Partida Rol por web

A los que elegís las armas os acompañan fuera del recinto y os montan en unos camiones que esperan aparcados. A gran velocidad os llevan hacia el norte, hacia "las granxas", siguiendo la carretera de la costa. Los guardias dan un trato especial a Nara y Sunhee, cediéndoles los mejores asientos y ayudándolas a subir; no paran de reírse durante todo el trayecto. A la derecha admiráis el intenso azul de la ría, y su olor salino; a la izquierda se van alternando campos de cultivo, pinares y dunas de arena clara.

Al llegar, a los pocos kilómetros, os hacen bajar frente a otro recinto vallado e igual de protegido que el de los barracones. Pero esta vez lo que hay dentro son viejas naves alargadas de las que emana un fuerte olor a estiércol o algo parecido, y ruidos extraños como de animales.

A Nara y a Sunhee os agarra un guarda a cada una y os lleva hacia dentro, el resto de supervivientes va detrás según las órdenes de La Faro.

Encontráis que lo que hay en el interior de la nave, no es lo que os imaginábais. El lugar donde deberían encontrarse los animales, está ocupado por zombis, miles de ellos comienzan a moverse para ir en vuestra búsqueda al notar la presencia de seres vivos.

- ¡Vosotros os quedáis aquí parados!- os grita al resto. 

- A ver, la del arco y su hermana la silenciosa- llevan a las dos chicas delante de ella.

-¿Con este arco decías que eras buena?- le pregunto mientras se lo quito y lo tiro dentro de la jaula - Ahora si quieres recuperarlo entra y cógelo. Y tú, la acompañarás, pero...esto tampoco te hará falta- la desprendo de su mochila y la tiro también al lado del arco. -Empujadlas dentro-

Ambas caéis dentro de la jaula. Los zombis siguen avanzando en vuestra dirección mientras los narcos no paran de reírse.

Si el golpe en el estómago dolía, más lo hacía las risitas en toda nuestra cara y nosotras sin poder defendernos. Estaba claro que, aunque nos cedieran los mejores asientos, nos venía algo malo... no había que ser una genio para darse cuenta de ello. Lo que no esperaba era que nos iban a tirar dentro de... ¿una jaula repleta de zombies? ¡¿Qué clase de broma era ésta?! Debía tratarse de una prueba o algo así.

En cualquier caso, por mi culpa había arrastrado a Nara conmigo...

Lo siento...

Aunque, a decir verdad, una parte egoísta de mí prefería estar así... con ella, antes que sola...

En cualquier caso, ya tendría tiempo para disculparme más adelante. Ahora tendríamos que salvar la situación... Hacía demasiado que no veía a un zombie. Su olor putrefacto inundó mis fosas nasales al instante... ¿cuánto tiempo llevarían esos zombies ahí, pudriéndose?

No quise perder tiempo en tratar de imaginarlo, por el contrario miré a mi alrededor, buscando una forma de salir de allí... o al menos, de evitar que los zombies nos alcanzaran. Debía haber algo... estaba segura de que sólo se trataba de una prueba.

Los narcos, como decía su madre, no traían nada bueno. Y por eso él intentó evitarlos en el pasado y hasta salió del pueblo para hacerlo... Y al final, terminó Ali, atrapado por ellos... En las "granxas". 

Y en ellas, lo que se criaba eran... Podridos. ¿Para que? ¿Para invadir de nuevo Galicia? ¿Para entrenarlos a ellos? ¿Que mierda querían? Y encima...

-​​​​​​-Pero... ¡Chicas! - El grito se me escapó, a la par que me movía un poco adelante de donde nos habían mandado parar, aun cuando sabía que eso me podría perjudicar. ¿Las habían tirado? ¿Qué debía hacer...? Rápidamente, me puse a observar todo lo que había alrededor...

MIERDA mierda mierda...

Miré a Sunhee desesperada cuando nos metieron en la jaula.

-¿Llevas el cuchillo encima?

Y calculé la distancia a mi arco, los zombis cerca de él, y si podría alcanzarlo sin que me hirieran.

Los apestosos se acercan caminando, arrastrando sus podridos pies sobre el suelo de arena. El arco y la mochila están como a la mitad de distancia entre ellos y vosotras. Los narcos ríen, mientras el resto de supervivientes se quedan inmóviles, unos sin saber muy bien qué hacer y otros obedeciendo la orden de La Faro.

Percibes un ruido metálico entre los podridos. Cuando ellos se mueven hacen sonar algo.

Entre los podridos ves un brillo, te fijas detenidamente y te das cuenta de que están encadenados. Están agrupados en corrales, y encadenados a postes clavados en el suelo de arena. El arco y la mochila los han lanzado a una distancia tal que los zombis quedarán muy cerca, pero sin pasar de ahí. Por eso ríen todos.

Ni contesté a Nara. Fue ver el arco y la mochila, y lanzarme a la carrera a por ellos lo antes posible...

Los zombies estaban a medio camino, y... no parecía que hubiera ninguno que andara más rápido de lo normal. Me había fijado atentamente en ello por si acaso. Si me daba prisa, lograría recuperar las cosas antes de que llegaran los zombies... además, yo era menuda y rápida... podría alcanzarlo en un plisplás y deshacerme de los zombies si alguno me cerraba el paso. Ventajas de ser pequeña.

Y así fue: en cuanto llegué, cogí el arco y las flechas de Nara, y me dispuse a lanzárselo todo para que lo tuviera a mano y empezara a matar zombies. No me atrevía a hablar en voz alta con ella, pues sabía que los ruidos fuertes avivaban las energías de los zombies... y suficiente teníamos con el lío en el que estábamos ahora.

Así pues, tras lanzarle el arco y las flechas, llevé una mano al cinto para coger mi daga, y la otra a una de las asas de mi mochila... luego, si tenía tiempo, trataría de retroceder antes de que me alcazaran los zombies...

Vi algo, y brillaba. ¡Claro! Me di cuenta de qué era, y me acerqué un poco hacia delante, para corroborarlo. Me hice un poco el tonto, como sonriendo con lo que veia, y pregunté en alto a la Faro:

-Oye, ¿Y tantos podridos? ¿Para qué los tenéis ahí encadenados? ¿Los usáis para entrenar? Estoy deseando ayudar al Velho por todo lo que nos habéis dado todos estos años. - Asi dicho, esperaba no haber sido demasiado obvio, y a la par, que las chicas me pueden. No había peligro... O no demasiado, diría yo, si estaban atados. Lo peligroso era el motivo por el que estaban allí los podridos.

A la vez que lo decía, miraba con curiosidad, por ver si veía algo de los zombis que me explicaste su origen. 

¿Cuántos zombies son? ¿Hay alguna posibilidad de huir por algún sitio o sólo nos queda enfrentarnos a ellos?

Son cientos de zombis sólo en esta nave, y hay unas cuantas... En el corral en el que os encontráis hay más de una docena, no puedes calcular exactamente en tu situación. Podéis huir, podéis volver atrás y salir del corral. Pero Xose ha gritado algo que quizá sea clave para entender la situación.

Me divierto mirando cómo las nuevas novatas lo pasan mal, y de repente una pregunta -Eres muy observador. Ellos serán vuestros nuevos "compañeros" de trabajo- 

Ves que los zombis son como los que has visto siempre. No hay nada especial en ellos.

Sin darme ni siquiera tiempo a reaccionar, Sunhee ya se ha lanzado a por mis armas y su mochila. Rápidamente las tira hacia mí, saco una flecha y me echo frenéticamente hacia atrás, contra la valla, para alejarme mientras disparo. Apunto a los zombis más cerca de Sunhee para proporcionarle una vía de escape segura sin preocuparme por los que puedan estar más cerca de mí, ella se ha sacrificado por mí sin dudarlo y tengo que salvarla.

Al moverse, me he dado cuenta de que los podridos hacen unos ruidos como de cadenas, por lo que quizá estén encadenados y los guardias solo pretendan asustarnos. Si es el caso, mejor aún, nuestra actuación también servirá para impresionarlos y dejarlos callados. Así demostraremos nuestra valía también delante de los demás compañeros... No puedo fallar.

Nara dispara una flecha a un podrido, al que estaba más cerca de Sunhee, alcanzándole de lleno en la cabeza. Los podridos alrededor se ponen como nerviosos, y miran en todas direcciones hasta fijar su vista en Nara, hacia la que siguen caminando. A pocos palmos de las chicas los pútridos se detienen en seco, atados, encadenados por extremidades y cuellos. No pueden alcanzaros ahí donde estáis.

Fuera del corral los demás supervivientes respiran aliviados, mientras los narcos no paran de reír.

Nara acertó de lleno, cómo no, en el zombie que tenía más próximo a mí... dándome tiempo a retroceder sin demasiados problemas. Pero entonces me percaté de algo...

—¿Están... encadenados?

No me terminaba de fiar del todo, quizás hubiera alguno suelto... pero si estaban encadenados, ¿de qué se trataba todo esto? ¿Una broma de mal gusto? Evidentemente... sí... pero, sin duda, parecía tener una función práctica: servir como campo de entrenamiento.

Así pues, encadenados o no, tendríamos que acabar con ellos si queríamos salir de aquí de manera digna...

—Vamos a hacerlo rápido, Nara —le dije a mi amiga, esbozando una tranquilizadora sonrisa.

Luego me puse en posición de combate y lancé una cuchillada con mi daga directa al cráneo del zombie. Sentí la adrenalina correr por mi cuerpo. Era algo similar a la sensación que sentía en los viejos tiempos cuando aniquilaba zombies con mi hermana...

Y es que... ¡las dos combatiendo juntas de nuevo! ... Era un placer casi único...

Veo por suerte que las chicas se han dado cuenta, y de todos modos, están ya protegiéndose y dañando a algunos zombis, así que sencillamente, aprovecho que la Faro parece de mejor humor y ha contestado a la pregunta para hacerme el interesado en lo que íbamos a hacer allí. 

-Así que serán nuestros "compañeros" de trabajo, ¿no? - digo, haciendo énfasis en la misma palabra que ella. - ¿Practicaremos en como matarlos entonces? O que tenemos que hacer con ellos? -Digo, como si fuera lo más normal del mundo, pero a la par riéndome cuando el resto de guardias lo hacía con lo que hacían y decían las chicas allá en el foso. 

-Bueno se acabó la función, sacádlas de ahí- era hora de empezar a contar a todos lo que tenían que hacer, comenzaban a hacer preguntas.

Entre dos narcos, de mala gana, os sacan del foso. Se estaban divirtiendo bastante, pero era hora de ponerse a trabajar. Tras la broma, que servía a la vez de escarmiento, os cuentan lo que habéis venido a hacer, vuestra función en todo esto. Y no, no son podridos de entrenamiento, sino que son bastante valiosos para "El Dorado".

La Faro os advierte de que matar a un zombi es un delito grave aquí dentro. Sólo está permitido hacerlo en extrema necesidad, y eso es difícilmente demostrable; siempre hay una alternativa. Os empieza contando un rollo sobre ecología y economía que os importa bien poco y que, francamente, entendéis menos. Luego pone juntas en la misma frase las palabras "zombi" y "recurso", y es que para los narcos, los podridos, aunque pueden morder, son una fuente de energía, una fuente de movimiento, son energía en potencia. Antiguamente los humanos usaban animales, y también esclavos humanos mismamente. Pero en la actualidad ambas criaturas escasean mucho, por desgracia. Sin embargo lo que no faltan son zombis. Zombis para mover ruedas, engranajes, tirar de arados, de prensas, de carros... los zombis, señoras y señores, son "adiestrados" y "arreados" para que desempeñen funciones de bestias de tiro. Vuestra labor, pues, es la de "entrenarlos".

El entrenamiento de un podrido consiste básicamente en cortarle ambos brazos y su mandíbula inferior. A algunos incluso las orejas y destrozarle las cuencas oculares. Todo lo que haga falta para convertirlos en dóciles bestias, menos peligrosas, pero sin matarlas. Trabajaréis en esta granja a cambio de sustento.

-Habrá que hacer grupos de trabajo, supongo que Pili y Mili irán juntas y...su amigo el preguntón- miro a Xose - Los demás haced grupos de tres y comenzamos, que ya vamos con retraso. ¿Ha quedado lo suficientemente claro? Aquí no se matan zombis, se entrenan-