Partida Rol por web

La temperatura volvió a tener cabida en aquel mundo dejando helada a la muchacha. El sonido volvió a aquel lugar, como si su desaparición nunca hubiera sucedido. Aquello era un alivio en cierto modo. Ya no oía sus latidos como si tuviera un tambor en la cabeza, ni su respiración como un intento de silbido infructuoso. Pero en ninguna circunstancia significaba que la misteriosa pesadilla había acabado, simplemente había empeorado hacia algo más incoherente y perturbador.
 

Una misteriosa risa infantil llenó el lugar. Provenía de todos los rincones de aquel retorcido bosque llenándolo con aquel simple sonido. Se divertía, disfrutaba con notable placer de alguna cosa que estaba fuera del alcance y comprensión de Rhyuka.

El aire se llenó con un fuerte olor a hierro característico de la sangre. Susurros de dolor y desesperación  inundaron el lugar, como si en algún parte lejana de aquel sitio estuviera teniendo lugar una masacre.
La temperatura se elevó considerablemente en apenas unos segundos, pasando de un frío invernal a un caluroso día de verano. Las llamas incineraban los cadáveres que se apilaban, la madera se consumía demasiado rápido.
El mundo se había convertido en un mundo de sangre y dolor en escasos segundos, llevando la realidad de la muchacha a un estado de pánico y alarma. Aquello no parecía real y sin embargo, no podía demostrar lo contrario.

Sus ojos no podían mostrarle el mundo, pero el resto de sus sentidos si, y no parecía que la engañasen.
*En algún momento de su vida, alguien le había dicho que era mejor no solo fiarse de la vista, mentía más de lo que uno se podía llegar a imaginar. Que ella había sido bendecida con un verdadero don, doloroso, pero uno de verdad, que le permitiría percibir el mundo de una forma muy distinta y más real de lo el resto de humanos. Si de verdad tenía rezón, ahora mismo estaba enfrente de un verdadero infierno.

La situación parecía trágica y sin duda alguna irreal. Todo se mezclaba y pasaba demasiado deprisa como para entender nada de lo que sucedía alrededor.
Entonces, la niña que había reído anteriormente entonó aquellas palabras que iniciaron la siniestra canción en un idioma que no comprendía, que nunca había oído hablar, que no reconocía, superponiéndose al resto del caos, casi ocultándolo.

Varias figuras rodearon a Rhyuka encerrándola dentro de un circulo. Sus pequeños pasos y sus cantos sugerían que se movían a su alrededor, con calma, llevando a cabo alguna clase de ritual.
No parecía que tuvieran la intención de atacarla, pero tampoco de dejarla salir de aquel círculo humano que habían formado.

El canto y la danza completa no duraba más de medio minuto, sin embargo se repitió a lo largo de casi dos.

Me quede sentada durante un momento.. ¿o quizá fue mas? Empecé a notar de nuevo el frio natural. ¿Eso era bueno? Tan pronto como empezaba a relajarme y a intentar pensar con claridad unos nuevos sucesos empezaron a turbar mi mente. Una risa se hizo eco en el bosque, y un olor conocido inundo mi olfato. Sangre. La temperatura subió y el olor a sangre cambio a un olor ocre y dulce. Carne quemada. Aun sentada en el suelo me abrace las rodillas.- Que demonios esta ocurriendo…-  

La risa paro. Solo para traer a un coro de voces salmodiando una extraña canción. Voces las cuales reconocía. Threy, uno de los bandidos, el vendedor de alimentos… era imposible que estuvieran allí.- Un mal sueño. Solo eso…- Intente parar de hiperventilar por los nervios y empecé a respirar con tranquilidad, nada de lo que estaba ocurriendo tenia lógica. Pero no podía quedarme allí sentada… Sabia que no era real, pero… cerré los puños furiosa mientras notaba como las voces se acercaban, estaban describiendo un circulo alrededor de mi. Me intente concentrar , ¿Seria magia? No, no lo era… No podía encontrarle significado a nada de aquello. Las voces pararon de cantar y únicamente se escucho un sonido. Una risa, esta vez no la que había escuchado anteriormente, si no la mía. ¿Me habría vuelto loca?

Antes de rendirme detecte una presencia mágica, tenia que ser aquella risa de niña.. pero no conseguía localizarla. Intentado un ultimo esfuerzo intente salir del circulo  pero sin ningún resultado.  Sabia que estaban allí, ¿quienes se creían que eran? Recordaba medianamente las localizaciones de todos los que habían cantado. Sabia que no podían estar allí, pero… Me di la vuelta como pensando que hacer y tan pronto pude me gire con intenciones de golpear a Threy con todas mis furias. Me detuve antes de descargar el golpe.- ¿Para que?, si ni siquiera podéis ser reales.- Sin muchas mas ganas me senté. Y una vez lo hacia grite.- No se quien eres, pero cuando quieras acabar eso me avisas.- Dicho esto me tumbe en el suelo y me eche la manta encima, tenia que dormir. El camino hacia el pueblo seria cansado.

La canción acabó repentinamente devolviendo todo al estado de caos previo. Los gritos seguían, el olor a sangre se había intensificado al igual que la calor, y el suelo que previamente había estado cubierto por nieve, ahora se encontraba húmedo por una sustancia más densa que el agua, cálida y desagradable, empapando cuanto tocaba evitando que la muchacha pudiera llegar a relajarse aún más en aquel entorno.

La niña volvió a reír. Aquella risa no sonaba amenazante. Más bien inocente, como un niño que disfruta de algo verdaderamente divertido, asombroso. -Cuantas almas. Jijijijiji- Pronunció con placer. -Jajajajajaja. La abuela tenía razón.- Parecía que aquella niña perdía la cordura por momentos. Las carcajadas se convertían en las risas de un loco. -Esto es como el paraíso. Ahora solo queda recolectar-

Los pasos de la niña empezaron a oírse chapoteando por aquel líquido parecido a la sangre, dirección a donde se encontraba Rhyuka. Parecía que había ignorado completamente su presencia. No le interesaba en absoluto la chica.

Los pasos se frenaron casi enfrente de la chica, justo detrás del círculo de personas que ahora se encontraban estáticas, y con un rápido siseo, acompañado de un latigazo de aire, algo surco el aire rápidamente, con un resultado invisible para Rhyuka.

-Mmm...¿Y tu quien eres?¿Que hace una mortal aquí?- Preguntó, como si acabara de percatarse de la presencia de aquella muchacha que la superaba en edad. -Mmm... A ti no te puedo recolectar.- Dejó ir un tierno quejido enfrente aquellas palabras que ella misma había pronunciado, volviendo a hacer que aquel siseo acompañado del latigazo de aire surcara los alrededores de Rhyuka.

Por otro lado, la ropa y la manta de Rhyuka se había empapado de aquella sustancia líquida.

Quizá había sido mala idea tumbarme en el suelo, La ropa se encharco rápidamente, olía a sangre, quizá… mezclada con bilis?... El tacto que tenia junto al hedor que desprendía era asqueroso. Me levante parcialmente  al escuchar la voz que se dirigía hacia mi.- ¿Se supone que tengo que decirte como he llegado a un sitio… que no conozco?.- Esto se me antojaba cada vez mas absurdo  la voz de la niña sonaba abstraída de todo. Aunque me lo hubiera preguntado, no pensaba darle mi nombre, mi madre decía que el conocimiento del nombre a algunos magos les daba poder sobre ella, y tenia serias dudas de lo que estaba pasando.- ¿Recolectar? ¿A que te refieres? -Hablaba de almas, y recolectar… pero… los que habían cantado alrededor mío estaban vivos….¿no?  ¿O lo estaban y planeaba robarles sus almas? No entendía nada. Me levante chorreando aquel asqueroso liquido.- Mira, no me importa. ¿Como puedo salir de aquí?.- Le pregunto sin rodeos. Mi pensamiento principal estaba con Libusa, quería volver con ella… quizá había sido una mala idea salir de Lunam…

En ese momento pareció que la niña tomaba interés por la chica. -¿Entonces no me vas a decir quien eres? Buuu. Eso es de mala educación.- Dio unos pasos adelante dirección a Rhyuka y le agarro la mano a modo de presentación. -Yo soy Dummy, un placer.- Apretó la mano de la mujer unos breves segundos, transmitiéndole un inhumano frío desde la punta de sus dedos que se extendía hasta su cuerpo, avanzando rápidamente por el brazo -Así que no sabes como has entrado. Mmm...- Se quedó meditabunda intentando encontrar una respuesta por si misma, sin mucho resultado. - Y tampoco sabes salir...Umm...- Siguió con lo siguiente ignorando las dos preguntas anteriores con las que le había inquirido la otra muchacha.

Empezó a murmurar de forma audible teniendo una conversación consigo misma. -Si yo he entrado así... Puedo salir así... Pero ella no sabe como ha entrado, por tanto no sabe como salir...- Entonces pareció tener una idea. -Creo que se como sacarte de aquí.- Espetó. -Me dejas probar. No debería haber ningún peligro. _{No debería...-} Esperó una respuesta de la otra chica. Se dispuso a hacer lo que pretendía en caso de que recibiera una respuesta afirmativa.

Antes de que me diera cuenta el tono de la chica había cambiado se había acercado a mi y me apretaba la mano mientras decía su nombre. Dummy.  Asentí con la cabeza asimilando el nombre, por alguna extraña razón la chica seguía hablando, mas para ella misma que para mi, pero de pronto me pregunto. Me encogí de hombros.-Te he preguntado si sabes salir de aquí, si crees que puedes sacarme hazlo… sea donde sea que este....- Dije no muy convencida, su ultimo tono hablando sobre el peligro me había asustado un poco.- Aunque creo que un baño empieza a tomar prioridad… que demonios es este liquido.-Menciono mientras le suelto la mano a la muchacha y empiezo a pasarla por mi abrigo, haciendo que goteen lagrimas de aquel liquido, era ligeramente mas espeso que el agua. Simplemente estaba actuando, no sabia quien era esa chica, no me fiaba de ella y había optado por apartar la mano en cuanto había tenido oportunidad, estaba alerta sobre lo que pudiera pasar.

Sin previo aviso escucho el movimiento de la niña moviendo algo, posiblemente grande, intento apartarme pero no me da tiempo noto como desde la parte inferior entra una cuchilla perforándome el abdomen y quedándose a pocos centímetros del pulmón derecho. ¿Pero que demonios…? Caigo a la nieve con la mano en la herida, ya no noto a la chica cerca, espera… ¿nieve? Baje una de las manos mientras la otra intentaba taponar la herida, si, nieve. Había vuelto, pero… ¿a que precio? Note como Libusa alarmada venia hacia mi.- Hola pequeña… como me alegro que estés aquí…- Al menos ella estaba bien. Camine pesadamente hacia el calor del fuego, era tenue, pero el carbón duraría un poco mas. Estaba tiritando, las ropas empapadas en aquel liquido que olía a sangre se estaban congelando, bajando mi temperatura. Herida, empapada, helada, perdida y con pocas horas de fuego. Bueno, definitivamente aquella no había sido una buena noche. Me senté junto al fuego a la par que en ese movimiento la herida se me abría un poco, escupiendo un poco de sangre, eso no era bueno, la herida podía haber tocado algún órgano vital, tenia que pararla. Me sujete con una mano la herida  mientras con la otra cogía un puñado de nieve y lo sostenía encima del fuego.- Libusa, vamos a necesitar un refugio…  el fuego no aguantara y… me esto helando…- Dije mientras veía como mi mano empezaba a tiritar incluso encima del fuego .- Busca… un sitio.- Dije tenuemente, no podía seguir hablando me costaba hacerlo con una herida tan cerca del pulmón. Libusa salió correteando buscando algo. Empecé a formular en bajo unas palabras para curar pequeñas heridas, sabia que no funcionaria con lo que tenia, pero quizá calmara el dolor. Estaba terminando de rociar la herida con la nieve convertida en agua que tenia en la mano y notando como la herida empezaba a parar de sangrar parcialmente cuando llego Libusa. Los pensamientos que me trasmitieron no fueron los que esperaba, un refugio tranquilo cercano era lo que yo había previsto… no un fuego gigante en el horizonte… donde antes estaba el bosque. Trague saliva. ¿Había atacado la bestia? Bien si los cazadores eran tan poderosos como se creían deberían de estar combatiéndola y vencie… Mierda. El sonido de la voz de Threy en el sueño y la voz de la niña hablando de recolectar almas hizo que me quedara mas helada de lo que estaba. – Mierda.- Me levante con dificultades, recogí mis cosas como pude y empecé a caminar cansadamente hacia el pueblo. Tenia un presentimiento en mi corazón que me hacia continuar dando un paso tras otro aun a pesar de la herida y el frio.

El mundo había vuelto a su cauce normal. La realidad volvía a ser lo que era y no una perversión infernal de una masacre, más parecido a una pesadilla de medianoche.
Bien podía haber sido eso o una simple ilusión, pero no era el caso. Lo que había sucedido en aquel lugar, la había acompañado. La sangre que había empapado sus ropas. La profunda herida que aquella extraña cría le había provocado. Al menos no había mentido, la había sacado de aquel lugar, pero ahora corría peligro. Su mejor opción parecía volver al pueblo, de donde había marchado en busca de respuestas a aquel misterio que ponía en peligro su querido hogar.

El frío era estremecedor. Penetraba hasta el alma y congelaba casi todo lo que se encontraba en la llanura a aquellas altas horas de la noche. El estar húmeda por los extraños líquidos y su propia sangre solo hacía que aquello situación empeorase facilitando a la congelación de parte de sus ropajes.
El camino de vuelta iba a ser extremadamente arduo, casi tres horas de viaje, si se apuraba, aún podía reducir el trayecto hasta las dos horas, con suerte, y algo de ingenio, podría llegar a evitar la congelación, pero era una idea casi descabellada, de todos modos quizás era su única forma de salir viva de allí.

Con esfuerzo, el viaje duró algo más de dos horas, el hielo se acumulaba en los ropajes y estaba por empezar a congelar la piel de la muchacha, el frío era intenso. Esas eran las condiciones en las que se encontraba. Sus fuerzas flaqueaban.
Sin embargo, al irse acercando al pueblo, se daba cuenta de que algo iba mal. Ya en el bosque había podido fijarse. Ahora lo confirmaba. Este estaba en llamas, los gritos inundaban el fondo del pequeño valle. Nadie salía del pueblo, sin embargo se podía ver a la perfección como las pequeñas siluetas humanas correteaban entre el fuego que lo consumía todo. Los edificios se desmoronaban ante el poder destructivo de este y de la inmensa figura que lo arrasaba todo, con una envergadura superior a la del edificio más grande de aquel lugar.
Allí estaba. Ahí delante tenía el ser que buscaban los cazadores. El ser que Rhyuka había jurado que no debía ser el guardián de Lunam. Y efectivamente, no lo era.

Su aspecto era la de una gran bestia cuadrúpeda. Grandes alas a su espalda y unos grandes cuernos en su cabeza. Un musculoso cuerpo que daba a entender una fuerza inhumana, acabada en garras de aspecto mortal.
Una cola repleta de pinchos se movía arrasando todo lo que se ponía a su paso.
Su cabeza recordaba a la de un reptil y el resto del cuerpo se encontraba formado por escamas y grandes pinchos que le sobresalían.
La visión era terrorífica, sin embargo había algo más. Partes de su cuerpo emitían una luz anaranjada mostrando sus capacidades ígneas, pudiendo ver con claridad, cada vez que abría la boca, humo y fuego.
Todo aquello hubiera sido inexistente para Rhyuka, si no fuera porque sus fieles compañeros estaban ahí, con ella, resistiendo el pánico que ese ser les producía. Tusk volaba en círculos encima de su dueña. 

Su figura recordaba a la de una sierpe mezclada con una salamandra ígnea, pero era algo muy diferente. Tampoco era un dragón.

Camine sin descanso mientras notaba como el frio me inundaba, quizá habia sido un acierto caminar en vez de quedarme parada, ya que el movimiento de los musculos generaba algo de calor y no dejaba que el frio se quedase en mi. Eso no quitaba que estuviese helada, si continuaba mucho por la llanura acabaría congelada.

Según me acercaba al pueblo los gritos y el olor a fuego iba haciéndose mas notable, curiosamente me recordaba bastante al sueño que habia tenido hace poco. Entonces lo escuche un estruendo seguido por un rugido. La bestia, al fin se mostraba, estaba lo suficiente cerca para notar el calor que irradiaba, Habia incendiado todo el pueblo. Escuche los gritos desolados de la gente que vivía allí, el terror, los llantos de la población, todo el conjunto me resulto mas perturbador que lo que habia soñado. Ahora sabia que era real. Me quede congelada en el sitio. Nunca había escuchado tanto dolor y desgarro. ¿Tenían que soportar los humanos aquella desolación?

En ese momento mi mente se compadeció de todas aquellas personas a las que hacia poco había tratado con desprecio. Nadie merecía tal tortura ni sufrir esa desesperación. Mi cuerpo  cubierto por unos ropajes llenos de cristales de sangre congelados se movio solo. Tenia que ayudarlos… de alguna forma.

-Libusa, Tusk. No me acompañéis, no quiero que salgais heridos, os vere mas tarde… en el árbol que combatimos a aquellos tipos.- Sin mediar mas palabra empece a andar hacia donde provenían los gritos de dolor. Intentando detectar alguna energía a mi alrededor y con las intenciones de pasar desapercibida para aquella bestia

La muerte y el dolor se acumulaban en aquel lugar. La conmoción era real y ahora allí solo se acumulaban cadáveres. Cadáveres de gente destrozada, mutilada e incinerada por una fuerza inmensamente superior. Los esqueletos de los edificios y su madera quemada se perfilaba desde todos lados, iluminando a la perfección aquella oscura noche.

Se suponía que en esas zonas la gente estaba preparada para aquellas cosas. Ni remotamente se acercaba a la realidad que ahora se estaba mostrando. Los supervivientes corrían como locos en busca de una ayuda, de alguna forma de escapar. Los supuestos guardias deambulaban perdidos, soltando ordenes imposibles de cumplir. Aquello más bien era una masacre.

Las llamas lo engullían todo. El fuego era tan intenso por allí donde Rhyuka pasaba que su anquilosamiento desaparecía. El hielo que momentos antes la podría haber matado, se deshacía con rapidez y desaparecía. Pero no encontraba a nadie, solo cadáveres calcinados, moribundos sin ninguna esperanza clamando piedad a los Aityr, pero nadie los escuchaba más que una muchacha malherida que, armada de valor se había adentrado en aquel lugar a ayudar, guiada por sus gritos.

-!Replegaros¡!Maldita sea!!Replegaros y corred al bosque!- Unos gritos sobresalían entre la destrucción. Era una voz conocida, la voz de un chico joven. El individuo se encontraba cerca, aunque algo más lejos de unos diez metros. -!Sacad a los civiles de aquí!- Sus gritos sonaban desesperados pero firmes. -!YA¡-
Las ordenes se oían por encima de los gruñidos del ser, el cual seguía destruyendo cuanto a su alrededor.
El no tener ni a Tusk ni a Libusa dificultaba algo las cosas. No dependía de ellos en absoluto, pero facilitaban mucho el entender el entorno y reconocerlo, al igual que las situaciones que se sucedían a su alrededor.
Ella solo se podía hacer una ligera idea de lo que sucedía, de la verdadera carnicería que allí se estaba sucediendo.

Si seguía avanzando llegaría al lugar de donde provenía la voz. Y en su avance, notaría a individuos huir, golpeándola en su huida, como alguien que corre, sin llegar a tirarla al suelo, pero deteniéndola durante escasos segundos.

Camine con miedo entre las calles, todo lo que encontraba eran gritos de dolor todas las personas a las que me intentaba acercar a ayudar restaba medio calcinadas, sin esperanzas. Me acerque a unos quejidos lastimosos, y me agache para intentar ayudar, me tendió una mano con cierta dificultad. Estaba totalmente calcinada. Susurro algo, parecido a una plegaria, aquellas palabras hicieron que me diera cuenta de la situación, si no tenia cuidado yo también moriría.- Tranquilo… ya paso todo…- Le susurre con unas pequeñas lagrimas en los ojos, no podía soportar tanto dolor a mi alrededor, cuando me di cuenta ya no tenia pulso, quizá ni había llegado a escucharme, estaba medio arrodillada junto aquel cuerpo cuando escuche una voz que me resulto conocida… ¿Sorke? Sus gritos quizá llamaban la atención entre el resto, a diferencia de las ordenes de los guardias parecía sus ordenes tenían cierta lógica, estaba manteniendo la calma y intentando guiar a la gente. Un escalofrió me recorrió la espalda, lo habitual habría sido que hubiera sido Threy quien diera las ordenes. Me levante y camine hacia la voz siendo golpeada por gente que huía del lugar, pero no aminore la marcha  agarre a Sorke por el brazo y le grite.- ¿Donde están tus compañeros?.- Era curioso, querían enfrentar al guardián y no podían con la criatura que teníamos delante.Agite la cabeza.-¿Puedo ayudar a algo?- Odiaba admitirlo, quería ayudar, pero no tenia claro como podía hacerlo.

-¿Que haces aquí?¡Lárgate Rhyuka, tu ya no pintas nada en este sitio!- Soltó en cuanto se dio cuenta de la presencia de la chica. -Evacua con los civiles. Esto ya no te concierne.- Añadió confirmando que aquel ser era la criatura que estaban persiguiendo o al menos parecía creerlo.
Pese a haber dado todas las ordenes en aquel momento, parecía desesperado, su voz sonaba cansada. -Vete ¡YA!- Empujó a la chica con el brazo izquierdo intentando forzar a que se fuera.

-¡¿No entiendes la gravedad de la situación?!- Esa era su respuesta ante su propuesta de ayudar. Por un momento el chico pareció evocar todas las discusiones que se habían sucedió los días previos, entrando casi en un estado de ira. -¡Este ya no es tu problema!¡El tema está zanjado!¡Eres libre de largarte!¡Eso es lo que nosotros buscábamos!¡Si es lo que tanto deseas proteger, lo siento, pero es nuestro deber exterminarlo!¡Lárgate joder!- Se quedó callado unos instantes reflexionando. Estaba alterado.
Apenas unos segundos después, anticipando la posible cabezonería de la chica y a toda prisa, con mucha torpeza, empezó a golpear la mano de la chica con alguna cosa, sin cogerla y poner el objeto que quería darle en su mano, como si fuera incapaz. -Coge esto y llévalo a Vendelan. Haz que esto llegue a Vendelan, te lo suplico. Ayuda a los a llevar a toda la gente a Fereas. Pero por favor, entrega esto a la posadera Heileen, en El Reposo del Jeger. - Lo que estaba entregando era un extraño tomo y una carta, solo con una de las manos. Era extraño que te lo entregara de aquella forma.

-Si lo haces, mantendrás a salvo tu querido bosque. Ahora lárgate. ¡Venga!- Volvió a empujarla esta vez de forma menos violenta, con cierta ternura. -¡Hazlo por favor! Threy te estará eternamente agradecido.- Desenvainó una espada.

En cuanto Sorke se percato de mi presencia pareció entrar en ira. No entendía que solo quería ayudar. Parecía enfadado incluso me percate de incluso una critica.-¡No quiero protegerlo! ¡Os lo dije, y además el no es el guardián!- Le respondí, pareció ignorar mis palabras y me empezó a dar un objeto, finalmente lo cogí, era extraño que no me lo pusiera el directamente en la mano, lo achaque a los nervios de la situación, pero presentía que me ocultaba algo. Asentí conmocionada cuando escuche un rugido cercano y me di la vuelta.- Lo entregare.-Mencione mientras empezaba a correr por donde había venido. No quería dejarlo, pero era consciente de que no tenia ninguna posibilidad de enfrentar aquel ser. Tenia que confiar en el. Confiar en un humano… me sorprendí con ese pensamiento. Corrí por las calles siguiendo los sonidos de lo que parecía un grupo huyendo hacia el sur. Se estaban dirigiendo a la población mas cercana suponía, no había andado una docena de pasos cuando escuche un derrumbamiento de una casa y un grito. Se me helo la sangre, era el grito de una niña llamando a su madre, me pare en seco y me dirigí hacia ella, sollozaba sobre la casa y algo de su madre. No notaba ninguna energía proveniente de la casa. Seguramente habría muerto…

Acaricie el pelo de la pequeña, tendría pocos años, casi no sabia pronunciar las palabras, me guarde el libro en la mochila y cogí a la niña con cuidado con los brazos, note como la herida de mi abdomen se tensaba ante el movimiento, pero el dolor se me olvido en cuanto toque a la pequeña, estaba llena de magulladuras.- Tranquila pequeña, todo saldrá bien.- le pase la mano por la mejilla y me quede helada. Estaba ardiendo y… no quise pensarlo mas, pero no quería imaginarme su rostro. Con dificultades empecé a caminar hacia el sur cargando con la pequeña, mis provisiones y la mente llena de gritos de dolor.

Atrás dejaba un infierno… había vivido aquel sueño… aquella pesadilla del bosque se había hecho realidad. Y yo cobarde, huía de allí con la niña en brazos.  Había caminado ya unos pasos fuera del pueblo cuando recordé que Libusa y Tusk me esperarían al sur. Tenia que volver a por ellos pero… Sujete a la niña con cuidado, se había quedado dormida.

Pare un momento y con una mano busque entre mis ropas un pelo de Libusa, y lo eleve mientras pronunciaba.-Nos encontraremos al sur, camino del siguiente pueblo… tener cuidado.- Según termine la frase y notar como Libusa se levantaba y ponía en marcha deje concentrarme y dolorida seguí el camino. Había escuchado un grupo avanzar por esta dirección, ¿donde habían ido?

No fue muy difícil encontrar al resto de gente que había huido de allí. Habían dejado un buen rastro de pisadas en la nieve y los gritos de conmoción eran perfectamente audibles desde la lejanía.
La visión era deprimente y no tardó mucho hasta que la chica pudo entender bien lo que sucedía, gracias a las explicaciones de Libusa y Tusk.

Era casi como observar un pueblo en éxodo. Gente herida, desamparada, habiendo abandonado todo cuanto había sido suyo, huyendo de lo que acababa de suceder, de aquella criatura, rezando para que no fuera tras de ellos. Al parecer, había algo en el pueblo que evitó que eso sucediera, llegando el nuevo amanecer.

El trayecto hasta el primer pueblo, duró aproximadamente dos días. Durante en camino, parte de los refugiados perecieron, sobretodo heridos y ancianos. Y la falta de comida y en general, buen equipamiento para transitar por aquel lugar no ayudo mucho más causando severos estragos hasta que alcanzaron otra vez la civilización.
A partir de ahí, el reducido grupo se organizó, para ir con sus familiares a las respectivas aldeas. Los que no tenían a donde ir, se dirigieron a Feras intentando aprovecharse de la poca bondad que la gente estaba dispuestos a ofrecerles. Heinlein era un lugar duro. La gente se ayudaba, pero los grupos de refugiados como aquellos, solían ser difíciles de tratar fuera de las capitales y ciudades más grandes.
El grupo continuó hacia Feras a lo largo de casi tres días más, acosados por el frío nocturno y el hambre, hasta que alcanzaron su destino.

En Feras se apuraron en asistir a los refugiados y buscar una solución para su problema, aunque pusieron más énfasis en aclarar la situación de ataque y todo lo referente a la criatura antes que desvivirse por poner a buen recaudo toda aquella gente.
Rhyuka no fue una excepción. Tuvieron un pequeño interrogatorio, pero al darse cuenta de que era ciega, rápidamente decidieron ignorarla y darle lo cuidados necesarios. El viaje había sido agotador y había diezmado su moral, incluyendo que todos aquellos sucesos acabarían pasando factura a su psique en recurrentes pesadillas a lo largo de su siguiente trayectoria. Al igual que plantearse varios motivos como el hecho de que si ella no se hacía cargo de aquel ser, o dejaba claro de que se trataba, quizás nunca dejarían en paz Lunam y el bosque seguiría corriendo peligro, al igual que todos aquellos insensatos que se internaran en el.

Le proporcionaron algunos artículos para el día a día y algunas raciones que irían repartiéndose cada cierto tiempo si se quedaba allí y pasaba a formar parte de la ciudad, encontrando su nueva forma de vida. Pero ese no era su intención. Pretendía ser fiel a su palabra, llevando la carta y el libro que le habían entregado hasta el pueblo que le habían mencionado.

No fue difícil conseguir información sobre el pueblo. Se encontraba casi al límite Este de lo que era Heinlien, por encima de la ciudad de Eviriel. Además, no solo se trataba de un pueblo cualquiera, era un pueblo donde al parecer, la élite de los G, o simplemente los cazadores del grupo que pertenecían a G, tenían el mayor emplazamiento.

El viaje duró aproximadamente veinte días. Algo difícil debido a la escasez de dinero, pero la muchacha consiguió llegar. En el camino pudo visitar lo que muchos consideraban la capital de Heinlein, Nornas. Una metrópolis espectacular e impresionante que disfrutaba de una paz abrumadora, pareciendo que aquella clase de sucesos que había vivido hacia casi un mes, no existieran.

Al final, y tras todas las dificultades que el viaje supuso, cruzando las cálidas llanuras Thuriz que mostraba la verdadera diferencia de geografía de Heinlein, llego a Vendelan.

Después de caminar durante un trecho intentando forzarme a alejarme lo mas rápido posible de aquella criatura encontré a la gente que había oído como huían. Heridos, casi con lo puesto y sin fuerzas, intentando olvidar lo que acababan de ver. Con temor que se repitiera. Camine en compañía de ellos hasta el primer pueblo, los dos días de camino fueron duros, las temperaturas eran bajas, y que muchos no se encontraran en buenas condiciones, entre ellos yo, aun tenia la herida del estomago, se cobro su parte. Intente ayudar como pude, pero casi sin energías no había mucho en mi mano.

Al llegar al pueblo la confusión fue vivida por todos sus habitantes, muchos tenían familia en donde había ocurrido la desdicha, y la tristeza y el miedo cubrió el pueblo. Deje a la niña con la que había cargado en casa de unos de sus familiares que la reconocieron al verme cargar con ella, cuando me preguntaron por su madre no pude mas que quedarme callada y dejar que lo comprendieran. Afrontaron con tristeza y a la vez ilusión las noticias, ya que al menos la pequeña había sobrevivido. Me ofrecieron cobijo para dormir, que quizá por lo cansada que estaba tras el viaje acepte sin mucha desconfianza por mi parte. Después de un par de días de descanso me decidí, tenia que entregar aquello que Sorke me había dado. Pregunte a la familia que me había acogido y sin mas demora me prepare para partir. Me ofrecieron suministros para el viaje, cosa que rechace, iban a necesitarlos.

Como me recomendaron me dirigí a Feras, al llegar vi como gran parte de los refugiados se habian dirigido hacia allí, la población estaba mas interesada en descubrir cual era la bestia que los había atacado que en ayudar a aquellos que casi desfallecían tras el viaje. No me quede mas de lo necesario entre aquellas personas, la multitud no me gustaba, desembolse el poco dinero que tenia en las tiendas para conseguir comida y suministros necesarios para el viaje. Así como una tienda algo cochambrosa, la necesitaría si no quería morir congelada durante las noches de viaje.

Notaba como la gente me miraba con cierto nerviosismo, seguramente por el aspecto que debía de tener. Acompañado por una zorra blanca, sin pupilas en los ojos y con un abrigo que había tomado un color rojizo oscuro. Era la única prenda de abrigo que tenia y no me desharía de ella, menos aun sabiendo como la gente de allí hacia para fabricarlas. Quizá fue la desconfianza, pero estaba en tensión y atenta a todas las energías que me rodeaban en todo momento, decidí que tenia que salir de allí cuando comencé a notar como las energías fluctuaban de manera extraña.

El viaje fue duro, casi no había comprado comida suficiente, y la tienda, aunque me refugiaba del frio no me aislaba de las inclemencias del tiempo.  Habría caminado ya unos diez días cuando el clima empezó a cambiar ligeramente, pasando del frio con nieve a un clima mas cálido, deje de pisar nieve, me sorprendió de sobre manera, incluso llegue a manearme los primeros pasos al no notar como el suelo se hundía ligeramente tras mis pasos. Junto a Libusa y Tusk continúe el viaje mas lejos de Lunam  de lo que quería pensar,  pero tenia la sensación, como ya había pensado al ver a los cazadores que llegaron, que no serian los últimos que vendrían, y tenia la confianza de que si entregaba el libro que portaba a quien me había dicho Sorke, y les contara que había ocurrido.

El viaje, exceptuando el dura clima que me acompañaba no tuvo ningún imprevisto o sobresalto, me extraño bastante, pero a la vez lo agradecí, con aun vivos los recuerdos de la masacre que había ocurrido y sin provisiones, llegue finalmente a Vendalan.  La herida de mi abdomen había cicatrizado dejando una fina línea blanca en mi vientre quizá algo mas notable por la falta de alimento durante los últimos días.