Partida Rol por web

Eran las 6 de la mañana y eso significaba despertarse a quienes no lo hubieran hecho ya. La idea de dividir los baños agilizó bastante las cosas y para una hora después estabais todos desayunando. En la cocina solo estaba Kate que había preparado café e inundaba la sala con el olor de café recién hecho. Os dio los buenos días y que en la nevera y alacena había variedad de bollos, cereales y zumos para desayunar. Después la muchacha pidió hablar a solas con Cami y esta, extrañada por aquello, salió de la cocina. Poco después Goldie se marchó corriendo. Quería hacer algo de ejercicio antes de las clases, y aunque sabía que Reece no le parecería del todo bien, abrió la puerta y se marchó.

Llegó la hora de salir para vuestro primer día de clase. Aunque teníais poderes que seguro que ni la mayoría de vuestros nuevos compañeros podían soñar, por algún motivo Stark buscaba que aquello no afectara a vuestra vida cotidiana. Como prometió Ray, os esperó fuera en un coche y os llevó a los restantes hasta el barrio conocido como Bel-Air. Ahora entendíais el precio desorbitado de aquel sitio. Os dejó en la entrada y os indicó que deberíais ir al despacho de la directora que se hacía llamar Madame Vinsennau. La verdad es que a plena vista, el lugar era impresionante y bastante grande. Y allí estabais, más perdido que un pulpo en un garaje viendo como los hijos de seguramente famosos, grandes empresarios y políticos entraban en aquel lugar.

Si hay algo que ponía nerviosa a Robbie, esto era un primer día. Y eso es algo de lo que ningún ser humano puede escapar, ya tenga o no superpoderes. Los "primer día" perseguían a la humanidad desde su comienzo, como no podía ser de otro modo, y la continuarían dando caza individuo a individuo hasta su final, puesto que el final también es, por definición, algo que solo sucederá por vez primera.

Tardó en bajar a desayunar mientras elegía un día más, como había hecho el día anterior, ropa de colores neutros que incluían una sudadera de cremallera con capucha, una camiseta gris y unos pantalones vaqueros rotos. Algo que le permitiese pasar desapercibida, aunque tenía la impresión de que en el lugar al que iban tendrían que llevar uniforme y, por tanto, que su aspecto sería tan llamativo como discreto pretendía ella que fuese.

Además, estaba el hecho de que el contorno azul marino de su nerviosismo volvía a estar presente rodeándola en un aura de unos 10 centímetros que, paradójicamente, la hacían parecer aun más bajita de lo que ya de por sí era.

Se sirvió cereales de miel en un bol. Como no encontró leche de almendra, se sirvió leche semidesnatada, que le parecía que tenía menos sabor a vaca sin llegar a ser el agua sucia que era la desnatada. No tardaron en desaparecer el resto de chicas y Robbie pensó que se daban mucha prisa en arrepentirse de haber aceptado la oferta de Stark. A pesar de su cinismo, le sorprendió sentir cierto pesar por ello.

Poco más tarde, ya estaban en un coche con Ray al volante y, un poco más tarde todavía, en la puerta de una escuela que parecía casi un internado por lo voluminoso del edificio. Un enjambre de adolescentes fluía en todas las direcciones esquivándoles a ellos y dedicándoles miradas curiosas y despectivas. Robbie, que ya llevaba calada la capucha, se arrebujó aún más profundo dentro de su sudadera.

Una última instrucción y cuando se quiso dar cuenta, el coche y Ray habían desaparecido. Ahora estaba en su mano penetrar en aquella burbujeante marea de adinerados adolescentes y buscar a la directora.

Cogió aire intentando infundirse energías y preguntó al resto

Qué... ¿Vamos o no?

La fiesta de bienvenida había sido muy divertida y le había dejado echo polvo. Durmió aprovechando hasta el último momento. Tuvieron que tirarlo de la cama para ponerse activo el primer día. El café, que enseguida agradeció, le ayudó a terminar de regresar al mundo de resto de persona.

Algo en aquel lugar le hacía sentir... raro. Más. El muchacho iba con su camiseta negra de Guns'n'Roses, sus baqueros y su cabello descolocado. Alrededor personas que parecían haber salido de una fábrica de barbies y kens. Suspiró, si aquello era 'normal' para Stark quizá debería revisar sus parámetros. Si era 'élite' entonces... era él quien debía revisar su vestuario.

¡Venga, vamos!

Animó a la pequeña luciérnaga. Avanzó, dispuesto a interrumpir al primer adulto que viese haciendo cosas de adulto para preguntarle cómo llegar a la sala de torturas, o al despacho de la directora, probablemente no hubiese demasiada diferencia.

Había despertado animado. A pesar de la temprana hora, de estar en una cama que todavía no identificaba como propia y otras diversas circunstancias que podían haber provocado una mala noche en él, Wallace estaba decidido a pasar una buena jornada.Estaba preparado para el primer día en esa escuela pija.

De un salto, el velocista salió de la cama para ir a tomar una ducha fría, una que le espabilara la pereza antes de bajar a desayunar. Durante el proceso de aseo, lavó hasta los pequeños espacios de detrás de las orejas, asegurando que quedaba igual que un pincel. 

Con las mismas ropas del día anterior, bajó a la zona del comedor corriendo a buena velocidad haciendo gala del poder que poseía. Al tomar asiento, realizó un saludo en general alzando la mano, no se cortó a la hora de comer rápidamente y, al finalizar el pequeño proceso de confraternización matinal que implicaba el desayuno, sonrió satisfecho al resto de compañeros que estaban allí. 

El viaje en coche se le hizo eterno, como pudieron constatar los que lo vieran hacer dibujos en el cristal del vehículo usando el vaho del aliento a modo de lienzo y el dedo de pincel. Pero Ray captó la atención del rubio cuando, tras dejarles, indicó el  deber de ir a buscar a una tal Madame Vinsennau, la supuesta directora del colegio. Menos mal que, habiendo sido previsor, la máscara de su alter ego le acompañaba guardada en un bolsillo.

Entornó la mirada y, con los ojos entreabiertos, empezó a observar las gentes que rondaban el entorno del colegio. Alumnos, profesores, padres que dejaban a sus hijos, criminales, supervillanos,... Nada iba a escapar de la atenta mirada del infalible Race. 

Salió de la misión de reconocimiento visual en la que estaba, escuchando a Robbie y Félix.

—Pues vale. Ya estamos tardando. 

De todas formas, los ojos depredadores contra el crimen prosiguieron la labor de investigación, ya que ni en el día más brillante, ni en la noche más oscura, ningún mal escaparía de su vigía. Que aquellos que adoraban el poder del mal temieran el de Race. 

Había sido una noche muy larga, y es que compartir habitación con Goldie ya había tenido sus puntos negativos. Principalmente el hecho de que había estado demasiado nervioso como para pegar ojo. En circunstancias normales su presencia le relajaba, pero tenerla tan cerca, en la cama de al lado, durmiendo... Ya había tenido una experiencia similar, pero no era lo mismo.

Se despertó un poco tarde a causa de esto, o más bien iba con una marcha de menos, pero tras un café y una ducha el chico recuperó su actitud habitual. Se vistió como solía hacerlo cuando iba a su viejo instituto, con traje, no muy formal, pero siempre exagerado en comparación con lo que vestían otros estudiantes, aunque aquello nunca le había molestado, era la vestimenta que él pensaba que requería aquel tipo de interacción social, así que poco le importaba lo desafortunado de la vestimenta del resto.

El viaje en coche se lo pasó algo enfurruñado por el hecho de que Goldie hubiera hecho lo que le había venido en gana, como solía se habitual en ella, normalmente no le importaba, pero sabía su tendencia a pasar de los estudios y las clases, y siempre intentaba corregirle aquella mala costumbre.

Al bajar del coche no dijo nada, a pesar de que el nombre de la directora sonaba a señora que practicaba voodoo, simplemente observó el ambiente del lugar a la vez que revisaba a sus compañeros. ¿Estarían al tanto en la escuela de quienes eran? Al fin y al cabo él podía pasar desapercibido, pero la chica luminiscente seguro que no. Estuvo a punto de decirle algo sobre el tema, pero supuso que Stark ya habría tenido en cuenta el tema, y dudaba que ella tuviese información al respecto, así que era una perdida de tiempo preguntar...

Tenía ganas de empezar, o más bien de ver que le esperaba allí dentro, si de verdad podían ayudarle con Merlín igual que Astrid había podido construir allí a Kuro sería interesante. ¿Quien sabía? igual había algún profesor al que no tuviese que darle él la lección. Si algo le daba pereza era tener que dar clase en un lugar que no le aportaba nada, pero si era tal y como se lo habían pintado... había pocas cosas que le ilusionaran tanto.

El muchacho se ajustó la cartera al hombro y pasó de largo a sus compañeros sin hacerles mucho caso, yendo directamente al edificio donde esperaba encontrar alguna secretaría donde preguntar por dirección, o algunos carteles que lo guiaran.

Eran las 6 de la mañana y eso significaba despertarse a quienes no lo hubieran hecho ya. La idea de dividir los baños agilizó bastante las cosas y para una hora después estabais todos desayunando. En la cocina solo estaba Kate que había preparado café e inundaba la sala con el olor de café recién hecho. Os dio los buenos días y que en la nevera y alacena había variedad de bollos, cereales y zumos para desayunar. Después la muchacha pidió hablar a solas con Cami y esta, extrañada por aquello, salió de la cocina. 

Decidiste salir a correr antes de llegar a clase y así prepararte para la horrible jornada de estudio que se te venía encima. Encontraste un parque muy bonito donde gente paseaban a sus perros. Unos golden retriever decidieron corretear contigo y tu no eras nadie para no jugar con ellos. La consecuencia es que se te había echado el tiempo encima e ibas a llegar tarde. Así que tuviste que acelerar más el paso para llegar.

El centro estaba en el barrio conocido como Bel-Air. Ahora entendías el precio desorbitado de aquel sitio. La verdad es que a plena vista, el lugar era impresionante y bastante grande. Algunos rezagados, seguramente, hijos de famosos, grandes empresarios y políticos, estaban entrando antes de cerrar las puertas. A lo lejos viste como tus nuevos compañeros y Reece entraban al reciento con más idea que tú de a donde iban.

La recepción no se quedaba corta y tal como la entrada, se notaba que era un lugar de lujo. El suelo estaba pulido con esmero, la iluminación procuraba ser natural pero sin que llegase a molestar ni a faltar. Las taquillas estaban como nuevas, sin abolladuras o pintarrajeadas como lo solían estar en los institutos. Había un detalle que os llamó también la atención y es que allí la segregación era más notable todavía, se notaba los becados, los ricos y los muy ricos, siento estos últimos dueños y señores del centro mirando con indiferencia a los demás y obviamente a vosotros. Y esas miradas se acentuaron cuando Goldie se acercó a vosotros.

Sin más dilación el conserje os indicó donde estaba el despacho de la directora y os guio hasta allí. Os dejó delante de una puerta de roble de doble hoja donde había un letrero dorado con las letras serigrafiadas "Madame Vinsennau" y antes de que pudierais llamar, estas se abrieron dejando ver a una mujer bastante mayor, de piel estirada y complexión delgada. Tenía el pelo moreno, recogido en un moño que junto a sus ojos azules penetrantes y sus rasgos afilados le daban una expresión de severidad absoluta. -Veo que los protegidos de Stark ya han llegado- comentó con una voz que parecía un siseo mientras se echaba a un lado- adelante, pasad- y cuando lo hicisteis, cerró las puertas tras vosotros. El despacho estaba iluminado con la luz natural que entraba por una gran ventana. Su lugar de trabajo era un enorme escritorio de roble, bien cuidado y encerado, además que daba la sensación de pesar como media tonelada. En las paredes había un par de enormes librerías llena de libros académicos y pedagógicos. Además había fotos de los alumnos y alumnas que más habían destacado en el centro, como recortes de periódicos de importantes descubrimientos, méritos deportivos, etc.

La mujer tomó lugar tras su imponente escritorio, donde os fijasteis que estaban vuestros expedientes bajo un peculiar pisapapeles con forma de puma de bronce en una postura agresiva. Cogió vuestros expedientes y os observó de arriba a abajo. -Después buscad el conserje para que os de el uniforma reglamentario y tú- miró a Goldie- será mejor que te des una ducha. Bien, ahora debéis saber que el más mínimo problema de comportamiento es una expulsión inmediata. Espero que sepáis comportaros- la mujer era tan desagradable hablando como su apariencia de arpía lista para desmembraros- vuestros horarios han sido adaptados a vuestras aptitudes, buscando potenciar vuestras cualidades, si es que destacáis en algo, por supuesto- ni se dignó a esperar a que reaccionarais lo más mínimo- tenéis, a petición del señor Stark, un tutor personal que os estará esperando una vez os hayáis cambiado. Ahora si me disculpan, tengo trabajo que hacer- alzó una ceja, esperando a que os marcharais por vuestro propio pie. Parecía que no iba a aceptar ningún ruego, protesta o pregunta.

Le había preocupado que Goldie no llegara a tiempo para las clases, y aunque su estado dejaba un poco que desear lo había logrado, lo cual tranquilizó bastante al chico. Con ello solo quedaba un tema que atender, que era su encuentro con la directora para que les indicara que debían hacer.
El conserje los guio amablemente mientras Reece observaba a su alrededor el lugar sin demasiado interés, todo parecía nuevo, pero tampoco era algo que le importara demasiado, a veces un viejo y desgastado libro albergaba las respuestas que no había encontrado en uno nuevo, hacía mucho que había aprendido aquello. Aunque agradecía lo limpio del lugar.

Reece frunció un poco el ceño extrañado al ver lo rápido que la mujer abría las puertas, casi como si hubiera estado esperando tras ellas. El muchacho miró con curiosidad las estanterías así como algunos de los recortes de periódico mientras la mujer comenzó a hablar, aunque no parecía especialmente amistosa.

Miró mal a la mujer al ver la forma en la que le hablaba a Goldie, y estuvo a punto de decirle algo, pero entonces olió un poco a la chica, y entonces la miró a ella como diciendo "¿Dónde narices te has metido?".
Si le convenció algo más aquello de que sus horarios hubieran sido adaptados a cada uno, aun había posibilidades de que aquel colegio no fuese una absoluta perdida de tiempo, lo cual estaba en aquellos momentos entre las cosas que más podía desear.

-No le robaremos más tiempo Madame Vinsennau, gracias por la bienvenida.- Dijo educadamente a modo de despedida con una pequeña inclinación.

Tampoco esperaba que aquella mujer le fuese a resolver ninguna duda mejor que el tutor que el señor Stark hubiese elegido, así que lo mejor era perder el menos tiempo posible para ir a clase.
Así que Reece se puso en marcha confiando en encontrar pronto al conserje al que habían dejado poco antes.

Con la información sobre los uniformes, Robbie ya había tenido bastante. Se habìa ganado la vida leyendo a las personas y la directora daba un mensaje con su lenguaje no verbal que estaría claro incluso para el menos suspicaz del grupo: Aquella vieja bruja (en el mal sentido de la palabra) no les quería allí y estaba deseando recibir cualquier excusa para largarles. 

Robbie no se la iba a dar. Esperó a que la vieja terminara y se levantó y se fue de la sala sin mediar palabra. Ambas salían ganando si aquella breve y agresiva interacción era todo cuanto se relacionaban en todo lo que durase la estancia.

Alsalir buscó al conserje. Si bien madame Vinsennau expresaba un claro desprecio y rechazo, el conserje expresaba cordialidad mezclada con cautela. Parecía un buen hombre.

Robbie pensò que aquel sí era alguien con quien quizás mereciera la pena entablar conversación. Así que desplegó su mejor aspecto y comenzó a hablarle.

Perdone, siento molestarle. Soy nueva aquí. Todos lo somos. Nos han dicho que usted podría ayudarnos con los uniformes, ¿sería tan amable?

Dirigió una agradable sonrisa al hombre. Una que esperaba resultase convincentemente amistosa y humilde.

La verdad es que este lugar es un poco intimidante... ¿Tiene usted algún consejo para suavizar la incorporación a unos recién llegados? Seguro que se conoce esto como la palma de su mano.

Tras una rutina corta antes de desayunar, y comer el desayuno, claro, Goldie había aprovechado el tiempo para ir a correr. Claro, en su ir a correr no se le había ocurrido que luego llegaría toda sudada al instituto y que no tendría tiempo de ducharse, pero es que ya llevaba mucho tiempo tranquila. Además, lo de oler a perro mojado no era su culpa tampoco, porque resultaba que se había encontrado con unos perretes súper monos y ¿como les iba a decir que no a jugar? Tendría que ser una bestia desalmada para eso, y no lo era. ¡Mucho menos con lo que echaba de menos a Sargento!

Félix seguía fascinado, en general, con el lugar. Ni siquiera la arpía consiguió sacarlo de su fascinación, si bien su buen humor estaba paulatinamente pasando a uno más normal y neutral. Mientras los demás hablaban él se centró en fijarse en aquellas fotos destacadas, preguntándose si encontraría alguna del equipo que habían conocido el día anterior. Si habían estudiado allí seguro que eran eminencias. Pese a todo parecía que a la directora no le gustaba la gente Stark, o algo así.

Muchas gracias por la información, directora Madame Vinsennau. Uniforme y tutores.

Disfrute de un buen día de trabajo.

Sonrió con la amplitud que pudo, antes de marchar a buscar al conserje con sus compañeros. Pero no asaltó al hombre, ya se encargaban ellos, así que no tenía necesidad de duplicar información. En concreto prestó atención a las palabras de Robbie, que parecía ser más o menos sensata y acostumbrada a desenvolverse en aquellos ambientes.

Wallace observó con ojo detectivesco a las fotos de los alumnos que estaban en el despacho de la tal  Madame Vinsennau. En su afán de descubrir pistas sobre la verdadera misión que los había llevado allí, ya que era muy chungo que fueran simples estudiantes, el velocista prefirió ejercer un papel no demasiado agresivo ante la supuesta directora, permitiendo que ella llevara la voz cantante. El hijo de Speed Demon mantuvo su mente entrenada en desentrañar misterios en reunir pesquisas, pistas, pruebas o cualquier otra cosa que fuera lo suficientemente sospechosa para él en el despacho de la que teóricamente era la directora del instituto. Libros, recortes de periódicos, las mencionadas fotos y el olor del misterio no pasaban por alto ante el rubio de mente despierta y veloz.

Arrugó la nariz ante las exigencias que lanzó Madame, alzando una ceja de sospecha clara ante la inmediata disposición de la mujer para que unos enviados de Stark, unos protegidos, unos ajenos a su reino del crimen, abandonaran su presencia lo antes posible. Incluso la amenaza de expulsión que arrugaría corazones de menor bravura fue rechazada por el escudo de valor de Wallace, quien en este colegio debía actuar como el heroico Race.

Sin pronunciar palabra, abandonó el que debía ser el cubil del mal. Iba a tratar de pasar desapercibido a pesar de haber tenido una escena a lo James Bond, una de esas de cara a cara con el villano de turno.

—Madame —se despidió con un ligero tono desafiante, para demostrar quien mandaba en realidad.

Al proceder a la busqueda del conserje, los sentidos del rubio no rebajaron el trabajo de estar alerta. Cualquier cosa era posible, desde el ataque de ninjas adolescentes a una directora en una escoba lanzando maldiciones mágicas.

Al encontrar al hombre, escuchando lo que Robbie preguntaba sobre consejos al bedel, el heroico Wallace dio un paso al frente. Al momento, para mayor efecto teatral fue a una taquilla para apoyar un pie y la espalda contra ella.

—Unos consejos nos vendrían bien, amigo. Al igual que información sobre si has visto algo raro o han pasado cosas extrañas por aquí. Cualquier cosa, incluso oler azufre o esas movidas. No te cortes, te creeremos. Estamos aquí para ayudar.

Sin mirar al que preguntaba ni a sus compañeros, asintió henchido de convicción porque era imposible que los Vengadores los hubieran endosado en un instituto normal sin tener una misión secreta que cumplir.

Robbie miró con incredulidad y sin parpadear a Wallace. Hubiera podido decirse que tenía los ojos como platos, pero sería más conveniente decir que los tenía tan abiertos como podía, lo que en alguien con rasgos achinados era más parecido a tener los ojos como almendras en el mejor de los casos.

Giró lentamente de nuevo la cabeza hacia el conserje.

Estoo... Sí... Bueno... Ejem. Mejor dejémoslo solo en lo de los uniformes y lo de las duchas, ¿vale? Lo de los consejos ya tal...

El hombre, que era un señor entrado en edad, algo fondón y con un poblado bigote de color gris oscuro, se dispuso a contestaros hasta que Wallace le hizo aquellas preguntas que le dejó descolocado completamente. Cuando Rainbow intervino la miró aún perplejo pero no tardó en sonreír - Oh, ya veo... es un bromista ¿verdad? Bueno chico mi primer consejo es que es que aquí no gustan mucho las bromas. Otro consejo es que este sitio se basa en la ley de la jungla, solo salen los fuertes, no dejéis que os afecten u os tendrán donde quieren-Sonrió con cierta tristeza - me podéis llamar Peter por cierto. Sobre los uniformes, decidme las tallas por favor- cuando tuvo la tallas de todos entró a una habitación que tenía al lado de su garita. Sacó unos uniformes de color azul celeste y blanco que se componía de faldas para las chicas y pantalones para los chicos, una camisa blanca con el símbolo del colegio bordado y una rebeca de puntilla de color celeste. También os dio la ropa deportiva que era de los mismos colores e igual para todos. Después os acompañó hasta los vestuarios donde también tenían duchas que Goldie podía utilizar. -Iré a buscar a vuestro tutor, suerte chicos- se despidió con un movimiento de cabeza marchando hacia una de las plantas superiores.

En el vestuario femenino había un grupo de chicas que se estaban cambiando para ir a su clase de educación física o a algún club deportivo. Cuando entrasteis se escuchó un murmullo constante y miradas para nada discretas hacia vosotras. Cuando miraban a Rainbow reían un poquito y en cambio con Goldie entre risitas arrugaban la nariz como si un especie de hedor viniese por ella al verla aún perlada de sudor por la carrera matutina. Sin decir nada, comenzaron saliendo de allí pavoneándose en movimientos muy divos y femeninos.

En el vestuario masculino había un grupo de chicos grandes que se estaban vistiendo para jugar a fútbol americano. Cuando os vieron, no pudieron evitar reír. "Más delgaduchos para la escuela" se escuchó resoplar a uno de fondo. Eran auténticos monstrencos, una fusión entre armario y ropero que perfectamente se podría llamar romario. Se dispusieron a salir, no si antes de que uno de esos brutos "accidentalmente" chocara contra Reece haciéndole caer al suelo de nalgas. El simio que ejecutó la acción simplemente soltó un "ups, lo siento" que era obviamente mentira porque después se rio acompañado de sus compañeros mientras dejaban la sala.

Peter parecía un buen señor. Un hombre amable en el nido de víboras que parecía ser aquella pesadilla de instituto en que todos los estudiantes menos ella y sus amigos parecían estar al tope de la cadena alimenticia. Al menos Reece y los otros estaban en la base, pero ella ahora mismo se sentía un poco por el subsuelo de la pirámide.

Al tomar el uniforme, respiró profundo y dibujó una sonrisa en sus labios. No pasaba nada. No podían ser solo malas personas, y cualquiera podía recuperarse de una mala primera impresión si ponía suficiente esfuerzo. Solo tendría que esforzarse y confiar en que los demás alumnos no eran tan malos como parecían ahora mismo, y eso era fácil, porque casi siempre cuando uno conocía más a alguien se daba cuenta de que en realidad tenía buen corazón bajo todas sus defensas.

Tuvo que recordárselo, eso sí, al llegar al vestuario. No le pareció que tuvieran comentarios muy bien intencionados, pero aún así permaneció tranquila. No solo porque estaba decidida a hacer amigos, sino porque Robbie iba con ella, y sabía que esa chica no se mordía la lengua. Quizás Goldie no era tan rápida para contestar como para golpear, pero confiaba en que Robbie no la dejaría quedar como idiota.

¿Que tal chicas? ¡Suerte en el entrenamiento! - les deseó a las que iban saliendo, para luego ir a una de las bancas y suspirar, con una sonrisa algo más débil, a Robbie - Todos los primeros días son difíciles, ¿no? - se consoló a sí misma - Seguro nos irá genial. Es cosa de tiempo. - y de intentar ignorar que estaban atrapadas con un montón de pijos insoportables.

Sin demora, dejó el uniforme a un lado y empezó a quitarse la ropa, que apestaba a sudor y a perro mojado. A Golden Retriever mojado, específicamente. Si es que a pesar del lío, no podía arrepentirse de jugar con un montón de cachorretes hermosos en el parque. Había valido la pena totalmente.

¿Me avisas si viene alguien? - le pidió ya desnuda, mientras tomaba una toalla para ir a meterse a la ducha y olvidarse del mundo por cinco minutos.

Goldie fue bastante educada con aquel grupo de chicas cuando salían del vestuario. Por su parte, Robbie estaba dándole vueltas a algo.

¿Manada? ¿Bandada? ¿Enjambre?... ¿Cómo narices se llamará un grupo de reptiles que andan juntos?

¡Eih, chicas! Creo que a alguna de vosotras se le ha caido el DIU frente a las taquillas. ¿Será a ti, rubia? ¿No? ¿Ninguna? Mirad bien que luego os lleváis sorpresas en un mugriento asiento trasero...

Cuando se hubieron ido, se giró hacia Goldie mientras empezaba a cambiarse de ropa para ponerse el uniforme.

No les hagas caso. Y no te preocupes, silbaré si entra alguien.

Y sin mucho más que añadir realmente, se terminó de poner el uniforme.

En honor a la verdad Reece no acababa de comprender porque Wallace estaba allí, hacía preguntas de lo más raras, y parecía evidente que seguía inmerso en su fantasía en la que era un agente secreto en una operación encubierta, aunque quizás lo que no veía era que su teoría parecía más el guión de una comedia que otra cosa.

El chico escuchó con calma las palabras del conserje, quien le dio algún consejo como si aquello fuera la jungla, solo era un lugar destinado para el aprendizaje donde probablemente habría un montón de abusones que se dedicaban a perder el tiempo y no merecían ni un minuto del suyo.
Miró el uniforme un tanto indignado, pues tenía una pinta un tanto casual, ¿una rebeca?, pero tampoco le dio mucha importancia.

Al llegar al vestuario lo vio venir, era demasiado grande para no hacerlo, pero Reece no tuvo tiempo de evitarlo, al fin y al cabo sus reflejos no eran precisamente los de Goldie, su caída fue acompañada con un "ouch", el chico frunció el ceño mirando al chico, estaba acostumbrado a aquello, pero tampoco hacía nada por evitarlo, nunca lo había hecho, si aquella panda de chavales sin futuro querían gozar de sus 3 segundos gloria que así fuera, en unos años el más afortunado de ellos estaría vendiendo hamburguesas, y el resto a saber.
Reece no dijo nada, simplemente recogió su uniforme del suelo y se levantó sacudiéndose el polvo del pantalón, entre resignado, cansado y adolorido. Luego solo buscó algún sitio libre donde cambiarse.

¿Se te puede caer el DIU? - preguntó en un susurro, pestañeando rápidamente al escuchar a su nueva compañera de casa. Seguro que si Robbie lo decía, tendría algo de razón. Su madre la adoraba, y aunque Goldie no creía mucho en esas cosas, confiaba, más o menos, en el juicio de su progenitora.

Gracias, Rob - le agradeció sinceramente, con una sonrisa de oreja a oreja. Quizás no sabía si lo del DIU era cierto, pero sí que podía reconocer el tono en que les había contestado, y sabía que no había sido de preocupación por ellas. - Por eso - señaló con la barbilla hacia la puerta - Y por silbar si viene alguien, también - añadió, antes de irse hacia las duchas con una toalla.

Dejando la toalla colgada en el lugar designado para ello, o en cualquiera apto a falta de este, se dio una ducha rápida. No quería demorar al resto, pero sí se aseguró de quedar bien limpiecita y oliendo bien. Le gustaba su champú, olía a frutas y flores, dulce y fresco. No sabría decir ni a qué frutas ni a qué flores, pero sí que le gustaba. Tras lavarse el pelo, salió de la ducha y se secó bien, saliendo al vestuario.

Oye, Rainbow... - dijo mientras se vestía, aprovechando que la chica ya lo había hecho - No te tomes muy a mal lo de Reece ayer, ¿vale? Es que no se le da muy bien socializar, pero es muy buen chico, te lo prometo. Solo... es que es mejor con las ciencias que conversando. - se encogió de hombros - No es tan rarito. O sí, pero no del mal modo. Es raro bien, como un raro... un raro inusual súper cool, como la carta de holograma de las coleccionables. - sonrió, conforme con su explicación - Sé que lo de la orina da mala espina, pero es solo su forma de decir que quiere saber más de ti y tu poder porque le mola. A mi también me la pidió cuando nos conocimos, y tuve que explicarle por qué decir eso era mala idea... pero claro, con el día de ayer, creo que todos estabamos un poco demasiado emocionados - se encogió de hombros otra vez, sin perder la sonrisa - No digo que tengas que darle una segunda oportunidad, o no tenerselo en cuenta si no quieres, pero... bueno, para que lo sepas. Que es muy bueno, solo raro.