Partida Rol por web

Un día más y a la oficina, con pesadumbre llego a la oficina con un rostro ya conocido, harto de las miradas de los transeúntes al venir hacia el trabajo, como si tuviera algo raro en mi aspecto. Ya hoy no se respeta nada, no puedes andar cargado de aceleradores de átomos para visualizar partículas extraterrestres,...ignorantes, todo clasificados por normas burocráticas clasificadas  en argumentos absurdos.

-Milred! Milred!¿Dónde estará la condenada? Tras cerciorarme de que no se encuentra en su oficina me coloco las gafas para visión subfísica, a ver si  ha traspasado algún umbral en su oficina, pero no hay rastro de ella. Con un largo suspiro me dirijo de nuevo a mi despacho, los años me pesan y el excentricismo se hace dueño de mí conforme los años pasan, será producto del grupillo de subproductos que atiendo aquí.

Maldigo para mis adentros por mi mala suerte mientras deseo algún tipo de apocalipsis para acabar con semejante escoria que contamina a la humanidad mientras echo una hojeada por mi ventana.

-¡Que cojones!- Observo anonadado como el hombre el llamas arranca tendones sanguinolentos del cuello del bombero. Hasta pasados unos segundos de que la cámara se pusiera en negro mi mente noo es capaz de reaccionar.

Los brazos se mueven agilmente para impulsar la silla hacia el equipo de música. Enciendo la radiio y los pprimeros coompases de un "nucturno" envuelven la sala de estar. -Hoy no será tu día Chopin- Pienso mientras puulso el número del canal de noticias local. Giro el marcador que indica "all" y todos los altavoces de la casa comienzan a escuucharse. El sistema es un moderno equipo con altavoces en todas las habitaciones que permite oir en estereo desde cualquier parte del chalet. La voz del locutor inunda todo como si me encontrara en el propio estudio.

No me detengo a recoger las soobras del desayuno, si no que me dirijo hacia las escaleras que llevan al amplio estudio del sótano. De camino recojo el teléfono inalámbrico fijo y el movil. Nada más llegar a la parte baja de las escaleras (siempre me ha exasperado la lentitud con la que la silla las desciende, con ese sonído mecánico que no inspiraría demasiada confianza si no fuera porque se que lo he diseñado yo, y que por tanto, no fallará) pongo rumbo al ordenador y lo enciendo. Mientras carga la máquina busco en la agenda del movil el teléfono del estidiante que debería venir hoy. - ¿Cuál era su noombre? ¿Robert? ¿Roger? Robert, aquí está.- Presiono la tecla de llamado y acerco el aparato a mi oreja. Los tonos vuelven a sonarme exasperantemente largos.- ¿Qué coño era es? No tiene sentido. ¿Era aquello un manicomio? No, no lo era, pero esos hombres tenían que estar necesariamente locos.- Tras el sonido de inicio del ordenador escribo en el buscador rápidamente "Incidentes Providence" y abro dos pestañas más con los periódicos locales.

Miro rápidamente a mi alrededor para ver que alternativas de huída puede darme el espacio. Además observo si hay algún objeto con el que pueda defenderme que sea más útil que mi absurdo atril. Si es así, lo cojo.

Hola Arch. ¿Puede saberse qué narices son esas cosas? ¿Qué está pasando?

Mientras digo esto voy empujando mi escritorio contra la mesa para crear una barricada que aguante las embestidas contra la puerta.

Medio dormido en la cocina y tomándome una cerveza bien fría para comenzar con ánimo la mañana presto atención a la televisión.

-¡Madre mía como estan las cabezas tan temprano! Jaja, a alguien le tuvo que pasar factura la noche anterior.

Al poco tiempo recapacito sobre lo visto.-Es algo extraño, como si atacasen al pobre bombero que esta intentando ayudarles. ¿Se habrán drogado?, ¿estarán tan borrachos?.

Cerveza en mano me asomo por la ventana de mi apartamento a ver si consigo ver algo, intento recordar el teléfono de algún conocido que viva en la zona centro a ver si me puede decir que esta pasando pero al ver la hora de la mañana que es prefiero no molestar por un asunto en teoría tan nimio.

Aún así busco mas información en otros canales de la televisión.

LLego a casa, y me encuentro con David esperando en la acera mirando fijamente acia mi casa...

¿Que pasa tio?

Me señala al cartero y veo toda la sangre esparcida por el jardin de mis padres... mi cara cambia de adormilado a mala leche en un segundo.

¡¡¡EHH TU Hijo de puta!!!!, ¿Que coño haces? ¿Se puede saber que te ha pasado?

Me mantengo a una distancia prudencial mientras me acerco despacio a ver que le ocurre.

Al escuchar lo que me dice la miro con cara de que algo no anda bien asi que le pregunto.

-Cuantos cadaveres son a los que hay que hacerles autopsia?, le digo mientras me pongo la pechera, al tèrminar de ponerme la ropa de trabajo, salgo del cuarto donde me cambie y le digo a la enfermera:

-Tenga el material listo y espereme en la morgue,al parecer necesitare alguien que me apoye.En cuanto este todo listo empezamos.-le digo mientras caminamos con rumbo a mi oficina, al llegar a la puerta le digo a la enfermera-adelantese que la alcanzo de inmediato-mientras abro la puerta.

-Esto no puede estar pasando, este tío está de coña.- Pienso mientras me imagino la escena que vio este notas y lo enlazo con los sucesos de la televisión.

Poco a poco y sin poder evitarlo los nervios me van invadiendo – Joder JD contrólate-

- Jajaja – La risa me sale más forzada de lo que pensaba – Buen hombre seguro que el estrés te ha jugado una mala pasada, será algún tipo de arma química de esas que usan los comunistas como bien dice aquí el amigo – Señalando con la cabeza a Mr. Fusil – Y puede que te afectara un poco y vieras… cosas raras…; seguro que hay una explicación para todo.

Miro rápidamente al negro y al viejo con cierta desesperación en los ojos como pidiendo que le den la razón a un pobre loco.

Rápidamente haces zapping por el resto de canales de televisión, pero te encuentras con los habituales programas matutinos. Si ha pasado algo de gravedad el resto de emisoras aún no se han hecho eco. Frustrada, pones la radio y, con el móvil en la mano, escuchas varios anuncios comerciales antes de oir esto:

-A los conductores que se acerquen a Providence por la Interestatal 95 rogamos desistan en su empeño y busquen otra ruta alternativa. La autopista va a ser despejada para que la Guardia Nacional pueda acudir con presteza al centro de la ciudad. Repetimos, no utilicen la Interestatal 95. Este aviso se emitirá cada cinco minutos.

En la calle ocurre algo raro. Te fijas bien y te percatas que nadie está respetando los semáforos. Los coches cruzan a toda velocidad tanto tu calle como la que hace esquina con tu edificio. Entonces ves venir corriendo a una mujer que mira a su espalda de vez en cuando. La joven desaparece al doblar la esquina y descubres qué es lo que la persigue: cuatro personas que avanzan por la calle, ya sea por la acera, ya por el asfalto, mirando a su alrededor como depredadores. Te percatas que casi todos tienen las ropas manchadas de sangre y que uno de ellos tiene una herida bastante fea en la cabeza.

Con el teléfono pegado en la oreja, abres las páginas de los periódicos locales, pero estos no han reflejado en sus webs lo que quiera que esté pasando en Providence. De pronto, la radio deja de emitir anuncios y se escucha la voz de un hombre decir:

A los conductores que se acerquen a Providence por la Interestatal 95 rogamos desistan en su empeño y busquen otra ruta alternativa. La autopista va a ser despejada para que la Guardia Nacional pueda acudir con presteza al centro de la ciudad. Repetimos, no utilicen la Interestatal 95. Este aviso se emitirá cada cinco minutos.

A la misma vez, Robert descuelga el teléfono.

-¿Diga? ¿Señor Sforzza?

El tipo te ayuda a bloquear la puerta arrastrando el escritorio contigo. Cuando queda firmemente clausurada se vuelve hacia ti secándose el sudor de la frente.

-No lo sé, padre. Bajé como cada día a comprar el periódico al quiosco y de pronto vi a esos monstruos correr por la calle. La gente huía en todas direcciones. Vi como atropellaban a una mujer por cruzar la calle sin mirar. Corrí hacia su iglesia porque le vi a usted entrar y supuse que las puertas estaban abiertas. Esos seres me siguieron...

- Sí, Robert! ¿Donde estás?- Yo mismo me sorprendo del tono de voz que he empleado. Procuro tranquilizarme y no parecer un loco desesperado.- Pero si ni siquiera se lo que está pasando aquí. Lo primero es poner a salvo a este muchacho, hoy ya es mi responsabilidad. Pero no es necesario alarmarle de este modo en su primer dia en la ciudad. - ¿Has oido la radio? La interestatal 95 está cortada, si todavía no has llegado a la ciudad tendrás que tomar un camino alternativo.

Lunes- Miro el reloj- En media hora debería venir la asistenta. Maldita sean las ganas que tengo hoy de recibir a la buena de Doris!. Quizás debería llamarla tambien... no, es posible que sepa algo de lo que pasa en el centro de la ciudad, al fin y al cavo vive por alli. Claro, eso si le dejan salir de alli.

 Throuman, cuidado con los destinatarios que no todos estamos en tu escena ;)

Mierda! jaja, se me ha ido. Gracias Henry

El capullo de la autocaravana cuenta una historia surrealista de gente comiéndose viva. El barbudo y el viejo parecen escépticos. Y al principio yo también, pero al momento en mi retina se plasman las imagenes de la CNN con el bombero atacado por el tipo ardiendo. También le mordía. Y el resto de anormales se lanzaron contra el cámara.

"-Este tío podría parecer un puto chalado, pero su historia de mierda se parece a lo que hemos visto en la CNN."

El motero trata de aportar algo de lógica....teniendo en cuenta que su "lógica" es atribuir los hechos a armas químicas y a terrorismo comunista. "-Menuda explicación... no sé si tranquilizarme o buscar un arma yo también..."

Aun así, al ver la expresión del motero intentando hallar complicidad en nosotros, me decido por lo razonable y me dirigo al tipejo de la autocaravana.

"-Sí tío, quizá con toda la confusión te ha parecido ver cosas que no eran. Estoy convencido de que está ocurriendo algo serio, pero no sabemos con seguridad qué es. Mas vale que te calmes y pienses bien lo que haces. Los nervios se te salen por las orejas, y conduciendo como lo haces, acabarás estrellándote o haciéndole daño a alguien".

Tras mi pequeña aportación al bienintencionado motero, y sin creerme realmente lo que estoy diciendo, miro a Lenny y al viejo, sumándome con la expresión a la súplica del barbudo.

-Me llamo Abe -respondo al barbudo, aunque no me ha preguntado el nombre.

¿Gente que se come a gente? ¿Un arma biológica que vuelve locas a las víctimas? A mí me parece posible. Los comunistas siempre han utilizado el lavado de cerebro para conseguir adeptos, así que si pueden hacerlo con una simple granada de gas o algo por el estilo, lo harán. Eso sólo me hace temer aún más por Billy, pero no perderé la calma. Como ya he dicho, cuando uno se pone nervioso, la caga. Aquí el que tengo el fusil soy yo, no ellos.

-Mira hijo -digo al conductor enloquecido-, si quieres irte con tu familia hazlo, llévalos a un sitio seguro. Yo haré lo mismo en cuanto localice a mi sobrino -escupo al suelo. Jesucristo, no quiero ni pensar en qué pasaría si el gas le ha afectado también a él-. Pero como dice el oscuro, es mejor que tengas cuidado. Casi nos matas.

Mi rostro se torna duro. Los hombres de verdad, los hombres como yo, tenemos que tomar las decisiones sin que el pánico nos nuble la mente. Mi padre crió a un patriota que no se achantará ante los comunistas. No lo hice en Vietnam y no lo haré aquí. No me importa cómo de mala sea la situación: mi padre no crió a ningún marica. Eso debe quedar claro.

 Estupefacto me acerco más a la ventana para observar semejante evento...¿habrá tenido algún tipo de repercusión mi alusión a los dioses en busca de una apocalipsis? Desesperado corro a las entradas todo lo que rodea mi planta del edificio para impedir la entrada a tales seres mientras utilizo algunas mantas para cubrir los espacios vacíos entre las puertas. Una vez hecho vuelvo a echar un vistazo por la ventana, el mundo parece haberse vuelto loco, cerciorándome de que aún no han llegado los cuatro jinetes del apocalipsis suspiro para mis adentros.

En un arrebato abro todos mis armarios en busca de armas, detectores de partículas óseas en seres poseídos, martillos para elementos primogénitos, navajas ultrasensibles para permitir la apertura a otros mundos y con orgullo observo mi pistola capaz de matar a espíritus expulsados del inframundo, una de mi más preciadas maravillas conseguida a través de Ebay.

Coloco todas mis herramientas en una mochila, y las de soporto cómodo en mi chaqueta de acomodación superflúa, tras bajar lentamente la persiana de mi despacho observo todo con atención dispuesto a la lucha por la supervivencia del apocalipsis.

Me alarmo ante la noticia y aprieto la tecla de llamada.

¿Han cortado las carreteras? ¿Y para que cojones tiene que venir la Guardia Nacional a Providence? Espero que no se trate de un ataque terrorista suicida... me digo a mi misma, nerviosa, recordando la escena de las personas en llamas atacando a la gente, mientras espero al tono de llamada del telefono.

La radio continua con sus anuncios y la tele sigue con sus programa matinales, como si nada estuviera ocurriendo. Me extraña no ver mas noticias dada la gravedad de las que ya he escuchado.

Miro de soslayo a Abe en cuanto pronuncia la palabra "oscuro" refiriéndose a mi. Por un momento el corazón me da un vuelco y siento la tentación de rememorar todo su jodido árbol genealógico, pero el ambiente ya está bastante caldeado con el gilipollas de  la autocaravana, y al fin y al cabo, el anciano lleva apoyado en su hombro un fusil de caza. Y un balazo de ese puto cañón a esta distancia podría partirme en dos. Me trago el orgullo y no medio palabra, aunque atravieso con la mirada a Abe.

"Puto viejo racista de mierda. ¿Oscuro?. ¿Y qué será lo siguiente? ¿Llamarme tiznado y mandarme a recolectar algodón? Otra gilpollez de esas, otra más, y le meteré la culata del rifle tan hondo en su culo que cuando quiera cagar tendrá que usar un sacacorchos..."

Aguardo en silencio a la reacción del capullo de la autocaravana tras nuestra perorata, valorando por un instante la situación.

"En el fondo, este capullo y su autocaravana se pueden ir a la mierda. Si tiene ganas de acabar empotrado contra un árbol es su problema. Joder, que le den por el saco a todo el mundo. Yo no soy la niñera de nadie. El viejo no ha tenido mejor ocurrencia que sacar un puto cañón de debajo del asiento. El paleto casi nos atropella. Menuda mierda de día...y no ha hecho más que empezar..."