Partida Rol por web

-Escuche señorita Stand no necesito ningún tipo de ayuda, estoy bien como estoy. - Le respondió el hombre pronunciando con dificultad las palabras y equivocándose en el nombre de Salina. El aliento le apestaba a alcohol.

El hombre volvió a fijar la atención en su copa y le dio un trago. -Me dará su ayuda y luego me dejará tirado. Las mujeres son todas unas putas... -Murmuró para si mismo, y aunque Salina lo pudo escuchar, le costó unos segundos descifrar la frase ya que apenas pronunciaba las palabras.

Salina iba a darse por vencida con el hombre, al fin y al cabo, si no aceptaba su ayuda poco más podía hacer, cuando escuchó la última frase. Y cuando desentrañó lo que querían decir, sus mejillas se colorearon levemente por la furia.

-Mire, señor...como sea. Que esté pasando por un mal momento vale. ¿Qué quiere destrozarse el cuerpo, y el sueldo de paso, bebiendo? ¡Adelante! Pero que llames a las mujeres putas, entre las cuales, no sé si te has dado cuenta, me encuentro, no tiene perdón. ¿Acaso yo te he hecho algo para que me trates así? Vengo a ofrecerte mi ayuda como persona, como agente que quizá pueda resolver ese problema, y ¿coges y me sueltas eso? Luego te quejas de que te dejen tirado...Porque simpatía no desbordas precisamente. 

Se quedó mirándolo furibunda. Si en unos segundos no contestaba nada, se marcharía de vuelta con sus compañeros, esperando no volver a verlo. 

El hombre se quedó mirando a Salina con una cómica expresión en el rostro producida por el alcohol. A partir de la tercera palabra el hombre ya no parecía comprender nada de lo que salía por la boca de Salina. Pronto la agente comprendió que hablar con él en ese estado era imposible.

El hombre dijo algo ininteligible y se giró para seguir con su vaso. Hablar con él así era perder el tiempo. Los demás esperaban en la puerta.

Salina ni siquiera se molestó en despedirse del hombre. Si alguna otra vez se le ocurría la genial idea de intentar preocuparse por alguien, se pegaría un bofetón, a ver si así aprendía de una vez.

Se acercó hasta la puerta, donde la estaban esperando, y se aclaró la garganta antes de hablar.

-Ehm...siento el retraso. ¿Nos vamos?

A ver si el "loco" del pueblo nos da más información que el resto, porque hasta ahora, no hemos hecho otra cosa que acumular preguntas, pero ninguna respuesta. 

Regresaron a la comisaría, allí les esperaba la sheriff Baker comiendo un bocadillo que ella misma se había preparado y traído de casa, al parecer ella no había podido comer tan bien como ellos. Era normal que aquellos momentos tan fuera de lo común en Ashville, el trabajo se le acumulara a la pobre mujer y llegará a desbordarla. Era una situación de excepción y los papeles se acumulaban en su despacho. Nunca había tenido tanto trabajo.

Cuando le comunicaron la idea de ir a corroborar las palabras del primo de Patty ella misma se ofreció a llevarles hasta su casa, con intención de poner rumbo hacía la granja del viejo Hill después. Cogió las llaves del coche y les pidió que la acompañaran. El primo de Patty, vivía cerca, pero la granja estaba algo más alejada, y era mejor ir en coche, según les había dicho Joanne.

Matt Wilson les aceptó en su casa de muy buena gana pero allí se encontraron a un hombre destrozado por la muerte de un amigo, lloraba con frecuencia mientras volvía a relatar la historia mencionada por su prima Patty de como el viejo Hill acudió a la almacén de Elmore días antes de la muerte del comerciante.

-James me lo contó en el bar Simpson -aseguró entre lágrimas -Hill le pidió que le fiara la compra del mes como hacía siempre, y James, harto de lo que tardaba el viejo en poner a cero su cuenta corriente decidió no fiarle. Estaba pensando en jubilarse y seguramente lo haría antes de que el viejo pagara, era comprensible. Pero ese viejo no atiende a razones. A pesar de que James le dijo que el negocio no le iba nada bien y que no podía permitirse fiar a nadie. El viejo se puso hecho una furia, le amenazó, perjuró e hizo como siempre. Decía James que en un momento determinado incluso cogió un gran bote de cristal que había en el mostrador y lo estrelló contra el suelo, llenándolo todo de mermelada. - El hombre empezó a sollozar y se le hizo difícil continuar en ese momento. -Lo siento, -dijo al recomponerse, -pero todavía veo a James ocupado en limpiar toda la mancha de mermelada...

-Estoy seguro de que fue él quien lo mató. ese viejo está mal de la azotea, lo sabe todo el pueblo. Lo que no se es como pudo haberlo hecho.... el viejo no tiene ni una libra de carne en su mugriento pellejo.

"Bueno, de momento parece que tenemos un primer denominador en común, el loco del pueblo. Amenazó a ambas víctimas pocos días antes de los asesinatos. Aunque me parece demasiado evidente y "fácil" para lo que nos estamos topando..." piensa Peter para sí mismo, mientras escucha el relato de aquel hombre deshecho por la tristeza.

-Señor Wilson, sabe si había alguien más que le debiera dinero a James? O tuviera algún tipo de conflicto con éste? ya sabe, que James le hubiera comentado algún problema con alguien... aunque a usted le pueda parecer una tontería- le pregunta a Matt.

El hombre negó con la cabeza a la pregunta de Peter. -No... bueno, todos le debíamos dinero en algún momento, solía fiarnos. A mí mismo, incluso. Pero nunca le escuché quejarse de alguien que no fuera el viejo Hill. Los demás devolvíamos el dinero pronto, supongo.

Parecía que el viejo Hill no se llevaba bien con nadie y tenía una aptitud hostil, no le extrañaba a John que sospecharan de él. No obstante, a él no le convencía demasiado la idea, según parecía era un tipo violento pero simple... si esto se trataba de un imitador, ese tipo no encajaba bien en el perfil además de que como sugería Matt no disponía de la fuerza necesaria. Aunque él sabía que no debía juzgar prematuramente.

-Supongo que no es el primer incidente que provoca el tal Hill en el pueblo- miró a Wilson para ver su respuesta y reacción- pero, ¿ha atacado físicamente a alguien, ha llegado alguna vez a hacer algo más que amenazar? ¿Tiene algún antecedente criminal?

La última pregunta iba dirigida a la sheriff, que les había acompañado para visitar más tarde al granjero malhumorado.

Tanto Matt como Joanne respondieron lo mismo, pero fue esta última la que profundizó más en la respuesta.

-No, solo amenaza. Nunca ha llegado a pegarle a nadie ni atentar contra nadie y tampoco tiene antecedentes. Solo insulta, amenaza e incomoda con su presencia a todo aquel que se cruza por el camino. Tal vez estaría mejor entre rejas, para mayor tranquilidad de los demás habitantes de Ashville, pero no ha hecho nada para encerrarlo.

Peter asiente con la cabeza. Está claro que no es a quien buscan pero tampoco les hará ningún daño hablar con el loco del pueblo.

-Bueno, de momento los insultos no hacen a un asesino, desde luego- responde el joven. Todo son callejones sin salida, por lo visto.

-Y usted, qué tal se lleva con el viejo Hill? Alguien más tiene problemas con él?- entonces parece que se acuerda de algo -Sabe si alguien tenía una llave de repuesto de la casa de James? Ya sabe, para cuando te dejas las llaves dentro sin querer o por emergencias...- otro intento más por parte de Peter que probablemente acabe en nada, pero es que seguía pensando que si la puerta no estaba forzada y la víctima no le abrió la puerta, es porque el asesino tenía una copia de la llave.

-No hay nadie en todo Ashville que no tenga problemas con ese maldito viejo loco. -Fue la respuesta de Matt Wilson a la última pregunta de Peter. -Y que yo sepa no tenía copia de la llave...

Como John supuso, el viejo cascarrabias ladraba mucho pero hasta el momento no había mordido. Él seguía creyendo que no encajaba en el perfil de asesino metódico, pero necesitaba conocerlo antes que descartar teorías.

-Gracias, señor Wilson, nos ha sido de ayuda- y acto seguido se dirigió a la sheriff- creo que es hora de que veamos al señor Hill para interrogarle.

Según les habían contado, lo más probable es que Hill no colaborara, pero debían intentarlo.

Cuando salieron de la casa de Matt Wilson el cielo empezaba a ennegrecerse con el atisbo de una tormenta. Apenas habían montado en el coche y se habían puesto en marcha cuando escucharon los primeros truenos en la lejanía. Poco a poco a lo largo de aquella tarde, una tormenta eléctrica irá acercándose a Ashville.

Para llegar a la granja del viejo Hill era necesario abandonar el pueblo y conducir durante un par de millas por caminos de tierra. Según se iban acercando, comenzaron a ver los maizales de su propiedad que llegaban hasta la carretera, bastante mal cuidados y en algunas áreas claramente enfermos o directamente muertos y tan negros como las nubes que cubrían el cielo en esos instantes.

El camino llegaba hasta la misma puerta de la granja Hill. Mientras se iban acercando entre los altos tallos agitados levemente por el viento que anunciaba la tormenta pudieron contemplar la granja. La granja Hill era todo lo contrario a los otros terrenos de maizales que habían visto en Ashville. Una casa destartalada, sin cuidar, unos maizales semisalvajes y un granero prácticamente en derrumbe. Entre los salvajes maizales se podían ver algunos pequeños almacenes repartidos. En ellos se guardaban antiguamente los utensilios de trabajo, pero parecían abandonados y seguramente estarían llenos de telarañas, herramientas oxidadas y ratones de campo. También podían verse numerosos espantapájaros, que en la lejanía se mecían con el viento, al igual que el resto de la finca estaban viejos y destartalados. Solo había uno que se conservaba en buen estado e incluso parecía más reciente.

Según lo que les había contado Joanne, el motivo de aquella dejadez era el propio Hill. Hacía años que vivía él solo y su avanzada edad y su demencia le impedían cuidar de todo como sería debido. En las épocas de trabajo se acercaba a contratar gente al pueblo, aunque el escaso sueldo que solía pagar y su mal genio perpetuo hacían que cada año hubiera menos gente dispuesta a trabajar con él. También se había negado a vender sus terrenos a los Stevenson, la familia del alcalde, que poseían grandes terrenos de maíz en el pueblo. El viejo Hill prefería ver sus campos podridos al parecer.

La casa del viejo era una construcción que claramente había conocido días mejores. Una casa de dos pisos más una buhardilla. Toda la casa aparecía con la pintura caída en muchas partes, dejando ver la madera que la recubría, y la suciedad había hecho que toda la casa adquiriera un tono grisáceo. Las ventanas estaban cerradas casi perpetuamente, y algunas presentaban cristales rotos. Los escalones de la entrada no aparentaban estar en muy buen estado tampoco y había telarañas por doquier.

Antes de salir del coche Joanne se dirigió hacía ellos para advertirles sobre lo que podrían encontrarse con Martin Hill.

-Es un hombre muy mayor que está medio loco, tengan paciencia con él. Suele insultar y gritar a todo aquel con el que se encuentra a la mínima. Tendremos que manejar la situación con profesionalidad. ¿Hay algo que quieran saber sobre el viejo Hill antes de proceder?

John no se sorprendió al ver el estado de la granja del viejo. Según lo que les habían contado, Hill encajaba en el perfil de persona desagradable y alejado de la sociedad demasiado amargado y viejo como para ocuparse plenamente de la granja y demasiado huraño y desconfiado como para contratar a alguien que le ayudara. 

-Bueno, creo que ya nos hemos hecho una idea de como es el señor Hill- dijo respondiendo a la sheriff- ahora lo que toca es oír su versión de los hechos, para ver si puede ser nuestro sospechoso.

Cosa que Dwight no creía, aunque la sheriff parecía creer que podía ser el asesino... si se dejaba llevar por su desprecio hacia esa persona no muy querida por el pueblo o si realmente eran sospechas fundadas, era algo que verían ahora.

-Yo sí que tengo una pregunta que hacerle. ¿Cree que deberíamos ir directamente al grano? No creo que le hiciera mucha gracia que le preguntáramos por la noche en la que murieron las víctimas...Pero si le dijéramos algo así como qué opina sobre Elmore, seguramente lo pusiera verde y divagaría, sin decirnos nada claro. ¿Qué opina? 

Salina estaba preparada para encontrarse con la persona más arisca y huraña del pueblo, o eso pensaba, pero las cosas siempre podían descontrolarse, y prefería al menos empezar con buen pie. 

Peter simplemente escucha con paciencia y calma el intercambio de comentarios entre la sheriff, su jefe y su compañera. Tiene claro que va a ser un interrogatorio más que complicado, debido al temperamento evidente del viejo, así que simplemente se prepara mentalmente para lo que va a venir.

-Tiene parientes en el pueblo que se ocupen de él?- le pregunta finalmente a la sheriff, tras acabar de hablar Salina.

Joanne se gira en el asiento hacía Salina. -Sí, esa es buena pregunta, mejor proceder con delicadeza y no ser muy bruscos ni directos, si le ofendemos de alguna manera no dejará de proferir insultos y amenazas y no querrá contarnos nada.

Después miró a Peter y negó con la cabeza. -No, no le queda nadie. A día de hoy no se le conoce ningún familiar vivo. El último pariente vivo conocido murió hace más de veinte años, y desde entonces no ha habido ninguna señal de que existan más o de que hayan asomado su nariz por la granja familiar.

Tras responder a sus preguntas, Joanne hizo un gesto de asentimiento con la cabeza para indicarles que era la hora de proceder, suspiró profundamente y salió del coche. Los demás la acompañaron y no habían dado ni tres pasos cuando obtuvieron un recibimiento que no esperaban.

Un enorme perro negro se lanzó corriendo hacía ellos con malas intenciones. Era un musculoso perro de presa con potentes músculos y una fiera apariencia. Afortunadamente para el grupo, el perro estaba atado con una gran cadena a su sucia y destartalada caseta. La cadena tiró del perro y lo detuvo en secó, aún así el animal no les quitaba el ojo de encima y gruñía rabioso por no poder hincarles el diente. El perro era grande, pero estaba muy mal cuidado, se notaba que estaba sucio y desaliñado y en sus ojos se podía adivinar que se abalanzaba sobre ellos con más hambre que rabia.

Joanne se dirigió al porche y, tras subir los tres escalones de madera que crujieron a su paso peligrosamente, llamó a la puerta. Tuvo que hacerlo con los nudillos ya que el timbre no funcionaba.

-Jefe- Peter se dirige a John con suma seriedad, tras haber observado el área de la granja mientras entraban. El perro mal cuidado, desnutrido y atado, le da mucha pena. Alguien que trata así a su perro, no puede ser buena persona, aunque tampoco lo convierte en un asesino, supone éste. Si lo llega a saber se habría traído algo de comida sobrante de la copiosa cena en el restaurante...

-Creo que deberíamos ir Doc Muerte y yo a mirar los almacenes esos de ahí, quizás encontremos el origen del arma oxidada. Tiene todo el aspecto de tener unas cuantas ahí así...- le propone a éste. A Peter tampoco le parecía necesario que hubiera 5 personas interrogando al viejo loco, con la sheriff, el jefe y Salina, había más que de sobras -Quizás encontremos el arma de los crímenes o restos de sangre... Nunca se sabe- se encoge de hombros levemente.