Partida Rol por web

La mañana los encontró a todos restablecidos y listos para continuar el viaje.

La pregunta obvia era: ¿el viaje hacia dónde? ¿De vuelta a Sarem por la ruta más corta? ¿O quizás por algún posible atajo por el bosque alejándose del camino? También, por supuesto, quedaba la opción de aprovechar la excursión para revisar un poco más aquel bosque: estaba la Columna y el Lago, y seguro que había más cosas por allí que pudieran interesar a un aventurero. Todo el mundo decía que el bosque era seguro si permanecías en la senda pero que si te alejabas un poco había peligros. Y donde hubiera peligros había recompensas. Así funciona Zork.

También quedaba pendiente ¿qué iban a hacer con Psshhh? La fogata nocturna dejaba claro que acompañar a un elemental de fuego paseando por un bosque tupido como el de Seedwood era, cuanto menos, arriesgado.

Dworkin observaba como la luz del amanecer se colaba entre las copas de los árboles que rodeaban el claro. El llameante amigo de Rathikus, al que habían bautizado como Pssht, permanecía a una prudencial distancia de los árboles aunque restos chamuscados en el suelo le decían al clérigo que no había sido así durante toda la noche.

Era una locura pasearse con un elemental de fuego por un bosque como Seedwood. Había que tomar una decisión y había que tomarla ya y Dworkin tenía claro cual tenía que ser esa decisión.

Se incorporó desde su posición. sentado en una gruesa raíz que salía de un poderoso roble centenario y se hundía en el suelo con dureza, y fue despertando uno a uno a todos sus compañeros.

- Vamos, haraganes, es hora de desayunar.

El ladrón se desperezó bajo la manta y luego procedió a levantarse. Se afeitó y preparó una de sus raciones. La pena era que la comida decente se le había acabado, había calculado mal por lo que se ve, así que solo le quedaban las raciones de emergencia. Tendrían que valer por ahora.

La parte buena era que la boca ya no le dolía así que pudo masticar sin problemas. Mientras comía algo de queso y una manzana miró al cielo. -Parece que va a hacer buen tiempo. Si seguimos el camino llegaremos sin problemas. Sin barro ni sobresaltos. No sé vosotros pero yo ya estoy saboreando un rosbeef de la cantina de Shen.- Mientras comía iba preparando sus cosas para el viaje.

Rathikus abrió dolorosamente los ojos. Mientras el amanecer se le clavaba como pérfidas agujas entre las pestañas, intentó dilucidar si el indidente de la rana había sido un mal sueño. Los restos chamuscado y la aparente expresión de hosquedad del elemental le indicaron lo contrario.
Se incorporó lentamente y sintió como sus ojos (y su estómago) se dirigían involuntariamente hacia Rudar. Era bien sabido que los medianos eran unos cocineros excelentes. Pero, al igual que él tampoco casaba con los tópicos sobre los magos en cuanto a madrugar y ayunar se refiere, el druida no era muy amigo de los huevos fritos con tocino.
Suspiró y se preparó para el largo camino, picoteando las sobras de la noche anterior, hasta que percibió la mirada preocupada y severa de Dworkin delante de la rama.

—Sí, Dworkin ya me imagino lo que me vas a decir...

—Él no sé lo que va a decir, pero yo ya te lo dije en su momento —dijo el enano como respuesta al mago, mientras venía del chamuscado árbol, de hacer esas cosas que sólo un enano puede hacer por él mismo por la mañana. Porque, aunque nunca aparezca en ningún lado, los aventureros también tienen que hacer sus cosas.

—El elemental sólo nos traerá problemas. Entiendo que no quieras hacerle daño, pero esto es un bosque. Al final acabará quemándolo todo —explicó el enano, mientras recogía su mochila y se preparaba para el viaje—. De momento iremos por el camino, aunque no por los baches o los problemas —apuntó a lo dicho por el ladrón—. Está más despejado de vegetación. Solo espero que no haya salteadores de caminos. Eso podría hacer que el elemental se descontrolase.

—Y es una pena que por esto no podamos desviarnos —terminó por decir Gromenauer—. Algo me dice que en la columna encontraríamos cosas muy interesantes. Casi tanto como la caja de madera.

Gromenauer llevaba razón en que el sendero principal era lo suficientemente amplio como para poder transitar con un carromato o un elemental de fuego adolescente. No es que fuera un camino empedrado pero los viajeros que se dirigían al norte, hacia el lago, lo mantenían abierto con su constante trajín.

El problema es que ese era el sendero principal. Pero para llegar hasta estas ruinas el asunto había sido un poco más complicado ya que el camino usado llevaba décadas cerrado. Habían seguido una ruta de cazadores durante un tramo y luego incluso tuvieron que que pasar por zonas abriéndose paso entre matojos y malas hierbas. Como pasa con cualquier zona abandonada el bosque había retomado la parte que le habían arrebatado.

Gromenauer analizó la situación detenidamente. En cualquier, salir de aquí era un problema con el elemental. Pero el desvío hasta el camino estaba largo. Demasiado para proponerse tan siquiera ir contando toda la vegetación para que el elemental pudiese evitar la vegetación.

Pero por suerte, su grupo contaba con una fuerza de la naturaleza. Así, mirando al mediano, le dijo—. Rudar, ¿Puedes ir apartando la vegetación según vamos andando? Seguro que es mucho más rápido que irla podando según avancemos. Bueno, y más respetuoso con el bosque, claro.

La verdad es que al enano el bosque le daba un poco igual, pero no quería repetir la historia de las ipecacuanas. Otra vez.

Roark miró con ojo clínico al elemental. -Oye Rathikus, ¿y hacerlo más pequeño aunque sea temporalmente? ¿O rodearlo con un campo mágico para que no chamusque cosas?

Tal vez solo la entrenada vista de Rudar o el afán por los detalles de Roark podrían percibir cómo, de forma muy sutil, el cabello de Rathikus se volvía cada vez más blanco.

El mago se hallaba ante el dilema que había preferido ignorar hasta aquel momento. Psshhh chisporroteaba distraído, probablemente ignorante de los problemas que estaba causando al grupo. No podía dejarlo solo en el bosque, no solo porque le doliese dejarlo, sino también por que podría causar un mal mayor si se aventuraba por ahí. 
Escuchó las propuestas de Roark, y empezó a pensar en los hechizos que recordaba referidos a elementales de fuego. Recordaba que había estudiado con ahínco los planos donde residían esas criaturas porque le fascinaba aquel tema. El único profesor de la Academia que apoyaba ese tipo de inquietudes, era un extravagante demonólogo llamado Cyrak Chustazufre. Cyrak le dio, en secreto, lecciones particulares acerca de sellos y portales para convocar seres a través del Velo [1].

—¿Sabes, Roark? Puede que no hayas estudiado magia en tu vida, pero que me vomite encima una quimera sino tienes indeas interesantes de vez en cuando— dijo, mientras sacaba su libro de hechizos para comprobar sus apuntes. Quizá un ritual para enviar a Psshhh al plano de los elementales de fuego llevaría tiempo pero, ¿y si había una forma de evitar que quemase el bosque mediante un hechizo de contención como el de la antorcha?[2]

- Ese amigo tuyo va a hacer que acabemos todos chamuscados- protestó Dworkin.

El clérigo tenía muy clara cual era la solución a tomar aunque los demás parecía que se empecinaban en mantener lo imposible. Cómo demonios iban a atravesar los bosques con un elemental de fuego, era una locura.

- ¿Y alguien ha pensado en qué va a ocurrir cuando lleguemos a un pueblo o ciudad? ¿Creéis que le dejarán pasar la noche en la posada o pasearse por las calles y mercados de Sarem como si nada? Por todos los dioses lo que hay que hacer es devolverlo al plano elemental, que es a donde pertenece. Es una soberana locura pasearse con un elemental de fuego por bosques y poblaciones construidas, principalmente, de madera. ¿Es que soy el único con un poco de seso aquí?

—Tenía pensado dejarlo en una forja. Es un sitio idóneo para él, además un elemental seguramente haga unas armaduras que ni los mejores herreros de Zork —dijo Gromenauer a su paisano, para añadir después—. No obstante, no todo tiene que ser devolverlo al plano elemental. Puede sernos muy útil si Rathikus encuentra la manera de tenerlo controlado.

—Pero si no... —el enano hizo una pausa dramática para mirar al mago y decir—. Tendremos que darte la razón y devolverlo al plano elemental. Pero hay mucho que probar antes de todo esto. ¡La pólvora enana no se descubrió a la primera!^[1]

Roark no supo si tomarse las palabras de Rathikus bien o mal. Después de todo, si un chiflado te decía que tenías grandes ideas... ¿Eso era bueno o malo? ¡Gran duda!

De todas maneras él de esas cosas no sabía nada, así que dejó que los profesionales de la magia se encargaran del elemental y comenzó a reconocer el terreno por el que iban a ir mientras se colocaba su mochila y el carcaj.

Rathikus meditó sobre lo aprendido por Chustazufre. Recordaba que había un ritual para devolver al elemental de vuelta a su plano. Por desgracia el mago no tenía un lugar de poder a mano. En Zork abundaba la magia porque los magos eran en gente despistada y solían provocar efectos secundarios cada vez que arreglaban algo, creando lugares de poder casi sin querer (en otros universos serían programadores, por ejemplo), pero tampoco era una cosa tan común como para encontrar uno en cada bosque que visitases. O al menos no en cada claro o ruina existente. 

Pero el mago miró la caja que los había traído hasta allí. La caja era poderosa. O más bien su contenido. ¿Por qué no usar su poder para generar un lugar de poder temporal y realizar el ritual. Claro que podían pasar cosas malas si el ritual fallaba. ¿Valía la pena el riesgo?^[1]

Lo de contener a Psshht era un poco más complicado. La antorcha estaba bien para un mini-elemental básico pero su seguidor había crecido. ¡Si estaba hecho un mozalbete! Se paró a pensar en algún conjuro que pudiera ayudarle pero estaba un poco bloqueado con ese tema^[2].

Mientras el mago meditaba sobre las opciones Roark se aproximó al linde del bosque. Así de pronto no vio nada que le llamase la atención y no tenía pensado adentrarse sólo mucho más. Aquella valentía que sintió cuando se dirigió sólo a las ruinas había ido disipándose con los acontecimientos siguientes.^[3]

Roark observó el bosque en busca de alguna señal de peligro, pero estaba tranquilo. Luego giró la cabeza hacia sus compañeros que seguían debatiendo sobre el elemental, volvió a mirar al bosque y se adentró un poco más en el mismo. El bosque le atraía.

Le atraía por la paz: los pajarillos cantaban y la fragancia de las flores silvestres lo inundaba todo pero, sobre todo, no había un mediano, dos enanos y un mago debatiendo sobre qué hacer con un elemental de fuego... Así que se adentró un poco más anticipándose al camino que iban a recorrer todos de vuelta a Sarem, total: no era más que un bosque.

- Por las barbas de Hammarragh, aquí lo que ocurre es que ese mago es un cabezota y un inconsciente- seguía gruñendo Dworkin- hasta un orco maloliente sabría que no es inteligente pasearse con un elemental de fuego por el mundo adelante. Envíalo al plano elemental de una santa vez y sigamos nuestro camino. ¿Cómo diantre vas a poder contenerlo? Y, aún suponiendo que pudieras contener su fuego mágicamente ¿Cuánto tiempo podrías hacerlo? ¿Cuánta energía supondría ese desgaste? Razona de una vez, Rathikus, por todos los diose o acabaremos todos chamuscados.

El clérigo parecía exasperado, se había dejado caer sobre la hierba mullida y ahora permanecía con los brazos en cruz, como un niño enrabietado, tratando de hacer entrar en razón al arcanista que permanecía con gesto pensativo, tratando de dar con una solución a su flamígero problema.

—Sí, sí, bueno. Cuando dejes de despotricar, Dworkin— dijo, mientras cerraba el libro tras haber guardado la página —, puedes ayudarme a crear un portal al plano elemental. Voy a necesitar la caja y su "contenido", sea lo que sea.

Se detuvo un momento. Parecía seguro de sí mismo pero, en alguna recóndita parte de su arrugado y nervioso corazón, se apenaba por tener que dejar marchar a Psshhh tan pronto. Le había prometido que vería mundo, pero la única forma que se le ocurría era enviarlo al lugar dónde pertenecía y aprender a convocarlo. Debía entrenarse y lograr abrir portales sin recurrir a rituales, pero todavía no tenía el conocimiento suficiente. [1] 
Antes de ponerse manos a la obra, se dirigió a su creación; tenían que hablar.

—Psshhh, fgrr. Kpjjjj rrpt kssh trr mjjjjjjjjgpjtr, Pjjjj frrrrst jrpg krrrrrrtp tp tp tp krrrr KPRKAAAJ. Tpppppg rfg sh sh, krrrrrgggggp jhhhhgggggp, tj, fshhhh prj prj krj. Tffffjr kj kj ksshhhhh tj, prrrj prk.

***

—Bueno, Dworkin. ¿Quién tiene la caja? Creo que con lo que sea que haya dentro podré crear el portal. [2]

Traducción del pirónico: 

—Psshhh, hijo. Sé que te dije que si me acompañabas verías mundo, pero de momento tengo que pedirte que vayas a la dimensión de Kprkaaaj. Es un mundo donde viven elementales como tú, allí todo está hecho de fuego, creo, y no tendrás que andar con cuidado de quemar a nadie. Pero algún día volveremos a vernos, te lo prometo.

Rudar había seguido atento la conversación entre el clérigo y el mago. El elemental debía desaparecer, eso era evidente.

—¿A qué te refieres? —contestó a Gromenauer—. Podría convertirme en una gran criatura y pisar la hierba por ti pero eso sería agotador y seguramente mis espíritus no estarían muy de acuerdo con mis acciones. No se que piensas que puedo hacer.

De pronto vio que el mago iba a empezar a hacer uno de sus conjuros. Rudar le había visto actuar y no le parecía muy seguro quedarse allí contemplando la acción.

—Espérame Roark, voy contigo —gritó.

Rudar se internó en el bosque siguiendo los pasos de Roark. No era tanto que tuviera miedo de que el ladrón se perdiese como que prefiriese poner una cierta distancia entre el ritual de Rathikus y él. Empezaba a pensar que la magia pura era más incontrolada incluso de lo que le habían contado.

Dworkin y Gromenauer se quedaron en el claro con el mago y el elemental. Rathikus depositó con cuidado la caja en medio del mismo y el elemental, que había asentido a lo que le había dicho, miraba con curiosidad los movimientos de manos del conjurador.

Rathikus comenzó a gesticular. La caja era un artefacto, de eso no cabía duda, y los artefactos podían crear lugares de poder temporales. El mago sabía eso porque ese tipo de cosas son las que se aprenden en las clases de la escuela de magia. Por supuesto usar un artefacto para crear un lugar de poder tenía implicaciones serias. La primera era que algo pasaría en otro lugar de poder. ¿Lo qué? A saber... Eso es lo malo de jugar con artefactos. Pero bueno Rathikus nunca había sido de los que calculasen las consecuencias, sobre todo si suceden en otro sitio.

Por otro lado el propio ritual tenía sus riesgos. En este caso abrir un Portal al plano elemental del fuego podía implicar que el portal atrayese a una criatura de vinculada con el fuego. El mago intentó no pensar en que tipo de criaturas se vinculan al fuego. Estaban los elementales - normalmente menos amables y comprensivos que Psshhh - pero también se incluía en ese grupo a las Salamandras Ígneas, a los trolls quemados, a los gigantes de fuego y a los dragones. Sobre todo a los dragones. Pero no se sabía de ningún dragón en las cercanías de Sarem. ¿Verdad? Y luego estaba la posibilidad remota de que si todo salía realmente mal el Portal los arrastrase hacia el Plano de Fuego como un vórtice. Pero eso pasaba muy raramente.

Al menos eso quería pensar Rathikus.