Partida Rol por web

Con los ojos abiertos como platos, Kipp mira nerviosamente a aquel ser demoníaco, apretando la correa del zurrón con toda su fuerza.

-Ostias, no creo que me quede mucho tiempo aquí después de ésto. Mal presagio, ésto no puede ser bueno, no puede serlo. Vaya mierda, vaya mierda más grande. Vitel se va a enfadar, ostias que si se va a enfadar...

Me sorprendí ante el estrés de Kipp, y me sentí algo confuso. ¿Enfadar? No creo que ninguno pudiéramos hacer nada contra aquel ser... O al menos yo no me atrevería a intentarlo. No con todo lo que sabía. Pero quizá investigando podría averiguar más sobre él, seguramente eso le agradaría al príncipe.

- Imagino que si su alteza es mínimamente coherente estará bastante más enfadado con Teresa por haberse marchado. ¿Y Cohen? ¿Sabemos algo de él?

Temía que Cohen tampoco hubiera superado la experiencia. Volví a pensar en Ashley y me sentí extraño... confuso. Nunca había conocido a nadie que hubiera sufrido la muerte definitiva. Sentí lástima, y preocupación. Probablemente por primera vez en toda mi existencia.

Asomando la cabeza esporádicamente por la ventanilla contestaba escuetamente a sus pasajeros. ¡Qué le jodan a Vitel!, nos ha vendido, ¿qué coño hay ahí Kipp? Las educadas palabras de Frederick en una situación tan crítica conseguían sacar de su interior su léxico antagonista. Ni puta idea, ya se apañaran, ahora... ¡nos toca! Su tono expresó la molestia que sentía al ver que el resto de vástagos no tenían intención de colaborar contra el ser que les perseguía.

Negué con la cabeza lentamente... ¿nos toca? Definitivamente aquel pobre hombre pensaba que teníamos posibilidad de salir vivos de aquel encuentro. Desde luego la cosa parecía que iba a ponerse interesante. Miré a mis compañeros con tranquilidad esperando sus reacciones.

 - Si eso significa que es nuestro turno, creo que sigo pensando que la mejor opción es huir. Es altamente complicado que podamos realizar algún daño a un ser como éste, y no estoy convencido de que defendernos nos beneficie.

Kipp sacude la cabeza unos momentos. Tantea su bolsillo para comprobar que su móvil sigue allí, y abre el zurrón para que todos puedan ver su contenido.

El conductor aceleró siguiendo las órdenes de John y se encaminó a la autopista. Se notaba que también le iba la vida en ello y pudisteis observar cómo parecía abrir algo de brecha entre vosotros y la criatura.

Pero sólo fue un espejismo. La criatura llegó a la calle principal y comenzó una loca carrera en pos vuestra, destrozando cuanto encontraba a su paso. Algunos coches que os cruzábais en dirección contraria hacían maniobras intentando apartarse del camino de aquella cosa. Unos pocos lo conseguían, otros no, pero en vuestro beneficio, los que no lo lograban enlentecían el avance de la criatura.

Kipp abrió el zurrón en el asiento de atrás y, Frederick y Lori, sentados junto a él, pudieron apreciar el contenido. John echó una rápida ojeada también.

Dentro del zurrón se encontraba un medallón de color azul oscuro. Era una enorme piedra preciosa rodeada de muchas otras gemas de un color blanco cristalino. Probablemente la joya más valiosa que jamás hubiérais visto.

Pero todo el conjunto parecía vibrar y emitía una luz intermitente apagándose y encendiéndose a intervalos regulares. Parecía pulsar, como si fuera un corazón latiendo.

Alguno de vosotros lo reconocísteis como el Diamante Hope, la joya más valiosa del Museo Smithsoniano.

-No... no deberíamos hui...- comienzo a decir, cuando un brillo llama mi atención-. Tíralo- digo sin apenas parpadear-. Mira en qué juegos estaba metido Fuller, si él quería eso... seguro que hay algo malo. Tíralo y nos quitamos de tonterías.

Si la situación pintaba mal, discutir qué debíamos de hacer era cuanto menos oportuno, por lo que la furia crecía en las pocas palabras que conseguía decir atento a la distancia que acortaba la criatura. ¡Dejad de decir gilipolleces y echadme una mano cabezas! Tras un nuevo chequeo animó a su colega para que mantuviera el ritmo. ¡Vamos tío! nos queda poco para la autopista y le dan por culo al bicho, ¡sigue asi! Sus dedos temblaban deseosos de incrustrarle metralla en cuanto se acercara más de la cuenta.

Hummm... - Comencé a pensar a gran velocidad, me temía que aquel ser venía exactamente a por esa joya... Todo esto pintaba muy mal, pero ir juntos nos retrasaba, si nos separábamos conseguiríamos algo de ventaja aunque era algo difícil en estos momentos.

- Coincido con Lori. Lo idílico sería separarnos, pero es algo harto difícil en estos momentos... Lo mejor será tirar la joya.

Kipp entornó los ojos y agarró aún más fuerte el zurrón, cerrándolo inmediatamente.

-Y una mierda. A saber cuánto más crece ese bicho después de comerse el diamante. Y sería una cagada para Vitel admitir que han robado el diamante en SU ciudad, en SUS narices. No, no, no será así. ¡Dadme un arma! Voy a convertir a esa cosa en un colador...

Kipp empieza a bajar la ventanilla más cercana frenéticamente y pone la mano para recibir un arma.

Bajé la cabeza meditando un segundo...

- Humm... Creo, caballeros, que no comprenden el poder que alcanza esa criatura, dudo mucho que podáis hacerle ningún verdadero daño, y no me encuentro especialmente cómodo ante la perspectiva de que el automóvil entre en llamas. Por tanto, si me disculpan... No estoy seguro de que esa cosa nos persiga a nosotros... Pero pronto lo vamos a averiguar. Si me persigue os dará tiempo para escapar, y sino... Pues... Obtendremos nuestra respuesta. Saber siempre es mejor que no saber.

Y sin más, me envolví en mi gabardina y me tiré por la puerta del coche.

En un abrir y cerrar de ojos todo cambió. Frederick abrió la puerta trasera izquiera del SUV y se lanzó del vehículo en marcha. Hubiera quedado genial de no ser porque Frederick era un hombre de estudios, no de acción, y la gabardina se le quedó enganchada ligeramente en la puerta, impidiéndole aterrizar bien. Por la ventana de atrás pudisteis ver a Frederick rodando y golpeándose contra el suelo como un cadáver que acaban de arrojar por la borda. Finalmente Frederick acabó ligeramente empotrado encima del capó de otro coche aparcado.

La bestia no pareció inmutarse y apretó el paso para alcanzaros, el conductor vio a la criatura por el retrovisor y probablemente el miedo le hizo cometer un fallo que le costó el control del vehículo. La criatura os alcanzó y embistió al coche por la parte de atrás, lanzándolo como si se tratara de un juguete contra la fachada de un edificio cercano.

Después de varias vueltas en el aire, mucho ruido y varios golpes, os disteis cuenta de que seguíais todos, afortunadamente ilesos, en el interior del vehículo, pero éste estaba bocabajo en la acera frente a un portal de un complejo de apartamentos.

Estabais a menos de un kilómetro de la autopista pero no lo habíais conseguido.

John dirigió un rápido vistazo al conductor, su pierna estaba sangrando y se había dado un golpe en la cabeza. Aunque seguía vivo no estaba en condiciones de huir.

A través de los restos de la ventana trasera del coche, aún estando todos bocabajo, pudisteis ver cómo las patas de la criatura se detenían muy cerca del vehículo.

Un gruñido gutural escapó de la garganta de aquél ser y un líquido viscoso que probablemente sería baba de la criatura comenzó a gotear cerca de la puerta trasera derecha. Por ahí debía estar la cabeza del bicho.

Me sacudí gabardina, comprobando que no se había roto por el enganchón. Debía haber entrenado más mi cuerpo... - Pensé.

Cuando fui capaz de enderezarme y tras haberme recuperado un poco de la emoción del golpe sonreí disfrutando de aquel momento, había sido el más tenso de mi vida. Mi sonrisa se borró de inmediato al ver el golpe unos metros más allá. Aquella criatura no debía andar lejos. Yo entonces, seguía convencido de que lo que quería era aquella piedra, lástima que la avaricia de Kipp pudiera tener un precio tan alto.

Esperé un instante temiéndome que ya estuvieran muertos. No había mucho que pudiera hacer ahora.

Increíble, pero cierto, no lo habían conseguido, pero podían contarlo, por ahora. La criatura aún estaba ahí, seguramente en busca de esa joya, cuyo valor era desconocido, salvo para John, que hasta ahora había sido un par de colegas y el SUV. Ya nada más podían hacer que enfrentarse a su destino, darlo todo por la causa. La calle como tantas veces volvía a ponerle a prueba para ser digno de poseerla.

Abrió la puerta para dejarse caer al suelo empuñando su inútil arma. Por lo que esta vez decidió incorporarse y enfrentarse al monstruo con su mejor arma, la sangre. Apuntándole con suma rabia, asomó sus colmillos y siseó amenazante al tiempo que sus ojos buscaban en lo más profundo de ese ser, donde se encontraba su única salida.

-E... ¿Estáis todos bien?- jadeo, intentándome incorporarme en el coche-. Tenemos que salir de aquí, deprisa, chicos...

Estoy nerviosa, más de lo que jamás en toda mi vida lo he estado. Si tuviera corazón, latería tan fuerte que sería capaz de oírlo.

-Joder.