Partida Rol por web

Warhammer 30.000: La Gran Cruzada

Trasfondo

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11/07/2018, 22:51
Aegror (Legio IV)

(quizás Vulkor aseguró haber matado a Aegror pero en realidad pasó otra cosa que acabó con Aegror muerto: en la Herejía de Horus lo hacen todo el rato)

Es que si quieres vender 30 y pico libros o reinventas la historia varias veces o no da pa mas XDDD.

Bueno, voy a darle vueltas a ver qué puedo hacer. La realidad es que lo que tenía pensado era muy independiente, no metía a ningún otro personaje. A ver si se me ocurre alguna manera de reajustar la historia sin tener que reescribirlo todo de nuevo.

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17/07/2018, 20:56
Nicola, la Montaña

Búsqueda.

La colonización de Terra había concluido sin más complicaciones y los secretos que había mantenido ocultos ya estaban completamnete descifrados e implementados al servicio de los Robles Eternos, sin embargo su primarca no estaba contento. Nicola se había encerrado en el Palacio Imperial y había congregado a todos los astrópatas a su disposición con un único objetivo, localizar al Emperador.

Molesto como estaba, Nicola se paseaba entre ellos con su hacha de energía en la mano y ya había varios cuerpos destrozados. Eran aquellos que habían caído presas del cansancio y, por lo tanto, habían sido escogidos para dar ejemplo al resto, pero no eran los únicos que estaban buscando al antiguo líder de la humanidad. La Montaña también tenía a todos los servidores disponibles analizando toda la información que había quedado atrás, una pista mucho más improbable pero una que no podía ser ignorada, porque en estos momentos, cualquier pista haría que cayera toda la fuerza de la legión sobre aquel destino.

- Señor.. - un astarte había penetrado en la sala y llamado su atención - Ya hemos enviado un mensaje a Nimrod Arcturus exigiéndole que revele la localización del Emperador, pero dudamos que lo haga.

El primarca era de la misma opinión. Nimrod jamás diría nada, pero tampoco lo alojaría en ninguno de sus planetas porque sabía que iría a por él y acabaría con ambos. Su mejor opción era ocultarlo.

- Enviad al Oficio Asesinorum a sus planetas. Pienso encontrarle antes de que esta guerra acabe y obligarle a mancharse sus propias manos.

- ¡Sí señor!

Aseguró el Roble Eterno y antes de que saliera de la habitación, un nuevo golpe de hacha bajo sobre la cabeza de un nuevo astrópata partiéndolo por la mitad.

- ¡Me estoy cansando de vosotros! - rugió - ¡O me entregáis el nombre de dos planetas en los que podría estar amtes de una hora u os mataré a todos!

Que perdiera la capacidad de viajar rápidamente a otros segmentums era un detalle menor en estos momentos. Además era evidente que necesitaban una motivación extra para acabar con su trabajo.

Destrucción.

Las atenciones del primarca terminaron diendo sus frutos cuando la mitad de los astrópatas que había congregado dieron el nombre del segundo planeta, ¿pero por qué dos?, la respuesta era sencilla. Hacerles hayar un único rastro podría haberles dado esperanzas de engañar a Nicola, así como tener probabilidades de ser uno falso, obligarles a dar un segundo candidato, conforme les iban diezmando, reducía la posibilidad de errar.

El primero de los planetas, apenas había tardado en aparecer tras las primeras muertes y condenado a sus habitantes. Venus estaba lo suficientemente cerca para alcanzar la "protección" de Duncan. Que fuera un estercolero incluso ayudaría a evitar miradas indeseadas.

V'run por contra, era una opción más arriesgada por el simple hecho de que estaba muy alejado de Terra, pero en cuanto los astrópatas lo dieron como el siguiente candidato, su futuro equivaldría al de un montón de polvo.

- ¡Cargad torpedos fotónicos y de dos etapas! - la voz de Nicola sonaba por todos los altavoces de la flota de los Robles Eternos - ¡No habrá lugar en el que pueda esconderse hasta que de la cara!

La rabia y la furia que ahora estallaba en sus palabras tenía un único destinatario, aquel a quién antiguamente había llamado "Padre" y al que ahora se refería como el "Cobarde".

- ¡Destruiremos a todo aquel que otorgue cobijo al Cobarde! ¡Le obligaremos a salir a la luz y luchar! ¡Nadie descansará hasta que le haya cercenado su cabeza o el haya cortado la mía! No pararemos hasta que sus manos queden manchadas por la sangre de sus hijos o su cuerpo yazca sin vida... Le seguiremos, le acosaremos y lo derribaremos y, si es necesario, lo haremos... ¡POR TODA LA ETERNIDAD!

Tras el juramento, un millar de naves salieron hacia sus destinos, dispuestas a destruir aquellos dos planetas que únicamente presentaban unas leves sospechas de guarecer al Cobarde, el Padre de los primarcas, el Emperador de la Humanidad.

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24/07/2018, 10:20
Ark'sul

La toma de Moravec

Karistheas al final había cedido a la presión de dos de sus hermanos de tomar Marte junto con los Heraldos. Él era el único de los Caballeros Andantes originales que quedaban y algo en él le decía que no tenía sentido ya tomar Marte porque el único que podría haber desentrañado todos sus secretos era su padre genético muerto; pero un día pareció haber cambiado de opinión por completo y arengó a uno de sus hermanos a que fuera junto con dos compañías completas a apoyar a los Heraldos, que él se uniría en cuanto terminara de hacer algo en el planeta Drokon, algo que era la continuación de los estudios de Ark'sul y que podía terminar su labor al encontrar los secretos de Marte.

Aun con la ausencia de su primarca, los Caballeros del Arca se seguían coordinando de una forma eficiente y rápida si tenemos en cuenta el escaso tiempo que tardaban en llegar las órdenes en comparación con las demás legiones. Algunos decían que tenían un sistema propio de comunicaciones mientras que otros alegaban que era lo único que podían hacer esos falsos astartes.

Sí, algunos les llamaban falsos astartes porque la mayoría de sus guerreros eran mecánicos por completo, creados a base de tecnología y yendo un paso más allá de los servidores hacía que se conectaran a las órdenes de un astartes de verdad, lo que hacía que su número se multiplicara y que las bajas no fueran tan importantes, pues siempre se podían hacer más máquinas.

La batalla de Marte fue una atuéntica pesadilla de fuego y sangre. Si el planeta hubiera sido un paraíso no habría sobrevivido a esa batalla que duró semanas enteras. Primero la toma de una cabeza de playa en un punto en concreto del planeta para estar algo alejados de cualquier lugar defendido, pero fue complicado por las defensas orbitales y el despliegue de Caballeros y Titanes junto con legiones skitariis. Cada centímetro ganado por los astartes contaba decenas de vidas y millones de munición, las naves bombardeaban los puntos de reparación de los titanes para evitar que estos pudieran reabastecerse y, así, forzarles a usar sus armas con mayor mesura, los tanques corrían por las arenas rojas disparando a los caballeros mientras que los módulos defensivos prefabricados aseguraban un punto de desembarco para las fuerzas que acompañaban a esos dos capitulos, gran cantidad de unidades mecánicas de diversos tamaños diseñadas para acabar con objetivos grandes.

Tardaron cuatro días en poder decir que habían asegurado la cabeza de playa.

Luego empezó la persecución. Los conocimientos de los Caballeros del Arca sobre las infrastructuras marcianas hizo que las tácticas de los Heraldos fueran casi perfectas, atacando los puntos débiles de forma sistemática y sabiendo como tenían que cortar las líneas de suministros para así poder ser más efectivos. Con cada puesto que tomaban se hacían con gran cantidad de recursos valiosos de todo tipo para la batalla que se avecinaba. Los hijos de Ark'sul habían ejercido más como asesores en tácticas que como guerreros hasta que llegó el asalto a esa gran fortaleza del Fabricador General. En ese momento sí se lanzaron a la batalla, luchando codo con codo con sus hermanos mientras morían y caían junto a ellos en un intento de abrir una brecha. Si la brecha al final se abrió es algo que ningún Caballero del Arca presente supo, pues todos cayeron bajo el fuego de titanes y skitariis mientras preparaban las cargas de demolición en el punto débil.

Pero todo eso era un engaño.

Karistheas había dirigido a un grupo de sus Caballeros del Arca y de Heraldos hacia las infames bóvedas de Moravec. Había usado las dos primeras semanas de batallas como distracción para acudir y abrir dichas cámaras gracias a los conocimientos que obtuvieron de los laboratorios secretos del Himalaya en Terra. Nadie sabía como los habían obtenido pues ningún Caballero había pisado Terra; pero el caso es que habían abierto el mayor depósito de conocimientos prohibidos del Imperio.

-Conectad a Sul para que encuentre lo que buscamos -fue la orden del Caballero que había dejado a un lado su mangual y escudo por un mandoble enorme de color gris piedra y con unas runas extrañas grabadas. Durante otra semana estuvieron introduciendo una gran cantidad de material tecnológico en ese lugar mientras construían un enorme cuerpo mecánico de casi tres metros y medio de altura y grande casi como un dreadnought. A ese cuerpo lo revistieron con piezas de blindaje parecidas a una servoarmadura artesanal que estaban haciendo en ese mismo planeta mientras que multitud de siervos y servidores trabajaban alrededor de la sala.

-¿Estás seguro de que puedes hacer lo que dices? -preguntó un tecnomarine de los Heraldos. Karistheas no se preocupó en aprenderse su nombre, ni el de los otros primos astartes que les acompañaban a ese lugar- quiero decir, si estás tan seguro, ¿porqué no lo habéis hecho anteS?

-Porque no es necesario, nosotros no hemos tenido una pérdida como la vuestra -explicó el Caballero Andante- verás, a diferencia de mis hermanos, yo he investigado las energías y ciencias del empíreo y como afectan en parte a nuestro mundo. Eso lo aprendí de los Leviatanes que eran nuestros primos más cercanos a ese mundo de la Disformidad, pero no lo llegaban a comprender por su obsesión con la superstición y sus bailes rituales. Ese lugar, el Empíreo, es una fuente de energía infinita que puede aprovecharse para realizar los mejores avances científicos y milagros médicos.

Un grito hizo que el Heraldo se girara y pudo ver como uno de los Caballeros del Arca acababa de decapitar a uno de los Heraldos, pero no pudo hacer nada antes de verse atravesado por esa enorme espada de Karistheas.

-Verás, nosotros no lo necesitamos porque nuestro padre sigue con nosotros. Ark'sul trascendió más allá del cuerpo y nos dejó una parte de él en Sul, nuestro guía. Mi padre es el auténtico Omnissiah y es el único que comprendió muchas cosas. Desde el día que pisamos estas cámaras me ha ido guiando para hacer algo que se necesita, algo que este maldito universo necesita y es alguien que se encargue de restaurar todo esto y solo hay un ser capaz de hacerlo, por eso necesito vuestra sangre, porque en realidad es la suya.

Un total de catorce Heraldos fueron sacrificados mientras los siervos entonaban extraños cánticos que combinaban palabras en el idioma natal de los Heraldos, chorros de código en technalingua y una lengua extraña y desconocida que habían aprendido de los aliados de Eon. Las cámaras se cubrieron de oscuridad y una gran cantidad de risas y gritos llenaron la sala, seguidos de ruidos desgarradores mientras que los siervos y servidores iban siendo segados por los entes que estaban entrando en ese lugar. Karistheas caminó hasta la máquina que estaban creando y se arrodilló ante ella, sentándose sobre los talones y ofreciendo la espada hacia esa máquina.

Catorce fueron las ocasiones en las que un ser hirió al Caballero Andante, pero la herida se sanó casi al instante. Catorce fueron las veces que el hijo de Ark'sul podía haber muerto, pero no lo hizo, pero solo una vez fue la que temió de verdad. El torso de la máquina se iluminó y en su interior unos ojos refulgieron como nunca lo habían hecho un instante antes de que esa máquina moviera un brazo y empuñara esa espada que él ofrecía.

-Este arma es una ofrenda para que domines el Imperio que te necesita. Vos cuidasteis de nuestro padre y después de nosotros, nos trajisteis aquí y nos disteis acceso para descubrir el conocimiento que se quería ocultar y las mentiras que el Emperador dijo; pero esta galaxia necesita de un líder firme y no creo que Eon esté muy dispuesto a gobernar mientras que Duncan el Traidor sigue vivo. Vos sois el único que puede gobernar esta galaxia, Señor Vulkor.

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24/07/2018, 12:18
(Legio XVI) Eon de Sycorax

EL NUEVO RUMBO

Se reunieron en el strategium de la Horizonte. Los xenarcas de la XVI Legión destacaban por la riqueza de sus atuendos y por sus armas estrafalarias. Entre ellos, videntes y autarcas; arcontes y hemónculos; hrud y demiurgos; piratas mutantes y abhumanos de toda especie y condición. Y en el centro en lo alto de un estrado, de espaldas a sus tenientes, Eon contemplaba el infinito.

El primarca meditaba. La Flota del Terror se estaba reuniendo después de sus últimos ataques. Las bodegas a reventar de botines, reliquias de otras legiones y trofeos macabros. ¿Cuál sería el siguiente paso?

El Príncipe Corsario estaba diseñado para la guerra. Su mente calculaba de forma instintiva los patrones de cualquier conflicto y sabía que se había producido un punto muerto. Duncan no podía proclamarse señor de la Humanidad sin quedar en entredicho; las batallas no habían sido lo bastante concluyentes. La trascendencia necrontyr de los Caballeros del Arca aún estaba incompleta; y, según los rumores, en vez de alzar a Ark´sul como uno de los Trascendentes, los hijos de la Araña habían decidido replicar la tecnología del Emperador y fabricar un Trono como el que Eon había visto en sueños. La influencia de la disformidad se extendería desde Marte a través de los dominios imperiales. 

El corazón de Eon le pedía regresar al Halo. Perderse en las profundidades del Segmentum Pacificus y olvidar para siempre aquel mal sueño llamado Cruzada. Aún así…

—El mecanismo desarrollado por los Caballeros del Arca en Marte podría reemplazar a vuestro Astronomicon —decía la vidente Naim—. Para bien y para mal.

—Te refieres al Gran Devorador —Eon conocía bien las leyendas sobre aquella plaga de más allá de la Galaxia.

—Podría llegar en cien años, en mil o en diez mil, pero vendrá. Una sombra en el Sha´eil; una sola voz formada por billones de almas. Un Enjambre que no cesará hasta devorarlo todo. Vimos las primeras profecías cuando vuestro Emperador mon-keigh se reveló a la Galaxia. Ahora la señal es residual, pero aún es potente. Una luz carmesí en mitad del vacío; un faro que guiará a los depredadores que vagan por el espacio.

—Noto reproche en tus palabras, bruja.

—Los slann os advirtieron que no compartierais los secretos de los necrontyr. Son nuestros enemigos ancestrales y su poder es el de la misma Muerte. Ahora vuestra Araña va camino de convertirse en un Devorador de Soles y vuestro hermano el carnicero se ha transformado en la nueva baliza para el Gran Devorador. ¿Qué habéis ganado, Eon de Sycorax?

Una Galaxia sin dioses. Un tirano sacrificado. Los secretos alquímicos de los primarcas y la semilla genética, abortados para siempre. El Emperador estaba muerto, y con él la mente capaz de tramar la Gran Cruzada. Duncan podría ir aplastando los reductos traidores con el paso de los años y los siglos, pero un primarca no era veinte. Y ni veinte primarcas habrían conseguido imitar el genio del Emperador.

Volverá —dijo la vidente como si hubiera leído el pensamiento de Eon—. El Niño Estelar descansa en el Empíreo por ahora, pero volverá a hacerse de carne. A menos que consigáis destruir su esencia…

—Con la Hoja del Silencio.

Estaba en manos de los Caballeros del Arca. Un filo capaz de abrasar la esencia psíquica. Capaz de deshilachar para siempre las almas y su resonancia disforme. Un arma que debía ser empuñada… por nadie. Por un ser sin alma ni eco en el más allá. Por una máquina, o un paria.

¿Los hijos de la Araña estarían a la altura?

¿Qué le importaba a Eon? Aún podía poner rumbo al Halo. Más allá de la luz mortecina que manaba de los mecanismos de  Marte. Lejos del hambre del Gran Devorador, de la guerra y tal vez del mismísimo Emperador cuando resurgiera como un ave fénix. El Rey Pirata no ganaba nada quedándose. Que fueran otros los que lucharan por dominar la historia la Galaxia. Eon de Sycorax no servía a nadie, ni siquiera al Destino.

La guerra había acabado. Sólo quedaban unos cuantos aspirantes peleándose por las cenizas. Y una larga agonía que terminaría con una espada negra atravesando al Emperador o con él despedazado por las fauces del Enjambre que los eldar habían previsto. Claro que… ¿y si un ser como el Emperador era devorado por aquella mente colectiva tan inmensa? ¿Y si era asimilado no sólo él, sino su poder psíquico, sus conocimientos y sus recuerdos? El Gran Devorador y el Emperador convertido en uno solo. Un ente capaz de consumir todas las galaxias, toda la creación.

Eon golpeó el cristal de observación, que se resquebrajó, y se giró para dar la cara a su consejo de guerra.

Nos quedamos —ordenó—. Dad la orden a la flota: que arda la Galaxia

Nadie unificaría el Imperio; nadie prepararía el terreno para el nuevo Emperador. Mientras tanto, Eon imitaría a la XX. Infiltraría a todos los bandos; los destruiría desde dentro. A través de la codicia, la intimidación, los sobornos y las intrigas. Emplearía el comercio, la sangre del Imperio; la guerra, su combustible. Intentaría captar de nuevo a los Caballeros del Arca y desmantelar el nuevo Trono. Sabotearía cualquier intento de replicar los proyectos genéticos del Emperador. Esperaría al Niño Estelar, con sus tentáculos extendidos, listos para cerrarse en torno a él y darle la bienvenida con el filo de una espada negra. Una espada que, si los hijos de Ark´sul no empuñaban, tendría que empuñar él el persona. Una espada que tendría por nombre Aliathra.

Siempre había tiempo para huir.