Partida Rol por web

Aren se encogió de hombros ante las palabras del clérigo — Mientras salgamos de aquí, para mi, cualquier opción es buena — se explicó — Aunque atravesar ese río no será sencillo. Mira hasta que distancia parece llegar — comentó mientras señalaba hacia el norte, donde el río se perdía en la distancia sin que pareciera ser mucho más angosto que a la altura de las cataratas.

— De cualquier manera, si prefieren ir en esa dirección, vayamos para allí. Yo solo quiero asegurarme de que salgamos de aquí. Eso es lo realmente importante — 

-El Árbol Llameante es sólo un punto de referencia-insistió Oten-El sabio Eleothar también habló de un túmulo maligno cerca de él. Sabemos que está al otro lado de este río y probablemente podremos verlo desde este. No hay necesidad de arriesgarnos a un enfrentamiento con ese "rey Tumulario" que dijo...

Firfin meditó en los argumentos mientras se rascaba las piernas con ahincó, no es que fuera poco importante todo aquello, pero, realmente tenía comezón y eso no era algo que había que dejar pasar si la otra opción era usar la mano con la que se rascaba para apuntar a un estúpido lugar en el horizonte en el que habría un lugar en el que nunca antes había estado y del que no sabía nada.

Luego escuchó a Oten, joder el jagger, solo entonces, ante aquel recuerdo, dejó de rascarse. Y estuvo apunto de hablar y darle la razón al sacerdote fanático, pero decidió no hacerlo, no le iba a dar el gusto cuando podrían llegar a la misma conclusión por otros medios. – Correcto, cualquier opción es buena – afirmó Firfin asintiendo a las palabras del enano explorador, pero sin dar su opinión personal.

– Regresemos por donde vinimos y acampemos en un lugar más seguro, allí podremos acurracarnos mejor y platicar tendidamente sobre si preferimos la humedad de un río o la humedad de un pantano – sentenció el humano al tiempo que oteaba el terreno con la mirada, ya con las manos libres.

Lo que proponía Firfin parecía bastante razonable y estaba claro que la discusión del camino a seguir iba a llevar su tiempo, ya que de las opciones disponibles sólo existían las 'menos malas'.

Así que la expedición retrocedió unas millas para internarse de nuevo en el bosque lo suficiente como para alejarse de aquel extraño accidente geográfico que formaba el foso sin fondo pero no tanto como para que la jornada del día siguiente les obligase a pasar varias horas de nuevo en el bosque.

Mientras montaban su campamento en un claro que parecía tranquilo pudieron continuar con la planificación de su viaje.

La decisión de Kraken no dejaba de ser diplomática. Sin ponerse de acuerdo con ninguno de enanos había encontrado una alternativa distinta y, de alguna manera, había convencido a todos los presentes que era la menos mala. Lo cierto es que Aren no podía negar la lógica de su razonamiento, aunque, a la vez, tenía la sensación de que solo habían demorado el problema.

— Bien, por lo menos nos alejamos de ese hoyo — reconoció con alivio — pero todavía debemos discutir hacia donde avanzaremos en la mañana, cuando volvamos a ponernos en marcha. ¿Que es eso del Rey tumulario?  — preguntó, reconociendo que era la primera vez que oía hablar de eso — No me habían dicho nada de eso. Si realmente existe ese túmulo maligno, evitarlo puede ser un buena idea — 

Sin tener muy en claro como cambiar su opinión original sin reconocerlo públicamente se aferró a ese desconocimiento para hacerlo — Y para ello quizás sea mejor mantener el río entre nosotros y ese lugar. Si avanzamos hacia el norte en algún lugar cruzaremos el río. La opción del pantano tenía más sentido si queríamos acercarnos al árbol de las llamas, pero si ese lugar encierra algo maligno... — encogiéndose de hombros finalizó su exposición — Bueno, quizás no debiéramos acercarnos demasiado a ese lugar — 

-Maldita sea, esto es ridículo-gruñía Oten sin disimular su disgusto-ese humano no hace más que demorarnos.

Aquella noche fue más estricto con la cena: preparó unas gachas que llenaban la tripa pero poco más. Y de postre, una pera para cada uno.

-Debemos ir al norte. Es donde se encuentra el Dominio de Ewandor. 

Firfin meditó largo tiempo sobre el tema, pero poca intención tenía de entrar de lleno en él; daría su opinión pero poco más que eso. – Tenemos realmente cuatro opciones – señaló Firfin mirando el mapa cuando todos se habían reunido a tomar la cena. – La primera y quizá más inteligente, es regresar. Aunque claro, la doy por descartada – bien sabía Firfin que podría robarles lo conseguido y hacer suerte por su cuenta, pero no lo haría, ya les tenía algo estima a todos, incluso al sacerdote. – Que no se diga que el Kraken teme al peligro – puntualizó – Podemos ir al sur, tomar las laderas de las montañas para evitar el pantano por el oeste y luego regresar hacia el norte, pero esa opción tiene tres problemas, primero tendríamos que recorrer más camino, segundo tendríamos que enfrentar las montañas, aunque fuese un poco y tercero, puede que el pantano se extendía muy al oeste, no lo sabemos – Firfin daba esa opción también por descartada, aunque uno nunca sabía lo que pensarían los enanos.

– La tercera opción es cruzar por el pantano. Es la ruta más corta y clara, pero el pantano seguramente será muy peligroso y arriesgado, allí podríamos enfrentarnos a muchos peligros que quizá sea mejor evitar; y eso sin considerar la dificultad del terreno que retrasará mucho nuestro avance. La cuarta y casi última opción implicaría subir al norte y buscar algún punto de cruce del río, pero eso tiene dos problemas. Primero no sabemos que tan lejos encontraremos un punto de cruce y segundo, no sabremos que habrá al otro lado, por lo que, de tomar esa opción, no deberíamos alejarnos demasiado de este punto. Aunque hay una quinta opción ligada a la cuarta, y es simplemente explorar el río hacia el norte y encontrar un punto ideal de cruce en el cual construir balsa o incluso improvisar un puente. La suerte será nuestra unica certeza en todo este debate – señaló Firfin finalmente, preparándose para ir a dormir.

-Basta, no hay ningun motivo para querer ir a ese arbol llameante. Es una mera referencia para seguir hacia el norte. El sabio humano nos dijo que el mapa era mas preciso que la mayoria y cualquiera puede encontrar la direccion norte tan facilmente como se encuentra su propia nariz. ¿Me equivoco, Aren?

Bebio un largo trago de su cantimplora:

-Tambien hablo de un rey tumulario, algun tipo de ser maligno "esperando a una señal para levantarse". No se si existe en realidad ni que señal sera esa pero no estoy dispuesto a arriesgar la mision descubriendo que lo que ese tipo necesita para salir de su tumba es una banda de incautos paseandose por las cercanias. Tuvimos problemas frente a una manada de no se que bichos peludos: si no sabemos portarnos como una unidad militar en condiciones, prefiero evitar el combate.

Guardo silencio un instante antes de añadir:

-No tengo miedo si es lo que estais pensando, sencillamente, podemos encontrar una ruta mas facil vadeando el rio hacia el norte. Tenemos abundantes suministros pero es estupido gastarlos dando rodeos: debemos llegar a la Calavera del Titan para encontrar su paso subterraneo.

Ahora, a nivel de jugador, en serio: ¿por que teniamos que ir primero al Arbol ese? Me estuve releyendo todo por encima pero no encontre un motivo claro.

Se incorporo sobre sus cortas piernas.

-Y puesto que parece que el sentido comun es la forma mas dificil de convenceros voy a recurrir a algo que no podreis ignorar tan facilmente.

Se aparto un poco de la hoguera, clavo una rodilla en el suelo, saco su simbolo sagrado y apoyo el martillo de Guerra sobre el suelo para orar:

"Oh, Kramor de la Montaña,

te regocijas en la voragine y la massacre,

guia a este, tu humilde siervo,

para mayor Gloria tuya"

Noren estaba con los pies descalzos, el casco en el suelo, y una pera semi comida en su derecha, mientras que en la izquierda sostenía distraídamente a Zanjadisputas Aunque el ojo experto podía ver que lo hacía con maestría, casi como si fuera una extensión de su cuerpo.

-Shhh... calla, calla...- le susurró a Morkai que parecía que iba a decir algo -...que esto es importante.-

Se irguió recto, pero aún sentado, absorto con lo que hacía Oten. Siempre le había parecido una habilidad excepcional el poder comunicarse con su Dios así como lo hacía. Él lo había intentado más de una vez, pero nunca lo había logrado. Pero bueno, cada uno a lo que le compete. Tal vez, si pudiera conversar con su Dios, no habría salvado a Oten de aquel ogro en estampida con un buen derechazo de hacha afilada. ¡Se había quedado invocando a Kramor a los gritos y no hacía nada! Bueno, sí que tenía el martillo bien empuñado. Y encima, el clérigo decía que lo tenía todo bajo control. Cada loco con su tema... y él se tenía que dedicar a cortar enemigos, mientras que Oten conversa con Kramor.

Random se volvió hacia Haron. El Dios de la Guerra ya había adoptado su aspecto de Kramor, el avatar con el que los enanos lo representaban.

—¡Tendré que darle algún consejo!— se quejó Haron/Kramor mientras atusaba la larga barba con la que se engalanaba en esta encarnación —¡Hace siglos que un enano no se dirige a mí con tanto fervor y en un momento tan importante! Ya casi no me acuerdo como iba esto. Le diré que lo mejor es...

—Tienes que ser críptico, recuerda. No puede ser algo que entiendan fácilmente. Si no no tiene gracia.— le atajó Random —Y no tiene por qué ser lo mejor. Debe ser algo que demuestre su valor y constancia, algo arriesgado, que se pueda cantar en gestas. ¡No hay héroes que vayan por el camino fácil!— al Dios de la Aventura no le complacían las cosas sencillas.

—Pero es mi clérigo. ¡Y me está rezando para que le de la Guía Divina!

—¿Eres el Dios de la Guerra o el Dios de las Ovejas? ¿Ahora pastoreas a tus creyentes para que vayan por sitios seguros?

—¡Pero si ahí abajo no hay nada seguro! ¿Tú has visto lo que les espera? Además ¡dependemos de lo que hagan! ¿Debo recordarte que los Azotamentes nos llevan ventaja? Ellos saben lo que tienen que hacer.

Random se encogió de hombros y repitió:

—¿Vale la pena salvar a los mortales si estos no demuestran su valor?— meneó la cabeza —Nos estamos ablandando.

Kramor lo miró enfurruñado. ¿Se estaba ablandando? ¿Él? ¿El Dios de la Guerra? ¿Qué debía hacer? Y encima ser críptico. A veces se preguntaba que demente había creado las reglas por las que se regían Dioses y Mortales. Es más: ¿por qué ellos siendo Dioses tenían que obedecer reglas? Y pensándolo fríamente... ¿quién las había escrito?

Sin saber por qué Kramor volvió a mirar hacia lo alto a sus espaldas. La sensación de que alguien lo estaba mirando se hacía cada vez más intensa. Críptico, ayudar pero con riesgo, nada de ovejas, guerreros... A veces ser Dios era un coñazo.

Se escuchó un trueno. Todos miraron hacia el cielo pero no amenazaba tormenta. Ni siquiera llovía.

Entonces un pequeño reptil alado cayó ante el arrodillado Oten. El enano se quedó un momento mirando al pobre bicho, que inmóvil y panza arriba parecía haber fallecido en pleno vuelo. Pero antes de que hubiera tenido tiempo de pensar si aquello era una señal un agujero se abrió en el suelo y algo parecido a un topo lleno de tentáculos enganchó al reptil y se lo llevó a las profundidades de la tierra.

Todos se quedaron mirando el agujero del topo hasta que, repentinamente, una pequeña llamarada surgió del agujero. Pasó un momento y unos metros hacia la derecha, por el agujero de un tocón, se asomó la cabeza del lagarto alado. Miró un momento hacia los presentes y habrían jurado que les guiñaba un ojo antes de salir volando de nuevo. Llevaba un topo tentacular chamuscado entre sus garras mientras marchaba hacia el norte.

Oten todavía se sentía confundido. En la clases teóricas de religión siempre se referían al conjuro de Guía como una serie visiones que llegaban en un trance como dormido o cuando se fumaba el que los acólitos llamaban tabaco de la risa del Sumo Sacerdote. ¿Habían tenido algún tipo de visión?

-iAja!-Oten señalo la direccion por la que se alejaba el lagarto con mas conviccion de la que sentia-¿Habeis visto eso? iSolo un loco ignoraria una señal como esa! iHay horrores esperando en las profundidades y el camino se encuentra hacia el norte!

O tal vez no. El arte de interpretar las visiones divinas tenia mucho de sutileza, algo de diplomacia y bastante de fe ciega. Su publico no era el mas apropiado (ninguno era exactamente devoto) pero esperaba que la señal hubiera sido lo bastante clara. Al menos, apoyaba lo que estaba diciendo.

Si no, no le quedaria mas remedio que apañarse sin la ayuda de su dios patron.

"Como siempre", penso frunciendo el ceño.

— Eso fue... eh... impresionante — no pudo menos que reconocer el explorador tras observar los extraños presagios que se habían producido luego de la ferviente oración de su compañero — Nunca había visto un dragón tan pequeño — agregó tratando de poner en palabras aquello para lo que que evidentemente no había palabras — Y no sé que era esa masa de tentáculos. Y creo que tampoco quiero saberlo — completó dándose cuenta que sus conocimientos de la naturaleza no le habían dado ninguna pista sobre las criaturas que habían visto.

Aren había meditado sobre las palabras de Kraken. Aunque no había dicho nada en particular, tenían todo el sentido. De alguna manera eran como la visión que acababan de observar. Mostraban todo y nada en simultáneo. Si tenía que definirlas, tanto en uno como en otro caso, lo dejaban totalmente a oscuras. 

— No se si debemos ir hacia el norte, tras los pasos del bicho volador capaz de eliminar cosas con tentáculos. O si debemos alejarnos de el, para evitar que haga lo mismo con nosotros — comento mientras se acariciaba la barba — Pero Kraken tiene razón, quizás siguiendo las márgenes del río encontremos donde cruzarlo. O incluso, si no hay ningún puente  podríamos llegar hasta sus fuentes, o donde sea menos ancho para poder atravesarlo sin riesgo — De alguna manera la idea de cruzar esa masa de agua en un bote le parecía demasiado peligrosa.

— Además sabemos que yendo hacia el norte no cercamos a nuestro objetivo, aunque sea por otro camino. Y eso, creo, es lo más importante. Si nadie tiene objeciones, en la mañana avanzaré con Rakard en esa dirección. Y espero no encontrarme con los padres de una de esas lagartijas voladoras —

-¿Cómo que Kraken tiene razón?-Oten estaba indignadísimo-¡Ir al norte es lo que YO digo!

— Por supuesto, por supuesto — reconoció el explorador antes de bajar la voz, pero sin poder evitar que la misma fuera oída en todo el campamento y sus alrededores — Pero es para que se sienta más integrado. Después de todo, es solo un humano. No creo que el sea capaz de entender las complejidades de los mensajes de Kramor — 

Firfin saltó súbitamente frente a Oten, rompiendo el momento que el sacerdote estaba buscando para imponer su fe sobre aquel acontecimiento – ¡Aja! – gritó súbitamente, - eso es – gritó de nuevo señalando al hueco de donde había salido el lagarto alado apenas unos momentos atrás. El ladrón no era alguien impulsivo, que gastase sus energías y mostrase su destreza en pequeñeces, pero aquello lo ameritaba. – No, no, no puede ser – exclamó entonces preocupado mientras retrocedía sabiendo que ya tenía la atención de todos, incluyendo la del semiogro, aunque bueno, eso era un tanto fácil.

– Definitivamente, …, no lo es, de hecho, no es nada – se sentó de nuevo con las piernas cruzadas sin prestar mayor atención al tema, justo como si nada hubiese pasado. – Bien, volviendo al tema, ¿cruzamos el pantano o cruzamos el río? – preguntó sin dar crédito a nada de lo dicho por el sacerdote. Aunque notando la mirada de este no pudo evitar hablar más de la cuenta.

-¿Que? ¿Esperan que crea que los dioses nos han respondido?, a los dioses solo les importan ellos mismos, ni siquiera han de mirar el piso en el que se encuentran parados, menos aún van a mirar a tres simples enanos que viajan junto a cuatro humanos y un peculiar semiogro. Ocho elementos en un inmenso mundo de personas y otros más elementos. No, imposible. Solo falta que yo le pida a Arsenius – se le escapó victima de su incredulidad – que mis diez monedas caigan todas dando la misma cara – se burló mientras las arrojaba a lo alto sin mirar el resultado, sabiendo que Arsenius era aún más tramposo que cualquier otro dios, y al dios de los ladrones ni siquiera los ladrones le importaban.

– Todo a sido una casualidad – continuó sin mirar las monedas considerando que la prueba era contundente. – ¿Que ha pasado? Pues justo lo que hemos visto, un lagarto alado ha caído de lo alto por algún motivo, quizá atontado por el rayo, quizá a manera de treta. El caso es que un topo se lo ha intentado comer y ha cometido un grave error al confiar en que una victima es realmente eso, una victima, lo que uno ve no siempre es lo que es, y el topo ha caído en el error de no mirar lo suficiente. Luego, simplemente el lagarto ha pasado de la fragilidad y la confusión a la cercanía de la muerte en la oscuridad del inframundo para renacer en llamas con un trofeo. Puedo ser aún más metafórico si lo desean, todo es en el fondo irrelevante, y lo es más aún la estúpida dirección en la que el pajarraco ese ha partido – sentenció, esperando que el tema divino quedase sanjado.

—¿Lo has hecho?— le preguntó Random a Arsenius.

Al dios de los ladrones se lo representaba habitualmente como un humano elegante, alto, de rostro afilado y vestido con ropas grises, que jugueteaba constantemente con un par de dagas.

—¿Lo dudas?— le contestó al dios de la Aventura —Lo que pasa es que el muy bribón no quiere mirar las monedas porque está seguro de que estarán todas con la cara hacia arriba.

Los dioses se rieron. Hacía mucho tiempo que no se reían de forma tan natural. Desde que la Gran Mente se había levantado del letargo habían tenido pocas ocasiones para disfrutar de una broma. Y sabiendo que dependían de los mortales para salvarse igual no volvían a tener demasiadas.

La noche transcurrió sin incidente alguno y, por la mañana, se levantaron restablecidos. El cielo tenía un aspecto plomizo que amenazaba lluvia, pero de momento sólo alguna ráfaga de viento los molestaba. Ronald y Tempest preparaban a las mulas para continuar el viaje mientras el resto del grupo aseguraba sus pertrechos para comenzar la marcha.