Partida Rol por web

Robbie se quedó esperando a que Goldie saliera de la ducha a pesar de que tardó menos que ella en estar lista.

No le habia respondido nada cuando le dio las gracias, en parte porque no era necesario, en parte porque le sorprendió que pillase la burla. Por un momento pensó que la había traumatizado con lo del DIU... al fin y al cabo era Goldie. Y aun quedaban 4 años hasta la mayoría de edad. En cierta forma hasta le sorprendió que supiera lo que es un DIU.

Luego vino la defensa de Reece. Parecía irónico que le defendiese así teniendo en cuenta lo que él sentía por ella y que ella no se había dado cuenta aún.

No te preocupes. Un mal comienzo lo tiene cualquiera... Pero como le vea acercarse por el baño de chicas con un matraz en la mano le parto un brazo.

Sentenció finalmente para no perder su posición dominante en aquel grupo.

Era cierto que Reece parecía un buen chico. Probablemente era el único chico de 17 años del mundo que podía entrar al baño de chicas con un matraz en la mano sin que la palabra "matraz" fuese un eufemismo.

No quiso romper la burbuja de la relación entre ambos amigos haciéndole notar a ella lo que él sentía. Aquello hubiera sido cruel. Quizás en cualquier otra mujer del mundo habría sido intentar ayudar, pero algo le decía que quitar la venda de los ojos a Goldie solo traería amargura para ambos.

¿Vamos saliendo? Los chicos estarán esperando.

Se quedó con la copla de lo mencionado por Peter. La ley de la jungla, una ley en la que solo importaba ser el fuerte, el alfa, el dominante. Menos mal que estaba allí para ser el dominante absoluto, el león entre leones, el macho alfa de los machos alfa, el puto amo. Asintió convencido a la vez que, sin abrir la boca, aseguraba haber pillado el consejo dado por el conserje, un individuo en el que depositó una mirada inquisitiva puesto que, indudablemente, era el que controlaba por completo la información del instituto.

Lo de los uniformes, con su rebequita celeste, un color que combinaba genial con los ojos de él, no le hicieron la menor de las gracias. Con cara de disgusto, igual que si olfateara algo apestoso, alejando el rostro del conjunto de prendas y estirando los brazos para apartarse aún más todavía de la ropa, Wallace llevó el uniforme sujeto únicamente con el pulgar y el índice de cada mano hasta los vestuarios.

Tras llegar al destino, cuando entraron para cambiarse, justo durante el choque intencionado del cachas de gimnasio que se hacía pasar por un estudiante del centro con Reece, el velocista rechinó los dientes debido a la actitud de los que salieron riendo por el acto cometido. Enseguida, volvió a centrar la mente, dejando de lado el gesto de ira que le había dominado, reflejado en una visible tensión facial y corporal, por tal actitud en los jugadores de fútbol.

—¿Estás bien, tío? ¿Te has hecho daño? —preguntó al ver que su compañero iba a buscar un sitio para ponerse el uniforme escolar —. Menudos f+@2@hdbd@.*

De nuevo volvió a observar el sitio por el que los "gorilas" abusones se habían largado. Dio un paso para seguir a esos matones, pero frenó y, mascullando algo, también fue a cambiar el atuendo que llevaba por el obligatorio del instituto.

Félix había estado escuchando desde un segundo plano, estaba lleno de curiosidad por todo su entorno y por tratar de adaptarse lo mejor posible. Fue por ello que cuando entraron en los baños para ponerse un uniforme que no dejaba de ser un disfraz como cualquier otro y se cruzaron con aquellos gorilas que arramblaron con Reece se giró con determinación, mascullando un breve mantra a espaldas de los matones que le daban la espalda mientras Wallace se preocupaba del caído.

Oh, así que aquí tenemos a los de clases de refuerzo.

Sonrió con amabilidad, pero se notaba que le había molestado la actitud con su compañero, que aunque era un friki de recolectar partes de otros, no dejaban de vivir juntos. Como se podía imaginar una reacción negativa, ya se había preparado, así que puso las manos en la espalda con calma, pero sus piernas y hombros reflejaban una postura lista para la embestida, desafiante.

Una vez fuera, os encontrasteis con un muchacho de pelo oscuro y ojos claros que tendría veintipocos años. Llevaba una camisa blanca y unos pantalones de tela. Se le veía bastante nervioso, como si fuese su primer día también allí. Como si fuerais animales salvajes saliendo de una jaula, se tensó un momento, pero se obligó a relajarse y sonreír - Buenos días chiques- saludó en lo que fue un fallido intento de sonar energético - soy Anthony Miller y voy a ser vuestro tutor- esperó a vuestras reacciones, aunque no tardó mucho en continuar - vosotros vais a formar vuestra propia clase y tendréis las asignaturas que mejor os convenga con vuestras actitudes- os repartió un horario en el que venían vuestros nombres - Harper, Feng y Robbins tendrán clases de ciencias, matemáticas y tecnología y robótica. Sanders y Matthews entrenaran más en lo físico y se les recomienda entrar en algún club deportivo- volvió a mirar a los primeros - también tenemos otros clubes no deportivos por si os interesa a vosotros- se rascó la nuca. No entendía muy bien porque aquellos chicos y chicas recibían aquel trato tan sesgado. - Nos veremos todos los viernes a última hora para que me informéis de como os ha ido la semana, pero si necesitáis algo, mi despacho está en la segunda planta a la izquierda- volvió a armar a aquella sonrisa que delataba muy bien que era su primer día.

Félix observó un poco sorprendido la ausencia de reacción de aquellos matones. Quizá el insulto había sido demasiado inteligente o sutil para sus mentes. Sí, debía ser eso.

Se relajó y deshizo aquel conjuro protector. Tampoco era bueno abusar de la magia, más cuando no era necesaria.

Apareció entonces el que sería su tutor, con tanto nerviosismo que consiguió que el muchacho riera un poco y asintiera. Se sentía mucho más relajado con alguien como él que con la directora o con la mitad de cosas que había visto en aquel instituto. Tendrían clases personales y aquello pues haría que se mezclasen menos con los demás. El tema de la robótica sonaba interesante. Todo un mundo desconocido para él.

Un placer, señor Miller. Todos los viernes, me parece bien. Aunque tengo dos preguntas:

Antes nos hemos cruzado con un par de armarios que se creían personas y que iban arrollando gente ¿eso es normal en el instituto? ¿o sólo son un par de matones descerebrados?

Y ¿Qué piensa de una dieta a base de pizza?

Movió la nariz para reprimir un estornudo naciente, mientras observaba al nervioso muchacho, impaciente de escuchar las respuestas.

-Estoy bien, no te preocupes, estoy acostumbrado.- Se limitó a responderle a Sanders, aunque el mensaje en si era un poco triste, su tono era completamente normal.- Vamos a cambiarnos, que cada minuto perdido aquí es tiempo perdido de clase.- Añadió mientras se apresuraba a cambiase.

Poco después tuvieron su primer encuentro con su tutor, y la verdad es que fue bastante decepcionante, no parecía el tipo de persona que te pudiese ayudar en nada, y aunque aun no estaba seguro de aquello de que formarían su propia clase, y del reparto, tampoco le pintaba demasiado bien.
No le interesaban demasiado las preguntas de Feng, abusones había en todos lados, y respecto a lo de la pizza habría sido interesante preguntárselo a Barton, poco importaba lo que opinase el tutor de clases, al fin y al cabo él no les iba a dar de comer.

-Disculpe, soy Reece Harper.- Dijo presentándose educadamente.- Eso no significa que Matthews y Sanders no tendrán clases teóricas ¿no?- Preguntó inquieto, estaba de acuerdo en que Goldie debía tener un entrenamiento más físico que teórico, pero sin duda debía dar matemáticas, historia, ciencias, y todas las clases que se esperan de una chica de su edad. Una vez resuelta la cuestión que más le importaba, que era la educación de su amiga, se centró en la propia.- ¿Y a que se refiere con que seremos nuestra propia clases? ¿Me van a dar clases a mi solo o con ellos dos?- Preguntó esperando que fuese lo segundo, no es que pensara que el resto eran estúpidos, era solo que tenía seguro que dar clases conjuntas solo serviría para retrasarlo.

El tema de los clubes no le interesaba demasiado, pues estaba seguro que dedicaría mejor su tiempo en sus propios experimentos que con otra gente. Aunque quizás si le dejaran fundar su propio club de una persona podría terminar con Merlin, tal y como había hecho Ivanod con Kuro. En realidad probablemente a ella sería a la única que aceptaría en su club.

Genial... de pronto soy una empollona.

Encantade Miller - Dijo marcando las palabras incapaz de contener el ácido.

No sé si es el comentario más adecuado para el primer día, pero la verdad es que si es en base a mis aptitudes, no tengo todas conmigo en que ciencias, tecnología y robótica sea lo mío... ni las matemáticas, la verdad.

En realidad ella no era ningún cerebrito. Ella en cuanto a conocimientos era bastante básica y esas cosas se le daban bastante reguleras. Lo suyo era más las relaciones sociales.

¿No tienen alguna clase de psicología, o de diplomacia, o de... no sé... de aprender cómo conseguir que los capullos deseen haberse metido la lengua en el culo y nunca haberse cruzado con una chica luminosa? ¿No? ... Bueno. Al menos pásame esa historia de la lista de clubs a ver si hay alguno para personas normales que brillan en la oscuridad.

Definitivamente, había salido del vestuario mucho más feliz de lo que había entrado. Y no solo eso, había salido limpia, perfectamente limpia y ordenada, y perfumada, sin oler a labrador adorable mojado. Bueno, perfumada no, pero limpia sí. Tampoco es que hubiera ido tan preparada para la ducha. De hecho, de haber estado preparada para algo, habría traído mallas  para no tener que estar en falda sin nada debajo, porque así no podía moverse cómoda y lo odiaba. Lo odiaba mucho. Más que... que... la trigonometría.

Lo primero que le llamó la atención del tutor fue lo joven que era. Lo segundo, que dijo "chiques". Y lo tercero fue que, a pesar del colegio pijo, sonaba como una buena persona. ¡Y además la mandaba a entrenar, y no a tomar ciencias ni cosas imposibles! Ya era su segundo mejor amigo, solo con eso.

¿Como que arrollando gente? ¿Que matones? - preguntó frunciendo el ceño tan pronto escuchó hablar a Félix - ¿Les hicieron algo? - miró a Reece fijamente a los ojos, intentando leer algo en su mirada por un minuto o dos antes de observar alrededor, buscando a alguien que encajara con esa descripción. De un segundo otro, Goldie había pasado de sonreír optimista a tensarse apretando los puños. Odiaba a los matones, mucho más que a las mallas, y más aún odiaba a los matones que ponían de objetivo a Reece, así que estaba preparada -no, no preparada, sino que ansiosa- de darles una paliza a esos cabrones.

Aún sin convencerse del todo de dejar de mirar los alrededores, volvió a prestar atención lo suficiente al grupo para volver a hablar, aunque parte de sus sentidos se mantenían alerta a matones en las proximidades como si de un perro guardián se tratara - Si lo hay, me gustaría unirme al club de boxeo. Lo practicaba hasta venir. - dijo, aunque suponía que el tutor aquel lo sabía - Y a los que haya de artes marciales, especialmente si tienen alguno de Krav Maga - aunque lo típico fuera Karate o Taekwondo. De todas formas, estaba segura de que entrenaría más aún en casa y con mejores resultados, así que tampoco le apuraba el tema de inscribirse ahí. De hecho, si lo hacía, era en parte porque sabía que los rumores corrían rápido, y una vez la vieran pelear era poco probable que tuviera que llegar a eso en los pasillos.