Partida Rol por web

La sala de torturas se desvanece ante vuestros ojos y es sustituida por una profunda oscuridad.

Sentís poder, mucho más del que tenían esas carcasas humanas. Sin embargo, sabéis con certeza que dicho poder es mucho menor del que deberíais tener. Notáis que algo o alguien os ha arrebatado gran parte de vuestra naturaleza y que dicha profanación sigue su curso actualmente. Vuestra esencia, vuestro poder, está siendo robado por alguien que se encuentra muy cerca.

Palpáis alrededor con vuestras doloridas manos, aun dormidas tras un largo letargo, y notáis que estáis encerrados en un cubículo, lo suficientemente grande como para albergar a uno de vosotros. El techo de la pequeña prisión de piedra en la que os encontráis revela una débil luz por unas delgadas franjas, mostrándoos que dicha sección se puede mover.

Estáis confusos y débiles pero, especialmente, os sentís traicionados. El sueño que tuvisteis, el de los combates, se revela como una verdad, un recuerdo del que tenéis solo fragmentos inconexos. Pese a ello sabéis con certeza que ahora no estáis soñando y que algo ha perturbado vuestro descanso, robándoos vuestra esencia mientras os encontrabais indefensos.

Aporreé con todas mis fuerzas aquella prisión de piedra mientras lentamente venían fugaces recuerdos. ¿Había sido traicionado? ¿Quién se estaba aprovechando de mis poderes?¿Qué guerra he estado luchando todo este tiempo?

- ¡Seas quien seas da la cara! - grité mientras seguía dando golpes.

- Soy Aquibaat, y nadie logrará interponerse en mi camino sin recibir su justo castigo! - grité aún más fuerte.

Fue entonces cuando comprobé que había una pequeña obertura donde la luz penetraba ¿y si era mi oportunidad para salir de allí?

Hice todo lo posible para empujar la fría piedra y buscar mi libertad, debía encontrar al culpable de todo lo que había acontecido, necesitaba más respuestas, necesitaba volver a sentirme pleno... necesitaba volver a ser YO.

Raciel... se llamaba Raciel... ese era su verdadero nombre, un nombre que era un todo y un nada a la vez, pues por fin sabía quien era... pero no del todo. La lagunas eran grandes, como grande el poder que le estaba siendo robado, SU PODER. Con angustia abrió los ojos de par en par, tenía que moverse, salir de allí hacer que lo que fuera que le estuviera drenando su esencia parase y recuperarse cuanto antes... no, no podía permitir terminar de aquella manera. Los gritos de la mujer y su amenaza resonaban en su mente... era el mal, su enemigo quien la había apresado, de eso no cabía duda alguna. Se removió inquieta, furiosa, perdida...

Levantáis las cubiertas de vuestros féretros y alcanzáis a ver el lugar en el que os encontráis. Reconocéis la extraña estancia que visteis en vuestros extraños sueños y las tumbas que se encontraban en ellas, donde vosotros mismos os encontrabais dormidos.

Un breva recuerdo se forma en vuestra mente, un conocimiento sobre el lugar en el que os encontráis y su función. La cámara no es más que un lugar de recuperación, un habitáculo que enlaza con las energías del Paraíso, la fuerza que os da vida y de la que estáis formados. En la amarga guerra en la que luchasteis perdisteis parte de vuestra vitalidad, de vuestra esencia y, al igual que tantos otros, decidisteis recuperaros en este lugar. Sin embargo, podéis ver como pequeños hilos de energía primigenia son extraídos de una docena de tumba, dirigiéndose a un pequeño trono en el fondo de la estancia. En él reposa una de vuestras hermanas, con la mirada distraída, centrada en algo que ocurre solo en su mente.

Tiene el pelo corto, de color carbón. Sus pequeñas alas mezclan dicho tono con un rojo fuego. Cubre su cuerpo con un largo vestido blanco, lo que contrasta con sus ojos, totalmente de ese color en estos momentos. Sin duda alguna la mujer está en estos momentos participando en otros sueños, en creaciones artificiales similares a las que os ha sumido a vosotros durante un tiempo indeterminado. Entorno a su cuerpo, rodeando el trono sobre el que se sienta, giran dos bolas de fuego intenso.

Salí de mi prisión iracundo, exasperado al comprobar que alguien había decidido corromper nuestro sueño, nuestra recuperación.

- La guerra... la guerra no ha terminado - jadeé mientras observaba el lugar.

Había más tumbas, seguramente más hermanos pero aquella que estaba custodiada por los orbes igneos es quien llamaba mi atención. Observé como a mi lado también despertaba una de mis hermanas.

- Hemos vuelto, no estamos solos - le dije sin saber quien era realmente para sintiéndome vinculado puesto que habría pasado por la misma experiencia que yo.

- Están corrompiendo nuestro sagrado sueño, y hay que encontrar respuestas - lentamente intenté acercarme a las bolas de fuego ¿me harían daño si las tocaba?¿podré resistirlo?

Raciel abrió de par en par sus ojos, unos ojos que ahora eran conscientes de todo lo que había pasado... la guerra, sus hermanos caídos, la oscuridad, el mal, la luz... el robo de su esencia, su pertenencia más preciada...

Se deshizo de la tapa que la había mantenido presa con la misma ira que Aquibaat.

- Cierto, hermano...- contestó a su compañero mirando de manera muy peligrosa a la mujer- no podemos consentir que drenen la esencia al resto de nuestros hermanos- dijo mientras trataba de ver si era capaz de recurrir a su poder... ella era un angel guerrero, un angel orgulloso y diestro que había derramado su sangre junto al ejército divino para acabar con el mal... y ahora ese mal se estaba alimento de ellos, tamaña afrenta debía ser castigada.

Por instinto se situó junto a Aquibaat, no muy segura de que fuese buena idea recurrir al fuego igneo con sus capacidades tan mermadas.

Antes de que Aquibaat pueda tocar las bolas de fuego, la celestial rodeada por ellas reacciona, tornando sus ojos hacia vosotros.

No debíais estar despiertos, aun no he tomado toda vuestra esencia -os grita la mujer celestial, moviendo sus alas y brazos con evidente irritación. Reconocéis su voz como la de la mujer que os ha susurrado en sueños -las puertas del Paraíso están cerradas desde que la guerra terminó y nadie ha podido recuperar su esencia. Ahora ya no sois rivales para mí, escoria, me han enseñado como integrar vuestra naturaleza en mi propia esencia, asimilando el poder y ascendiendo. Ahora sois vosotros los débiles sin poder, debéis seguir mis órdenes -mientras sus palabras resuenan por la sala las bolas de fuego que giran entorno a ella se dividen y multiplican, formando un total de dieciséis llamas. Catorce de ellas se colocan sobre las tumbas, cada una de ellas con un hilo de energía que sale de su interior y se une a vuestra enemiga. Del resto de construcciones, incluidas las vuestras, no emerge rastro alguno de poder o vitalidad. Las otras dos llamas se acercan a vosotros, formando amplios círculos.

Da igual la ayuda que tengáis, aquel que ha colaborado con vosotros para que despertéis ha firmado vuestra sentencia de muerte. Soy Mara, la dama de los sueños, y voy a destruiros -afirma con rotundidad mientras las bolas de fuego se acercan aún más a vosotros.

De manera instintiva despliego las alas para intentar proteger a mi hermana: el enemigo se ha revelado.

- Mara, tu nombre ha quedado grabado, tu destino está sellado - adoptar una posición defensiva era lo mejor hasta que se pudiese urdir un plan.

- Aquel que nos ha ayudado tan solo ha marcado tu final definitivo, nuestro despertar ha sido tan solo una de las cosas que todavía te quedan por ver - no podía dejar que sus palabras me intimidasen... Mara... la causante de todo... ¿pero cual es la verdadera identidad del niño?¿estará entre los dormidos?¿será Dios?

- Hermana, no podemos permitir que absorba la energía de los demás, debemos intentar despertarlos o en el peor de los casos destruirlos, el fin justifica los medios - comenté de manera fría y segura, ahora tan solo necesitaba su aprobación.

Raciel apretó los puños, observando con ferocidad a Mara, en cuanto viera la más mínima oportundiad saltaría sobre ella para reducirla, debía pagar con sangre lo que había hecho. Pero de nuevo Aquibaat le leyó el pensamiento.

- Cierto hermano... no dudaré... no dudaremos. Mara, aunque sea lo último que hagamos no permitiremos que te salgas con la tuya- la amenazó directamente, no le importaba que sus fuerzas hubieran sido mermadas... su esencia no había sido consumido del todo y si se concentraba estaba segura que podría volver a utilizar su poder... TENÍA que hacerlo.

Ya me he salido con la mía. Gran parte de vuestro poder es ahora mío y he tomado toda la esencia de algunos de vosotros, como es el caso de vuestra amiga Judith -os responde con una sonrisa llena de frialdad -su poder me servirá para destrozaros -culmina Mara mientras los orbes que os rodean cambian su tono y color, tornándose esféricos y oscuros. Poco a poco las esferas aumentan su tamaño progresivamente, adquiriendo una naturaleza viscosa. Cuando las pelotas de energía alcanzan el doble del tamaño de vuestras cabezas se lanzan directamente a por ellas, tras una señal de la mano de Mara.

Pese a estar tratando de destruiros, la autodenominada "Dama de los sueños" parece estar distraída con otros asuntos, tratándoos como algo secundario, un problema sin demasiada importancia.

El tiempo se agotaba, nuestra rival parecía distraída y nosotros estábamos debilitados ¿se consideraría entonces un combate justo?

Los orbes estaban a punto de impactar con nosotros, debía tomar una decisión rápida o nuestra existencia sería eliminada. Cerré los ojos y apreté el puño concentrándome en las arenas del desierto que tanto me habían hecho sufrir durante el sueño. Sabía que no tenía poder para atacar, pero quizás aún me quedaba un remanente para defenderme, para defendernos, para urgir el plan.

La intención era clara: generar una barrera de arena que nos protegiese, un muro de contención que nos separase de Mara. Perdería la oportunidad de atacar, pero prefería mantenernos a salvo el tiempo suficiente para averiguar el punto débil.

- ¡Voy a intentar contenerla!¡Aprovecha y busca alguna manera de cortar el flujo de energía! -

Como hecho en falta su espada en aquel momento Raciel... si la tuviera con ella las cosas serían muy distintas... Pero no había tiempo para lamentaciones, había que actuar, en especial ahora que Mara confiada, no les prestaba toda su atención.

- Yo voy a intentar hacer algo...- le comentó a su compañero mientras este trataba de crear una barrera defensiva.

Una de las creaciones de Raciel era la prestidigitación y la manipulación... lo único que necesitaba era encontrar algo que le sirviera como arma, atraerlo hacia ella o bien hacia Mara para herirla y ganar más tiempo. Raciel miró a su alrededor en busca de algo punzante, un objeto afilado o algo pesado con lo que poder atacar... su voluntad siempre había sido fuerte, muy fuerte y los objetos siempre la habían obedecido, alargó una mano concentrándose

Mara suelta una carcajada al notar vuestros esfuerzos para defenderos de ella y atacarla -No podéis dañarme, ahora soy muy poderosa y vuestra fuerza no tiene nada que ver con antaño. Vuestra época como grandes guerreros ha concluido, ha llegado mi momento -ruge mientras el par de esferas se lanzan contra vosotros, siendo detenidas en el último momento por la barrera de arena que crea Aquibaat.

La defensa parece surtir el efecto esperado y el golpe de Mara no logra traspasar el muro de arena, que bloquea el contacto y la visión de vuestra enemiga. Raciel aprovecha la interrupción para buscar un objeto que manipular, hallando su arma en los escombros de una de las extrañas tumbas, parcialmente destrozada, vacía y libre de conexión con la celestial. La guerrera comienza a alzar los escombros, preparándolos para ser lanzados, cuando el muro de arena de Aquibaat comienza a tornarse de un color negro viscoso, derrumbándose ante vuestros ojos. Raciel aprovecha el instante para lanzar una lluvia de escombros contra Mara. Sin embargo, a medio camino las esquirlas y fragmentos son interrumpidos por el manto de arena negro, que se alza como un líquido viscoso ante las órdenes de la Dama de los sueños.

Casi todo vuestro poder es ahora mío, al igual que el del resto -brama mientras la masa viscosa comienza a extenderse por la habitación, acercándose a vosotros. Los fragmentos de piedras comienzan a emerger del fango negro, lanzándose a gran velocidad hacia vosotros -Dejad de molestarme y morid de una vez.

Odiaba comprobar como mi propio poder era usado en mi contra, ni siquiera mi hermana pudo hacer algo al respecto ¿realmente estábamos acabados?¿era este el final que nos merecíamos?

Miré mis manos que sin darme cuenta estaban temblorosas ¿era miedo?¿o quizás impotencia?

Ya había aprendido la lección: la confrontación directa no servía de nada. Estábamos prolongando una muerte segura, pero debía existir una salida, una alternativa... comprobar los restos de sarcófagos derruidos hizo que la idea de romper el vínculo fuese más fuerte.

- Hermana, es ahora o nunca. No podemos enfrentarnos de manera directa, está acabando con nosotros. No sé si será lo correcto, si mis actos conllevan a nuestra perdición espero que sepas perdonarme... -

Dicho aquello me giré bruscamente para centrar mi atención en los sarcófagos que aún permanecían intactos. ¿Mi misión? dejar que el agua arrase con la roca.

Extendí mis brazos buscando que chorros a presión de agua emergieran de entre mis dedos con la idea de destruir los sarcófagos que todavía mantenían un vínculo con Mara, quizás si eliminábamos la fuente de poder...

El ataque de Raciel no había tenido ni mucho menos el efecto que ella había deseado... así no conseguirían vencer... sólo morir, mientras apretaba los puños con impotencia vio como Aquibaat volvía a tomar la iniciativa. Tenía a razón, ahí estaba el truco, si cortaban la fuente de alimentación de Mara al menos conseguirían evitar que se siguiera nutriendo del resto de sus hermanos.... podrían morir, pero también despertar, era un riesgo que había que correr.

- No hay nada que perdonar... puede ser nuestra única oportunidad... trataré de darte tiempo-​ le dedicó una sonrisa para a continuación concentrarse... su antigua arma había perdido su alma devorada por la voracidad de Marca, los restos de lo que fue su orgullosa espada de luz, yacía inerte en su diestra... aferrando el mango concentró todo lo que le quedaba... su esencia eran la luz, la justicia y la valentía... con ello forjaría un nuevo arma, un arma que le permitiera combatir la oscuridad, aunque fuese una vez, aunque fuese lo ultimo que hiciera.

Fue entonces cuando una imagen acudió a su mente.. la imagen de una especie de látigo extensible bendecido por la luz... un látigo de metal acabado en una púa con lo que expiaría la oscuridad.

El fango oscuro se extiende hacia vosotros, preparando decenas de pinchos listos para ensartaros. Mara solo hace un leve movimiento de su dedo para que la sustancia viscosa vomite sobre vosotros la lluvia de muerte.

Raciel, usando su poder a través de un látigo luminoso, comienza a detener las andanadas. Su cadena se mueve de un lado a otro, deteniendo los dardos en seco o destruyéndolos con su brillo incandescente. Mientras tanto Aquibaat reúne en sus dedos torrentes de agua y los lanza contra la sepultura que tiene más cerca.

El látigo continúa su movimiento pero Raciel no puede evitar que algunas andanadas sobrepasen su protección y vuelen hacia vuestro lado de la estancia. Una docena de ellas impacta en la angelical portadora del látigo, la mayoría rebotando en su armadura. Sin embargo, dos de ellas consiguen herir al ángel, una clavándose en sus alas y otra haciendo una herida en la rodilla. La nube de puas es demasiado numerosa para Raciel, que ve su final demasiado cerca. 

Aquibaat, por su parte, logra que el agua a gran presión dañe la tumba. Se percata de que, al destruir y dañar los símbolos inscritos en ellos, el vínculo que une la energía con Mara se debilita. Finalmente, cuando el féretro se ve demasiado dañado, el enlace con la Dama de los sueños se evapora y un torrente de pura energía emerge de la tumba, disipándose entre vosotros.

La distracción causa el efecto deseado y las puas de Mara se derrumban en su mayoría mientras que su dueña vuelve a centrar su atención en vosotros -¡Deteneos! Las puertas del Paraíso fueron selladas tras la guerra, por razones que desconozco. Nuestra esencia y energía ya no está vinculado con el Paraíso, razón por la cuál no habéis recuperado vuestras fuerzas en el largo sueño. Si destruis a vuestros hermanos sus energías quedarán a la deriva, sin que puedan volver al origen. Los estaréis matando -concluye Mara dejando que su fango oscuro se reagrupe entorno a su trono, dejando de atacaros.

La situación se había vuelto muy vertiginosa en cuestión de segundos. Cuando vi como hirieron a mi hermana no pude sentir más que impotencia por no hacer más por evitarlo. Por fortuna, el hecho de que la destrucción de las estructuras implicase la desaparición del sello que permitía la extracción de energía nos daba una clara ventaja ¿pero cual era el precio?

Mara hablo sobre el paraíso, sobre las consecuencias de nuestros actos... ¿qué mal era mayor?¿la muerte de mis hermanos o los planes de aquella criatura con aires de superioridad? No podía tomar la decisión solo... necesitaba la aprobación de mi compañera.

- Hermana... no tenemos mucho tiempo... ya has visto que podemos cortar el flujo de poder... aunque eso suponga... - hice un silencio revelador.

- Si lo aceptas, terminaré lo que he empezado, aceptando las consecuencias - esperé una respuesta por su parte, tampoco teníamos mucho tiempo.

Las heridas sufridas por Raciel en el ala y la rodilla acentuaron el cansancio que pesaba sobre ella, el arma creada le había resultado muy eficaz pero era consciente que el veneno inoculado a través de las espinas mermaría aún más sus capacidades para un nuevo ataque.

 Con la respiración entrecortarda escuchó a Mara y a su hermano... miró entonces al resto de ataudes... no queria que el resto de sus hermanos muriese y en cierta medida parecía que Mara llevaba razón en lo de la acumulación de energía y en el Paraiso... necesitaba respuestas.

- Hermano...- miró a Aquibaat hecha un mar de dudas- respetaré siempre tus decisiones pero también necesitamos saber por que Mara está haciendo esto...- miró a la increpada en busca de respuestas- ¿Por qué? ¿Por qué estás acumulando la energía de nuestros hermanos? ¿Por quien luchas? ¿Qué ha pasado con el Paraiso?