Partida Rol por web

Claro que sí, machote, dale la misma explicación al juez si sales vivo de ésta. - Pienso al oír de Kimball lo que siento como una fanfarronería

Al oír de Kimball que esta noche se va del bar, no hago más que levantar el pulgar en señal de aprobación mientras sigo sentado, mirando hacia el suelo con la mirada perdida abstrayéndome en mis pensamientos.

¡Ja! 

¿No me crees, verdad? Conozco esa mirada.

Te contaré una historia antes de largarme. Tal vez te resulte un tanto familiar.

Erase una vez un abogado que se las apañaba bastante bien. Tal vez no fuese el más famoso de la ciudad, pero sin duda era un buen abogado. Al fin y al cabo había dedicado toda su vida a la abogacía al carecer de familia. Empiezo a relatar sin quitarle la mirada de encima, escrutándolo.

A pesar de su éxito, estaba harto del sistema judicial. Pues había comprobado que la justicia no era igual para todos, que esta tenía un precio. El ser nombrado inocente o culpable ya no dependía de las pruebas, sino del poder y del dinero que el acusado tuviera.

Cuando el mundo se fue a tomar por el culo, este tío pensó lo mismo que todos nosotros, estábamos jodidos. Muy jodidos.

Pero después de darle al coco llegó a una conclusión. Aún no estaba todo perdido. A los supervivientes se nos había dado otra oportunidad para empezar de cero. 

Así que decidió intentar sentar las bases para que en un futuro, cuando los podridos dejen de querer merendarse nuestros culos, la nueva sociedad se convirtiese en una especie de comuna hippie. Con unos estrictos códigos de conducta basados en el respeto por el prójimo para fomentar la convivencia, o alguna mierda por el estilo.

Joder, el tío era todo un puto idealista.

Así que mientras intentaba sobrevivir en una ciudad sumida en el caos, decidió refugiarse en un bar. Tal vez mas supervivientes llegarían hasta allí y podría comenzar su utopía. Y ¡BINGO! Se encontró con los supervivientes que tanto anhelaba.

Sin embargo, la vida no es solo cuestión de suerte, hay que saber aprovechar las oportunidades. 

Tal vez debido a su nula vida social, acostumbrado a ser una especie de dios menor en los juzgados, este tío, ya no sabía como tratar con las personas. Así que en vez de intentar ganarse la simpatía de aquellos que podían ser su mejor baza para sobrevivir al este infierno, y luego intentar aconsejarles, se dedicó a comportarse como un puto prepotente de mierda, poniendo a todo el mundo en su contra. 

Pero lo peor aún estaba por llegar. Joder que si.

Una aciaga noche, mientras todos dormían, uno de sus compañeros fue asesinado. Nadie comprendía el porque, salvo un jodido poli, que de repente encañonó a una de las personas que mejor le caían, acusandolo de ser el responsable. 

Sin embargo este tío no confiaba en las palabras de poli, pues era uno de los que había intentado joder y estaba claro que no se tragaban mutuamente. Es más, sin pruebas fehacientes que demostrasen la culpabilidad del acusado, nuestro protagonista, hubiera podido salvarle del linchamiento, aunque el resto de compañeros estuvieran dispuestos a ajusticiarle. Tanto años ejerciendo el derecho ahora por fin servían de algo.

Lo que nuestro amigo ignoraba, es que realmente el poli era jodidamente bueno en su trabajo. Que sabía calar a la gente a la perfección, que era un puto radar negro infalible.

Así que debido a su ignorancia, el capullo decidió ignorar a la única que persona que le había salvado de defender al cancer que hubiera acabado con su preciosa utopía desde dentro, o incluso con su propia vida antes de que su sueño se hiciese realidad.

Cuando el poli se fue del bar, dejandolo solo con sus sueños, nuestro intrépido abogado recibió una nueva visita en sus recién estrenados dominios. Una puta horda de podridos hambrientos. Los cuales acabaron con todos sus sueños y esperanzas de forma muuuuy lenta y dolorosa.

Fin de la jodida historia.

Tras acabar mi relato, tome asiento lejos de las ventanas y la puerta, dandole la espalda a la pared.

Dime Eduardo, ¿te ha gustado la historia? Le dije sonriente, aunque sin un ápice de felicidad en mi voz ni en mi rostro.

Levantando una ceja mientras miro algo sorprendido al policía, al terminar su monólogo, le digo:

- ... Y qué me quieres decir con esto, ¿que has heredado de algún ancestro chamán africano la habilidad de leer mentes?

Cogiendo aire e intentando relajarme, sigo diciendo:

- De todas formas, como parece que muestras tanto interés en mi pasado, te diré algo que ya deberías saber: Las cosas raras veces salen como uno quiere, y es algo que tengo presente desde que tengo uso de conciencia y que ahora mucho menos he olvidado. Durante el primer día que llegué aquí, tú, el tuerto y en menor medida Tim me habéis tratado de mala manera, infravalorado, insultado y hasta golpeado. ¿Crees que voy a querer llevarme bien con gentuza así? Jajajaja...

Tomo aire mientras muevo la cabeza de un lado a otro, como diciendo "no" ("no me lo creo") mientras río, y sigo con mi monólogo:

- Si los supervivientes vais a ser gentuza así, no hay utopía posible por mi parte, todo seguirá siendo como antes, haya apocalipsis zombie o no, eso está claro. Por eso digo que las cosas rara vez salen como uno pretende. De todas formas no pierdo la esperanza, y durante estos días solamente lamento haber dado el numerito ante el resto de supervivientes, los cuales no han mostrado ninguna hostilidad y de alguna manera han sabido comportarse en una situación tan extrema como esta; es con ese tipo de gente con quien querría comenzar una nueva sociedad desde cero, no con podridos ética y moralmente, con los cuales ya he tenido que mediar más que suficiente a lo largo de mi vida. Sé que fuera de esta maldita ciudad hay millares de supervivientes, y seguro que alguna clara oportunidad tendré para cumplir mis intenciones con la gente adecuada.

Y si esos podridos hambrientos quieren acabar con los sueños y esperanzas del abogado de tu historia, tendrán que darse prisa, porque quedan menos de 4 días para que el ejército les reviente los sesos.

¿Leer mentes? Reí divertido esta vez. 

Son años de servicio, listillo. Podría haber llegado a detective de no haber sido por mi carácter. Pero ya ves.

En cualquier caso, tan solo trataba de darte una oportunidad. La última.

Te guste o no, me necesitas. Estoy seguro que no quieres que ningún maldito asesino se cuele en tu fiesta y yo puedo detectarlos. 

En lo único que coincidimos es que el sistema estaba podrido. Lo que nos diferencia es que mientras que yo si intento marcar una diferencia, tu piensas quedarte sentado si la cosas no salen a tu gusto.

Así que llegados a este punto, tan solo te quedan dos opciones. O me acompañas y tienes una oportunidad de sobrevivir, o bien te quedas y los podridos acaban contigo.

Es tu decisión.

Eso si, si vienes conmigo has de acatar mis reglas. A mi manera o carretera.

No te lo pienses demasiado. En cuanto oscurezca me largo.

Ahh y una cosa mas, un consejo. Nunca trates de dar ordenes a unos tipos armados a no ser que les tengas pillados por los huevos. 

Turno de noche - Día 4

Una nueva noche comienza ¿tranquila?...

Volqué una de las mesas para poder usarla de parapeto en caso que los podridos consiguiesen acceder al lugar. Tomé posición justo en el centro del bar. Lo suficiente alejado de las paredes y la barra para no quedar atrapado entre el podrido y la pared, pero lo suficientemente cerca de la salida para abandonar aquel maldito lugar en cuanto el camino estuviese despejado.

Recargué mi fusil, y comprobé el resto de mi equipo. Estaba listo. Estaba concentrado. Hoy no iba a morir.

Es la hora de las hostias, hijos de puta. Venid si tenéis cojones. Mascullé para mis adentros.

Por mí puedes irte, yo me quedo aquí, sé defenderme solo. Lo que sí te digo es que si tanto te preocupa mi vida, déjame aunque sea una pistola antes de irte, ya que tienes ese fusil y no sé si también la escopeta que nos enseñaste hace unos días con la que me amenazaste. - Le dije al policía calmadamente, a pesar de ver la tensión que él mismo estaba irradiando volcando la mesa.

Me levanto para estirar las piernas y me dirijo a la barra, sacando un vaso y buscando infructuosamente algo de beber - Puta mierda... - Pienso ante la frustración de no poder echarme un trago.

Si los zombies entran te puedes dar por muerto, por mucha barricada que montes... - Pienso mientras miro relajado al policía.

Curiosamente estoy más relajado de lo normal, ¿estoy aceptando la muerte? De cualquier manera, le pregunto al policía cuando empiezo a aburrirme, con el vaso vacío que había cogido en la mano y apoyado en la barra del bar.

- Dime, ya que dices que eres tan bueno en tu trabajo, ¿has matado alguna vez a alguien? ¿A cuántos?

Puff... ´Te a la mierda.

Contesté a Eduardo sin bajar la guardia en ningún momento. Este tío no aprendía. No iba a echarle de menos cuando me fuese.

Kimball abandona el bar.

Tres personas y un gato llegan al bar.

Vaya, ¿todavía quedan más supervivientes? - Pienso al ver extrañado la aparición de nueva compañía, eliminando el trabajo mental que había hecho mentalizándose de que iba a estar solo hasta que llegase el ejército.

- Hola, bienvenidos seáis a mi "morada", jeje. ¿Estáis todos bien? - Me acerco a cada uno de ellos a extenderles la mano.

- Me llamo Eduardo, y llevo aquí desde hace unos 4 días, por eso considero mi casa este bar. Nunca había estado tanto tiempo parado en un mismo sitio desde que todo este desastre comenzó.

Dejo pasar un momento por si tienen algo que decirme y, a continuación, sigo hablando:

- Venid, acompañadme, voy a enseñaros un poco dónde está cada cosa por aquí. - Tras ello les enseño dónde está el baño, la salida de emergencia, donde se ha encontrado la mayoría de comida y armas hasta ahora...

Mientras les voy enseñando el local cuidadosamente y sin hacer ruido, les pregunto: - ¿Puedo saber vuestros nombres?

Día 5 - Turno de día

Eduardo aparece muerto, pero no es ninguna sorpresa... Bueno, para algunos quizás si.

Pero este nuevo día que no parece traer consigo nada bueno... 

Las provisiones se acaban, no parece que podáis aguantar mucho mas aquí...

Mirando a Roberto con los ojos muy abiertos.

Eduardo ha... ha...

Se que Esther no ha sido, Roberto, ella no podría...

Oh... ¿Tu has...? ¿Por qué...?

Las palabras no parecían querer salir de su garganta.

Siento que os hayáis tenido que enterar así, pero os aseguro que es una simple cuestión de supervivencia. Ya estáis viendo que la comida escasea, y que sólo unos pocos vamos a conseguir sobrevivir. Una boca menos no es sólo una ración más, sino una más cada día.

Supongo que no estaréis muy contentos con esto, pero os aseguro que es mucho mejor esto que morir de hambre. Y para mi desgracia eso he tenido que verlo...

Miró a uno y a otro buscando una mirada de aprobación. Después registró el cadáver de Eduardo en busca de algo útil, aunque no puso muchas esperanzas en ello.

¿Y como sabemos que en un momento dado no vas a considerarnos "una boca mas que alimentar", Roberto?

Si lo fuerais, nunca os habría invitado a venir conmigo. Ni tan solo os habría ofrecido compartir mis raciones con vosotros.
Os he cogido cariño después de que me defendierais de unas acusaciones falsas.

No os preocupéis por mi, no soy una amenaza para vosotros.

Se agachó para dar algo de comer a Chascarrillo y continuó buscando en los bolsillos de Eduardo.

Registrando a Eduardo encuentras:

-Comida x2

-Palo resistente (+1 a las tiradas de combate)

Pablo, ya que ella lleva la armadura, esto será mejor que lo lleves tú.

Estirando el brazo, le ofrece el palo de madera.

No importa si seguís conmigo o no, al menos me gustaría que estuvieseis bien.

Mientras ve anochecer, acaricia el lomo de Chascarrillo esperando que nada entre allí esta noche. Pero estarán preparados...

¡Miau!

Chascarrillo aparece alegremente en la sala con una linterna en la boca.