir el aroma a hierbas que desprendía su cuerpo —. De hecho, aun no he probado vino, me agradaba la copa que vuestro padre me entregó, guardo el instante de placer por beber para el momento adecuado.

Te sonrió ufano, siempre contemplándote a los ojos, con aquel aire seductor y ambiguo, que alimentaba el misterio que lo envolvía.

¿Vos habéis bebido? —preguntó intrigado.

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30/12/2017, 02:22
Sybilla

Inhaló su aroma almizclado, desprovisto de las trazas de sudor, y por supuesto, de alcohol, que había percibido en otros a lo largo de la noche, arrobándose al percibir el calor de su cuerpo de pronto más cercano. El hecho de que no hubiese probado a penas el vino, hablaba bien de él, se dijo. Un hombre sabio, que deseaba mantener su mirada atenta y su lengua refinada en un evento que daría mucho de que hablar. Una decisión inteligente.

Al igual que vos, a penas he probado el vino. -admitió- Tal cosa me habría hecho presa de toda clase de atenciones. Deseadas e indeseables.-expresó, con un leve suspiro- Sé cuál ha sido el motivo de la celebración de esta fiesta. Y vos también lo sabéis, ¿no es así?- añadió, un tanto cohibida, pero segura de aquello que trataba de expresar- Me halaga que hayáis tenido la delicadeza de no perder los papeles ante mi presencia mientras pretendéis querer gozar de mi favor. 

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30/12/2017, 02:33
Guiscard du Guingamp

Nada que agradecer o disculpar, mademoiselle —respondió con una sonrisa, luego asintió cordial —. Lo sé, y faltaría a la verdad si no afirmara con rotundidad que no me iré de esta fiesta sin vuestro favor.

En ese instante, con feroz determinación, se plantó ante ti sin mostrarse amenazante o intimidatorio. Sin darte cuenta os habíais alejado del epicentro de la celebración, hasta un rincón más íntimo para ambos. Viste sus ojos como te contemplaban, y te sentiste inflamada de una pasión que no reconocías, pero que abrazabas con fervor.

Porque la belleza de este mundo sería cenizas si no hubiera alguien adecuado para contemplarla, y vuestra belleza es un destello que envilece la condición de cualquiera que la niegue —tomó tu mano entre sus dos, acunándola con delicadeza, y la besó de nuevo —. Porque ambos sabemos que este es el principio de una historia apasionante, ¿verdad?

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30/12/2017, 02:45
Sybilla

Finalmente alzaba la mirada, y lo contemplaba con aquellos ojos que parecían no haber decidido del todo si ser grises o tornarse verdes, dedicando tan sólo un breve vistazo a su alrededor, percatándose del lugar en el que se encontraban, antes de volver a dedicar toda su atención, inevitablemente, a aquel hombre que de pronto había inflamado sus anhelos. Aquel hombre que volvía a erizar su piel con el tacto de sus labios tersos.

Haciendo un esfuerzo por encontrar de nuevo el aliento, Sybilla tomó una entrecortada bocanada de aire, siendo consciente de lo inadecuado de aquella situación, sin que, sin embargo, aquello pareciese alertarla lo suficiente como para querer volver a situarse bajo el escrutinio del resto de invitados- Me... Me dejáis sin palabras, monsieur. - contestó, sin apartar tampoco su mano, como si de hecho disfrutase del tacto de sus dedos sobre la piel. 

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30/12/2017, 03:02
Guiscard du Guingamp

No son palabras lo que busco ahora de vos, mademoiselle  —habló velado, acariciándote con sus palabras, atrayéndote sin que fueras consciente del todo hasta la negrura de un rincón —. Sino vuestro tesoro más preciado..

Por el gesto sinuoso, por sus palabras, parecía sugerir que iba a tomar tu flor que atesorabas para entregarla castamente en matrimonio. Sus manos te envolvían como seda, su cuerpo envenenaba tu razón, pero cada gesto que él te entregaba era cauto y meditado, dotándote de la falsa ilusión de que era tu propia voluntad la que dictaba tu entrega a aquel hombre.

Porque ahora.. solo pienso en tomaros.. —susurró delicado en tu oído, rozando su piel con la tuya en el cuello.

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30/12/2017, 03:13
Sybilla

Un jadeo trémulo y mal disimulado se escapaba de entre los labios tiernos de Sybilla, al escucharlo hablar, al percibir el roce de su piel, y la caricia de su barba sobre la piel de su cuello. Al percibir el lazo suave de sus manos, que la envolvían, y la arrastraban hacia un abismo desconocido. 

Una parte de si misma, se alarmaba. Se asustaba ante la idea de entregar su honra a un práctico desconocido, y la asaltaba con ideas de resistencia, sin que su cuerpo llegase siquiera a tensarse, pues aquello suponía tan sólo una ínfima parte de su ser, quizá instintiva y precavida, que en aquel momento quedaba enmudecida por la ensordecedoras pulsaciones de un corazón desbocado- Monsieur... Mi honra... Por favor...-profirió, con languidez, quedando revelado cada poro, cada vello de su cálida piel bajo el tacto de sus palabras susurradas, sin que sus propios gestos acompañasen a aquel ruego enmudecido. Como si hubiese asumido, de facto, que aquello debía ocurrir.

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30/12/2017, 03:25
Guiscard du Guingamp

Con una sonrisa que se antojaba perversa, de alguien que disfrutaba de tal situación de poder, pero que la enmascaraba cuando tu mirada se cruzaba con la suya.

¿Qué temes? Tu honra está destinada a mi, no la perderás.. me la regalarás.. —las palabras del hombre seguían emponzoñando, deslizó una mano hacia tu talle haciendo que te pegaras a él, en esa oscuridad insondable sentiste su beso como una trampa mortal, un cepo del que no podrías liberarte por tu voluntad.

—Ansío tanto contemplarte en tu bendita desnudez, como Dios te regaló a este mundo para mi.. —expresó con deleite, y descordó parte del vestido para que tu busto quedara más suelto y accesible para él.

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30/12/2017, 03:36
Sybilla

Sybilla comenzó a temblar entre los brazos del hombre que procedía a desnudarla, revelando la piel pálida y cremosa del nacimiento de sus senos. 

Tiritaba entre los brazos del individuo que le robaba con suma facilidad aquel primer beso con el que había fantaseado tantas y tantas veces, y que sucedía de pronto, embriagador, acontecido en medio del latrocinio de su propia razón y de su aliento, mientras, intoxicada por la cercanía del consejero, por sus palabras, su olor, y el timbre varonil y exquisito de su voz, se encontraba aún incapaz de ofrecer resistencia alguna.

Y no sólo se sentía incapaz de resistirse a aquella pasión inflamada, sino que anhelaba entregarse a ella, a pesar de que aquella advertencia, en el fondo de su cabeza, tratase de hacerse notar con más fuerza, gritando, desaforada, ignorada ante la evidencia de lo inevitable. 

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30/12/2017, 20:59
Guiscard du Guingamp

Cuando tu desnudez acarició la noche de primavera, Guiscard te contempló con éxtasis contenido, deslizó sus manos por tu cuerpo como si esculpiera una obra de arte. Sentiste el calor de sus dedos y caricias por las partes más sensibles de tu físico, aun respetando la flor de tu cuerpo que parecía verse amenazada.

Perfecta. Sencillamente, perfecta —confesó el noble bretón mientras gozaba de tacto y visión de ti, su mirada artera se enfilaba la tuya, y una vez más probó tus labios lamiendo estos con gozó —. Creo.. que es hora de que mi gozo sea completo.

Sus labios pasearon por tu cuello, notabas sus besos inflamando tu pasión por momentos, como sus manos moldeaban la arcilla de tu piel con la impunidad que le daba aquel embrujo. Sentiste un lujurioso beso en el cuello, pero la vil pasión que aquel hombre generaba en ti, de la que él se aprovechaba, remarcó un descenso más impúdico sobre ti. Lo sentiste sobre tus senos, redondos, perfectos y apetecibles, porque es lo que sentiste, como su boca cazó uno de ellos y con él, mamando de ti, notaste algo extraordinario.

Con su boca degustando tu pecho, notaste una punción sutil, un pinchazo que fue la antesala del éxtasis. Lo prohibido, lo pecaminoso, lo extático, se conjugaron en ti en una vorágine que jamás había concebido tu cuerpo y tu alma. Guiscard empezó a mamar de ti, engullendo, al principio con gesto apacible, pero luego hubo algo que lo apasionó y succionó con gula de ti mucho más que tu placer, tu fluido vital.

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31/12/2017, 13:52
Sybilla

Despojada del refugio que ofrecían sus propias ropas, la joven miraba hacia un lado, absolutamente avergonzada, confusa y extraña y abrumadoramente enardecida, sin llegar a comprender del todo por qué se dejaba hacer, por qué se dejaba acariciar... Paladear por aquel hombre, que era el primero que llegaba a observarla de aquella manera, y que disfrutaba del tacto y el aroma de su cuerpo inmaculado. 

El miedo, la duda, y aquella pasión inexplicable y desmedida se entremezclaban en la boca de su estómago, cuando su carne se estremeció primero al percibir el roce húmedo de sus labios, haciendo de uno de sus pechos tiernos su presa, encogiéndose su ser con un leve quejido al notar aquel dolor punzante, seguido de algo que jamás habría sabido explicar con palabras.

Un placer, un éxtasis desbordante, pareció asaltar cada defensa de su mente, y de su propio espíritu. Una agonía extática la barría como el violento oleaje de una majestuosa tormenta de verano, llevándose consigo todo atisbo de reticencia, entreabriendo sus labios en un grito mudo de puro asombro, acelerando el latido de su corazón hasta volverlo completamente audible y palpable, erizando, estremeciendo, cada poro de su piel, y provocando que incluso sus largas y torneadas piernas se encontrasen de pronto en serios apuros para sostener su anatomía. 

Sybilla boqueó, jadeante, notando la visión desenfocada mientras su esencia se derramaba hacia la garganta de Guiscard, sin que su entendimiento fuera capaz de discernir lo que estaba ocurriendo. Sin que sus aturdidos y saturados sentidos fuesen capaces de percibir nada que no fuese aquel placer incomnesurable, que llegaba inesperado y repentino, sin que jamás hubiese probado antes siquiera algo similar. 

 

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31/12/2017, 17:38
Guiscard du Guingamp

Aquel hombre, aquella bestia, succionaba de tu seno placer y sangre con fruición, pero algo hizo que aquel acto, en apariencia habitual y placentero en él, despertara una ansiedad mayor. Guiscard te agarró del trasero con firmeza, te apretó contra él para abarcar más de tu pecho, llegaste a escuchar sus suspiros de placer al alimentarse de ti. Mas, poco a poco, y a pesar del placer que te embriagaba, fuiste notando una alarmante debilidad general.

Tu cuerpo iba palideciendo y debilitando, pues aquella criatura de la noche te iba drenando la sangre sin mesura. Algo en ti lo enloquecía, algo en ti lo consumía de necesidad y en esa condenada necesidad tú estabas siendo abocada al abismo y la muerte. Cuando finalmente pareció retomar el control de si mismo, estabas muy débil, al borde del precipicio.

No.. no mi hermosa flor nocturna, no vas a morir hoy, ni debes morir en noches venideras.. —te acarició la mejilla, apenas eras dueña de tu cuerpo, ya no por el embrujo, sino por la debilidad que te había consumido —. No.. eres mía.. y yo.. cuido de lo mío.

Sin dudarlo, mordió su muñeca, dejó fluir su propia sangre a tus labios dejando que bebieras de él. Compartió contigo su sangre, y lo inaudito y horrible de aquello es que sabía demasiado bien.

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31/12/2017, 18:15
Sybilla

Desmadejada entre los brazos de aquel extraño, y en medio de aquel éxtasis inconmesurable, la joven Sybilla fue perdiendo la fuerza, sintiendo su propio entorno cada vez más lejano, y el calor escaparse de su ser. A penas pudo enfocar la mirada para contemplar el rostro apuesto del consejero. A penas fue consciente de que acariciaba su mejilla, y encontró dificultades a la hora de entender sus palabras.  

Sólo fue del todo consciente del sabor ferroso, intenso y vibrante de su vitae, que con unas primeras gotas resbalaba por su garganta, ardiente y espesa, para luego provocar que con las pocas fuerzas que le quedaban, sus manos se alzasen, agarrando, débilmente, su muñeca, para apretarla contra su boca, sintiendo de nuevo una sensación tan potente como la que acababa de arrebatarle cualquier hilo viable de pensamiento. 

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02/01/2018, 02:06
Guiscard du Guingamp

Castillo de Concoret, País de Rennes, invierno de 1212

No fue la última vez que probaste la sangre de Guiscard, fue la primera de muchas. Amante de tu belleza tan peculiar como excepcional, además de algo en el sabor de tu sangre que lo enfervorecía, el cainita te terminó convirtiendo en su ghoul. No le costó demasiado convencer a tu padre en primera instancia, pues, encantado con enlazarse con un noble, aceptó de buen grado, además de las dádivas que el propio Guiscard le entregó. Lo enviaba a largos viajes por Europa, deseoso de que la ausencia del progenitor permitiera la absoluta libertad del Toreador sobre ti.

Así fue pasando el tiempo, entre fiestas, conversaciones y gozo. Guiscard adoraba tu belleza y tu persona, aunque anclado en un amor a lo superficial que le ofrecías. Pocas veces elogiaba otros atributos salvo el exterior, y tales elogios venían recompensados en forma de una vida como jamás pudiste imaginar. Lo tenías todo, pero siempre que dejaras satisfechas las necesidades artísticas de tu domitor, algo que no era complicado por tu vinculación profunda a él y que, afortunadamente, no era hombre de gustos excéntricos.

Aquella noche de la Navidad de 1212 había preparado una fastuosa cena solo para ti, el cainita no había reparado en gastos invirtiendo una pequeña fortuna en manjares llegados de otros lugares de Europa, así como vino y un vestido de seda de color azul y motivos dorados, aparecías como toda una princesa a sus ojos. Era inusual tal despliegue, aunque no raro, pero imaginabas que era por la fecha señalada y un gusto de tu peculiar dómitor. Durante la cena no había dejado de contemplarte, admirarte y desearte con la mirada, la sonrisa y la mente.

¿Está la cena a tu gusto, mi querida Sybilla? Quiero que esta noche todo sea especial para ti —admitió el cainita en una muestra de inusual altruismo de este. Obviamente, él no iba a probar bocado.

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02/01/2018, 19:12
Sybilla

Y aquel hombre extraño, aquel depredador, había acabado tomando una forma familiar e ineludible en los días, en las noches, en cada pensamiento, y en cada sueño de Sybilla. Había acabando tornándose en la figura en torno a la cual danzaban todos sus anhelos, todos sus miedos y esperanzas. Seguía adorando a su padre, eso era cierto. Pero la presencia de Guiscard resultaba tan abrumadora... Tan deseable... Y contentarle se había convertido en una prioridad tan absoluta que a penas había impuesto un pero ante la idea de pasar aquella fecha tan señalada lejos de su progenitor, que sin su difunta madre, y sin ella, se encontraría cenando a solas. 

Y de hecho, no podía evitar pensar en ello, suspirando brevemente mientras probaba el delicioso vino con el que los sirvientes habían llenado su copa, sintiéndose momentáneamente egoísta por no lamentar más profundamente el encontrarse lejos de la mesa de su hogar, disfrutando de aquella fastuosidad generosa y abrumadora con la que su dómitor había decidido cubrirla aquella noche en la que su propio aspecto era radiante, engalanada con aquel vestido azul ricamente elaborado, portando el saludable sonrojo del hogar en las mejillas, mientras el fuego dibujaba trazos brillantes y danzantes sobre su pelo lustroso y negro como ala de cuervo, al crepitar.

Todo resulta de mi profundo agrado, mi señor.- dijo, depositando la copa, con cuidado, sobre la mesa- Me siento profundamente halagada por vuestra generosidad. -añadió, arrobada- ¿Puedo preguntar por qué mi señor ha decidido colmarme de tantos caprichos en esta fecha tan señalada?  Habría esperado de vos que disfrutárais convocando una cena multitudinaria en un día como éste... Pero no seré yo la que presente cualquier reclamo ante vuestra decisión de celebrar esta noche en mi compañía. 

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02/01/2018, 23:26
Guiscard du Guingamp

Hoy es una noche especial, Sybilla. Una noche solo para ti —explicó el cainita mientras te contemplaba con gozo, su mirada pendiente de ti —. Quiero que goces de todas las mieles que te otorga esta vida, porque te lo mereces, porque así lo deseo.

La voz de Guiscard sonaba como era habitual, tranquila y serena, con esos matices seductores que sabían pulsar las teclas adecuadas según el momento. Su mirada acunaba la tuya en cada cruce, envenenaba de confusión ese sentimiento de deseo y dominación, de gozo y posesión.

Esta noche habrá un milagro, Sybilla —hizo una pausa, alzó la copa en señal de brindis y repitió saboreando ese conjunto de palabras —. Un milagro.

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03/01/2018, 00:38
Sybilla

Tomó de su copa, tras brindar, con la incógnita pintada en el rostro. El sabor aterciopelado del tinto descendía por su garganta, dando calidez a su vientre complacido por aquellos manjares, suspirando- Sea como decís entonces.-apuntó, con una sonrisa- Aunque bien me temo que habéis confundido mi estómago con el de un destacamento de caballeros hambrientos...- dijo, posando la vista sobre la multitud de manjares que se disponían sobre la mesa, tomando, con suma delicadeza, un bocado del ricamente presentado pato en su sangre con salsa de arándanos, encontrando súmamente delicioso el tacto jugoso de la carne blanca, tapando su boca con decoro para disimular una expresión de gozo.

¿Era aquella sensación de degustar algo exquisito la que sobrevenía a Guiscard cuando la tomaba entre sus brazos y probaba su mismísima esencia? No... Si aquella sensación se asemejaba lo más mínimo a lo que ella sentía cuando él le daba de aquel elixir al que solía llamar "su vitae"... Era casi una herejía siquiera plantearse aquella comparación, concluyó, mientras, casi sin darse cuenta, posaba la vista sobre su dómitor, entrecerrando ligeramente los ojos, con una expresión que denotaba que se encontraba en uno de sus muchos y frecuentes divagares.