Partida Rol por web

Lo miré con furia, con rabia, a mi padre también.

-Haz lo que quieras y hazlo de una vez...

Empezaba a relajarme, mi móvil no había sonado ni una sola vez, nadie estaba preocupado. Era mi fin.

Cuando tu padre llega a cierto punto del contrato, casi lo rompe de lo que se tensan sus manos, pero Maximo se lo quita.

-¡¡Cabronazo!! ¡Te has pasado de la raya hijo de puta!-

Enrico se tira al cuello de Maximo, o lo intenta, por que este se aparta. Jerome y Flavio se encargan de sujetar y golpear a tu padre. Le están dando una paliza. Cuando acaban tu padre tiene la cara ensangrentada y se sujeta las costillas echo un ovillo en ala alfombre.

-Cabrones...-

Maximo, el cual no te ha dejado acercarte, menea la cabeza.

-Tsk...mala reacción Enrico...debe haber leido en el contrato que has firmado, que me perteneces, no este fin de semana, sino a partir de este fin de semana, durante un mes, no necesito más.-

-Bueno, llamad a una ambulancia. Y tú,  levantate la falda y saca ese culo perfecto que tienes.-

Va abriendo un maletin, del cual saca una jeringuilla y un frasco.

No tenía sentido discutir por nada, aquello se nos había ido de las manos a los dos y mi padre no podía hacer nada más. Me dolió tanto verlo de aquella manera que pensé en escapar, buscar un arma y matarnos a los dos pero luego, pensé que estaba bien, que podía ser por un mes la puta de alguien si con eso salvaba su vida pero una cosa era cierta, nunca más podría volver a verlo a la cara. Miré la jeringuilla bastante preocupada pero no atendí su orden.

-Tendrás que hacerlo tú si quieres verlo...

Eso respondí, me daba igual si me mataba o me hacía lo que quisiera.

Te lleva del brazo, sin violencia, hasta la mesa, te hace hecharte sobre ella, de forma que tu trasero queda expuesto.

Te pincha con la jeringa.

Despiertas, en tu cama. Te notas pesada, con la cabeza espesa. Al mirar a tu mesa de noche ves el despertador. 11 A.M. 3/11/10

No recuerdas nada en absoluto desde unos 10 minutos después de que te pinchase...cuando la ambulancia llegaba.

Me pasé la mano por el rostro, no podía recordar nada, sólo la llegada de la ambulancia y después nada. Me eché a llorar desconsoladamente sobre mi cama.

-Quizás ha sido sólo una pesadilla... Quizás...

Era demasiado temprano para llamar a nadie pero no así para llamar a Enrico. Intentaba encontrar detalles en mi mente de lo que había sucedido pero no lo conseguía. Me metí en el baño tras desnudarme y mirarme al espejo por si encontraba rastros de alguna violación.

Y tanto que los encuentras.

Cinco piercings. Con los enganches machados de forma que resultan imposibles de quitar con facilidad.

Uno en cada uno de tus pezones, otro en tu clítoris, y dos en los labios de tu sexo, forman un triangulo morboso. No te duelen, se ve que están hechos con extremo cuidado, y no parecen para nada infectados o hinchados.

Aparte de ellos, no hay nada más que se vea, al menos a simple vista. No eres capaz de recordar nada en absoluto, pero el cansancio de tu cuerpo habla por si mismo...está claro que no te has pasado el fin de semana mirando la tele.

Ves sobre el escritorio de tu mesa un paquete transparente, de unos 20x20cm, relleno de polvo blanco. Con una nota de una letra que no conoces.

"Disfruta de tu premio, no abuses."

Me quedé mirando un rato los piercings, no era que me encantaran pero tampoco me molestaban, así que decidí olvidarme de ello, aunque no era difícil cuando no recordaba ni cómo me los habían hecho. Me di una ducha y al salir me enrollé en una toalla y decidí que era hora de saber cómo estaba Enrico, así que le marqué a su teléfono móvil mientras abría aquel paquete.

-¿Qué diablos es?

Del otro lado, la línea llamaba.

Enrico no responde al teléfono.

Te das cuenta de que te mueres de hambre...cuando te llega un olor delicioso desde la puerta. Pegan a la puerta.

-Servicio de habitaciones.-

Yo no había pedido nada pero nada me sorprendía ya, así que fui a la puerta y la abrí.

-Deje la comida en la mesa, gracias...

Le extendí un billete como propina y volví a fijarme en el paquete, intentando descubrir a través de lo blanco, qué era aquella cosa. Corté el teléfono, Enrico no iba a contestar, tendría que ir a buscarlo.

El camarero deja un plato con tortitas y un bote de sirope de chocolate, unos cubiertos y servilletas, ademas de azucar y zumo de naranja.

-Que aproveche, y gracias.-

Se marcha.

Me senté aún envuelta en el toallón y probé la coca que estaba en el paquete, era demasiada y era de la buena. Sólo un poco, tenía que ir a ver a Enrico. Me pasé un par de líneas y lo guardé en uno de los rincones de mi armario.

-Bien, tendrás que verme...

Me vestí y fui en busca del auto para ir a casa de Enrico.

Apenas te has tomado la segunda, cuando tu móvil suena. Es Enrico.

-Hija.- se le escucha jadeante, esforzado -Disculpa por no haber contestado antes.-notas dolor en su voz, pero trata de reprimirlo.- Me dejé el móvil en la planta de arriba.- le escuchas respirar profundamente.-Lo siento. ¿Queri..querias hablar?- también notas dolor de otro tipo en su voz.

-¿Estás bien? Estaba yendo para tu casa pero si estás bien, prefiero quedarme en casa...

Dije deteniéndome antes de abrir la puerta de mi auto, la verdad es que no quería verlo, no podía. La cabeza me dolía un poco, el cuerpo también, el alma mucho más. En fin, esperaba que me dijera que estaba todo bien para cortar y volver a mi cama.

-Claro..no pasa nada, no te preocupes. Yo estoy bien. Tu..tu estás bien? ¿Qué te han hecho esos malditos...Los mataré..te lo prometo. No sé como pude pensar siquiera en...-se calla, claramente hay muchas cosas que quiere decir, pero no lo hace. Ya sea por que no sabe como, no se atreve por que teme que le odies...quien sabe.

-No te preocupes por mi hija, escapate de ellos en cuanto puedas, vete lejos. Tenemos dinero para ello, pero saca todo el efectivo que puedas.-

-Padre pero no me puedo ir si... Bueno, supongo que puedo, no tengo nada que me detenga aquí...-dije triste.-Yo tampoco sé qué me hayan hecho, quizás... No importa, no importa, quiero olvidarme de esto. Pero no sé cómo...

Eché a llorar.

-Pero estoy bien, no te preocupes por mí...

-No llores pequeña...no llores...tienes que ser fuerte y marcharte, no quiero que manejen tu vida, vete lejos cariño.- notas que su voz esta alterada de una forma que nunca habias notado. Es como si estuviera apunto de llorar. Él, Enrico Carusso.

-Claro que me preocupo hija...estás en ese problema por mi culpa...mi puta culpa...lo siento tanto...huye pequeña. Huye por los dos.-

El modo de hablarme de Enrico me hizo ver que tenía que obedecerle y largarme cuánto antes.

-Está bien, padre, no te preocupes... No te preocupes. Iré al banco esta misma tarde pero luego pasaré a verte...

Estaba destruida por cómo lo escuché pero corté la comunicación y comencé a hacer mis maletas.

Acabas por darte cuenta de que delante de la televisión hay un VHS. no es tuyo eso está claro. En realidad ni siquiera tienes un reproductor adecuado para verlo ¿qué será?

Terminé de hacer mis malestas y cuando estuve lista vi aquel video. Me quedé pensando unos minutos, lo ideal era encontrar dónde reproducirlo primero y luego ir en busca del dinero y a ver a Enrico. Salí del hotel dejando mis maletas en él y sin decir que me iba, el video lo llevaba en el bolso y me dirigí a la tienda más cercana de electrodomésticos, si no vendían allí una video casetera, quizás podrían decirme dónde encontrar una.

No tienes problemas en encontrar uno, de segunda mano eso si.

Subes a tu habitación, lo instalas, y te dispones a ver la cinta, cuando te paras a pensar.

¿Qué será? Lo han dejado ellos no hay duda...¿Quiero verlo?