Partida Rol por web

Cuando tienes ratitos libres como este, aprovechas para ir dibujando sobre el mapa de carreteras el recorrido que vais haciendo, y así saber exactamente dónde estáis en cada momento, y qué zonas habéis visitado ya y si hay algo interesante:

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Pese a dormir en La Pulga, no descansé lo suficientemente bien aquella noche. Quizás por estar apretada contra mis compañeros o quizás por el ruido de la lluvia y el viento chocando contra el vehículo. Descansé, sí, pero no lo suficiente como para despertarme sin bostezar durante varias veces.

La guardia me la había pasado con la radio en funcionamiento. Me había alejado un poco de mis compañeros para que no molestarles, pero la había encendido... sabía que no escucharía nada. Ya hacía tiempo que había perdido la esperanza de que pudiéramos encontrar a alguien con vida que no fuera del refugio... pero haber visto a Jose tan ilusionado en la gasolinera con la idea de que pudiera haber alguien vivo allí encerrado.

Quien sabe... quizás hubiera alguien como nosotros, que ha logrado sobrevivir hasta ahora, recorriendo las carreteras... No lo creía... pero no perdíamos nada por intentarlo.

...

Fui la primera en despertar. Mis ojos se abrieron solos, y yo apenas podía creer que ya fuera por la mañana... me sentía aún cansada, y deseaba con todas mis ganas seguir tumbada en la cama y hacer la croqueta durante una hora más por lo menos... Lo hubiera hecho de no ser porque si lo hacía aplastaría a los otros dos que dormían conmigo.

—¡OOOAH~! —bostecé, a la par que me frotaba un ojo con el dorso de mi mano—. Qué sueño...

Saqué fuerzas de flaqueza y me levanté. Luego me desvestí, y me volví a poner la chaqueta, aprovechando algún momento en el que los chicos no miraran y... tras eso, abrí la puerta de La Pulga para ver el exterior. Aún llovía.

—Chicos, creo que podríamos recoger más bellotas y castañas —comenté, tras extender mis manos... recoger un poco de agua de lluvia, y limpiarme la cara con ella—. Ayer vi un antiguo merendero, con mesas y bancos... sabría volver. Lo importante es que habían un montón de castañas y bellotas. Entre todos podríamos recoger unos cuantos puñados más y tener para algunos días. ¿Qué os parece?

Mi guardia pasa como si cada segundo fuera una losa de piedra sobre mis hombros. Esta lluvia y oscuridad se me mete en lo más profundo de la mente y me crea un sentimiento de ahogo y asfixia que no sé explicar. Estoy más tranquila que ayer, desde luego, pero necesitaba un poco de seguridad y tranquilidad.

Una vez terminada mi guardia, duermo como un tronco, y con la barriga llena, pero vuelvo a despertarme con una sensación de vacío e inquietud que me hacen seguir callada y distante.

Cuando Sunhee propone salir a recoger castañas, no puede apetecerme más. Con la excusa de protegerla, podría por fin tomar el aire y pasear. Esto de huir en una lata me afecta, yo que estaba tan acostumbrada a mis salidas nocturnas.

Hoy desayunamos, almorzamos y cenamos frutos secos. ¡Vamos a por ellos, Sunhee!

Paso la noche con una sonrisa. He comido caliente, duermo arrullado por el golpeteo de la lluvia en el techo y con la calidez de mis amigos. ¿Qué más puedo pedir? Tal vez mis compañeros descansen mal de la manera que ronco. Al momento de mi guardia me estiro con placer.

Me paso el tiempo despierto de muy buen ánimo, canturrendo las canciones de Sunhee y revisando a conciencia todos los mapas. Para el otro día me gustaría tener un rumbo más concreto de a donde ir.

Tenían razón. Hacia algo de frio y, si quería descansar, tendría que acercarme al grupo. Al principio fue fácil, me puse al lado de Gaspar y me quedé dormido rápidamente. El dia había sido muy duro y me hacia falta. Tras mi guardia, no obstante, no fue tan sencillo.

Ellas parecían estar cómodas y tranquilas, al principio intente no acercarme mucho, estaba muy nervioso, pero pronto me pudo el cansancio. Menuda sorpresa me lleve cuando hicieron el relevo. Debí haberme movido durante el sueño y estaba completamente abrazado a Nara, que dormía tranquila como si hubiese nacido para sobrevivir en cualquier mundo. Su olor era agradable incluso llevando días fuera del refugio haciendo esfuerzos. Era como el aroma del algodón de azúcar recién hecho. Mi mente navego por esa sensación y, cuando me di cuenta, estaba completamente empalmado. La vergüenza por si ella estaba despierta y se habría dado cuenta me golpeo como un yunque. Sentí el calor en las mejillas un puño me agarraba las entrañas. En seguida me giré para darle la espalda y me hice un ovillo.

Que no se haya dado cuenta por favor. Por favor.

Estas cosas no te las enseñaban en los libros. Las relaciones sociales eran extremadamente complicadas. Se suponía que, en el pasado, millones de personas vivían juntas, se relacionaban, mantenían relaciones con desconocidos frecuentemente, conocían a otras personas y, a veces, a alguien especial con quien se casaban y tenían hijos.

¿Pero donde coño aprendían todo eso? No hay libros al respecto. Ni información que se sepa. Mi madre nunca me hablo de ello. Es como si naciesen con ese conocimiento o, quizás, lo aprendiesen a las malas como me va a pasar a mí.

¿Y como voy a saber si Nara se ha dado cuenta? ¿Y con que cara la miro yo mañana? ¿Y si lo sabe? No podre volver a mirarla a la cara sin morirme de vergüenza.

El sol volvía a aparecer por el horizonte. Teníamos luz. Y con luz podíamos movernos… y ellos también. Se acabo el descanso.

Las guardias se suceden sin altercados y la noche pasa tranquila, bajo la lluvia. Sunhee ha encendido la radio varias veces pero sólo ha conseguido oír ruido de fondo, aunque con la tormenta cree haber escuchado algo como una breve interferencia, pero no está segura, no es posible, será la tormenta eléctrica... Gaspar está contento, cenó bien y ha dormido mejor. Nara nota algo tenebroso en su mente, algo no la deja descansar del todo. Y Jose, bueno, está empezando a experimentar otras cosas...

Sunhee salta de la cama y Nara la imita. Ambas salen de la Pulga, decididas a explorar la zona de merenderos que Sunhee encontró ayer. Los chicos, más perezosos, aún están en la cama, despertándose.

Viendo que los chicos aún no salían de la cama, cogí una de las almohadas y se la lancé a Gaspar con todas mis ganas. Obviamente no dolía, era una almohada al fin y al cabo, pero puse mis brazos en jarras y mirada de militar mandona justo después de que se escuchara el PLOF de la almohada golpeando el rostro del muchacho.

—¡Vamos, fuera de la cama! ¡Hay mucho trabajo que hacer! ¡UN-DOS-UN-DOS!

Luego miré a Nara y le guiñé un ojo a la par que sonreía de manera cómplice. A estos chicos teníamos que ponerles firmes...

—¡Cogeremos un montón! Venga, vamos...

Daba por hecho que los chicos procurarían arreglárselas rápido y salir si querían venir con nosotras. Y si no, siempre podían quedarse en el vehículo haciendo arreglos o lo que quisieran. Por allí cerca no parecía haber zombies, así que no había nada de lo que preocuparse... y Nara y yo tampoco íbamos a estar demasiado lejos realmente.

En cuanto a lo de la interferencia que escuché durante la noche... me sentía extraña. ¿Había sido realmente una interferencia? ¿O más bien era por la tormenta eléctrica? Estaba casi convencida de que se trataba de lo segundo, pero... estar casi no es estar al completo, y mi cabeza no paraba de darle vueltas. En cuanto pudiera, volvería a probar suerte...

Cuando me cae repentinamente la almohada me levanto de un salto, todo despeinado y mirando para los costados buscando a mi atacante. Cuando la descubro desato una - ¡GUERRA DE ALMOHADAS! – y revoleo una tomada de la funda en el espacio mínimo dentro de La Pulga, seguramente le aseste a todos los que estén dentro.

Pero cuando escucho lo de salir del vehículo… No lo puedo evitar y por un momento me baja el ánimo y se me puede ver en la cara. Es sólo un segundo, retomo mi habitual sonrisa y me pongo el sombrero para acomodarme en el asiento del conductor. – Alguien tiene que vigilar esta casa rodante – digo mientras me meto nuevamente a ver los mapas. La idea de pisar fuera de mi lugar seguro… no losé ¿Para qué si no es estrictamente necesario?

Salgo sin vacilar de la Pulga, no estoy demasiado cómoda metida en esta jaula con tanta gente y tantas horas. Hacía mucho que no tenía tanto contacto físico tan seguido y me hace sentir incómoda, así que necesito salir y despejarme, sin mirar a nadie a la cara y sin mediar más palabras. El aire fresco de la mañana me tranquiliza y me suaviza un poco los nervios. La hierba está llena de rocío, el amanecer es un espectáculo digno en tanto verdor... Casi se me olvida el horror en el que vivimos. Necesito estos ratos conmigo misma.

Paseando, miro sobre mi hombro, y ahí esta Sunhee, tan alegre, sonriendome. Su presencia casi no me molesta en absoluto. ¿Qué sería de nuestro grupo sin ella?

Sunhee, además de recoger frutos mi intención es cazar. Imagínate que consigo coger una ardilla, un conejo... ¡O incluso un ciervo!

Se me hacía la boca agua y su cara de absoluta sorpresa y posterior deleite me dijo que hacía bien en intentarlo.

Necesito que seamos extremadamente sigilosas. Seguro que para ti no será ningún problema. Le guiño el ojo para que me siga el rollo. Por un lado vamos a poner una trampa, y aparte intentaré cazar algo con el arco. Nos separaremos para batir más terreno, y si ves algo, me haces el sonido de una tórtola, así: me llevo las manos a la boca y canto uh-uuuhhhh-uh como un búho cantarín.

Me mira divertida, y le hago un movimiento de cabeza. De mi mochila saco la cuerda y construyo la trampa, que coloco en lo que parece ser unos rastros, y cuando está lista, saco una flecha y me preparo para ser una felina entre los troncos. Sunhee me imita y se le da genial.

¿Conseguiremos atrapar algo rico para llenar el estómago?

Tras la negativa de Gaspar y la quietud de Jose, las chicas se escabullen entre unos árboles lejanos.

La lluvia sigue siendo fuerte, y el cielo está totalmente cubierto por nubes negras. No muy lejos sobre vuestras cabezas se alternan rayos que iluminan en mitad de la oscuridad y retumban en el aire.

El lugar es extenso, es una suave hondonada salpicada de castaños y encinas, rodeada de densos grupos de pinos y alta maleza. Aquí y allá hay mesas de madera con bancos, y algunas construcciones en ladrillo que debieron ser algo parecido a barbacoas. El ambiente es muy agradable a pesar de la lluvia, invita al descanso y podéis sentir una enorme paz aquí.

Sunhee tenía razón, todo el suelo está lleno de castañas y bellotas. Hay muchísimas. Sin embargo Nara parece querer centrarse en otra cosa: un rastro. Son pisadas de algún tipo de animal que no conoce y que no ha visto antes. Debe ser un animal grande y pesado, pues las huella se clavan bastante en el suelo. De las huellas también deduce que puede ser muy veloz en ocasiones, y ágil a pesar de su tamaño.

Escoge una zona cerca de una mesa de piedra por la que parece que el animal pasa habitualmente en ambos sentidos. Como si fuese y volviese de alguna parte hacia alguna otra. Allí prepara la trampa, coloca el cepo, y lo oculta con la abundante hojarasca que hay alrededor.