Partida Rol por web

Después del día tan largo, el cansancio va haciendo mella y finalmente llega el reparador sueño....

Poco a poco os vais despertando, esperabais ver el sol, la tenue luz del amanecer entrando por la ventana de la habitación, pero aún es de noche, es cierto que no tardará mucho en amanecer... Lo más extraño es que continúa el olor de la chimenea... El olor a madera quemada es fuerte, demasiado... Y conforme os vais desperezando... Ahora que vuestros sentidos están en alerta... Los gritos están por todas partes, desde la cama se ve una estraño iluminación fuera de la posada... FUEGO todo está ardiendo...

Airel se puso de pie tomando su bolsa con todas sus cosas, dio un fuerte silvido para despertar a todos los que fuera posible, sin duda eso no era un mero accidente aunque los medianos tienen fama de fiestas salvajes...

Airel no perdio tiempo y fue por la bebe, se hacerco a la primer ventana o ala primer forma que le de rango de vicion hacia fuera de la choza, con la bebe en brazos ejecuto algunos movimientos con sus manos con sus manos.

Tras estos movimientos ella desaparece por un momento, en su lugar aparece una imagen igual a ella que comienza a gritar

Hey! todos despierten! el lugar se quema, hey todos despierten el lugar se quema!

Habia usado uno de sus trucos que le permitia salir de situaciones dificiles dejando un señuelo detras de ella, un truco simple que podia ejecutar con solo una mano libre, esto la dejaria fuera del peligro con la bebe a salvo y solo faltaria ver como sacar o ayudar a los demas

Silver despierta de golpe con el calor de las llamas, no el gusta el fuego, saca su cetro del morral y se lanza dos conjuros sobre si mismo. El primero lo envuelve en un halo azulado, como una armadura, el segundo parece ser un escudo que mantiene a raya el fuego, protegiendo su piel de los peligros que le rodean. Si bien sabe que no hay que confiarse... puede que este protegido contra el fuego, pero respirar el humo puede ser peligroso para él.

- Corred -dijo encaminandose  a la salida mas cercana, mirando a su alrededor, buscando si hay peligros adicionales o si alguien necesita de socorro- La casa esta en llamas! Corred!

Me despierto por lo gritos y por el calor que comienzo a notar pronto me doy cuenta de que la casa está ardiendo. Me quito el cristal de la armadura que me permite descansar cómodamente con ella y lo sustituyo por otro que me permite aguantar temperaturas extremas sin problema.

De alguna forma, siento que mis poderes clericales han vuelto a mi, pese a que el sol aún no ha salido ni apenas hemos podido descansar. Raudo, recojo mis pocas pertenencias y comienzo a ayudar a quienes están allí a moverse con rapidez. Me acerco a los dos elfos, que sé que estaban gravemente heridos y les levanto del suelo sin esperar a que me den permiso. No estamos para andarnos con remilgos. Me dirijo hacia el exterior agarrando a ambos con mis brazos y con el escudo traqueteando en mi espalda.

Cuando salgo a la calle vuelvo dentro de la casa para ayudar a cuantos pueda. No hablo. No es necesario. Ya hay quienes están encargándose de avisar a cualquiera que aún no se haya enterado y sé qué debo hacer. Debo ayudar a todo aquel que pueda necesitarme. Una vez esté todo el mundo a salvo ya me encargaré de examinar y curar a quien lo necesite. Pero hay que actuar con rapidez.

Incluso si aún hay un enemigo entre ellos.

Agarraba mi falda, corriendo entre los árboles mientras mi trenza pelirroja se balanceaba de un lado al otro. Mirada hacia atrás de cuando en cuando, tratando de ver si me daba alcance, pero no conseguía verle. Reía, era una niña feliz, despreocupada, cuya única inquietud en ese momento era ganar aquel juego no siendo alcanzada. Pero entonces, me vi sorprendida por un lateral, siendo placada por el rubio elfo, cayendo ambos sobre la hierba. Y continué riendo, ambos lo hacíamos, a pesar de que el verdín en el vestido haría que mi madre me regañara. Las carcajadas retumbaban en el bosque, hasta que el cansancio impidió que siguiera riendo. El pequeño elfo me invitó entonces a posar mi cabeza en su estómago, y que pudiera así descansar. “Gracias, Lothy…” musité antes de hacerlo y tras ello me agarré a su brazo, cerrando los ojos un instante mientras recuperaba el aliento y escuchaba el canto de los pájaros.
 

Me desperté alertada por lo gritos y el olor, teniendo que abandonar aquel recuerdo en forma de sueño, disponiéndome de inmediato a despertar a mi amigo. Nos habíamos quedado dormidos en aquel lugar junto a la pared, pero ya no me encontraba apoyada en su pierna. Me sorprendí al verme prendida a su cintura, con mi cabeza apoyada sobre su pecho desnudo, mientras él también me rodeaba con sus brazos. Mi rostro se encendió de inmediato, acelerándose también mi corazón, pero no había tiempo que perder.

- ¡L-Lothlouin! – le llamé, tratando de que se despertara, soltándole con delicadeza y separándome de su cuerpo para mirarle. – Despierta, algo pasa, parece que hay fuego. – añadí, esperando a que reaccionara.

Cuando lo hizo, comencé a recoger mis cosas rápidamente, disponiéndome después a ayudar a mi compañero a levantarse, pero antes de que comenzáramos a salir de allí el clérigo nos tomó a los dos.

- ¡Puedo caminar! – repliqué mientras me veía arrastrada, a pesar de continuar dolorida, pero Malark parecía más que decidido a sacarnos del lugar.

Pero al verme fuera de la casa, Lothlouin no estaba allí, y el clérigo volvía al interior. Vi como Silver iba y venía a medio camino, tratando de asegurarse de que todo fuera bien.

- ¡Silver, avísame si necesitas ayuda! - grité al joven de melena plateada.

Miré a mi alrededor, viendo que ya había mucha gente fuera. Algunos tosían o permanecían en el suelo, así que decidí acercarme a ellos para intentar ayudar. Puede que no fuera una experta sanadora, pero tenía las habilidades suficientes como para ocuparme de cosas así. Mientras asistía a quienes ya estaban fuera del lugar, no podía dejar de mirar hacia la salida de vez en cuando; esperando que aquel obstinado elfo paticojo estuviera a salvo.

Maldita sea, Lothlouin, te vas a enterar…

Estoy en el amplio salón de la casa Greyendil. Hoy no tengo tiempo para mis estudios, tampoco para el riguroso adiestramiento y perfeccionamiento físico. Hoy, padre desea que ejerza de noble. Él está ahí, en su gran asiento tallado en el tronco del árbol que preside el salón, con el rostro imperturbable. Junto a él, mi hermano sonríe lanzándome la más maligna de las miradas, mientras juega con una daga que supura un líquido negruzco. Ambos me hablan a la vez, mientras camino inquieto por la sala, dos voces unidas con escalofriante resultado. Me hablan de mi deber para con la casa, para con la sangre, me hablan de esponsales, de contraer matrimonio, de olvidar mi corazón. Se ríen cuando me resisto a aceptarlo, me replican con frases vacías, informándome de la llegada de mi futura esposa. Oigo la puerta a mi espalda, sin girarme, el sonido singular de las bisagras del gran portón de madera. Y entono una plegaria a la diosa, suplicando con la mirada nublada mirando a la copa del árbol que se pierde en el techo de palacio. El sol se filtra entre las ramas, y una suave brisa inunda la estancia con el aroma a madera y hojas, unas hojas que descienden con la belleza del fin del verano, como si fuera posible haber recibido una respuesta. Y oigo una voz a mi espalda...

Lothlouin...

Lothlouin...

¡L-Lothlouin! Despierta, algo pasa, parece que hay fuego.

¿Hmmmmf...? -Abro los ojos, con molestia, tratando de ubicarme, desorientado- ¿C-Caelny? ¿Q-qué sucede? -Pero la respuesta no es ni necesaria. Basta un primer vistazo alrededor, el humo, las llamas, la gente corriendo por doquier. Abro los ojos, desmesuradamente, buscando alrededor- ¿Y la niña? -Pregunto, justo antes de ver a alguien con ella en brazos- ¿La anciana? -Pero a esa no la veo por ninguna parte. Lo que sí noto es a alguien tirando de mí. Me sorprende descubrir que se trata del clérigo de Pelor, tratando de sacarnos a Caelny y a mí de este infierno- ¡E-espera, la pier...! -Trato de resistirme a que, por su ímpetu, mi muslo se resienta al forzarme a moverlo tan rápido. Sin embargo, al primer paso me sorprendo descubriendo que no me duele en absoluto. Siento una cierta molestia, es verdad, pero logro afianzar los dos pies descalzos en el suelo sin problemas, caminando agachado junto a Malark y Caelny en dirección a la salida. Lo hacemos cruzando la puerta por la que me trajeron casi a rastras, hacia el salón por el que accedimos a la casa.

Y es ahí, al entrar en esa sala, cuando me sacudo del brazo de Malark, corriendo mientras me alejo de él.

Salto por encima de una mesa, rodando acto seguido por el suelo para terminar por deslizarme hasta los aledaños de la chimenea. Mi cosas. Introduzco mis pies en las botas rápidamente, extendiendo mi capa en el suelo y echando encima las piezas de mi armadura y mi ropa. Hago un nudo a la capa por los cuatro extremos, y el bulto lo arrojo con todas mis fuerzas por la ventana, rompiendo la cristalera con el impacto. Toso un par de veces, afectado por el humo, y me vuelvo para tomar mi espada, ajustando los correajes para ajustármela a la espalda. Mientras lo hago, veo a Malark corriendo hacia el interior, a buen seguro buscando más gente que se haya quedado atrasada.

Caelny debe estar fuera... a salvo...

Emprendo la carrera hacia el interior, volviendo a saltar sobre aquella mesa, y encaminándome a toda velocidad en busca de más gente atrapada.

¡¡Malark!! -Grito mientras corro- ¡¿Queda más gente?! ¡¿Y la Druida?!

El olor a madera caliente penetro en mis fosas nasales indicando claramente que los medianos habían vuelto a su mejor trabajo, preparar comida. Decidí seguir inmerso en mis ensoñaciones dentro del petate pero todo se vio truncado por gritos de pánico y "fuego"

El olor se hizo cada vez mas caliente, era evidente que la posada estaba en llamas, abriendo los ojos vi la escena dantesca ante mi, todos corrían de un lado a otro para salvar su vida y yo no iba a ser menos.

De un salto me puse en pie y me enfunde en las botas, metí grebas, antebrazos y yelmo en la mochila, ajuste las correas del peto en la bolsa y por ultimo metí el petate, toda iba apretujado a punto de estallar pero nada importaba ya.

Por ultimo coloque en su lugar de honor a mis aceros, alrededor de mi cadera, enganchadas al cinturón, y las desenvaine mientras corría a la salida. -Esto no ha sido un accidente y diría que los causantes están afuera, esperando cazarnos como a conejos.

Al salir me fijo en la arboleda circundante buscando a los causantes de tal vileza. 

Antes de que me dé cuenta y de que salga a la calle con los dos elfos me doy cuenta de que Lothlouin ha vuelto dentro de la casa. Estúpido, el veneno. Pienso, pero no digo. Saco a Caelny a la calle aunque en su mirada noto cierta recriminación. Dejo mi mochila fuera, con ella y vuelvo al interior.

Y entonces le veo. Lothlouin, el elfo cabezota y orgulloso muerta su faceta más heroico, dentro de la casa, con el humo y el fuego a todo alrededor, con gente corriendo despavorida hacia el exterior y con la sensación de que algo está pasando que se nos escapa.

Pienso en el resto del equipo, veo a Tarkas con sus armas desenvainadas correr hacia fuera de la casa como me parece ver a otros compañeros. Silver está también ayudando a salir a gente de casa. Debo romper mi silencio. Debemos coordinarnos.

Busco a Endozal, a quien no he visto salir con la mirada. Lo encuentro en una esquina. Corro hacia él, mientras grito a Lothlouin: ¡NO LA HE VISTO! VOY A AYUDAR A SALIR A ENDOZAL, SIGUE BUSCANDO, PERO EN CUANTO VUELVA SALIMOS LOS DOS. LA CASA ES PELIGROSA. Mi tono no acepta réplicas, aunque algo me dice que el antiguo heredero de Greyendil no me va a hacer caso y que tendré que sacarle por la fuerza.

Agarro al investigador y le ofrezco apoyarse en mi, sin olvidarnos de sus posesiones, entre ellas sus valiosas notas. Si alguien puede descubrir al enemigo entre nosotros, ese es sin duda el investigador. Salgo con él fuera, le dejo y vuelvo al interior a ayudar al elfo y a mi amigo Silver a sacar a quien hayan encontrado. Sino, será mejor salir de allí cuanto antes. Pero antes, dejo un recado a mis nuevos compañeros que están fuera: Ponéos en guardia como ha hecho Tarkas, este incendio puede no ser una casualidad. Preparáos para combatir.

El humo comienza a ser asfixiante aunque el calor aún lo soporto bien gracias a mi ascendencia. Pero aún con todo, es obvio que la situación es peligrosa.

Cayó la noche, después de reponer fuerzas, el sueño intenta abrazarte en la guardia, es extraño que nadie más se haya pronunciado para acompañarte o relevarte. A pesar de tu entrenamiento, es difícil mantener la consciencia, tu fuerza de voluntad es tan grande que lo consigues... En mitad de la noche, tienes un momento de debilidad, un parpadeo, dos parpadeos... Se te nublan los ojos una milésima de segundo, es extraño, casi antinatural... Ves una figura completamente ataviada de verde acercándose al bebé, cogiendolo en brazos, una figura recubierta en su totalidad por vendas, verdes, ceñidas al cuerpo, silenciosa... Parpadeas, te levantas, te frotas los ojos, ahí no hay nadie.... La niña está en su sitio...Y ves el fuego....

Aún descalza, habiendo tirado mis pertenencias a un lado, comencé a asistir a la gente; intentando ayudar a aquellos que parecían afectado por el humo o habían recibido algún golpe por salir de forma apresurada. Afortunadamente, quienes ya estaban fuera no sufrían graves daños, y esperaba que también fuera así entre quienes aún estaban por salir.

Pude ver como el Señor Widokowy también abandonaba el lugar, fijando su vista en los alrededores empuñando sus armas.

Supongo que la posibilidad de que haya sido un accidente ya ha sido descartada por algunos. Son demasiados los peligros que nos acechan: Draluin, quienes buscan a la niña, esos Luks…

Malark apareció también en escena, dejando a Endozal en el exterior y volviendo a entrar. No tardó en volver a aparecer, advirtiéndonos de que deberíamos estar preparados, internándose en la casa nuevamente.

- ¡Malark!, ¡¿Y Lothlouin?! – pregunté al clérigo con preocupación antes de que volviera a entrar, pensando que al estar entrando y saliendo, si alguien le había visto tenía que ser él.

Terminé de vestirme rápidamente, cosa que ya había comenzado a hacer tras ayudar a los presentes, tomando el resto de mis cosas y dejando mis armas al alcance. Tomé el arco y saqué una flecha del carcaj, preparándome para lo que fuera necesario, mientras comenzaba a dar una vuelta por los alrededores de la casa.

- A ver si veo algo por ahí… - susurré a Endozal al pasar por su lado, anunciándole mi propósito antes de comenzar con la labor.

Tiene que haber algo…

Me afané en encontrar algo en los alrededores que pudiera sernos de utilidad, especialmente cualquier indicio sobre por dónde podría haberse ido quien hubiera provocado el fuego, aunque tampoco descartaba encontrar alguna pista sobre cómo este se había perpetrado.

Endozal se despierta sobresaltado por los gritos. Se encontraba durmiendo con su espalda apoyada en una pared cercana al camastro donde dormía la niña escucho la voz de su compañera justo delante de él alertando a todo el mundo de que la posada estaba ardiendo. Sus sentidos inmediatamente se ponen alerta. En cuestión de segundos abre los ojos, realiza una voltereta desde su posición hacia el camastro y tras afianzar su posición agachado con un rápido movimiento de sus manos desenfunda dos dagas posicionadas en sus piernas y se sitúa en posición defensiva. El movimiento tantas veces entrenado salió a la perfección y es cuando se dió cuenta de que estaba realmente recuperado, la anciana les había curado seguramente mientras ellos dormían.

De un rápido vistazo ve que la niña no está en la cuna y al volver la mirada hacia la posición de la compañera descubre que es un señuelo que ha dejado para avisar a la gente mientras ella ponía a salvo a la niña. Continua explorando la habitación, tanto los medianos que habían despertado como sus compañeros estaban saliendo de la habitación. No pudo ver a la anciana, ¿habría salido ya? No había ningún peligro aparente en la sala por lo que con la misma velocidad volvió a dejar las dagas en posición. La niña estaba a salvo y sus compañeros en marcha pero aún quedaban medianos en la sala.

Se movió con velocidad y agachado para evitar respirar el humo que se estaba empezando a concentrar en la parte superior. Lo primero que hizo fue acercarse a una de las mesas cogiendo uno de los manteles que había en ella, atándoselo en la cabeza de modo que le tapara la boca y la nariz para evitar respirar humo mientras buscaba a los medianos que aún no habían escapado. Mientras les buscaba posicionó su mochila, su guardapolvos enrollado a la mochila y su cuaderno, que había dejado caer a su lado mientras dormía, en el camastro y continuó buscando.

Instó a los pocos que parecía que iban despertando y que no daban crédito a lo que veían a que huyeran hacia la puerta. Una vez asegurados continuó comprobando la estancia parecía ya vacía por lo que iba a comenzar a retirarse. Volvió al camastro a recoger sus pertrechos y ha salir de allí cuando se percató de una pequeña figura en el suelo en una de las esquinas.

Se acercó rápido, ya que las llamas invadían el lugar y aunque su agilidad y sus grandes reflejos le hacían esquivar con facilidad las llamas, no era inmune al calor y cada vez lo notaba más. Y recordó que su suerte no era eterna. Al agacharme a recoger la pequeña figura, aparentemente otro mediano (aunque las llamas no me dejaban ver con claridad y no podía apreciar el genero) dejó un momento en el suelo la mochila y el cuaderno.

No tenía demasiada fuerza pero logró agarrarlo como pudo con un brazo cuando oigo por detrás la voz firme de posiblemente el clérigo de Pelor y siento unos fuertes brazos ayudando a levantarme con un brazo y con el otro recogiendo mis pertenencias. Se apoyo en él con un brazo para balancear su peso y el del mediano y poder salir de allí más ligeramente.

- ¡LA NIÑA! ¿Está segura con Airel y los demás fuera de la posada? Veo que mientras salimos dirige su mirada hacia el elfo que recogía sus enseres. Se le veía con mejor aspecto que la noche anterior. Al llegar al exterior, Malark dejó la mochila y cuaderno a su lado mientras él se agachaba a apoyar a la mediana, el pelo largo y el tacto le habían indicado que era una mujer, al suelo cerca del resto de ellos. - Atendedla por favor Parecía que no se había percatado que no era solo a Endozal al que había sacado. Todos los medianos estaban confundidos y parecía que no sabían que hacer. Su intuición no le había fallado y una vez más había puesto en peligro a inocentes. Buscó con su vista para comprobar la seguridad de la pequeña y de que no faltara ninguno de los 7 compañeros salvo Lothlouin que aún no había salido.

Malark les avisó, y con razón, de que estuvieran preparados y volvió al interior de la posada a ayudar al elfo. Se le veía determinado a no dejar que nadie saliera herido mientras él estuviera en pie y se le notaba mucho menos tenso que el día anterior al seguramente haber recuperado sus poderes divinos.

El peligro era inminente la posada ardía desde el exterior. Ese foco de llamas además atraería a más cazarecompensas que estuvieran por la zona, aparte de aquellos que ya les habían dado caza. Si el día anterior había sido duro, este día prometía ser aún peor. Estaban expuestos, el sol aún no había salido y no podía entrever que les acechaba en el bosque, esperando el momento propicio para atacar y a sus espaldas tenían la posada incendiada. Estaban sin posibilidad de cobertura.

- ¡POSICIONAOS DEFENSIVAMENTE EN SEMICIRCULO! Proteged a los medianos y a la niña. Airel me ocupo yo de la pequeña, eres más efectiva que yo en combate y en la oscuridad. Te necesitamos centrada en el combate. ¿Alguien ha podido localizar a los piromanos? Se quitó el mantel que le cubría la boca y la nariz y sorprende a si mismo al oírse organizar al grupo. No era su estilo pero el ver a los medianos confundido e indefensos le llevo a esa situación. Al acercarse la elfa pelirroja le agredece el aviso. - Si localizas a algún enemigo y le disparas sabré hacia donde utilizar la varita.

Mientras Airel le llevará a la niña, saco una de sus varitas de su chaqueta y se dispuso a intentar localizar a los enemigos colocándose delante de los medianos.

En cuanto me adentro en el interior de la casa de nuevo, desde el salón que da acceso a la salida al exterior, me cruzo con el clérigo de Pelor. Parece que él tampoco ha visto a la druida, y se dirige al exterior a evacuar a uno de los últimos supervivientes que ha sido capaz de encontrar, Endozal. Me da indicaciones de continuar con la búsqueda, advirtiéndome que a su regreso, tanto si la he encontrado como si no, deberemos abandonar la casa. Frunzo el ceño, poco habituado a recibir órdenes de nadie, pero no hay lugar para la discusión. El clérigo lleva razón, y eso me deja poco margen para encontrarla, si es que sigue por aquí.

Ella o cualquier otro que siga atrapado.

Corro hacia el interior, sujetando la vaina de mi espada con una mano mientras avanzo, para evitar que oscile dificultando mi movimiento. El humo es tan intenso que apenas se puede ver nada, y cuesta respirar. Debo agacharme para lograr respirar algo y avanzar con cautela. Un par de vigas han caído frente a la puerta de acceso al patio, donde la carpa comienza a caer prendida por algunas zonas. Debo saltar entre los maderos para acceder, sintiendo la abrasadora cercanía de las llamas. El lugar es un caos, pero no veo a nadie. Trato de ubicarme, recordar cómo estaba dispuesto todo anoche, aunque está todo tan cambiado, y yo estaba anoche tan febril, que es muy difícil. Veo algo en el suelo, la piel de carnero, y la agarro llevándola a la mesa. Pongo los ojos en blanco al ver que no hay una triste botella de agua, tan sólo cerveza, jarras y jarras de cerveza. Vacío varias de ellas sobre la piel, empapándola, y me cubro con ella.

¡¡ANCIANA!! -Comienzo a gritar, avanzando hacia la zona donde nos recibiera anoche hablando del futuro- ¡¡ANCIANA!! ¡¿HAY ALGUIEN POR AQUÍ?!

Tu experiencia, tus sentidos no te defraudan, magia se ha utilizado en esta habitación, seguramente algun hechizo de Ilusión, pero no han podido contigo, la silueta era la de un humano de 1,70 cm de altura, delgado pero atlético, completamente vestido con vendajes verdes, al ver que tu reacción no era la esperada por el, deja a la niña y desaparece... Probablemente utilizando algún "truco" similar a los que conoces. El fuego, la protección de la niña impide que puedas perseguirle... De momento.
Llevas en tus manos al bebe, examinas con tus guantes su ropa. Definitivamente es ella, la niña, de la que todos hablan, y no solo eso, logras ver al ser misterioso... Ves como recibe una paga por secuestrar a la niña, ves otra vez el símbolo, el medallón... Necesitas algo mas de tiempo, de tranquilidad para examinar, tiempo que el incendio no te da...

Cuando una situación es peligrosa, la propia vida está en juego, todo parece sencillo, no hay nada imposible. el miedo se deja a un lado...
Gracias al grito y silbido de Airel todos despertáis, os ponéis en marcha rápidamente, recogéis vuestro equipo, y salis de la posada en llamas. El calor es abrasador, el incendio a pesar de que se acaba de producir, se ha expandido con mucha rapidez, demasiada, no parece algo natural. Malark, es veloz en sus movimientos, hasta que debe llevarse una mano a su cabeza, sufre un ligero mareo, demasiado Mal esta a vuestro alrededor.

Mientras salis fuera, para poder respirar algo de aire puro, sin cenizas, alejados del humo que va poco a poco llenando vuestros pulmones, veis a Medianos muertos, unos por vigas que han caido por el fuego, por las avalanchas producidas al intentar escapar del pavor de las llamas y alguno que está totalmente calcinado.

Alguno de vosotros va entrando y saliendo para ayudar a rescatar a los pobres Medianos, demasido tiempo de espera ¿Que está ocurriendo en el interior? Lothlouin aparece entre las llamas con la anciana en brazos, ella está bien y al salir le pide que la baje. Ayuda a los demás, nos están masacrando, jodidos Luks...

Ella está en lo cierto, en el exterior, los Medianos que han logrado escapar del terrible incendio están siendo matados, sacrificados por soldados con ropajes negros, bien pertrechados, con sus armas afiladas decapitando a los hombres, apuñalando a los niños, golpeando a las mujeres... No son muchos, ya que para terminar con estos adorables seres no es necesario un ejercito.

Endozal es el último en aparecer, nadie es conocedor de donde se encontraba en la posada. Ve como en la espesura de la noche, por el camino, se van varios jinetes a caballo, lejos de vosotros y no solo eso, claramente como tras Lotholuin aparece una gran figura, sale de la posada en llamas, primero una mano que aferra la pared luego la otra y finalmente la cabeza y el resto del cuerpo, que rompe la estructura porque debido a su tamaño no es capaz de pasar por la puerta. El calor es intenso, la temperatura ha subido mas de 10 grados, estais en el exterior y algo que estaba en la posada algo maligno se presenta ante vosotros.
Con su brazo atraviesa por la espalda a la Druida, veis aparecer la mano del engendro por la barriga de la menuda Druida, su grito de dolor agónico llena vuestros oídos, sus ojos pierden la luz...

Junto Airel se encuentra el pequeño Mediano que os descubrió en la posada-Yo cuido de la niña...- Extiende los brazos para que se la puedas dejar y así combatir con lo que tenéis enfrente...

Una vez que se alza en todo su esplendor... Supera los 3 metros de altura, con un cuerpo que es puro fuego, calor, muerte, odio y destrucción, es lo que emana desde su ser...

Cuando una situación es peligrosa, la propia vida está en juego, todo parece sencillo, no hay nada imposible. el miedo se deja a un lado...
Gracias al grito y silbido de Airel todos despertáis, os ponéis en marcha rápidamente, recogéis vuestro equipo, y salis de la posada en llamas. El calor es abrasador, el incendio a pesar de que se acaba de producir, se ha expandido con mucha rapidez, demasiada, no parece algo natural. Malark, es veloz en sus movimientos, hasta que debe llevarse una mano a su cabeza, sufre un ligero mareo, demasiado Mal esta a vuestro alrededor.

Mientras salis fuera, para poder respirar algo de aire puro, sin cenizas, alejados del humo que va poco a poco llenando vuestros pulmones, veis a Medianos muertos, unos por vigas que han caido por el fuego, por las avalanchas producidas al intentar escapar del pavor de las llamas y alguno que está totalmente calcinado.

Alguno de vosotros va entrando y saliendo para ayudar a rescatar a los pobres Medianos, demasido tiempo de espera ¿Que está ocurriendo en el interior? Lothlouin aparece entre las llamas con la anciana en brazos, ella está bien y al salir le pide que la baje. Ayuda a los demás, nos están masacrando, jodidos Luks...

Ella está en lo cierto, en el exterior, los Medianos que han logrado escapar del terrible incendio están siendo matados, sacrificados por soldados con ropajes negros, bien pertrechados, con sus armas afiladas decapitando a los hombres, apuñalando a los niños, golpeando a las mujeres... No son muchos, ya que para terminar con estos adorables seres no es necesario un ejercito.

Endozal es el último en aparecer, nadie es conocedor de donde se encontraba en la posada. Ve como en la espesura de la noche, por el camino, se van varios jinetes a caballo, lejos de vosotros y no solo eso, claramente como tras Lotholuin aparece una gran figura, sale de la posada en llamas, primero una mano que aferra la pared luego la otra y finalmente la cabeza y el resto del cuerpo, que rompe la estructura porque debido a su tamaño no es capaz de pasar por la puerta. El calor es intenso, la temperatura ha subido mas de 10 grados, estais en el exterior y algo que estaba en la posada algo maligno se presenta ante vosotros.
Con su brazo atraviesa por la espalda a la Druida, veis aparecer la mano del engendro por la barriga de la menuda Druida, su grito de dolor agónico llena vuestros oídos, sus ojos pierden la luz...

Junto Airel se encuentra el pequeño Mediano que os descubrió en la posada-Yo cuido de la niña...- Extiende los brazos para que se la puedas dejar y así combatir con lo que tenéis enfrente...

Una vez que se alza en todo su esplendor... Supera los 3 metros de altura, con un cuerpo que es puro fuego, calor, muerte, odio y destrucción, es lo que emana desde su ser...

No hay tiempo que perder, mientras estamos salvando vidas, un demonio de fuego y odio ha estado divirtiéndose quemando la casa y se presenta ante nosotros, dispuesto a combatirnos. A nuestro alrededor, a lo lejos, varios jinetes vienen dispuestos a continuar la matanza de medianos. Los Luks parecen estar aquí.

Todos parecemos más o menos enteros. No así los muchos medianos que han sido asesinados de manera brutal, incluyendo a la poderosa druida que nos leyó el futuro.

Hay que combatir. No queda otra. Pero el mal nos acecha y hay que destruirlo. Por Pelor que sí.

Comienzo a conjurar. No puedo dejar que nadie más sufra. Debo proteger a los allí presentes. Con mi vida si fuese necesario. Saco uno de mis bastones nocturnos y comienzo a conjurar para hacerme mucho más grande y ser del tamaño del demonio al que nos enfrentamos.