Partida Rol por web

-Fantasías, describes mundos de fantasía de los que todos quieren leer pero pocos estar presentes, ¿verdad? -sonrió ante el comentario de amar y poseer- pero nuestro deber es poseer lo que por derecho pertenece a Padre -sonrió ligeramente- aunque seamos nosotros los que tenemos que tomar las decisiones, ¿verdad?.

Rió ante el comentario de estar enamorado de su propia leyenda. Si había algo que describiera a Eon, era precisamente esa frase, un oirata enamorado de su propia leyenda.

-Ya tengo suficientes herreros en mi legión, creo que me decantaré por ese tal Karskasy aunque nunca he entendido la poesía, ¿crees que seria capaz de explicármela? -una alarma surgió del comunicador de Ark'sul y hubo un intercambio de chirridos en tecna-lingua- lo siento, hermano, creo que me reclaman para supervisar los últimos cargamentos de mi flota. Espero verte pronto en el fin del universo donde nadie más ha estado -ofreció el brazo para estrechar el de su hermano como hacían los guerreros- bendeciré tu navío en lo que lo preparas.

J'run
Monumento a la victoria

Dos capítulos enteros de marines de la 18va habían descendido al planeta, encabezados por su primarca. Leucas vestía su armadura de artífice, decorada con los tallados tribales de su planeta adoptivo, y portaba su arma "Cazadora de Dioses" en su mano izquierda. Detrás del primarca y sus legionarios, y representantes del nuevo gobierno planetario, se alzaba una estructura de piedra cubierta en andamios y rodeada tanto por humanos como servitores. Según había mencionado uno de los nuevos políticos del planeta, la construcción aún tardaría uno o dos años solares más en finalizarse. 

Leucas no dio importancia a la estructura. Lo que sí había llamado su atención, por el contrario, era el lugar donde se encontraba parado en ese preciso momento. Anteriormente, recordaba el primarca, en ese punto exacto era donde habían lanzado el ataque final, junto con sus hermanos de la 16ta, contra el kaudillo del planeta y su tropa elite. Ahora, una península artificial suplantaba la isla tambaleante de los orkos. Leucas alzó un poco la mirada; la superficie del mar tenía un color más oscuro del que recordaba, y columnas de humo se alzaban en diferentes puntos a la distancia. Lo mismo ha pasado con Krakatoa? Se preguntó a sus adentros, ante la imagen que tenía delante de él. Echó un vistazo hacia atrás, hacia los legionarios que le habían acompañado. Estarían ellos pensando lo mismo? 
Ahogó las ideas en las profundidades de su mente y se enfocó en el ahora, en el aquí, y en el porqué de pisar nuevamente aquél planeta: Eon.

Planeta Tanith.

Coordenadas de lugar de encuentro clasificadas.

Motivo Clasificado

Ark'sul estaba nervioso, nervioso y alterado, pues acababan de suceder muchas cosas. No solo habían descubierto ese imperio piel verde de Ullanor, el mayor jamás visto, sino que había encontrado un artefacto y tenía en su poder los planos de la PCE descubierta por Duncan; pero estaba nervioso por lo que habia visto, por como estaba su hermano ahora mismo.

Había dejado a su flota al mando de los Caballeros Andantes mientras cogía una pequeña fragata para ir al encuentro de su hermano. Esta pequeña nave no tenía denominación de clase, aunque se parecía a las Sable, era única en su estilo creada por Ark para su uso personal en momentos como este. Toda la tripulación eran servidores más mecánicos que humanos, incluso algunos eran completamente mecánicos. Toda la nave se dirigía por él conectado a un trono como los de los princeps de los titanes, y un navegante y un astrópata. Estos dos humanos tenían mucho más que perder si hablaban que de ganar, por lo que nunca dirían nada. Una vez en órbita, dejó el trono y se dirigió a su lanzadera y bajó a tierra. Su navío no podía irse sin él.

Aterrizó en la zona acordada y bajó de su nave mientras buscaba con la mirada a su hermano, al cual suponía ahí pero ahors mismo no veia.

-Vamos, Eon. No me gustaba nada como aparecias en el Consejo. Vamos, vamos, vamos...

La mirada de Magnar se poso sobre su hermano "pequeño" con algo de inquietud y respeto, para volver en breve a su seriedad habitual.-Hermano como bien sabrás padre nos concedió a cada uno de nosotros un don único e inimitable, el mio fue poder ir y volver sin caer en la locura ¿cual es el tuyo? Imagino que tú debes ser el navegante entre los nuestros.- por un momento alzó la cabeza hacia el cielo perdiéndose en la inmensidad de sus recuerdos antes de retomar la palabra.-Como bien dices no solo los eldar conocer esas viejas leyendas, Sha´eil es un termino que se queda corto para lo que allí encontrarías. No es solo, el qué, ni el quien o el como también es el cuando y una vez comprendes eso es como estar perdido en un mar infinito sin unas reglas definidas pues estas pueden variar en un ápice. Es una una perfecta telaraña galáctica que reverbera ante el flujo constante del latir del universo, pero padre me ha prohibido rebelar más de lo que he visto por el aprecio que os tiene. Al carecer de mis dones la verdad del espacio disforme podría haceros enloquecer.

No sabría si llamarlos espectros, pero esta claro que hay algo vivo más allá pero no vivo en nuestros términos sino en los suyos. Era como estar encerrado dentro de un ser consciente pero invisible, una fuerza incomprensible la cual debe ser un pozo infinito de conocimiento estelar, tal vez a lo largo de los milenios logremos desentrañar sus secretos. Pero mientras nos quedarán tus estrellas hermano, el navegante y sus hijos serán los que un día nos llevaran a los confines del universo.-le miró casi con lastima, como si supiera lo que estaba por venir o como si pensase en algo que se escapaba al entendimiento del primarca corsario.

-Sí; el Destino está escrito, eso piensan también los eldar. Aunque creo que tú te referías a inercias biológicas y sociales, y no a profecías -sonrió-. Es esa carga la que me resulta... inquietante. Padre ha creado a seres capaces de captar el infinito. Todos tenemos un poco de su perfección. Somos las constelaciones que él intenta abarcar cuando extiende la mano hacia las estrellas. Tú eres Aquila, eso es evidente, y has heredado sus mejores virtudes y, creo, pocos de esos defectos de los que nadie habla -lanzó una risita-. Lo que Padre puso en mí no está claro, pero, ¿por qué hacernos así? ¿Por qué crear seres tan inmensos y convertirlos en sus verdugos? Cualquier regimiento puede aplastar orkos, y podría haber creado las legiones sin primarcas partiendo de su propia simiente genética, ¿por qué fabricar un puñado de pequeños monstruos como nosotros? ¿Por qué sólo a nosotros?

Eon quería compartir la confianza de Duncan, su... su fe, a falta de una palabra mejor. 

-Es solo que me cuesta verlo, Duncan. Toda mi vida contemplé cómo la guerra no es más que otro engranaje de la opresión, un motor que asegura grandes fortunas para unos pocos y grandes miserias para la mayoría. Privilegios, tiranía... no cambiamos nada de eso. Son las arcas de Padre las que se llenan y es cierto que Él es un gobernante justo, pues desde donde él está es difícil ver a los campesinos, los obreros de los manufactórums o las prostitutas; estoy convencido de que ayudamos a la Humanidad en su conjunto librándola de sus religiones y de los peligros de la Vieja Noche, pero las cadenas siguen ahí, el expolio.

Luego puso una mano sobre el hombro del Señor de la Tormenta.

-Me halaga que hayas decidido mostrarme ese as en la manga entonces. Prometo no traicionar tu confianza.

Eon se encontraba en una de las playas que rodeaban el monumento en construcción. Su escolta era reducida: había dejado su flota en la órbita de Tanith lamiéndose las heridas de Laeran. Un centenar de astartes le acompañaban, pero el resto estaban muy ocupados tratando de organizar el repliegue y la contraofensiva. A decir verdad, había estado a punto de cancelar su encuentro con el Tiburón.

Y eso habría sido una pena. Sólo con ver aparecer al Leviatán sosteniendo su Cazadora de Dioses, su rostro se iluminó con una sonrisa. Eon acudió a abrazar a su hermano, vestido con poco más que retales de su antiguamente gloriosa armadura, pero así era como lucía: su legión estaba vapuleada y él también.

-Mira lo que ha traído la marea -sonrió el Corsario-. El monstruo marino que devoró a los orkos que plagaban este océano. Te agradezco que hayas acudido, hermano, ¿cómo luchan tus legionarios j´runitas? Los míos nos honran con su sangre y la de nuestros enemigos.

Las lecturas del áuspex mostraron la situación de la 27ª Expedición. Lo que al principio parecía ser la avanzadilla resultó ser la flota al completo. La Horizonte estaba en el centro, como una ballena herida. Los trabajos de reparación parecían intensivos, y las galerías por las que la Araña había caminado la primera vez que había ascendido al espacio parecían destrozadas por los combates. Faltaban muchas naves, aunque las más insignes, como la Estrella Errante, la Prometida de Ío o la Ave de Paso seguían mostrando sus cañones, desafiantes.

Eon recibió a su hermano más querido ataviado con ropas ceremoniales, pero no con su armadura. Tampoco portaba arma alguna, salvo los anillos jokaero, impredecibles pero muy peligrosos. Una cohorte maltrecha de Bestias de Bronce, la temible escolta del primarca, ejercía de escolta ceremonial. También había reclutas con tatuajes azules y piel pálida.

-Mi hermano de sangre y hierro -Eon se olvidó de todo protocolo y se abalanzó sobre la Araña para darle un abrazo fraternal-. Te agradezco que hayas venido, sobre todo teniendo en cuenta que eres el pilar de la Cruzada en Tempestus, por lo que dicen.

-El navegante... eso me gusta -sonrió Eon-. Me han llamado más a menudo "pirata", "vagabundo" o "problema", así que agradezco que quien más acostumbrado está a ver demonios no me considere tal.

Lanzó una breve carcajada. Pero se puso serio muy pronto.

-Sé muy poco del espacio disforme, más allá de lo que necesita saber cualquier viajero. Pero lo que describes se parece a las leyendas de muchas razas viajeras, y también a lo que presienten los psíquicos, ¿no es así? ¿Entonces crees que existe una inteligencia intrínseca allí? ¿Los dioses en los que creen otras razas?

Eon siempre se había sorprendido por los cultos de especies tan avanzadas como los eldar, que seguían creyendo en sus dioses y hablaban de unos señores oscuros en el espacio disforme. Incluso daban nombres a las tormentas de disformidad y hablaban de un nuevo ser nacido con el fin de su raza: la Sedienta.

Ark'sul esbozó una sonrisa que no llegó a los ojos, pues estos seguían mostrando preocupación por su hermano más cercano.

-Si hubiera sabido del estado de tu flota habría traído una Orden para ayudar en las reparaciones -explicó mientras se acercaba hasta su hermano para saludarle como era habitual- y si yo fuera el pilar de la Cruzada Tempestus tendriamos una grave problema -añadió a modo de broma.

Paseo la mirada por toda la sala, sobretodo viendo el estado de sus sobrinos y de toda la situación, pues su hermano parecía distinto. Lanzó una mirada fugaz a esos anillos que portaba y a los reclutas tatuados.

-Me pediste que viniera y aquí estoy, hermano. ¿En qué puedo ayudaros? Lo que sea, si está en mi mano, se hará.

-Te lo agradezco, pero esto es personal -dijo Eon-. Estas bestias adoradoras del Sha´eil se han llevado a mis hijos y a mis naves, y si de algo sabemos los corsarios es de ajustar cuentas.

El Príncipe Corsario condujo a su hermano por las galerías superiores de la Horizonte, una suerte de ruta común que daba a las estancias más habitables de la nave. Artistas, civiles y siervos de la legión iban de acá para allá. La actividad era febril, pero no había desesperanza, sólo tristeza. Todos se inclinaban ante la Araña y hacían el gesto del aquila.

-Odio arrancarte de la campaña de Tempestus, pero no confío en las comunicaciones. Quiero confiar en nuestros hermanos, y creo que puedo hacerlo a título personal, pero el Consejo... retuerce la mente, y puede estar vigilado.

Se detuvo en mitad del pasillo que se suspendía sobre las cámaras de entrenamiento de los Corsarios, un espectáculo al que muchos acudían, pues podían ver a los legionarios practicando su arte mortífero.

-¿Qué sabes de la XX, Araña de Marte?

Magna se quedó en silencio ordenando su mente, filtrando que podía confiarle sin romper su palabra para con su padre.-Todas las culturas que conocemos tienen diferentes apreciaciones y diferentes nombres para lo que no comprenden, aquello que temer o algo que les supera. Yo pretendo ir un paso más allá, sea lo que sea considero que es solo "uno" pero que al ser de naturaleza disforme se presenta en innumerables formas, el porque lo desconozco aunque tal vez sea un reflejo de nuestras limitadas mentes, culturas, miedos, pasiones e inquietudes.

El termino deidad es algo efímero, obsoleto un vestigio de el ansia de nuestras mentes a categorizarlo todo. Los primarcas somos considerados como tales por los meros mortales y yo no me considero un dios, diferente si, pero no omnipotente ni omnisciente. Los eldar hacen referencia a sus antiguos dioses tal vez ellos solamente fueran sus primarcas ¿nunca te has planteado de donde saco padre la idea para crearnos?¿o la tecnología necesaria?Por mucho que neguemos a los xenos, al menos deberíamos aprender de sus errores y la mejor manera es conociendo a los que algunos han calificado de "enemigos", es mucho más fácil crear un guerra entre dos pueblos que no se comprenden que entre dos que son capaces de hacerlo ¿no crees hermano?-sonrió para si pues ya sabía la respuesta.-Me preocupa que la mano derecha de padre lidere las campañas en su ausencia, es un niño corto de miras que se ciñe a la comodidad de una orden el lugar de interpretarla por el bien de todos. Nimrod nunca querrá ver y nunca aprenderá eso le llevará al desastre tarde o temprano, bajo el yugo de todos y cada uno de los errores de los que no quiso ver ni aprender.-no eran palabras de reproche ni de odio las que formulaba el primarca, más bien te tristeza por la limitada percepción de los demás. Por ello respetaba al navegante, aquel que a pesar de las criticas de los suyos había tenido el valor para dar un paso hacia delante, hacia las estrellas en busca de un conocimiento y una perspectiva que los otros jamás tendrían.

-Nimrod no puede evitar ser como es, pero te aseguro que los hay peores. Ya conocerás a Nekriam o a Hantei, si aún no lo has hecho.

Rió en voz alta, divertido de criticar a sus hermanos.

-Dices cosas que desgarran mis propias dudas, Magnar Vulkor. Si yo soy el navegante, el Ave del Paraíso, ¿quién eres tú? ¿Qué constelación obsesionaba a Padre cuando te creó? Eres un guerrero, pero también un sabio y un viajero. Tienes el ceño de un soldado pero la sonrisa de un amigo. Emerges de las fauces del Sha´eil con correcciones para mis cálculos y dices cosas que despiertan mis viejos miedos. Tal vez me equivoque, pero, siguiendo con tu razonamiento, ¿qué otro lugar aparte del Empíreo podría permitir a nuestro padre forjarnos a nosotros? He visto las atrocidades genéticas de la Vieja Noche y ni el mejor genarca logró jamás algo como nosotros. Sólo Padre, cuya presencia resuena en el vacío y relumbra como una luz para los astrópatas. Él es un psíquico maestro, después de todo. Dime, ¿somos criaturas de la disformidad? No somos dioses, ni hijos de un dios pero, ¿venimos del lugar del que vienen los falsos dioses?

LOS PECIOS DE LAERAN

Ante la derrota sufrida por los Corsarios Estelares, la IV destacó un cuerpo de emergencia de apotecarios para ayudar a recuperar la simiente genética de la XVI y para echar una mano con los ingentes heridos. Había gran cantidad de naves quebradas en las que rescatar supervivientes, infinidad de cruceros repletos de cadáveres a los que extraer "el legado", que daría inmortalidad a la legión a pesar de la muerte de los propios legionarios.

Eon quería hablar con él y no se fiaba de los canales habituales. Le había pedido discreción absoluta. Siguiendo sus instintos de noble de ciudad-colmena, el Señor de las Máscaras se hizo pasar por uno de sus astartes para llegar cerca de su hermano, que colaboraba buscando supervivientes en la carcasa de lo que fuera el Vengador Bestia Magnífica. El Príncipe Corsario se había convertido en una figura sombría, cenicienta, aunque aún tenía una sonrisa preparada para sus hombres, y palabras amables para quienes pudieran necesitarlas.

Se mostró suspicaz y disgustado al escuchar que había hermanos peores de Nimrod, arrugando su gesto con cierto hastío.-Padre nos implantó a todos una semilla pura pero nosotros como portadores somos imperfectos, el nos dio cualidades a cada uno de nosotros aunque también eso condiciona nuestras limitaciones.¿Acaso la suma de las partes es más que el todo? No me atrevo a aventurar que seamos ese tipo de criaturas, sin embargo podemos ser influidos e incluso poseídos por ellas.

Estoy muy lejos de comprender los designios de padre y siempre he creído que es mucho más fácil dar consejos a otros que aplicarlos en uno mismo. Creo que padre debió ver en mi el Altar donde encumbrarse, o al menos eso es lo que me gustaría creer.-

-¿Profecías?-preguntó Duncan, con curiosidad, mirando a su hermano-eso suena un poco a superstición-añadió, aunque sin reproche ninguno en su voz. Al fin y al cabo, él había expuesto las historias de las Brumas sin ninguna vergüenza. Por correcta que fuera la Verdad Imperial, aquello formaba parte de su cultura y de su pasado, y no podía olvidarse totalmente-¿tú crees que hay alguna profecía sobre nosotros? ¿Y qué significa que soy el Aquila? La última vez que miré, no tenía alas-añadió, riéndose un poco por aquella horrenda broma.

-Supongo que las legiones necesitaban generales... Y algo más. Si te fijas, pocos de nuestros hermanos, por no decir casi ninguno, están realmente inclinados a la guerra. Muchos de ellos tienen intereses científicos de diversas categorías. Padre no ha creado guerreros, o no solo. Y si es eso lo que buscaba, diría que no es lo que ha obtenido-explicó, volviendo a recorrer las montañas con la mirada-sí, por supuesto, todos somos terribles. Semidioses a ojos de los humanos simples, si es que existiera tal cosa como un semidios. Pero, ¿guerreros? Aegror, por ejemplo, podría perfectamente pasar casi por un humano normal. Nuestro buen Ark'sul está más interesado en los conocimientos de Marte que en sus habilidades bélicas, diría. Sí, sin duda algunos de entre nosotros podríamos encajar más en la categoría que enumeras. Está Magnar, desde luego. Quizás Nicola. Y estoy yo-dijo, con total naturalidad.

-Puede que sea todo sonrisas y buenas palabras, Eon, en apariencia. Pero soy más que eso. Todos somos más que lo que parecemos, Padre no debe haber creado vástagos demasiado simples, diría. ¿O acaso tú eres sólo un corsario espacial? No, yo diría que eres más. Que hay varias capas debajo de esa capa exterior. En mi caso, también es cierto. Sí, soy el Alegre Duncan, alguien diplomático y fiable. Pero debajo de esa capa de amabilidad, que no por ser externa es menos verdadera, hay más cosas. Debajo está el Rey de la Tormenta, por ejemplo. Y no es un rey benévolo, te lo aseguro. El Consejo... A veces nuestros hermanos tensan la cuerda, sintiéndome a veces tentado de mostrarles otra cara, una que les iba a complacer menos. Una con un poder y una furia capaz de arrasar la Galaxia, si se le alimentara lo suficiente...-dijo. Y conforme decía eso, el tono de su voz se endurecía. En sus últimas palabras ya no quedaba rastro de amabilidad alguna, solo una fría determinación que templaba una gran furia y potencia. Sus ojos parecían haberse vuelto de un tono azul más oscuro, como nubes de tormenta, surcadas de vez en cuando por un leve destello. Sin embargo, aquel efecto apenas duró segundos, como un nubarrón que tapa momentáneamente el sol.

-Pero elijo no hacerlo. Puedo ser más que un carnicero. Y seguramente, aunque esté mal que yo lo diga, barrería el suelo con más de uno de nuestros hermanos, para sorpresa de todos o la mayoría de ellos. Pero, ¿para qué? Si me dejara llevar por mi arrogancia como hacen algunos, u olvidara que somos hermanos con un objetivo común, no lograría nada más allá de dinamitar este sueño. Y por las Brumas, creo que es un sueño demasiado bonito para hacerle eso. Quizás las cadenas permanezcan de momento, Eon... Pero creo que llegará el momento en el que las arrancaremos también. Y que, si logramos llevar adelante esta empresa, ese momento será más pronto que tarde. El Emperador... Nuestro Padre, tiene un sueño. Aquellos que le rechazan, o que no comprenden su visión como yo creo hacerlo, piensan que es fruto de un megalómano, que quiere que su poder se extienda por toda la Galaxia. Yo creo que esa es una lectura simplista, cuando no errónea-y devolvió en ese momento la mirada a Eon, de nuevo animada y sin rastro del ominoso destino que había reflejado cuando el Rey asomó.

-Sin duda, estará unida bajo su manto, claro... Pero es una unidad que busca que empujemos todos en una misma dirección, en la dirección de la Humanidad. Está arrancando los grilletes del oscurantismo y de los dogmas, que mantenían al espíritu del hombre atado. Y una vez caigan estos, otros tantos cimientos se sacudirán, estoy seguro. 

-No somos dioses -asintió Eon-. Como tampoco lo son las criaturas del Sha´eil. 

Sonrió ante su visión de sí mismo como Ara, el Altar. Sin duda tendría sentido, era una concepción hermosa.

-Y dime, Altar de la Guerra -bromeó. Al Príncipe Corsario le gustaban mucho los apodos-. Antes de que te hallaran a ti y a los tuyos en las profundidades, ¿de dónde venías? No quisiera extralimitarme, pero es tan poco lo que se nos ha revelado sobre ti... siempre he pensado que un hombre lleva mucho de su hogar consigo, no hay más que verme a mí -volvió a reír-. Así pues, ¿qué gente te acogió?

Eon rió.

-Cuando padre nos creó y nos dio forma, miraba a las estrellas, pues esos serían los dominios que debíamos conquistar -dijo-. Y de entre las constelaciones más importantes de los mythos de Terra, tomó a aquellas que representaban el papel de sus hijos. Me lo dijo cuando llegué a Terra; me hizo observarlas e intentar adivinar cuál de mis hermanos estaba escrito en el firmamento. Aunque no me reveló mi estrella, "ese será tu desafío más importante, hijo de Sycorax", me dijo. Pero al verte a ti, Señor de la Tormenta, el reflejo de las virtudes de nuestro Padre, el portador de los rayos de Iupither y Theus, sólo un signo acude a mi mente: Aquila. 

Cuando Ducan se puso más serio, Eon lo hizo también.

-Todos somos más que esta fachada -asintió-. Somos la cúspide de la ciencia arcana de Padre, Duncan; ninguno es tan simple como aparenta. Como te he dicho antes, te honra no ser el carnicero. Otros habrían caído en la barbarie. Yo no necesito que me muestres tu rostro salvaje, hermano. Soy un navegante, y los navegantes olemos las tormentas mucho antes de que se formen. 

Se volvió, haciendo ondear sus ricas pieles.

-Si cualquiera de nuestros hermanos se queda en que soy un bandido, es su maldito problema. Aunque... no sé si puedo creer en ese sueño, Duncan. Siento que lo hago por vosotros, por mis hijos, que me fueron dados sin que yo los pidiera, por las gentes de las que hablamos, que no tienen culpa de nada. Pero...

Eon no se atrevía a abrir su corazón del todo a Duncan, no con la muerte de un primarca "traidor" tan fresca en su memoria. ¿El Aquila, tan parecida a Padre, le entendería o le censuraría?

Sonrió ante la mención de altar de guerra, no veía mal que si el le había formulado chanzas estas le fueran devueltas; sin embargo su rostro se volvió duda ante tales preguntas.-Coincido, ni somos dioses ni lo son las cosas que conocemos o hemos visto en Sha´eil, pero de los queda por ver no puedo más que conjeturar.-respiró hondo antes de seguir con la conversación.-Recuerdo muy poco de mis orígenes el abrupto despertar que tuve de mi hibernación me afectó en algún modo, padre dice que no me preocupe que con el tiempo mi mente irá recordando pero por el momento son vagos recuerdos o flaxes en cierto momentos. Él ha prometido sumergirse en mi si no mejoraba por mi mismo, reconozco que mucho va viniendo a mi de forma instintiva, por eso vine aquí es lo más parecido a estar entre las estrellas. El Observatorium estimula mi mente aunque me fatiga a la par, espero poder contarte más con el tiempo hermano pequeño.-parecía sincero en su apreciación, al fin y al cabo ¿qué motivos tendría para mentir sobre algo así?

-La ayuda para las reparaciones seguirá en pie, asi como la ayuda que necesites -caminó junto a su hermano mientras hablaba de los sucesos del Consejo y no pudo evitar asentir- no creo que ninguno de nosotros esté preparado para ser un Primus inter pares; pero cads vez pienso que esa figura es más necesaria para evitar estos problemas que han surgido.

Inspiró ante la mención de la XX legión. Ark'sul no había conocido esos sucesos de primera mano pues fue encontrado después, aunque sí que tuvo la desgracia de participar en el suceso de su "hermano orko", algo necesario pero que siempre le dejaba el sabor de la bilis en la boca.

-No sé mucho, hermano, pues es anterior a mí. Sé que infiltraron legionarios en todas las legiones, sé que hubo una purga; pero no sé qué hizo o por qué hicieron eso, no se a penas nada, hermano.

Eon puso una mano en el hombro de su hermano.

-Entonces caminaré contigo por el Observatorium, y veremos si conseguimos que las estrellas te revelen algún secreto.

Alegre como un niño, el primarca, una colosal máquina de matar, empezó a pasear por entre los mapas holográficos tratando de animar a su camarada recién recuperado.

-Tal vez vengas de Cthonia; tienes algo de duro sílex en los ojos y en la piel. Pero no lo creo; fue uno de los primeros planetas que asimiló el Imperio, y se supone que Nimrod fue el primer primarca recuperado por el Emperador. O de Inwit, donde moran tribus de guerreros de hielo. O tal vez de Rynn; algunos de mis legionarios más jóvenes son de Rynn, y son hombres valientes, y las mujeres... si me interesaran las mujeres te diría que las de Rynn son las más hermosas de la Galaxia. 

Siguió haciendo lo que mejor hacía: bufonadas de pirata que ayudasen a su hermano a sentirse más cercano, y a la vez más noble, más primarca que aquel payaso que parecía un eldar y hablaba de mujeres.