Partida Rol por web

Viaje al corazón de la Hydra

Acto 2.0

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18/03/2013, 17:55
Director

Los dos agentes condujeron a Sigfried a través de una galería de paredes de un color gris sucio y adornadas pobremente con una desconchada linea amarilla, hasta dejarlo caer, casi literalmente, en un nuevo cubículo. 

Parecía una especie de despacho, cuyo mobiliario únicamente estaba compuesto por una mesa (a la que se habían cuidado mucho de esposar a conciencia) y dos sillas, también metálicas, e iluminado por la aseptica y desagradable luz de un fluorescente. En la esquina superior derecha de la habitación el piloto rojo de una camara parpadeaba en periodos intermitentes e irregulares.

- Straufenberg, Sigfried...- Un hombre corpulento y de ceño permanente fruncido cerró la puerta tras de sí mientras echaba una ojeada a una tableta electrónica. -Soy el Investigador Deltoro, me han asignado su caso. -Informó sin levantar la mirada de su tableta. Sin duda leía atentamente el probablemente poco o nada favorable informe del capitán Cortez

- Antes de hablar de la larga lista de cargos que le han asignado a su fotografía, me gustaría escuchar su versión de los hechos. -Añadió dejando a un lado la tableta para tomar asiento frente a él. Su voz sonaba firme aunque tranquila y, a través de su mirada de sabueso, Sigfried casi podría ver los engranajes de su cerebro en movimiento, mientras el investigador lo estudiaba cuidadosamente.

 

Notas de juego

Si quieres seguimos en una conju por docs ;-)

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18/03/2013, 19:04
Meyer Adam

-El profesor Flint, no ha vuelto del interrogatorio.- Comente preocupado, viendo como el siguiente en ir era Sigfried ¿Pero a donde?- Los Cruzados no tienen permitido matar o torturar prisioneros ¿Verdad?- La pregunta tendria que haber sonado retorica, pero en vez de eso, sono confundida, a la espera de una señal de que quizas no conocia tan bien la justicia Cruzada, como imaginaba.

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18/03/2013, 22:15
Alpharius Tanhausser

- Es probable que sencillamente no lo traigan aquí para no afectar a nuestros testimonios. Respondí a Meyer con tranquilidad. Quería pensar que era eso, ya que en el fondo me sentiría muy decepcionado si alguien del estatus de las tropas cruzadas no actuaban con un protocolo decente. Podríamos adaptar nuestra versión en función a lo que él haya dicho.

- En cuanto a lo que creencias se refiere, se trata de humildad y respeto.- Era un consuelo, pero uno muy pobre. Poca gente está hecha para vivir las creencias con poco más que boquilla en fiestas de guardar, y generalizar una creencia era cuando menos inútil, incluso contraproducente a la hora de tratar a alguien. Pero la religión es algo muy personal que no creo que afecte al ejercito, y no se exactamente como de benevolentes serán con mercenarios alzados en armas...

Así que por si acaso...

- Limitémonos a no darles motivos y responder de manera honesta. añadí con tono amargo. No nos quedaba más que esperar como ganado a punto de entrar al matadero y tener la buena fe de creer que se estaban haciendo las cosas bien.

 

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18/03/2013, 22:57
Angela Gabriella Della Nocte

Me sostuvo frente a él con la perfección de un bailarín consumado, pero incluso menos pasión que Tulio. En parte era decepcionante. Por un segundo dejé que que mis pasos acompañasen los suyos e incluso me permití un ligero flirteo. 

¿Me buscabas? - pregunté mirándole a los ojos. Por un instante esperé alguna reacción, no una respuesta real a la pregunta. Me reí con suavidad - No me escondía - añadí. 

Luego aparté un mechón de pelo de mi rostro antes de continuar. La música seguía sonando y parecía que pudiera bailar lo que quisiera son cansarme. Como en un sueño. 

¿Y por qué me buscabas?  - pregunté curiosa. De algún modo, siendo mi sueño, no imaginaba que pudiera ser de otro modo. Pero de algún modo me faltaba algo. Faltaban emociones, pasión. Y aún así, había tiempo que no me sentía tan bien. Echaba de menos la falta de preocupaciones y no tener que fingir. 

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19/03/2013, 00:38
Erik

El chico la miró un momento con los ojos muy abiertos, como si no acabara de entender la pregunta. ¿Que porqué la buscaba?. La respuesta era obvia...

- Porque quiero que seas feliz. -Volvió a relajar la expresión con una sonrisa tierna, terminando de apartarle aquel mechón rebelde de la cara. 

La música empezó poco a poco a desvanecerse y de alguna parte el sonido de voces amortiguadas, como si estuvieran bajo el agua, empezaron a abrirse paso desagradablemente hasta los oídos de Angela.

Erik desvió la mirada hacia el cielo, que empezaba a emborronarse, para después volver a clavar aquellos ojos dorados en la chica. Su sonrisa ahora era triste. - No quiero que te vayas - Añadió. Habían parado de bailar, pero él aún estaba cogido de sus manos.

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19/03/2013, 18:19
Señor Smith

- Matar y torturar prisioneros, matar y torturar prisioneros ... já...jajajaja -Un viejo borracho, arrugado como una pasa y agarrado al cuello de una botella envuelta en una bolsa de papel, rió con ganas ante el comentario de Meyer desde su rincón de la celda. - Ni que fueran la inquisición. -

Varios aros de hojalata le colgaban de las orejas y tenía un parche en el ojo. También le faltaban algunos dientes lo que hacía que cada vez que hablara se escapara un desagradable silbido que arrastraba con cada palabra. - No muchacho, en mis tiempos si que se torturaba, y a base de bien, no como ahora. Ahora lo que hacen es encerrarte con una señorita y sus inyecciones - escupió un viscoso gapo que acertó en una mugrienta lata del suelo. -lo llaman rehabilitación. -masculló antes de darle otro trago a su botella.

- Pero a ese señoritingo repeinado del profesor no creo que lo dejen en manos de ninguna señorita, já, esos perros le han hechado bien el guante...- volvió a escupir tan campante. - Al jefe no va a gustarle ni un pelo, no señor...-

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19/03/2013, 18:45
Meyer Adam

Gire la vista al sujeto, y de inmediato, lo reconoci. No era la primera vez que veia su cara, la habia visto muchas veces mas, en la de todos esos hombres al fondo de la taberna, dispuestos a confesar sus pecados, con tal de permitirse unas monedas, para que el acohol se los borrase.

-Disculpe ¿Señor Leon, era asi su nombre? Podria cuidar de mi protegida, hasta que vuelva. Se lo agradece en el futuro.- Le dije al mercenario, antes de retirarme y acercarme al borracho, aclucillandome ante el. Rebusque entre mis bolsillos, y saque un paquete de cigarrillos arrugado, le pase uno al borracho.

-Cuentame mas ¿Que nos ocurrira, si nos quedamos aqui?- Pregunte, sacando una cerilla y dandole fuego al cigarrillo en la boca del borracho.

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20/03/2013, 15:13
Señor Smith

El viejo tomó el cigarrillo que le ofrecía Meyer y dió una profunda calada que le hizo toser violentamente hasta liberar un nuevo y nausebundo esputo de un color gris ceniza. -Mejor fuera que dentro. -Repuso dándose unos golpecitos en el pecho sin darle mayor importancia. 

Después clavó en él su pequeño y malicioso ojo azul, cuyo parpado parecía ser de tan fino, transparente. -Que ¿Que te van hacer si te quedas aquí? -El hombre sonrió con aquella desagradable boca negra y mellada, dándole un buen repaso de arriba a abajo, permitiéndose la licencia de terminar con un característico y sugerente silbido. -Já, harán de tí toda una mujer, señorita. -Concluyó tras una sonora carcajada.

-¿Acaso temes por tu dote? ...- Añadió burlón.

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20/03/2013, 16:31
Meyer Adam

-Si, pero no por la mia.- Susurre, girando la mirada hacia Angela, aun desmayada. Las ordenes eran claras, traerla a casa, sana y salva ¿Pero, y si esa rehabilitacion, le trastocaba el cerebro?¿O peor, el borracho tenia razon, y le hacian... Perder su dote?- ¿Dime, conoces esta carcel al dedillo? Porque si conoces la ruta mas directa a una nave, te puedo ofrecer algo mas que un cigarro.

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20/03/2013, 21:59
Angela Gabriella Della Nocte

Era como una maldición. Ni siquiera en sueños podía tener ese instante perfecto. Con Luca había sido un zapatazo de Meyer y ahora, con Erik, unas voces molestas que me recordaban que por mucho que me empeñase, despertaría pronto. Suspiré.

- Me gustaría verte al despertar - le dije casi en un susurro - ¿Dejarás que te encuentre? - pregunté traviesa.

Y como la maldición que era, el sueño se desvaneció dando paso a dos voces molestas, la de Meyer y la de alguien desconocido.

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20/03/2013, 22:00
Angela Gabriella Della Nocte

Abrí los ojos despacio, temiendo lo que pudiera ver. El recuerdo de Minerva con la cabeza abierta y sin su memoria volvió implacable y fue como recibir un golpe. Estaba en el banco de una celda. Con el Urso enorme que me miraba con expresión que me pareció molesta. Me levanté con cuidado y de forma instintiva me arreglé el pelo. Después coloqué mi ropa.

- Gracias por... cuidarme - le dije en cruzado, recordaba que hablaba cruzado. Miré a mi alrededor. Meyer discutía con un tipo de aspecto sospechoso. Alpharius estaba algo apartado y no había rastro de Siegfried o del profesor. Tampoco de Minerva. Respiré hondo y palpé de forma disimulada mi falda, la omniherramienta seguía ahí.

Después miré a mi alrededor, evaluando a los que nos rodeaban. Borrachos, prostitutas y gente que a saber qué diablos habrían hecho. Alguien debía de odiarme mucho. Mantuve mi expresión neutral. Necesitaba un informe. Y conectarme. Pero también debía localizar dónde estaban las cámaras. Porque seguro que las había. Me aclaré un poco la garganta.

- ¿Cuánto... - hice una pausa para parecer más dubitativa - cuanto tiempo he estado inconsciente? ¿Sabe si... si el profesor esta bien? ¿Y Minerva?

Me abracé como si tuviera frío o, tal vez, me sintiera insegura. Con la cosa parecida al gel que tenía, debía de dar una imagen bastante desvalida. En parte la estaba, sentirme desconectada era como estar desnuda y alguien había bloqueado mis comunicaciones. A saber qué más ataques virtuales había hecho contra mi. Pero no podía rendirme, era la única que podía salvar a Minerva.

- ¿Qué... qué paso en la cubierta de pasajeros? - le pregunté al Urso - Me... me temo que toda mi atención estaba en mantener el soporte vital y... - respiré hondo, como si intentara recordar - y ese solenita rastrero que hacía de mecánico se marchó. Me dejó sola para evitar que todo estallase.

Miré de reojo a Meyer. No, aún no hablaría con él. Si ni siquiera había sido capaz de cuidarme, no se merecía mi atención. Además, tendría que haberse anticipado a que los de la tripulación nos vendiesen, que era lo que habían hecho. Quien me había decepcionado un poco era Alpharius, ¿por qué me estaba cuidando el urso y no él? Y Sigfried estaba desaparecido. Bueno, con suerte habría escapado, pero no tenía demasiadas esperanzas puestas en ello.

Bajé la mirada por un segundo y cerré los ojos, echaba de menos a Minerva.

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20/03/2013, 23:09
Alpharius Tanhausser

Al ver que Angela recuperaba el conocimiento me acerqué con lentitud y una visible cojera a la bancada custodiada por el urso. Con Meyer negociando con su nuevo amigo, yo era el único guardaespaldas funcional...al menos a medías.

Por suerte Angela parecía solo ligeramente confundida, más por el hecho de haberse perdido unas cuantas horas de nuestra vida que por la niebla mental que producían las perdidas de consciencia. Al parecer el profesor había acertado al decir que no era nada grave.

- Han sido unas cuantas horas. La respuesta valía más bien poco, pero no podía ser más preciso. Haciendo el esfuerzo de arrodillarme para quedar más a la altura de Angela me retiré la chaqueta y se la coloqué sobre los hombros, que tiritaban levemente, la piel con el brillo húmedo y algo viscoso del gel del que todos seguíamos más o menos pringosos. La ropa no dejaba de ser suya por mucho que estuviera a mi medida, y seguía teniendo la camisa por poco que me gustase la situación de ir retirándome prendas en público.

Pero había cosas más importantes en las que pensar. Fuimos congelados durante un tiempo indefinido y llevamos en esta celda un par de horas. El profesor y Sigfried han sido llevados a interrogar, pero estaban bien.

Al menos hasta que les perdimos de vista. Y si. Evité hablar de Minerva conscientemente. No sabíamos nada de la sintética, y Angela ya la había visto antes de que se perdiese junto con los cruzados. Hablar para no decir nada sería meter el dedo en la llaga, y la joven parecía demasiado desorientada para dejarla más inestable emocionalmente.

- Solicité una rendición a cambio de buenas condiciones para el profesor, usted y la joven Alkaid. comenté, con un tono algo oscuro. Angela había preguntado al urso y probablemente había sido por algo, como todo lo que hacía. Me temía una reprimenda por parte de la joven y por su orgullo noble. ¿Que imagen dan unos guardaespaldas rindiéndose? Pero es fácil hablar cuando no tienes tres escuadras cruzadas rodeándote y un hombre medio muerto. De reojo miré al midgrdiano, que había hablado sin que le llegase a entender. Poco había tardado en despertarse para los golpes que se había llevado...

Pero me temo que el término hospitalidad varia demasiado entre el ario o el cruzado, o debí confundirme de palabra. Repliqué con ironía, consciente de que en realidad la única excusa para tal falta de educación era que el capitán era un impresentable.

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20/03/2013, 23:23
Lev "Leon" Y. Korolev

-*Supongoque no aguantó lapresión, es una snob alfinyalcabo. -Respondo en urso a mi compañero, asegurándome de arrastrar las palabras para joder a cualquiera que pretenda entendernos en nuestro idioma sin dominarlo del todo. No porque me preocupe demasiado que alguien me entienda, sino porque cuando hablo en cruzado sigo pareciendo bastante más estúpido, y parece que ha colado bastante entre el grupo ese que me rodea en la celda. -*Pretenden trincarnos por estar en la nave. -Añado, antes de que me pongan a la snob en el asiento que le había reservado al profesor, al cual se llevan a interrogar. -Suerrte, prrofesor. -Le digo, un momento antes de que desaparezca.

Y a partir de ahí, me dedico a lanzar alguna mirada a gente en la sala, de los que tienen pinta de saltar en cualquier momento, preparado para levantarme y hacerlos desistir de acercarse a las dos señoritas que hay en la prisión. Que joder, no me pagan por hacerlo - ¡ni siquiera me van a pagar por hacer esto! - pero el profesor lo ha pedido, y tampoco tengo demasiado más que hacer. Así que evito que la muchacha rica de guardaespaldas ocupados se caiga, y me acomodo en el asiento hasta que ésta se va despertando, poco a poco. -No serr nada, da. -Digo, siguiéndola con la mirada cuando la recorre por toda la celda.

Entonces entra en escena el hombre de la máscara de hierro. -No tiempo indefinido. Cuatrro horras a lo sumo, no más. Tengo costumbrre con la suspensión. -Corrijo al guardaespaldas. -Los crruzados asaltarron y hubo pelea, perro al final nos rretiramos cuando rrendición entrró en escena. No se quejarron cuando dejamos de machacarrlos, da, segurro que no. -Continúo, con una amplia sonrisa en el rostro. -Prrofesor está bien, se ha ido a rresolver éste contrratiempo.

Me acomodo otra vez en el incómodo asiento. Si quieren pelearse entre ellos, los arios, que lo hagan, pero que no me metan a mí. Le lanzo una mirada al viejo tuerto, y luego sigo mirando el lugar del que han venido los guardias, a ver quién es el siguiente al que quieren secuestrar.

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21/03/2013, 15:40
Señor Smith

El viejo estudió a Meyer entrecerrando suspicazmente su único ojo. Después, volvió a escupir peligrosamente cerca de sus botas. -Já, conozco esta y muchas prisiones madame. Vista una, vistas todas...- Aclaró esbozando una sonrisa maliciosa. 

Tras ello, se ladeó ligeramente en su banco, acomodando la prótesis de su pierna para poder por detrás de Meyer como Angela se incorporaba. -¿Quien es la Bella Durmiente?, parece muy lejos de casa...-Volvió a soltar una risotada arrugada, devolviéndole la mirada furtiva a Leon.

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21/03/2013, 15:58
Meyer Adam

"Maldita sea, con lo dificil que es quitar el hedor a alcohol." Sacando un pañuelo, paso brillo las botas ante el megunje salido de la boca del viejo preso, interrumpido solo cuando oigo lo de "Bella Durmiente". Asombrado, giro la cabeza, para ver que Angela se ha recuperado, casi.

-Todos somos de lejos, no creo que haga falta una segunda mirada, para darse cuenta.- Evite responder, mientras me levantaba.- Si me disculpa, debo atender a la recien levantada. Venga, cuando este preparado, para irse de aqui.

Al acercarme a Angela y los demas, dejando atras a mi nuevo amigo, mis acciones fueron muy directas. Ponerme de cuclillas, poner los puños en el suelo, y arrodillarme ante Angela en señal de subordinacion. Si Siegfried hubiera estado cerca, seguro que tendria mucho que decir.

-!Meyer a su servicio, Lady Nocte¡- Me presente en voz alta, asustando a mas de un prisionero.- Espero que se encuentre bien. Siento informarle, que la defensa de la nave fue un desastre, no solo nos capturaron los cruzados en nombre de la ley, sino que han escapado sus tripulantes, cargando a nosotros de la culpa, y capturado la memoria de Minerva. Y es posible, que nos obliguen a confesar, usando terapias neuroquimicas, o similar.- Actualmente, similar venia decir, "Quitar la virtud", pero no sabia cuanto era cierto, o una tomadura de pelo.- Con su permiso, procedere a liberarnos de estos barrotes, rescatar a Sigfried y el profesor, y llevarla a casa sana y salva.- Pedi en voz baja, esperando ver si Angela, aceptaba huir de aqui, o siquiera confiaba en mi, para salir de aqui.

En esta ocasion, a diferencia de otras, no hubo ni repliques o burlas disimuladas, porque como diria su padre, sino servia como Protector, no servia para nada. Ya en casa, me meteria con ella, por elegir las peores asignaturas para matricularse.

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21/03/2013, 16:45
Alkaid Sireen Damji

En silencio, y con el brazo sobre la cara, me limité a escuchar las voces a mi alrededor, mientras la situación en la que nos habíamos visto envueltos y las futuras consecuencias se desarrollaban una tras otra.

Reprimiendo una queja, apreté los labios mientras en mi mente visualizaba una y otra vez lo que iba a hacerles a ésos malditos contrabandistas cuando les pusiera las manos encima, haciendo que una media sonrisa asomase a mis labios, antes de volver a apretarlos frustrada. Podía seguir soñando lo que quisiera, pero realmente, éso poco iba a ayudarme. Teníamos que centrarnos en salir de aquí lo más intactos posible si quería verles arrastrándose de rodillas pidiendo perdón. "Así que venga, espabila", pensé mientras me incorporaba.

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21/03/2013, 18:06
A.M. Solis

[Sala de interrogatorios]

Pierre Labit & A.M Solis

Pierre: Miré a la chica, con una sonrisa coqueta que aquel lugar de mierda no había sido capaz de quitarme todavía. Me ofrecía tabaco. Ya era un paso. Aunque me conocía estas tretas. Primero tabaco. ¿Y luego qué? ¿Una hostia para que coopere? ¡Que le den! Me cojo su pitillo y luego ya veremos.

- Sí, gracias.

Cogí el cigarro. Y me lo puse en la boca.

- ¿Me enciendes?

Puse mi mirada de galán. Si aquello iba a acabar en otro interminable interrogatorio. Al menos me divertiría por el camino. La chica tenía un rollo duro que me ponía bastante. Dudaba muy mucho que quisiese nada con “escoria solenita” como yo. Pero no intentar ligar con ella era superior a mis fuerzas. Si Deltoro hubiese sido un poco más divertido... igual habríamos hecho mejores migas. Pero no, el inspector no era un adalid de la belleza. Ni de la higiene personal. Aunque había visto que no era el único cruzado con esos... problemas.

- Por fin la atención que me merezco. Aunque antes de que empieces con las amenazas y los golpes, he de decirte que no tengo ni idea de por qué estoy aquí. Soy inocente y todas esas cosas... pero de verdad de la buena.

Me encogí de hombros y dejé que empezase el juego.

 

A.M Solís: Por un segundo, la mujer ladeó una sonrisa enigmática, como si escondiera un secreto, antes de acercarse el mechero al pitillo y encendérselo con gran parsimonia.

- Lo se. -Repuso dejando escapar el humo de forma lenta y sinuosa. Era una sensación extraña, atractiva sin duda, pero de una manera poco corriente, como la caldera de un volcán... -Sin embargo, hay gente a la que no le importa. - Concluyó señalando con la cabeza a la cámara de seguridad, ahora desconectada.

Tras ello, guardó el mechero nuevamente en el bolsillo de los tejanos, después cogió su propio cigarro ya encendido y alargando el brazo se lo tendió a Pierre para que pudiera prender el suyo, aunque tendría que inclinarse sobre la mesa.

Una vez tuvo su pitillo de vuelta, puso sobre la mesa un pequeño reproductor que había traído consigo. Al encenderlo, el holograma de lo que parecían tres anillas lisas y brillantes, fabricadas en algún tipo de metal pulido parpadeó sobre el proyector.

- ¿Lo reconoce? - Preguntó dándole una nueva calada al cigarro.

Pierre lo reconoció al momento. Se trataba nada más y nada menos que de La Niña, La Pinta y la Santa María, también conocidas como las Damas de la Trinidad, el santo grial de los expoliadores de tumbas. Las bautizaron así en honor a las tres primeras naves que aterrizaron en La Perla. Hacía ya unos años que les había perdido la pista entre subastas, sin embargo, aquella imagen continuaba grabada a fuego en su cerebro desde que echó mano del diario de su madre a hurtadillas y quedó fascinado por los trabajos del profesor Eisenbaüch y La Ciudad de las Bestias.

La historia hablaba de algo por lo que muchos habían echado a perder la vida y la fortuna, una ciudad enteramente hecha de oro. Olvidarlo habría sido imposible, cuando su propia madre había sido pionera en la materia junto con su colega, Errol Flint, antes de desaparecer.

Pierre: Había que reconocer que aquella mujer sabía llamar la atención. Pegué una larga calada al cigarro, mientras observaba el holograma. Por un momento casi había conseguido distraer la atención de mi libido. Pero cuando volví a posar mi mirada sobre la detective, reaccionó.

- Está claro que si estoy aquí, ya conoce la respuesta a esa pregunta.

Pegué otra calada, y sacudí el cigarro en el aire, dejando que la ceniza cayese al suelo.

- Propongo que vayamos directos al grano... y luego aprovechemos el tiempo y la ausencia de mirones - hice una señal hacia la cámara. - en algo más entretenido. Y aeróbico.

La verdad es que aquella propuesta tenía doble propósito. No había duda que lo segundo era pura fanfarronería, pero si había suerte... en cualquier caso, el ansia por saber qué quería de mi la detective Solís y qué tenían que ver las Damas en todo aquello, me estaba matando. Eché otra mirada al holograma. ¿Las habrían encontrado? Imposible. Entonces... ¿Me querrían a mi para hacerlo? Estaban locos. ¿Estaría yo también lo bastante loco para aceptar? Eso era lo de menos. Me mordí el labio y di otra larga calada para matar la ansiedad.

A.M. Solis: La mujer dejó escapar el humo de entre sus labios de forma lenta, dedicándose a estudiar a Pierre con una media sonrisa felina.

- Me alegra que piense así. - Repuso con tranquilidad inclinándose ligeramente sobre la mesa hasta apoyar los codos. El humo de su cigarro ascendía en cadentes volutas que revoloteaban enmarcando a la mujer bajo la aséptica luz fluorescente. - No me gusta la palabrería innecesaria. -Aclaró dando una nueva calada.

- Siendo así...- Hizo una pequeña pausa para volver a sonreir de forma ligera, divertida ante la inapropiada insinuación. - ¿le suena de algo el nombre de … Malamadre?. - La pregunta sonaba despreocupada y casual, como quien pregunta acerca del tiempo. Sin embargo, la sola mención del nombre del sanguinario pirata responsable de la primera y única fuga de la historia en Inferno hizo que a Pierre se le erizaran los pelos de la nuca de forma instintiva.

La leyenda sobre Malamadre era extensa y sangrienta, y estaba en constante expansión. Hay quienes incluso decían que era fruto de la unión entre una bruja y un perro salvaje, que no era de este mundo. Había sido capaz de reventar Inferno con un puñado de expresidiarios y de enfrentarse, y conquistar un destructor cruzado, después de hacer volar por los aires su propio transporte de convictos. Ni siquiera los cañones arios y sus pantagruélica tecnología fueron rival para el temible pirata y su tripulación de miserables. Eran la clase de gente que después de arrasarlo todo y quemarlo hasta los cimientos, ni siquiera las plantas volvían a germinar allí por donde pasaba. Lo peor es que ni siquiera parecía que tuviera ningún objetivo más allá de la quiebra y destrucción del sistema...

Pierre: Tuve que hacer acopio de valor y sangre fría para no saltar de la silla. Intenté disimular mi gesto de miedo con otra calada, esta vez titubeante, al cigarro.

- No. He metido la cabeza en mi culo y he estado fuera del mundo los últimos años.

Me di cuenta que igual no era una gran frase. Pero eran los nervios los que habían hablado por mi. El cigarro empezaba a desaparecer entre tanta calada, pero necesitaba dar una más para recuperar el control.

- Señorita, empiezo a pensar que no me cuenta toda la verdad cuando me dice que no le gusta andarse por las ramas...

Si hace unos momentos dudaba sobre lanzarme en la posible búsqueda de la Trinidad, ahora tenía claro que si Malamadre estaba de por medio, no iba a mover mi culito de aquel confortable y maloliente agujero.

A.M Solis: La detective ensanchó aún más esa sonrisa felina, acomodandose distraidamente sobre la silla. - Y yo empiezo a pensar, Señor Labit, que tampoco usted me cuenta toda la verdad sobre su... inocencia. -Añadió encogiendose de hombros, usando el mismo tono casual y despreocupado.

Después de dejarle un tiempo prudencial para que pudiera asimilar la realidad de la situación volvió a clavar esos ojos, como dos pozos negros, en su mirada.

- Mi nombre es Ana María, soy detective en el cuerpo especial antipiratería, la SGAE del distrito 13. - Se presentó con tranquilidad. - Hace seis meses llegó a mi mesa el caso del robo de las Damas. -Explicó -Hoy sabemos que al menos una está en poder de Malamadre. -Hizo una pequeña pausa para estudiar la reacción de Pierre.

- Por supuesto, es totalmente libre de colaborar en el caso, o bien quedarse una larga temporada disfrutando de la gastronomía y las vistas de la prisión de Puerto Principe hasta que a algún funcionario le venga a bien revisar su expediente. En cualquier caso...-Volvió a inclinarse, apoyando los codos sobre la mesa. -Si nosotros buscamos la colaboración de un experto para poder encajar las piezas del rompecabezas, ¿cuanto cree que tardará Malamadre en dar con … alguien como usted?. - dió una nueva calada a su pitillo exhalando el humo de forma lenta y sinuosa. - ¿Sabe?, hay un buen motivo por el que su madre no se deja ver últimamente en las reuniones familiares... Con Eisenbaüch criando malvas y el profesor Flint en manos de los militares, la lista de posibles colaboradores es bastante reducida.

Pierre: Dejé caer involuntariamente al suelo mi cigarrillo. No podía estar hablando en serio. Aquella mujer debía estar tirándose un farol... y no estaba dispuesto a caer. Aunque algo me decía que no fuese idiota. Que en mi ficha no podía aparecer nada sobre mi madre. Al menos nada que le diese esa clase de información sobre ella. Eché de menos el pitillo al momento, y me pasé la lengua por los labios para combatir la sequedad que notaba.

- Bueno, veo que por fin están las cosas claras. Así es mucho mejor para todos.

Carraspeé. Una, dos veces. No recordaba haberme puesto corbata aquel día. O igual eran mis testículos. Sí, era lo segundo. Tragué saliva para ver si bajaban un poco. Aquel silencio empezaba a ser demasiado largo.

- Entonces, si no me equivoco. Pretende que les ayude a encontrar las otras dos anillas, mientras Malamadre nos pisa los talones, con toda la intención del mundo de hacernos sufrir... ¿o si no me tendré que quedar aquí sentado? La comida no es muy buena. Pero valoro mis intestinos lo suficiente como para saber que es mejor maltratarles con la dieta de Puerto Príncipe que con el acero pirata.

Suspiré hondo, tratando de recomponer mi cabeza y asimilar tanta información.

- No sé qué sabrá de mi madre, pero es un tema en donde preferiría no entrar.

Tenía que pensar rápido. Tenía que llevar la conversación a un sitio donde me sintiese más seguro.

- En cambio, sí se me ocurre otro sitio donde entrar... ¿qué le parece si añadimos alguna cosilla más al trato?

Sonreí con toda la picardía que fui capaz de reunir. Que era bastante poca. Mi gesto debió resultar muy, muy pobre.

A.M Solis: La mujer sonrió de medio lado, después, con toda la tranquilidad del mundo se levantó arrastrando ruidosamente la silla, apuró el cigarrillo y lo apagó sin muchos miramientos en la suela de su bota.

Tras ello, y sin darse ninguna prisa, bordeó la mesa hasta colocarse junto a la silla de Pierre, e inclinandose para quedar a su altura le puso una mano en el hombro, que aunque bien podrían haber sido imaginaciones suyas, Pierre la notaba caliente como el infierno.

- En realidad ya se donde se encuentran las otras dos anillas. - Le susurró al oído, como si fuera una clase de secreto. -Lo que pretendo hacer con usted es llevarmelo de aquí antes de que le encuentre Malamadre. -Aclaró dándole unas palmaditas en el hombro que más que reconfortar, parecía que le estuvieran dando el pésame. -después solo tendrá que ayudarme a descifrar los diarios de Flint para, esta vez sí, ir un paso por delante de ese condenado pirata. - Hizo una pequeña pausa. - Si por el camino encontramos el tesoro, a su madre o una maldita olla de oro al final del arcoiris por mí puede quedarselos y vivir felizmente en el país de la piruleta todo el tiempo que quiera. - Concluyó con una sonrisa tentadora.

Pierre: Vale, aquello sí terminaba de inclinar la balanza. No me lo había planteado así. Balbuceé un poco.

- Pero él... entrar aquí... no... - ¿A quién quería engañar? Intenté recomponerme y contestar algo coherente. - Visto así, no es tan mala idea salir de este tugurio. Sobre todo si eso implica que pasaremos más tiempo juntos.

El sentirla tan cerca tendría que haber sido excitante. Pero el miedo pesaba mucho más. En ese momento se me podría haber tirado encima, que yo habría sido incapaz de desenfundar. Menuda mierda. Por un momento me imaginé aquella mirada de reprobación de mi padre con la que me dejaba claro que no podía considerar como hijo suyo a un cobarde. Tragué saliva y me puse en pie. Aquella posición estaba empezando a hacerme sentir muy vulnerable.

- ¿Y cómo se arregla esto? ¿Hay que firmar algo? ¿Nos damos la mano y salimos juntos? ¿O qué tal un besito? Seguro que no se arrepentirá.

Volví a sonreír. Esta vez más aliviado. Lo cierto es que aquello sí podía ser lo que estaba buscando. Una aventura, volver al espacio, algo de riqueza y seguro que acabaría camelándome a la detective. Con un poco de paciencia y vaselina, por supuesto. Pero lo que más espoleaba mis ganas de salir, era la posibilidad de encontrar a mi madre.

A.M Solis: -¿Un besito? -La detective sonrió zalamera antes de, sin apartar la mano de su hombro, pasar la que tenía libre acariciando su nuca hasta, sin previo aviso, obligarle bruscamente a inclinarse hasta pegar la cara contra la mesa para esposarle. -Tal vez otro día, Señor Labit -volvió a susurrarle tentadora, inclinándose sobre él para poder llegar a su oído.

- Vendrán a buscarle para devolverle a su celda mientras termino el papeleo. -Concluyó dejándole ahí tendido, dándole la espalda y levantando levemente la mano en un gesto de despedida. Ofreciéndole, ya de paso, una perspectiva nada despreciable del contoneo de su trasero al caminar.

Pierre: Disfruté de cada momento. Me gustaban las mujeres duras. Y aquella... bufff. Me juré a mi mismo que acabaría cayendo. Y sin despreciar su gesto al concederme un último vistazo a su trasero, me dirigí hacia la puerta.

- Delo por seguro, señorita Solis.

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21/03/2013, 18:46
H. Deltoro

[Sala de Interrogatorios]

Siegfried & H. Deltoro

Sigfried: Sin emitir un sonido seguí a los soldados. Meyer no había elegido bien sus palabras y ya se lo recordaría con tiempo y calma y una sala de entrenamiento... había fallado en su deber y tenía toda la justificación del mundo para hacerlo. Y no negaría que se lo merecía mucho.
Miré atentamente al investigador, parecía un tipo de vocación, dedicado a lo que hacía y un poco por respeto profesional elegí no intentar contar milongas al respecto de mi versión de los hechos.

-Pues verá Investigador Deltoro; trabajo para la señorita DellaNocte como miembro de su cuerpo de seguridad privada. Somos tres personas dedicados a esas tareas: dos arios más uno joven y otro con una máscara de hierro; aparte de Minerva, el androide asistente.-tampoco había motivo para omitir ese tipo de información que ya tendrían- De ahí nuestra presencia en la nave pues mi patrona se dirigía a una investigación relacionada con sus estudios con un cierto profesor-hice algo de memoria- Flint si mal no recuerdo. No fue elección mía el navío y presentamos las protestas adecuadas pero no parecía haber otro disponible para dicho trayecto.

Hice una pausa, tragando saliva, joder tenía la garganta seca... ya podían poner al menos un vaso de agua. Pero obviamente no me rebajaría a pedirlo, mucho peor había estado que con un poco de sed.

-Puesto que mi principal ocupación es la seguridad de mi contratadora tan pronto como la nave despegó me alejé de la zona de pasaje en la que nos había alojado la tripulación-hice cierto hincapié en esa parte, pues no habían sido detenidos- de esta forma asegurándome que no había ningún peligro confirmé mis sospechas: era la nave de unos contrabandistas a la vista de los compartimentos ocultos del pasillo 12. Pero una vez en el vacío poco podía hacer al respecto. No le engañaré, tampoco pensaba reportar dicho descubrimiento a las autoridades portuarias de un mundo dedicado a la investigación pues entorpecería las tareas que la señorita DellaNocte debía realizar allí.

Como ya había dicho no iba a insultar la inteligencia del interrogador. Llevaba toda la vida dedicándose a ello a juzgar por su aspecto. Sólo había que confiar que ninguno de mis compañeros fuera tan idiota de no darse cuenta. Tenía algún que otro candidato que preveía nos complicaría la vida, pero poco podría hacer al respecto por el momento. Cada cosa a su tiempo.

-De hecho me encontraba finalizando ese recorrido de seguridad cuando la nave fue dada el alto y su capitana, una tal Jack Daniel, eligió plantar cara. Obviamente fueron abordados y encaminé mis pasos a prestar la protección por la que nos pagan. Lo que me encontré era que la señorita DellaNocte no se encontraba presente y en su lugar había una batalla campal. Sencillamente y sin hacer daño a nadie evité que siguiera la confrontación conteniendo el arma de la teniente. No me parece adecuado que se despilfarren vidas de forma innecesaria señor Deltoro. Ahora si tiene alguna duda, estaré encantado de resolverla para solventar este malentendido.

H. Deltoro: El investigador dio una larga calada a su puro mientras inspeccionaba a Sigfried, como si intentará determinar la veracidad de sus palabras por algun detalle de su ropa o su pelo. Después abrió con paciencia una página de la tableta que tenía en frente y lo repasó fuera del abasto de las miradas del ario.

- Así, segun usted ¿Cuantos eran los tripulantes de la nave y los pasajeros?- preguntó, sacando momentaneamente el puro de su boca.

Sigfried: Definitivamente ese hombre había hecho sus deberes y esa pregunta la tendría preparada para todos. Puesto que había empezado diciendo la verdad y toda la verdad no tenía elección real si quería que saliéramos todos airosos de ahí.

-Si mal no recuerdo la tripulación de la nave que vi eran tres personas, la capitán Daniel, su segundo de a bordo Walker creo que era y el mecánico, pero de éste no conozco el nombre ni le vi. Sólo sé que no está con los detenidos-hice una pausa para dejar que fuera apuntando todo lo que tuviera que apuntar y haciendo la lista mental de los pasajeros-del pasaje puedo confirmar los nombres e identidades de mis compañeros: Alpharius, Meyer y la señorita DellaNocte. El profesor Flint también parecía fiable, sus credenciales de la Universidad le avalan. El resto, bueno, le puedo dar la lista aproximada pero no respondo por ninguno de ellos pues no les conozco más que de haber coincidido con ellos en la cola para embarcar.-ni siquiera entre el pasaje porque había estado claramente ocupado-Veamos, había un par de ursos: uno calladito pero relativamente normal y otro que es un auténtico armario que parecía querer ser contratado por el profesor. - me rasqué la cabeza haciendo memoria, no quería que un desliz de ésta condenase toda la verdad-estaba también el midgardiano del espadón al que su sargento casi avía... y había un par de chiquillas- recordé de refilón que una era del Califato y que la otra había acabado en el camarote de la tripulación mientras estábamos en la zona de tránsito- una tenía pinta de ser del califato, la otra parecía tener algún tipo de problema mental, no hacía más que murmurar para si. Ah sí, a ésta última no la vi en la celda, pero tal vez la cápsula de salvamento que abandonó la nave tenga algo que ver con eso.-no sonreía aunque el comentario podía parecer cómico no era la intención en absoluto.

Ahora bien, sería otro tema muy diferente que el Investigador Deltoro tomara en consideración todo eso; era triste pero era la verdad... poco más podía hacer. Nuevamente esclavo de las circunstancias y acabaría improvisando si todo se torcía. Preferiría no tener que recurrir a identificarme como miembro del gremio de cazarrecompensas, era un arma de doble filo que prefería dejar de lado.

H. Deltoro: El hombre ladeó el puro sopesando las palabras de Sigfried. Aquella declaración no encajaba ni con el registro del Halcón ni mucho menos con el informe del capitán Cortez. Por si fuera poco, estaban esos otros ... pequeños pormenores, que por algún motivo se empeñaban en entrometerse en su trabajo. Como el teniente, y su negativa a dejarle hablar con el profesor, o esa detective del distrito 13, la cual estaba seguro que vigilaba cada uno de sus movimientos a través de la dichosa cámara.

Entrecerró los ojos, algo olía podrido y estaba dispuesto a averiguar qué...

Volvió a sacarse el puro de la boca, entrelazando las gruesas y rugosas manos sobre la mesa, y sosteniendo el puro. - Hableme de la señorita Della Nocte y la naturaleza de su ... relación. -

Sigfried: La pregunta indirecta me hizo enarcar una ceja como reacción inicial. ¿El interrogador se había tomado sus momentos de duda, por los motivos que fueran, y lo único que rompía su silencio era sobre la relación con Angela? Era cuanto menos curioso, pero seguía determinado a colaborar para sacar a mis compañeros y jefa de aquel embrollo.

-Con el debido respeto señor Deltoro, creo que ya he respondido a su pregunta: la señorita Della Nocte me contrató para formar parte de su seguridad personal, pero puesto que me requiere más datos se los proporcionaré.- sin modificar un ápice mi postura continué con la respuesta- hace unos meses un empleado de la familia Della Nocte entró en contacto conmigo mediante los canales habituales, esto es preguntando en los sitios adecuados pues supongo que figure en su informe mi anterior ocupación como cazarrecompensas autorizado. Tras un breve contacto se me encargó presentarme en una cierta dirección para una entrevisa personal con la señorita Della Nocte y tras ella fui contratado pasando a formar parte de dicho personal de seguridad, encargado de protegerla. Poco más puedo añadir al respecto-finalicé con un encogimiento de hombros, poco seguro de los motivos de esa pregunta, pero habiendo respondido de forma sincera mis posibilidades de respuesta estaban francamente limitadas; ni siquiera estaba intentando forzar la verdad.

H. Deltoro: El investigador asintió levemente mientras la volutas de humo de su puro ascendían en sinuosas espirales frente a ambos.
- Antes de aquella primera entrevista, ¿sabía qué aspecto tenía la señorita Della Nocte? - Preguntó finalmente.

Escuchando ahora en voz alta sus propias palabras hasta Sigfried podía darse cuenta de lo poco corriente que podía llegar a ser aquella … relación, como la había llamado el investigador Deltoro: Para empezar, ¿que se le había perdido a una adolescente de la alta cuna Venecctiana en un tugurio como en el que encontraría a la clase de personas que ejercen ahora como sus guardaespaldas?, ¿Porque no había sido un escolta cualificado su primera opción?, ¿es que su influyente padre no se encargaba ya de garantizar la seguridad de su hija? y más importante aún, ¿porque se había tomado tantas molestias en no dejarse ver hasta el último momento?.

Sigfried: Sin tener muy claro por dónde iban los derroteros de la mente del encargado de Deltoro la respuesta se demoró un poco, no por intentar falsear la verdad sino por la más pura y simple sorpresa, que se vio reflejada en mi cara antes de contestar.

-No, no la conocía de vista. Tal vez no me he explicado correctamente, no fue ella quien se puso en contacto directo conmigo en primera instancia por los canales que mencioné sino siervos de su casa-meneé la cabeza con una leve sonrisa, algo divertido de imaginarme a Angela en aquellos tugurios-a mi me sorprendió tanto como a usted, a juzgar por su cara, la oferta. ¿Caprichos de una niña rica? Seguramente; pero puesto que no tenía ninguna oferta mejor en aquellos momentos acepté movido en parte por la curiosidad y, para qué negarlo, por la paga que no está nada mal y se recibe puntualmente.- aunque reformado, seguía siendo un mercenario.

H. Deltoro: El hombre frunció el ceño pensativo, las piezas del rompecabezas parecía que empezaban a encajar, aunque aún se preguntaba hasta qué punto llegaba la estafa y si el guardaespaldas había permanecido durante todo este tiempo tan en la inopia como quería hacerle creer.

- Hablemos ahora de otro de los pasajeros que, como ha mencionado anteriormente, suponemos que ya conoce -El investigador hizo una pequeña pausa para darle una nueva calada al puro. - ¿Que sabe del profesor Flint y sus trabajos? -

Siegfried: Otra nueva pregunta de la que no entendía el motivo. El interrogatorio estaba siendo bastante confuso para mi, aunque seguramente habría algún tipo de técnica o intención ulterior que se me escapaba.

-Lo único que sé del profesor es que imparte clases a la señorita Della Nocte en la universidad. Ignoro cualquier otro aspecto, incluso la materia que enseña. Como comprenderá yo no entro a esas clases; no sería... apropiado-era extraño que el interés se desviase hacia los demás cuando se suponía que estaban todos en custodia. Había algo que se me escapaba, pero yo no estaba allí para hacer las preguntas, y normalmente los interrogadores se toman bastante mal un intento de intercambio de roles.

H. Deltoro: Se mesó levemente la barbilla con sus gruesos dedos antes de sacarse el puro de la boca.

- Señor Straufenberg - Empezó con paciencia - Como ya ha dicho, es usted un cazarrecompensas registrado por lo que si se gana la vida con esta clase de empleo intuyo que debe saber un par de cosas sobre el perfil de determinados individuos...- Hizo una pequeña pausa apoyando los codos con la camisa arremangada sobre la mesa. -¿Que pensaría si le dijera que el señor Della Nocte ha confirmado la presencia de su hija esta misma tarde en un balneario en Versalles? - volvió a clavar sus pequeños ojos de sabueso en él. -¿y si le dijera que no existe rastro de su presunta cliente en la red?. Señor Straufenberg, tanto usted como yo sabe la clase de persona que es capaz de borrar todo rastro del pasado en la matriz, y esas personas no abundan precisamente en la galaxia...-

Siegfried: -Pues le diría la verdad señor Deltoro, que no tenía la más remota idea. Soy plenamente consciente que no es algo fácil ni legal, pero mi empleadora jamás ha demostrado tener esas habilidades en mi presencia-lo cual era estrictamente cierto que supiera- Aunque reconozco que no estoy familiarizado con las sutilezas del uso de la matriz, mis métodos solían ser más tradicionales a la hora de cumplir los encargos y localizar fugitivos.-

De hecho no olvidaba que seguía persiguiendo a una fugitiva que tampoco tenía presencia en la red. Y no era la primera a la que echaba el ojo.

-Respecto al tema de su relación con su padre- extendí las manos reflejando que tampoco estaba muy al tanto del asunto- poco sé al respecto; únicamente lo que he llegado a conjeturar en mi tiempo de servicio.-carraspeé un poco indicando que iba a proceder a explicarle mi teoría-la señorita DellaNocte se mueve por unos ambientes en los que cualquier desliz se magnifica y ridiculiza entre las supuestas amistades minando el prestigio social del afectado, por tanto todos sus actos son monitorizados. Deduzco que, en un arrebato un tanto infantil aunque comprensible, haya buscado escapar temporalmente de ese control absoluto. Eso explicaría por qué fue mediante intermediarios suyos por los que me contrató, para evitar injerencias externas de su padre. Que no haya dicho la verdad  a su padre de dónde iba no me parece especialmente grave habida cuenta que sí contó con su personal de seguridad allí donde fue. Los métodos por lo que usted me dice no han sido baladíes, pero eso escapaba a mi conocimiento y, no lo negaré, sigue escapando a mi comprensión.-

Ahora a esperar nuevamente por dónde saldría el cuestionario. No era habitual que tuviera que reconocer mi desconocimiento sobre un tema, pero enrocarse en explicaciones farragosas incoherentes lo era menos aún. Cuando uno reconoce sus carencias podía poner medios para solventarlas.

H. Deltoro:  El investigador soltó un largo suspiro soltando el humo y llenando la pequeña habitación con el penetrante olor a tabaco. Parecía estar conteniendo pobremente el enfado. Se levantó empujando la silla para atrás y puso la mano sobre la mesa, cosa que activó la pantalla que había bajo el cristal de seguridad.

- Habrá que probar... otro enfoque- murmuró, deslizando un par de imagenes sobre la mesa. Una era una ficha policial llena de censura con muy poca documentación gráfica, pero Sigfried pudo reconocer a Ángela de espaldas claramente, parecía una foto relativametne reciente y estaba rodeada de... bueno, otros que también reconoció sin problemas, capos de la droga y traficantes de armas, parecía la reunión de once meses atrás sobre delimitación de territorios que había acabado en un baño de sangre.

Pero no pudo pensar mucho en esa ficha, ya que le preocupó más el archivo de la derecha. Reconocía las fotos de la furgoneta calcinada, con los cuerpos todavía asomando. Recordaba ese día. El ardiente sol de Sonora, el chicano huyendo de él gritando que no quería pagar, el calor asfixiante... recordaba haber agarrado la lata de gasolina y haberle prendido fuego riéndose. Ni siquiera llegó a cobrar esa recompensa, recordaba que la voz del tipo le pareció... irritante.

- ¿Reconoce esto, señor Straufenberg?- preguntó Deltoro, súbitamente enfadado.- ¡Ya estoy harto de sus evasivas y sus medias tintas!- añadió golpeando la mesa con violencia, cosa que hizo parpadear las imagenes, pero no las hizo desaparecer.- Esta de aquí,- dijo, señalando a Ángela,- es la supuesta noble que tengo en el calabozo, que viajaba sin ningún tipo de identificación y en una nave robada con tres mercenarios EXPULSADOS del ejercito ario por problemas de actitud. La misma que usted se empeña en identificar cómo una inocente jovencita que es capaz de usar técnicas de hackeo de nivel omega y borrar registros gubernamentales y militares con encriptados de máxima seguridad para engañar a su padre- prosiguió.- La misma jovencita que, casualmente, viaja con el Profesor Flint, quien da la increíble casualidad de que es un testigo protegido del ejercito con el que no me dejan hablar...- dejó en el aire la frase, antes de poner su mano sobre la otra foto.

- En cambio, esta de aquí, es una foto de un aerotransporte quemado en Yijuana, Sonora, hace seis años- expuso, aunque Siegfried ya lo sabía.- Murió un conocido timador llamado Roberto “Tuco” Salazar, además de tres ilegales que viajaban escondidos en el maletero del transporte- hizo una pausa para dar una calada.- Uno de los cuales, resultó ser un agente encubierto de la policía de aduanas de Sonora.

- Verá...- añadió.- Quien fuera que cometió esta atrocidad... fue lo basatante cuidadoso cómo para no dejar rastro en forma de pruebas forenses, pero tengo una descripción elaborada con las declaraciones de quince testigos que nos da una idea aproximada de la pinta del asesino- dijo, deslizando un retrato robot al centro de la mesa. Era claramente él, un par de años más jovenes, pero tenía las mismas cicatrices caracteristicas y la misma... bueno, la misma cara de loco que tenía por aquel entonces.- Es una suerte que, de momento, no hayamos encontrado nadie que encaje con la descripción... ya sabe, es un caso antiguo, no hay mucho personal disponible, todos los posibles sospechosos residen fuera de territorio Cruzado...- enumeró,- pero una nueva pista reveladora podría arrojar una nueva luz al caso... es decir ¿Ha visto alguna vez desde dentro una cárcel de Sonora? Yo me lo tomaría cómo unas vacaciones. Mucho sol, aire fresco, tiempo para holgazanear, codearme con gente amistosa, laaargas sesiones de baño y spa...- insinuó.- Ya sabe.

- O bien- siguió,- puede resultar que, para un pobre servidor que estudió en las instituciones públicas, todos los arios le parecen iguales y resulta que usted no es más que un ciudadano inocente. Entonces, volveré a preguntar- terminó, permitiendose una pausa para dar una calada y volver a sentarse, clavando su penetrante mirada incansable sobre Siegfried -  ¿Que sabe sobre el Profesor Flint y sus trabajos?

Siegfried: Me recosté en la silla un poco, pensando, intentando unir los cabos que podía tener sueltos con las pistas que tenía. Que el interrogado fuera yo y estuviera en esos menesteres... tenía delito. Miré las fotos por parecer educado, ya sabía lo que vería allí

-Algo había oído, siempre corrió el rumor que Salazar estaba mordiendo más de lo que podía masticar y que no era trigo limpio ni de fiar. No seré yo el que llore su final.-reconduje el tema nuevamente al profesor. El juego de Deltoro estaba claro, chantaje a cambio de información. Pero yo ya estaba proporcionándole lo que tenía, curioso que no me creyera-Ya le he dicho lo que sé, si le parece adecuado intentaré razonar con ello qué puedo saber sin ser consciente de ello...- no había sarcasmo, sólo cierta resignación cansada. Todo aquello era más de lo mismo de siempre: amenazas por los errores del pasado. De todas maneras Tuco se merecía eso y bastante más. Ni siquiera supo morir dignamente... aunque lo del agente infiltrado era una sorpresa que no había esperado- veamos, la señorita Della Nocte creo que estaba cursando algún tipo de estudio sobre arqueología, si el señor Flint es profesor suyo es de suponer que impartirá alguna materia relacionada con esto. Uniendo eso con nuestro destino, es bastante posible que el profesor Flint esté especializado en algo que guarde relación con las ruinas de los eones...-si yo había llegado a esa conclusión, él también habría debido hacerlo.

De todas maneras los comentarios sobre Angela no terminaron de convencerme y aunque estaba colaborando me vi obligado a remarcar.

-No tengo ni idea de que tuviera ese tipo de capacidades. Sin embargo conmigo se ha comportado siempre de forma justa y ecuánime. No juzgaré a una persona basándome únicamente en opiniones de terceros. Pero prestaré especial atención a lo que me ha transmitido para verificar que está en lo cierto- si Angela era capaz de borrar registros en la matriz y lo había dejado vacío al menos tendría que darla algún consejo sobre cómo hacerlo bien. No es que supiera, pero un vacío en la matriz llama mucho más la atención que un hueco convenientemente relleno. No podía creer que hubiera caído en algo tan obvio, de ser cierto lo que decía Deltoro.

H. Deltoro: El policía se sentó, calmado después de su repentino ataque de cólera.

- Es su vida, señor- repuso, simplemente.- Si usted quiere jugarsela y acabar en Inferno por una criminal sin escrupulos como esa... es su elección- explicó.- Aunque si quisiera contarme LA VERDAD sobre los hechos... bueno, digamos que tanto yo como el fiscal estaríamos dispuestos a un trato mucho más amable, por supuesto- hizo una pausa para reclinarse en la silla mientras dejaba caer la ceniza del puro en un cigarrillo que apareció en un borde de la mesa, y que volvió a desaparecer una vez se hubo tragado los restos de tabaco quemado.- Claro que el reloj no corre a su favor, precisamente- se apresuró a añadir,- no sólo hay un montón de gusanos dispuestos a vender a su madre por un plato de lentejas de donde viene... sino que mi paciencia no es infinita. Esta oferta sólo será válida mientras aún conserve la leve esperanza de que no es el bellaco sin honor que las pruebas señalan. Me gustaría pensar que no intenta engañarme- acabó,- porque me cabreo mucho cuando alguien intenta tomarme por idiota...

Siegfried: Suspiré profundamente -¿Quiere oir la verdad?-aquello era un gesto excesivamente dramático para mi gusto, pero qué le íbamos a hacer-llevo diciéndosela un buen rato. Prefiero no difamar a quien no está presente con afirmaciones de las que carezco de base... pero no me malinterprete señor Deltoro. Soy el primer interesado en salir de una pieza de aquí y por mi propio pie, gracias.-estaba empezando a obligarme a mantener el tono bajo y profesional, pero no estaba siendo nada fácil, la obstinación del interrogador empezaba a tocarme la moral-No creo que el testimonio de gusanos tenga validez alguna, sin embargo estoy más que dispuesto a firmar la transcripción de todo lo que le he dicho como válido ante cualquier tribunal. No me estoy riendo de nadie, sino que- la referencia al reloj no me había pasado inadvertida-le estoy dando mi versión de los hechos, lo que sé y lo que he podido deducir. No sé qué más puedo hacer para convencerlo...¿quiere que lo jure por mi posesión más valiosa? ¿Que lo ponga por escrito? ¿Notario? En serio, llevo desde que me han sentado aquí intentando colaborar. Pero a lo único que me niego es a falsear mi testimonio.

Y ya estaba todo dicho. Al menos la cárcel esa tendría poca luz y no se me quemaría la piel, y siempre podría hacerme un nombre allí y volver a intentarlo...

H. Deltoro: Se quedó mirando al ario unos instantes. Casí se podía ver los engaranajes funcionar detrás de su frente. De forma implacable escuchaba, masticaba y procesaba las ideas sin ninguna pausa y sin ninguna tregua.

- Bien- respondió.- ¿Quiere colaborar? Pues colabore- expuso.- Conviertase en nuestro confidente, lleve un micro, consigame algo que pueda usar para sacar la verdad a la luz... y veré que puedo hacer con su caso- propuso. Aunque, más que una propuesta parecía un ultimatum.

Siegfried: miré seriamente a Deltoro antes de responder.-No será necesario que me proporcionen ninguna herramienta, entre mis pertenencias están las mías que valdrán perfectamente para ese cometido. La única condición que quiero poner es que lo haré a mi manera, es decir, recabaré las evidencias para desentrañar la verdad sea cual sea pero sin demasiadas presiones o sospecharía obviamente.- el hecho de aceptar el trato y además sin que tuvieran que invertir en él tal vez acabaría de declinar la balanza. Y si conseguía recuperar mis cosas tanto mejor, la ausencia de mi panzerhand empezaba a pesarme. Y en el fondo, ¿qué le debía a Angela si se demostraba que era una criminal? La respuesta estaba clara para alguien que estaba enderezando su vida: entregarla a la justicia.

H. Deltoro: El hombre le sostuvo la mirada a Siegfried antes de volver a fruncir el ceño en señal de desaprobación. Como si alguien hubiera soltado alguna clase de chiste fuera de lugar. - Señor Straufenberg, me parece que no ha entendido la gravedad de sus situación. - Hizo una pequeña pausa para abrir una nueva página en su tableta. Tras ello, la extendió frente a Siegfried. - Esto no es una negociación. - Aclaró extendiendo la mano en un gesto que le invitaba a leer lo que tenía delante. Era su declaración y un contrato. - llevará un implante que registrará todo lo que diga y haga y estaré al tanto de su situación y cualquier conversación que pudiera ser relevante para el caso. Llegado el momento, el material será utilizado como prueba ante un tribunal.- Explicó pacientemente antes de ponerse en pié, apoyando las manos sobre la mesa.

- No se ofenda pero gracias a “sus metodos” está usted metido de mierda hasta el cuello. - Añadió en referencia al asunto del aerotransporte en Sonora. - Lo haremos a mi manera. Si está de acuerdo basta con que firme ahí con su huella digital, si no, por mí puede irse al carajo. En Inferno estarán encantados de convertirlo en una cifra más...-

Siegfried: con un bufido despectivo acerqué el dedo al lector para firmar, no sin antes mirar fíjamente a Deltoro y soltarle un lapidario -Y yo que pensé que habíamos alcanzado un pacto de caballeros... Aquí tiene su firma. Habría sido usted un buen mercenario- el tono de la última palabra no podía llevar más bilis.

H. Deltoro: Una vez Siegfried plantó su huella en la tableta el investigador se inclinó para recogerla y ponerse en pie. -Sin embargo señor Starufenberg, aquí soy el Investigador Deltoro. -Repuso sin más, sin apartar ni por un segundo su mirada severa de los movimientos de Siegfried.

- Vendrán a buscarle para colocarle el implante antes de devolverle a su celda. -Informó a modo de escueta despedida, antes de salir por la puerta, tal y como había entrado.

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21/03/2013, 19:04
Director

Al poco tiempo, dos hombres uniformados entraron para, sin muchos miramientos, levantarle y conducirle por un pasillo, tan poco glamuroso como por el que había venido, hasta un nuevo modulo de confinamiento. Otra apestosa celda, mugrienta como la anterior sí, pero afortunadamente esta estaba vacía.

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21/03/2013, 19:07
Director

 Durante unos minutos Siegfried permaneció solo en aquella habitación, esposado a la mesa y bajo la aséptica y parpadeante luz del fluorescente. El interrogatorio había terminado, sin embargo, sus problemas no habían hecho más que empezar. ¿Era realmente Angela la timadora profesional que Deltoro había insinuado o solo una victima inocente? y en ese caso ¿quien podría querer incriminarla?, más importante aun, ¿para qué?. ¿y porqué cojones parecía todo el mundo tan repentinamente interesado en el viejo profesor?...
La policía portuaria no le dejó demasiado tiempo para reflexionar, aunque suponía que tendría mucho más allí a donde pensaban llevarle. Dos agentes uniformados entraron en el cubiculo y sin muchos miramientos se colocaron uno a cada lado de Siegfried.

- Incline la cabeza, señor Straufenberg. -Ordenó uno de ellos mientras el otro se encargaba de “facilitar” el cumplimiento de la orden obligandole con una mano a pegar la barbilla contra el pecho.

Después vino la quemazón del pinchazo en la nuca que implantaría el trasmisor...

- Acompañenos. -Indicaron una vez finalizado su cometido.

Los agentes condujeron esta vez a Siegfried a través de un pasillo tan mugriento como el primero, hasta un nuevo modulo de confinamiento, esta vez con un único ocupante. Un muchacho alto, de pelo claro que estaba claro que no era de por allí...