Partida Rol por web

La entrada del campamento está un poco alejada de unas cabañas que podéis ver allí al final. Las cabañas son, al parecer, doce, puestas en semicírculo hacia la entrada. En el centro de las cabañas, podéis ver una gran hoguera en dónde el fuego crepita e ilumina la noche. Además, todo el lugar está adornado con farolillos en cuyo interior, unas luciérnagas vuelan e iluminan todo alrededor.

Rápidamente, te llevaron a una cabaña pintada de rojo, el trabajo de la pintura era pésimo, y allí había por lo menos una o dos docenas de personas vestidas con pantalones cortos y camisetas naranjas fosforito que decían “Campamento Mestizo”. Todos salieron a saludarte con una sonrisa, agitando los brazos y se unieron a los que ya estaban a tu alrededor, pero no veías ninguna persona mayor.

Claro que la mayoría de los que estaban allí parecían mayores que tú, un par de años por lo menos, pero no había lo que tú podías llamar un “adulto”.

Tu acompañante te miró con una sonrisa y te indicó que entres a la cabaña.

- Esa cabaña es para los no reconocidos. Eso quiere decir, que hasta que tu padre o madre no te reconozca, esta será tu cabaña. Si en algún momento logras que uno de los Olímpicos diga que eres su prole, ya veremos dónde ponerte. -

El muchacho sonrió y se alejó de ti, caminando tranquilamente a una cabaña en cuya parte superior, podías ver una especie de escudo que parecía tener un cayado dorado y unas alas a su alrededor.

- Ahora duerme, que mañana será otro día. – Y te guiñó un ojo para desaparecer en el interior de esa cabaña.

Genial...  resopló Brianna Si no fueramos tantos casi pensaría que soy una marginada... otra vez...

La joven se acercó a uno de los grupos que la recibían con sonrisas, si bien no tenía muy claro ni siquiera que hablaran su mismo idioma.

Hola. Bueno... suspiró  ¿Y ahora qué? Escojo una cama por mi cuenta o hay algún sistema para que den una?

Los chicos y las chicas comenzaron a reirte por lo que decías.

Y al parecer, todos, todos, te entendían. Además, como si fuera algo sorprendente... ¡hablaban tu idioma!

Uno de ellos, uno bajito, algo rechoncho, se acercó a ti. Tu no eras la mar de alta, sin embargo, a este le sacabas casi una cabeza y media. Desde abajo, levantó la cabeza y te miró, esbozando una goblinezca sonrisa.

- Puedes elegir cualquiera de las que están hechas. La verdad, es que tu llegada nos ha despertado y las camas desechas son las ocupadas. - Dijo sonriente mientras que con la mano, te mostraba varias camas que no estaban ni siquiera con una arruga. - Elige, que es gratis y que mañana, será otro día. -

El pequeño se quedó a tu lado, esperando que elijas algo durante unos segundos, pero después, un cuerno sonó en todo el campamento y uno a uno se dirigieron a sus camas.

- Elige rápido, que nos tenemos que acostar y... no te preocupes por las novatadas... no solemos hacerlas el primer día. - Finalizó la frase con una leve carcajada y se fue saltando hasta tumbarse en una cama que era tres veces más grande que él.

Si, bueno... siento haberos despertado murmuró con cara de pocos amigos la joven, mientras se dirigía a una de las camas sin deshacer, la más alejada de las puertas. El primero que me haga una novatada se traga la almohada...

Brianna se tumbó sobre el colchón casi sin levantar las sábanas. Mucho era lo que le había ocurrido en un sólo día, y dudaba que pudiera dormirse sin más, aunque poco a poco sus ojos se fueron cerrando...

Brianna se dumió por fin, intentando despejar su mente, intentando no pensar en nada.

Esa noche, no soñó.

No era algo raro que pasara una noche sin soñar con nada, pero esta vez, ya sea por el cansancio o por que estaba completamente estresada y necesitaba descansar o por el líquido que había bebido, no se sentía con las fuerzas suficientes ni para soñar.

Así que, tras unos minutos de duermevela, sus ojos se cerraron y su cerebro desconecto rápidamente.

...

Las horas pasaron tranquilas, aunque de alguna manera, sintió algo de bullicio por la noche, aunque seguramente era producto del cansancio. Cuando el sol salió por el horizonte, el cuerno volvió a sonar y la gente comenzó a despertarse en la cabaña. Poco a poco, todos se iban levantando, ella los veía con los ojos entreabiertos, y se iban poniendo la ropa del campamento ( camisetas naranjas o azules con las letras C.M. en el frente ).

La personita que se había presentado la otra noche, se colocó a un lado de tu cama con unos pantalones cortos y una camiseta naranja, además de un par de calcetines blancos y unas zapatillas, que a simple vista, parecían de tu talla.

- Esto es para ti, ya que seguramente, no tienes. - Dijo con una sonrisa tendiéndote la ropa.

Aún algo confundida, Brianna observó con los ojos entrecerrados al muchachito gordito que la hablaba, como si no recordara ni dónde estaba. Sin embargo, la realidad se impuso en su cerebro, y por fin acertó a responder, tomando las prendas que el chico le ofrecía

Gracias... eh... no se tu nombre, lo siento. Yo soy Brianna se apresuró a presentarse ella misma

- Mi nombre es Charly, Carlitos o como quieras llamarme. Soy... - Bajó un poco el tono de voz. - El que consigue cosas aquí, ¿sabes? -

El chico te dejó la ropa y se escabulló entre los demás, así que rápidamente lo perdiste de vista.

Salieron todos de la cabaña como si el cuerno indicara algo importante, pero salieron corriendo dejándote sola.

Tras unos segundos de incertidumbre, Charly o Carlitos o como quieras llamarlo se asomó con una sonrisa.

- ¡Vente rápido! ¡Es el desayuno! -

Eh...sí, ya voy...  dame sólo un minuto murmuró Brianna, que esperó a que el muchaco se marchara para quitarse la ropa del día anterior y ponerse la camiseta naranja y el resto de las prendas limpias.

En cuanto estuvo cambiada, Brianna salió al exterior de la cabaña, viendo el Campamento Mestizo a la luz del día por primera vez, mientras se dirigía hacia dónde todos corrían.

Debe estar todo muy bueno... qué ansias...

Todos corrían hacia una casa enorme en el medio del campo. Los chicos y las chicas de otras casas, también lo hacían, salvo los de la casa del frente, que parecían los más tranquilos ( o los más serios en su caso ) e iban todos en formación con una rubia por delante. Seguro que eran los que fueron a rescatarte al bosque, por que se comportaban de manera militar.

Cuando llegaste a la casa, viste un montón de mesas de maderas con bancos largos, y en ellas, había de todo para un buen desayuno. Pan, bollos, mermeladas de frutas, zumos, leche, cereales, fruta fresca, verduras, latas de cocacola vacias, algunas bolsas de plástico y por supuesto, vasos de aluminio reciclado.

Supusiste, por la distribución de los alimentos, que la parte de los metales no era para ti, por lo que buscaste un sitio para sentarte en otra mesa. Justo cuando estabas buscando, Charly alzó una mano y la movió fuerte en el aire, mostrándote un lugar junto a él.

- ¡Ven! ¡Aquí hay sitio! -

Encogiéndose de hombros, Brianna caminó hasta el lugar que Charly le indicaba. El muchacho gordito, aunque menor que ella, era el único que parecía dispuesto a preocuparse de que no tuviera ni idea de dónde estaba, de modo que se sentó junto a él.

Gracias dijo tímidamente  Vaya, son muchos... somos muchos mestizos, ¿no? se corrigió, observando la gran cantidad de jóvenes allí congregados.

Ojalá mi amiga Anna estuviera aquí. Esto le iba a encantar...

- ¿Anna? ¿Conoces a Anna? - Dijo el chico como sorprendido de que sepas ese nombre. - Ella no está hoy, se supone que estaba en una misión cuidando a un Mestizo para que no se lo coman... er... no sé quién quería comérselo o quemarlo o vaya uno a saber que cosa. Ella se encarga de cuidarlos cuando pueden estar en peligro. Tal vez está con eso o tal vez está de vacaciones o vete tu a saber. Es buena en lo suyo. A mi me sacó de casa de mis padres hace unos años ya, cuando ellos fueron... bueno, cuando ellos desaparecieron. -

Era pequeñito, pero... ¡cómo hablaba el crío! ¡no paraba!

- Bueno, ahora esperemos a los jefes y después a comer. -

Y dicho y hecho.

En la mesa del centro, se sentaron dos hombres. Uno de ellos en silla de ruedas y el otro, que parecía más jóven, con el pelo castaño y lleno de rizos. Ambos se sentaron y automáticamente, todos se lanzaron a comer.

- Mira, han llegado. El hombre de la silla de ruedas es Quiron, el Subdirector y el de su lado, es el Señor D, el Director del Campamento. Seguro que irás a verles pronto, después de desayunar tal vez. Querrán conocer a la nueva. -

Brianna guardó silencio sorprendida ¿Anna se dedicaba a cuidar a los mestizos? ¿Pero entonces... eran amigas verdaderas o era sólo parte de su trabajo? ¿Y qué edad tenía? ¿Había sido todo una burda mentira?

La joven se dedicó a desayunar en silencio, más mareando los cereales que consumiendolos, hasta que se convirtieron en una pasta semilíquida mezclada con la leche, que apartó con cara de asco.

Así transcurrió su primer desayuno en el Campamento Mestizo...

- Hum... ¿Qué te pasa? - Le pregunté mientras miraba sus cereales que ahora parecía una especie de masa gelatinosa en el cuenco. - ¿No tienes hambre? Creo que es mejor comer, por qué cuando empieces con el entrenamiento y esas cosas, el hambre te atacará y no quiero tener que llevarte en brazos a la enfermería, ¿sabes? -

En ese momento, todos comían.

Tenían la cara metida dentro del cuenco de lo que estaban desayunando y lo hacían como... bueno, como si fuera la última comida de sus vidas.

Todos y cada uno por igual.

- ¿Ves? Todos saben lo que se avecina. Es mejor meterse algo en el estómago. -

No es nada... respondió aún algo entristecida Brianna... sólo me preguntaba...si mi vida hasta ahora no era real, si mis padres me estarán buscando, preocupados...  de pronto abrió los ojos ¿entrenamiento?  ¿entrenamiento para qué?

- Por tus padres no te preocupes, seguro que ya están al tanto de la situación. Aquí se trabaja rápido y deprisa. No podemos dejar cabos sueltos por lo que seguramente, alguien ya habrá hablado con ellos. Ya te enterarás. - Dije con una sonrisa mientras terminaba de desayunar.

Cuando escuché sus preguntas, no pude hacer más que sonreirme un poco.

¿Entrenar? ¿Para qué?

- Entrenar para que no te pase lo que te acaba de pasar con esos escorpiones. -

Pero eso es ... imposible, ¿qué podría hacer yo contra seres cómo esos?  preguntó medio asustada Si conseguí escapar de uno fue por pura casualidad...

Brianna se hallaba superada, no concebía cómo ella, una joven estudiante, y no muy buena últimamente, había llegado a vivir una situación tan dantesca como aquella.

Supongamos... supongamos que sí, que entreno y me hago un poco más fuerte... ¿cómo podría evitar que esas cosas me atacasen? Quiero decir ... continuó con curiosidad ¿por qué atacan los que son como nosotros? ¿quién les envía?

- ¿Evitar que te ataquen? Hum... creo que eso es imposible. Eres una Mestiza, como yo, los monstruos... bueno, no tienen por qué ser enviados por alguien, simplemente... -

Charly se quedó un poco callado, como pensativo, buscando la metáfora exacta para que puedas entender.

- Verás, para los monstruos somos como el caviar. Quiero decir que, la carne de Mestizo, así como el poder que tenemos dentro, es como una droga para ellos. Un manjar. Vamos, que si nos pudieran comer a todos, nos comerían. Por eso nos atacan. Pueden olernos a kilómetros de distancia. No es necesario que les hagamos nada, simplemente, nos huelen y van a por nosotros. -

El muchacho sonrió.

- Pero aquí te enseñarán como escapar de ellos. Como vencerlos y te darán las armas necesarias para que los destruyas si es necesario. -

¿pero cómo distingues un monstruo de otro? continuó preguntando la muchacha, interesada cada vez más Quiero decir... las dos personas que enviaron a protegerme eran... bueno eran cíclopes... yo siempre había pensado que eran seres mitológicos monstruosos, y sin embargo se arriesgaron por mí, para que pudiera salvarme ... Brianna calló, consciente de que no sólo se arriesgaron, sino que murieron por su culpa.

- ¿Distinguirlos...? ¿Dices de los buenos y los malos? Es sencillo una vez que sabes quienes son los buenos y los malos... a ver... los cíclopes... algunos son buenos, otros no. Después, los demás, tú piensa que te van a comer y corre o pelea. Pero no pelees si no vas a ganar, a veces es mejor salir corriendo. ¿Entiendes la filosofia? Primero corre, ya después tendrás tiempo de preguntarte si eran buenos o malos. Primera impresión: Malos. -

Y otra vez el enano empezó a hablar hasta por los codos.

- Así que ya sabes, come, que después, te enseñarán a darte cuenta de ciertas cosas, que me parece a mi que aún te afecta eso de la niebla. -