Partida Rol por web

¡Buah! Estaba reventada del viaje. El culo se me había quedado plano, y eso que yo... como asiática y delgada que era, ya tenía poco culo. ¡Pero ahora...! ¡Ay! Nara, sentía envidia de su culo... tan redondito y firme que lo tenía. ¡Qué injusta era la vida! Pero... bueno, no era momento de pensar en estas cosas, habíamos llegado por fin a un sitio bastante interesante.

¡Una gasolinera...!

Nunca había visto una, así que mis ojos se pusieron como platos mientras miraba a todos lados intentando captar cada mínimo detalle. ¡Era sorprendente! Pero lo que más llamaba mi atención era la cafetería... ¡ahí debía haber muuucha comida para recoger! Si es que era una cafetería que tuviera latas en conservas, claro... En cualquier caso, asentí ante las palabras de Gaspar...

Ya los miraré con calma luego.

Gaspar desconfiaba, pero yo lo veía como una oportunidad estupenda para conseguir provisiones. De todas formas, lo primordial ahora era encargarse de los zombies... Así que, viendo que dos de ellos se acercaban a Nara, aproveché yo para flanquear a uno de ellos mientras sacaba mi daga. En un visto y no visto se la clavaría en el cráneo...

Sin moverme ni hacer ni un ruido, coloco otra fecha en el arco y me dispongo a atravesar el siguiente cráneo (el que está al descubierto).

Y para mi satisfacción, cae a plomo el siguiente.

Jose no ve nada extraño a su alrededor, ni fuera del recinto en torno a la Pulga. Sólo el ya mencionado grupo de zombis que se acerca a lo lejos.

Sunhee, al ver que dos zombis se dirigen hacia Nara, se adelanta y asesta un golpe certero a uno de ellos con su daga. En el mismo instante una flecha de su compañera atraviesa el cráneo que ella misma acaba de perforar. Muerte doble para este no-muerto. El cuerpo cae desplomado al suelo, y Sunhee y Nara se miran. Al parecer Nara no se había percatado de la presencia de Sunhee junto a su objetivo, tan sigilosa es la joven de ascendencia coreana. En este cruce de miradas Sunhee ve algo a las espaldas de la arquera. Nara puede notarlo en el rostro de su compañera...

En esto, Gaspar, aún al volante de la Pulga, descubre, y hace descubrir a todos, de la peor manera posible, que el claxon de la Pulga aún funciona, y que está en perfecto estado. No puede creer cómo ha hecho algo así. El ruido resuena en el recinto, y se extiende muchísimo más allá. A los pocos segundos, el eco devuelto por el paisaje os confirma que el pitido se ha oído muy lejos de aquí. Las primeras consecuencias es que todos los zombis de la gasolinera se dirigen directamente hacia la Pulga. Otros dos zombis aparecen, uno de entre unos coches y otro de detrás del edificio de la cafetería.

situación actual

Sunhee, lo que ves es esto:

Un zombi se ha levantado del suelo, de entre unos coches justo detrás de Nara...

"¡Mierda!"

El bocinazo me da un susto de muerte, pero no puedo perder la concentración o algo aún peor pasará. Tras temblar por un momento, recupero el control del pulso de mi mano, coloco otra flecha y apunto al siguiente zombi sin detenerme. La cara de Sunhee me ha alertado pero espero poder encargarme de todos a tiempo.

Afortunadamente el siguiente no-muerto cae muerto. 

Nara, tras abatir al zombi te das cuenta de que otro zombi, que antes no habías visto, se acaba de levantar de entre unos coches justo detrás de ti. La cara de Sunhee era por esto. El zombi va directo a morderte.

Me sorprendió ver la flecha de Nara atravesando el cráneo del zombie al que acababa de matar. Las dos habíamos actuado al mismo tiempo, pero la muerte me la llevaba yo que había sido la primera, ¡ja! Ya quedaban menos, e íbamos a buen ritmo... si embargo, cuando levanté la mirada para hacerle un gesto cómplice a mi compañera, lo vi justo tras ella...

Era un zombie, caminaba lentamente... pero estaba a una distancia realmente cercana de Nara. En un principio pensé en gritarle para avisarle, pero... si lo hacía, el zombie motero podría atacarme. En ese momento, sonó el claxon de la Pulga... ¿Por qué lo había pulsado Gaspar? Eso sólo haría atraer más zombies a la zona... Sus motivos tendría, quizás quería avisarnos de algo. No lo sabía, sólo sabía que tenía que actuar antes de que el zombie atacara a Nara.

Sin perder ni un segundo más en pensar qué hacer, me decidí por lo más precipitado: lanzar mi daga apuntando hacia la cabeza del zombie. Por fortuna, el tiro era preciso e iba totalmente dirigido hacia su cabeza. Luego, una vez segura de haber acertado, saqué mi cuchillo de supervivencia y traté de esconderme tras un arbusto cercano. El zombie motero iba en dirección a la Pulga, así que quizás podría atacarle por la espalda si lograba que no me viera.

Cuando escuche el claxon no me lo podía creer.

¿Pero qué coño…?

Rápidamente me escondo y busco mi navaja mientras las chicas van machacando zombis.

En algún momento voy a tener que aprender a defenderme. Tengo un cuchillo. Seguro que puedo hacerlo. No parece tan complicado. Te acercas, les pinchas en la cabeza y listos…

Ese ruido podría haber atraído a zombis de muchos km a la redonda. Quizás debería echar un vistazo. Probablemente sea lo mas útil que puedo hacer ahora mismo.

Salgo de mi escondite y doy una vuelta rápida por la gasolinera para ver si detecto mas zombis.

¿Cómo ha podido acercarse tanto sin que me dé ni cuenta? Desde luego estoy de los nervios... Por poco me muerde, voy a tener que estar más alerta si quiero sobrevivir... ¡Y pensar que dependo de esta chica flaquita para seguir viva!

Todo esto pienso mientras atravieso el cráneo con mi machete. Por aquello de quedarme tranquila. Afortunadamente Sunhee es una tiradora excelente y se lo ha cargado de un plumazo. ¡Es la segunda vez que me salva la vida, la mosquita muerta! Desde luego no me lo esperaba. Cuando he terminado de asegurar su muerte definitiva, miro hacia atrás para buscarla y darle las gracias, pero ha desaparecido. Seguro que se ha escondido estupendamente y está a buen recaudo.

Respiro hondo, me concentro, ¡este error fatal no puede volver a pasarme!

Agazapada avanzo escondiéndome entre los coches y la chatarra para matar al más alejado.

El motero no va a suponer un problema, y los demás mientras pueden arreglar la puerta. Desde luego lo primero es eliminar a los que quedan en pie. La abundancia de chatarra, los surtidores y las altas columnas me permiten acercarme mucho sigilosamente, para asegurar el tiro. Este pobre no sabrá ni de dónde le llegó la flecha que acaba con su agonía.

Desde luego se me da bien ser arquera. Ya sólo quedan dos en pie, y el motero.

Mierda, ahora si la cagué. Nota mental: desconectar el puto claxon. Deben estar llegando los podridos de varios kilómetros a la redonda.

Empiezo a ponerme muy nervioso, el miedo empieza a abrumarme, no me deja pensar claro. Aún así trato de preservarme, hay que levantar esa puerta para que no entren más desde afuera. Pero no pienso salir de La Pulga.

Voy a gritar, qué más da, de todas maneras ya todos los zombis vienen hacia acá. - ¡Sunhee! ¡José! ¡Voy a correr La Pulga! ¡Levanten la puerta! ¡Luego la trabo con La Pulga!

De todas maneras no muevo el vehículo hasta que mis compañeros no estén en posición, después de todo en este momento yo soy la puerta.

Sunhee salva a Nara de un ataque inminente por parte del zombi que acababa de alzarse a sus espaldas. La daga cruza el aire haciendo un ruido seco al clavarse en el cráneo. Acto seguido la chica se esconde entre los cadáveres metálicos de los coches, armada únicamente con su cuchillo.

Nara por su parte sigue avanzando furtivamente como una depredadora. Deja pasar de largo al zombi motero, que continúa caminando hacia la Pulga, y dispara al zombi junto a los surtidores. Otro impacto exitoso más.

Al ver a las chicas enfrentarse a los zombis, Jose sale de su escondite con la intención de recorrer el recinto de la gasolinera, pero al hacerlo se topa de bruces con el zombi motero, que se abalanza sobre él torpemente. El chico tiene ahora la oportunidad de afrontar sus miedos por primera vez; está muy nervioso, nunca antes ha estado tan cerca de un zombi, ni tan indefenso. Nadie puede ayudarle, y aunque el zombi lleva un casco que le impide morder, su putrefacto cuerpo aún tiene bastante fuerza como para hacerle retroceder o tumbarle.

Los otros dos zombis siguen avanzando hacia la Pulga, sin percatarse de la presencia de Sunhee ni Nara.

Gaspar parece estar bloqueado. Sigue inmóvil con sus manos sobre el volante de la Pulga. Haber tocado el claxon por error le ha dejado paralizado. Poco a poco se recupera y la idea de colocar la puerta caída toma forma en su mente. Da órdenes a sus compañeros y espera sus respuestas.

Las últimas luces rasgan el cielo, que se va oscureciendo por momentos. El sol hace ya tiempo que se ocultó por el horizonte. Y al este ya empiezan a aparecer las estrellas. El frío se hace más intenso.

situación actual

¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!

Una explosión de adrenalina recorre mi cuerpo. El miedo se torna instinto de supervivencia. Jamás había estado tan cerca de un zombi y parecía que mi primera vez podía ser la última.

No voy a morir aquí. ¡No voy a morir aquí! ¡NO VOY A MORIR AQUÍ!

Con toda la energía que me proporcionaba mi intenso miedo me abalanzo sobre el zombi con mi cuchillo en la mano, buscando su cuello, la columna…

Alcanzo a mi objetivo entre las vertebras y cae desplomado al suelo, pero no puedo parar, sigo acuchillando al zombi una y otra vez, y otra vez, y otra vez.

Mi cuerpo tiembla del esfuerzo, pero no puedo parar…

¡Muere! ¡Muere! ¡Muere!

Son ellos o nosotros. No volveré a ser la presa.

La ira se disipa y me siento en el suelo, exhausto, mirando al zombi destrozado a cuchilladas con los ojos abiertos como platos. No podía creerlo. Lo había hecho… había matado mi primer zombi.

¡He matado mi primer zombi!

Estaba dispuesta a atacar al zombie motero por la espalda. Al menos esa era mi intención, pero... justo antes de poder hacerlo, Jose se abalanzó hacia él y empezó a acuchillarle como un animal. Visto lo visto, diría que no necesitaba ayuda...

Eso quería decir que, si no habían más imprevistos, sólo quedaban dos zombies: el que tenía justo a mi lado y el que estaba cerca de los surtidores. Nara parecía ir directa al de los surtidores, y yo podría encargarme del otro. Bordeándolo con suma cautela para que no me detectase, busqué su flanco izquierdo y... cuando estuve lo suficientemente cerca, alcé mi cuchillo y embestí con él en la parte posterior de la cabeza, con un recorrido de derecha a izquierda de mi brazo.

Siempre me pasaba, cuando notaba sus cráneos putrefactos ceder ante la hoja de mi arma, un escalofrío recorría mi cuerpo. No es que me desagradara, después de todo era lo que tenía que hacer para sobrevivir, y lo sentía como algo natural. Pero no sabría definir bien la razón de ese escalofrío, ni siquiera si era un escalofrío de remordimiento o placer.

—Uno menos —susurré más para mí misma que para el resto, aunque luego miré a Jose y alcé mi pulgar—. ¡Wow! ¡Estás hecho un fiera!

Finalmente le hice un gesto con la cabeza en señal al portón. Tendríamos que ayudar a Gaspar, aunque yo sola no podría... quizás entre los dos.

—Danos un segundo, Gaspar —le dije en voz alta para que pudiera enterarse a pesar de la distancia, pero evitando chillar fuese a ser cosa que hubieran más zombies escondidos entre los coches—. ¡Recojo mi daga y voy!

Daba por hecho que Nara no necesitaría ayuda. Después de todo, era la máquina de matar del grupo.

Tras abatir al zombie junto a los surtidores, escucho ruido de forcejeo y me busco un punto para mirar qué ocurre.

¡Madre mía, Jose! Menuda carnicería. ¡Este chico ha espabilado rápido! Le vendrá bien. Ese zombi con casco ha sido la iniciación perfecta para él, ya que no podía morderle...

Sonrío aliviada, me alegro sinceramente por él. Esto le va a venir muy bien para su autoestima y para el grupo también es beneficioso. Su primera muerte. Me cuesta reconocer que hasta me siento orgullosa. Luego tendré que darle una palmadita.

Pero bueno, suficiente pausa por ahora, mientras haya caminantes cerca no puedo bajar la guardia.

Me agazapo de nuevo, y como una leona doy caza al último zombi que queda vivo (o mejor dicho moviéndose) entre los surtidores.

Fantástico, ya no quedan más muertos en el recinto... Me voy a asegurar por si acaso.

Mientras los demás se las arreglan con la puerta, que son suficientes, hago un buen reconocimiento exhaustivo por cada rincón y alrededor de los edificios que quedan en pie.

Jose se estrena de la mejor manera posible en el arte de la caza de zombis. Con la precisión de un cirujano, asestando un corte limpio cercena el cerebro del podrido del resto de la columna. El zombi ya no se mueve, ni tampoco es ni será más una amenaza. Sin embargo el joven Jose se ensaña con el cadáver, se deja llevar por la furia y se desahoga a navajazos. Quizá esté sacando años de miedo, años de encierro, años de angustia... La sensación final es de satisfacción. Ve cómo sus compañeras le miran orgullosas. Este ha sido su bautizo de sangre, y es consciente de que acaba de ganarse el aprecio de sus compañeros.

Sunhee y Nara terminan con los dos últimos zombis del recinto. La buscadora vuelve junto a Jose y Gaspar con la intención de, juntos, colocar la puerta y asegurar el área de la gasolinera. Nara por su parte recorre el recinto, comprueba el perímetro y se asegura de que no haya más muertos en movimiento acechando. El lugar parece seguro, aunque los edificios están cerrados y bloqueados, y no los ha podido inspeccionar en su interior.

Por un momento respiráis tranquilos. El grupo de zombis que os sigue por la carretera está un poco más cerca.

La noche ya os ha rodeado y ha engullido el horizonte, los linderos de los bosques cercanos, la carretera... Un firmamento de estrellas brilla en el tapiz negro sobre vuestras cabezas. No hay luna, y la noche es muy oscura. El frío se hace muy intenso. No hay viento ni brisa. Todo está en calma, muy en calma. Los faros de la Pulga son la única luz de la que disponéis.

Sigo inspeccionando el lugar...

Espero que consigan cerrar la puerta. En cuanto acabe de asegurarme de que el recinto por dentro es seguro, iré corriendo a ayudarles.

Cuando vuelvo a estar completamente en control de mí ya todo ha terminado. Carajo, me he quedado helado un momento, eso no puede ocurrir, es todo muy peligroso, debemos estar alerta, esto no puede volver a pasar.

Mis compañeros ya se están re ubicando, por suerte no me necesitaron. Voy a retroceder un poco con la pulga para poder levantar la puerta. Espero un momento antes de descender del vehículo, tal vez mis compañeros puedan con la puerta, me digo a mí mismo. Luego miro a José y Sunhee… Son los más débiles físicamente, me necesitan. Con todo el terror del mundo, mirando sobre el hombro y hacia todos lados, preso de la paranoia salgo de mi refugio personal en el que se ha vuelto La Pulga para levantar el condenado portón.

- Vamos, vamos, deprisa. ¿Qué esperan? – Digo muy nervioso

Después de sacar la daga incrustada en el cráneo del zombie que estuvo a punto de morder a Nara, volví hasta el portón y busqué un lugar cómodo del que agarrar para poder colocarlo de nuevo en su sitio.

No sabía si yo iba a poder ayudar mucho a los chicos, la verdad... mis pequeños músculos (si es que a lo que tenía en los brazos se le podían llamar músculos) apenas podían levantar mucho peso. Quizás hubiera sido mejor ayudar a Nara a explorar la zona, pero... bueno, empezaba a hacerse de noche, así que más valía darse prisa y cerrar el recinto.

—A la de tres, chicos —dije tras hacer algunos ejercicios de calentamiento, que no quería que me diera un esguince por hacer la bruta—. Una, dos y...

Quizás músculos no tenía, pero lo que no tenía en músculos lo tenía en cabezona y ese portón iba a levantarse en este mismo instante. Quizás fue por eso que, antes de decir tres, ya estaba tirando para levantarlo.

—¡¡¡TREEEEES!!!