Partida Rol por web

-¡Mierda! ¡Cuidado!-Piñeiro se parapetó en uno de los lados de la puerta.

Piñeiro se echó a un lado de la puerta para ponerse a cubierto chocando con la pared de forma ruidosa. Para su espanto, un alienígena feo como la madre que lo parió le miraba con ojos negros e inhumanos. La criatura estaba oculta en el borde contrario de la puerta, muy cerca de la Filofrío. Manipulaba un chisme que no podía ser nada bueno.

-¡A vacilar a la luna, cabrón!-rugio Piñeiro soltando una rafaga de balas a quemarropa. 

El alienigena se desparramó por la pared creando una desagradable composición con sus fluidos vitales.

-Eso... era un... disparo de aviso-advirtió el soldado hablando solo.

Las órdenes de Sheriff tenían su fruto; los soldados estaban preparados cuando se abrió la puerta y no solo no les pilló desprevenidos sino que todos reaccionaron al momento pero uno de los alienígenas disparó con su brazalete una descarga de energía en medio del grupo. Comenzaron a salir rayos azulados que recorrían el aire como serpientes buscando al parecer los componentes electrónicos y cuando los soldados pulsaron los gatillos de sus armas éstas no reaccionaron.

Gracias a las órdenes del sargento, por fin pudieron evitar la emboscada, y en cuanto la puerta se abrió, tanto Akira como todos los demás estaban preparados, con las armas listas. Sin embargo, antes de que pudieran siquiera disparar, uno de los alienígenas activó un dispositivo del que salieron rayos azulados. Inmediatamente, su arma se desconectó con un zumbido, y las pantallas interiores de la armadura se desconectaron una a una hasta dejar el visor, normalmente lleno de alertas e indicadores, completamente a oscuras. Por lo menos los visores para los ojos no eran cámaras, como en otros modelos, sino que eran simples placas de cristal y aún podía ver. 

Rápidamente guardó el arma inútil y observó a los alienígenas, que parecían satisfechos, pensando que les habían anulado. Para su desgracia, los seres humanos llevaban matándose desde mucho antes de que se inventara la electricidad, y nunca la habían necesitado. Akira echó la mano al hombro, allí donde sus dedos encontraron el reconfortante tacto de un arma que no necesitaba tecnología para funcionar: su espada bastarda. El nuevo filo de plasma que le había instalado no funcionaría, pero aún era una espada al fin y al cabo, y como tal podía seguir usándose. De un solo salto cubrió el escaso metro que le separaba del primero de los alienígenas, y en un relampagueante arco atacó en el mismo movimiento con el que desenvainó el arma. La hoja destelló ante las luces de alarma de la sala mientras se introducía inmisericorde por el punto en el que el cuello se unía al resto del cuerpo del alien. En vano trató el soldado enemigo de parar la hoja alzando la mano: la espada le seccionó los dedos sin detenerse. Recorrió todo su cuerpo en diagonal, haciendo saltar un surtidor de gotas de sangre en todas direcciones, y salió por el lado contrario, partiéndole en dos. 

Akira no se detuvo, y, antes de que las dos mitades cayeran al suelo, pasó a través de la nube de sangre y el destrozado cuerpo de su enemigo, con la punta de su hoja por delante, que encontró rápidamente el pecho de otro de los alienígenas, atravesándolo. Akira sacó la espada empapada en sangre rápidamente, y, con el mismo movimiento fluido, le decapitó girando la muñeca, congelando una expresión de sorpresa en los ojos del alienígena. La sangre saltó como un latigazo recorriendo la sala, mientras la soldado buscaba ya su siguiente objetivo, con la hoja sedienta de más sangre alienígena. 

Piñeiro se echó a un lado de la puerta para ponerse a cubierto chocando con la pared de forma ruidosa. Para su espanto, un alienígena feo como la madre que lo parió le miraba con ojos negros e inhumanos. La criatura estaba oculta en el borde contrario de la puerta, muy cerca de la Filofrío. Manipulaba un chisme que no podía ser nada bueno.

-¡A vacilar a la luna, cabrón!-rugio Piñeiro apretando el gatillo. 

Nada ocurrió. 

El alien se estremeció visiblemente en lo que sólo podía ser una risotada. La sangre se agolpó en las sienes del soldado y el burbujeante cóctel de drogas que corría por sus venas  (ahora mezclado con adrenalina) tomó el control. El alienígena palideció en el segundo que tuvo hasta encontrarse con un loco encima y su bota en la cara. No fue un golpe elegante.

Un chorro de fluidos verdes salpicó la pared. Piñeiro la emprendió a culatazos con el enemigo caído soltando grititos e incoherencias.

-¡Cabrón!¡Cabrón!... ¡IiiiIiiIiIiIih!¡Cabrón!

La criatura llevaba muerta mucho rato cuando terminó de patear el cadáver. 

- Me cago en la puta madre de los aliens - dijo mientras veía como las modificaciones realizadas en el cañón no servían de nada; pensó en avanzar hacia la puerta pero era mejor disparando.

Lanza tenía poco ángulo de tiro pero además las armas habían dejado de funcionar así que corrió junto a los dos suboficiales.

Me sorprenden los rayos azulados que comienzan a rebotar por todo el pasillo. Cuando comienza a desactivarse la armadura pienso que he debido sufrir daños graves y tardo un par de minutos preciosos intentando reactivar el medikit hasta que me doy cuenta de que simplemente esta todo desactivado.

Mas furioso conmigo mismo que con esas criaturas avanzo hacía ellas mientras coloco en su enganche el rifle de energía también inutilizado sustituyéndolo por mi nueva powergarra que solamente he podido usar en los simuladores holograficos de la nave.

Los alienígenas se ven sorprendidos por las destreza en el combate cercado de Filofrío y Piñeiro. El hecho de ver partido en dos a su líder los deja confundidos.