Partida Rol por web

Y soplará un viento frío...

El Paso de la Quebrada

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08/05/2008, 09:12
Director

Lebrás UnOjo les despidió desde el patio de entrenamiento con el puño fuertemente cerrado y la postura tensa y rígida. Su expresión no precisaba ser interpretada, resultaba evidente: si por él fuera, estaría montado a caballo y partiendo con ellos. Sin embargo sus obligaciones le retenían allí.

Cruzó su brazo derecho por delante del pecho y ofreció el saludo de la Guardia Mharis con tal fuerza, que pudieron escuchar el entrechocar de su mano con la hombrera izquierda del oficial por encima del sonido de los caballos.

Los hombres apostados en las puertas abrieron la empalizada y les observaron marchar. Sus ojos reflejaban el deseo de un regreso breve y seguro para sus hermanos. Para los que habían elegido aquella vida, cualquiera que compartiese armas y color con ellos era un hermano más. Alguien por quien preocuparte, alguien a quien le importabas y de quien podía depender tu vida en cualquier momento. Realizaron a su vez el saludo correspondiente a los que partían, de forma respetuosa y prolongada, cruzando el brazo sobre su pecho, inclinando incluso la cabeza. Era una costumbre más. Una de tantas. Los guardias se inclinaban ante los que partían, pues de ellos dependía su seguridad.

Nada más enfilar el camino, las instrucciones de Marcus comenzaron a ser puestas en práctica. Ulgmar se adelantó al grupo, poniendo su caballo al trote y dejando una buena distancia con sus compañeros. Kemdrael, por su parte, avanzó ligeramente para no perderle de vista. Los demás cabalgaban juntos, a excepción de Asolación Kurgan, que trotaba sonriente en la retaguardia de la patrulla.

El día se mantenía indeciso. En el cielo se estaba produciendo una dura contienda entre el azul reinante, acostumbrado a gobernar estas tierras, y las nubes, mitad blancas mitad grises, que pugnaban por tomar el control. Una ligera brisa les acompañaba de costado, refrescando el ambiente y agitando los aromas del bosque. Aromas a hierba y madera, a flores de suave perfume y a criaturas propias del lugar. Tan sólo eso, animales habituales, pudo constatar el agudo olfato de Ulgmar.

Su ruta les llevaba hacia el Norte, adentrándoles en las Cumbres Negras a través del Paso de la Quebrada. La primera parte del camino les era más que familiar. Se trataba de un trecho común que la mayoría de las patrullas utilizaban para llegar hasta la primera marca. Ellos habían transitado por él en multitud de ocasiones y no esperaban encontrar problemas. No obstante se mantenían alerta.

Cuando una patrulla se iba alejando del Acantonamiento, cada seis horas de marcha dejaba una marca en el camino, para indicar su ruta y perfilar sobre los mapas de que se disponen los descubrimientos realizados y la situación de la zona. Estas marcas estaban formadas por grupos de piedras dispuestas de una determinada forma y trazado, un lenguaje de signos interno y privado de la Guardia Negra.

Tras avanzar sin novedades la mayor parte del día se aproximaban ya a la primera marca...

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10/05/2008, 12:57
Ulgmar

Habíamos salido del Acantonamiento unas seis horas antes. Nuestra partida fué asistida por muchos más hermanos de lo que era costumbre. Probablemente los rumores habían corrido y todos sabían a lo que íbamos... y lo que podíamos encontrar. El saludo de despedida fué casi una ceremonia. Por un lado me sentí conmovido, pero en mi interior, en lo profundo de mi alma sabía que quizá realmente era eso: una despedida definitiva.

Sin embargo no tenía miedo. Estaba furioso, y ansioso al mismo tiempo. Deseaba por fin enfrentarme al peligro, y a la muerte. No quería morir, pero la rabia corroía mis entrañas, circulaba por mis venas y pedía venganza... Por momentos las imágenes de La Rosa de los Vientos volvían a mi mente, veía las ruinas humeantes de nuevo, los cuerpos mutilados, ensangrentados...

Me incorporé en mi caballo. No, no era bueno el recuerdo, no era buena la venganza. Nubla los sentidos, y eso no podía permitírmelo. Si la Patrulla tenía ojos, olfato y oídos, estaban en mi... y no dejaría que mi sed los turbara.

Me había adelantado, siguiendo las órdenes de Viejo Lobo. Allá arriba planeaba el halcón de Siyara, dibujando círculos con lentitud, como si el tiempo tuviera en el cielo una cadencia distinta. Me observaba, y observaba también el Paso de la Quebrada en perspectiva. Bien. Nada parecía fuera de lugar, todo estaba tranquilo.

Llegué a las inmediaciones de la Primera Marca. Detuve a Veloz, casi sin ordenárselo. El animal estaba más que hecho al reconocimiento y a mis maneras. Esperé, y escuché. No oí ni vi nada extraño. Me acerqué con cuidado, silenciosamente, mientras el caballo me esperaba inmóvil. Busqué a Enyi a lo alto. Seguía dibujando círculos, imperturbable. Me encaramé a un abeto negro y enorme. Nada, las tiendas de la Primera Marca estaban silenciosas y aparentemente vacías. Bien aseguradas y protegidas por el semicírculo de piedras, por el lado del bosque. La piedra de la montaña era lo que las mantenía a cubierto, por el otro lado. En el centro los restos de hogueras, apagadas a conciencia, no había precipitación en las señales.

Me giré. Muy lejos, pero vigilándome, la silueta estilizada de Kemdrael, montado en su caballo, detenido también. Le hice los gestos convenidos. "Todo parece tranquilo" "Seguid avanzando" "Voy a entrar".

Bajé de nuevo, y me dirigí a Veloz. Desaté el arco, y puse el carcaj a mi espalda, colocando la espada al cinto. Un pequeño gesto al caballo. Se puso al paso, siguiéndome, pero apartado. Puse una flecha y tensé el arco. Y entré en la Primera Marca, vigilando en todas direcciones...

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10/05/2008, 22:23
Kemdrael de Mornan

Kemdrael, desde la distancia, observaba con detenimiento los movimientos de Ulgmar. Se sintió tranquilizado cuando éste le hizo las señas de que todo estaba en orden. Miró a su vez hacia atrás para transmitir la información al resto del grupo, que se encontraba más atrás. Sus ojos, pese a que sabía que Ulgmar habría revisado todo bien, oteaban la lontananza en busca de cualquier movimiento orco. Parecía todo tan tranquilo.

Avanzó un poco más, siempre a distancia fija del otro semielfo. Estaba intranquilo y su humor, contra costumbre, no había mejorado desde la partida del campamento. Tanta gente despidiéndolos... no era un presagio muy halagüeño. Parecía casi un homenaje en vida para unos cadáveres. ¿Eso pensaban los demás? No. Un-Ojo afirmó que alguien les esperaría. No prescindiría de nadie para esperar a unos muertos.

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10/05/2008, 22:48
Siyara Sunel

Siyara vio a Kemdrael hacerles señas y comprendió los signos sin dificultad. Sonrió aliviada mientras dejaba que sus músculos se relajaran momentaneamente. Notaba el cuello tenso y se lo frotó disimuladamente. No quería que los demás pensaran que era una blanda.

Miró a Marcus y esperó a que levantara la vista y viera al semielfo. Luego observó a Enyi en la distancia con una buena dosis de orgullo que, para variar, no trató de ocultar.

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10/05/2008, 23:13
Marcus "Viejo Lobo" Borkarin

Marcus observó la evolución de Kemdrael, y atraves de él dedujo los movimientos de Ulgmar. Alzó la diestra un poco para indicar un alto, poco a poco, reduciendo la marcha de las monturas.

Miró a Siyara para confirmar los gestos de Kemdrael, ya que Siyara mantenía contacto y sabía interpretar los movimientos de Enyi, que acompañaba a Ulgmar.

- Todo parece tranquilo. - Informó a Hannah. Se volvió en la silla para hacer un gesto a Kurgan para transmitirle la información sin usar la voz, no quería alzarla mas que lo justo para hablar. - Avancemos atentos y con calma. No quiero que nada nos sorprenda.

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10/05/2008, 23:36
Asolación, Kurgan

Kurgan se había despedido con afecto de sus hermanos que, en contrapunto, los despedían como en un velatorio. Había hecho tantas otras veces lo mismo con sus compañeros de barracones en el circo; todos sabían que algunos no volverían... añadir las tristezas a las despedidas era como echar sal sobre una herida abierta.

Las buenas noticias eran que el bello paisaje era mucho más agradable que el pequeño tramo de escaleras que te separaba de enfrentarte a la parca y escupirle en la cara en el coso. Cada pocos pasos pezuñosos y nerviosos, su manaza se dirigía instintivamente al pomo del terrible espadón que portaba, digno de sostener más de un techo. Kurgan amenizaba su paseo descargando parte de la energía natural que manaban sus piernas, entumecidas por las apenas 24 horas de práctica reclusión en el acantonamiento (tal y como lo veía su semi-inconsciente instinto vi'gaar). Varios años de calabozo habían reprimido en cierta medida las ansias de correr de sus pezuñas, pero cuando los grandes espacios se desplegaban ante sí, esa dormida sangre de semihumano bullía en su interior.

El vigía de retaguardia de la patrulla acostumbraba a dar pequeñas carreritas desde casi la espalda del grupo principal hasta donde su cabeza amenazaba con perderse tras una loma, cubriendo un pequeño trecho de camino andado, para prevenir emboscadas y perseguidores inesperados. La pauta no tenía mucho orden ni concierto, más por la volubilidad del gigante que por una técnica premeditada;n pero daba buenos resultados.

Cuando esta última vez se acercó al grueso del equipo, Marcus le hizo la conocida seña que denotaba que no había nada que reportar. Su vivacidad innata le conminaba a avanzar, pero prefería no faltar a sus deberes. Si habían pillado al Halcón, algo andaba mal en aquella zona. Que fuera la primera marca no evitaba todos los males: los orcos estaban haciendo cosas raras últimamente.

Con la poca paciencia que le quedaba, esperó a recibir más instrucciones, a la vista, pero a una distancia prudencial.

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11/05/2008, 12:15
Hannah

Desde que las puertas del acantonamiento se cerraron a su espalda, Hannah se vio invadida por la tensión de cada incursión. Una tensión que le atenazaba el pecho y su pequeño y joven corazón, que hacía que la sangre bullera por sus venas como si fuera aceite hirviendo. Había descubierto, casi por casualidad, que cuando se hallaba en tal estado, conseguía relajarse cantando, y en las ocasiones en las que hacían exploraciones rutinarias cantaba canciones populares, algunas tan vulgares que no había forma de entender dónde y cómo una chica de tan esmerada educación había podido aprender algo así. Cantaba despreocupadamente, risueña, y sin pizca de entonación, desafinada y feliz, tanto que provocaba la hilaridad de sus compañeros. Sin embargo, en esta ocasión no tenía demasiadas ganas de reír. El asunto era demasiado serio, y tenía que estar concentrada. Todos tenían que estarlo.

La otra forma de parar esa inquietud era lanzándose a la carrera, con la espada en alto y los dientes apretados, buscando un objetivo al que vencer. Pero Marcus le había dado instrucciones muy claras y no podía desobedecer a su superior, debía esperar a la primera señal de peligro, y de momento no había ninguna. Por si acaso, seguía con los ojos a Kemdrael y al ave que lo precedía, marcando la posición de Ulgmar, y asintió levemente cuando el jefe se dirigió a ella, ajustando el paso de su montura a lo que él marcaba.

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12/05/2008, 17:42
Director

La primera marca era diferente a todas las demás, un lugar de descanso y parada común a cuantas rutas partían del acantonamiento. Desde aquí, las patrullas tomaban caminos diferentes en función de su misión.

La primera marca se consideraba el lugar seguro más avanzado de Iselbrad. Estaba formada por un semicírculo de piedras, un pequeño muro que alcanzaba unos tres cuartos de cuerpo de altura y que terminaban en una pared de roca, de la cual sobresalía un gran peñasco que le servía de techo. El lugar no era más que un refugio natural contra la lluvia y el viento, adaptado ligeramente por brazos amigos, pero se convertía en un palacio cálido y cómodo cuando se llegaba a él de regreso tras una dura salida. Desde el punto de vista funcional, el muro servía para montar una defensa improvisada y bajo la peña se habían instalado una serie de tiendas permanentes cuyo cuidado quedaba al cargo de cuantas patrullas las utilizaban.

Había una norma no escrita: quizás quien venga detrás tuya llegue hasta aquí en serios problemas, huyendo de algún peligro, acosado por el enemigo, hambriento o sediento, quizás herido. Por ese motivo siempre se dejaba al partir reservas de comida y agua escondidas entre las piedras del fresco arroyo; armas ocultas tras el muro, prestas a ser empuñadas nada más saltar sobre él; un zurrón con ungüentos curativos y antídotos para venenos; antorchas, aceite, yesca y pedernal; flechas, etc… Cualquier cosa que pudiese servir de ayuda al siguiente compañero que alcance la primera marca.

Además de todo ello, el lugar servía como registro de paso de las patrullas. Allí se encontraba, marcado en piedra con el código de la Guardia Marhis, la información de sus últimos moradores. Eso era precisamente lo que Ulgmar estaba buscando cuando sus compañeros llegaron hasta el semicírculo de piedras. El explorador se había internado ya en la primera marca, tras asegurarse de que no existía peligro en los alrededores, y registraba el lugar tratando de localizar indicios del paso de la patrulla del Halcón Negro.

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12/05/2008, 17:44
Director

Todo parecía en orden. El lugar se veía limpio, ordenado y bien abastecido. No había signos de lucha en los alrededores.

Tras un rápido reconocimiento Ulgmar localizó lo que buscaba: el informe en lenguaje de signos que había sido dejado allí para quienes llegaran tras ellos por la patrulla del Halcón Negro. Según pudo leer en éste, habían pasado por allí hacía hoy diecisiete días. Llegaron hasta la Primera Marca sin incidentes y pasaron aquí la noche. Al día siguiente partieron hacia el Valle del Silencio. Otras tres patrullas había pasado por el lugar tras ellos, dos de regreso al acantonamiento y una en misión de exploración, pero con una ruta muy alejada del camino que les llevaría hasta el Pico del Lago Helado.

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12/05/2008, 18:23
Siyara Sunel

Siyara desmontó ágilmente y estiró las entumecidas piernas. Acarició el cuello de su caballo y le susurró unas palabras al oído. Enyi se había posado en una rama alta, como era su costumbre. Todo parecía en orden.

Se acercó a la entrada de la marca y echó un vistazo. Mientras los demás terminaban de registrar la zona, aprovechó para dejar en el contenedor que hacía las veces de botiquín algunas de las provisiones médicas que había traído consigo desde el Acantonamiento.

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12/05/2008, 19:00
Marcus "Viejo Lobo" Borkarin

Marcus finalmente llegó a la primera marca y desmontó de su brioso corcel, un precioso y pesado bayo de un peculiar tono marrón que casi parecía granate durante aubórea y deubórea, cuando la luz nacía y moría. El caballo, veterano de muchas batallas junto al Viejo Lobo, no necesitó que lo atasen, sabía cual era su lugar.

Marcus observó la zona con oculta aprensión mientras revisó las reservas, tirando comida que por desgracia se hubiese echado a perder, reponiendo la misma y dejando un par de raciones mas. Así mismo comprobó las armas, adecentándolas y comprobando su estado, dejó varias antorchas y un par de onzas de aceite y un pequeño tarro de brea para las antorchas.

Actuaba en silencio mientras aguardaba el informe de Ulgmar.

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12/05/2008, 19:11
Ulgmar

Había dado un repaso exhaustivo a toda la Primera Marca. Todo estaba en orden. Sin signos de lucha, ni de que el lugar hubiera sido asaltado estando vacío. Estaba limpio, en orden, y bien abastecido.

Y lo que Ulgmar buscaba con más urgencia lo encontró sin señales de problemas tampoco. Eran los informes de los sucesivos ocupantes de la Marca. Estaban, como siempre, en el lenguaje de los signos de la Guardia Marhis, dejados para que fueran leídos e interpretados por aquellos que la ocuparan después.

Ulgmar se acercó a Viejo Lobo. Le saludó con un saludo militar, oficial, lo que iba a decirle se lo decía a un superior.

-Señor, el informe indica que los hombres de la patrulla del Halcón Negro llegaron hasta la Primera Marca sin incidentes y pasaron aquí la noche. De eso hace hoy diecisiete días exactamente. Al parecer, al día siguiente partieron hacia el Valle del Silencio. Después de eso, otras tres patrullas han pasado por el lugar tras ellos, dos de regreso al acantonamiento y una en misión de exploración, pero con una ruta muy alejada del camino que lleva hasta el Pico del Lago Helado...

Todo confirmaba lo que ya sabían. Hasta ahora, nada sugería una explicación a la demora en el regreso de la Patrulla del Halcón. Algo había sucedido allá arriba... lo que estaba claro es que la perspectiva no había cambiado. Deberían seguir sus pasos, hasta encontrarse con lo que ellos se encontraron.

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12/05/2008, 22:09
Kemdrael de Mornan

- Nada que pueda sorprendernos.- sentenció Kemdrael descendiendo del caballo y estirando las piernas.

Esperaba que Viejo Lobo diera la orden de continuar cuanto antes, pero mientras tanto no desaprovechó la oportunidad de trepar a un árbol para comprobar que no hubiera nada raro en los alrededores. Estaba más que seguro de que Ulgmar ya lo habría comprobado todo, pero hacer algo de ejercicio mantendría su mente un poco ocupada. Intentaba infructuosamente alejar la nube de pesimismo que rondaba su corazón. Por los demonios del Targl', los hombres del Halcón no eran principiantes. Debía darles un voto de confianza. Seguramente se habían visto superados por alguna adversidad pero gente como aquella no era de las que morían sin luchar. Si se daban prisa quizás llegasen a tiempo de ayudar.

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12/05/2008, 22:19
Marcus "Viejo Lobo" Borkarin

Marcus asintió tras escuchar tanto a Ulgmar como a Kemdrael, eran sus hombres, uno su explorador principal otro el perfecto apoyo para las labores aunque estuviese mas centrado en el arco.

- De acuerdo. He revisado la marca, reemplazado algunas provisiones y dejado algunas armas mas por si acaso; igualmente Siyara ha hecho lo mismo con vendas y ungüentos... Espero que no tengamos que ser nosotros los que lo necesitmos a la vuelta. - La ultima frase nacio del ocasional fatalismo que todo mercenario acaba cultivando a medida que sobrevive pero sabe que en cualquier momento la suerte se esfumará. - Adelante, continuamos la marcha. Recordad, este es el último punto mas o menos civilizado antes de internarnos por completo en territorio hostil. Os quiero a todos bien atentos. Nos movemos patrulla. - Termino la orden con un firme saludo. Las órdenes siempre era bueno transmitirlas como debía ser, por mucha confianza que hubiese, ayudaba a reforzar y mantener los vínculos y la alerta de la patrulla.

Marcus montó en su brioso bayo, esperó al resto y cuando estuvieron listos, dió orden a Ulgmar de volver a adelantarse, repitiendo la misma disposición de la patrulla el resto de miembros.

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12/05/2008, 22:30
Kemdrael de Mornan

Kemdrael asintió bajando prontamente del árbol. Adelante y rápido, ese era el estilo de la Guardia Mharis. Viejo Lobo era un jefe diligente y sabía que jugaban contra el tiempo. Por su parte el semielfo estaba dispuesto a avanzar sin desfallecer. Cualquier demora podría ser fatal para sus compañeros desaparecidos. Aún así ser rápidos no significaba lo mismo que ser descuidados. Obedeciendo las órdenes espero a que Ulgmar se adelantase para retomar la formación anterior, continuando más allá de aquel pequeño reducto de seguridad precaria.

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13/05/2008, 00:20
Hannah

Hannah no se había bajado siquiera del caballo al llegar a la primera marca. Para qué, si estaba claro por las palabras de Ulgmar que no tenían mucho que hacer allí y que iban a partir pronto. El tiempo jugaba en contra, y por ello no se podían contemplar pérdidas de tiempo. Aún así, como marcaban las normas, no se olvidó de saludar correctamente a su jefe cuando habló, antes de emprender de nuevo la marcha.

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13/05/2008, 03:02
Asolación, Kurgan

Poco a poco toda la comitiva volvió a moverse. Kurgan había permanecido cerca de Hannah, guardando el entorno. Si hubiera habido combate mientras examinaban la zona, habría ocurrido fuera, y no en el interior de un habitáculo cuyo mero olor Ulgmar conocía como la palma de su mano.

Siyara había dejado medicinas, que no estaba de más, y Marcus víveres, que siempre se agradecían tras una buena caminata desde la segunda marca. Lo que ya le había gustado menos era lo de las armas... aunque lo entendía. A Kurgan le tranquilizaban los intrumentos de muerte entre los que había crecido como a un niño su osito de trapo; nunca había suficientes alrededor, y tenía cierta fijación por buscarle la utilidad homicida a cualquier instrumento que tuviera a mano. Si por él fuera, llevarían un carro lleno de ellas, y alguna que otra arma de asedio. Y eso era mucho decir de alguien cuyas pezuñas ya podían de por sí hundirte el torax... si es que su cuerno había dejado algo de él.

Aun así, retomó el camino que se alejaba del acantonamiento con renovada alegría. Mñás lejos quería decir más problemas, y más problemas lo desentumecerían un poco de tanto sedentarismo. Nervioso y atento, como siempre que se olía el estimulante y temible olor del peligro, retomó su rutina de cortas carreras y ladeos con energías renovadas.

Solo había algo que daba más miedo que su inagotable energía: a pesar de su tamaño, nadie se explicaba muy bien por qué, pero Kurgan se las arreglaba para ser bastante más silencioso que un caballo al trote. No era el primer agregado a la patrulla al que le daba un ataque, cuando Kurgan decidía acabar una de sus carreritas saltarinas con "una buena entrada". De repente el silencio y...

-¡WRRAAAAHHH!

El horror negro y cornudo viniéndosete encima desde los setos de al lado. Marcus solía reprenderlo por atacar los nervios de la expedición, pero Kurgan se excusaba diciendo que lo hacía para que estuvieran atentos. Ulgmar solía ladear media sonrisa, pues era uno de los pocos que había seguido las evoluciones del gigantón, pero se callaba sus bromas internas para sí; patrullar era un asunto serio.

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13/05/2008, 08:15
Ulgmar

De nuevo sobre su alazán, el semielfo se adelantó al resto. De nuevo vigilando y siendo vigilado.

Había dejado un corto informe con el paso de la Patrulla, y la dirección que iban a seguir: el monte de La Quebrada. Sin pernoctar, pero completando el avituallamiento de la Marca. Y que iban en búsqueda de la Patrulla del Halcón.
Normalmente de eso se encargaba el jefe de Patrulla, pero esta vez era algo rápido, y él mismo se había ocupado. Esperó que este informe no fuera necesario para nadie, que no fuera más que una anécdota al regresar...

Por el momento todo estaba siendo como una patrulla de reconocimiento más. Pero Ulgmar sabía que no podía, no debía confiarse. El silencio y la tranquilidad en las Cumbres Negras era algo engañoso. Y si bien a esta distancia del Acantonamiento era lógico que no hubieran encontrado rastro de orcos o de algún enemigo peor, a medida que iban alejándose el peligro crecía.

Enfiló hacia el norte, de nuevo, hacia el Monte de la Quebrada. Aún tenían un largo trayecto hasta el Paso, y en un par de horas anochecería. A ver qué decidiría Viejo Lobo al respecto... Allá en lo alto Enyi seguía con sus evoluciones. También para el halcón anochecería. Pero ahora, sin duda el animal sí dominaba todo el bosque, y el Paso. Sin embargo para ellos era distinto. Siguió adelante...

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15/05/2008, 08:48
Siyara Sunel

Siyara montó nuevamente y empezo a cabalgar junto a Marcus. Notaba el cinto ligeramente más liviano aunque se trataba solo de una impresión porque realmente no había sido necesario reponer gran cantidad de hierbas.

La parte fácil del viaje había acabado y frente a ellos empezaba el auténtico peligro. Iba a ser mejor estar alerta y no dejarse sorprender. Alzó la vista hacia Enyi que surcaba el cielo otra vez y no pudo reprimir una sonrisa pese a lo serio de la situación.

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16/05/2008, 12:35
Director

El paso por la Primera Marca había sido fugaz, tal y como lo exigía la urgencia de su misión. Ulgmar dejó constancia de su estancia allí: cuando, como, por qué y hacia donde. Buen resumen para los que vinieran tras ellos.

De nuevo sobre sus monturas enfilaron hacia el norte, hacia la espesura, la roca, el peligro y la oscuridad. El semielfo explorador de ojos felinos volvió a tomar la delantera y Kemdrael una vez más se situó a una distancia prudencial desde al cual poder seguir sus maniobras. El resto cabalgaba en formación, atentos, vigilantes.

El día como tal ya había tocado a su fin, hacía ya unas tres horas que habían entrado en la Deuborea. Aralash, el sol, se estaba ocultando tras el horizonte. A su diestra Deábeter podía observarse ya en lo alto, reinando sobre las sombras, iluminando el sendero que les llevaría hasta las Cumbres Negras. Las nubes prácticamente habían desaparecido del cielo y éste mostraba un estremecedor tono púrpura, que iba tornando en rosado y amarillento por el Oeste.

Los sonidos del bosque les llegaban con su naturalidad habitual, lo cual era tranquilizador en la medida en que los animales continuaban con su vida normal. Además, Enyi se dejaba llevar por las corrientes a bastante altura sobre ellos sin mostrar signo alguno de intranquilidad.

Así pues, la oscuridad fue ganando terreno a la luz en medio de una calma total. Pronto tan sólo quedarían las estrellas.