Partida Rol por web

Apoyándome en las palabras de Sunhee, intervengo:

No habrá invernadero ni bebé si no sobrevivimos a la gran horda que se acerca. Los que no sepáis pelear, entrenareis para aprender a ensartar cabezas a través de la valla. Fabricaremos flechas y palos puntiagudos para clavarlos. Los más hábiles reforzarán la valla que da a la zona por donde llegarán. Senés, ¿tú podrías hacer rondas cada rato para avisar? Debemos evitar salir del recinto si podemos.

Miro a todos a la cara con seriedad, tenemos que colaborar para sobrevivir.

Todos muestran una clara preocupación. Se monta un pequeño revuelo y se oyen murmullos de inquietud y miedo. Sasari levanta la mano y cuando tiene la atención de todos habla:

- Nosotros no estamos aquí para ser la primera línea defensiva de nada. Carlo y yo vinimos para ayudar a levantar este lugar, para construirlo y hacerlo un lugar próspero. Pero no somos soldados.

- Yo puedo ayudar, pero hay personas mayores aquí que apenas pueden defenderse de uno de ellos, ¿cómo van a hacerlo de una horda como esa?

Claramente todo el mundo está más preocupado por las noticias de Páramos y de los zombis parlantes. Así que el tema de las mejoras ya se ha dejado a un lado.

- Si la situación es esta yo creo que volveré a Langueiron antes de que el invierno se recrudezca. No puedo poner en peligro a mi nieta de esta forma. Quedarnos aquí no es sensato.

- ¡Pero que no es verdad! Dabril bebe, y pasa mucho tiempo solo ahí arriba en el monte, ¡seguro que lo ha soñado todo! Yo ni me preocuparía.

- Lo de Páramos es cierto. Tenemos que pensar bien lo que hacemos. Es verdad que puede que sean muchos, o no. Los caminos tampoco son seguros...

Tulio parece bloqueado, sin saber muy bien qué hacer ni decir.

El miedo empieza a cundir entre los presentes. La mayoría se sienten indefensos. Algunos son frágiles, ancianos, niños, un tullido... Una cosa es preparar defensas para un eventual grupo de zombis extraviados, y otra muy distinta resistir el embate de una horda, más aún si saben pensar y pueden comunicarse entre ellos. La mayoría empieza a pensar y a expresar que van a volver a sus asentamientos, para avisar a los suyos. Nadie toma la voz cantante, no hay un líder claro. El grupo se disgrega por momentos y una huída en masa, apresurada e improvisada, se hace inminente.

Estaba empezando a ver como todo se tambaleaba a la primera de cambio. Todo lo que nos había costado conseguir se iba a la ruina por un simple rumor. Si era verdad que venía una horda, sería peligroso... pero, ¿de verdad venía una horda? Nadie lo sabía, sin embargo la mayoría empezaban a querer huir.

—¿Siempre vamos a estar huyendo? —pregunté, mirando a todos—. No sabemos si es verdad si viene una horda. Pero... ya estamos queriendo huir. ¿Estaremos más seguros en otro sitio? ¿Vosotros pensáis que sí? Aquí tenemos defensas. Tenemos armas. Tenemos a Nara y su arco. Y a Xose y su lanza. A Gaspar, a Declan. Nos tenemos a nosotros mismos. Entre todos podremos superar esto. Si nos vamos, nadie nos garantiza que el siguiente lugar al que vayamos estará mejor. Pero ahora, por lo menos, estamos juntos.

Di un segundo, y sonreí tratando de infundir confianza en los demás.

—Dadme un día. Yo exploraré los alrededores... si veo indicios de una horda a la que no podamos superar, vendré lo más rápido posible y... nos iremos. Os lo prometo. Pero tengamos esperanzas ahora, ¿vale? De momento la horda es sólo un rumor.

Desde la puerta del refugio escucho cómo la asamblea empieza a irse de madre, todo comenzó con mejoras para el huerto y algún indicio de zombis parlanchines y ahora ¿quieren irse?.

Entro y al ver el revuelo que se está montando intento calmar los ánimos, ya que yo también lo estoy ya - A ver tranquilos todos, nadie ha dicho nada de una orda de zombis, sólo que hay indicios de algún podrido que habla, pero no sabemos cuántos son, puede que nos preocupemos por nada. Yo he estado en bastantes asentamientos y nunca vi más de 5 podridos juntos, y no suelen salir de la zona. En cuanto a los que viste Xose, ¿dónde era, en qué asentamiento?-

Levanté la mano, y miré a Anuncia para hablar, tras el gran discurso de Sunshee, que me llenó el corazón de ganas de salir y hacer de este sitio un bastión de la lucha contra fráteres y podridos. Se notó que no tenía demasiada hablilidad para hablar, y en ocasiones se me entrecortaba la voz, o metía algún localismo: 

- Yo entré en la Zona. Engañado por los fráteres. Perdí dos amigos. Casi me quedo allí atrapado, y vi cosas terribles como lo que os acabo de decir- Allí los vi, Declan. Estaban organizados. Pero no diría que querían salir. Conseguí huír, y Elica me llevó consigo. Mi madre no sabe de mi desde hace tiempo, hasta que Luska le lleve noticias mías. -respiré, intenté continuar hablando, estrujándome la mente para dar razones ante el miedo que se avecinaba.

-  Creo que todos, menos Declan y yo, habréis hablado con Clemente, y sabéis que este lugar tiene un plan para hacer nuestros pueblos mejores. Yo me he unido, aún sin haber hablado con él. A cada uno os pidió venir aquí por algo, y aceptasteis sabiendo el qué. Yo me he quedado porque veo que esto es lo mejor. Y cada noche tengo pesadillas sobre lo que vi. Cada uno puede dar algo, para hacer esto seguro, para dar de comer a los otros, para hacernos ver la esperanza... - Señalé a las niñas. Tragué saliva. 

- No se si habrá una horda. Si la hay, se irá dispersando por el camino. La nieve los ralentizará. Nosotros podremos hacer una verdadera fortaleza de este sitio, y hacerlo autosuficiente. Hacer familia aquí. Compañeros. Amigos. Y hacer algo más, lo que Clemente tiene en mente, y os quería a todos aquí.- Me senté. Estaba temblando del esfuerzo de hablar en público, y agaché la cabeza. No podía ser. No podía perder a gente que había empezado a querer. 

No daba crédito a cómo esta gente de repente decidía dejarlo todo atrás y huir simplemente ante un rumor y la decisión de prepararse por si acaso fuese real. ¿Es que acaso pensaban que esta pequeña parcela era el paraíso y somos inmunes a lo que pasa en el exterior? ¿Que pueden plantar tomates y arreglar motores ignorando como necios la realidad que les rodea?

Allá ellos... Hablaré en privado más tarde con aquellos con los que sé que puedo confiar. No pondré en peligro a mis amigos.

Ante los inspiradores discursos de mis compañeros y mi amiga, me quedo callada. Ellos verán lo que hacen, si irse o quedarse. Aquí con nosotros es donde más posibilidades tienen de sobrevivir, pero eso tendrán que decidirlo individualmente. Yo sé lo que quiero y lo que debo hacer, y nunca se me ha dado demasiado bien hablar en público y convencer a nadie... Quizás porque no me importa lo suficiente.

Cuando Xose dice que ha estado en la Zona, donde vivió cosas terribles y donde asegura haber visto a esos zombis habladores, crea expectación entre los presentes. Por un lado por haber estado dentro y haber salido con vida (seguramente ninguno conoce a nadie más que lo haya conseguido); y por otro por confirmar la existencia de esos seres, esto es lo más inquietante. Eso contrasta con su discurso cuando apela a Clemente y a los motivos por los que estamos aquí. Hace dudar a algunos.

Algunos colonos de Hoke empiezan a abandonar el refugio. Sasari empuja la silla de Carlo hacia afuera. Anselmo y Agostiña salen a tomar el aire con cara de preocupación. Senés coge en brazos a Draina y la saca de ahí temiendo que el ambiente se caldee más todavía.

- ¿Eso es cierto, Xose? ¿Viste zombis que hablaban?

Tulio parece aturdido y cansado.

- Tendremos que reforzar aún más el perímetro. Si vienen por el este podemos construir puestos avanzados, cavar fosos.

Antón, con Made sobre sus hombros, aporta alguna idea en la misma dirección que Nara.

- No me lo puedo creer. Es imposible. ¿En serio Xose? ¿No estarías cansado y alucinando?

Lateiro se niega a creer aún la existencia de esos seres. Sujeta a Krim por la correo del cuello, arrimándolo a su pierna y acariciándolo.

- Esto complica las cosas...

Luego, dirigiéndose a los que se van:

- ¡Vosotros! ¡La asamblea no ha acabado! Coño...

- Para nosotros sí. Este sitio ya no es seguro, y no podréis protegerlo. Nos vamos.

Y mirando a Nara fijamente, delante de todos:

- ¡Eres una temeraria y los matarás a todos! No tienes ni idea de lo que haces.

Tras esto, los que no se han marchado quedan en silencio. Pensativos, mirándose unos a otros.