Partida Rol por web

El hogar está donde está el corazón. Y cuando lo único que tienes es tu propio corazón, tu hogar es tan basto como todo lo que puedas sujetar entre tus brazos o meter dentro de un viejo carrito de la compra.

Pero no todo es lo que parece, pues, parafraseando una mala película: "Lo bueno de la mierda, es que a veces salen cosas buenas de ella"

Einherjer llegó fatigado; se sentó en una esquina desde la que poder observar y recuperar el aliento...

Sentado, sin nada mejor que hacer, el tiempo pasa muy lentamente. Los minutos se arrastran como tortugas en una fila infinita, uno detrás de otro... Y no pasa nada de nada.
No hay movimiento en la zona, ni mas luces que las que se reflejan en los grandes ventanales y claraboyas, reflejo de la iluminación que convierte la noche sobre Boston en un día claro.

Una vez recobrado el aliento, se levantó en busca de aquellos olores tan caracteristicos de la anterior ocasión... puede que por una vez hubiera suerte...

A tu nariz, entrenada por el paso de los siglos para reconocer los mas variados y exóticos aromas, llega por fin el olor que estabas buscando, aunque demasiado diluido en la humedad reinante por todas partes como para que te resulte un rastro sencillo de seguir.
Las manchas de combustible, la madera mojada y otros productos contenidos en los diversos almacenes que sufrieron los efectos de la lluvia te impiden, junto con la falta absoluta de brisa, determinar el punto exacto del origen de los olores.

Ya era hora de moverse con presteza y hacer algo útil, tenía que encontrar un par de preguntas y Risteard creía que ese rey podría tenerlas. Siguió a pie buscando el foco del olor encaramandose a ventanas y observando por ellas en busca de aquel gentío...

El sonido de un rítmico taconeo llega hasta tus oídos y te distrae por unos instantes de tu búsqueda, pues representa un estímulo mas inmediato que el olor que sigues.
Un instante después la intensidad del sonido se incrementa cuando la propietaria de los zapatos que lo causan aparece desde detrás de la esquina del almacén as cercano a ti. Es curioso que no la hubieras escuchado antes, pues la acústica parece buena y no hay mas ruidos en el ambiente. La zona de los almacenes parece un cementerio.

La chica azul de pelo rojizo -que ya habías visto en el almacén de Barrabás y recuerdas a la perfección pues sería imposible olvidarla o confundirla con otra- se apoya contra la pared, de brazos cruzados y te observa con los ojos entrecerrados, a través de sus extrambóticas gafas naranjas.
¿Qué te trae por aquí, guerrero?
Pronuncian sus labios mientras sus palabras te llegan a lo mas profundo de la mente. Te sientes inclinado a responder. Y no solo eso, sino a revelar toda la verdad.

Se levantó en cuanto escuchó el taconeo como un gato con las orejas gachas dispuesto a pelear a muerte, pero se relajo un poco al ver de quien se trataba y que se acercaba (aparentemente) sin malas intenciones. La voz entro por los oidos del milenario vikingo atravesando mas allá de lo físico y llegando a su mente como si le ordenara que dijera todo cuanto sabía... apretó los dientes tratando de resistirse pero fue inútil, ya estaba hablando - Me conocen como Eniherjer, MiLady, he venido aquí para pedir consejo y respuestas al Rey de los desposeidos... Barrabás. Se me ha encargado un trabajo muy importante, pero no se por donde empezar. La ciudad aún es nueva para mi, y muchos ojos me buscan... - dijo mirandola fijamente

Así que vienes buscando ayuda ¿no?
Alza las cejas, divertida, y se acerca un par de pasos con ese extraño caminar que la caracteriza, errático, impredecible.
Pues... llegas algo tarde, Einherher. Si nuestro rey ya estaba cansado cuando le visitasteis la primera vez, ahora que han pasado tres noches en las que no ha hecho otra cosa que protegernos a todos...
Deja la frase morir en sus labios mientras gira la muñeca en un par de graciosos gestos que indican que no hay mucho mas que decir sobre el tema.
Pero bueno, supongo que podría ayudarte. Conozco a todos los que vivimos por aquí, seguro que alguno tiene algo que te sea de utilidad en esa misteriosa misión tuya.

Entiendo - dijo sin sentirse minimamente culpable por el estado de su Rey, él no tenía nada que ver con que un demonio quisiera para si mismo toda una ciudad y empezar a dominar el mundo con paciencia y soltura. Miró a la mujer con descaró y sonrió levemente - bueno, cualquier tipo de ayuda siempre es buena... - se acercó un poco - y dime... ¿Tú sabes algo?

Pone los ojos en blanco, algo exasperada por la forma de comunicarse de Einherjer, tan fata de contenido y tan cargada de peticiones.
Vamos a ver, muchacho... Si no me dices qué quieres saber, va a ser complicado que te pueda decir algo, ¿no crees?
Alza las cejas al tiempo que se lleva las manos a las caderas, poniendo los brazos en jarras, impaciente.
No tengo todo el tiempo del mundo. Es mas, ni siquiera tendría que haber venido a verte, pero ya ves, me aburría y no tenía nada mejor en que ocuparme. Casi todo el mundo se ha ido ya del almacén y queda poco o nada mas por hacer. Así que o eres un poco mas claro, o me voy con viento fresco y buscas tus respuesta en otra parte.

Rió animado por la actitud de la mujer, le divertía su forma de ser y como sabía conseguir lo que quería saber - Pues para no tener todo el tiempo del mundo no tenías nada que hacer - ladeo la cabeza y sonrió brevemente para recobrar su típica "forma" - tengo la misión de encontrar a un Dios que llegara a esta ciudad y evitar que otro bando... o grupo de gente lo consigan para ellos... - dijo al fin, temiendo perder una buena oportunidad de conseguir información

No tener que hacer no quiere decir tener tiempo de sobra
Replica ligeramente ofendida por la broma de Einherjer, que parece haber surtido el efecto contrario al deseado.
Cuando tienes poco mas que lo que llevas encima... el tiempo es un bien tan preciado como el oro. Y no es una frase hecha, es una realidad.
Te señala con el índice azulado extendido hacia ti, agitándolo en el aire.
Así que tienes la misión de encontrar un dios que viene a Boston. Como si no fuera bastante con tener demonios campando a sus anchas por todos lados...
Bufa apartándose uh mechó de pelo naranja de la cara, que se le había resbalado por un golpe de brisa ligera.
¿Y no sabes nada mas? ¿Ni el nombre del dios ese, ni como es o... algo? Y supondré que tampoco sabes nada de ese otro bando o grupo de gente al que no debe unirse...
Se encoje de hombros y sonríe de medio lado, lobuna.
Si te consigo información sobre ese dios y esa sociedad secreta o lo que sea... ¿Cómo me vas a pagar?

Serió y captando que aún no tiene don de gentes, cosa que no le importó demasiado, la miró nuevamente - solo se lo que le he dicho... en cualquier caso ¿Que necesitaría? Tenga en cuenta antes, que solo poseo lo que ve, y que todo lo que llevo encima jamás sera moneda de cambio - necesitaba la información, pero no estaba dispuesto a despoerse de lo poco que tenía, ademas de el apego que sentía por sus armas... de un modo enfermizo eran su única familia .

La extraña mujer alza una ceja, de nuevo con fingida ofensa, mientras valoraba con una mirada experta la cantidad y el valor de los objetos de Einherjer. Al final, tras una primera tasación, parece que solo muestra interés por el guantelete dorado, aunque acaba por negar con la cabeza.
No me interesan tus cosas, amigo... Pero quizá si tus servicios. ¿Cuánto tiempo dices que tengo para localizar a tu dios y a esos malvados que lo quieren para ellos?
Alza una ceja y aunque parece que va a esperar una respuesta, en seguida vuelve a hablar.
Es por mandarte un par de trabajos mientras tanto. Ya sabes, recoger algo aquí, llevarlo allá, buscar a un tipo en un bar, proteger una puerta una noche... Lo típico.
Conforme iba enumerando le daba vueltas a una mano en el aire con un gesto gracioso, el otro cruzado sobre la tripa en una postura casual y desenfadada.

Dentro de unos días, desconozco el tiempo exacto - entonces se quedo meditabundo, sopesando lo que se le ofrecía a cambio... Servicios... siempre acababa igual, era lo único que tenía para ofrecer, sus servicios, ya sea de guardaespaldas, transportista... Cerró los ojos un instante completamente cansado de tanta rutina después de haber pasado veinticuatro años a este plan.
- Esta bien pues... pero necesitaría algo que me cubriera el rostro, por un gran mal entendido la policía me busca...

Claro, claro... La confidencialidad es un bien muy poco valorado en estos tiempos en los que casi todo el mundo cree que puede ir por la vida a cara descubierta rompiendo los esquemas de la sociedad sin que nadie haga nada e respuesta.
Asiente un par de veces, acompañando sus palabras con un irritante cabeceo que hace parecer tan dolorosamente obvia su explicación que bien podría estar dirigiéndose a un niño.
Bueno... ¿Y qué quieres? ¿Una máscara sólida, una de tela, que te cubra la cara por completo, que te cubra solo los ojos, un casco...? ¿De color neutro, negra, que haga juego con ese precioso guantelete, de tonos vivos...? La variedad es increíble, la verdad.

Reprimió las ganas de irse por ese comportamiento de la mujer que lo dejaba como si fuera poco menos que un deficiente mental... Toleraba muy poco y mal que se le tomara por tonto por el mero hecho de ser un Einherjer... un hombre consagrado a la lucha y a los excesos. Suspiro amargamente sin ocultar su malestar - Con una mascara de tela de color negro y algo con mangas anchas para cubrir los guanteletes me basta. Gracias. - dijo seco.

Responde con una sonrisa torcida al seco proceder de Einherjer, negando con la cabeza, lo que crea un efecto caleidoscópico en su llameante cabello, como si éste tuviera vida propia.
Qué original chico. Seguro que tus dioses te eligieron por la graaaaaan capacidad creativa que tienes ¿Eh?.
Suspira aburrida y se lleva las manos a las caderas, descansándolas allí con aire distraído mientras te observa de arriba a abajo, volviendo a valorar tu utilidad para ella.
Bueno... lo que sea. Dame unos minutos anda. Y no te muevas de aquí, pequeño genio, que podrías perderte.
Se vuelve sin esperar mas respuestas y escuchas el taconeo de sus zapatos alejarse hasta que desaparece engullido por el silencio sepulcral que lo invade todo. De nuevo, te ha dejado con la palabra en la boca y esa sensación de haber sido objeto de sus burlas.

Al cabo de unos minutos de espera, un nuevo sonido llega procedente de la esquina por la que la chica despareció. Te suena extremadamente familiar... Podrías jurar que es un sonido con el que has convivido algunos años. Cuando por fin tu mente proyecta el recuerdo acertado relacionado con el ronroneo mecánico de un motor de gran potencia, ante tus ojos aparece la extraña mujer de piel azulada montada sobre la moto que te ha acompañado en tantos viajes y que habías dado por perdida en aquél agujero en mitad de la calle.
Se detiene a unos metros de ti, dejando caer el peso de la máquina hacia un lado, bajando la pierna para apoyarla en el suelo, sin llegar a apagar el motor. Sonríe satisfecha, sabiendo que acababa de sorprenderte de alguna forma al llegar con tu "montura".
Buena moto. Resistente, eficiente, rápida, fácil de maniobrar, cómoda... Todo lo que un hombre sueña en una mujer ¿Eh? Incluyendo la falta de cerebro...
Chista con un deje gracioso y te indica con un gesto seductor de muñeca que te acerques hasta ella.
Bien... Einherjer... Esto es para ti.
Te lanza un pasamontañas simple de color negro con aberturas para los ojos y la boca. Por su textura, parece de lana. No es nada del otro mundo.
Tu máscara. No podrás quejarte. Lo mejor de lo mejor.
Sonríe satisfecha mientras apaga el motor y baja la pata de cabra, desmontando de la moto por el lado opuesto al que te hayas acercado. Deja las manos sobre el asiento de cuero y te guiña un ojo, pícara.
Si la quieres... es tuya. No es que ya no lo fuera, claro. Pero no puedes demostrarlo de ninguna manera, así que ahora mismo, a no ser que quieras pelear por ella y arriesgarte a perder la ayuda que podría prestarte mi gente, es mía.
Se encoge ligeramente de hombros y la tenue luz de las farolas arranca destellos brillantes de su piel.
Y ahora... hablemos de negocios. Por la moto -siempre he querido una como esta ¿sabes? Me va a dar mucha pena devolvértela-, la ayuda de mi gente con el asunto de ese dios tuyo y la máscara de héroe, -en las alforjas de la moto tienes una chupa negra a juego con la máscara, para que no desentones- quiero que cumplas dos encargos para mí. Y no preguntarás cuáles son. Así que... ¿Aceptas el trato?

Bufó casi desesperado cuando la mujer desapareció realmente hastiado por como lo trataba. Esperó apoyado sobre la pared mas cercana hasta que escuchó su moto, sonrió para dentro, pero no para fuera, mostrando su impertérrito rostro.

- Vaya, la había dado por perdida - comentó después de que la mujer terminara de exponer lo que quería de él, se había esforzado en ignorar todo comentario que lo pudiera sacar de sus casillas no dandole a la mujer peli azul lo que quería... jugar con él - primero dime en que consiste el trabajo y terminaremos de zanjar este negoció y tu podrás buscar a otro del que burlarte