Partida Rol por web

situación actual

Pero qué diablos le pasaba a Jose... ¡iba a su rollo! Le había hablado, y me había ignorado por completo. Ni siquiera le había dicho nada a Nara para animarla; y antes igual, le digo que vaya con los demás y coge y golpea la puerta con el hacha justo cuando la estoy abriendo con las ganzúas. Entendía que era un chico al que le costaba comunicarse, pero... a veces me sentía que le hablaba a la pared.

Inflé los mofletes molesta por ello, pero luego crucé la mirada con Nara que debió ver mi cara de enfado y... sin poder evitarlo, solté una pequeña carcajada.

—Hombres —dije, dando por hecho que ella me entendería—. Anda, vamos... llevemos esto nosotras...

Ya que Jose había decidido ir a investigar por su cuenta, no nos quedaba más remedio que transportar estas cosas nosotras mismas.  Si había algo que buscar, ya lo encontraría él... Además, me empezaba a preocupar los zombies de la valla... y aún habían muchas cosas que quería explorar. En cuanto dejara aquello en la Pulga, iría directa a la pequeña choza que estaba al lado del túnel de lavado.

Entras en la otra estancia, iluminándola con la antorcha improvisada. Por como todo está dispuesto, y por la posición respecto a la cafetería deduces que se trata de la tienda. Pero el mobiliario no está dispuesto como en una tienda: las estanterías están amontonadas en un rincón, en el centro hay una mesa rodeada de sillas, y más allá hay unas camas. Al otro lado hay otras camas, con cuerdas. Todo está lleno de sangre. Junto a las camas con cuerdas ves claramente dos serruchos, y un botiquín abierto. Todo está sucio, muy sucio, y huele fatal. En tu mente se va formando una idea, mucho peor de lo que Nara ha contado.

Avanzas hasta colocarte junto a la mesa. Hay platos y cubiertos dispuestos ordenadamente, todo está ensangrentado. Hay sangre coagulada por todas partes. El hedor es lo peor. Junto a la mesa hay un cubo, con huesos dentro. Huesos humanos.

Te acercas a las camas con cuerdas, sobre algunas hay unas amalgamas que no reconoces bien, parece que en algún momento fueron cuerpos. Cuerpos humanos, atados a las camas. Aprecias que les faltan partes. Están desmembrados, descuartizados.

Aquí y allá hay montones oscuros y viscosos cuya composición no reconoces. Está claro lo que pasó aquí, hace años, y poco a poco te va asaltando una sensación de dolor e impotencia, de miedo y náusea. Te sientes atrapado. Te sientes sucio. Pensabas que al estar prevenido por Nara esto te sería más fácil, pero no es así. Empieza a costarte respirar, todo te da vueltas...

Vomitas y caes al suelo, de rodillas, al no poder soportar la realidad monstruosa que estás presenciando. Lloras de impotencia, de dolor. Lloras de rabia. No puedes comprender cómo el ser humano es capaz de llegar a estos extremos.

Cuando te recompones, aún con el rostro empapado en lágrimas, exploras el lugar. Hay mucha basura, mucha suciedad, mucha sangre y restos de cuerpos. Está claro que comida no va a haber, pero hay otras cosas.

Cargando la bombona con Sunhee, la miro de soslayo y agradezco enormemente su abrazo y sus ánimos.

Sunhee y Nara aparecen en el garaje cargando entre las dos con una bombona, y Nara demás con una guitarra a sus espaldas. Ambas parecen compenetrarse bien, aunque Nara tiene una expresión triste.

Gaspar está manipulando algo bajo la Pulga. En el garaje hay unas estanterías a la izquierda y una mesa de trabajo con herramientas a la derecha. El lugar parece estar bien equipado, y Gaspar muy feliz.

Jose aún no ha salido de la cafetería.

Los zombis siguen llegando y amontonándose fuera del recinto.

Aun notaba el sabor de mi propio vomito en la boca. No había salido nada porque últimamente apenas había entrado nada pero, aun así, el estómago lo había intentado.

Durante mi estancia en el refugio había hablado con los adultos muchas veces respecto a los zombis, pero nunca se me había ocurrido preguntar por las cosas que eran capaces de hacer los humanos.

Entiendo que el hambre y el miedo puedan empujar a las personas a cometer atrocidades, pero ¿comerse a otras personas? Joder, seguramente eran compañeros y conocidos, quizás incluso familiares. ¿De verdad el instinto de supervivencia puede ser tan fuerte como para hacerte perder tu humanidad? ¿Qué los diferencia entonces de los zombis? ¿Qué nos diferencia a nosotros? ¿Solo la suerte de no haber estado en su situación? ¿No hubiese sido mejor suicidarse?

Después de esto todavía admiraba mas a nuestros adultos. Uno tras otro habían muerto intentando proteger y mantener el refugio y, tras tanto tiempo, debo decir que habían hecho un buen trabajo.

¿Podremos nosotros llegar a igualarles? ¿O moriremos comiéndonos unos a otros en total oscuridad? Los demás quizás son más fuertes, o quizás no, pero no necesitan saber esto. No hará ningún bien a la moral del equipo que se lo cuente. Considerare esto una lección sobre lo duro que es el mundo y los limites a los que puede llegar el ser humano. Es mejor pasar este mal trago ahora que en una situación de riesgo.

Amat Victoria Curam, la victoria favorece a los que se preparan. Y joder si me estaban preparando para el mundo real. A toda velocidad.

Cojo los medicamentos y los prismáticos y los guardo entre mis pertenencias. Prefería ser yo quien gestionara las medicinas pues había leído mucho sobre ello y sabia identificarlas. Saco el resto y cierro tras de mi la puerta de la puñetera “cocina del infierno”. Esperaba no volver a ver algo así nunca mas aunque, en el fondo, sabía que volvería a ocurrir.

Pero estaré preparado…

Llevo en mis brazos el botín de la victoria. Habían algunas cosas que serían muy útiles, aunque lamentaba no haber encontrado “comida”.

Chicos. He encontrado algunas cosas más ahí dentro. Ya no queda nada por saquear. Nadie vivo ni mas zombis. Hemos tenido bastante suerte no obstante. Una herramienta, algunas medicinas, un spray de pintura amarilla, un espejo, unos prismáticos, este casco de moto tan molón y unos guantes muy resistentes. Me he quedado las medicinas y los prismáticos. Dejare el resto en La Pulga para que utilicéis algo si queréis. Y si no siempre puede ser equipo de repuesto. El hacha también la voy a dejar. Pesa mucho y no se manejarla. Utilizare el tirachinas.

—Se te ve feliz, Gaspar —dije sonriendo nada más verle—. ¡Mira! Ya tenemos para cocinar.

Hice un gesto a la bombona mientras la terminaba de cargar junto con Nara en la Pulga. Luego miré el taller y, de fondo, escuché a Jose llegar. Parecía que las cosas marchaban viento en popa.

—¿El tirachinas? ¡Ni hablar! El tirachinas es mío —contesté nada más escucharle, luego miré a los zombies que se amontonaban en la valla—. Gaspar, ¿has encontrado combustible? ¿O la llave con la que abrir los candados que os comenté? Necesitamos gasolina... y quizás va siendo hora de pensar en limpiar esto de zombies o largarnos.

Sin gasolina, poco íbamos a poder hacer, así que... esperé unos segundos a que me contestara Gaspar antes de empezar a ir al sitio que faltaba por explorar.

—Ganadme algunos minutos limpiando a los zombies y avisadme con un grito si la cosa se pone fea —dije finalmente—. Quiero revisar aquello de allí antes de que nos tengamos que largar.

¡No se hable más!

Yo me encargo.

Derrotada pero resuelta, salgo y empiezo a disparar a zombis. A unos dos metros, sin parar  

Salgo de abajo de La Pulga con una sonrisa. Son todas buenas noticias. Podremos cocinar en nuestra casa móvil. - Nada de combustible, por ahora... Pero he encontrado muchas herramientas y repuestos útiles. Además están estas botellas de aceite para renovar el de La Pulga, tal vez deje de echar esos humos negros de una buena vez.

- Creo que al no haber comida aquí deberíamos irnos cuanto antes, aunque pongo a valoración del grupo que en este garage podría reparar mucho mejor La Pulga. De todas formas... tal vez el desafortunado evento del claxon nos haya ayudado un poco, si todos los zombis de la zona vienen o vinieron hacia acá las zonas cercanas deben estar vacías. Podríamos aprovechar eso, alejar los que han llegado del portón de ingreso e irnos con los alrededores despejados.

Junto a la Pulga habéis amontonado todo lo que habéis encontrado esta mañana. Son muchas cosas, desde herramientas hasta una guitarra. Desgraciadamente todo no lo podéis cargar en la vieja furgoneta. Tendréis que elegir qué os lleváis, que metéis en vuestras mochilas y qué dejáis.

El sol calienta un poco, el cielo está limpio de nubes, pero el perímetro cada vez está más saturado de zombis. Tenéis hambre.

Nara se separa del garaje y se acerca al perímetro. Dispara a un zombi. La flecha le atraviesa. Es tan sólo uno menos, pero por algo hay que empezar.

situación actual

La Pulga, más que una pulga, ya empezaba a parecer un hipopótamo. ¡Estaba a reventar de cosas! Y eso que aún no había explorado el cobertizo... Que hubiéramos encontrado tanto era genial, pero también un tormento para personas como yo, a las que le cuesta horrores tirar lo que tanto ha costado encontrar.

—Si echamos el combustible, igual ganamos unos espacios, ¿no? —dije—. Y los guantes... yo no los quiero, ¿a vosotros os hace falta? Si no, podemos tirarlo. Igual que el cuchillo. Bueno, pensandlo, ¿vale? Yo no tardaré...

Como me pusiera a pensarlo yo, no me iba de allí en la vida.

Por mi parte, yo fui directa al cobertizo lo más aprisa que podía... sin embargo, cuanto más me acercaba, más silenciosa trataba de ser y más intentaba pegar mi oído a los posibles ruidos que pudiera escuchar del interior. Si había alguna ventana, miraría con cuidado al interior tratando de buscar algún signo de movimiento. Dejaría el cuaderno que había encontrado en el refugio en el suelo, ya dudaba que nos fuese a hacer falta y confiaba en que sería capaz de recordar lo que había escrito en caso de necesitarlo, y entraría con la intención de buscar y encontrar hasta lo más insignificante que pudiera ser de utilidad... claro que, inevitablemente, tendría que hacer una selección.

Primero que nada lleno el tanque de combustible de La Pulga. Luego voy hasta donde está José. Poniendo una mano en su hombro le digo: - Confío en que vas a elegir las cosas más útiles para todos, sólo te pido que conservemos esas botellas de aceite, en cuanto pueda renovaré el de La Pulga. Quedan algunos lugares por revisar así que trataré de ganar algo de tiempo para Sunhee.

Me dirijo a la vaya y comienzo a matar tantos zombies como puedo, intento a la vez ir atrayéndolos lejos de la puerta de ingreso.

Sin percatarme de lo que ocurre en el garaje, sigo matando sin descanso. Es mi deber reducir el número de zombis, así que dejo las decisiones menos importantes para mis compañeros. 

¡Que alguien me ayude a matar aquí o va a empezar a ponerse crudo! - grito en dirección al garaje sin desconcentrarme.

No sabia que hacer. Teníamos muchas cosas y todas ellas iban a ser útiles antes o después. Las cosas se rompen y siempre viene bien tener repuestos. No obstante tenia clara una cosa. Los libros serian mucho mas fáciles de encontrar que la comida, las armas o las herramientas. Yo tenia ciertos conocimientos y aunque podía buscar en los libros cosas olvidadas, lo cierto era que mis conocimientos no pesaban en mi mente y sin una llave inglesa no podríamos reparar la pulga, no podríamos defendernos sin cuchillos, ni ver en la lejanía sin prismáticos.

Dejare mis libros aquí, salvo el de medicina, si en algún momento volvemos a tener un refugio ya conseguiré libros nuevos. Los libros no se comen así que las librerías estarán llenas.

Hecho un vistazo a La Pulga para ver cuanto espacio nos queda y empiezo a sacar aquello que considero menos importante.

Sunhee se acerca al cobertizo y se separa del grupo.

Gaspar, tras llenar el depósito de la Pulga con todo el Combustible con el que contáis, va junto a Nara y empieza a matar zombis con su cuchillo. La verdad es que acuchillarlos a través de la malla metálica es muy sencillo. Nara sin embargo prefiere seguir usando su arco y no se acerca demasiado. Entre los dos limpian la puerta de acceso en un momento, y alejan a los rezagados, atrayéndolos a ambos lados.

Jose permanece junto a la Pulga; sus compañeros le han encomendado la difícil tarea de elegir qué es útil para el grupo y qué no. Ante él hay un buen montón de cosas.

Veis que más zombis se acercan, hay muchos saliendo de los linderos de los bosques, allá a lo lejos hay todavía más. Todos se dirigen hacia aquí.

Tu instinto te dice que debéis salir de este lugar lo antes posible. En cualquier momento se puede convertir en una ratonera. Cada hora que pasa hay más zombis que se acercan y es más difícil defender el sitio.