Partida Rol por web

Olivia sigue comiendo.

Vaya... así que nos entrenan para ser heroicitos... piensa saboreando la comida. Luego echa una mirada alrededor, a los demás chicos mientras volvia a llenar el tenedor de comida. Había muchos gallitos en ese corral a los que le gustaría darles una paliza. Pero primero, debía comprobar qué nivel tenía ella. Apenas había utilizado un arquito un par de veces. No le gustaba enfrentarse a nadie sin conocer sus habilidades y limites.

- Date prisa que tenemos que irnos. -

La gente empezó a levantarse y a salir de la cabaña dónde estabáis desayunando y Charly te tocó el hombro.

- Toca clase. Vamos. - Dijo Charly mientras se levantaba de la mesa y salía hacia fuera.

Antes de salir, se giró para ver si lo seguías y al verte allí, continuó su caminata hacia el exterior. Los demás chicos y chicas salieron escalonadamente de la gran cabaña y cada uno, se dirigió hacia el lugar que tenía designado. Muchos de ellos cogieron espadas de madera ( unas réplicas de las reales espadas cortas romanas y escudos redondos ) y se fueron hacia una especie de rectangulo de madera, dónde comenzaron a entrenarse en esgrima. Otros, salieron de sus cabañas con arcos y carcajs, y corrieron hacia lo que parecía un campo verde, justo a un lado de un lago enorme. Otros simplemente, se quedaron dentro de sus cabañas, de las cuales comenzó a salir un humo oscuro y los sonidos de golpes de martillos contra metal se hicieron patentes.

Caminaste junto con Charly hasta vuestra cabaña, cuando uno de los sátiros se acercó al galope hasta dónde estabáis y te habló con su voz graciosa.

- Teeeeee esperan en la cabaña del director, beeeeee. - Te dijo y sin esperar respuesta, comenzó a "galopar" hacia la cabaña principal. - Síguemeeeee, beee. -

Charly te miró y se encogió de hombros.

- Ve, ve. Te dije que querrían verte. -

Olivia camina, aunque sin perder de vista a Charly, tampoco pierde detalle de su alrededor. Realmente parecía un campamento militar. Parecían entrenarles como si fuesen soldados. Cada uno sabía lo que debía hacer y todos parecían concentrados. Le encantaba. Estaba deseando empezar a entrenar también.

Cuando se le acerca el sátiro asiente y mirando de reojo a Charly se despide de él y camina a paso rápido hacia la cabaña principal. Algo nerviosa, aunque con la cabeza bien alta.

El sátiro se detuvo en la puerta de la cabaña principal, una de las cabañas más grandes del campamento, pero que no formaba parte del círculo de las doce, por lo que estaba un poco más alejada hacia el sur, junto a lo que parecía ser un patio circular en cuyo centro podías ver los restos de una hoguera que había sido apagada hace poco.

El hombre cabra te indicó que entres y así lo hiciste, despacio, con algo de miedo, pero con la cabeza bien alta.

Después de todo, te habían mandado llamar, así que querían conocerte.

Entraste a la cabaña, una cabaña hecha con troncos grandes puestos uno encima del otro, y te sorprendiste al ver que su interior estaba muy bien decorado. Había muchos cuadros, tapices con escenas mitológicas, aunque uno te llamó particularmente la atención. Parecía un gigante enorme, que se estaba comiendo a un hombre más pequeño.

Una tos te sacó de tu contemplación, y cuando te giraste, observaste una mesa circular, con el hombre de la silla de ruedas en un lado, el otro hombre, el de los rizos junto a él y un sátiro algo más anciano en la otra punta. Al parecer, estaban jugando al póker o algún otro juego de cartas.

El tío de la silla de ruedas te miró y te señaló una silla, para que te sientes.

- Creo que nos falta una, Señor D. ¿Le parece que Olivia juegue con nosotros? - Dijo el hombre en silla de ruedas, el cual te sonrió y te guiñó un ojo, y como respuesta, sólo recibió un gesto de asentimiento.

Olivia contempla toda la escena, algo bastante normal, pero que igualmente no se esperaba. Se esperaba el típico consejo alrededor de un fuego y no a un grupo de abuelos jugando al póker.

Asiente y da unos pasos hasta sentarse en la silla. ¿Así iban a conocerla? No tenía ni idea de a lo que estaban jugando.

Me temo que no tengo conocimientos sobre ningun juego de cartas. Dice simplemente mirando la mesa y las cartas.

- Es poker, no puedes no saber jugar al poker. ¿Qué clase de cultura os enseñan allí fuera? - Dijo el Señor D, el hombre con el pelo medio rizado sentado a un lado del sátiro anciano.

Quiron negó con la cabeza, ya que sabía más o menos como las gastaba el director del campamento, aún así, D siguió sin cortarse un pelo.

- Vamos a ver, si no puedes jugar a las cartas, por lo menos sabras repartir. Es sencillo, dos para cada uno y después, tres en la mesa cuando te digamos, después una mas, y despues, una más. No confio en este lisiado... - Dijo señalando la silla de ruedas de tu profesor. - ... ni en este mitad cabra. Aunque en realidad, él me cae mejor que Quiron. Para que nos vamos a engañar. -

El Señor D negó con la cabeza también.

- Vale, vale, vale. - Dijo el hombre de los rizos mientras hacía aparecer un plato lleno de apio junto a su mano. - Tenemos una poco avispada por aquí, ¿no es así, Quiron? -

El hombre de los rizos, cogió un trozo de apio y se lo llevó a la boca, masticando con tranquilidad pero a la vez, poniendo cara de asco cada vez que masticaba... por no hablar de su cara al tragar un trozo. Automáticamente, su mano se acercó a la jarra de vino que había en la mesa, y esta, se separó de su mano sola, arrastrándose por la mesa casi medio metro para quedar lejos de él.

- Si, me había olvidado. - Continuó negando con la cabeza. - Creo que en mi país, se estila saludar y presentarse, sobre todo cuando estás frente a los que te van a cuidar y enseñar como sobrevivir durante un par de años, al menos. ¿Cual es tu nombre, Señorita Maverick? -

Olivia aprieta los puños. ¿Qué se habían creído? Ni que ella hubiese ido ahí voluntariamente... lo mínimo que podían haber hecho era averiguar su nombre, que para eso la han hecho llamar exprésamente.

Olivia... Olivia Atwood. Dice con la cabeza bien alta y escupiendo las palabras. Después de sentarse, empieza a repartir las cartas como le han indicado. Pues sí, en su colegio no había una asignatura de "Póker"... un colegio rarísimo.

Agradecería que me dijesen para qué me han hecho llamar. Estoy segura de que aprovecharía mucho más el tiempo allí fuera. Dice con una aparente inocente sonrisa, y luego rápidamente se vuelve a poner seria. Empezaba a perder la paciencia.

- Tranquila, Olive, tranquila. - Dijo el Señor D mientras te señalaba la silla. - Toma asiento y reparte, así mientras jugamos, podremos saber cual será tu destino en este campamento. ¿O es que ya tienes respuestas a todas tus preguntas? Los otros que pasaron por aquí hace unos días me acribillaron a preguntas, es más, una resultó ser mi hija, mira tu por dónde. No estás aquí por que tú quieras, estás aquí por que si no te educamos correctamente, fuera del campamento no durarás más que un suspiro. No me gusta mi trabajo, estoy aquí por que me obliga mi padre, así que no me hable de aprovechar el tiempo, por que yo si aprovecacharía el tiempo allí fuera, como usted lo llama. Ahora siéntese, coja el mazo y reparta. -

El tio de la silla de ruedas, tu profesor, te miró a los ojos y asintió como pidiéndote con la mirada que le hagas caso.

El sátiro de la izquierda, simplemente parecía estar asustado cuando el Señor D levantó un poco la voz.

¿Olive? Qué confianzas se cogía el tío. Pero tenía pinta de ser importante, por lo que considera que aprecia demasiado su pellejo.

Olivia le escucha y obedece, empezando a repartir. Así que ya le habían abasallado a preguntas... pues era su turno.

¿Qué ha pasado con mi madre? ¿Y mis hermanos, están bien? ¿Dónde está Martin? ¿Quién es mi padre? ¿Cuanto tiempo estaré aquí dentro? Pregunta con la mayor normalidad, acabando de repartir y esperando respuestas. Que no se diga que no se interesa por su futuro.

- Demasiadas preguntas de golpe, señorita Olise. Poco a poco. - Dijo D mientras cogía sus cartas.

Comenzó a mirar las cartas tranquilamente, mientras Quiron y el sátiro de su lado hacían lo mismo y cada uno comenzó a apostar lo que tenía a mano. Quiron un par de flechas, el sátiro unas latas vacías de refrescos y el Señor D, una planta en un macetero pequeño y muy cuco. Parecía una hiedra.

- Veamos... su familia está bien... bueno, por lo menos sus hermanos... -

Continuó mirando las cartas.

- El mejor para responderle la pregunta de Martin es mi amigo el sátiro de la larga barba. -

Puso una planta de hiedra más en la apuesta.

- Y no tengo ni idea quién es su padre. Por lo menos, yo no lo soy, ya tuve suficiente con la señorita del otro día a la cual tuve que reconocer como hija. Y estará aquí el tiempo que usted quiera. Si lo desea, puede irse ahora mismo, la comerán, sí, pero será libre como una perdiz. -

Olivia le mira levantando una ceja. ¿Quién se había creído para apodarla Olise? Que por cierto... horrible...

¿Irse de aquí? Ni loca. Tenía ganas de aprender a hacer más cosas y a practicar con su nuevo arco. Pero aún así le quedaban cabos sueltos...

Ya, muy bien. Dice sin darle importancia a su irónico comentario de irse. Pero sigue sin responderme a lo de mi madre. Luego mira al sátiro y le penetra con la mirada. Sí, también esperaba respuesta de él sobre Martin.

El Señor D dejó sus cartas sobre la mesa y se colocó las manos debajo de la barbilla, en plan tranquilizador.

Aunque seguramente, estaba esperando para soltarte una puya o algo por el estilo.

- Verá, Señorita Árbold, cuando le digo que no tengo ni idea es eso mismo. No sé que le pasó a su madre, la verdad. - Dijo serio, y mirándote a los ojos. - Tal vez esté en otro país, en otra dimensión, en el Inframundo. Bueno, sencillamente puede estar en cualquier parte ahora mismo. Así que eso, no tengo ni idea de dónde está su madre ahora mismo. -

El Señor D te sonrió paternalmente.

- Y si le soy sincero, no es algo que me preocupe ahora mismo, con la que nos está cayendo. -

Pues eso no la ayudaba en absoluto. Pero ya averiguaría dónde estaba su madre.

Y dígame, señor J, ¿en qué situación nos encontramos exactamente? Pregunta interesada y obviamente fingiendo equivocarse de nombre. Si él se equivocaba, ella también podía hacerlo. Faltaba más. Aunque estaba realmente interesada y se había incluido ya en el grupo.

Quiron abrió los ojos como platos cuando a drede equivocaste el nombre del Director del Campamento..

Mientras tanto, el Señor D te miró con los ojos desencajados, como si quisiera comerte con los ojos, cortarte allí mismo en pedacitos y servirte para la cena.

El sátiro de su lado, se separó de la mesa y se apartó de allí, sabiendo lo que venía a continuación.

- Señorita Alvord... - Dijo tranquilizándose D. - No quiero verla empezar con mal pie en este campamento, la verdad, que ahora mismo la serviría de postre a la esfinge, pero mire usted por dónde, ya ha comido esta mañana. Así que, primero... -

En ese momento, el Señor D se incorporó de la silla y un halo dorado comenzó a emanar de su cuerpo. En su mano, apareció un tubo de metal, rodeado de plantas, al mismo tiempo que sus ojos irradiaban locura. Locura y terror.

- ¡Trate con respeto a un Dios! - Habló y su voz se escuchó en todos lados. - Segundo, y no menos importante, me acaba de cabrear de sobremanera por lo que... -

El hombre volvió a su estado original lentamente.

- La voy a desplumar. Tú, medio caballo, di lo que tienes o apuesta. -

Y Quiron, sin decir ni mú, puso un par de flechas más encima.

Olivia ya esperaba una reacción así. Él puede vacilar, pero no deja que le vacilen. Pues con ella lo llevaba claro. Si el señorito director del campamento no le daba la gana aprenderse su apellido, no iba ella a mostrar mucho más respeto hacia él. Olivia respetaba a los que se lo ganaban. No era de las típicas cagadas o ñoñas que accedían y se rendían al primer poder que se les pusiese delante.

¿Desplumarme? ¿A mí? Pregunta enseñando las cartas, pues simplemente era la que repartía las cartas. No estaba jugando. ¿Y qué que él fuese un Dios? Según ellos, ella era la hija de uno, así que no deberían hacer distinciones.

El Señor D pasó de tu comentario, pero en ese momento, sentiste que algo emanaba de él. A los pocos segundos, una gallina completamente desplumada apareció por la puerta, te miró, inclinó su cabeza hacia ti y después, se marchó. Tal vez a eso se refería con desplumarte.

Después, miró sus cartas y sonrió.

- Pues creo que esto es un All In en toda regla, señores. Niña, da las que faltan y bajemos las cartas. - Dijo D mientras sonreía.

Olivia asintió y sacó una carta, después descartó una y sacó la última carta.

Allí, donde ella estaba, vió como el Sátiro sonreía, como Quiron bufaba y como el Señor D abría los ojos como platos.

El primero en bajar fue el Sátiro.

Parejas de 4.

Los demás sonrieron y le tocó el turno a D.

El Director bajo un trío.

Quiron se rió de una manera extraña en ese momento.

Dejó lentamente las cartas sobre la mesa, mostrando lo que tenía.

Un full.

... 

- Hijo de... - Empezó a gritar D mientras golpeaba la mesa con su puño y se levantaba dispuesto a, bueno, supones que a cortarle el cuello.

- ¡Señor D! - Gritó cortándolo Quiron.

La voz de Quiron lo tranquilizó un poco, pero igualmente, el Dios del Vino y de la Locura salió de allí insultando a los Dioses, maldiciendo al Infierno y algún que otro epíteto más que salió de su boca en Arameo, Griego Antiguo y por supuesto, Latin. Salió de esa cabaña refunfuñando, pero sin mirar hacia atrás.

- Menuda putada, pero es uan buena lección. - Dijo Quiron con una sonrisa. - Aunque haberle ganado al Señor D, bueno, no es muy recomendable. Intentaré tranquilizarle, supongo que ya se le pasará. -

El hombre de la silla de ruedas comenzó a juntar las cartas con una mano y cuando terminó, se colocó a tu lado en la mesa.

- ¿Qué tal lo llevas? -

Olivia observa toda la escena con estupefacción. Ese director tenía un genio... madre mía... lo mejor sería coincidir con él lo menos posible.

Todo parece calmarse y terminar y ayuda al hombre en silla de ruedas a recoger.

Se encoge de hombros. Bueno, voy haciendo. Mi madre ha desaparecido, no sé nada de Martin, no sé quien es mi "padre" y estoy en el campamento de gente Mestiza con un director que ya me odia. Pero por lo demás bien. Dice encogiendose de hombros y una pequeña sonrisa. Había enumerado la lista de lo más importante a lo que le importaba un pimiento.

Olivia mira de reojo al hombre y sonríe levemente.

Gracias. Dice antes de moverse. ¿Cómo no podía ser él el director? ¿Cómo había llegado aquel neandertal sin respeto a ser director de un campamento de hijos de Olímpicos? Esas eran las respuestas que esperaba, ni más ni menos. ¿Tanto costaba?

Luego le sigue y camina a su lado. Le importaba un pimiento quien era su padre en realidad. Para lo único que había servido y se lo "agradecía" era hacerla "especial". Punto.