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Partida Rol por web
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Young Avengers West Coast
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Cositas para que tengáis en cuenta para hacer el personaje:
-Estáis formando un nuevo grupo, así que no es necesidad conoceros de antes.
-Tenéis 16-17 años, osea estáis en el último curso antes de acceder a la universidad.
-La fundación Stark os ha dado una "beca de estudios" para jóvenes talentos en la que incluye un "apartamento" para estudiar en vuestra nueva academia.
-No es necesario ser humano, podéis ser semi raza o del espacio exterior con una buena justificación por historia :3
-No es el universo 616, es otro de muchos tantos al que yo le voy a dar una historia xd
Si tenéis dudas preguntadme xd
El avatar de Kariwin parece que esté bailando flamenco o dando palmas xD
El avatar de Kariwin parece que esté bailando flamenco o dando palmas xD
¿No te gusta mi felicidad? ¿O es que quieres celebrar conmigo? ¡Lets go!
¿No te gusta mi felicidad? ¿O es que quieres celebrar conmigo? ¡Lets go!
Solo puedo decir...
Pues puedes proceder a revisar las dos fichas, la numérica esta en Caliborn, ahí también tienes descriptiva, no muy grande, y en notas alguna cosilla.
Y luego en Reece tienes descriptiva y notas ^^
Así no te aburres xD
PD: Creamos los personajes relacionados Kiss y yo
PD2: Después de hacer mi ficha mire la de tu personaje en la partida de magia, y quedó casi clavada, soy su hermano perdido xDDDD
♦ Pasatiempos: Lectura, juegos, socializar, seducir, los chistes malos, los videojuegos, la música
Me encanta Félix xDDDDD
:D:D Gracias amigo mío. A veces los juegos son divertidos, para ambas partes. ;)
¿Que quién soy?
¡Hola! Soy Teresa Camila Fernanda de la Vega. Ese fue el nombre, o los nombres, que mi madre decidió ponerme aquel 25 de Marzo a las tres de la tarde. Teresa por mi madre, Camila por mi abuela y Fernanda por mi tía. Pero tú puedes llamarme Cami; y no, no sé quién es mi padre. Y sí, me lo he preguntado muchas veces. Y no, no me es importante el ir a buscarlo. Hace aproximadamente un año que logré llegar al Ghetto, y alrededor de dos años que descubrí mis poderes. Si me preguntas quién soy hoy en día, es porque te has hecho varias ideas. Sin embargo, sólo hay una respuesta verdadera a esa pregunta: No soy más que una chica con un sueño y muchas ganas de vivir. La diferencia entre otras chicas con un sueño y yo, es que yo cumpliré mi sueño. ¡Oh, vamos! Deja de juzgarme; sólo intento ganarme la vida.
Vivo en un pequeño cuarto piso sin escalera junto a mi madre, pagando un alquiler excesivamente excesivo en comparación con lo que ganamos. Ella se dedica a limpiar casa, y yo... Bueno, yo hago de todo. Ahora mismo me dedico a servir los desayunos en una cafetería de paso, y a hacer espectáculos, mayoritariamente, para hombres por las noches en uno de los clubes más famosos del Ghetto. Además, suelo llevar a cabo ciertos... encargos de legalidad dudosa, que algunos deciden pagar para no mancharse las manos. Ni me quejo, ni pregunto; me hace falta el dinero y es lo único que me importa.
Como he dicho antes tengo un sueño. Siempre me ha gustado bailar, y me he pasado la vida practicando ballet por mi cuenta y riesgo, de la mejor forma que he podido. En México buscaba vídeos por internet, y realizaba tutoriales. Así aprendí las posiciones básicas y di los primeros pasos, después las ganas y la imaginación hacían el resto. Mi sueño es aprobar el examen de acceso a la escuela de ballet y empezar a formarme de forma oficial. Eso me permitiría optar a trabajar de bailarina profesional, y podría darnos a mi madre y a mi una vida decente. Pero hace falta mucho dinero para pagar la escuela, y quienes se presentan a las selecciones tienen mucho nivel. Sin embargo, desde que llegamos al Ghetto he tenido que parar en mi preparatoria para esos accesos, pues prima la supervivencia en este caso. Debo trabajar casi todo el día, y apenas llegamos a fin de mes.
¿Que por qué me vine al Ghetto?
Fue gracias a mi madre, a ella se lo debo todo, sinceramente. En México se escuchaba mucho hablar de este sitio, y de los meta-humanos que oponían resistencia. Mi país rechaza abiertamente la meta-humanidad, por lo que imaginarás que el Ghetto no tenía buena fama allí. A mí, sencillamente, me daba igual lo que la gente hiciera o dejara de hacer con sus vidas. Al menos hasta que llegó un día en el que sin darme cuenta lo había quemado todo a mi alrededor, incluso a mi madre, que tiene una cicatriz de esa quemadura en el antebrazo.
En México es normal que los hombres sean unos auténticos babosos con las chicas de buen cuerpo. La mayoría de las veces incluso se sienten con derecho sobre nosotros sólo por tener más fuerza física. Yo ese día había salido como voy ahora, en camisa de asillas y shorts, porque me moría del calor. ¿Hola? ¡Era verano! Iba con mi santa madre por la calle, regresando de hacer la compra de la semana, cuando un asqueroso tipejo se pensó que el mejor plan para aquel día era perseguirnos diciéndome cosas asquerosas. Aguanté más de lo normal, lo prometo, entre 5 y 10 segundos, antes de girarme y decirle dos verdades.
El muy asqueroso me sacaba como dos cabezas, cosa que a mí me ha resbalado siempre porque sé bastante bien que hasta la mole más grande tiene un punto débil. Mi madre, la muy santa, intentó que dejara correr el tema y que el hombre nos dejara marchar. Pero los tres sabíamos que ninguno de los dos cedería.
Sólo hicieron falta dos palabras para que ese energúmeno y sucio hijo de la chingada se me abalanzara encima, apartando a mi madre de una bofetada. Lo peor de la situación era que eso estaba sucediendo a plena luz del día, y la gente pasaba, nos miraba y seguía de largo. Otro de los motivos por los que México siempre me ha resultado una mierda de país. Sigo, que me desvío del tema principal. Ese hijo de mala madre había abofeteado a la mía. ¡Con qué valor! Me escurrí como pude, tampoco me fue difícil, y le solté una patada lo más fuerte que pude lo más alto que pude. Debió sentirla porque se quejó. Le dije que nos dejara en paz mientras me acercaba a ver cómo se encontraba mi madre después del golpe.
Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Ese maldito asqueroso me apartó del camino como si fuera una pluma, y agarró a mi madre por el cuello. El castigo por tu impertinencia es la vida de tu madre, me dijo, el muy gilipollas. En ese momento todo mi ser ardía hasta el punto de sentir el calor materializándose en el aire. Parecía un volcán a punto de estallar, y por supuesto que pensaba estallar. Le grité que la soltara y lo que pasó después... Incluso hoy en día me cuesta entenderlo. Sólo sé que grité hasta que perdí la consciencia, de rabia. De alguna forma que desconozco, descubrí justo en ese momento que soy capaz de canalizar el fuego.
El hombre quedó abrasado completamente por la espalda, ni siquiera sé si quedó vivo. Claro, que tampoco me iba quedar a averiguarlo. Agarré a mi madre, que portaba una quemadura importante en el brazo, y nos fuimos corriendo del lugar, en busca de un médico que la curara. Ese fue el momento en el que me enteré que era una meta-humana. Mi madre nunca ha tenido problemas con mi condición. Bastante mal lo ha pasado la pobre para sacarme adelante, como para despreciarme después de tanto cariño. Juntas tomamos la decisión de que era mejor huír del país, por lo que decidimos ir al norte y saltar la frontera.
No lo logramos a la primera, por lo que tuvimos que escondernos un tiempo en uno de los pueblos que están cerca de la frontera entre Estados Unidos y México. El pueblito era pequeño y tenía muy pocos habitantes, por lo que era fácil esconderse y empezar a probar mis nuevas habilidades.
Por fin llegó el día en que logramos saltar la frontera hacia EE.UU. y dejamos atrás ese país infernal. Sin embargo, nuestro destino ya estaba marcado. Buscaríamos El Ghetto, y comenzaríamos una vida allí. Mi madre decía que sólo allí estaría segura, y hoy me pregunto si realmente tenía razón. Lo único que sé a ciencia cierta es que fuera de él, me atraparían y me convertirían en una especie de conejillo de indias.
El viaje no fue sencillo, ni mucho menos corto, pero finalmente logramos llegar a nuestro destino. Poco a poco nos establecimos allí. Primero dormíamos en la calle, guardando lo que ganábamos para comer. Aunque pronto conseguí el trabajo de bailarina, y pudimos alquilar un piso medianamente correcto. Mi madre empezó también a encontrar sitios para hacer limpieza, y yo además encontré la cafetería para el horario de día; todo eso compaginado con los trabajos ocultos, muy bien pagados, por cierto.
Hace como unos cinco meses nos mudamos al que es nuestro piso actual, mucho, mucho mejor que el anterior. Y así es como he empezado a conocer gente en este lugar, que parece más una trinchera contra el mundo que un hogar.
