Partida Rol por web

El nuevo intercambio me satisface algo más que los anteriores. Parecía que al fin llegábamos a alguna vía de actuación algo más sólida, aunque algunas de las ideas no me terminaban de convencer. Y además el lobito no parecía tan convencido con mi olor, aunque no me hubiese gruñido.

- Bien, me gusta la idea de que el huargo venga con nosotros, camuflado. A fin de cuentas, si yo estuviese huyendo de un grupo tan numeroso como el nuestro, consideraría más peligroso quedarme ahí dentro que seguir el camino. -comienzo- Pero claro, pasarla por alto no es factible. Como sea, puedo intentar ambas cosas de Imaginem que habéis pedido, aunque no soy demasiado ducho en ella. Aunque me permitiría sugerir que parezca un perro grande, un caballo rastreando sería... curioso de ver. -concluyo con una media sonrisa.

Tras eso, mira a Papagena, pidiéndole permiso para realizar el hechizo y que confirmase el hechizo que quería.

Papagena mira a Barry y resignandose asiente dandole permiso.

Una vez tomada la decisión continuáis por el camino, pero parece que la tormenta avanza más rápido de lo esperado. En pocos minutos las gotas empiezan a caer y poco después el aguacero es imparable. Los caballos relinchan incómodos y Jax gruñe un par de veces mientras no deja de agitarse para quitarse de encima el agua.

No hay lugar donde cobijarse, pero el guía os dice que es solamente una lluvia de verano que pasará enseguida. Si es así no lo parece, pero ahora tenéis algo mas importante en lo que pensar. Al girar una curva, sois testigos de cómo un rayo cae y atraviesa uno de los arboles con un destello cegador. El trueno, sumado al estruendo del árbol al caer, os crea una impresión sobrecogedora. Pero lo peor es que ahora el camino se encuentra bloqueado.

El agua caia por su rostro, el agua era un elemento de la naturaleza, ayudaba a las plantas y a los seres vivos en general, se sentia bien. Las curvas de sus caderas se acentuaban con el movimiento ondulante de Jax y la humedad de sus ropas, del mismo modo que sus pechos turgentes daban cada poco tiempo un pequeño bote ante los andares del lobo.

Aigor se habia ocupado de tapar las pertenencias de la carreta y a si mismo, aunque sabia que su señora rara vez se tapaba, es mas cuando podia se destapaba.

Unos pasos mas adelante un rayo partio en dos a un pobre arbol, sus instintos feericos salieron a flote, quien la hubiera visto en ese momento casi podria haber apreciado que sus ojos se habian tornado momentaneamente color oliva.

Rapidamente baja de Jax y corriendo se acerca al arbol para mirarlo como si acabara de encontrar a una persona moribunda. La observa afligida tratando de serenarse.

¿Alguno de mis hechizos puede ayudar a quitar el árbol de en medio?

Se me han borrado la mayoría de documentos que tenía guardados, por un puto virus que se me ha metido en el ordenador, y con ellos los manuales. ¿Me puedes volver a pasar los links para descargarlos, porfa? 

Sentado en la carreta mientras avanza, recibo las primeras gotas de la lluvia veraniega como una bendición, refrescando el ambiente caluroso del bosque. Cuando la pequeña llovizna se convierte en el aguacero, levanto la cara hacia el cielo incluso llevo a abrir la boca para que el agua caiga por mi garganta. No se podía llamar "ritual", pero era algo que siempre hacía cuando llovía, mojarme y beber.

Con la cara empapada y ausente de lo que pasaba en el camino, el sonido de un trueno cercano me saca de mis pensamientos. Me refriego la cara con la mano y me fijo en el árbol caído, mientras la lluvia va recorriendo mi cara y se va quedando en mi espesa barba, que ahora gotea.

-Problemas y más problemas... -mascullo- es como si todo estuviera en nuestra contra para que no atrapemos al ladrón.

Como de momento no podía aportar una solución productiva, lo mejor es esperar por si alguno ofrece alguna sugerencia que nos ayude a seguir con nuestro camino.

Finalmente proseguimos el camino y el presagio de la lluvia se hace realidad. No sabía cuánto de fino podía ser el olfato del huargo, pero dudaba que tras llover unos minutos tuviera la capacidad de seguir el rastro, sobre todo a este ritmo. Al contrario que Papagena y Oskari, que parecían tan felices, yo me cubro la cabeza con la capucha en cuanto empieza a llover. Se notaba que yo me llevaba algo peor con el agua. Además, la capucha me daba la opción de lanzar miradas ocasionales a los bamboleos de Papagena con cierto disimulo.

El árbol caído vuelve la escena un poco extraña, puesto que Papagena parecía que se fuera a echar a llorar por cómo se encontraba. Suspiro y me acerco. Le paso una mano por los hombros y le digo en poco más que un susurro, para que me oiga a pesar del aguacero:

- Déjalo, lo ha calcinado -comento con tranquilidad-. Ve con Jax, al menos intentaré evitar que lo hagan leña... -comento, haciendo lo más halagüeño posible para ella el hecho de que habíamos de quitar el árbol de en medio.

Una vez que me deja hacer, me concentro unos instantes para recordar fórmulas de Herbam e intentar lanzar un hechizo instantáneo...

Con la capucha de viaje calada y el hechizo que se lanzó Excelsius al comenzar el aguacero, el genial mago se las había ingeniado para no mojarse en lo más mínimo, o al menos para que el agua no traspasase nada de nada la recia capa de viaje que utilizaba. "Revestimiento de las Plumas de Pato", ¿no lo usáis? dijo cuando alguien se interesó por el hechizo. Parecía que sus compañeros de viaje o bien no lo conocían o bien gracias a su comentario despreocupado había marcado el sortilegio como tabú. En cualquier caso su ánimo no era tan desenfadado como de costumbre, la lluvia tampoco le entusiasmaba, pues todo se relentizaba con ella, especialmente ahora que llevaban a magos en carro.

Conmocionado por el estruendo y la violencia de la caída del árbol en el camino, apenas se da cuenta de lo fastidioso que les va a resultar ese acontecimiento. Mentalmente estaba haciendo elucubraciones sobre cómo representar un rayo en piedra.

Armand se acercó al árbol caído en mitad del camino del grupo, y dio un suspiro. Luego al ver lo que Barry intentaba asintió, y trató de ayudarle con alguna magia espontánea basada en el mismo principio y en la misma arte y técnica 

Los demás parecían tener razón, no había sino dificultades en el camino. Sin embargo la agudeza del joven mago dejó gratamente sorprendido al Criamon

-Inteligente, muy inteligente muchacho. ¿Que has usado? ¿Perdo Aquam?- preguntó ya calado hasta los huesos con genuina curiosidad- Serás un orgullo para tu casa si consigues evitar los pensamientos preconcebidos de magos mas ancianos.

Por mucho que quisiera, Remiel poco podía hacer para ayudar, la magia de Herbam no era su fuerte. Aunque si la madera se negaba a ceder, seguro que con Ignem podría hacer algún apaño.

El guía se adelanta unos pasos contemplando con ojo crítico el árbol caído y da su opinión-No es un tronco demasiado grande mis señores, nosotros podemos encargarnos de moverlo en no mucho tiempo y ustedes conservaran sus energías. No es necesario que usen su magia para una tarea tan vana, si lo desean procederemos de inmediato.

-Si vais a moverlo a pulso, os echaré una mano -digo mientras voy bajando del carro y me acerco hasta donde están los grogs- ya me duele el culo de estar sentado, me vendrá bien estirar las piernas.

No tenía la necesidad de dejarles hacer todo el trabajo a ellos, no tengo ese concepto anclado en la mente, la única diferencia entre ellos y yo, aparte de la aparente, era el uso de la magia, punto. Además, para algo tenía una espalda ancha y no tenía nada que envidiarle a todos esos grogs, en cuanto a fuerza se trataba. Así seguiríamos más rápido en el camino. Si seis manos podían mover el tronco, ocho lo harían más rápido.

Así que, ni corto ni perezoso, me remango y me pongo coco con codo con ellos para mover el tronco. Incluso pensé en utilizar una de mis formas, pero en eso sí tenían razón: era mejor conservar las energías para cuando las necesitase.

Papagena salte un momento de su ensoñacion cuando ve que van a mover el arbol, se levanta como un resorte y antes de que toquen el arbol les para.

- Esperad, por favor, dejadme a mi.

Papagena espera a que los grogs se retiren y mira a Oskari esperando que le permita hacer, una vez se apartan lo suficiente Papagena se acerca al tocon y se arrodilla abrazandolo un poco. Inspira y deja que el aire humedo inunde sus pulmones, trata de imaginar la forma que tenia el arbol antes de que el rayo le cayese y en su mente comienza a formarse el hechizo adecuado.

De su boca comienza a brotar una melodia que envuelve el ambiente, por un momento la zona parece reverdecer, las facciones de Papagena se tornan felinas y plumas comienzan a caer a su alrededor.

Del tocon nacen una especie de brazos que agarran el tronco caido y lo arrastran hasta colocarlo en su sitio volviendo a fundirse la madera como si nunca hubiera sido quebrada, sin embargo el arbol queda algo deforme, pero vivo.

Toda la operacion no llevo ni cinco minutos y la sonrisa de Papagena se hizo patente, casi, alguien que estuviera con la cabeza en su hombro, podria atisbar un inicio de ronroneo por su parte.

Da un par de palmadas al arbol y se gira a sus compañeros como aquel medico que acaba de arrancar de las garras de la muerte a un paciente.

- Sigamos

Anuncia exultante y llena de animo, vuelve a subirse a Jax y sin esperar a nadie comienza a andar aunque algo mas lenta, levantando la cabeza y concentrandose en cada una de las gotas que le caen en el rostro.

Estaba viva, tanto su cuerpo como su espiritu estaban vivos.

La mujer parecía no haber atendido a mis palabras en su shock. Como fuera, los siguientes hechos me hiceron chasquear la lengua ligeramente desagradado. En algunos aspectos, era un mago un poco sibaritas, y ver que un sodalis se rebajaba a trabajar con sus manos junto a los grog cuando no era ni de lejos necesario... además de que su aceptación había implicado seguir la idea de los ghoul, que probablemente nos retrasaría algo más que un poco de magia, que de hecho dudaba necesitar tan pronto o que me fuese a cansar demasiado. Pero ahora no podía realizar el conjuro sin desautorizarle.

Como fuese, Papagena intervino, solicitando que la dejasen realizar el conjuro. La realización fue más breve que el hecho de moverlo a mano, así que no tenía queja. Quería que alcanzásemos a ese hijo de perra lo antes posible para no dejar el asesinato de uno de mis hermanos Flambeau impune.

Además de que me daba la opción de hablar un rato con Papagena. Aunque eso era secundario, claro...

Cuando reanudamos la marcha, camino cerca de ella y le digo:

- Muy bella. -comienzo, dejando que de por sentado que me refiero a la canción.

Una forma elegante y bonita de solventar un problema, sí señor.

-¿Seguimos? -preguntó Excelsius con tal naturalidad que cualquiera diría que había visto como alguien daba unos hachazos al árbol o lo había apartado de una simple patada.

Me pregunto si sería apropiado pedirle que posara para mi cuando acabemos con el tema este del ladrón de libros.